GinerMaestro/Cap14/11

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14.11. Pobreza y Providencia

Este largo desfile de cardenales y prelados, príncipes de la nobleza romana y embajadores por las aulas del palacio Mannini continuaba el ya iniciado en el palacio Vestri y de nuevo podría hacer pensar que sus elogios y su admiración por aquella Obra para los pobres corrieran parejas a sus óbolos y generosidad. Y no faltan alusiones de Berro, Caputi y otros testimonios a tal o cual cardenal que daba mensualmente su limosna. Ni eran mucho más espléndidas las ayudas del papa, que no llegaban siquiera a cubrir los 350 escudos anuales de alquiler de la casa.

A estas limosnas de los grandes se sumaban las aportaciones personales de los mismos Operarios que, no contentos con prestar sus servicios gratuitos, algunos de ellos contribuían a los gastos comunes con su propio peculio,[Notas 1] empezando por el mismo Calasanz, que€ también en estos años sigue instando a sus procuradores españoles para que le consigan las rentas de sus bienes, particularmente de su personado de Claverol y Ortonena[Notas 2]. A ello se añadía el último recurso de la mendicidad con alforjas al hombro de puerta en puerta, concedida además como privilegio, pues era derecho de los frailes mendicantes.

Pero todo esto no bastaba para cubrir gastos y la economía doméstica se escribía siempre… con números rojos. No se podía poner en duda: eran realmente pobres sirviendo a los pobres. Los niños mostraban su certificado de pobreza firmado por sus párrocos; los maestros, sus libros de cuentas en los que podía adivinarse la firma de… la Providencia. He aquí una página bellísima, como una florecilla franciscana. La escribió Caputi con su estilo ampuloso y anovelado y la tradujo Bau, con la libertad tan usual en él:

'El año de 1650 me refirió el dicho Sarafellini que cuando estaban las escuelas en el palacio de enfrente a Ia iglesia de San Pantaleón conforme se va al Pasquino, había en ella diez clases. La primera (de latín) hacíala el P. Gaspar Dragonetti y tenía gran número de alumnos. La de Abaco y escribir la desempeñaba el P. Fundador con ayuda del Sarafellini… Cuando apretaron las dificultades pedía prestado; y cuando Dios proveía se ponía al corriente y saldaba deudas. Una mañana, mientras el P. Prefecto (Calasanz) estaba al frente de su escuela, dando clase de ábaco, pasaron tumultuosamente algunos alumnos del P. Gaspar. Salió el P. Prefecto y les preguntó a dónde iban. Contestáronle que Ies habían despedido y que se hábían acabado las escuelas. Mandóles volver al aula. Llamó aparte al anciano Profesor:
-¿.Qué ocurre? ¿,Qué novedad es ésa?
-Cón toda franqueza, P. Prefecto, esto no puede tirar adelante. Estamos de deudas hasta los ojos. Yo no puedo ya con tanta pobreza. No se ve porvenir.
-Pero ¿ésta es la palabra que disteis a la Virgen de dedicaros a sus niños? Yo creo no haber entendido lo que decíais. ¿Es posible que desconfiéis de Nuestra Señora? ¿Ya os habéis olvidado del Evangelio y de las aves del cielo que ni siembran ni tejen? Desechad la tentación, P. Gaspar. Echad fuera toda melancolía. Los niños os esperan.
Y el viejo P. Dragonetti bajó la cabeza, musitó unas disculpas y volvió a la escuela. Quizá no quedaba convencido del todo. El P. José llamó a Sarafellini. "Id -le dijo- a un carpintero; que nos haga una caja-cepillo con tres llaves y que sea presto". A la mañana siguiente traía el carpintero la caja.
-Hacedme el favor, Sr. Ventura, de escribir un rótulo grande y hermoso: Limosna para las Escuelas Pías.
Y caja y rótulo fueron fijados a la puerta de las escuelas. Llegada la tarde y terminada la jornada escolar llamó el P. Prefecto al P. Gaspar y a D. Ventura. Había que abrir el cepillo, aunque no estuvo expuesto más que un solo día. Un escepticismo un tanto burlón se dibujó en la sonrisa de los aludidos. Pero sacaron las llaves, se abrió Ia caja y encontraron 40 escudos en moneda y una póliza de 200 contra el Banco Bonanni a favor del P. José Calasanz. Se sospechó fuera el Cardenal Cesáreo Silvestre Aldobrandini.[Notas 3] Pero nunca se llegó a la certeza. Cuando fue al Banco el P. José firmó el recibo y cobró los 200 escudos de oro; pero no pudo rastrear el nombre del donante. '[Notas 4]

También Berro recogió el hecho en sus Memorias, diciendo que se lo contó Sarafellini, pero no atribuye el protagonismo al anciano Dragonetti, sino que lo generaliza, diciendo que 'una mañana después de las escuelas, a la hora de comer, no habiendo nada preparado y sintiendo también muchas molestias por las deudas de la casa, todos los operarios cogieron el manteo para irse y abandonar la obra, habiendo despedido a los alumnos…', etc.[Notas 5] Bartlik precisa que el hecho ocurrió en 1608 y, según los libros de economía, aquel año se recibieron 600 escudos, pero la comida fue más bien escasa y pobre, pues apenas si probaban la carne y tenían que contentarse con verduras, legumbres, pescado, pan, queso y poco vino.[Notas 6]

Quizá aquel día no se marchó nadie, y en el fondo del alma se sintieron todos un poco lirios del campo y pájaros del cielo, bajo la mirada paterna de Dios. Pero no era precisamente fácil aquel género de vida con tantas privaciones y tanto trabajo ímprobo repartido a veces entre tan pocos. Ni tenían todos la madera de héroe del P. Prefecto, que iba para santo. La tentación de abandonar era constante, dado que no había ningún compromiso serio ni vínculo canónico que les obligara a perseverar. Y para reforzar los espíritus y excitar a la perseverancia escribió el P. Juan de Jesús María su precioso ‘Liber de pia educatione seu de cultura pueritiae’ a ruegos y con la más que probable inspiración ideológica de Calasanz.[Notas 7] La tercera parte del opúsculo, en efecto, es una ‘Exhortación a los Maestros’, en la que expresamente se les anima a proseguir el camino emprendido con motivos sobrenaturales, poniendo la mirada en la recompensa eterna.[Notas 8]

A pesar de tales recomendaciones espirituales, ésta fue aproximadamente la realidad durante los años de permanencia en el palacio Mannini: en 1605 eran 12 al acabar el año; en el trienio 1606-1608 fueron 20, de los que murieron 4, se marcharon 7 y quedaron 9 al empezar el siguiente trienio de 1609-1611; en éste fueron en total 34, de que murieron 3, abandonaron 13 y quedaron 18 a finales de 1611.[Notas 9]

Notas

  1. En sus Relaciones Ay B anota Berro las cantidades concretas de algunos, o en términos generales recuerda quiénes contribuían. Por ejemplo, Dragonetti 'contribuiva tre scudi il mese'; Bellotti '4 scudi il mese'; Casella 'tre scudi il mese'; Tovar 'tre escudi il mese'; Ghellini 'contribuiva per se e per un altro' y después de marcharse en 1607 'seguitò sino alli 14 febr. 1609 di dare 5 scudi il mese per agiuto dell'Opera', etc. cf EphCal 11-12 [1959] 384-385.
  2. En 1607 y 1609 nombra nuevos procuradores para que 'proeo omnes et quascumque pecuniarum, rerum et bonorum summas ipsi constituenti (Domino) quavis de causa et occasiones debitas et in futurum debendas a quibusvis personis et per medium ciusvis banchi exigendum…' (G. SÁNTHA, ‘Quinque instrumenta…’, EphCal 6 [1959] 335, n.15 y todo el artículo).
  3. Card. Silvestre Aldobrandini, del título de San Cesáreo.
  4. BAU, BC, p.307-309.
  5. BERR0, III, p.251.
  6. '… vix carnibus (teste libro economico) per hebdomadam aliquando reficerentur, sed herbis, leguminibus et simplicibus obsoniis cum pane caseo et modico vino victitaren (BARTLIK, o.c. en EphCal a [1934] 11)
  7. Bartlik creyó que fue escrito en 1609 porque está dedicado al Casd. Giustiniani, al ser nombrado Protector de las Escuelas Pías aquel año como él creía, a falta de documentos. (cf. Ib., p.15) Pero el nombramiento fue en 1613 y en la dedicatoria dice que escribió el libro 'ante annos aliquot' (cf. Edición íntegra del libro en latín y castellano en Archivum 16 [1984] 209-225) El biógrafo P. Florencio cree que fue escrito ya en 1606, salva la introducción naturalmente (cf. P. FLORENCIO, ‘El V. p. Fr. Juan de Jesús María’, p.280). La finalidad, sin embargo, no queda alterada, pues la inconstancia de los colaboradores de Calasanz se da desde la fundación de su obra.
  8. La obrita termina así: 'Este trabajo ha de ser recompensado con premio ciertamente amplísimo en la celeste ciudad que buscamos. En verdad parecerá momentáneo y leve el peso si se compara con el cúmulo de gloria eterna que se recibirá en el cielo. Dichosos, pues, quienes son llamados al cultivo de la piedad sin remuneración de los hombres … Los maestros, pues, que han emprendido sin pereza una acción gratísima a Dios, sean constantes en lo empezado y mientras superan las dificultades de las escuelas … recojan los suavísimos frutos de triunfo y apresúrense a gozar del Bien sumo y sempiterno' (cf. Archivium, 1c., p.224-225)
  9. Cf. G. SÁNTHA, ‘Quattuor novi elenchi …’ en EphCal 11-12 (1959) 362-390.Los cálculos no son exactos, sino más bien se quedan cortos pues comparando las listas de los libros parroquiales de San Lorenzo in Damaso con las ‘Relaciones A y B’ de Berro, puede verse que hay colaboradores en estas últimas que no constan en los primeros, por ejemplo, sarafellini y Marco Antonio Delfini.