GinerMaestro/Cap06/09

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06.09. Monzón y las Cortes de 1585

En 1611 escribía J. B. Labaña en su Itinerario del Reino de Aragón: 'Monzón es una villa de 500 vecinos, asentada al pie de unas peñas en lo alto de las cuales hay un castillo antiguo arruinado… Es noble lugar por razón de las Cortes que en ella acostumbraban tener los reyes de los tres reinos de Aragón, Cataluña y Valencia… siendo las últimas que tuvo en ellas el rey don Felipe II en el año 1585… la iglesia colegial fue erigida en el agosto pasado de 1610. Había otra colegial antigua en la villa, en la iglesia de San Esteban, la cual se suprimió y levantó ésta, que es la mayor de Santa María y muy antigua, según su fábrica'.[Notas 1] Glosemos.

Todavía hoy puede admirarse la imponente mole del castillo de origen moro, que desde el siglo XII perteneció a los templarios y sirvió de 'prisión' a Jaime I en su infancia. Al suprimirse los templarios, pasó a la Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén, formando una Encomienda que perduró hasta el siglo XIX, aunque el castillo estaba ya en ruinas en la época de las Cortes de 1585. Debido a su carácter políticamente neutral, por ser Encomienda eclesiástica,[Notas 2] fue elegida ya en tiempos de Jaime I para sede de las Cortes Generales de la Corona de Aragón.

En 1610, dice Labaña, la iglesia de Santa María del Romeral, sede de las Cortes, fue convertida en Colegiata, que lo era entonces la de San Esteban. Y así lo constataba Cock en 1585: 'En su colegial iglesia, dedicada a San Esteban —dice—, se sustentan doce canónigos, cuyas prebendas hicieron y fundaron los mismos vecinos'.[Notas 3] . Y de esa colegiata era beneficiado desde 1582 —si no antes— nuestro protagonista José de Calasanz.[Notas 4] Hoy no queda ni rastro de esa antigua colegiata, mientras la nueva de Santa María del Romeral sigue todavía en pie, con su espléndida torre mudéjar y su interior gótico, recientemente restaurado con admirable maestría y buen gusto.

Si como señorío o encomienda eclesiástica estaba territorialmente enclavada —entonces como ahora— en el Reino de Aragón, sin embargo, como bien hacía notar Cock, 'todo lo eclesiástico pertenece al obispo de Lérida, en cuya diócesis está la villa'.[Notas 5] Y esto, tanto ahora como entonces.

En aquellos primeros días del verano de 1585, cuando José Calasanz merodeaba por las viejas calles de Monzón, podía encontrar fácilmente personajes ya conocidos, como el obispo de Barcelona, don Juan Dimas Loris, que presidía las Cortes de los catalanes por delegación del Arzobispo de Tarragona, ausente por enfermedad, que siendo obispo de Urgel le había conferido la primera tonsura clerical diez años antes en el Santuario del Santo Cristo de Balaguer; los canónigos de Lérida Pedro Margalef, Vicario General y canciller de la Universidad, y Baltasar Rajadell, representante del cabildo; don Guillermo Juan de Iborra, procurador de don Felipe de Castro y Cervelló, barón de la Laguna y señor de Peralta de la Sal; don Gaspar Juan de la Figuera, obispo de Albarracín y electo de Lérida, que le había ordenado de diácono en Fraga el sábado santo de 1583; y probablemente conocidos también, los infanzones Juan de Bardaxí, señor de Ramastué, de la villa de Benabarre, como Bernardo de Puy, vecino también de Benabarre; Jaime de Barber, de Binéfar; Francisco Claramunt, de Estadilla; Francisco de Ager, de Tamarite, etc.[Notas 6]

Conocería también a otros con quienes más tarde tendría que convivir, como Fray Andrés Capilla, Prior de la Cartuja tarraconense de Scala Dei y futuro obispo de Urgel; los canónigos Luis Esquerrer y Miguel Aymerich, procurador del obispo de Urgel, Fray Ambrosio de Moncada, impedido, y Sebastián Moles, representante del Cabildo urgelitano.[Notas 7] Con ellos volvería a encontrarse pronto cuando se incorporara a su diócesis de Urgel, precisamente al servicio directo del Cabildo.

Pero entre todos los personajes presentes en Monzón, quien más excitó su curiosidad y conmoción profunda fue indudablemente el rey Felipe II, a quien acompañaba su hijo y sucesor el 'príncipe de España don Felipe, siendo ya de siete años y medio', como precisaba Cock,[Notas 8] y su hermana la Infanta Isabel Clara Eugenia, con todo el amplio séquito de damas y caballeros de la Corte.

Aquella magna asamblea, tan heterogénea en su composición, sólo tuvo en común el acto solemne de la inauguración, en el que el Rey hizo leer su discurso inicial. En los días sucesivos cada una de las naciones o reinos de Aragón, Cataluña y Valencia tenían sus propias sesiones y seguían su propio ritmo, divididas a su vez en tres brazos o estamentos, distribuidos en el interior de la Iglesia o en su claustro adjunto.[Notas 9]

No sin cierto realismo pesimista resumía el cronista Cock en pocas líneas lo ocurrido en las Cortes durante los primeros meses: 'Desde el principio de las Cortes hasta el mes de octubre no hicieron otra cosa ninguna en ellas, sino todo se pasó en cuestiones y porfías sobre los asientos, solicitándolos para cosas importantes los señores: el conde de Chinchón, por el rey; el conde de Sástago, por el reino de Aragón; el conde de Miranda, por Cataluña, y por el reino de Valencia, don García de Mendoza'.[Notas 10]

Naturalmente, no todo se redujo a 'cuestiones y porfías' entre los condes representantes del rey y sus reinos de la Corona de Aragón para solicitar la atención del Monarca en los graves asuntos de cada uno de ellos. Con mayor o menor calma se trataron los muchos y espinosos problemas que afectaban a cada una de las tres “naciones”, o los que eran de interés general.[Notas 11] Pero son temas que van más allá de nuestro marco histórico, salvo los “sucesos de Ribagorza” y el bandolerismo, y el amplio programa de reforma monástica que preocupaba al Rey. De ambos temas seguiremos hablando.

Notas

  1. Cf. J. GARCÍA MERCADAL, o.c., II, p.23O.
  2. Cock escribía en 1585: 'Solía ser patrimonio de los caballeros templarios… y siendo los dichos templarios echados por toda la cristiandad vino [a] ser de los caballeros de Malta, de la Orden de San Juan, cuya encomienda es hasta el día de hoy… aunque se decía en la entrada de su majestad que con licencia del Sumo Pontífice… la quería su maJestad trocar con la dicha Orden. Hay debajo de su jurisdicción diez otros pueblos'. (ib., I, p.1365).
  3. Ib.
  4. En su cartilla de ordenación de subdiácono se lee: 'dilectum in Christo Josephum Calasanz Acolytum beneficiatum Sancti Stefani Montissoni Illerdensis dioecesis' (cf. AnCal 50 [1983] 270).
  5. Cf. COCK, o.c., p.1366.
  6. Cf. J. POCH, ‘El Fundador…’, p.271-273, y COCK, oc., p.1372-1373.
  7. Cf. J. POCH, I.c. p. 1371.
  8. Cf. J. POCH o.c., p.1371.
  9. Cf. J. POCH, o.c., p.269, n.40. 'Los tres reinos tienen cada uno sus brazos, conviene a saber: el eclesiástico, militar y repúblico de las ciudades. Sólo Aragón tiene el cuarto brazo más, que es el de los hidalgos [infanzones]. Cada brazo tiene su aposento o en la iglesia o en el claustro' (E. COCK, o.c., p.1371).
  10. Ib. Que este juicio no era fruto de ligereza o exageración del observador COCk prueba el Conde de Chinchón, que escribe el 27 de julio a Roma: 'Las Cortes ha un mes que se començaron, pero estamos aún al primer passo y con mucha confusión' (cf POCH, ‘El Fundador…, p.316).
  11. Cf. amplia bibliografía editada e inédita para el estudio de las Cortes de Monzón de 1585 en J. POCH, I.c., p.267, n.38.