General35/La creación del Calasanctianum de Montemario.

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La situación política en España: República y Guerra Civil (1931-1939).
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La creación del Calasanctianum de Montemario.

En Italia, lo mismo que en España, cada provincia se había ocupado de la formación de sus propios candidatos. El P. Mauro Ricci ya concibió el proyecto de juniorato interprovincial, que creó en la casa de Vía Toscana. Pero al venderse la casa en tiempos del P. Viñas, el proyecto se vino abajo. Con todo, los provinciales italianos siguieron buscando una respuesta común al problema de la formación de los candidatos. Las soluciones vinieron más bien de las provincias norteñas: Liguria ofreció la casa de Finalborgo para noviciado, y Génova (en casa propia o en alguna alquilada) para el juniorato; se pensó además en la posibilidad de instalarlo en Chiavari, comprando un edificio que les habían ofrecido, pero se desechó la posibilidad[Notas 1]. Toscana ofreció el Pellegrino de Florencia, e incluso la Badia Fiesolana[Notas 2]. Pero se trataba de soluciones insuficientes: eran casas pequeñas, para las esperanzas de crecimiento que albergaban las provincias italianas en el periodo entre guerras. El P. Del Buono, una vez en marcha en Juniorato Internacional de San Pantaleo en 1928, se toma en serio el crear un juniorato interprovincial italiano en Roma. Solo o con el Procurador General Serafino Maja realiza innumerables visitas a la búsqueda del edificio o el terreno adecuado, que les debieron tener muy ocupados en los últimos meses de 1932[Notas 3].

Mientras tanto llega una noticia inesperada: Monseñor Pasetto invita al P. Del Buono a visitarle, como anota este el 11 de febrero de 1932 en su Diario. “Monseñor ha hecho la propuesta al Cardenal Vicario de confiar la parroquia de Monte Mario si los PP. Jerónimos deben irse. El Cardenal respondió que tendría en mucha consideración la propuesta. Sin embargo, tuvo palabras amargas contra los religiosos de la provincia Romana. Mons. dijo que la parroquia debería ser confiada al P. General, que pondría en ella elementos de otras provincias, y que propondría al P. Grillo como primer párroco. Por ahora, aconseja Mons. Pasetto, no se hable de poner en Monte Mario el juniorato, cosa que vendrá luego. En Roma existe la opinión de que los religiosos explotan las parroquias en beneficio propio”. El 13 de enero de 1933 Monseñor vuelve a llamarle para decirle que el Cardenal Vicario ha decidido, acogiendo su propuesta, confiar a los Escolapios la parroquia de San Francisco en Monte Mario. El Cardenal ha llegado a esta decisión porque espera que los Escolapios creen escuelas a nivel de gimnasio (enseñanza secundaria básica) y de instrucción técnica en aquel barrio que, de hecho, carece de institutos educativos masculinos. El P. Del Buono va a visitar al Cardenal Vicario, y Protector de las Escuelas Pías, Francesco Marchetti-Selvaggiani. Escribe en su diario el 13 de enero de 1933:

“He agradecido al Cardenal que se dignara confiar, dando una prueba de gran benevolencia y confianza a los Escolapios, la parroquia de S. Francisco en Monte Mario. “Sí, sí –ha respondido el Cardenal- pero con tres condiciones:

1.Que no se confíe a la Provincia Romana.
2.Ni siquiera a la Prepositura General, porque después de Usted no sabemos quién podrá ser General y qué confianza pueda dar.
3.Que los Escolapios creen escuelas gimnasiales y técnicas, que en aquel barrio aristocrático faltan las escuelas medias. Es un barrio ocupado por los Protestantes, cuyo Instituto de escuelas medias es frecuentado también por los niños católicos”.

Naturalmente la cuestión de las Escuelas me había dejado un poco suspenso, para dar una respuesta al Cardenal. En aquel momento ha llegado Mons. Pasetto, con el cual me dejó el Cardenal para que tomase una decisión.

Monseñor me ha animado a aceptar, y prometer también las escuelas.

Y así he prometido al Cardenal, que rogó a S. Exc. que fuera el fiador de que yo cumpliría todo según sus deseos”.

El 27 de febrero de 1932, tomada ya la decisión favorable, el P. General expresa su agradecimiento y el de la Curia General a Monseñor Pasetto por cuanto ha hecho para que la parroquia de San Francisco de Asis de Monte Mario fuera confiada por el Cardenal Vicario a los Escolapios. Anota el P. Del Bueno en su Diario: “Monseñor se alegra mucho de haber cooperado en el hecho, porque espera que los Escolapios hagan bien, y podrán abrir escuelas, que en aquella zona hacen tanta falta, y lo que más importa, el traslado del juniorato interprovincial italiano. Monseñor ha dado muchas informaciones precisas sobre la parroquia de San Francisco, e incluso ha hablado de la Congregación de los Jerónimos (Beato Pietro de Pisa), de la cual fue el último Visitador Apostólico. ‘Eran pocos y, además, malos’”.

A partir de este momento el interés del P. Del Buono por un terreno para el juniorato se dirige decididamente hacia Monte Mario. El 16 de enero de 1933 el P. General va a visitar de nuevo al Cardenal Vicario, para agradecerle la concesión de la parroquia, y luego escribe en su Diario:

“A las 10 el P. General va a ver al Cardenal Vicario [Francesco Marchetti-Selvaggiani], el cual le comunica que en la audiencia del sábado por la tarde (14 de los corrientes) el Santo Padre ha dado benignamente su aprobación para que la parroquia de San Francisco en Monte Mario sea confiada a los Escolapios, con el deseo de que ellos abran en aquel barrio escuelas gimnasiales e Instituto Técnico. El barrio de Monte Mario de hecho no tiene institutos masculinos, y tiene muchos para chicas. Es el barrio de los protestantes, que también tienen el monte Mario un instituto escolar.

Ha preguntado el Cardenal al P. General: “¿Es cierto que desean también trasladar a Roma y a Monte Mario su juniorato filosófico y teológico?” “Sí, Eminencia, he respondido, si V. Em. me lo permite”. “No me desagrada, pues los profesores del juniorato podrán también ayudar en las otras escuelas… ¿Cuántos son los Padres del juniorato de Florencia?” “Son seis”. “Bien; así los Padres podrán también hacer un servicio a los diversos institutos de religiosas de Monte Mario, que tanto lo necesitan”.

Resulta evidente que la concesión de la parroquia está asociada, casi condicionada, a la apertura de un colegio en aquel barrio. Pero para el P. Del Buono era prioritaria la construcción de un juniorato italiano, aunque nunca olvidó la casi promesa de las escuelas. Por fin en 1947 se inauguró una escuela media en el edificio del juniorato, que en 1952 se trasladó a la sede definitiva del Instituto Calasanzio, no muy distante, en la Via Cortina d’Ampezzo.

Sobre la concesión de la parroquia de San Francisco, escribe el P. Del Buono en su Diario el 18 de febrero de 1933: “Se ha hablado de la parroquia de San Francisco, que será confiada a los Escolapios. Es una cosa verdaderamente providencial, que ha madurado en un momento, ya que el Cardenal al irse los Jerónimos no pensaba en los Escolapios, que le fueron sugeridos por una persona de la cual Monseñor no dice el nombre[Notas 4]. Deberán crearse escuelas para obrar el bien en aquella zona que está infestada por la acción de los protestantes, los cuales tienen escuelas gimnasiales y de Liceo gratis”.

El P. Francesco Grillo toma posesión de la parroquia de S. Francisco el 4 de marzo de 1932. Los Jerónimos, disueltos como Congregación, no están nada contentos, pero tienen que irse[Notas 5].

Por esas fechas también unas religiosas, las Siervas del Sagrado Corazón han dejado al Papa un gran terreno con un hermoso edificio en lo que hoy es el Hospital Gemelli. El P. Del Buono sueña con él, y escribe en su diario el 12 de marzo de 1933:

“El gran edificio de Monte Mario dejado por las Siervas del Sagrado Corazón al Santo Padre. Parece que ya no se va a hacer la proyectada Universidad Médica (P. Gemelli). ¿Podría dedicarse a la obra de las Escuelas Pías (escuelas, internado y juniorato interprovincial)? ¿Lo concedería la Santa Sede a los Escolapios? La idea es grandiosa y no desagrada a Monseñor Pasetto, pero necesita ser seriamente meditada antes de dar pasos. Ciertamente este proyecto resolvería para nosotros muchas cuestiones, como las importantísimas de los locales para la escuela y para tener el juniorato interprovincial en Roma. Además, tendríamos una iglesia capaz que podría muy bien servir como parroquia, ya que la de San Francisco necesita ser ampliada para poder contener más fieles”.

La parroquia no era ciertamente una bicoca. El P. Del Buono escribe en su diario el 19 de diciembre de 1932, meses antes de aceptarla los escolapios:

“Los ingresos de la parroquia son de alrededor de 7 mil liras. No son muchos los inciertos, ya que muchos de los más ricos mueren en las clínicas. La parroquia tendrá unas 15000 almas.

La vivienda de los religiosos no es muy grande; tendrá capacidad para una decena de religiosos. Hay un pequeño huerto y el antiguo cementerio de la comunidad, que es muy limitado.

Frente a la iglesia hay una casa de propiedad de la Santa Sede, en la cual en ese momento viven otras personas que pagan un alquiler. ¿Podrá dedicarse a escuelas?”

Parece que la cesión de la parroquia de San Francisco a los escolapios no fue tan desinteresada como pudiera parecer. El Vicariato quería quitársela de encima, y los escolapios estaban demasiado ansiosos por aceptarla. Escribe el P. Del Buono en su Diario el 5 de abril de 1933:

“El P. Grillo ha hablado luego con Mons. Guidetti, el cual confirma con los documentos que tiene en la mano la pobreza de la parroquia de S. Francesco, la cual fue de buena gana confiada a los Escolapios, para que fuese asegurada incluso en la parte material. Admira la actitud de los Escolapios, que han aceptado sin preguntar si la parroquia era rica o pobre. Pero Mons. Guidetti hace notar que era oportuno hacer antes, como se dice, un contrato. Sin embargo, el P. Grillo podría hacer una petición para que se mejoraran las condiciones, que Monseñor Guidetti podría demostrar al Cardenal Vicario para apoyar la petición”.

Conseguida la parroquia, el P. Del Buono sigue buscando un terreno para construir el juniorato. El P. Grillo hablará con el Cardenal Granito de Belmonte para ver si se puede comprar un poco de terreno de las Siervas del Sagrado Corazón, que han conservado una parte del antiguo terreno que con el gran edificio han dado al Santo Padre. Y el P. Del Buono escribe en su Diario el 18 de marzo: “El P. Grillo me habla de un rico señor Blumenstil que tiene mucho terreno en Monte Mario. No es improbable que pueda cedernos una parte a precio conveniente, tratándose de un instituto religioso que desea abrir escuelas para hacer frente a la propaganda protestante y edificar una iglesia. Me dicen que Blumenstil es muy religioso y que ha sido alumno del Nazareno”. El P. General sigue consultando con Mons. Pasetto sus proyectos, y este, buen conocedor de la Curia, le indica las mejores opciones. No aconseja que se aspire al gran edificio donado por las Siervas al Santo Padre, porque es inmenso y su manutención podría ser demasiado costosa. Parece que el Santo Padre no hará en aquel edificio la Universidad Médica, porque el R. Gobierno se opone, sino una escuela médica para las Misiones y especialmente para las Hermanas Misioneras (Samaritanas). Consulta también con el Cardenal Vicario. Su Eminencia aprueba mucho la idea de trasladar a Roma el juniorato, pero no cree oportuno que esté unido a la parroquia, pues ocupando mucho espacio, la casa parroquial quedaría como ahogada.

El P. General se va orientando hacia la decisión definitiva: pedir al Papa una parte del enorme terreno donado por las monjas, aunque Mons. Pasetto, que teme la reacción del Cardenal Vicario, no es muy propenso a la idea. Y, en efecto, cuando otro amigo de los escolapios, Monseñor Bartoloni, Delegado Apostólico de Egipto, visita al Cardenal Vicario, y le pide que se conceda a los Padres un trozo de terreno a un precio determinado por la Santa Sede del gran terreno dado por las Siervas del Sagrado Corazón al Santo Padre, el Cardenal se mostró muy contrario, y lamentó que Monseñor hubiera dado a los Escolapios esta idea de obtener un terreno de la Santa Sede[Notas 6]. Pero ese era el camino.

Llegan algunas otras ofertas de terrenos próximos a San Francisco en Montemario, pero son pequeños y caros. Se buscan otros contactos entre amigos y monseñores para lograr el objetivo deseado. En julio se ve posible la compra de un terreno de unas dos hectáreas, que las religiosas del Sagrado Corazón se habían reservado, y el arquitecto G. B. Milani, el reformador de San Pantaleo en 1923-25, empieza a dibujar los planos. El 28 de julio el P. General va a visitar al Cardenal Vicario, al que informa que espera obtener el terreno en Montemario de las Siervas del S. Corazón, y le ruega que dé más tiempo para las escuelas en Monte Mario. El P. General espera poder algo en el curso 1934-35. El Eminentísimo consiente, aunque diciendo que en estos últimos meses no se ha hecho nada. El P. General justifica lo que ha hecho, pues ha tenido mucho trabajo en estos últimos meses.

El primer proyecto presentado por el arquitecto Milani es devuelto a su autor el 21 de octubre de 1933, porque es demasiado grandioso y, por tanto, demasiado costoso. El P. General expone sus ideas y las líneas para un proyecto más modesto y que signifique, por tanto, un gasto menor. El arquitecto prepara el 2º proyecto el 4 de noviembre. El 29 de noviembre la Madre General de las Siervas del Sagrado Corazón (Cristina Estrada, española) telefonea que las Hermanas están dispuestas a conceder el terreno prometido en M. Mario para construir el Juniorato de los Escolapios[Notas 7]. El 6 de diciembre se presenta oficialmente al Ayuntamiento de Roma el proyecto de construcción de un edificio escolar y colegio en un terreno vacío. El terreno mide 13.394 metros cuadrados, que se ha pagado a razón de 10 liras el m2. Las religiosas prometen vender más adelante lo que falta hasta 20.000 m2, al mismo precio[Notas 8].

Ahora viene la segunda parte del problema: encontrar dinero para la construcción. El P. Del Buono, que conoce las posibilidades de su propia provincia, escribe al P. Luigi Ghersi, rector de Chiavari, preguntándole hasta dónde está dispuesto a colaborar en la construcción del juniorato. El P. Ghersi, generosamente, ofrece 800.000 liras, lo cual es una buena cantidad para comenzar las obras, presupuestadas en 1.800.000 liras[Notas 9]. Cuando el P. Del Buono le da las gracias, el P. Ghersi le escribe conmovido por las alabanzas recibidas por su contribución. “Solo hemos hecho nuestro deber”, le dice[Notas 10]. ¡Admirable respuesta! Se hace entonces la oferta pública para la construcción, y 16 empresas constructoras se presentan. Se elige la empresa Provera-Carrassi y C., que ha propuesto un descuento del 16,10 % sobre el presupuesto, recomendada por su seriedad y por las muchas obras ya hechas en Roma. Ha construido el juniorato y la iglesia de los Barnabitas en el Janículo[Notas 11].

El de mayo de 1934, Solemnidad de Pentecostés, el P. General hace de forma privada la bendición de los cimientos del Juniorato de Monte Mario en construcción.

El P. General trabaja, al mismo tiempo, en un proyecto paralelo: construir una iglesia a San Pantaleo en Monte Mario, en un terreno de unos 3000 m2 que sería regalado por el Conde Blumenstil[Notas 12]. El Cardenal no es favorable, y tiene la idea de que se levante la iglesia, sí, pero junto a la actual dedicada a San Francisco, para formar así la parroquia titulada de San Francisco y San Pompilio. Este proyecto quedaría estancado hasta finales de siglo, y la nueva iglesia, al lado de la antigua, pero mucho mayor, no será dedicada a San Pompilio, sino también a San Francisco.

El plan era que el juniorato estuviera terminado en otoño de 1935, para que los juniores comenzaran ya el curso en la nueva sede. Pero las obras se van retrasando, y como se había decidido ya abandonar la casa del Pellegrino en Florencia, destinada a otros fines, el P. General pide al P. Provincial de Liguria que acoja a los juniores (tras su veraneo en Carcare) en el colegio Cornigliano de Génova, donde empezarán las clases, y continuarán hasta que el Calasanctianum esté disponible. Se termina la construcción, y comienza el amueblamiento. El 1 de marzo de 1936 escribe el P. Del Buono en su diario:

“A las 14:30 el P. General, acompañado por el primer Asistente General y el Maestro del juniorato, procede a la bendición del nuevo instituto.

A las 16 es llevado solemnemente el S. Sacramento al nuevo juniorato y es colocado provisionalmente en el Aula Magna, donde se canta en acción desgracias el Te Deum. Toda la población de la parroquia, con gran corazón y entusiasmo, ha participado en el solemne rito y ha visitado después de la función el nuevo instituto, del cual está orgullosa”.

Al día siguiente llegaron a la nueva sede 25 estudiantes teólogos y 18 filósofos italianos. El primer rector fue el P. José Loi, que lo había sido en Florencia. Parecía que el P. Del Buono podía ya descansar, logrado su objetivo, pero no era así. Quedaba aún devolver los préstamos pedidos para terminar la construcción, y mantener a aquella comunidad, que seguiría creciendo en los años sucesivos, en un tiempo en el que, por las restricciones impuestas a Italia por la Sociedad de Naciones a causa de su intervención imperialista en África, y luego la guerra, a las provincias italianas se le hacía muy difícil pagar las pensiones de sus estudiantes. El Padre General debe acudir a todas partes pidiendo ayuda. El 12 de mayo de 1938 escribe en su Diario: “El P. General agradece la felicitación enviada por el venerando P. Szinger con ocasión de su onomástica y de las fiestas pascuales. Le agradece la celebración de 100 Misas a intención de la Prep. General además de las obligadas. Es una gran caridad hecha al P. General, que por los gastos hechos para construir el nuevo Juniorato de Monte Mario se encuentra en apuros económicos no pequeños, debiendo pagar anualmente el interés del préstamo hecho por los Provinciales de Liguria y Nápoles, que es de 32 mil liras. Está agradecido a la provincia de Hungría que a menudo ayuda con donativos a las necesidades del P. General, y le da el gracioso encargo al P. Szinger de renovar su gratitud al P. Provincial”.

Y, además del mantenimiento, estaba la preocupación del P. Del Buono por la formación dada a los juniores (tanto en Italia como en España). Seguía en todo las instrucciones de la Sagrada Congregación de Seminarios, que ordenaba que los seminaristas terminaran los estudios filosóficos y teológicos conducentes al sacerdocio antes de comenzar los estudios profanos para dar clase. Esto contradecía la práctica de algunas provincias escolapias, principalmente de Europa Central, donde los provinciales querían que los religiosos comenzasen a dar clase (con título académico) cuanto antes.

Cuando Italia entra en guerra, se pide el uso del Calasanctianum como hospital de guerra. Era un edificio magnifico, recién construido, ideal para ese servicio. Pero el P. Del Buono no es favorable a cederlo, pues es necesario para la formación de los juniores[Notas 13]. Pero al final tiene que ceder a las presiones de la Secretaría de Estado vaticana[Notas 14].

El juniorato de San Pantaleo, que había comenzado siendo internacional, con jóvenes religiosos venidos de España y de Europa Central, que hacían sus estudios en la Universidad Pontificia Gregoriana, se va convirtiendo en “internacional italiano”: los españoles dejan de venir, de momento, desde el comienzo de la Guerra Civil española; los de Europa Central, desde el comienzo de la Guerra Mundial. Ni estudiantes, ni profesores: el único español que queda en Roma es el fiel P. Leodegario Picanyol, Archivero General. Y el Hermano Maximiliano, polaco, posiblemente el religioso que durante más años ha vivido en San Pantaleo. El P. Asistente General Manuel Pazos (que sucedió al P. Tomás Garrido a su muerte), se queda en España, haciendo la Visita General a las Provincias, hasta finales del año 1946. Otro Asistente General, P. Juan Walter, de Hungría, no regresa a Roma hasta poco antes del Capítulo General: no resultaba fácil obtener el permiso de las autoridades comunistas para abandonar el país.

No son solo los juniores lo que preocupa al P. Del Buono; también los novicios, el noviciado interprovincial italiano. Tal vez por las dificultades ocasionadas por la guerra, lo traslada de Finalborgo a San Pantaleo. Entre los novicios de San Pantaleo de este tiempo a finales de la guerra, encontramos a los PP. Mario Carisio y Antonio Perrone, bien conocidos.

En cambio, no parece que afecte al P. Del Buono la pérdida de la casa de San Lorenzino in Piscibus, una de las primeras fundadas en Roma por Calasanz. En realidad, se trataba de una casa incómoda, con una comunidad muy reducida, atendiendo una pequeña iglesia. Y puesto que el Vaticano se había puesto de acuerdo con el gobierno italiano para abrir allí la Vía de la Conciliación, no había nada que decir. El mismo Vaticano ofreció a cambio a los escolapios de la provincia romana la casa y la iglesia de la Madonna del Pianto, habitada por una pequeña comunidad de 1940 a 1947.

El P. Del Buono cuida, como desde que llegó a Roma, su formación permanente. Da la impresión de que no se pierde ni una sesión de la Solución de los Casos de Moral abiertos al clero que se celebraban mensualmente en la vecina iglesia de S. Apolinar, para los seminaristas de la diócesis, especialmente. Si podía, se hacía acompañar del P. Maja. Mucho debió interesarle la cuestión, para anotar cada vez el tema discutido, y a menudo también el contenido de la “piadosa instrucción” por un conferenciante, que seguía. Y no solo esto: acudía a muchas conferencias organizadas por los Cultores de los Mártires o por el Círculo de Estudios Romanos, que en alguna ocasión le premiaron por su fidelidad. Y por otras instituciones.

En Roma sigue siendo (al menos durante los primeros años) una causa de preocupación para el P. Del Buono el colegio Nazareno. El Cardenal Vicario, Francesco Marchetti-Selvaggiani no traga al Nazareno, tal vez a causa del P. Pietrobono, su director, hasta que se jubila por motivos de edad, al que considera demasiado liberal o modernista. El P. Del Buono visitó al Cardenal Vicario el 12 de diciembre de 1932, y luego escribió en su Diario:

“El Card. dijo al P. Gen. que el colegio Nazareno es una tomadura de pelo continua, un engaño a las familias, pues bajo la etiqueta de colegio católico produce un gran daño espiritual… Él nunca podría aconsejar ni aquella escuela ni aquel internado, del cual no pueden salir jóvenes espiritualmente formados. El Cardenal no comprende a los católicos que confían sus hijos a aquel internado y a aquella escuela. Dice que el Nazareno es una cueva de modernistas (tiempos de Pío X) y ahora de Padres liberales, donde se habla mal de la Iglesia y del Papa. “Si yo fuera General, o retiraría a todos los religiosos, o cambiaría ciertamente la orientación, y especialmente a los PP. Farinacci y Pietrobono”.

En descargo del P. Pietrobono hay que recordar que el colegio Nazareno se hallaba bajo la dirección de una Comisión de cinco miembros, de los cuales solo uno era escolapio, y seguía las orientaciones del Gobierno. Él fue su director y profesor durante más de cuarenta años, pero, como explica al P. General, “cuando ha intentado hacer algo se ha quedado solo, y ninguno ha hecho nada por ayudarle”[Notas 15]. Terminado su servicio en el Nazareno, el P. Pietrobono pide vivir exclaustrado con su familia, tal vez para dar mayor libertad a los nuevos dirigentes del colegio. Pero sigue a disposición del P. General, como le escribe en una carta fechada el 23 de octubre de 1941:

“Y Usted no tenga reparos en servirse de mí lo poco que puedo; sepa también que hacerle cualquier servicio me resulta muy agradable. Mi afecto a la Orden de las Escuelas Pías no ha cambiado; en lo más íntimo del alma siempre me siento escolapio, y si otros no hubieran querido lo contrario, yo habría sido feliz de morir en la brecha, dando clase hasta el último día de mi vida, tanto más que el Señor en su gran misericordia me lo concedería incluso en mi avanzada edad. Como ve, sigo en condiciones de poder trabajar”.

El P. Pietrobono tiene magníficas relaciones en Roma, y a él acude el P. Del Buono cuando necesita una ayuda de arriba. Y la necesita cuando el Consejo del Nazareno decide vender el viejo edificio y construir un colegio nuevo a las afueras, como hemos dicho más arriba. Los escolapios, con el P. Pietrobono, son opuestos a este plan. Y así escribe el P. Del Buono en su Diario el 22 de abril de 1930:

“El P. Pietrobono el 15 de abril tuvo una audiencia con el Ministro Giuliano Balbino (Educación) que reconoció el buen derecho de los Escolapios y su disgusto porque un instituto tan bueno, tan frecuentado, fuera llevado a la periferia. Más explícito fue el Dir. Gen. de Educación Ciro Trabalza que sin más tuvo palabras de desaprobación por lo hecho por la Comisión.

No habiendo podido hablar con el Secretario del Interior, Hon. Leandro Arpinati, el P. Pietrobono habló con el Director General, que prometió que alargaría las cosas. Mientras tanto, las gestiones están en el Ministerio de Educación, para voto. Después de la conversación con el Dir. Gen. del Interior, de nuevo el P. Pietrobono pidió un voto favorable al Dir. Gen. Ciro Trabalza”.

El P. Pietrobono recurre ante su amigo el Príncipe Torlonia (Prefecto de Roma), ante el Senador Vallenzani, ante el jesuita P. Tacchi Ventura, que tenía la confianza de Mussolini… Al final consiguen en 1932 que se suspenda el proyecto de traslado, y en su lugar se aprueba otro de reforma, confiando al arquitecto habitual, G. B. Milani.

Pero la tensión entre la Santa Sede y los escolapios a causa del colegio Nazareno se prolonga durante años. El P. Del Buono, después de haber hablado con el nuevo Cardenal Vicario Francesco Marchetti-Selvaggiani, escribe en su diario el 16 de enero de 1933:

“En el coloquio de esta mañana el P. General ha agradecido al Cardenal Vicario la asignación de los Escolapios a San Francisco de Monte Mario, asignación que tiene un mayor significado después de la conversación sobre el colegio Nazareno.

El P. General ha indicado al Eminentísimo que tal vez él no queda muy bien, porque como Superior debería haber vigilado y tomado medidas más enérgicas en las cosas del Nazareno. Pero él estaba equivocado, a causa de las palabras con respecto al Nazareno que le decía el Cardenal Pompili de s.m., y también el Cardenal Laurenti, Prefecto de los Religiosos. “Por desgracia, Padre –me ha dicho el Cardenal-, tanto el Cardenal Pompili como el Cardenal Laurenti son personas amantes de la vida tranquila, y por eso nunca hablan como deberían. Por lo demás, en lo referente al colegio Nazareno los religiosos – dijo - no solo tienen alguna culpa, sino que la tienen toda. Y los Cardenales Vicarios tienen sobre la conciencia el pecado de no haber protestado y de no haber hecho nada para poner remedio a los inconvenientes que se han producido en el colegio Nazareno. Por lo demás, hable usted con el P. Tacchi-Venturi, el cual con su influencia podrá cambiar la situación para que los Escolapios en el Nazareno tengan verdaderamente las manos libres”.

Pero el problema no se acaba de resolver. El P. Del Buono escribe en su Diario el 21 de febrero de 1937:

“Con el Procurador General visito al Cardenal Vicario, Protector de la Orden, para la felicitación de Navidad. El Eminentísimo pidió noticias del juniorato de Monte Mario y de la acción en él del P. Grillo. Luego comenzó a hablar del colegio Nazareno y de la triste situación que en él tienen nuestros Padres. ¿No sería mejor que lo abandonaran? El P. General ha señalado que tal vez sería oportuno retomar la gestión que tuvo un resultado desfavorable en 1931 por la ruptura y el enfrentamiento de la Santa Sede con el Gobierno italiano a causa de la Acción Católica. El Cardenal, que no sabía nada, se mostró benévolo con la observación del P. General, al que animó a hacer lo necesario para lograr lo que es el deseo de todos, a saber: que los Escolapios en el Nazareno estén verdaderamente en su casa, para desarrollar su santa misión según el espíritu de su Santo Fundador”.

Las cosas cambian después de la guerra. Escribe el P. Del Buono el 15 de septiembre de 1944: “Ha tomado posesión de su cargo en el colegio Nazareno Mons. Pietro Barbieri como Real Comisario de la Obra Pía. Al tomar posesión iba acompañado de un contable y de un abogado de su confianza. Se ponen muchas esperanzas en Mons. Barbieri para que los Escolapios puedan volver a ser en el Nazareno lo que eran antes de 1870, la infausta hora de la supresión del colegio y su transformación en Obra Pía”. Fue el P. General Tomek quien logró del gobierno italiano en 1952 que en la Comisión hubiera mayoría escolapia (cuatro contra uno), de modo que el colegio pasó a depender de la Orden, como había sido la voluntad del Cardenal Tonti, su fundador. El colegio gozó aún de años de gloria en la segunda mitad del siglo XX, hasta que las circunstancias le obligaron a cambiar de dirección en la segunda década del XXI. Pero ahí sigue, al servicio de los más necesitados.

Notas

  1. Diario, 9.2.32: “Con carta del 9 de los corrientes el P. rector de Chiavari ha dicho al P. General que aquella comunidad, considerando los elevados gastos de la compra, los que habría que emplear para adapta el local a un juniorato y los imprevistos por las deudas en que están envueltos los propietarios, ha decidido no continuar los tratos para la compra del internado Dante Alighieri de Chiavari, propiedad de los hermanos Mazzeri”.
  2. El P. Del Buono había pedido al Capítulo Provincial de Toscana, con fecha 5 de julio de 1931, la cesión de la Badia Fiesolana como sede del juniorato interprovincial italiano (RG 320 B). La razón alegada era que la casa de Pellegrino se quedaba pequeña en relación con las expectativas de juniores que se tenían en aquel momento.
  3. Anotamos las citadas en el Diario del P. Del Bueno: Monte Mario, Villa Melrose, en Via Trionfale 149 (18.7.31); Marino, antiguo colegio de los Josefinos, adquirido por el Municipio (9, 10.32); Grottaferrata, una villa (9.10.32); Antiguo colegio de los Maronitas, junto a la Puerta de San Pancracio (9.10.32); villa del almo Colegio Capranico en Monte Mario (14.10.32); villa lujosa del Ab. Cab. Astolfo Gancia de Monte Mario (14.10.32); Virgen del Reposo (Sr. Talenti; Príncipe Torlonia), Fondiaria (Vía del Plebiscito), Villa en la Vía Nomentana, Terreno en la Vía Portuense (todo el 17 10.32, entre el P. Grillo y el P. Maja); un terreno junto a las Calasancias de Primavalle con casa; finca del Príncipe Torlonia; terrenos en venta del Sr. Bicchi (4.11.32); Villa del Ab. Cab. Adolfo Gancia, vía Trionfale 149, Monte Mario (5.11.32); Forte Bravetta, Misioneros de la Consolata; Terreno de la Condesa Giustiniani (8.11.32); el Dr. Baliva ofrece un terreno en Casaletto; un terreno (¿1 hectárea?) del Dr. A. Milani junto a su instituto Giannella en el Janículo; terreno cedido por nueva parroquia de Monteverde (16.11.32); un terreno cerca de Fuerte Bravetta (17.11.32); la nueva parroquia que se quiere construir entre la Vías Casilina y Tiburtina (18.11.32); un terreno en la nueva parroquia que se quiere construir entre la Vías Casilina y Tiburtina, y otro en San Esteban Redondo (monte Celio), ofrecidos por el ing. Com. Giuseppe Astorri (21.11.32); otro terreno (cultivado) en Primavalle, no lejos del Asilo de las Calasancias; dos chalets de Mons. La Puma en Monteverde, el colegio de las Doroteas, abandonado sin terminar, una colonia agrícola de la Cong. de Don Orione en Monte Mario (22.11.32); un terreno en Via Appia Nuova (23.11.32); Casa Ecónomo (en quiebra) junto al Forte Bravetta, Una casa con terreno (no mucho) en Monte Mario, junto a la parroquia de S. Francisco (24.11.32); terreno cercano al Forte Braschi en la carretera (30.11.32); terreno después de la Virgen del Reposo en la Vía Aurelia; casa en el Esquilino, la parroquia que va a erigirse en Centocelle y que venderían los Capuchinos, casa para una comunidad de monjas en el Parioli (1.12.32); un terreno junto a la parroquita de la Vía Portuense (3.12.32); un terreno en el lugar “Ahoga el Asno” (Porta Portese) (7.12.32); un terreno de las Casas Cooperativas en Forte Bravetta (8.12.32); un terreno en el Gianicolo de unas monjas mexicanas; una villa con casa colonial junto a Grotaferrata (10.12.32); Casella Mattei (Forte Bravetta) (13.12.32); terreno de D. Carlo Torlonia (Vía Tomacelli) en la Pinetta Sacchetti, terrenos del Monte dei Paschi junto a Pineta Sacchetti (19.12.32); Monteverde nuevo (terrenos y chalets nuevos) (21.12.32); un albergue en venta en Frascati (28.12.32); terrenos del Cabildo de Sta. María Mayor (30.12.32); terreno en la Via Appia Antica (8.1.33); una villa señorial en la Via Casilina, antes de Centocelle, un terreno de los Capuchinos en Centocelle (10.1.33).
  4. Puede pensarse, por lo escrito anteriormente, que esa persona fue Mons. Ermenegildo Pasetto.
  5. Diario, 25.2.32: “Hoy por la tarde el P. Grillo ha encontrado al párroco de San Francisco, el cual, como por otra parte es natural, razonando muy ingenuamente piensa que él habría permanecido como párroco si los Escolapios no hubieran aceptado la parroquia. Se ve que ignora la absoluta falta de estima que tienen por él en el Vicariato. Naturalmente, lamenta la supresión de su pequeña Orden, que él denomina no supresión, sino opresión. Desfoga con el P. Grillo su mal humor, al cual pregunta si Monseñor Pasetto no ha hecho mal a las Escuelas Pías con su Visita Apostólica. Y como el P. Grillo ha repuesto negativamente, el pobre Padre ha añadido: “Bien lo sé yo, que Monseñor Pasetto ha hecho mal a vuestra Orden, y luego, arrepentido del mal hecho, ha querido reparar de algún modo esforzándose para que la parroquia de San Francisco fuera dada a los Escolapios”. ¡Como corre la fantasía de los hombres! Parece que no quiere irse si el Vicariato no satisface sus deseos y le resarce de todos los gastos hechos”.
  6. Diario, 16.6.33.
  7. Diario, 2.11.33.
  8. Diario, 22.1.34.
  9. RG 258 b, 5. 23.1.34.
  10. RG 258 b, 47. 26.6.34.
  11. Diario, 16.4.33.
  12. Diario, 5.1.35.
  13. Diario, 4.1.40: “Hoy por la tarde el Rvdmo. P. Pietro Tacchi-Venturi presenta al P. General, por encargo recibido, el deseo de la Cruz Roja de que se le ceda el juniorato de M. Mario como hospital de la Cruz Roja para heridos de guerra, cuyo número, a causa de las derrotas en Albania y en África, se hace día a día mayor”. El 4 de enero de 1941 escribe: “La Cruz Roja Italiana ha interesado también a la Nunciatura apostólica italiana para la cesión del Calasanctianum (incluso parcial) a la Cruz Roja para hospital de heridos. Carta del Card. Maglione al Nuncio en la que se dice que los Escolapios estarían dispuestos a ceder al menos un pasillo con 25 habitaciones… A Mons. Giuseppe Misuraco, Consejero de la Nunciatura, el P. General aseguró que no podía dar, lamentándolo mucho, respuesta favorable, no sabiendo, por una cesión total del edificio, dónde colocar aquella comunidad de cerca de 70 personas. Y habiendo también dificultades para la cesión parcial, dada la índole de la institución de formación de jóvenes a la vida religiosa”.
  14. Diario, 20.2.41: “Con fecha de hoy el P. General envía por carta a S. Em. el Card. de Estado la completa adhesión de la Curia Gen. a la recomendación enviada por Su Em. para la cesión temporal de parte de los locales del juniorato teológico de Monte Mario a la Cruz Roja Italiana para convertirlos en hospital para los heridos de guerra”.
  15. Diario, 20.2.32.