General30/Celebraciones

De WikiPía
Saltar a: navegación, buscar

La formación de los candidatos
Tema anterior

General30/Celebraciones
Índice

Casa de Pompeya
Siguiente tema


Celebraciones

Durante el Generalato del P. Ricci tres eventos llamaron su atención, y él los repercutió a toda la Orden: la celebración del jubileo sacerdotal (y luego episcopal; 1887, 1893) de León XIII, la beatificación del Ven. Pompilio María Pirrotti (1890), y el III Centenario del origen de las Escuelas Pías (1897).

Jubileo de León XIII

Todo el generalato del P. Ricci transcurrió durante el largo pontificado de León III (1878-1903). Fue él quien le nombró Vicario General (a propuesta del P. General Casanovas) en 1884, y quien le confirmó luego en el cargo en 1885. Fue también él quien valido su elección como General mediante votación secreta en 1886. Y Mauro Ricci siempre fue agradecido y sumamente respetuoso con el Papa, procurando no darle ningún disgusto, por parte suya y por parte de los escolapios. Y esa misma actitud tuvo con otras autoridades eclesiales, como el Cardenal Vicario y Protector Parocchi, como hemos visto al tratar de su aceptación del cargo para un tercer mandato en 1898. El Papa por su parte trató de ayudar al P. General en lo que pudo, como cuando buscaba una residencia en Roma al poco de ser nombrado Vicario General.

León XIII había sido ordenado sacerdote en 1837. Al acercarse las bodas de oro de su ordenación, Mauro Ricci envió una circular a todos los Provinciales, pidiendo que colaboraran para ofrecer un regalo al Papa, consistente en dinero, y además en un álbum por provincia con colaboraciones de los alumnos de los colegios, todas en el mismo formato, 21 x 31 cm. Él se encargaría de hacer la dedicatoria.[Notas 1] Recibió una respuesta entusiasta, si no por parte de todas, al menos de la mayor parte de las provincias. Por su cuenta además quiso el P. Ricci dedicar una obra especial dedicada a León XIII en esta ocasión: la Epigrafia leoniana[Notas 2], colección de epígrafes o sentencias, en latín y en italiano, en su honor. Obra ampliamente alabad por mucha gente.

Quiso además el P. General ofrecer un regalo especial al Papa: una estatua de San Pedro encadenado en mármol, que se puede ver en los jardines del Vaticano. En realidad, la primera idea era colocar la estatua en la casa nueva de Roma. El modelo en arcilla se quedó en la casa de S. Giovannino de Florencia, y las demás casas recibirían una copia en yeso.[Notas 3] La autora era la escultora florentina Amalia Dupré. La escultora se conformaba con que le pagara lo que pudiera, lo que hubiera recibido como don, aunque calculaba que los gastos totales, incluido transporte, no sobrepasarían las 3000 L.[Notas 4] El P. General, además de pagar lo que pudo, le concedió la Carta de Hermandad. La caja con la estatua partió hacia el Vaticano a primeros de diciembre de 1887, y fue instalada en un vistoso lugar de los jardines, convenientemente protegida contra la lluvia.[Notas 5] La autora además fue premiada con una medalla de oro por parte del comité para la Exposición Vaticana[Notas 6].

Este regalo común de la Orden fue una ocasión más que aprovechó el P. Mauro Ricci para acercar las provincias a las iniciativas de la Congregación General. En la circular con la que comunicaba a la Orden su reelección como General en 1892[Notas 7], les dice que entre los temas tratados en el Capítulo General, además se habló de la solemnidad que en el mes de febrero celebrará el orbe católico en honor de León XIII, al cumplirse los 50 años de su episcopado, y unánimemente los Padres que cada Provincia, sin que le cueste un sacrificio muy grande, contribuya con una oblación, que deberá enviar al Prepósito General para que él las ofrezca conjuntamente al Sumo Pontífice con la felicitación. También en este caso hubo respuesta por parte de las provincias, aunque seguramente menos vistosa que la anterior, por repetirse pocos años después de ella.

Beatificación de Pompilio

Durante varias décadas ya se venían haciendo esfuerzos por lograr la Beatificación del Venerable Pompilio Maria Pirrotti. Se trataba de una cuestión de toda la Orden, pero como es natural, la Provincia de Nápoles era la que tenía más empeño en conseguirla, y lo mismo ocurría con la población de Campi Salentina, donde murió Pompilio en 1766, y donde estaba enterrado. La beatificación se esperaba como un signo del resurgir de las Escuelas Pías en un periodo turbado y difícil para la Orden, y en especial para la misma Provincia de Nápoles. Hay una abundante correspondencia en la que se va informando al P. General sobre el estado de la causa[Notas 8]; él mismo informa a la Orden en varias de sus circulares[Notas 9]. Dedica buena parte de una de ellas a anunciar la ya próxima beatificación[Notas 10], mientras aprovecha para incitar a los religiosos a una vida más piadosa y fiel:

El largo deseo de la Orden está a punto de cumplirse; las oraciones que desde hace cincuenta y cinco años hemos elevado, las ha oído ahora Dios; y dentro de pocos días vamos a ver un hermano, el Padre POMPILIO PIRROTTI, gloria de la Provincia Napolitana, elevado a la gloria de los Beatos. El Papa León XIII, condescendiendo a nuestra impaciencia, ha concedido que el día 12 de enero, en el Vaticano, en su presencia, se lea el Decreto solemne; y el siguiente día 26, en la sala sobre el pórtico de S. Pedro, se celebre el rito sublime. Reconfortémonos, hermanos míos, de las muchas experiencias amargas sufridas en tiempos tan miserables; ninguna alegría es más justa; y a partir de ahora preparaos, cuando en el año os venga mejor, a celebrar también vosotros en nuestras iglesias, con la mayor fiesta, el feliz acontecimiento.

Pero si todo se redujese a una sagrada pompa, magnífica como vuestro celo sabrá ciertamente planificarla, esta por el Beato hermano no sería una fiesta. La Divina Providencia deber querer algo más con este hecho en pro de nuestro Instituto. Este es el momento de volver a recorrer mentalmente aquellos días memorables, cuando las Escuelas Pías eran el domicilio de sacerdotes, todos dedicados antes de la piedad más profunda y luego a la más amplia doctrina; de maestros, que incansables y, por lo tanto, incluso ante el mundo, involuntariamente gloriosos en la formación literaria y científica, no contentos con enseñar el catecismo desnudo, enfervorecían a sus alumnos en las verdades de la fe y costumbres católicas. Es el momento de recordar la vía por la que la gran alma de POMPILIO PIRROTTI había abierto el vuelo al cielo, fue la ferviente observancia de esos votos mismo profesados por nosotros; para reflexionar cada uno si sus costumbres corresponden en todo a las promesas hechas; si obedece cándidamente a los superiores, en lugar de obligarles indirectamente a obedecerle a uno; si después de jurar la pobreza, corre tras el interés; en vez de ayudar a su madre la Orden hoy tan necesitada, ofreciendo a extraños o a propios ayudas, sin ser dueño ni propietario de nada. Y sintiendo remordimientos de conciencia, este es el momento para todos nosotros, hermanos míos, de enmendarnos.

Tras la solemne beatificación, en todas las casas de la Orden se celebró un solemne triduo para celebrar la beatificación de Pompilio. Varias de ellas informan sobre la celebración.[Notas 11] En Campi es el municipio mismo quien toma la iniciativa de organizar una gran fiesta, sin contar mucho con el rector de la Comunidad[Notas 12]. También en Montecalvo Irpino, patria del Beato, un sobrino suyo que lleva su mismo nombre y es el párroco del pueblo, quiere organizar una gran fiesta[Notas 13]. La beatificación de Pompilio significó para toda la Orden un estímulo poderoso para seguir adelante. Fueron varios los escolapios que en aquellos años escribieron biografías del Beato, principalmente en italiano y en español: Manuel Pérez (1875); Michelangelo Monti (1882; 1890); Filippo Rolletta (1890); Carlos Lasalde (1890); Luigi Leoncini (1890).

III Centenario de las Escuelas Pías

En su circular del 26 de octubre de 1892, en que el P. Mauro Ricci comunicaba su reelección y algunas determinaciones[Notas 14], decía entre otras cosas que Además, para que no pase en silencio el año 1897, en que comienza el cuarto siglo desde la fundación de las Escuelas Pías, los Padres Capitulares decidieron que “se edite un volumen de colaboraciones en el que aparezca la unidad de la orden, con la historia de las Provincias, y con temas relativos a las ciencias y a las letras, en idioma nativo o en latín. Cada Prepósito Provincial elija los escritores, e informe al Prepósito General de sus nombres con los argumentos que van a tratar. Él, por sí mismo, o por medio de algunos más doctos de los nuestros, dirigirá toda la obra; los gastos se repartirán a prorrata entre las Provincias”.

Cuando llega el momento de la celebración, el P. General dedica una circular, con fecha 20 de febrero de 1897[Notas 15], en la que ofrece normas e ideas para la celebración del centenario:

El cumplirse el tercer siglo desde que se abrió en Roma las primeras escuelas pías para los hijos de los pobres, con la intención principal de pulir sus corazones y sus mentes para que mejor aprendieran las santas verdades católicas, recuerda un hecho grande y digno de que, con preferencia a muchos otros, se celebra la solemnidad de su centenario. Buenos y malos historiadores se equivocaron al no parar a considerar seriamente su importancia y valor, porque fue la obra de simples religiosos, capitaneados por un sacerdote humilde y santo, nacido en España, italiano de corazón, llamado a la ciudad de los Papas por voces internas de Dios.

Al final del otoño de 1597 este sacerdote santo se dirigía a los niños de la gente humilde con las palabras dulces que más tarde la Iglesia consagraría, en muchos países, a su gloria: Venite, fitti, audite me; timorem Domini docebo vos.

De aquí surgió la primera chispa de la pedagogía verdadera y santa, esto es, la educación apoyada por la instrucción de los hijos de los proletarios despreciados y surgida del único libro autorizado, el Crucifijo.

En medio de la sucesión de tantos centenarios, no todos meritorios, de hecho, muchos carentes por completo de mérito, ninguno nos parece más hermoso, ninguno más obligado que el nuestro, hoy particularmente que se disputa a la Iglesia el mérito y la gloria de haber sido la primera en buscar también la redención del pueblo de la ignorancia, maestra de malas acciones.

En el último Capítulo General, en el que abrazamos en Roma, en la nueva Casa de San José de Calasanz, no sólo a los hermanos italianos, sino también a aquellos que no habían venido desde hacía muchos años, de las provincias extranjeras, se resolvió, por unanimidad, solemnizar con festivales literarios y sagrados la celebración del Nacimiento de las Escuelas Pías. Ya solo unos pocos meses nos separan de ello.

Los Escolapios del extranjero están llenos de ardor para que se celebren dignamente; el Vicario Provincial de Austria, P. Antonio Brendler, modelo de bondad y de doctrina, ya ha publicado para su impresión un trabajo egregio: La obra de los Padres Escolapios desde su asentamiento en Viena[Notas 16]; el joven P. Stanislaus Bieganski de Cracovia ha escrito dos valiosas monografías, Brevis Congregationis Schol. Piar. Historia y Scriptores Schol. Piarum Provinciae Lituaniae; el eruditísimo P. Benedicto Csaplàr de la Provincia Húngaro, además de otras brillantes, prepara una obra, que realmente sería grandiosa, si la escasez del tiempo no le impusiera reducir su propósito. Es de lamentar que las provincias que no serán capaces de hacer mucho, son precisamente las de Italia, porque, después del duro golpe de supresión y con el cambio de los planes de estudios, los maestros religiosos están sobrecargados de fatiga; y no pueden consultar con facilidad nuestras antiguas bibliotecas, llenas de libros y manuscritos.

Sin embargo, recoger en un volumen lo escrito por todo el mundo, hoy ya no parece fácil, como lo parecía durante el Capítulo General. Pero sería igualmente bienvenido, igualmente fructífero, lo que cada provincia haga separadamente por sí misma, ilustrando la institución escolapia con trabajos de crítica o de historia literaria y científica, referidos a los tiempos, a los países, a la gente que más nos protegieron, o ayudaron, dejando de lado (porque la fiesta la queremos serena y tranquila) sus antiguos y modernos adversarios.

Pero, sobre todo, nuestro centenario debe ser una solemnidad religiosa, dirigida a reavivar el fervor de la piedad en nosotros, en los estudiantes y en el pueblo cristiano, ante las veneradas reliquias del Fundador, con funciones sagradas, con comuniones generales de los jóvenes, con discursos y conferencias, llevadas a cabo en nuestras iglesias por sacerdotes especialmente escolapios, o por nuestros estudiantes más adultos en los oratorios, en presencia de quienes son o fueron educados y enseñados por nosotros en escuelas, colegios, seminternados. Reunir también, donde se pueda, alumnos ricos con los hijos miserables de los trabajadores, de modo que ellos mismos les sirvieran alguna modesta comida o les regalaran ropa, sería una caridad digna de la ocasión.

En Roma además una visita de los alumnos y los devotos de Calasanz, al Trastevere a la querida Iglesita Santa Dorotea, ¡oh, cuántos recuerdos hermosos despertaría!

Ustedes me harán notar que para hacer esto se necesita hacer gastos y, nosotros, a causa de las expropiaciones sufridas, no podemos hacerlos. Respondo que los nuevos tiempos han desarrollado entre los cristianos un nuevo poder, el de los llamados comités que, en ocasiones recientes, en toda Italia, han hecho portentos. Los provinciales, rectores, inclinados a tener buena esperanza, elijan un Comité entre los alumnos, otro de los antiguos, o combinen éstos y ésos en uno: los unos con la impetuosidad de la juventud, los otros con el sentimiento despertado del agradecimiento, todos con el ardor de la caridad, se animarán mutuamente, recoge donativos y ofreciéndose a actuar en una Academia iteraría sobre el fructífero tema.

En las ciudades, donde tenemos más de una casa, se haga una sola fiesta, y las otras contribuyan a hacerla más solemne.

Como señalé anteriormente, nuestras memorias dicen que las primeras escuelas calasancias abrieron sus puertas al final del otoño de 1597, sin mencionar el día. Nosotros, para que los estudiantes, después de las vacaciones de otoño, se reúnan alrededor de sus amos, fijamos las santas fiestas para los días 19, 20 y 21 del próximo mes de noviembre, para cerrarlas en la Fiesta de la Presentación de la Virgen María en el templo, sin negar sin embargo a los Rectores el derecho de cambiarlas cuando lo crean necesario o ventajoso.

Más tiempo no podemos dedicar a nuestro centenario; nos lo prohíben los deberes de la enseñanza, sagrados para nosotros. No deseamos lujo ni suntuosidad extraordinaria, sino la participación en la confesión, en la comunión y muchas oraciones de, hechas más con el corazón que con la boca, por la Iglesia, por el Papa y el Papado, por nosotros los religiosos, por nuestra Orden y por mí individualmente, que cansado ya de mi cargo invoco que no tarde a tener un sucesor.

El Señor, la Santísima Virgen y el Santo Padre Calasanz bendigan a todos.

De diversas casas y provincias llegan informaciones sobre la celebración del centenario, normalmente con un triduo festivo[Notas 17]. Es evidente que en todas partas se tomó con interés esta celebración. El P. Ricci, que residía normalmente en Florencia y de vez en cuando se acercaba a Roma, escribió una circular el 3 de junio de 1897[Notas 18] en forma de carta al Provincial de Toscana S. Consumi, en la que alaba una celebración con los alumnos en la ciudad. Se alegró mucho al ver la piedad de todo el mundo, y concluye diciendo: Un éxito da tan feliz me da esperanza de que el inminente comienzo de siglo IV del nacimiento de las Escuelas Pías se celebrará también entre nosotros con ese fervor, ya vivísimo en nuestras casas de las provincias extranjeras. Hermosa manera de ver la celebración: el comienzo de un nuevo siglo de vida, mirando al futuro.

Notas

  1. RG 24, 30. 15 febrero 1887.
  2. Florencia, Ciardi, 1888.
  3. Carta del P. Antoninio Fioresi, desde Florencia, 26 octubre 1887. RG 247 e 3, 7.
  4. RG 247 e 3, 32. 31 octubre 1887.
  5. RG 247 e 3, 55.
  6. RG 247 c 4, 44. 18 diciembre 1888.
  7. RG 24, 40. 26 octubre 1892.
  8. Cf. RG 248 c 4, 5; RG 249 j, 63.72.74.76; RG 249 l 4, 7.10; RG 249 l 10, 9.10.14.16. Curiosamente, el P. Provincial de Nápoles F. Gisoldi se queja en una carta (RG 248 c 4, 10; 5 junio 1892) de que el Cardenal de Nápoles se ha negado a apoyar la causa de canonización de Pompilio diciendo que “¡A todos los quieren hacer santos!”.
  9. RG 24, 21 (3 noviembre 1885); RG 24, 27 (10 octubre 1886); RG 24, 32 (1 julio 1889); en RG 24, 41 (23 enero 1895) habla ya de los progresos en el proceso de canonización de Pompilio, y en el de beatificación de Glicerio Landriani.
  10. RG 24, 35, 6 enero 1890.
  11. Ovada, RG 248 b 3, 2; Carcare, RG 249 a 4, 5; Florencia, RG 248 b 1, 106; Badia Fiesolana, RG 248 2, 27; Nápoles, RG 248 c 6, 13; Roma, RG 249 l 10,11.
  12. RG 248 c 2, 17; 5, 11.
  13. RG 248 c 2, 31. 30 noviembre 1890.
  14. RG 24, 40.
  15. RG 42, para las provincias de Italia. Para las del extranjero, en latín, RG 24, 43, con fecha 1 marzo 1897.
  16. Das Wirken der P.P. Piaristen seit ihrer Ansiedelung in Wiena in Collegium der Josefstadt, zu St. Thekla auf fer Wieden und im Löwenburg’ sehen Convicte.
  17. El P. Antonio Brendler, Provincial de Austria, informa sobre la celebración en Viena del 26 al 29 de agosto (RP 53 A 7, 23); el P. Francisco Frank, Provincial de Hungría, sobre las celebraciones en todas las casas de la provincia en torno al 8 de diciembre (RP 54 B 9,3). El P. Tadeusz Chromecki, rector de Cracovia, pregunta qué fecha es la más adecuada para la celebración (RP 57 A 4, 25). En España, el rector, el alcalde y el párroco quieren erigir una estatua de bronce en honor a Calasanz frente al colegio, y piden su permiso (RP 63 A, 153). El P. Rector pide además que los escolapios contribuyan para la fabricación de la estatua (RF 249 f 1, 29). El P. G. Sodini, Provincial de la Romana, informa sobre la preparación de las fiestas en Roma (RG 249 l GS, 26). El P. S. Addeo informa sobre la celebración en Alatri (RG 249 l SA, 10) El P. Carlo Pissarello, Provincial de Liguria, dice que ellos quieren inaugurar el colegio de Cornigliano para celebrar el Centenario (RG 249 a 1, 16). El P. Vittorio Banchi, rector de Florencia, dice que la celebración del Centenario en la ciudad ha sido espléndida, con misas solemnes, muchos alumnos y reparto de premios a los escolares (RG 249 b 2, 21). El P. Francesco Gisoldi, Provincial de Nápoles, le envía el programa de las celebraciones, y le pide un par de epígrafes para ponerlos en la puerta de la iglesia de S. Carlo (RG 249 c 4, 60). Por su parte el P. Giannini desde Pompei le pide que envíe otra circular a Bartolo Longo para celebrar también allí el centenario, pues sin el consentimiento de Bartolo Longo no se puede hacer nada (RG 249 c 1, 8). Más tarde el P. Gandolfi le dice que también en Pompei se celebrará el centenario (RG 249 c 1, 34). El P. Giuseppe Pes, Comisario de Cerdeña, informa sobre la celebración en los diversos lugares de la isla donde hay escolapios (RG 249 e, 11). El P. Porqueddu cuenta al P. General que algunos periódicos de Cerdeña dan la noticia de la celebración del centenario (RG 249 e, 17).
  18. RG 24, 44.