FerrerSintesis/3SigloXIX/1Descripción

De WikiPía
Saltar a: navegación, buscar

3SigloXIX
Tema anterior

FerrerSintesis/3SigloXIX/1Descripción
Índice

3SigloXIX/2Vida
Siguiente tema


1. Descripción de la Orden (hasta 1904). Introducción.

El siglo XIX transcurre, para las Escuelas Pías, encuadrado por dos importantes documentos pontificios: el primero de desintegración[Notas 1]; el segundo, de reunificación[Notas 2]. La Orden también vivió duras pruebas venidas del entorno político e ideológico, pero también comenzó a experimentar una restauración e incluso expansión en la segunda mitad del siglo.

El contexto europeo, en el que sigue desenvolviéndose la vida y ministerio escolapios en casi su totalidad, incidirá fuertemente en la Iglesia y de forma muy especial en las instituciones religiosas dedicadas a la enseñanza. Baste recordar algunos aspectos:

a. Reordenación del equilibrio europeo (Congreso de Viena, 1815), basado en un poderoso movimiento de reacción frente a las consecuencias de la Revolución Francesa y del Imperio napoleónico. Este movimiento conservador -elemento importante de ciertas tendencias románticas- ve en el pasado del cristianismo una de las ráices básicas de la civilización europea, tras la pesadilla revolucionaria. Chateaubriand ("El genio del cristianismo") y Manzoni ("Los novios"), por citar dos ejemplos bien notorios, popularizaron esa nostalgia por lo cristiano. Un texto del primero de los citados ("El genio del cristianismo", libro VI, cap.5), al citar a los escolapios, traza un cuadro, entre apologético y nostálgico, de ese "pasado" cristiano que debería ser modelo del "futuro". El texto, publicado en 1802, dice así:

"El sabio benedictino, el jesuita que conocía las ciencias las ciencias y el mundo, el padre del oratorio, el doctor de la universidad, acaso no merecen tanto nuestro reconocimiento, como aquellos humildes hermanos que se habían dedicado a la enseñanza gratuita de los pobres. "Los clérigos regulares de las escuelas pías se obligan a enseñar por caridad, a leer y escribir a los niños, empezando por el a,b,c a contar y a calcular, y aún a llevar los libros de cuenta y razón de los comerciantes y de las oficinas". Ni enseñaban solamente la retórica y las lenguas griega y latina, sino que en las ciudades tenían también escuelas de filosofía, y de teología eclesiástica y moral, de matemáticas, de fortificación y de geometría...Cuando los niños salían de la clase, iban de tres en tres o de cuatro en cuatro a casa de sus padres, acompañados de un religioso, para que no se entretuviesen a jugar en las calles y perdieran el tiempo. La candidez del estilo causa siempre agrado; pero cuando se une, digámoslo así, a la sencillez de los beneficios, es tan admirable como tierno".

b. Auge del liberalismo en todos los campos. Triunfo de la burguesía financiera. Creciente estatalismo en la enseñanza.
c. Secularización del Antiguo Régimen, a pesar de los esfuerzos subsiguientes al Congreso de Viena. El casa de Austria es sintomático del desajuste, cada vez más notorio, entre las viejas estructuras y las ideologías del XIX. La secularización tiene un componente anticlerical, tanto político como cultural. La desamortización de los bienes eclesiásticos se generaliza. La progresiva separación Estado-Iglesia se irá haciendo más evidente a lo largo del siglo.
d. Movimientos sociales. La Revolución Industrial, promovida por el capitalismo liberal, hará emerger grandes corrientes obreras e intelectuales de carácter socialista y anarquista. La crisis de 1848 será una de las más características del XIX, tanto por su amplitud como por las fuerzas que desveló y polarizó en la sociedad.
e. La relación de la Iglesia, no sólo de la jerarquía, con el liberalismo, el capitalismo, los movimientos sociales y las ideologías que los sustentan (racionalismo, positivismo, materialismo, etc.) hacen del XIX una de las etapas más conflictivas y también más apasionantes de la reciente historia de la Iglesia en su confrontación con la modernidad. La vivencia de la fe como una escisión permanente entre la modernidad laica y la fidelidad a la conciencia religiosa marcará, de diversas maneras, muchos de los acontecimientos eclesiales y muchas de las vicisitudes personales de los cristianos del pasado siglo.

La Escuela Pía vive, además de los problemas derivados de este momento histórico e ideológico, otros añadidos a su particular situación:

  • Falta de unidad institucional.
  • Debilitamiento en Italia (incluso con la desaparición de provincias como Sicilia y Cerdeña); extinción en Renania-Suiza, Lituania y Polonia (salvo un pequeño resto); di(ficultades en Austria y Bohemia-Moravia.
  • Afianzamiento en Hungría y en España (después de una larga etapa de dificultades, incluso se comenzará a fundar en América).
  • Todos los núcleos escolapios que sobrevivieron dedicarán la segunda mitad del siglo o sus postrimerías a restaurar su vida y ministerio.

El estudio de este siglo debe hacerse por zonas o ámbitos, no sólo por la disgregación de la Orden, sino por las circunstancias tan diversas que se vivieron (proceso de unidad italiana; autoritarismo de los imperios de Austria-Hungría y Rusia; guerras civiles y cambios de régimen en España,etc.).

El siglo XIX, tal como se ha dicho, no fue un "lamentable error". Baste decir que la Orden, partiendo de 1.230 religiosos, en 1830, llegó a tener, cuarenta años después, 2.160. Hasta los años 40 del siglo XX el número se estabiliza en torno a los 2.200. En 1873 el P. General C. Casanovas informaba al Papa Pío IX[Notas 3] que el número de religiosos era de 2.034 y el de los alumnos 49.694.

1.1 Italia.

La fuerza vertebradora del XIX italiano es el Risorgimento, el proceso de unidad política. La derrota de Napoleón y el Congreso de Viena (1815) posibilitaron la restauración de algunos estados italianos y la consolidación de la influencia austríaca (reino Lombardo-Véneto, unido a la dinastía imperial; ducado de Módena y Grasn Ducado de Toscana) y borbónica (reino de las Dos Sicilias). Los Estados Pontificios, aunque mermados territorialmente, se mantuvieron hasta 1870.

El reino de Cerdeña-Piamonte se convirtió en el motor de la unidad italiana. El proceso unitario fue complejo y largo. No sólo por la misma complejidad del mapa político interno, sino por las intervenciones extranjeras (Austria, Francia) y la misma actitud de la Iglesia (el poder temporal de los Papas).[Notas 4].

Los hitos históricos, más destacados después de 1859, son:

a. Plebiscitos de adhesión al reino sardo y, por extensión, al futuro reino de Italia;
b. cambios de capitalidad: Turín, Florencia y Roma (objetivo final);
c. proclamación del reino de Italia (1861) y caída de los Borbones de Nápoles y Sicilia;
d. Entrada en Roma (1870) y fin del Estado Pontificio.

Impregnando esta brevísima descripción histórica, hay una verdadera maraña de tendencias ideológicas, políticas, sociales y religiosas. También de forma sintética las enumeramos a continuación:

a. Liberalismo (progresista y moderado). Su bastión más firme fue el reino sardo-piamontés (muy influenciado por las ideologías francesas ya en el siglo anterior). Del liberalismo surgirá una burguesía anticlerical, tanto moderada como conservadora. Su huella en la configuración del nuevo Estado será trascendental.
b. Republicanismo readical (Mazzini).
c. Populismo (Garibaldi).
d. Sociedades secretas de todo tipo (carbonarios, masones, republicanos, etc.). Su papel fue de extraordinaria importancia en todos los acontecimientos políticos y en las difíciles relaciones con la Iglesia.

La actitud de la Iglesia (no sólo del Estado Pontificio) fue de oposición al proceso de unidad, aunque con muchas excepciones y gran variedad de matices (tanto en el clero como en los fieles). La política liberal explicitada por Cavour ("Iglesia libre en el Estado libre"), en la práctica había comenzado en el propio reino saboyano con la desamortización de los bienes eclesiásticos (1850) y otras medidas de presión sobre la Iglesia y sus instituciones. Esta política se fue extendiendo a los estados que se iban incorporando al reino de Víctor Manuel II. Así el gobierno de Ratazzi, de tendencia izquierdista y laica, liquidó el patrimonio eclesiástico, vendió sus bienes en pública subasta y suprimió más de 25.000 entidades religiosas (1867). La unificación, por tanto, de alguna manera se hacía "contra" la Iglesia y el Papa. Así lo veían muchos católicos (también fuera de Italia). La atmósfera religiosa se enrareció y los ánimos se crisparon, a pesar de los intentos de diálogo, sobre todo en los primeros años del pontificado de Pío IX, tanto por parte de laicos católicos como Massimo d'Azeglio (liberal moderado), como de prestigiosos intelectuales eclesiásticos como Vincenzo Gioberti o Antonio Rosmini.

Con la entrada en Roma comenzaba una etapa más difícil. A este propósito escribe el P. Ernesto Balducci[Notas 5]: "La breccia di Porta Pia era diventata anche la breccia che separava radicalmente le coscienze, distribuendole in due opposte giuridizioni: da una parte quella dominata dalla nuova borghesia, che ricercava nella cultura antimetafisica (e sopratutto nel positivismo scientifico) i propri strumenti ideologici, dall'altra quella dominata dal settore ecclesiastico più fedele alle direttive del "Papa prigionero".

Esa escisión de las conciencias marcará profundamente la vida de la Iglesia italiana, la cual, primero se replegó sobre sí misma y prohibió participar a los católicos en las instituciones del Estado unitario aconfesional; para, más tarde, movilizar a los católicos (Congreso de Venecia, 1874), creación de la Obra de los Congresos, futura Acción Católica; campañas contra la enseñanza obligatoria (por estatal y laica), etc.

Las consecuencias de este enfrentamiento fueron especialmente duras para las Congregaciones religiosas: ley de 1866 (no reconicimiento jurídico de casi 2.000 órdenes, congregaciones y corporaciones religiosas; asignación de sus bienes al Estado, el cual contribuiría al Fondo para el Culto con un 5% de la renta); control estatal sobre la enseñanza en los centros religiosos; exigencia de titulación civil para poder impartir la docencia; enseñanza primaria obligatoria (1879),etc.

Los religiosos se vieron con dificultades de conciencia (disociación entre el patriotismo y la adhesión al Papa. Como ejemplo ver la reacción del Papa al enterarse del apoyo de los Escolapios de Volterra para levantar un monumento a Rosmini[Notas 6].

Por la parte civil fueron, a veces, obligados a dejar sus casas (a no ser que sus habitaciones estuvieran unidas a iglesias con culto público). Se les otorgaron puestos en la enseñanza pública; se les facilitó el paso al clero diocesano; se les privó de la posibilidad de admitir novicios (o se restringió su número),etc.

¿Cómo reaccionaron los escolapios ante este difícil contexto? El ejemplo italiano es de gran interés para verificar una característica muy escolapia: su porosidad al medio cultural y social en el que se desenvuelve su ministerio, claramente dialogal entre la fe y la cultura. No se constata una toma de postura única, cerrada, frente a los problemas, de toda clase, que entrañaban la transformación de todo de un país en un estado unitario y moderno, con zonas ya en vías de industrialización y otras muy atrasadas, al mismo tiempo que se estructuraba política y culturalmente. De ahí también la importancia del debate ideológico, la búsqueda de la propia identidad nacional y cultural italianas, que ya no podían ser forjadas únicamente sobre la unidad católica, porque la misma Iglesia, a su vez, buscaba su puesto en la modernidad pluralista, aunque pasara por una larga etapa a la defensiva.

E. Balducci[Notas 7] afirma, al aludir al papel de la escuela como catalizador de las posturas básicas (laica y pretendidamente neutra, frente a la escuela católica integral):

"Per la verità gli Scolopi non si allinearono mai, nel loro insieme, su queste direttive intransigenti (la escuela católica) (...) non si avverte (...) l'eco degli scontri tra clericali e anticlericali. Nelle espressioni più significative della loro cultura, gli Scolopi si rivelavano aperti alle influenze del Gioberti e del Rosmini, fino a suscitare non poche diffidenze da parte delle Curie (...) sprovvisto come era di una vera e propria idelogia, a diversità dell'Ordine dei Gesuiti così austeramente chiuso nella sua pregiudiziale antimoderna, l'Ordine degli Scolopi manteneva un contatto diretto e recettivo con le clasi sociali viva via emergenti, le quali, sì, potevano anche imprigiovarlo della propria cultura, ma in ogni caso lo facevano solidale con il loro ruolo di forza dirigente aperta al futuro. Anche per questo, forse, nella sua passionale polemica contro i Gesuiti, il Gioberti, nel 1847, aveva indicato all'ammirazione pubblica "l'Ordine delle Scuole Pie...che fiorisce ancora ai dì nostri, serbando vivo e incorrotto quel pio amore del popolo, della scienza, della civiltà che informò i suoi princìpi ed abbellì la sua culla".

Esta "porosidad escolapia" al medio social y cultural alcanza diversos grados. Sin pretensión de generalizar, pero sí de rastrear ciertas líneas y contactos, se describen seguidamente algunos ejemplos de este diálogo establecido con intelectuales y estadistas, bastantes de ellos formados en colegios escolapios.

El núcleo Génova-Turín. Es de destacar la influencia de V. Gioberti (1801-1852). Tuvo relaciones con escolapios de espíritu liberal, como Giovanni Solari (1815-1866), también relacionado con N. Tommaseo y Cesare Balbo. Gioberti es un intelectual hondamente preocupado por la educación. Pensaba que el Estado debería ser el único encargado de educar. Su postura tiene mucho que ver con la, para él, negativa influencia de los jesuitas en el campo educativo.

Aconsejó al P. Solari la introducción de la gimnasia en su colegio de Savona (1847). El Provincial Agostino Dasso[Notas 8], de visión más tradicional, no aceptó estas innovaciones. En 1848 avisó a los jesuitas del motín que se preparaba contra ellos. La nota fue descubierta y tuvo que huir de Génova. El escritor garibaldino y antiguo alumno de Savona Anton Giulio Barrili (1836-1908) lo evocó negativamente en sus recuerdos o memorias[Notas 9].

El núcleo de Toscana. Con Silvio Pellico (1789-1854) se relacionó el P. Giuseppe Giacoletti (1803-1865), nacido cerca de Turín[Notas 10].

Con Antonio Rosmini (1797-1855) tuvo relación el P. Tommaso Pendola (1800-1883), creador del Instituto para sordomudos de Siena.

El sacerdote y científico Antonio Stoppani (1824-1891) se relacionó con los escolapios de Volterra y Florencia. Defensor de la filosofía de Rosmini, trabajó en la reconciliación del liberalismo con el catolicismo, de la ciencia y la fe[Notas 11].

Entre los antiguos alumnos de los colegios de Toscana ya hemos citado a Massimo d'Azeglio. En la segunda mitad del XIX hay tres antiguos alumnos de gran relieve. Giosuè Carducci (1835-1907), profesor universitario y poeta. A pesar de su tendencia laica y anticlerical (cantor del progreso humano y de la libertad de pensamiento frente al oscurantismo clerical), reconoció la huella clasicista de su poesía, debida, en parte, a su maestro escolapio Geremia Barsottini (1812-1884), excelente humanista de talante liberal.

Carlo (Lorenzini) Collodi (1826-1890), autor de las "Avventure di Pinochio" (1883). En esta obra ofrece una visión educativa, moral y humanista, aunque también realista (destaca los "vicios" italianos para que el se corrijan por la autoeducación del pueblo).

Giovanni Pascoli (1855-1912), profesor universitario y poeta. Tras una etapa juvenil anarco-socialista, elaboró una visión propia sobre la fraternidad humana, como una especie de socialismo de raíz evangélica. Representa la crisis del positivismo, el malestar del hombre sencillo (el campesino) ante la civilización industrial. Su poesía está llena de sensibilidad, de un aire "decadente", tan propio del fin de siglo[Notas 12].

Con estas premisas, ya se puede entender un poco más la nada fácil historia de la Escuela Pía italiana del XIX. Algunas provincias desaparecieron, pero las más sobrevivieron y dieron frutos valiosos, tal como vamos a ver a continuación.

a. La. Provincia Romana.

Comenzó el siglo con pocas casas y en situaciones difíciles. El número de religiosos era un centenar, pero en 1888 ya sólo llegaban a 80 y con pocos alumnos en los colegios (1.174).

La Provincia se vio sacudida por el impacto napoleónico de comienzos del XIX, hasta el extremo de que varios religiosos destacados por su nivel científico aceptaron cargos en la nueva administración pública: Scipione Breislak (geólogo), Gregorio Fontana (matemático),etc.

El proceso de una unidad italiana se volvió a complicar la situación a consecuencia de las leyes de 1866 (así el Colegio Nazareno pasó a ser regido por una comisión oficial; el de Alatri pasó al municipio,etc.). También hubo escolapios que dejaron sus cátedras universitarias por no jurar las leyes del nuevo estado unitario italiano (por ejemplo, el P. Domenico Chelini, matemático y físico).

El problema vocacional se agudizó, junto con las presiones externas, por la falta de casas de formación y de un plan sistemático de estudios teológicos. La valoración, sin embargo, de las ciencias profanas fue siempre grande.

Las casas de las Escuelas Pías fundadas en Dalmacia (desde 1776) se fueron perdiendo en el XIX. Contó con religiosos ilustres como los hermanos Francesco Appendini (1769-1837) y Urbano Appendini (1771-1834). El prestigio del primero fue notable como literato, el segundo como pedagogo. Su aculturación croata también fue importante.

El noviciado fue establecido en Zara y el juniorato en Ragusa (Dubrovnik). En 1854 esta última casa pasó a los jesuitas. Varrios escolapios dálmatas pasaron al clero diocesano y recibieron una pensión del gobierno austríaco. Otros, como el P. Tommaso Tvartko (1798-1866), siguieron en la Orden.[Notas 13].

b. Provincia de Liguria

A partir de 1815 fue refundada trabajosamente. Se recuperaron algunas casas y se volvieron a reunir varios religiosos. La preocupación vocacional fue una constante de esta renovada provincia. El número de religiosos fue creciendo y fluctuó entre 70 y 90. Al finalizar el siglo contaba con unos 70.

La Provincia vivió intensamente el proceso de unificación italiana. Ya conocemos la difícil etapa del provincial P. Agostino Dasso. Hubo un grupo de marcada tendencia liberal y patriótica.

Los religiosos, en general, gozaron de buena fama tanto por su piedad como por su labor educadora. Tuvieron obispos (entre ellos el Cardenal Alfonso M. Mistrangelo). Su nivel científico produjo figuras de relieve, como Michele Alberto Bancalari, físico (1805-1864) y Filippo Ighina, paleontólogo (1821-1876).

Bastantes religiosos hicieron estudios oficiales. Sus títulos civiles les permitieron enseñar en los años de la nueva supresión (1866 y siguientes). Introdujeron novedades pedagógicas (gimnasia) y desarrollaron un valioso apostolado extraescolar entre los niños marginados y deficientes físicos. Ya en 1801 el P. Ottavio Assarotti (1753-1829) inició la educación de sordomudos y fundó un centro de internos. Uno de sus discípulos fue el P. Tommaso Pendola, ya citado, fundador del centro de Siena.

La difusión de la vida y obra pedagógica de San José de Calasanz tuvo admirables cultivadores en esta provincia. Baste citar al P. Atanasio Canata (1811-1867) y su obra "L'educatore cattolico secondo lo spirito di S. Giuseppe Calasanzio" (1848), y al P. Giovanni B. Cereseto (1816-1858), autor de "Il Calasanzio. Racconto storico" (1857), repetidamente editado y traducido.

c. Provincia de Toscana.

En la primera mitad del XIX renueva su prestigio en todos los ámbitos, al poder capear el temporal napoleónico (con la firmeza de escolapios como el P. Jacopo Baldovinetti) y contar con la posterior estabilidad política del Gran Ducado de Toscana. Las mismas leyes de 1866 tardaron algunos años en aplicarse a los Escolapios, pero en la décado de los setenta dejaron una huella destructora: colegios cerrados, casas confiscadas y disminución de religiosos ( 135 en 1888). El alumnado, en el mismo años, llegó a 3.338. Entre los religiosos hubo algunos problemas en el proceso de unificación italiana, por las distintas posturas que el mismo produjo[Notas 14].

La calidad religiosa, educativa e intelctual se mantuvo a considerable nivel. En el campo científico siguió contando con el prestigio del Observatorio Ximeniano y un buen equipo de científicos escolapios: Eugenio Barsanti, inventor del motor de explosión (1821-1864)[Notas 15]; Giovanni Inghirami, astrónomo y cartógrafo (1779-1851)[Notas 16].

Entre sus humanistas contó, entre otros, con el ya citado Giuseppe Giacoletti (1803-1865), Alessandro Checcucci (1803-1879); Giuseppe Manni (1844-1923). Pedagogos como el ya citado T. Pendola (fundador del Instituto de Sordomudos de Siena[Notas 17], autor también de un catecismo muy difundido. Obispos como Giovanni B. Rosani[Notas 18].

La provincia, además de los centros de Florencia, tuvo importantes colegios e internados como el Tolomei (Siena) y su sucesor en la Badia Fiesolana[Notas 19]. Desde 1816 contó con una imprenta en Florencia, fundada por el P. Mauro Bernardini (1776-1844)[Notas 20] y se siguió incrementando la biblioteca[Notas 21].

Entre sus alumnos, además de los escritores citados más arriba, destacó el papa Pío IX (Colegio de Volterra)[Notas 22].

d. Provincias de Apulia y Nápoles.

Con pocos religiosos se volvió a restaurar la provincia de Nápoles (llamada Campania durante la época de división) en 1823, asumiendo las casas de Apulia, salvadas de la difícil etapa napoleónica gracias, en buena medida, al P. Giorgio Castriota (1737-1839).

En 1831 ya contaba con 82 religiosos. La labor restauradora de los PP. Ferdinando Arnò (1764-1837) y Ferdinando Minzele (1761-1851), religiosos ejemplares, fue dando sus frutos. Contó con Generales y Vicarios Generales, como el P. Vincenzo M. d'Addiego, último provincial de Apulia (1755-1830) y el P. Pompilio Cassella (1749-1839).

El número de casas aumentó con las cedidas por Fernando III de Nápoles.

Las disensiones internas acerca del nombramiento o desginación de algún provincial y el mismo proceso unificador de Italia (con la pérdida de varias casas) causaron graves perjuicios. En 1866 la supresión de las Congregaciones religiosas y la pérdida del último colegio (en 1868) llevaron a gran número de religiosos a emplearse como maestros y pasar al clero secular, aunque más adelante algunos pudieron volver a la Orden, como el notable físico Raffaele del Verme (1800-1879).

Con dos pequeños grupos que quedaron se intentó desde 1869 restaurar la provincia. En este empeño trabajaron provinciales como el P. Salvatore Nisio (1824-1888), después obispo, y el P. Lucio Muscogiuri (1819-1890). Este último laboró intensamente para hacer avanzar el proceso de beatificación de San Pompilio María, declarado beato en 1890. Con este motivo se reavivó el fervor escolapio y se abrieron algunas casas y aumentaron las vocaciones. En 1898 se recuperó Campi Salentina (Santuario de San Pompilio María).

e. Provincia de Sicilia.

Vivió intensamente el Risorgimento italiano. Varios de sus religiosos tuvieron, además de los cargos propios de la Orden, otros de carácter civil y eclesiástico. Así los provinciales Emmanuele Garofalo (1787-1865) y Giuseppe Noto (1773-1857) y los intelectuales como Michelangelo Monti (junior).

Las leyes de 1866 de supresión de Congregaciones religiosas fueron determinantes para la desaparición de esta provincia. Quedaron algunos religiosos, pero en el catálogo de la Orden de 1887 ya no figuró como tal provincia.

f. Provincia de Cerdeña.

Aunque no sufrió daños en la época napoleónica, las causas ya explicadas al hablar del siglo XVIII, la llevaron a una lenta agonía. Tuvo religiosos de gran nivel científico, como Tommaso Napoli (1743-1825), catedrático y empleado en diversos cometido por la autoridad civil.

Las leyes de 1866 pusieron el punto final a esta provincia. Los religiosos pasaron al clero diocesano, como el ejemplar P. Pasquale Cima (1816-1895). Otros, como Vittorio Angius (1797-1862), ya se habían secularizado antes y se dedicaron a la política o a actividades intelectuales.

Posteriormente hubo varios intentos de volver a fundar en Cerdeña, pero fracasaron hasta 1950, año en el que la provincia de Liguria estableció el colegio de Sanluri (Istituto Calasanzio), dotado de un moderno edificio e instalaciones adecuadas.

1.2 Europa Central.

Diversos factores políticos, tal como ya hemos dicho, unidos a presiones estatalistas llevaron a una separación jurídica y de hecho de Roma. Desaparecieron las provincias de Renania-Suiza y Lituania; la de Polonia fue dividida y casi se extinguió. La de Hungría siguió pujante, mientras la de Austria entraba en una clara disminución.

a. Provincia de Bohemia y Moravia.

La política josefinista les separó de Roma. En la primera mitad del XIX todavía florecieron[Notas 23]. El número de religiosos alcanzó los 250.

Sus colegios gozaron de prestigio y nivel intelectual[Notas 24]. Fueron pioneros, en Bohemia, de la educación de sordomudos[Notas 25]. Contó con varios científicos y humanistas de relieve, como F.C. Halaska (1780-1847) y G. Grünes (1840-1906). También destacaron por el cultivo de la lengua checa frente a la germanización (D.F. Kinsky, 1777-1848).

La obligación de tener título civil para enseñar no fue aceptada en bastantes casos y fueron dejando los colegios en manos de seglares, para dedicarse al culto y a la predicación. Las leyes civiles autorizaron fácilmente las salidas de los religiosos y el paso al clero diocesano o la simple reducción laical. Así en 1870-71 la provincia perdió a los juniores y novicios, dado el futuro incierto de la vida religiosa en el país. Hasta 1884 no se volvió a abrir el noviciado. A finales de siglo el número de religiosos era de unos 80, bastantes de los cuales vivían dispersos, como el P. F.X. Vasely, profesor en Kromeriz (Kremsier). El Colegio era administrado por el Estado, hasta que fue suprimido en 1878. El P. Vasely siguió enseñando hasta su jubilación en 1881, ya que tenía título oficial. Siguió viviendo en el antiguo edificio del Colegio hasta que murió en 1904. Este eminente naturalista fue el último escolapio de la ciudad[Notas 26].

A lo largo del XIX dejaron una profunda huella en la cultura checa, a la que abrieron otras perspectivas culturales a través de la enseñanza de otras lenguas[Notas 27].

b. Provincia de Hungría.

Es la más extensa y más dotada de religiosos en Centroeuropa. Siguió los avatares de la nación en sus intentos de separarse del Imperio Austríaco. Se identificó plenamente con la causa nacional y contribuyó decisivamente a la creación de la moderna cultura magiar, sobre todo en la preparación de la terminología propia de la teología, las diversas ciencias, la estenografía,etc.[Notas 28]. Varios religiosos fueron profesores universitarios de gran prestigio, como el P. C. Horváth (1804-1884). Al P. Pius Horváth (1819-1901) se debe el primer texto escolar de geografía en húngaro.

La provincia impulsó diversas asociaciones de gran arraigo popular: "Jóvenes artesanos húngaros"; "Asociación del Altar", "Unión central del Culto" (para proveer de ornamentos a las iglesias, subvencionar su restauración,etc.); "Círculos Católicos" (para promover la presencia pública de los católicos. Fueron fundados por el P. Imre Lévay (1842-1895); educación de ciegos y sordomudos (P. Ignác Pivár, 1843-1905); obras sociales y obreras (P. Adolf Szabóky, 1821-1880); mejora de la educación (incluso pública) y atención a la específica educación de niñas (P. K. Janos Töth, 1804-1887),etc.

En el campo educativo, antes de la aparición de las leyes oficiales sobre titulaciones civiles, muchos religiosos obtuvieron los títulos requeridos y los colegios fueron reconocidos oficialmente.

En 1897 contaba la provincia con unos 390 religiosos y casi 9.000 alumnos.

c. Provincia de Austria.

A lo largo del XIX la brillante vida escolapia de Austria, tan vinculada al Imperio, va decreciendo. Los factores de este declive son claros: separación de Roma; leyes civiles sobre titulación acedémica; facilidad para pasar al clero diocesano; leyes de 1867 y 1868 eliminando la escuela confesional (aunque se pudiera enseñar religión),etc.

En 1830 tenía 124 religiosos; en 1854, 106; en 1880, 48...

Contó con religiosos destacados en diversos campos: catequistas como J. Hempel (1820-1871); teólogos como J.N. Ehrlich (1810-1864); pedagogos como F.I. Lang (1752-1835), reformador de la escuela pública, gracias a sus planes de enseñanza; y A. Krotenthaller (1807-1871).

d. Provincia de Polonia.

El tercer reparto de Polonia (1795) llevó a la fragmentación de la provincia. Las casas en el territorio adjudicado a Prusia formaron la efímera provincia del mismo nombre (1795-1807). Después llamada del Ducado de Varsovia (1807-1815). Las casas del territorio austríaco formaron la provincia de Galitzia (1795-1810). Al crearse la república municipal de Cracovia, pudieron continuar durante más tiempo. Las casas pertenecientes al nuevo territorio ruso pasaron a la provincia de Lituania.

Tras el Congreso de Viena (1815) se constituyó nominalmente el reino de Polonia, dentro del Imperio Ruso. La política de rusificación fue intensa. Los escolapios se las ingeniaron para difundir la lengua y cultura polacas. El provincial P. Kajetan Kamiénski (1758-1842) restauró la vida regular. Tras el fracaso de la insurrección nacionalista de 1830, el gobierno ruso (1832) conviertió a Polonia en provincia del Imperio y retiró a los religiosos de la enseñanza, además de perseguirlos en bastantes casos (como el P. J.K. Lwowicz, científico y excelente religioso y sacerdote, 1794-1857).

Los escolapios se dedicaron a actividades pastorales (culto, enseñanza del catecismo,etc.). En la nueva insurrección de 1863 pereció totalmente la provincia. Algunos fueron deportados a Siberia o confinados (como el P. K. Lenartowicz, profesor universitario (1800-1861); otros marcharon al exilio (Francia) o pasaron al clero diocesano, aunque conservando su estilo escolapio: apostolado con los jóvenes, enseñanza del catecismo,etc. (así el P. F. Krupinski, 1836-1898).

El P. Adam Slotwinski (1834-1894), vuelto del exilio, consiguió, con la ayuda del P. General C. Casanovas, recuperar la casa de Cracovia. El P. Tadeusz Chromecki (1836-1901) fue rector de la casa y actuó de provincial. Con un pequeño grupo comenzó la restauración de la provincia, objetivo que se alcanzaría plenamente en el siglo XX.

e. Provincia de Lituania.

La gran vitalidad de esta provincia, tal como se ha dicho al describirla en el siglo XVIII, no se pudo mantener al ser anexionada al Imperio Ruso. Algunos escolapios, sin embargo, todavía se distinguieron, como el P. B. Jundzill (1761-1847), botánico, profesor de la universidad de Vilna.

Hasta 1853 existió una casa con algunos religiosos. Así se extinguió esta provincia.

1.3 España.

1.3.1 Introducción. La Vicaría General.

El siglo XIX español es especialmente complicado. El ambiente político, social, ideológico y religioso fue particularmente tenso[Notas 29]:

a. Enfrentamiento ideológico entre liberales y carlistas, bajo una guerra civil de carácter dinástico, pero que escondía dos modos dispares de vida y pensamiento (tradicionalista y liberal progresista).

b. Modernización del Estado, con un modelo centralista y laico. La Iglesia será uno de sus puntos de mira: debilitarla como bastión del tradicionalismo (desamortización, supresión de congregaciones religiosas, secularización de la cultura y la enseñanza,etc.). Esto se tradujo en algunas propuestas: introducción del krausismo, como un intento de conciliar el pensamiento moderno con cierta apariencia religiosa (una de sus corrientes fundará más adelante la Institución Libre de Enseñanza); potenciación de la escuela pública (planes oficiales de enseñanza),etc.

En la época de la Restauración monárquica (finales de 1874) habrá un intento de conciliar el catolicismo con el liberalismo moderado. Los enfrentamientos, sin embargo, entre católicos tradicionalistas o integristas y católicos liberales no terminaron, al igual que las luchas contra las corrientes anticlericales de origen liberal y socialista.

c. Aparición, desde los años cuarenta, de una incipiente industrialización, con el consiguiente desarrollo de asociaciones de carácter anarquista y socialista.

d. La reacción católica ante este contexto no fue ni unánime ni demasiado eficaz. El clero era de baja formación cultural. Vivía en la pobreza o en la miseria, con escaso interés pastoral.

Los religiosos (unos 50.000 a comienzos de siglo), no llegaban "oficialmente" a 1.000 tras la aplicación de las leyes de supresión de 1837.

El tradicional carácter de suplencia asistencial de la Iglesia se vio recortado drásticamente por la desamortización. Baste decir que a comienzos de siglo había unos 200.000 mendigos (acrecentados por la guerra napoleónica y las guerras carlistas; más el trasvase del campo a la ciudad). La Iglesia tenía 7.347 casas de caridad; 2.231 hospitales; 106 hospicios para ancianos y niños huérfanos; 67 asilos para niños expósitos. Esta infrestructura asistencial casi desapareció por completo con la desamortización de los bienes eclesiásticos. La sustitución por parte del Estado fue insuficiente. Dígase lo mismo en el campo educativo.

La reacción fue positiva, por parte de los religiosos y religiosas apenas se les permitió volver a España o reiniciar sus actividades. Su divisa fue muy clara: "una nueva congregación religiosa para cada nuevo problema". Sólo en Francia se fundaron unas 800 congregaciones femeninas en el XIX. En España se fundaron varias, incluso de varones. La primera congregación femenina, anterior a 1837, fue la de las Escolapias[Notas 30]. El aumento de los religiosos fue espectacular. La "Guía del Estado Eclesiástico de España para 1868" señalaba 34 casas de Escolapios, 6 de Paules y 7 de Filipenses (las tres congregaciones permitidas). En 1904 el número de casas de religiosos varones era de 597 y los religiosos sumaban 10.630[Notas 31]. El número de religiosas era todavía mayor (2.656 comunidades y 40.030 religiosas).

A lo largo del siglo, pero sobre todo hasta la Restauración, el problema de los religiosos exclaustrados fue muy grave. Bastantes dieron pie a una cierta mala fama, aunque hubiera casos admirables de abnegación y espíritu religioso.

Las Escuelas Pías viven una etapa difícil hasta la restauración de 1845. El P. Carlos Lasalde[Notas 32] la describió así:

"Al llegar el año de 1844, el estado de las Escuelas Pías de España era sumamente triste: hacía diez años que se habían cerrado los noviciados: las comunidades habían perdido casi una tercera parte del personal: quedaban muy pocos Superiores, y aun éstos sin título canónico: los Colegios no formaban cuerpo de corporación: el trabajo era mucho: las esperanzas estaban casi perdidas: todo anunciaba una próxima y completa disolución. Cuando el año 1824 se volvieron a abrir los noviciados cerrados en tiempo de los franceses, el personal había venido muy a menos y a los que entonces tomaron el hábito calasancio no fue posible detenerlos en los estudios en la forma que antes se había hecho, sino que al mismo tiempo que estudiaban se les hacía asistir a las Escuelas, por lo cual era imposible que aprendieran las ciencias con la profundidad que en otros tiempos. Por esta causa debían rayar a menos altura los hombres que pertenecieran a esa época. Si a esto se agrega que los que pertenecían al siglo anterior, que tantos y tan buenos estudios habían hecho, iban faltando poco a poco, y que era muchísimo el trabajo necesario para sostener los Colegios que existían, no es de extrañar que el estado de la Corporación fuese lamentable".

Con Carlos IV se había conseguido que los Regulares dependieran de sus propios Superiores españoles y no de los Generales romanos[Notas 33]. Así se creó la Vicaría General de España[Notas 34]. El P. Gabriel Hernández (1741-1826), de la provincia de Aragón, fue el primer Vicario General (1805-1825).

La invasión napoleónica (1808) y el reinado de José I (1809) llevaron a la supresión de las Congregaciones religiosas. Los escolapios, en 1808, eran unos 300.

Tras el restablecimiento de Fernando VII (1813) sólo eran unos 150. El resto se había exclaustrado, secularizado o habían fallecido. El primer período absolutista fernandino posibiliotó a los escolapios la vuelta a sus casas religiosas.

El llamado Trienio Constitucional (1820-1823) realizó una supresión parcial de las Congregaciones religiosas. Desaparecieron los Superiores mayores y las casas, con su Superior local, pasaron a estar sujetas al Ordinario del lugar. Se produjeron nuevas exclaustraciones y secularizaciones.

En el segundo período absolutista instaurado en 1823 se restablecieron las Congregaciones en su situación anterior a 1820.

La Vicaría General continuó su rumbo con los siguientes Vicarios: P. Pío Peña (1825); P. Pascual Suárez (1826); P. Joaquín Esteve (1826-1830); P. Lorenzo Ramo, con el título de Prepósito General, elegido en el Capítulo General de España (Valencia) (1830-1833), consagrado obispo de Huesca en 1833. Con el mismo título continuó el P. Francisco Solá (hasta 1836). En 1832 el papa Gregorio XVI ("In suprema") dio normas sobre la elección del Vicario y su jurisdicción. El P. Solá, ahora con el título de Vicario, continuó en el cargo hasta su muerte (1842), quedando vacante el puesto.

Las circunstancias políticas habían cambiado radicalmente. La regencia de María Cristina (1833-1840) significó el auge del liberalismo progresista y anticlerical. En 1834 se había producido el asalto del pueblo a los conventos en Madrid y otras ciudades. Un buen número de religiosos fueron asesinados. En 1835 Mendizábal acometía la desamortización de los bienes eclesiásticos y la supresión de Congregaciones religiosas (excepto las Escuelas Pías, pero sin poder admitir novicios). En 1837 las Cortes aprobaron la ley de supresión de todas las Congregaciones, aunque dejaron algunas casas de Escolapios, en calidad de centros de instrucción pública, hasta que el Estado pudiera hacerse cargo de la enseñanza. Nuevamente se volvieron a producir exclaustraciones y secularizaciones.

Durante el reinado de Isabel II (1840-1868) se inició la restauración de las Escuelas Pías. En 1845 un rescripto de la Congregación de Obispos y Regulares (pontificado de Gregorio XVI) nombra Comisario Apostólico de las Escuelas Pías de España al P. Juan Cayetano Losada (Castilla) y Asistentes Generales a los PP. Pedro Ferrer (Cataluña), Fernando Moliner (Aragón) y Cipriano Bernardo (Valencia)[Notas 35]. Con la restauración, sin embargo, se pagaba un alto precio, ya que las escuelas calasancias quedaban sujetas a la legislación oficial sobre enseñanza. En consecuencia se perdía la libertad educativa, precisamente en los años en que iban apareciendo los planes oficiales, de clara tendencia estatalista[Notas 36].

En 1846 fallece el P. Losada y es nombrado nuevo Comisario el P. Jacinto Feliu (Cataluña) (1846-1864). En esta ltapa la Santa Sede y España firman el Concordato de 1851; el gobierno aprueba el más importante de los planes de enseñanza del XIX (Moyano, 1857) y declara empresas comerciales a los centros de enseñanza no estatal (1859).

En 1864 vuelve la serie de Vicarios Generales: los primeros de ellos, PP. Ramón del Valle (1864-1869) y José Balaguer (1869-1675) tienen que afrontar las consecuencias de la Revolución liberal de septiembre de 1868 (supresión de las Congregaciones religiosas, excepto las Escuelas Pías, cuyos colegios tendrán carácter público) y los avatares políticos y bélicos que se vivieron hasta la plena Restauración monárquica en 1875.

El papa Pío IX nombró, en 1868, al P. Calasanz Casanovas (Cataluña) para el cargo de Prepósito General en Roma, con el fin de trabajar por la unidad de la Orden.

En 1873, dada la difícil situación de los Escolapios en España, Pío IX autoriza el cobro parcial de la enseñanza[Notas 37]. Se abre así una importante brecha para la gratuidad de las escuelas.

Los Vicarios Generales del último cuarto de siglo son: P. Juan Martra (1875-1885), P. Manuel Pérez (1885-1894), P. Francisco Baroja (1894-1897), P. Pedro Gómez (1897-1900) y P. Eduardo Llanas (1900-1904).

Esta etapa es ya de clara expansión escolapia. En 1879 se consigue la reintegración oficial de las Escuelas Pías a la situación anterior a 1868.

El período de la Vicaría General propiamente dicha, se cerrará en 1904[Notas 38]. El Papa dispuso la vuelta a la dependencia de los Generales romanos.

A modo de resumen, puede decirse que, a lo largo del XIX, se vivieron estas líneas o preocupaciones:

a. Asegurar la supervivencia de la Orden en las épocas de supresión.
b. Continuar con el ministerio de la enseñanza. Se procuró no cerrar colegios e incluso abrir otros nuevos. Las Escuelas Pías fueron toleradas porque no había suficientes escuelas públicas, pero quedaron sujetas a los planes oficiales y declaradas empresas, aunque, en bastantes casos, siguieran teniendo acuerdos municipales para su sostenimiento. Desde 1873 comenzaron a perder la gratuidad estricta, al aceptar alumnos "encomendados" (permanencias) de pago.
c. Abrir nuevas perspectivas en varios frentes:
  • formación inicial (casas centrales de estudio)
  • renovación pedagógica
  • fundaciones en América
  • creación de los religiosos generalicios.

A continuación se expone una breve información sobre la situación y evolución de las provincias españolas durante el siglo XIX, terminando con las aportaciones específicas de la Vicaría General.

1.3.2 Descripción de las provincias

a. Provincia de Cataluña.

Hasta 1845 vivió con muchas dificultades[Notas 39] (guerra napoleónica, liberalismo, guerra carlista, etc.). En 1815 se pudo, finalmente, fundar en Barcelona[Notas 40].

La renovación pedagógica contó con religiosos destacados, como el P. Antonio Ros (1764-1833).

En la crisis de los años 30 algunos religiosos fundaron, como obra personal, centros educativos en Uruguay y Cuba, precedentes de las futuras fundaciones americanas.

El período de restauración (1845-1868)[Notas 41] contó con algunos religiosos eximios: P. Jacinto Feliu (1787-1867), los hermanos Agustín (1809-1889) y Calasanz Casanovas (1815-1888). Los primeros intervinieron en la fundación de las escolapias[Notas 42]. El P. Calasanz fue General de la Orden[Notas 43].

Los últimos decenios del siglo fueron de expansión (21 colegios nuevos)[Notas 44].

La problemática económica (incumplimiento del concierto económico por parte de algunos municipios) llevó a atenuar la gratuidad, tal como ya se ha dicho.

La creación de internados (Sarriá, 1894) y las fundaciones de colegios con legados de particulares, le dieron a esta provincia un enfoque económico más autónomo y pudo seguir su expansión, incluso en Cuba (donde se había fundado en 1857).

Las tensiones ideológicas afloraron en varias ocasiones (por ejemplo entre liberales y carlistas o nacionalistas y centralistas). El P. Llanas (1843-1904), Vicario General, polemizó con los sectores tradicionalistas de la Iglesia con su difundido libro "¿Es pecado el liberalismo?" (1888) en respuesta al escrito por el sacerdote y antiguo alumno Féliz Sardá y Salvany ("El liberalismo es pecado", 1884). Al P. Llanas se debe también la fundación de las "Academias Calasancias" o asociaciones de antiguos alumnos, dotadas de gran actividad. Los contactos con la Renaixença y, en general, con el nacionalismo se hicieron cada vez más intensos[Notas 45].

En 1888 la provincia contaba con 232 religiosos y se constituía como uno de los más importantes focos de toda la Orden. El juniorato, en los años 70, estuvo en Moià. Entre los Maestros destacó por su ejemplaridad religiosa el P. José Calasanz Homs (1843-1920), siempre al servicio de la Orden, tanto en España (San Marcos de León) como en Roma.

b. Provincia de Aragón.

Sufrió de forma particularmente intensa la guerra napoleónica (unas 40 bajas contando las muertes naturales, por la penuria del momento). El P. Basilio Boggiero, maestro del general Palafox, fue asesinado por los franceses (23 de febrero de 1809).

En 1826 se le desgajó la Viceprovincia independiente de Valencia, con las casas de Valencia, Albarracín y Gandía.

A partir de 1845 emprendió nuevas fundaciones.

En 1870 tenía 163 religiosos, 11 casas y 3.630 alumnos. En el último cuarto de siglo se extendió por Navarra y el País Vasco (Pamplona, Tafalla, Tolosa). En 1897 los colegios fundados en Chile y Argentina (obra de los Generalicios españoles), junto con la casa de Estella (filial de la Casa Central de Irache) le fueron asignados. En 1899 contaba con 13 casas, 219 religiosos y 4.014 alumnos.

El noviciado lo tuvo en Peralta de la Sal. Los juniores se formaron en Daroca y Valencia (comienzos del XIX), pero después hubo grupos en Zaragoza, Sos y Alcañiz (hasta su integración en las nuevas Casas Centrales).

Hubo una notable preocupación por la pedagogía. Se publicaron varios textos, tanto de carácter literario como científico (como los del P. Blas Aínsa, fallecido en 1889). Entre sus religiosos cabe destacar al P. León Vidaller (1838-1919), escritor y compilador de nuestro derecho, al servicio de la Vicaría General y fundador en América.

c. Provincia de Castilla.

El hecho de tener casas en Madrid llevó a esta provincia a un protagonismo importante en favor de toda la Escuela Pía española. Fueron los rectores de San Fernando y San Antón los impulsores de la restauración de 1845, tras los difíciles años del período de 1808-1845. La provincia abrió su noviciado y solicitó el tener un Superior Mayor.

En la segunda mitad del siglo se extendió ampliamente. Granada (1860), Sevilla (1899, año de su anexión a Castilla, tras ser fundada por la Vicaría General en 1888), Bilbao (1893),etc.

Sus casas de formación radicaron en Getafe y Madrid. Los juniores también estudiaron en Alcalá y en El Escorial.

Sus internados alcanzaron renombre, como el de Getafe.

La provincia tuvo religiosos de prestigio, entre los que cabe señalar los siguientes: P. Jorge López Fernández de Córdoba (1781-1842), preceptor de príncipes, pendolista e Inspector general de escuelas escolapias y otras; P. Juan Cayetano Losada (1766-1846); P. Pedro Álvarez (1812-1888); P. Ramón del Valle (1801-1891); P. Pedro Gómez, hebraísta (1841-1902); P. Carlos Lasalde, pedagogo e investigador (1841-1906)[Notas 46].

En 1899 la provincia tenía 14 casas, 316 religiosos (con 35 novicios) y 6.724 alumnos.

d. Provincia de Valencia.

Durante mucho tiempo sólo contó con dos casas en territorio valenciano (Valencia y Gandía) y Albarracín (Teruel) al ser erigida viceprovincia independiente en 1826, por el P. Joaquín Esteve, Vicario General residente en Valencia, donde había sido Rector. El primer Vicario Provincial fue el P. Lorenzo Ramo.

Predominaba el grupo de religiosos aragoneses, lo cual explica, de alguna manera, que la separación de la provincia de Aragón se hiciera sin especiales dificultades. Cuando en 1833 el P. Ramo era Prepósito General (España) erigió la Provincia, con las tres casas aludidas y el llamado Colegio Reunido de Valencia (1830-1847), que agrupó el Colegio de la Ciudad, Na Monforta y Villena. El primer provincial (1833-1845) fue el P. Fernando Maestro (1778-1846).

La etapa fundacional fue conflictiva. El grupo liberal y romántico formado por intelectuales destacados como el P. Jaime Vicente[Notas 47], el P. Juan Arolas, Vicente Boix y Pascual Pérez, estuvo volcado a la acción fuera de los Colegios, sobre todo los tres citados en último lugar. La crisis de supresión de Congregaciones les alcanzó de lleno (Pascual Pérez, en 1835, y Vicente Boix, en 1837, dejaron la Orden).

Durante mucho tiempo los provinciales y superiores se limitaron a mantener, como pudieron, las casas y religiosos que seguían. Establecieron el noviciado en Gandía y en Albarracín (desde 1847). Los Junioratos estuvieron en Valencia y Gandía (hasta que los juniores se incorporaron a las nuevas Casas Centrales de León, Cardeña e Irache).

El Seminario Andresiano (internado para unos 100 alumnos y desde 1872 también mediopensionado), ubicado en el colegio de Valencia, se constituyó en un importante centro educativo. Económicamente se mantuvieron algunos colegios por conciertos municipales y con los pagos de los alumnos "encomendados".

Las nuevas fundaciones se hicieron en Utiel (1868-1931), Xátiva (1877-1881), Alzira (1877-1950) y Castelló de la Plana (1897). En 1869 tenía 4 casas y 114 religiosos; en 1891, 5 casas y 97 religiosos (con 2.143 alumnos).

En el XIX descollaron varios religiosos en distintos campos: el humanista Vicente Borja (1776-1860); el poeta Juan Arolas (1805-1849)[Notas 48]; el poeta Victorio Giner (1811-1864); el científico y escritor religioso José Gomar (1831-1897); Ramón Querol, pedagogo y Vicario General (1820-1909); el escritor de teatro escolar José Felis (1850-1918); el humanista y traductor de Horacio Hermenegildo Torres,etc.

1.3.3 Aportaciones de la Vicaría General.

En los años 70-80 coincide un grupo de religiosos en España y en Roma de notable empuje y claridad de ideas. Nos referimos a los PP. Calasanz Casanovas, Juan Martra, Manuel Pérez y Francisco Baroja (el primero, General de la Orden; los otros tres Vicarios generales de España). Fruto de sus planes de gobierno, sobre todo de los PP. Casanovas y Pérez, fueron surgiendo algunas realizaciones importantes.

a. Casas Centrales.

Pretendieron (y lo consiguieron) una formación más adecuada a los juniores españoles, en consonancia con las necesidades educativas del momento. Estas fueron las Casas:

  • Irache (Navarra). Cedida por el Estado en 1877, aunque sólo se pudo ocupar a partir de 1885. Sede de los estudios de Primer Ciclo (filosóficos, principalmente)[Notas 49].
  • San Marcos de León. Cedida en usufructo por el Estado en 1879 (por no poder ocupar Irache). Fue cerrada en 1888. Por este centro pasaron unos 270 juniores[Notas 50].
  • San Pedro de Cardeña (Burgos). Sustituyó a San Marcos y pervivió desde 1888 a 1901. Pasaron por ella unos 570 juniores. Fue sede del Segundo Ciclo (Teología)[Notas 51].
  • Tarrasa (Barcelona). Fundada por el P. Eduardo Llanas en 1901, en sustitución de Cardeña), continuó hasta 1904. Centro de estudios teológicos y pedagógicos. Al cerrarse, los juniores pasaron a estudiar en sus respectivas provincias (hasta la fundación de Albelda de Iregua, Logroño, en 1928)[Notas 52].

b. Religiosos Generalicios.

A partir de una idea del P. Casanovas, el P. Manuel Pérez lo llevó a la práctica. Se trataba de formar una provincia o demarcación sin límites geográficos, con religiosos sujetos directamente al Vicario General de España, en calidad de Superior Mayor[Notas 53].

El P. Pérez creó noviciados (San Marcos de León, en 1885, para Hermanos Operarios; Irache, en 1885, para Clérigos y Hermanos; Cardeña, al cerrarse León, en 1888). Esta experiencia tenía la finalidad de asegurar un grupo de élite para fundar en América, además de atender, en parte, a las mismas Casas Centrales.

Desaparecieron pronto (1897; en ese año los noviciados de Cardeña e Irache ya sólo admitían Hermanos), aunque todavía pervivieron algunos en años posteriores (la mayoría se fue integrando en las provincias). En 1898 eran 194 (36 sacerdotes; 76 clérigos; 48 hermanos; 10 novicios clérigos y 24 novicios hermanos).

Las casas fundadas en España y América, tal como se ha dicho, fueron transferidas a las provincias españolas (excepto Valencia).

c. Fundaciones americanas.

Estuvieron vinculadas a la Vicaría General y, en algún caso, al P. General romano. La Vicaría General llegó a fundar el Colegio de Sevilla (1888) para que sirviera de base para la expansión en América[Notas 54].

Hubo precedentes a la presencia institucional de las Escuelas Pías en América. Se trata de las fundaciones, a menudo efímeras, llevadas a cabo por religiosos fugitivos españoles (guerra de 1808 y crisis liberal de 1835 y ss.). En 1815 se funda en La Habana (Academia Calasancia) y a partir de 1835 en Montevideo (Uruguay) y Camagüey y Bayano (Cuba)[Notas 55].

Estos religiosos dejaron una huella calasancia (con notable fervor por el Fundador) en aquellas tierras. Algunos pasaron al clero secular y unos pocos se reintegraron a la Orden, en España, tras su restauración en 1845.

Las fundaciones institucionales se iniciaron en Cuba, bajo los auspicios del arzobispo Antonio María Claret[Notas 56]: Escuela Normal de Guanabacoa (1857), Colegio Internado de Camagüey (1858). Los religiosos llegaron a ser más de 50 y eran de varias provincias. El Vicario General P. José Balaguer, en 1871, transfirió las dos casas a la provincia de Cataluña, con el fin de asegurar su estabilidad y homogeneizar el grupo de religiosos.

En los últimos treinta años del siglo se hicieron varias fundaciones[Notas 57]. El P. General Casanovas[Notas 58] fomentó las de Argentina, con la denominación de Escuelas Pías Americanas. El P. Ramón Cabeza (1828-1883), de la provincia de Castilla, fue el instrumento de estas fundaciones. Tenía el deseo de volver a la estricta observancia calasancia (gratuidad), pero sus rarezas e imprudencias causaron numerosos problemas y se cerraron las casas. En 1891, sin embargo, la Vicaría General estableció en Buenos Aires (escuela de la Parroquia del Socorro) la que sería la fundación definitiva. Con esta determinación la Vicaría General venía a confirmar su propósito de introducir la obra calasancia en América. En Chile: Concepción (1886), Yúmbel (1886), Copiapó (1887) y Santiago (1896). En Argentina: Buenos Aires (1891), Tucumán (procedente de las Escuelas Pías Americanas) y Córdoba (1894). En Panamá (1889)[Notas 59]. En Puerto Rico: Santurce (1894)[Notas 60].

En 1896 las casas de Argentina (Buenos Aires y Córdoba) y Chile (Concepción, Copiapó y Santiago) pasaron a la provincia de Aragón. Las fundaciones de Panamá y Santurce se abandonaron.

El siglo terminó con la consolidación definitiva de tres núcleos escolapios americanos: Cuba, Argentina y Chile.

Notas

  1. .Bula "Inter graviores", de Pío VII, en 1804
  2. .Motu proprio "Singularitas regiminis", de Pío X, en 1904
  3. .cf AU 1, p.134
  4. .Para las repercusiones en España, cf. Jesús Pabón: "España y la cuestión romana", Madrid, 1972
  5. .BO, p.221
  6. .Cf Stop (pseud.): "Nel centenario della morte di Antonio Stoppani. Storia di una amicizia", RI n. 33 (1991),p.221-323
  7. .BO, p.222
  8. .cf Giuseppe Tasca: "P. Agostino Dasso", RI n. 12 (1984), p.306-319
  9. .cf art. cit. de G. Tasca; sobre Barrili ver G.L. Bruzzone: "Anton Giulio Barrili nei suoi rapporti coi Padri Scolopi", RI n. 21 (1987), p.285 y n. 22 (1988), p.83-84
  10. .cf RI n. 31 (1991) dedicado a este notable escritor latino y humanista
  11. .cf art. cit. de Stop (ps.), en RI n. 33
  12. .cf Pasquale Vannucci: "Pascoli e gli Scolopi", Roma, 1950; Giuseppe Tommasselli: "Gli Scolopi e Maria Pascoli" (hermana del poeta) en RI n. 5 (1982), p.73-77 y 126-131; n. 12 (1984), p.328-336
  13. .Cf Giovanni Ausenda: "Le Scuole Pie in Dalmazia", RI n. 20 (1987), p.213-242
  14. .cf Lidio Scalabrella: "Il P. Venanzio Pistelli e il Risorgimento", ASP n. 5 (1979), p.87-137; Danilo Barsanti: "I 'Ricordi' di P. Mauro Ricci (1861-64): un esempio di "risorgimento senza eroi" a Firenze" RI n. 26 (1989), p.131-146
  15. .cf PA
  16. .cf Franco Guidi: "Padre Giovanni Inghirami e la "Carta Geometrica della Toscana", RI n. 2 (1981) p.91-102; L. Rombai: "P. Giovanni Inghirami. Astronomo, geodeta e cartografo. "L'illustrazione geografica della Toscana", Osservatorio Ximeniano, Firenze, 1989); Giovanni Antonelli (1818-1871) (cf Danilo Barsanti: "P. Giovanni Antonelli. Scienza e fede nel Risorgimento", Osservatorio Ximeniano, Firenze, 1989); Filippo Cecchi (1822-1887) (cf Dino Bravieri: "P. Filippo Cecchi. Scritti e strumenti", Osservatorio Ximeniano, Firenze, 1988; Dino Bravieri: "P. Filippo Cecchi" ASP n. 4 (1978), p.267-275; vid. RI n. 24 (1988) p.296-305); Alessandro Serpieri (cf Giuseppe Tommaselli: "P. Alessando Serpieri (1823-1885)" RI n. 18 (1986), p.406-414
  17. .cf Stop: "Primo centenario della morte del P. Tommaso Pendola d. S.P. " RI n. 8 (1983), p.142-156
  18. .cf "Votum Joannis Btae. Rosani Episc. Erythrens. pro Immaculata B.M.V. Conseptione dogmatice definienda" Eph.Cal. nn. 1-2 (1944) p.22-29) y Celestino Zini, cofundador de las Suore Calasanziane (1825-1892
  19. .cf BO; Paolo Garzi: "Per una storia del Collegio della Badia Fiesolana" RI n. 30 (1990) p.373-395
  20. .cf P. O.T. "La stamperia "S. Giuseppe Calasanzio" di Firenze e il suo fondatore P. Mauro Bernardini d.S.P" RI n. 34 (1992) p.39-68
  21. .cf. art. cit. RI n. 11 (1984) p.115-138
  22. .cf AU 1; Roberto Carniello: "Pío IX y su período juvenil en Volterra" ASP n. 4 (1978) p.179-188; Claudio Vilá: "La Academia de los Constantes en el Colegio escolapio de Volterra" ASP n. 4 (1978) p.189-236; Arnaldo d'Addario: "Pio IX e gli Scolopi" RI n. 3 (1981), p.147-160
  23. .cf A. Büchler: "TRia Ordinis Calasanctiani saecula in Bohemia, Moravia et Silesia", Eph. Cal. n. 1 (1933), p.10-17; G. Svátek: "Articoli e studi intorno alla storia degli Scolopi di Bohemia e Moravia" Eph. Cal n. 4 (1969), p.141-149; nn. 7-8 (1972) p.222-227; nn. 10-11 (1972) p.257-265
  24. .cf J. Svátek: "El colegio escolapio de Brno" Eph. Cal. n. 4 (1970) p.162-171
  25. .cf G. Svátek: "L'attività pedagogica degli scolopi cechi negli istituti per i sordomuti" Eph. Cal. n. 5 (1969) p.181-184
  26. .cf J. Svátek: "Inauguración de la placa conmemorativa al P. Francisco Javier Vesely Sch.P. en Rajnochovice" Eph. Cal. n. 1 (1969) p.30-34
  27. .cf J. Svátek: "L'insegnamento dell'italiano e del francese begli istituti scolopici della provincia di Boemia nell'ottocento" Eph. Cal. n. 1 p.26-30 y n. 2 (1971) p.55-64; Václar Bartusek: "L'enseignement du français dans le pays de Bohème (1620-début XIXe. siècle)" ASP n. 28 (1990) p.237-252
  28. .K.J. Hanák, 1812-1849; M. Schirkhuber, 1807-1877
  29. .cf LA, MA passim
  30. .cf Jesús Alvarez Gómez: "De las "obras de misericordia" a la "justicia social" (La "cuestión social" y las Congregaciones religiosas fundadas en los siglos XIX y XX)", XX Siglos n. 3 (1991), p.37-49
  31. .cf M. Revuelta González: "Jalones de la evangelización en la España del siglo XIX", XX Siglos n. 2 (1990) p.116,nota 24
  32. ."Historia literaria y bibliografía de las Escuelas Pías de España", tomo I, p.373-374, Madrid, 1893
  33. .Pío VII: "Inter graviores", 1804
  34. .cf Luis María Bandrés: "Desde Vicaría a Delegación: 150 años de las Escuelas Pías de España" AC n. 64 (1990) p.587-609
  35. .ver texto lat. en BRSP p.203-204; text. cast. en R IV p.221-222
  36. .Para esta etapa ver "De primo centenario restaurationis Scholarum Piarum in Hispania (1845-1945)" Eph. Cal. nn. 3-4 (1945) p.44-53; Joan Florensa: "La restauración de la Escuela Pía en España (1845-1864)" AC n. 57 (1987) p.141-194
  37. .cf AU 1 p.130-133
  38. .Pío X: "Singularitas regiminis"
  39. .cf B 2, B 3; PE; J. Florensa: "Cartas circulares de los PP. Provinciales de Cataluña (1742-1835)" ASP n. 30 (1991) p.95-102
  40. .cf Joan Florensa: "Història de l'Escola Pia de Sant Antoni de Barcelona (1815-1990)", B. 1990
  41. .cf Joan Florensa: "Restauración de la provincia de Cataluña" AC n. 59 (1988) p.231-262
  42. .cf V 2
  43. .cf V 1
  44. .Cf Miquel Puig i Reixach: "Els Escolapis, una escola popular", Serra d'Or n. 300 (set. 1984) p.27-30
  45. .cf J. Poch: "Verdaguer y los PP. Escolapios de Cataluña" AC (1959) p.201-249
  46. .cf José María Domínguez Rodríguez: "El P. Carlos Lasalde en la obra de Azorín" AC (1969) p.65-83
  47. .fallecido en 1833; cf R III p.471-473
  48. .cf "Obras de Juan Arolas Bonet" (Ed. y estudio preliminar de Luis F. Díaz Larios, Biblioteca de Autores Españoles, nn. 289-290-291, tres volúmenes, Madrid 1982-1983; "Poesías del P. Arolas" (ed. y prólogo por José R. Lomba y Pedraja, Col. Clásicos Castellanos n. 95, Espasa-Calpe, Madrid, 1958; Ramón Castelltort: "El P. Arolas: su recorrido humano y el rastro de sus versos", AC (1962) p.131-179; idem: "Miscelánea en torno al P. Arolas.(Insistiendo, ampliando rectificando)", AC (1964) p.361-407; Antonio Díaz Muñoz: "La poesía del P. Arolas. Acercamiento literario" AC (1981) p.109-175
  49. .cf Xabier Ortigosa: "Casa Central de Iratxe" AC n. 55 (1986) p.103-147
  50. .Cf Pedro M. Alonso: "Casa central de estudios de San Marcos de León" AC n. 55 (1986) p.83-102
  51. .Cf Dionisio Cueva: "Los escolapios en Cardeña (1888-1901)" AC n. 55 (1986) p.149-189
  52. .Cf Joan Florensa: "El Juniorato escolapio de Terrassa (1901-1904)" AC n. 53 (1985) p.185-212
  53. .Cf Dionisio Cueva: "Los Generalicios" AC n. 55 (1986) p.11-80
  54. .cf IN; Pedro M. Alonso:"Dos fundaciones generalicias: el Colegio Calasancio Hispalense de Sevilla y la finca rústica de Ugena" AC n. 55 (1986) p.193-214; Anselmo del Alamo: "Los religiosos generalicios y la Provincia de Castilla" AC n. 59 (1988) p.263-295
  55. .Cf "Primi calasanctiades in America" Eph. Cal. nn. 1-2 (1944) p.36-38
  56. .cf "B. Antonius M. Claret, calasanctiades et insula Cubana" Eph. Cal. nn. 1-2 (1944) p.38-39
  57. .cf Pedro M. Alonso: "Desarrollo de una expansión educativa: Escuelas Pías en Hispanoamérica (1879-1897" AC n. 55 (1986) p.251-331
  58. .cf V 1
  59. .cf Joan Florensa: "Escolapios en Panamá (1889-1903) AC n. 55 (1986) p.231-249
  60. .cf Luis Gracia: "Los PP. Generalicios en Santurce, Puerto Rico" AC n. 55 (1986) p.215-230