BerroAnotaciones/Tomo2/Libro3/Cap04

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CAPÍTULO 4 Recuerdos De mucha importancia

No hay duda de que cualquiera persona que -después de leer el capítulo anterior- reflexione sobre el contenido de las cartas, reconocerá que se pusieron muchos impedimentos y mucho obstáculo a la publicación de la reintegración de N. V. P. Fundador General; no sólo por parte del P. Esteban [Cherubini] de los Ángeles y por sus secuaces, para mantenerse en el gobierno, sino también por el Revmo. P. Pietrasanta, jesuita; bien para disfrutar también del dominio y poderío que tenía como Visitador Apostólico, pero, mucho más, para alcanzar la finalidad de su propuesta, en el sermón que hizo en la visita a San Pantaleón de Roma, al comenzar su cargo, es decir: “Ut evellas et destruas”.

Pues, si se realizaba la reintegración en su Oficio de General en la persona de Nuestro Santo Viejo Fundador, era seguro que él no llegaría a “Evellere et destruere”. Ni tampoco hubiera llegado a dar el deseado fruto de su visita a su Ilma. Compañía [de Jesús], cuando, en nuestro Capítulo General del año 1637 o 1641, apareció un memorial, incluido en un capítulo del libro titulado “Monita Superiorum Societatis Jesu” contra las Escuelas Pías, que dice lo siguiente:

“Cap. V. Monita particularia observanda a Praepositis et Superioribus nostris”.

“¿Qué hay que hacer con los Religiosos que, al semejarse a nosotros en muchas ocupaciones, nos desacreditan mucho?

- Nosotros hemos de soportar a este tipo de hombres; por lo tanto, debemos inculcar a las gentes que nuestra Orden permite la perfección de todos los Religiosos; y en aquello en que las demás Órdenes sobresalen, en aquello mismo la Compañía resplandece de modo más eminente, dentro de la Iglesia de Dios. A excepción del canto y la austeridad en la comida, -en lo que debemos aprender un poco de los Monjes- en la Compañía todo debe ser mejor en su misma esencia…Obsérvense los defectos donde se vea que los demás Religiosos puedan cumplir con menos acierto la tarea en que coinciden con nosotros. Hay que actuar con mayor empeño contra los Religiosos que desean escuelas para la educación de la juventud en aquellos lugares donde se encuentra nuestra Compañía. Procúrese, mediante Academias externas, que esos Religiosos vayan a la ruina antes que nosotros mismos. Sugiérase a los Príncipes que la Compañía es suficiente para enseñar a la juventud. Y si tienen cartas de recomendación de los Pontífices o Cardenales, acudan, mediante el Príncipe, ante el Pontífice, a quien le mostrarán que la Compañía cumple bien con su obligación. En las Ciudades donde [la Compañía] tiene sus Colegios, busquen testimonios de buena referencia. Procuren los Religiosos convencerlas de que, cuando hay escuelas y Profesores de distintas clases, son de temer los disturbios. Mientras tanto, los nuestros cuidar los estudios con todas nuestras fuerzas, y editar ejemplares con aplauso de los demás. Capítulo VI, “Sobre las viudas ricas”[Notas 1].

Notas

  1. Hay una nota que dice: El P. Berro escribe sólo el título de este capítulo.