MussestiVida/Cap15
Cap. 15. El Padre busca en quién se podría apoyar el Instituto para asegurar su mantenimiento
La vida de Clemente duró hasta el año 1605. Como había sido reconocido inocente por él (como se ha relatado) nuestro Padre, quedó este con gran crédito ante el colegio de los señores cardenales y ante toda Roma, y por consiguiente quien el sucedía en el Papado se encontraba bien dispuesto para favorecerle a él y a su instituto.
Con la experiencia de las dificultades pasadas y la situación presente, la prudencia del Padre veía que para conservar el instituto de manera durable y en buena observancia tenía necesidad de apoyarse en alguna orden o congregación, a fin de que no faltasen sujetos habituados a la obediencia regular que mantuvieran con buen orden las escuelas, y por ser un asunto de no poca importancia, además de las oraciones y otras diligencias, se aconsejaba también con personas prudentes y espirituales, y particularmente con el P. Domingo de Jesús, carmelita descalzo, santo religioso, de quien nuestro padre era hijo espiritual, y recibía óptimos consejos.
Se fijó entonces en la congregación de los padres de Santa María en Pórtico, quienes podrían hacerse cargo y mantener con progreso la obra de las Escuelas Pías. Comenzó diestramente a sondear los ánimos y encontró buena disposición en algunos, y especialmente en el P. Juan Leonardi, fundador y general, pero como no se podía tomar ninguna determinación sin el permiso del Pontífice, aunque mucho lo desease nuestro Padre, se retrasaba las cosa esperando una buena oportunidad para llegar a alguna conclusión útil.
Después de la muerte de Clemente VIII fue elegido para sucederle León XI, que quería mucho a nuestro Padre porque de Cardenal había sido protector de la Doctrina Cristiana cuando el Padre fue hecho Prefecto en ella, y se esperaba, si hubiera durado, que habría ayudado mucho al instituto. Se preparó el Padre con una nueva y misteriosa imagen de la Madre de Dios, de la cual he escrito en otro lugar más largamente, para presentarse cuando tuviera ocasión al nuevo Pontífice, pero todo resultó vano, porque León XI nos dejó demasiado pronto, pues sólo vivió en el Pontificado veintiséis días.