DelMonteVisitaGeneral/1696-02

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[1696, Febrero]

Día 1 de febrero de 1696. El Excmo. Señor (en Germania y en Polonia se da este título a los médicos) Santiago Minascevitz, que durante muchos años ejerció en Roma el arte de la medicina en el Hospital del Espíritu Santo in Sassia, visitó al P. General, porque antes había sido alumno de las Escuelas Pías en la clase de Humanidades. Un hombre de mucha experiencia, que prescribió al mismo Padre General, debilitado de fuerzas e indispuesto, el Agua Angélica, así se llama en polaco, para que la tomara al día siguiente.

Entre los citados oponentes y el P. Vice Provincial de Lituania, de quien habían sido alumnos en Ciencias casi todos los oponentes, comenzaron a sincerarse, hablar familiarmente, se recrearon las primitivas amistades, y los reencuentros; hasta tal punto, que, quienes antes se enfrentaban, ahora manifestaban dolor por su inminente regreso a Lituania, y le rogaban que se quedase en Varsovia, pero no con el cargo de Rector. Sin embargo, al P. Provincial no le han dado estos elogios, porque su Provincialato era, y es extremadamente odioso para estos oponentes; ni al P. Francisco de Jesús María [Haligowski], Asistente Provincial, porque no cesa de emplear su frecuente pluma y celo, demasiado frecuente, para acusar los defectos de los demás ante nuestros Superiores romanos, y de lanzar acusaciones por cosas sin importancia, relativas a la observancia regular. Apenas se encuentra un Superior nuestro, o un Religioso, cualquiera que sea, que guste al P. Francisco. Y apenas se puede hallar alguno de los nuestros a quien él le guste.

Día 2 de febrero de 1696. Mientras dicho decreto se distribuía en forma de rescriptos por cada una de nuestras casas de la Provincia de Polonia, el P. General envió una Carta Circular del siguiente tenor:

“Pax Christi.
Habiendo contemplado Dios Todopoderoso desde el cielo, con los clementísimos ojos de su caridad, a nuestra queridísima Provincia de Polonia, en medio de tantas dificultades, desde hace algunos meses hasta aquí, finalmente, le ha reintegrado su fraterna concordia. Como auténtico testimonio de ello, quiero de nuevo comunicarlo en esta misma carta, que ordenamos sea leída inmediatamente, al sonido de la campanilla, como de costumbre, en virtud de santa obediencia, en presencia de toda la Comunidad.
Y ordenamos que, leída y publicada, en acción de gracias, sea entonado allí mismo el himno Te Deum laudamus, etc. Agimus tibi gratias, etc. y el Sub tuum praesidium, para implorar la concordia perenne de la Orden en todas partes, sin la cual no podemos hacer en adelante ningún progreso, ni privado ni público, ni de las cosas espirituales, ni de las temporales.
Paz a vosotros para siempre. Salud.
Varsovia, a 2 de febrero de 1696.
Consérvese en el archivo de la Casa.
De VV. RR. Humildísimo Servidor en Cristo, Juan Francisco, etc.”

El P. General tomó de madrugada el susodicho fármaco, que le sirvió de no poco alivio. Tuvo el agradecimiento y el aplauso de los Magnates de Varsovia y del Serenísimo Rey, porque, sin escándalo, se había terminado un pleito tan grande de los nuestros, gracias al decreto interpuesto del P. General. Más aún; el mismo Rey, como se ha dicho, gracias a la nueva benevolencia lograda para con el P. General, a partir de entonces, ha indicado a sus domésticos que inviten al P. General al Palacio Real, a las Reales delicias, para su recreo y asueto. Además, el Ilmo. Señor Refrendario del Rey, Stutzca, se ha sentido tan satisfecho y con tanta paz, hacia nuestra Orden, por haber dado tan decoroso final nuestra discordia, que ha ordenado fundarla inmediatamente en sus tierras. Y el Ilmo. Señor Tilman, Arquitecto Real, hablando con el P. Antonio, Secretario, le ha asegurado que él, mientras estaba vigente esta discordia, se había abstenido de realizar su deseo de ir a nuestro Colegio de Varsovia, para que nadie sospechara que era afecto de alguna de las partes. Pero que, terminada finalmente sin ningún escándalo la discordia, más aún, con edificación, él, como benévolo bienhechor nuestro, iría con frente alegre, y departiría con los nuestros. El P. Miguel, como mediador, y el P. Francisco de Jesús María [Haligowski], Primer Asistente Provincial de Polonia, pidieron al P. General que enviara al mismo P. Francisco de allí a Podolín, de Comunidad, pues, dado que salían los Padres Provincial y Vice Provincial, no quería el pobrecillo quedarse en la casa de Varsovia entre antiguos aunque reconciliados opositores, pues el mismo Padre General le había dado opción de elegir la casa que le pareciera bien, a causa de su vejez y en consideración a sus méritos; e inmediatamente recibió, por carta, la obediencia para salir de Varsovia a Podolín, con fecha 1 de febrero de 1696.

Día 3 de febrero de 1696. Habiendo salido de Varsovia el susodicho médico Minascevitz, acudió a visitar al P. General el Excmo. Médico Pazt, saboyano, custodio de la salud real, quien prescribió al P. General algunos leves fármacos. Se escucharon de nuevo las aclamaciones y congratulaciones de Magnates polacos, a causa del arreglo, con tanta paz, de la controversia con los últimos nombrados. También se ha sabido que el Serenísimo Rey ha encargado a su Secretario Krosinczki, que invite y conduzca al P. General a Villanovia, sitio regio, palacio de delicias. Más aún, el mismo Secretario, principal fautor de dicha parte opositora, quiso aceptar la invitación de hacer una travesía por el Vístula con nuestros Religiosos, lo que no permitía la presente indisposición del P. General, ni el miedo que tiene él mismo, a causa de los peligros pasados en algún viaje antiguo por agua.

Día 4 de febrero de 1696. El P. General comenzó a encontrarse mejor con los fármacos, y fue visitado por el Ilmo. Señor Palatino de Plock, quien le ofreció su cerveza; pero, como estaba convaleciente, no pudo asistir con él a un discurso pronunciado en nuestra Iglesia, desde el ambón, con gran asistencia oyentes, por el Generoso Señor Profesor de Elocuencia en nuestras escuelas de Varsovia, Esteban Minasowitz, y escrito para la Natividad del Señor. El orador Sagrado fue vitoreado a una por todos los Retóricos. El P. General fue invitado por segunda vez a comer, el día siguiente, domingo, por el Ilmo. Señor Referendario del Reino, Stutzca, pero renunció por carta, por las conocidas indisposiciones. Más aún, por consejo secreto, se esforzó en rechazar dichas invitaciones y convites, para evitar los discursos sobre el conocido cambio del gobierno de la Provincia, comentando sobre todo lo último que había sucedido desde los primeros días de su llegada a Varsovia. Pues se abstiene con cautela, en cuanto puede, de contarles cosas. Y es que los Superiores deben tener libertad en todas partes de responder más según su conciencia, que según el consejo e intervenciones de los demás, sobre todo de los de fuera, en su gobierno público.

Día 5 de febrero de 1696. Sintiéndose con dolores el P. General a causa de la bilis y la debilidad de fuerzas y por las vigilias nocturnas, se determinó salir para Gora, al día siguiente, miércoles, para lo cual, el Ilmo. Santa Cruz, Nuncio Apostólico, ofreció su coche seisyugo. Aprovechando la ocasión, el Embajador de Francia entregó al P. General esta carta:

“Mi Rvmo. Señor, Padre y Patrón Excmo.
Me ha causado gran alegría la noticia que me han dado, acerca de la bondad de Su Paternidad Rvma. en el arreglo que felizmente ha conseguido, por medio de su singular prudencia, entre los Padres Provincial y Rector, y los demás Religiosos suyos de Varsovia. Enseguida comuniqué la noticia a Su Majestad el Rey, quien se alegró mucho al oír aquel buen resultado; alabó a V. P. Rvma. con los debidos encomios, y manifestó también lo muy agradecido que se siente.
Aquel mimo día hubiera ido a su casa para visitarlo y alegrarme, si, a causa de otros asuntos no hubiera sido impedido, aunque lo que más me preocupaba era saber que usted estaba indispuesto. Pero como espero estar pronto libre, no dejaré de cumplimentarle por mi parte. Por eso, el martes próximo, si así se lo permite el estado de su salud, le invito, con todos sus hijos reconciliados, a la comida, para que, juntos, podamos renovar los actos de común y recíproco afecto.
Así, pues, esperando el honor de sus gentileza, humildemente le reverencio.
De Casa, domingo 5 de enero.
De Su Reverenda Paternidad, devotísimo Servidor,
El Abad de Polignac.”

A lo que el P. General respondió con una obligadísima acción de gracias, tanto por lo que se refería al deseo Clementísimo del Rey, como a la excelencia de sus consejos, y de la benignidad par con él y todos sus Religiosos. Y se excusó de nuevo de acudir a la comida, a causa de su salud, y de la ausencia del R. P. Juan de Jesús María, Provincial, que había salido a Podolín aquel mismo día, a la hora de comer, con el P. Francisco de Jesús María, primer Asistente suyo. Ante la salida de estos dos, se esperaba alegría entre los de la casa; pero, por lo que el P. Miguel [Krausz] de la Visitación les dijo, se desmoralizaron, pues el Provincial se llevó consigo los sellos de la Provincia, con lo que se creían frustrados en su esperanza acerca de la elección de un nuevo Provincial. Además, todos los de Varsovia lamentaban que él mismo se fuera Podolín, pasando por Gora y Radom. El P. General les respondió cariñosamente que no se iría de la Provincia hasta que asegurara su tranquilidad. Los Padres Miguel y Secretario realizaron la revisión de libros de economía. El Ilmo. Refrendario del Reino ofreeció una fundación de nuestro Instituto sobre sus bienes de Slusci, que él estaba construyendo en la ciudad. Le dijo que lo consideraría maduramente, y dijo a Su Ilma. Señoría que le expusiera por escrito su intención, con la dote y las cargas de la fundación

Día 6 de febrero de 1696. Se trabajó en la revisión de libros económicos, en los que surgieron varias dificultades, que no pareció requiriesen mayor consideración. Por eso el P. General decidió prescribir la forma de revisarlos debidamente a su tiempo en toda la Provincia. Se consideró la fundación de Szczuczyn, ofrecida por el Ilmo. Señor Estanislao Szczuda, antiguo Referendario del Reino, en la ciudad de Szczuczyn, diócesis de Plock, junto al río Vissa, en el interior de Masovia, en el mismo límite del Ducado de la Prusia Calvino-luterana, donde había muchos nobles, pero pobres; y respondió detalladamente a sus proposiciones.

Día 7 de febrero de 1696. Al día siguiente, se enviaron diversas cartas a los Rectores de la Provincia, con ejemplares auténticos del decreto de confirmación de nombramientos y nombrados, con una carta como la que se ha descrito arriba. Sucedió de nuevo que el Secretario enviado al Ilmo. Nuncio Apostólico Santa Cruz para transmitirle los homenajes del P. General, y para recoger las cartas de Roma, refirió que Su Señoría Ilma. había visto mal la rápida salida del P. Provincial, que sólo se quedaba cuatro días y medio en Varsovia, pues él mismo quería salir enseguida, ya que consideraba peligroso retrasar por más tiempo la suerte entre los oponentes a su elección; y porque el P. Benito de Santa Catalina no había ejercido el Rectorado algunos días, cosa que no se podía hacer, pues había sido designado a aquel Rectorado, y que durante el tiempo que mismo Ilmo. había estado en la Legación, no pudo convocarlo en Varsovia por expreso deseo del mismo Ilmo. Señor. Por eso, procuró superar aquellas dificultades enviándole una carta, mediante el Secretario, enviado de nuevo a casa Su Señoría Ilma. para informarle mejor, pues el P. Benito, en razón de su Vice provincialato, tenía autoridad sobre el Rector, y, por la misma razón no sufría ningún desprecio.

Mientras tanto, el P. General, agotado durante muchos días por el trabajo que tenía que hacer y por los dolores, determinó ir a Gora, un lugar de clima óptimo. Después, preparado el viaje y arregladas las cosillas del equipaje, ordenó poner el siguiente el aviso en la puerta del refectorio:

“Juan Francisco
Teniendo que salir de Varsovia durante algunos días por razones de salud, retrasamos nuestra Visita General Apostólica convocada e incoada en esta nuestra casa, para hacerla, si Dios quiere, inmediata o mediatamente, a nuestra vuelta. Exhortamos, pues, a todos y con todo interés, a que se preparen a recibirla íntegramente en beneficio de la piedad religiosa.
Dado en nuestra Casa de Varsovia, el día 8 de febrero de 1696”.

Cuando el P. Secretario volvió de casa del Ilmo. Nuncio, dijo que Su Señoría Ilma. se había sentido preocupado por las cosas expuestas en el decreto, pues los partidarios de los oponentes se jactaban de que estos habían conseguido la victoria, como consecuencia de la salida de los nombrados; y que él lo sentía, porque, para contribuir a esta jactancia se había acudido a echar de la casa de Varsovia a los mejores, mediante una lucha, y a conservar en su cargo al Provincial hasta el Capítulo General.

Día 8 de febrero de 1696. El P. General tuvo una larga conversación con el Ilmo. Nuncio, el cual, al contarle con detalle las cosas que le habían dicho el día anterior, sobre las actuaciones confusas de algunos que se jactan de ellas; e informado por él con razones, eliminó todas las dificultades, dándole la razón. Después, a eso de las diez, en su coche sexyugo salimos para Gora cuatro, es decir, el P. General, los Padres Miguel, el Secretario y el H. Francisco María; a los que acompañaban, en un cochecito equipado a la polaca, el P. Benito de Santa Catalina Virgen y Mártir, Vice Provincial de Lituania y el P. Pedro de la Asunción, Vicerrector de Varsovia. Era un día radiante, por una llanura en medio de un bosque de pinos que llegaba hasta Gora, por un camino de arena, barro y charcas. Salieron a la puerta (la Iglesia está separada del Colegio algunos pasos) todos los Padres y Hermanos de Gora, quienes recibieron filialmente al P. General, quien, introducido con los compañeros en el refectorio fue saludado a su llegada por el P. Rector, Constantino [Ruszel] de Santa Ana, con un discurso religioso.

Con nueva brisa y aura, más salubre y abierta, el P. General comenzó a sentirse mejor. Por eso, después de descansar un poco del viaje, escribió una carta que mandó colocar en la puerta, y dice:

“Juan Francisco de San Pedro, Prepósito General de los CC. RR. PP. De la Madre de Dios de las Escuelas Pías, Comisario y Delegado de la Sede Apostólica.
Mañana, Dios mediante, después de la recitación del Salterio del Nombre de María, comenzará nuestra Visita General Apostólica de esta nuestra Casa de Gora. Por consiguiente, rogamos a todos que acudan pronto a la Sacristía, con roquete, para realizar nuestra visita del Santísimo Sacramento y del cuidado y culto de toda la Iglesia.
Al día siguiente, 10 del corriente mes, en la Misa de los estudiantes, nuestros clérigos y operarios recibirán la comunión general, como los alumnos el domingo próximo, que Nos administraremos con nuestras propias manos. Y, mientras dure esta Visita, los sacerdotes, en la Misa, leerán la colecta del Espíritu Santo, y los demás, elevarán oraciones particulares a Dios Todopoderoso, por el resultado fructuoso de nuestra visita y de toda la Provincia de Polonia, y el crecimiento de la Orden. Y, para mayor tranquilidad de conciencia de nuestros Religiosos que viven en esta Comunidad, concedemos a los confesores aprobados para los nuestros, que durante los cuatro días siguientes puedan absolver en el foro de la conciencia los casos a Nos, o de cualquier otra manara reservados, según las Reglas. Declaramos, finalmente, que la autoridad del P. Rector, en razón de la visita, no queda suspendida por Nos, a no ser en cuanto a la facultad de salir de Casa.
Dado en Gora, a 8 de febrero de 1696.
Juan Francisco, etc.”.

Día 9 de febrero de 1696. La Visita anunciada, como se ha dicho, la comenzó el P. General este día, como de costumbre, con la inspección del Santísimo Sacramento, estando todos los presentes revestidos con sobrepelliz. Pero como el P. General estaba convaleciente y sufriendo de fuertes dolores de cabeza, encomendó al P. Miguel, compañero de la Visita, que, con el P. Antonio, el Secretario, continuaran en su nombre la visita local y real, y anotaran lo que les pareciera necesario corregir, o cualquiera otra provisión regular importante, para informarle a él. Acudieron a saludar al P. General cuatro Padres dominicos, entre ellos el Prior, y lectores de teología y filosofía. El lector de filosofía pronunció un discurso en su honor, a la que el P. General respondió de forma improvisada, en conformidad con lo que el orador había propuesto. También vino el Fundador de los Estanislaítas ermitaños, en otro tiempo P. Estanislao [Papezynski] de Jesús María, de nuestra Orden, para ofrecerle sus homenajes, y dio al P. General una pequeña Cruz. Por medio del P. Miguel insinuó que, si él lo permitía, querría ser sepultado entre los nuestros. Dijo además que el motivo de su salida de la Orden fue debido al P. Francisco de Jesús María. Por eso le dijo al P. General, afablemente, que él atribuía su determinación y su obra a las presentes dificultades de la Provincia de Polonia. Se envió una carta al P. Rector de Varsovia ordenándole formalmente, en virtud de santa obediencia, en contra de los que interceptaran cualquier clase de cartas, diciéndole al mismo tiempo que, bajo el mismo precepto estaban comprendidas las cartas del Viceprovincial de Lituania.

Día 10 de febrero de 1696. El P. General, aunque estaba con su salud en cierta manera debilitada, sin embargo, sintiéndose fortalecido durante unos días, celebró la Misa, con asistencia de toda la Comunidad, y administró la santa Comunión a los Clérigos y a los Hermanos, tal como había prometido al comienzo de la Visita.

Encomendó la revisión de los libros de Economía, mediante un decreto particular, a los Padres Miguel y Antonio, Secretario, y respondió a algunas cartas que le habían enviado. Los Padres de los Clérigos Vienses, también llamados Bartolomeos, vinieron en grupo a visitar y saludar, con un discursito, al P. General. Igualmente, las Monjas Dominicas, llamadas de la Observancia, escribieron una carta deseándole una feliz venida, y le pedían al P. General que les asignara a alguno de los nuestros como predicador y director, e invitaban al mismo P. General a visitar su clausura. A lo primero respondió con acción de gracias; a lo segundo, que no podía, por razón del Instituto; a lo tercero, afirmativamente, en cuanto pudiera, y se lo permitieran sus negocios y su salud. Al final de la tarde se visitó un enorme terreno perteneciente al Colegio de Gora, la mayor parte del cual está sembrada, otra parte, plantada de árboles frutales, algunas balsas, hórreos, establos, casas de madera, la tejería, el gran huerto, los rediles etc., de los que se saca la mayor parte de la subsistencia de la Casa. Todo está próximo al Vístula, pero alejado del peligro de aluviones, pues se encuentra sobre algunas colinas suaves; y todo bañado por al mismo río.

Día 11 de febrero de 1696. Se continuó con los libros de economía, por las muchas dificultades encontradas, y se vio y comprobó que era necesario prescribir a toda la Provincia alguna norma para llevarlos correctamente, ya que se descuidan completamente los estudios de Aritmética, porque en Polonia no existe este tipo de estudiosos. Y se dijo que, por lo menos en la casa del Noviciado, a los novicios se les enseñe con esmero cuentas y caligrafía bien clara. En la comida, el P. General fue saludado con un discursito por el clérigo Juan de Santa María de las Gracias. Al atardecer, fueron a homenajearlo los Padres Menores de San Francisco, llamados Bernardinos. Cuando visitaba las clases, fue recibido con muchos saludos en cada una: y, sobre todo en la clase de Retórica y Poesía le ofrecieron dos Actos muy educativos, es decir, uno, de Alfonso Rey de Aragón, sobre la Clemencia del Príncipe; y otro, de Siluro de Escitia, sobre la Concordia, estando presentes la mayor parte, mejor aún, todos los Religiosos de Gora. Después, sintiéndose el P. General mejor de salud, comenzó la visita personal con un Hermano Operario, Elías de San Alberto, y se sirvió, como intérprete, del P. Benito [Scholtz] de Santa Catalina Virgen y Mártir, Viceprovincial de Lituania, elegido por el mismo Hermano. Luego entregaron al P. General una carta del Excmo. Sr. Abad de Polignac, Embajador de Francia, el cual deseándole con todo cariño buena salud, le deseaba volver pronto a Varsovia, y le decía que esos eran también los deseos del Rey. A la cual respondió como lo exigía la circunstancia. Respecto de la vuelta, pocas cosas, pues el P. General, temiendo nuevos ataques por parte del Rey, en relación con los nuevos nombramientos, pensó diferirla hasta visitar otras casas, cuando hubiera explorado más ampliamente las disposiciones de nuestros Religiosos con respecto al instalado P. Provincial, Juan de Jesús María, de los cuales podría también recibir consejos para bien de la Orden y de la Provincia.

Día 12 de febrero de 1696. Como era domingo, el P. General distribuyó la Sagrada Comunión a los Escolares, tal como lo había anunciado. Por la tarde, campos y viveros, etc. Después de la oración de la noche, el P. General pronunció una plática, en la que comparó la vocación religiosa con el grano de mostaza.

Día 13 de febrero de 1696. El P. General se dedicó a tener visitas personales, mientras los Padres Miguel y Antonio, Secretario, dedicaron el tiempo a hacer la revisión de los libros de la Casa, y a visitar las oficinas, por mandato, de las que hicieron también una breve relación al P. General, para las oportunas provisiones.

Día 14 de febrero de 1696. El P. General continuó con las visitas personales. Se recibió la noticia de que el Ilmo. Señor Esteban Wietzbawski, Obispo de Poznan había sido nombrado Arzobispo de Gniezno, fundador nuestro de Gora (Gora significa monte en polaco, y se la quiso llamar Nueva Jerusalén, por los lugares que allí recuerdan la Divina Pasión). En Gniezno hay diversas Órdenes, dominicos, Menores de la Observancia, y clérigos que viven en común, en convento y con rentas de fundaciones. La ciudad, sin embargo, es pequeña, junto al Vístula en una planicie muy abierta.

Día 15 de febrero de 1696. Terminó la visita del P. General a las personas. Después hubo una sesión para recibir las quejas de un ciudadano de Gora contra el P. Constantino [Ruszel] de Santa Ana, Rector. Las había presentado en Varsovia como un simple libelo. Se trataba de imposturas inventadas por la maquinación de alguno de los nuestros, más que de verdades. Por lo cual, el P. General le aconsejó con pacíficas palabras, y lo despidió. Por la tarde, el P. General tuvo la visita de las celdas, e inspeccionó toda la casa. Vinieron los Padres Dominicos Lectores, a invitarlo al Acto de Conclusiones filosóficas para el día siguiente. Luego, el P. General dio al P. Benito de Santa Catalina, Vice Provincial de Lituania, el siguiente testimonio, acerca de la fundación de la Viceprovincia, a saber:

“Juan Francisco de San Pedro, Prepósito General de los CC.RR.PP. de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, Comisario y Delegado de la Sede apostólica.
Como, gracias a Dios, y con el patrocinio de Su Santísima Madre, nuestro humilde Instituto de las Escuelas Pías se ha extendido a nuevos y extensos territorios, desde nuestra Provincia de Polonia hasta regiones hasta ahora inaccesibles a ella, lo que ha sucedido hace poco en Lituania, con las fundaciones de la Excelsísima Princesa Ana Dolska y de su difunto y piadoso cónyuge, Nos, el primero de entre nuestros predecesores que ha salido desde Italia a visitar las casas Ultramontanas de nuestra Orden, en virtud de nuestro cargo y con autorización Apostólica, visitamos estas fundaciones de Lituania, tan remotas de la inspección de los colegios de la Orden en Polonia, ya que es muy difícil poder mantener comunicación con ellos, para gestionar los negocios que cada día suceden, y para la tranquilidad de nuestros Religiosos que actualmente viven en ellas.
Por eso, el día 30 del pasado enero de 1695, mediante decreto nuestro, con nuestra autoridad y la Apostólica, erigimos dichas fundaciones de Lituania en Viceprovincia, unida a la Provincia de Polonia, de la misma forma que la de Hungría está unida a Germania, y la de Cataluña en España con Cerdeña, y, a tenor de la presente, la confirmamos. Y, al frente de ella, ya constituida en Viceprovincia, nombramos, con la misma autoridad de General, y junto con los Asistentes, al futuro Viceprovincial pro tempore, con todos y cada uno de los privilegios y facultades de las susodichas Viceprovincias, para que la presida, según la forma como lo hacen los demás Superiores.
Y para mayor comodidad de los Ministros de nuestro Instituto en dicha Viceprovincia, constituimos y erigimos la reciente fundación de Lubieszow o Neodolscum en Noviciado, según la norma de nuestras Constituciones y de las Apostólicas, para que en ella los novicios, “servatis servandis”, puedan ser admitidos por el Viceprovincial al hábito; después del noviciado, a nuestra profesión solemne; y, luego, ser promovidos a conocimientos cada vez mayores de Piedad y Letras.
Reservándonos ulteriores declaraciones y ordenanzas, para el incremento de la misma Viceprovincia, para cuando, con la gracia de Dios, vayamos allí.
Dado en Gora, en nuestra Casa de las Escuelas Pías, a 15 de febrero de 1696”.

Día 16 de febrero de 1696. Aunque la salud del P. General no era buena, asistió al Acta de Conclusiones filosóficas que le dedicaron los Padres Dominicos de Gora. Después, a petición de ellas, fue a visitar a las monjas de Santo Domingo, llamadas de la Observancia, sobre todo a instancia de la Hermana Eleonor Catalina del Espíritu Santo, Maestra de novicias, nobilísima polaca, religiosa, de espíritu religioso, de padre Castellano, Senador. Ella le pidió, una y otra vez, poder tener alguno de los nuestros como predicador y director del Monasterio. A lo que el P. General, considerando la insignificancia de la Comunidad de Gora, respondió que, cuando hubiera en Gora más Religiosos, tendrían en especial consideración las devotas súplicas de las religiosas. Sin embargo, con grandísima consuelo para ellas, el P. General les concedió la Carta de Hermandad de la Orden. Este monasterio, cuando aún vivía el Obispo fundador de nuestra Casa, ellas estaban consideradas en gran respeto entre los polacos, y en el monasterio profesaban como religiosas muchas hijas de Senadores, Palatinos y Magnates, y obtuvo la confirmación de Monasterio, con la autoridad del Papa Inocencio XI. Pero como se encontró que en la Carta Apostólica del mismo había algún error, porque no era verídica la narración de la fundación, surgieron tumultos, y la mayor parte de ellas se salieron y se casaron. Diez y seis de ellas, perseverando en su vocación, continuaron en el mismo claustro, y pidieron que su Monasterio se organizara según la regla, y con autoridad Apostólica, pues no querían defraudar su vocación. Por eso trataron con el P. General muchas cosas sobre esta situación. Él, admirado de su religiosidad, les prometió que les dedicaría toda su ayuda y dedicación para su consuelo, a pesar de la reluctancia del Obispo de Poznan, etc. De allí fue al pequeño Yermo del P. Estanislao [Papezynski], en otro tiempo de Jesús María, que fue uno de los nuestros, a quien saludó cordialmente con algunos de sus seguidores, a quienes llamó y dijo: “Hijos, si Dios Omnipotente no concediera duración a mi siembra, todas nuestras cosas correspondan a mis Padres de las Escuelas Pías”. Y contó muchas cosas sobre su situación en nuestra Orden, durante muchos años, recordando los trabajos realizados allí, y su inagotable amor hacia ella. En testimonio de ello, rogó al P. General que, tanto a él como a los suyos, les diera la Carta de Hermandad, o la filiación y participación de los bienes espirituales de la Orden. Al atardecer fue adonde el Prepósito de los Clérigos de Vida Común, cuyo lugar se llama Calvaria; porque, ciertamente, por el camino que él conduce, se encuentran Capillas que representan los Misterios de Cristo con la Cruz a cuestas, camino del Calvario.

Día 17 de febrero de 1696. Recogimos en las Actas de la Visita las cosas que se debían corregir, lo que el P. General hubiera hecho de mañana si se hubiera encontrado bien de salud; por eso nos dijo que había que hacerlo al atardecer. Mientras tanto, el P. Estanislao dirigió una carta de acción de gracias al P. General, por la Carta de Hermandad, del siguiente tenor:

“Rvmo. Padre en Cristo, Padre mío y Señor Excmo.
No puedo dar suficientes gracias a Vuestra Paternidad en mi nombre y en nombre de todos mis compañeros; sin embargo, aunque endebles, se las transmito, por su insigne beneficio, que supera todas las cosas temporales. Porque nos ha admitido a los sagrados e ingentes méritos de su Orden, y nos ha incorporado, ante su Divina Majestad, a las excelentísimas acciones de todos los suyos. Trabajaremos para poder corresponder a tan admirable caridad, e intentaremos que nuestra pequeñita Congregación tenga siempre con vuestra sagrada Orden un solo corazón y una sola alma. Y, aunque me parece que no exagero el afecto, permítanos ser sus clientes y servidores perpetuos. Le prometo que éste será para siempre mi afecto y el de mis queridísimos hermanos.
En mi Cenáculo Jerosolimitano, a 17 de febrero de 1696.
De Vuestra Rvma. Paternidad, Humildísimo y Devotísimo,
Estanislao de Jesús María,
No Fundador de la Congregación del S. C., sino indigno servidor.
En Propia mano”.

Se comenzó a avisar individualmente a algunos sobre las cosas que se habían encontrado en la Visita. El P. Antonio de San José cayó enfermo con fiebre. Llegó el P. Rector de Radom.

Día 18 de febrero de 1696. El P. General prosiguió la amonestación de algunos de la Comunidad de Gora, acerca las cosas que había oído de ellos en la Visita. El P. Antonio continuaba aún con fiebre.

Día 19 de febrero de 1696. El P. General dio unas órdenes para la casa de Gora, y mandó que se escribieran, para poderlas publicar por la tarde. Habiéndose enterado el P. General, ocasionalmente, de que el Señor Tesorero del Reino, Lubomirski, iba a Varsovia, de vuelta de Rzeszów, con la mujer y los hijos, y toda su Corte, fue a saludarlo al albergue, y el mismo Príncipe lo llevó de nuevo a casa con él en su coche. Un noble que deseaba nuestro hábito fue examinado, pero, viendo que no tenía muy claro lo de su vocación, fue rechazado, para que la considerara mejor, y volviera en las próximas vacaciones, si es que decidía unirse a nuestro Instituto. Después de la oración vespertina de las Vísperas, el P. General pronunció un discurso en latín, probando que los Superiores de los Regulares deben ser discretos al mandar; en cambio los súbditos, rápidos en obedecer, es decir, sencillos. Después mandó publicar las órdenes para la casa de Gora, dio por terminada la Visita, e impartió la bendición a todos. El contenido de las órdenes es el siguiente:

(Las recomendaciones y las llamadas a la estricta observancia regular siguen en cuatro párrafos “cuya ejecución recomendamos al Rector y al primer sacerdote”, y omitimos aquí, porque ninguna tiene especial interés).

Día 20 de febrero de 1696. Como el P. Benito de Santa Catalina Virgen y Mártir iba a salir de Gora a Varsovia, para preparar su viaje a Lituania a visitar su Viceprovincia, le entregó cartas a los Superiores de las nuevas fundaciones de Lituania, llena de paternas recomendaciones; y muchas otras cartas, la mayor parte a Religiosos pertenecientes tanto a Polonia como a Italia, para llevarlas al correo siguiente. El P. Damián de San Alberto fue nombrado Confesor de los nuestros, mediante una carta entregada por el P. General. El P. General, después de la Corona del Nombre de María, exhortó a la Comunidad a que se acostumbrara a recitarla, cada día, como de costumbre, para ganar las indulgencias de las estaciones, y renovar los votos ante el santísimo Sacramento, lo que al momento comenzaron a hacer, siguiendo su ejemplo.

Día 21 de febrero de 1696. Visitó otra vez la aldea de la casa de Gora, Lipkovia, llamada de los Tilos (Lip en polaco quiere decir tilo), con frecuencia regada por el Vístula. Las dificultades que ya se habían detectado en la censura de las cargas de Misas, examinadas con tiempo, esas mismas se vieron ayer. En el rato de recreación después de la comida, el P. General quiso salir con toda la Comunidad, y ordenó que, cogieran la capa y el sombrero, y se reunieran en su habitación. De pronto, comenzó a examinar los vestidos, a ver si estaban en conformidad con nuestras Constituciones, y la mayor parte los encontró, ciertamente, dignos de corrección, sobre todo los calcetines, de distinto color que el negro, y los zapatos, con tacones, en contra de la Carta Apostólica de Alejandro VIII. El P. General lo corrigió con una exhortación oportuna. Luego, puso dificultades a algunos de la Comunidad que le pedían audiencia, y los despidió. Después de la oración vespertina, el P. General tuvo el Capítulo de culpas, en el que de nuevo corrigió paternalmente muchas cosas, tanto a la Comunidad como a las Personas, proponiendo la pregunta de por qué Jesucristo, antes de separarse de ellos para subir al Cielo, les echó en cara su incredulidad, de lo que habló por la mañana, antes de su salida a Radom. El P. Antonio, después de 30 horas de fiebre, se sintió recuperado.

Día 22 de febrero de 1696. El P. General mandó disponer las cosas para iniciar el viaje a Radom a mediodía. Mientras tanto respondió a muchas cartas sobre varios asuntos de casas. Doce nobles adolescentes Escolares saludaron y despidieron al P. General, en prosa y verso, y él les dio unas estampitas. Después de comer comenzamos el gran viaje, y, por cierto, en el coche del Señor Datnolski, hermano del P. Vicente [Dymowicz] de San José, Ex Provincial, en el que se sentaron el P. General y el P. Miguel; y en el coche cuadriyugo, el P. Constantino de Santa Ana, Rector de Gora, Antonio, Secretario, y el H. Francisco María, Compañero. Detrás seguía otro carro doméstico rústico, de los de la recogida de las jarras de la leche y otros transportes. El camino fue de tres millas polacas, después de las cuales llegamos, por la noche, al pueblo de Warka. En Polonia a este pueblo se le conoce por doquier como el emporio de la cerveza, y pertenece al Palatinado de Mazonia. Los albergues y el fango, iguales que en los demás sitios por Polonia. Como teníamos necesidad de un refugio algo más religioso que el consabido alboroto, haciéndonos un favor, nos concedieron un almacén, lleno de cerveza, donde dormir.

Día 23 de febrero de 1696. Pasamos la noche, en parte sin dormir, creyendo que ya había amanecido. Así que salimos de Warka muy de mañana, con los mismos compañeros y coches. Atravesamos el cercano río Pilza, así llamado por ser de madera, de unos trescientos cincuenta y cuatro pasos de largo, y seguimos por un bosque plantado de pinos, con suelo arenoso, que se prolongaba durante más de cinco leguas polacas, a veces con charcas en el camino. Sereno el cielo, frío el aire, y no sin hielo. Para comer, nos paramos en Jedlinsk Miasteczko, de la Diócesis de Cracovia y del Palatinado de Sandomierz, que depende de la Academia de Cracovia. Se cree que dicho nombre en polaco se traduce como pueblo de abeto, pues casi todo él es de madera. Está situado en una hermosísima planicie. En años anteriores nos ofrecieron allí mismo una fundación para nuestro Instituto; pero, por la excesiva cercanía a Radom, a dos leguas de distancia, y otras razones, especialmente en relación con los Académicos de Cracovia, fue rechazada. Después de una breve comida, caminando por lodazales, matorrales bosques y lagunas, llegamos a Radom antes de la puesta del sol. La Ciudad tiene vestigios de antigüedad, está medio destruida, y colocada en un lugar pantanoso. Pertenece al Reino de Polonia, y es célebre por haber tenido durante mucho tiempo los Comicios de la República, de donde recibió el nombre, pues Radom en polaco quiere decir Casa de reuniones. Nuestra casa está dividida en dos partes, y, ciertamente, es misérrima, y se respira por todas partes que los inicios de la fundación no fueron según indican nuestras Constituciones. Llegamos de improviso, pues nuestros religiosos no esperaban la llegada del P. General hasta al día siguiente. El Gran Señor Barón Luis de Orgeval, natural de Saboya, muy amigo de nuestro Instituto, que había sido avisado con tiempo, había preparado para el día siguiente la llegada al P. General, para no recibir al P. General saliendo a su encuentro de forma incómoda e inadecuada. En cuanto llegamos, después de recibir el extraordinario homenaje de la Comunidad, decretó poner en la puerta de las ordenanzas ordinarias un decreto o intimación, del tenor que se puede ver en el libro de registros de la Casa de Gora, folio 203.

Día 24 de febrero de 1696. Después de la Misa, en una revisión superficial, el P. General inspeccionó la Iglesia, la Sacristía, y la casa, dejando las ordenanzas para el acto de la visita formal. La Iglesia está dedicada a San Martín; es de madera; guarda una devota Imagen de la Santísima Virgen, y está separada de la Casa. Al lado de ella se encuentra el huerto, muy adecuado. La Sacristía es de piedra y adecuada. La casa de los seglares aún no está regularizada; hay sitio bastante amplio para colegio con clases, y para oficinas, muy cómodo para allanar. Está bien provisto de rentas, aunque también fincas con pleitos intrincados, de difícil exacción. Después, el P. General tuvo una conversación con los Padres Rector y Vicerrector, a fin de discutirlo todo en una reunión, para que a partir de las relaciones de la Visita se viera lo que, en realidad, se podía hacer. Después de comer y de recitar el salterio del nombre de la Madre de Dios, reunida toda la Comunidad en la Sacristía, como la víspera, el P. General inició la Visita formal, comenzando por la custodia del Santísimo Sacramento, y el culto de la iglesia. Luego de inspeccionó diligentemente cada uno de los altares, y demás cosas de la casa, desde las espirituales, a las oficinas. Para la revisión de los libros de ingresos y gastos, y presentarlos a la censura, comisionó a los Padres Miguel y Antonio, a fin de que informaran de todo lo que encontraran digno de arreglo. Mientras tanto, el P. General se dedicó a hacer la visita personal en su habitación.

Pero, como se presentó en un coche sexyugo, con un séquito sencillo y algunos Caballeros nobles, el Sr. Luis, Señor de Orgeval, Delegado de Livonia y Vice Coronel Regio, el P. General tuvo que dejarlo durante unas horas, y continuó cuando él se fue.

Al terminar la oración de la tarde, basándose en el texto evangélico de San Juan, 15: “Este es mi mandato: que os améis mutuamente, como yo os he amado”, pronunció una conferencia a la Comunidad, tratando sobre todo de la caridad regular, en la que se fundamenta la perfección de la justicia.

Día 25 de febrero de 1696. El P. General prosiguió la visita de las personas.

Encomendó a los Padres. Miguel y el Secretario, para la inspección, las cuestiones economía de la casa. Después de comer, fuimos a Golomdiovia, aldea del Señor De Orgeval, a hacerle un homenaje. El P. General fue recibido con honores, y tratado a la polaca, con los demás. Ese lugar dista de Radom la quinta parte de una legua.

Día 26 de febrero de 1696. También hoy el P. General se ha dedicado a escuchar a las personas. Por cierto, comenzó muy de mañana, para que, como era día de fiesta, todos pudieran cumplir con sus obligaciones. En la Misa distribuyó la Sagrada Eucaristía a los Escolares de sintaxis, y a los nuestros no sacerdotes. Era muy de tener en cuenta el número de alumnos y su condición. Hacia las tres de la tarde, la noble juventud de Radom mostró su elocuencia, ofreciendo en forma de saludo festivo dedicado al P. General una Actuación, y una Comedia, titulada: “Teatro en memoria de de los inmortales”, haciendo de Protagonista Atilio, Rey de los Romanos, vencedor de Antíoco, Rey de Siria. Asistió a la función una gran cantidad de nobleza, de uno y otro sexo. La Comedia es obra del P. Pedro [Koslionski] de San Sebastián.

Día 27 de febrero de 1696. El P. General continuó aún la visita personal durante todo el día. Al atardecer visitó las clases, donde fue recibido entre saludos de aclamación, al estilo polaco, en cada una de las clases, por los hijos adolescentes de los nobles.

Día 28 de febrero de 1696. Después de escribir muchas cartas a muchas personas, y de celebrar la Santa Misa, siguió haciendo la visita personal. Encargó de la inspección de la economía a los delegados. Al atardecer visitamos la finca, el hórreo, y la lechería, recientemente inaugurada. La finca servirá en el futuro, ciertamente, de utilidad para la casa, pues tiene prados, campos, bosques, pastos y charcas no muy profundas, próximas a las murallas de la ciudad.

Día 29 de febrero de 1696. El P. General prescribió, a partir de la visita, las ordenanzas que debía dejar, y hubo acuerdo respecto de ellas. Del mismo modo, examinados los errores hallados en la economía, dio un decreto, para que se cumpliera en el futuro. A cada uno le hizo alguna amonestación con respecto a lo que había observado en la visita. El resumen de las ordenanzas es:

(Subrayamos las recomendaciones acerca de la redacción de la crónica de la casa, y de los libros de la administración, con la obligación de revisarlos cada mes, de lo que son responsables el P. Rector y el Vicerrector).

Estas ordenanzas se publicaron en presencia de la Comunidad de Radom, después de una sustanciosa conferencia sobre la perfección de la obediencia, hecha por el P. General, a partir de las antífonas del Magnificat de este día, sacada del Evangelio del domingo anterior, es decir: “Una parte cayó en tierra buena, y esos son los que tienen un corazón bueno y perfecto, etc.” Después hubo Capítulo de culpas. Finalmente, a continuación de la cena, en la hora de la recreación, reunión Congregación sobre algunos asuntos de la Casa, debido, sobre todo, a un cierto escrito presentado al P. General por los Cónsules de la Ciudad de Radom.

Notas