BartlikAnales/1610
Año 1610 de Cristo. Décimo cuarto de las Escuelas Pías. Sexto de Paulo V.
Ephemerides Calasactianae III (1934, 124-128)[Notas 1]
Pocas cosas sabemos de este año con respecto a nuestra historia. Solamente que llegaron algunos profesores para suplir a los que se habían ido. Entre los que se quedaron destaca Don Juan Bautista García, español, castellano, de la diócesis de Segovia, clérigo con la primera tonsura y las cuatro órdenes menores. Este, guiado por la caridad, queriendo dedicarse a la educación de la juventud, se unió de buena gana, y dedicó honrosamente a este loable ejercicio 49 años, perseverando en verdad hasta el final de su vida, como se verá a su debido tiempo. Quizás vino con él otro, llamado Curcio Nanni de Radiano. Los nombres de otros son difícilmente localizables. Por otra parte, es difícil escribir qué hicieron en las Escuelas Pías los nuevos operarios de este año, pues no existe ningún documento que hable de ello, a excepción de la muerte de uno de los operarios, en concreto D. Horacio Cissoni, fallecido el 25 de marzo. Su funeral costó 6 escudos y dos julios.
No parece oportuno dejar en silencio la obra de misericordia que los bienhechores hicieron este año por medio de limosnas a favor de las Escuelas Pías. Pues sumando mes a mes las colectas, llegan a un total de 727 escudos. Entre otras se encuentra un legado de un cierto Lucio Brancadori, por valor de 25 escudos y 80 bayocos.
Entre los bienhechores no era de los últimos Cintio Pasero, Cardenal Diácono de S. Jorge en Velo Áureo, que en los años pasados gastaba a favor de los pobres operarios de las Escuelas Pías 40 y 60 escudos. Pero éste a principios de enero padeció dolor de cálculos, y abandonó la palestra de los mortales, como escribe Ciaconio. Su cuerpo fue llevado a la Basílica de San Pedro y fue enterrado en el altar en el que se veneran las cadenas de San Pedro, al que quiso dejar todo su ajuar sagrado en su testamento. Así se lee en la Vida de Ciaconio.
Notas
- ↑ Falta el párrafo inicial: Ex Historia Romana tria occurrunt anno praesenti memorabilia. Primum est quod novus ordo sanctimonialium sub titulo Visitationis Bae. Mariae Virginis, institutore Beato Francisco de Sales Genovensi Episcopo Ecclesiae Dei resplendere incepit. Dicto autem titulo insignitus est, eo quod pro reverentia Mysterii in Visitatione S. Elisabethae peracti piae Matronae visitare pauperes infirmos, ac debiles consolationis et obsequii alicuyus praestandi gratia obligarentur. Modo autem cum clausuram, more aliarum claustralium servent, et charitativum illud obsequium praestare non valeant; debiles et infirmas atque ingressum aliorum ordinum, minus habiles in gremium suum, admittere teneant. Alterum est quod Summus Pontifex pro suo erga infidelium conversionem zelo, ade eam facilius ubique gentium promovendam constituerit in omnium Religiosorum Ordinum Studiis domesticis esse debere, hebraicae, graecae, arabicae et latinae linguarum professores. Tertium denique est quod idem Sanctissimus calendis mensis novembris solemni celebritate ac ritu Ecclesiae consueto, Sanctorum Confessorum albo inscripserit ac universo terrarum orbi venerationi et cultui proposuerit Carolum Borromeum quondm S. R. Eccl. Cardinalem et Archi-Episcopum Mediolanensem, cuius miracula non tantum occidentem seu orientem etiam caeterasque mundi partes illustravere. Traducción: En la historia romana este año ocurren tres cosas memorables. La primera es que comenzó a brillar en la Iglesia de Dios una nueva orden de religiosas con el nombre de la Visitación de Santa María Virgen, fundada por el Beato Francisco de Sales, obispo de Ginebra. Las citadas religiosas se obligan, por el título que tienen, a hacer por reverencia al misterio de la Visitación lo que la Piadosa Madre hizo a Sta. Isabel: visitar a los enfermos pobres y débiles, llevándoles gratis algún tipo de consuelos y regalos. Pero, puesto que son de clausura, y deben observar las costumbres de las otras religiosas de clausura, y no pueden prestar aquel obsequio caritativo, deben admitir en su comunidad a las débiles y enfermas y menos hábiles para entrar en otras órdenes. Lo segundo es que el Sumo Pontífice, movido por su celo por la conversión de los infieles, y para promoverla más fácilmente entre todas las gentes, ordenó que en todas las casas de estudios de todas las órdenes de religiosos debe haber profesores de lengua hebrea, griega, árabe y latina. Y lo tercero, por fin, es que el primero de noviembre, con la celebración solemne y el rito acostumbrado de la Iglesia, también Su Santidad inscribió en la lista de Santos Confesores y propuso para ser venerado y para recibir culto a Carlos Borromeo, en otro tiempo Cardenal de la S. I. R., y arzobispo de Milán, cuyos milagros han deslumbrado no sólo a occidente, sino también a oriente y las demás partes del mundo.