Reunificacion1868-1906/Empezando por el final
Empezando por el final
El 19 de julio de 1904 enviaba el P. General Alfonso Mistrangelo la siguiente circular[Notas 1]:
Hemos recibido de la Secretaría de Estado de Su Santidad el Documento que, copiado a la letra, dice así:
Nº 6465[Notas 2]. Ilmo. Y Rvmo. Sr.: Por encargo del Santo Padre me apresuro a transmitir a V.S. Ilma. y Rvma. el motu propio adjunto que regula la condición jerárquica regular de los Escolapios y de los Menores de España. Para que las medidas tomadas puedan producir más fácilmente su efecto saludable, Su Santidad se digna informar a V.S. y a su Orden de las siguientes disposiciones:
- I.El Capítulo General que debía celebrarse en el próximo mes de agosto se pospone hasta agosto de 1906.
- II.En aquel Capítulo y en todos sus actos tomarán parte todos los vocales de Italia, España, Imperio Austro-húngaro, y de todas las demás provincias de la Orden, y ningún vocal podrá rechazar su participación, ni eximirse de los cargos que le fueren conferidos.
- III.Para este bienio V.S. elegirá en nombre de la Santa Sede un Prepósito General con Asistentes Generales, que deben ser nombrados de las principales naciones donde se extiende la Orden, los cuales tomarán posesión de su cargo el próximo septiembre.
- IV.Es deseo del Santo Padre que los Superiores que se nombren para este bienio sean conocidos por su amor a la observancia, por su firmeza y celo en la restauración y consolidación de la vida común perfecta, y por su prudencia y piedad fuera de lo común.
- V.Quiere además el Santo Padre que los beneméritos Padres del Imperio Austro-húngaro unan a su celo por la educación de los jóvenes una generosa y leal vuelta a las tradiciones calasancias. Además, para alejar los graves peligros de una vida demasiado dedicada a los progresos científicos y literarios, y con el fin de hacer reinar cada vez más en tales casas de formación un espíritu verdaderamente sacerdotal y religioso, quiere Su Santidad que se introduzcan en ellas todas las enmiendas y correcciones que puede exigir la necesidad de repristinar la perfecta observancia de las reglas propias del benemérito Instituto calasancio. Si hay dificultades o desacuerdos prácticos, los Superiores, de acuerdo con V.E., formularán una serie de cuestiones dudosas y proyectos para ser examinados y resueltos por la Santa Sede. De este modo cesarán los peligros y ansiedades de muchas conciencias.
- VI.Habiendo bendecido el celo de V.S. en el gobierno de las Escuelas Pías, para que con dulce prudencia pueda Usted continuar este santo trabajo de perfeccionamiento de su Orden sin prejuicio de su Archidiócesis, el Santo Padre le nombra por un trienio Visitador Apostólico de la misma Orden para las cuestiones de mayor importancia, a fin que los nuevos Superiores Generales puedan recibir de la experiencia y dignidad de V.S. luz, dirección, protección y fuerza moral. Con ello V.S. quedará exonerada del cargo de Prepósito General, limitando su acción de Visitador apostólico a los asuntos de primera importancia, en los cuales los nuevos Superiores deberán consultarle y secundarle.
Aprovecho para confirmarme … AM. Rafael Card. Merry del Val. Roma, 19 julio 1904
Lo que comunicamos a V.R. para que lo transmita a los PP. Rectores de su Provincia y llegue a conocimiento de todos los religiosos, dándonos aviso de haberlo cumplido. Alfonso Mistrangelo, Melitón Rueda, Secretario.
El 16 de agosto del mismo año, el P. Provincial de Hungría, Gabriel Magyar, escribe al P. Mistrangelo la siguiente respuesta[Notas 3]:
Ante todo, pido permiso para responder con respecto a los escritos de Vuestra Excelencia, el primero fechado en Roma el 22 de julio de este año, y el siguiente en Florencia el 5 de agosto, en los que se dignó ordenarme que comunicara los altísimos decretos concernientes a nuestra Provincia Húngara en relación con la Orden, después de obtener el acuerdo de todo mi Consistorio, cosa que hago ahora.
Sírvanos de excusa el que las cartas de Vuestra Excelencia por una parte eran inesperadas y nos llegaron en un mal momento; por otra parte, que se trata de disposiciones de tan gran importancia que deben considerarse muy despacio por parte de la Provincia Húngara. Lejos de nosotros el deseo de retrasar la obediencia filial a los escritos de Vuestra Excelencia, pero pensamos que teniendo en cuenta nuestra existencia y el bien común de la Orden, en un asunto como este debíamos pensar las cosas no de manera inmediata, sino despacio en la medida de lo posible, persuadidos de que Vuestra Excelencia, que en su breve estancia entre nosotros dejó indeleble prueba de bondad para con los hermanos de las Escuelas Pías de la Provincia Húngara, no se tomará a mal nuestro retraso. Sírvanos pues de excusa para que con profunda reverencia y sinceridad de hijos presentemos las causas que nos movieron a mi Consistorio y a mí a pensar serenamente en los efectos y consecuencias que la publicación de los inesperados escritos de Vuestra Excelencia en el organismo de nuestra Provincia formado y consolidado a lo largo de siglo y medio en medio de las características y exigencias propias de nuestro Reino.
Declaro, para comenzar, que de ningún modo nos desagrada tener un vínculo con toda nuestra Orden, pero sí que nos angustia lo referente al momento y al modo en que parece que se nos manda llevar a cabo tan repentinamente esta unión. En efecto, cuando Vuestra Excelencia estuvo en Viena, aquel artículo publicado en Neue Freie Presse, aunque fue rápidamente explicado, llegó a conocimiento de los húngaros, y los redactores de prensa, como si se tratara de un incendio, sin ni siquiera preocuparse por confirmar la veracidad de lo dicho, sin embargo, se rebelaron y protestaron vehementemente contra cualquier intención, incluso remota, que por medio de las Escuelas Pías se quisiera introducir en cuestiones literarias y educativas en Hungría, a la que nuestra Provincia está estrictamente unida, viniendo de cualquier autoridad externa. Sin duda Vuestra Excelencia se daría cuenta de que la mayor parte de la prensa húngara es partidaria de que la educación de la juventud pase de manos religiosas a manos seglares.
Para orientar la opinión pública húngara contra esta opinión, y prevenir ulteriores combinaciones tendenciosas, consideramos necesario dar a conocer de la carta de Vuestra Excelencia de fecha 26 de enero sólo la parte en la que se dignaba informarnos de su antiguo deseo de conocer a los hermanos de las Escuelas Pías, y por eso la venida de Vuestra Excelencia a visitarnos carecía de intención oficial. A pesar de esta declaración, los periódicos, no solo de Budapest, sino de otras ciudades donde hay Escuelas Pías, trataron durante muchos días sobre la venida de Vuestra Excelencia. No queremos que Vuestra Excelencia ignore que los que de este modo se levantaron para nada transmitieron la refutación según la cual el General de la Orden solo tiene influjo en lo referente a la vida moral y en la disciplina religiosa; solamente les interesaba lo referente a la educación de la juventud y temas relacionados con ella.
Por lo tanto, si después de la paterna estancia de Vuestra Excelencia hace dos meses entre nosotros, ahora que apenas han cesado aquellos ataques contra cualquier influjo extranjero, y después de aquel intento de ganarnos la opinión pública a favor de Vuestra Excelencia, si ahora de repente damos a conocer las órdenes de Vuestra Excelencia de fechas 22 de julio y 5 de agosto en nuestras casas y a nuestros hermanos religiosos, estamos convencidos de que ahora ocurrirá una protesta mucho más fuerte por parte de la prensa. Sin duda calmó el ímpetu de los redactores aquella declaración nuestra que hicimos a partir de la carta de Vuestra Excelencia, y con ella calmamos la rebelión pública, pues la gente consideró suficientes las explicaciones dadas. Pero la situación sería muy diferente si se pueden servir de los preceptos transmitidos por Vuestra Excelencia para provocar a la opinión pública, las Cortes y las principales autoridades para que intervengan contra el peligro que representa la reforma de los estudios por parte de las Escuelas Pías.
Pero, aunque la opinión de la prensa en asuntos públicos no debe despreciarse, no es este clamor lo que llena de amarga ansiedad nuestro corazón, sino el efecto que las órdenes inesperadas enviadas por escrito por Vuestra Excelencia puedan tener entre nuestros hermanos religiosos. Pues los profesores de nuestros 24 gimnasios, provistos de diploma otorgado por el Estado y en su mayor parte en la flor de la edad, si hoy abandonaran la Orden, con su diploma podrían trabajar en cualquier gimnasio. Y quién sabe cuántos serían los que perderían la confianza y adhesión que ahora tienen a la Orden si tuvieran ante la vista siempre la incertidumbre que amenazaría a la Orden si la vida de la Orden, después de siglo y medio de historia, desapareciera repentinamente por medio de nuevas disposiciones dadas sin preparación y transición. Aumentaría su incertidumbre si se impusiera toda esta reforma sin previa interrogación e información por parte del Provincial. Además de los 30 novicios y 35 estudiantes que estudian en gimnasios, tenemos en la actualidad 68 estudiantes de filosofía y teología que, si se enteraran de estas órdenes de Vuestra Excelencia, no creemos equivocarnos al decir que, por temor a la reforma, rápidamente depondrían el hábito religioso, después de haberse preparado a costa de la Orden, y ser capaces de ganarse la vida. Si la mayor parte de nuestros juniores nos abandonara, por una parte, a causa de la falta de relevos, al cabo de poco tiempo no podríamos satisfacer las obligaciones que tenemos en nuestros gimnasios; por otra parte, apenas encontraríamos entre los jóvenes quienes quisieran unirse a nosotros, y de todo ello se deduce que nuestros gimnasios pasarían, con gran alegría de los enemigos de la iglesia, a manos seculares.
Si nos permite usar la sinceridad de los hijos, no estamos menos perturbados porque en la carta e Vuestra Excelencia del 5 de agosto menciona la Provincia Austro-Húngara[Notas 4], en representación de la cual Vuestra Excelencia intenta nombrar a alguien de las Escuelas Pías de la Provincia Húngara Asistente General. Suponemos que esa Provincia Austro-húngara es sólo una manera de hablar, sin realidad moral ni jurídica, pues si se intentara hacer una unión real de estas dos provincias, estamos convencidos de que contra esta unión no solo hablarían los redactores de los periódicos, sino que incluso las cortes y el Gobierno del país protestarían enérgicamente. Pues, aunque Austria y Hungría tienen negocios en común en lo político, en los demás asuntos cada país es un reino independiente del otro. Por lo tanto, el Gobierno del Reino de Hungría solo reconoce la Provincia Húngara de las Escuelas Pías; solo apoya y sustenta moral y realmente a las Escuelas Pías Húngaras, mientras desconoce una Provincia Austro-húngara. Por lo tanto, si con buena intención se hiciera la unión de estas dos provincias, aunque sólo fuera nominal, sin embargo, esta denominación podría provocar diversas perturbaciones no solo a nuestra Orden, y no creemos que Vuestra Excelencia quiera ser la causa de ello.
No olvidemos la costumbre que existe, desde el principio de la llegada de las Escuelas Pías al Reino de Hungría en 1715, cuando fueron recibidas según las leyes del país, de que su Cabeza (es decir, el Provincial) fue siempre el que tenía plena potestad para aceptar fundaciones, o recibir cualquier otro tipo de obligaciones legales. Así, sin necesidad de recordar otras, el Altísimo Ministerio asignó, de acuerdo con un contrato firmado con el Provincial para construir un nuevo gimnasio de las Escuelas Pías en Temesvar, la cantidad de 240.000 coronas. Del mismo modo, el Estado asigna al P. Provincial la cantidad de 88.000 coronas anuales para el mantenimiento de las Escuelas Pías, y además un subsidio para formar a nuestros juniores. Ahora bien, si el Reino de Hungría se enterara de que la Provincia de Hungría se había unido, aunque sólo fuera de nombre, por orden de alguna autoridad superior, sin su conocimiento y sin previa petición por parte del Provincial de Hungría, sin duda se destruiría su estado legítimo, según el cual el Provincial de Hungría tiene plena potestad para establecer o romper obligaciones en nombre de la Provincia. Esta situación traería, entre otras consecuencias, la supresión por parte del Estado de todos los subsidios que hasta ahora concede para el mantenimiento de la Orden, ya que el Reino de Hungría no puede conceder subsidios del erario público a corporaciones morales y literarias cuya cabeza no pueda dar plena garantía de que ninguna autoridad externa tiene derecho a tomar decisiones por encima de él, es decir, que el subsidio en Hungría es asignado solamente para finalidades escolares húngaras. De modo que si perdiéramos el subsidio que nos concede el Estado, nuestra Provincia no podría responder a su vocación a causa de la miseria, y tendríamos que abandonar nuestros gimnasios. No hace falta decir que esta incertidumbre perturbaría los ánimos y las actividades de los hermanos, de modo que nuestra floreciente Provincia quedaría reducida al extremo, con gran detrimento de la juventud y de la Iglesia Católica.
Preocupados por la futura existencia de nuestra Provincia, con sinceridad de hijo presentamos ante Vuestra Excelencia las graves secuelas que amenazan a nuestra Provincia si se pusieran en práctica de repente y sin preparación las órdenes indicadas en el altísimo rescripto. Pues nosotros, que tenemos ante la vista todo lo referente a Hungría, en conciencia debemos hacer notar que, si se publicaran inmediatamente las altísimas órdenes de Vuestra Excelencia, acerca del cual la opinión pública tiene diversas sospechas desde cuando Vuestra Excelencia visitó Hungría, se podrían derivar tales males que ni siquiera podemos imaginar. El hecho de que las Escuelas Pías tengan 24 gimnasios en Hungría, en los que cerca de 300 profesores diplomados de nuestra Orden instruyen anualmente a cerca de 10.000 jóvenes en el espíritu de la Iglesia y el amor a la Patria, siempre ha sido una paja en el ojo de aquellos que no ven con gusto la instrucción de los jóvenes en manos de religiosos. Su número crece cada día, y aplaudiendo aprovecharían la mínima ocasión que se les diera para dañar la confianza de Hungría en nuestro instituto, y arrancar de nuestras manos y al mismo tiempo de la Iglesia Católica la instrucción de la juventud. Y entonces no solo se arruinarían las Escuelas Pías ahora florecientes, sino todo lo relacionado con el General Romano.
Si Vuestra Excelencia piensa que nuestra angustia es excesiva, entonces le rogamos humildemente que, antes de tomar una decisión, se informe acerca de nuestra angustia, consultando a la persona adecuada, el Emin. Sr. Cardenal Primado del Reino de Hungría, el Arzobispo de Esztergom, que conoce bien la opinión pública húngara y la situación de las Órdenes Religiosas.
Nosotros insistimos en que no estamos en absoluto en contra de la adecuada unión con el General cabeza de toda la Orden de las Escuelas Pías, por lo que presentamos las súplicas siguientes a Vuestra Excelencia.
Puesto que las órdenes de Vuestra Excelencia citadas más arriba a mí y a mi consejo nos resultan totalmente inesperadas, y puesto que estas órdenes son contrarias al uso en la Provincia Húngara vigente desde hace siglo y medio, la publicación repentina de las reformas pretendidas , como hemos explicado más arriba, fácilmente reduciría al extremo a la Provincia Húngara de las Escuelas Pías, por lo cual suplicamos a Vuestra Excelencia que se digne benignamente permitir que la publicación de esas órdenes se difiera hasta que se presente el momento adecuado, que será cuando en el Capítulo de julio de 1906 podamos discutirlas, y entonces el Capítulo tendrá derecho, en nombre de toda la Provincia, de decidir acerca de esas órdenes.
En lo que se refiere al retraso del Capítulo General al año 1906, y la Comisión altísima a Vuestra Excelencia para que nombre un General para estos dos años, y el nombramiento de Vuestra Excelencia como Visitador Apostólico por tres años, así como la voluntad de Su Santidad de que todos los miembros de nuestra Provincia se esfuercen por cultivar además de la ciencia el espíritu de S. José de Calasanz y observen fielmente la disciplina religiosa, lo publicaré inmediatamente y lo exigiré estrictamente a todos los miembros de nuestro instituto. Mientras tanto, con respecto a la observancia religiosa, permítame Vuestra Excelencia informarle que ya en cartas circulares y con ocasión de las visitas siempre hemos tratado este tema, y siempre hemos procurado que el espíritu de nuestro Santo Padre se cultive en el corazón de nuestros hermanos, y hemos intentado eliminar todo obstáculo que pudiera debilitar mínimamente este espíritu. Esto lo tenemos muy presente en la formación de nuestros juniores, para que su vida religiosa sea vigorosa junto a las ciencias profanas, y aunque en estos tiempos existen muchos impedimentos contra la vida religiosa que antes no existían, esperamos que con el favor de la divina Providencia nuestros humanos esfuerzos no dejen de producir el fruto esperado.
Mientras pedimos humildemente a Vuestra Excelencia que se digne escuchar nuestras súplicas, me encomiendo yo mismo y nuestra Provincia Húngara a los paternos favores de Vuestra Excelencia, y besos sus manos bondadosas.
En Budapest, en nuestra sede de S. Jose de Calasanz, a 16 de agosto de 1904, en pleno Consistorio nuestro. Gabriel Magyar.
Un año antes, el P. Mistrangelo había dirigido a toda la Orden una circular anunciando el Capítulo General de 1904 (que luego se pospondría hasta 1906). En ella, entre otras cosas, decía[Notas 5]:
A vosotros, queridos hijos que vivís fuera de Italia, por la presente os invitamos al Capítulo General, en el cual intentamos eliminar las innovaciones que puedan turbar la dorada concordia de los hermanos, y que debiliten el fruto de nuestro Instituto, con un sentimiento de acerbo dolor por parte de todos. Será bueno recordar que Mauro Ricci, de feliz memoria, en su carta de fecha 25 de marzo de 1892, dijo que era la intención de la Sagrada Congregación que vinieran todos los delegados al Capítulo, incluso los del extranjero. Nadie puede vaticinar qué beneficios saldrán de él, pero confiemos todos en que el mayor beneficio que puede venir a una hermandad religiosa es que todos tengan la misma intención, el esfuerzo por conservar la unidad del espíritu con el vínculo de la paz.
No parecería que cumplo con mi deber si no agradeciéramos, como ya contamos antes, a los hermanos de España, por la benevolencia y singular amabilidad con que estas florentísimas provincias de las Escuelas Pías de ese reino nos acogieron, y por ello lo hacemos con mucho gusto. Comprendisteis la necesidad de acudir al próximo Capítulo General que se celebrará en Roma, y aceptasteis hacerlo cuando en la reunión que tuvimos en Zaragoza los días 17 y 18 de octubre de 1900, con asistencia de los PP. Vicario General de España, el ex Vicario General y Asistente General por las Dos Castillas, y los Asistentes Generales de Valencia y Aragón, los Procuradores Generales de Roma y de España, y los cuatro Provinciales de España, decidisteis responder a la primera de nuestras nueve proposiciones según la cual asistirían por España al Capítulo General Romano el P. Vicario General u otro delegado por él, uno de los Asistentes Generales y el Procurador General que reside en Roma, cada uno de los tres gozando de voz activa y pasiva. La gran fama, nunca puesta en duda, de que gozáis tanto en enseñar las disciplinas escolares, acomodadas a las difíciles exigencias de los estudios modernos, como en la recta observancia de las Constituciones, ciertamente al venir a Roma os acompañará; de modo que pueda beneficiar esta parte de la familia Calasancia al bien común de toda la Orden.
A esta invitación respondió el P. Eduardo Llanas, Vicario General de España, con una larga circular (20 páginas) fechada en Zaragoza el 22 de mayo de 1904, un par de meses antes de su muerte. Copiamos algunos de sus párrafos:
(…) Las provincias españolas no aspiran a una situación de privilegio: quieren ser las primeras solo en el momento del sacrificio y gustosas renunciarán a toda su gloriosa historia, a toda su organización actual, si así lo reclama el bien general de las demás provincias. Ha bastado una indicación del Rvmo. P. Prepósito General para que el Vicario General de España haya proporcionado un religioso súbdito suyo para Provincial Romano y otro para secretario del Prepósito General, u otro para rector de Grakowia (sic), y otro para el arreglo del archivo General y otro para la redacción de las Efemérides, y otro para Maestro de Novicios de la provincia Romana, y otro para igual cargo en la Provincia de Liguria, sin contar con algunos Hermanos Operarios puestos a las órdenes del R.P. Prepósito. Y cuando S.E. Rvma. Deseoso de impedir que nuestro Colegio de Grakovia (sic) pasara a manos de los acreedores, acudió al P. Vicario General, solicitando un anticipo metálico que asegurara para la Escuela Pía aquel antiguo colegio, la Generalidad de España no solo no halló inconveniente en la realización del anticipo, sino que generosamente hizo un donativo suficiente para evitar nuestra deshonra y la pérdida de uno de nuestros buenos colegios.
Las anteriores indicaciones demuestran por manera clarísima que las Escuelas Pías de España, lejos de aspirar a constituir un organismo autónomo, con vida independiente del principio que debe regular, animar y vigorizar todo el Cuerpo Calasancio, se consideran como parte integrante de ese cuerpo, del cual jamás se separarán, porque no tienen el instinto del suicidio. (…) con todo, a pesar de esa buena disposición y de los hechos que tan altamente la proclaman, es indudable que la unidad de gobierno resulta muy deficiente en nuestro Pío Instituto, y que todos debemos cooperar a una unificación que ha de redundar en beneficio de todos. Varias tentativas se han hecho para restablecer la unidad de régimen y de jurisdicción que desatentadamente rompió el cesarismo regalista de nuestros antiguos reyes, y nunca han dado resultado porque realmente no podían darlo. (…) Todas estas tentativas han sido infructuosas porque en ellas se prescindía demasiado de la realidad de las cosas. Fija la vista en el regalismo, que en 1801 llegó a decretar la separación de las Provincias españolas y su independencia respecto a los Superiores residentes en Roma, dejó de tenerse presente lo estatuido por el Derecho Pontificio, precisamente para anular, o por lo menos para aminorar, los funestos efectos del cesarismo regalista. Se ha caído en el error de atribuir a la labor regalista lo que ha sido producto de los Decretos Pontificios. Los decretos de los regalistas perturbaron a las Órdenes Religiosas, pero no formaron estado en su modo de ser y de funcionar, a lo menos respecto de nuestro Pío Instituto; pero la Bula Inter Graviores de Pío VII y la In Suprema de Gregorio XVI, dadas precisamente para reparar los estragos del regalismo y contener su avance, aceptadas lealmente por nuestros Religiosos, siempre dóciles y sumisos a la Cátedra Apostólica, influyeron en nuestra organización y determinaron la transición regular de la jurisdicción en nuestra Escuela Pía, dando a esta un modo de ser particular, en España, y en el cual todavía persevera.
(…) ¿Que ese Vicariato es incompatible con la unidad que debe vivificar a todo el organismo Calasancio? Aunque así fuera, sólo a la Santa Sede estaría reservado el obviar ese inconveniente. Pedir la supresión del Vicariato para reforzar la unidad de la Orden escolapia es faltar a los respetos debidos al Augusto Vicario de Jesucristo, suponiendo que este ha establecido y conservado y patrocinado durante un siglo una obra anatematizable. (…) Mas ya que no es lícito arrebatar a los españoles el Vicariato General por ser institución pontificia y por haber siempre funcionado bajo la inmediata dependencia y dirección de la Santa Sede, ¿podrían los españoles renunciar a él, en aras de la unidad del régimen, tan conveniente a nuestro Pío Instituto? Resueltamente adoptamos la opinión negativa; no son renunciables las ventajas que otorga la Santa Sede, porque se supone que lo que tiene un origen tan elevado es lo mejor y más perfecto en su género. Además, la desaparición del Vicariato General sería desastrosa para nuestras Provincias de España, y perturbaría muy hondamente las conciencias de todos los Escolapios españoles. Forma el Vicariato General un organismo completo, tan completo que, si por una de aquellas contingencias que el hombre no sabe prever, llegaran a desaparecer todas las provincias escolapias que no le están sujetas, podría subsistir el Vicariato General sin introducir en él modificación alguna y sin que experimentara la más leve perturbación en su marcha y desenvolvimiento. Por esto, su desaparición sería para los españoles algo así como la desaparición de la Escuela Pía. ¡Quiera Dios alejar de nosotros semejante desastre!
Y las circunstancias en que hoy se encuentra nuestro Instituto, así en España como fuera de ella, nos hacen mirar con espanto cualquiera tentativa contraria a la permanencia del Vicariato General. A este debe la Escuela Pía española el estado de prosperidad en que hoy se halla, sea por ello Dios bendito. Nunca tuvo tantos colegios, nunca comunidades tan numerosas y respetables, nunca fue tan plausible la regular observancia, nunca tan numerosa la concurrencia de alumnos, nunca tan floreciente el estado de nuestra enseñanza, nunca fue tan acatado nuestro prestigio. El Vicariato General ha atravesado crisis muy hondas, pero gracias a su acierto, actividad, celo y vigilancia, nuestras Escuelas Pías han prosperado progresivamente en España y en las Repúblicas Americanas. Contrasta notablemente el florecimiento y esplendor de las Provincias españolas, con el decaimiento anémico de que son víctimas todas las otras Provincias. Y aún contrasta más la observancia regular que impera en España y América con la negligencia y tibieza que en otras partes se observa. ¿Qué íbamos, pues, a ganar los españoles con la supresión del Vicariato General? Mucho es de temer que, si nuestras Provincias de España fueran sometidas a la autoridad inmediata de un Superior General que residiera en Roma, poco a poco descenderían de la altura en que hoy se hallan para nivelarse con las otras Provincias cuya postración lamentamos. Perderían nuestras Provincias lo bueno que tienen, sin lograr mejorar a las Provincias hermanas.
Por esto los españoles jamás renunciaremos al Vicariato General, establecido en virtud de las Bulas Apostólicas y que tan excelentes resultados ha dado en el régimen de nuestra Escuela Pía. El amor que a esta profesamos nos hace defender esta institución pontificia que tanto ha trabajado por el decoro de nuestro Instituto y tan alto ha puesto el prestigio de la Obra Calasancia en nuestra España y América. Lejos de desear su desaparición, deseamos su robustecimiento, en bien, no solo de las provincias españolas, sino de todas las Provincias escolapias. Por eso pedimos que, en cumplimiento de lo preceptuado pro la Santa Sede, se alterne el Vicario General con la Prepositura General, con lo cual nada perderán las Provincias españolas, y saldrán ganando las otras Provincias, y se establecerá una unidad de régimen y de acción que a todas ellas será convenientísima. Al pedir lo más legal, pedimos también lo más justo y provechoso. (…)
El P. Eduardo Llanas nació en Binéfar (Huesca) en 1843, y falleció en Zaragoza en 1904. Fue alumno del Colegio escolapio de Mataró. Vistió el hábito en este Colegio en 1859. Tras enseñar en varios colegios de Cataluña, fue destinado a Cuba en 1870, donde permaneció 7 años. Aquí comienza su carrera de conferenciante y publicista que le caracterizará hasta el final de su vida por la polémica apologética, signo del tiempo. En la cuaresma de 1878 dio una serie de siete conferencias en Nuestra Señora de la Merced de Barcelona sobre la Biblia y la ciencia moderna; igualmente en el adviento de 1879, pero esta vez sobre el origen del hombre, la evolución, las creaciones sucesivas, unidad de la especie humana y darwinismo. En el Capítulo de 1900 es elegido Vicario General. Llanas firmaba el 22-5-1904 una circular en la que mantenía que la supresión de la Vicaría General de España incumbía a esferas superiores al General romano. Ignoraba que sería prácticamente abolida la Vicaría y él pasaría a la historia como el último Vicario General independiente de Roma, por el Motu propio Singularitas regiminis de Pío X (22-6-1904).
¿A qué se debía esta reticencia por parte de la Provincia Húngara y del Vicario General de España a una mayor unión con Roma? Tengamos en cuenta que en aquel momento el P. Provincial de Hungría tenía bajo sus órdenes tantos colegios, religiosos y alumnos como el resto junto de las provincias escolapias italianas y de Europa Central, y que las Provincias Españolas, a su vez, tenían más colegios, religiosos y alumnos que el resto de la Orden junta, incluida la provincia de Hungría.
Vamos a intentar responder a esta pregunta, y para ello comenzaremos resumiendo brevemente la historia de la Orden que precede a la época objeto de nuestro estudio.
Notas
- ↑ RG 24 12, 54. La circular impresa llevaba la fecha de 22 de julio.
- ↑ Error: según el documento original (RG 58 A,10) la referencia es 4663.
- ↑ RP 54 11, 6.
- ↑ No hemos visto este documento; posiblemente el P. General, como en la circular siguiente, anunciando el nombramiento del P. General y sus Asistentes, hablaría de “las Provincias Austro-húngaras”, en plural.
- ↑ RG 24 12, 52. 11 junio 1903.