General33/Salvar la casa de Cracovia

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Salvar la casa de Cracovia

Recordemos que el Capítulo General de 1906 había prometido apoyar al colegio de Cracovia y al P. Borrell, por lo que la cuestión deja de ser algo personal del P. General para convertirse en una cuestión de la Orden. El primer refuerzo en llegar es el P. Vicente Guillén, de Cataluña, que llega a mitad de septiembre de 1906. Aguanta más de dos años en Cracovia; al principio se encuentra muy a gusto, y apoya con entusiasmo al P. Borrell. Pero no puede superar la barrera del idioma, ni el ritmo y el estilo de trabajo del P. Borrell, por lo que en 1909 se vuelve a su tierra. En el verano de 1907, terminado el curso, llega un importante grupo de escolapios españoles que hubieran resuelto las necesidades de Cracovia y el P. Borrell, si hubieran sido capaces de adaptarse. Se trataba de los PP. Antonio Guinart y Luis de Soler de Valencia; Juan M. Vives de Cataluña y Antonio Bartolomé Barreneche de Aragón. En agosto de 1908 llegaría otro padre de Aragón, profesor en Irache, el P. Amadeo Ponz. El P. Guinart aguantó muy poco tiempo en Cracovia; los PP. Vives y Soler un poco más. Tan solo el P. Bartolomé y el P. Ponz le sirvieron de apoyo durante varios años.

En verano de 1907 el P. Asistente General Vary es enviado a Cracovia para hacer una visita canónica. Apenas pasa dos días, el 27 y el 28 de agosto. Y antes de regresar a Roma, envía un primer informe escrito, en el que se percibe el tremendo contraste entre las Escuelas Pías de Hungría y lo que estaba renaciendo en Polonia. Señalemos que el P. Borrell estaba, simplemente, aplicando lo establecido en las Constituciones de la Orden, escritas por S. José de Calasanz. Dice el P. Vary[Notas 1]:

He estado en Cracovia, he pasado allí dos días, he visto y oído todo lo posible, y estoy ya en Nitra. En una carta no puedo contar en detalle todas mis experiencias; escribiré sólo lo más destacado. Los detalles los dejo para los primeros días de octubre, cuando daré cuenta de mi viaje ante todos los Sres. Asistentes.

La experiencia más notable que tuve en nuestra casa de Cracovia es la miseria material e intelectual. ¡Pobres escolapios de Cracovia! ¿Qué pecado habéis cometido, para merecer una condición tan miserable? Nada tengo que reprochar a la forma y la construcción de la casa misma. Las habitaciones son altas con grandes ventanas y con cristales dobles, provistas de estufas correctas contra el frío en invierno. Las puertas son anchas, altas, y tienen dos partes. El Rmo. Sr. General ha podido ver la forma externa de la casa en la postal que le he enviado desde Cracovia. Tampoco puedo hacer reproches contra la limpieza. Por fuera no hace mucho tiempo que toda la casa fue blanqueada; las letrinas están cuidadas, como las nuestras en Roma, con agua corriente, y, como dice el P. Rector, ahora quiere poner la luz eléctrica.

Me he alegrado de ver todo esto. ¡Pero pobres individuos! He entrado en la habitación de un Padre, y fuera de una mesa para escribir, una silla, una cama muy simple y una maleta, no he visto nada más. Según mí, ese estado no es de pobreza, sino de miseria. Una vez iba por la calle acompañado por un Padre cuando encontré un mendigo, que me tendía la mano, y le di unos céntimos. Mi compañero, que tenía un corazón no menos misericordioso que el mío, viendo mi acción, dijo: “¡Dichoso Sr. Asistente, que puede ayudar a los pobres, pero yo mismo no tengo ni un céntimo!” Me impresionaron profundamente estas palabras de la boca de un hombre erudito, que lleva el mismo hábito que yo, y que en lo pecuniario está por debajo de los mendigos; que es, en una palabra, mísero. ¡Y cuánta hambre deben pasar aquellos hombres nuestros que están en Cracovia! Por la mañana yo recibía como desayuno un panecillo y café con leche, pero no sé si los demás miembros de la casa reciben lo mismo; no sabría decirlo. La comida y la cena, en mi opinión, no son suficientes. Comí allí el 27 y el 28 de agosto. Nuestra comida consistía en primero, menestra; luego unos trozos de jamón; al final, un trozo de carne con nabos. La cena era un trozo de carne con patatas, luego té y nada más. Vino, café negro y fruta no se ponen nunca en la mesa, ni se come con cuchara grande. Nuestra comida en Roma es pobre, pero la de nuestros hermanos en Cracovia es verdaderamente miserable. El rector, a pesar de su buena voluntad, no puede ofrecer mejores condiciones materiales porque nuestra casa de Cracovia no tiene ningún fundamento sólido, sino que, como si dijéramos, depende del aire. el único ingreso fijo de la casa viene de los internos. Cada uno paga 60 coronas al mes. Con este dinero deben mantenerse los internos, los padres, los novicios, los postulantes y algunos muchachos pobres; en total unas 50 o 60 personas. Un padre me dijo que una comida competa para todas estas personas costó solo 6 coronas. No puedo imaginar qué comerían tantas personas. Así que los internos son la única fuente de subsistencia, y si por alguna razón dejaran de venir, nuestra casa de Cracovia se vería reducida a la ruina. Y esta desgracia puede ocurrir. Es cierto que los internos tienen bien amueblada una habitación para estudiar y dormir, pero en lo espiritual su estado es también miserable. el prefecto de los internos no es, como entre nosotros en Hungría, un erudito padre escolapio, sino un hermano laico inculto. Entre nosotros los internos son formados por los prefectos, que son a la vez sus maestros en el gimnasio, pero en Cracovia, ¿cómo podrá formarlos un hermano laico inculto, o un padre que no entiende el polaco? Así que toda la formación en el internado de Cracovia se reduce a castigar a los internos (cuando se presenta el caso). El hermano laico acompaña a los internos de paseo y cuando van al gimnasio, pues nosotros, que nos llamamos escolapios, en Cracovia no tenemos ninguna escuela. En Cracovia podríamos llamarnos (como dicen en broma a nuestros padres) más bien franciscanos que escolapios, porque en Cracovia somos un “bosque en el que no entra la luz”. Los nuestros celebran la misa, las letanías y diversas devociones para la gente y viejas señoras, pero no hacen nada (porque no pueden) por la instrucción de la juventud. Los internos se sientan junto a su mesa, el hermano lego vigila y castiga a los inquietos, pero nunca explica nada. No es el prefecto, sino un interno, quien enseña a otro. Así que la actividad del maestro consiste en vigilar y castigar. Y lo mismo ocurre en el noviciado. Como el maestro no sabe polaco, un novicio instruye a los demás novicios. Y a este miserable estado intelectual se añade además lo que para mí es lo más desagradable, que nuestros novicios van a confesarse (según me han dicho los Padres) con nuestros más grandes enemigos, los jesuitas. Una vez (así lo he oído) un novicio con el pretexto de ir a confesarse salió de casa y ya no volvió más. Porque la mayor parte de nuestros novicios tienen antecedentes dudosos: algunos eran vagabundos, otros salidos de otras órdenes religiosas, etc.

Así que no es de sorprenderse si los Padres de Cracovia, venidos de España, al verse en tales circunstancias materiales y espirituales, casi todos quieran liberarse y volver a su patria. Tienen miedo del invierno, que en Polonia es aún más frío que en Hungría, y contra tanto frío no pueden defenderse sino con el abrigo ligero español. Al Sr. Rector le di el consejo de que sea polaco en Polonia, y procure que también los demás hermanos españoles vistan en Cracovia como los demás sacerdotes polacos. La misma naturaleza pide en Polonia vestidos más gruesos en invierno.

Por si acaso el Rmo. Sr. General no lo sabe aún, puedo anunciar que el noviciado (según me dice el Padre Rector) dentro de algunos días se transferirá a otra ciudad no lejana de Cracovia, Slemien, donde el P. Rector ha alquilado dos casas por 200 coronas. En una casa estarán los novicios; en la otra lo muchachos pobres del asilo.

No quiere extenderse más: dará más detalles cuando vuelva a Roma. Y, efectivamente, el 25 de octubre explica a la Congregación General lo que ha visto en su visita a Cracovia[Notas 2]. La Congregación General toma la decisión de escribir al P. Rector Borrell, recomendándole prudencia en el gobierno, cosa que hacen unas semanas más tarde[Notas 3]. Es seguramente la carta que le escribe el P. Antonio Tarín, Asistente General por España, y que borrador dice lo siguiente[Notas 4]:

Volvió felizmente de España nuestro P. General y el 25 tuvimos Congregación. en ella el P. Asistente Vary dio cuenta de su visita a Cracovia y se leyeron las muchas cartas y relaciones y quejas sobre el estado de esa casa. Reconocemos el celo, entusiasmo y sacrificio con que trabaja V.R. para la restauración de esa Provincia de Polonia, pero también reconocemos que conviene proveer para dar estabilidad a lo que ya se ha hecho, hacer que se pueda vivir ahí sin disgusto y que se trabaje con provecho para gloria de dios y honor del Instituto. En consecuencia, la congregación General cree ser necesario

1)Prohibir a V.R, el pensar en hacer nuevas fundaciones hasta que esté provista y convenientemente asegurada la vida regular y canónica de esa casa de Cracovia.
2)Eliminar el personal que no sirva ahí y sea causa de desaliento y
3)Dictar un Reglamento que fije y normalice la buena marcha de esa casa.

V.R. con el consejo de esos Padres puede cooperar al mejor acierto de las disposiciones que la Congregación General. Por eso el P. General desea que a vuelta de correo o a la mayor brevedad posible

1)Den VV.RR. respuesta a las proposiciones o preguntas elevadas a la Congregación General, que el P. Asistente Tarín envió a V.
2)Que informe V.R. relativamente a las ocupaciones que se puedan dar a cada uno de los Padres, o mandar la obediencia a los que no sirvan ahí. El P. General cree que el P. Luis soler debe volver a Valencia, a disposición de su P. Provincial. El P. Guinart debería, salir conforme al atestado del médico, y podrá quedar a las órdenes del P. Provincial de Liguria. De los demás Padres, desea el P. General que se queden para ayudar a V.R. con ocupaciones concretas y determinadas, pues no quiere por ahora permitirles que vuelvan a España.
3)Que diga V.R. los motivos por los que ha abierto un Asilo, y con qué medios cuenta para su mantenimiento material, y para la instrucción y educación de los asilados. Visto desde aquí, parece que el Asilo no entraba en la misión de V.R., y que con él se ha creado un estorbo para esa restauración escolapia y que convendría cerrarlo.
4)¿Por qué ha trasladado V.R. el noviciado fuera de Cracovia, en lugar alquilado y poco conveniente? ¿No le parece que concentrado todo en Cracovia podía V.R. proveer mejor a todas las necesidades? Sobre el noviciado se nota también el mal resultado que da el admitir individuos desechados de otras instituciones. ¿Cuántos clérigos profesos tiene V.R. en tantos años? Y
5)Vea V.R. si cree hacer alguna otra observación para que el reglamento y horario, fundado en nuestras Constituciones, tenga ahí más fácil actuación

Por lo escrito, se persuadirá V.R. que deseamos continúe V.R. a la dirección de esta obra, y por lo mismo nos proponemos ayudarle y dirigirle.

Debió ser el P. Guinart el “ideólogo” del cuestionario enviado por medio del P. Vary a la Congregación General. Resulta sorprendente que un recién llegado se atreva a cuestionar todo el planteamiento de un hombre como el P. Borrell, que llevaba ya cuatro años viviendo y luchando en Cracovia. Para entender mejor las condiciones en que se vivía en Cracovia en aquellas fechas, y la orientación del P. Borrell, vamos a transcribir tanto el cuestionario con las dudas como las respuestas.

Sobre algunas dudas suscitadas, pidiendo humildemente los Padres que viven en Cracovia que se resuelvan para eliminar dificultades que ocurren frecuentemente[Notas 5].

1)Si conviene que tengamos un Asilo, principalmente a nuestra costa, teniendo en cuenta a) el fin de nuestro Instituto. b) Los gastos necesarios para restaurar la Provincia. c) Las distracciones para los Novicios que tienen que ocuparse de él.
2)Si no conviene, ¿podemos retener a los que ya tenemos, y no admitir a más?
3)¿Conviene admitir a todos los que quieren vestir nuestro hábito, o debe establecerse un número anual de admisiones, según una cantidad fijada, de acuerdo con los que podamos mantener cómodamente?
4)Si se responde afirmativamente a lo segundo, qué norma hay que seguir para definir la cifra, puesto que los novicios deben ser sustentados y los gastos se deben cubrir principalmente de los internos, y el número de estos es variable.
5)¿Conviene, teniendo en cuenta las especiales circunstancias nuestras, admitir a los que han sido expulsados de otras Órdenes, o que han salido espontáneamente de ellas?
6)En caso afirmativo, ¿se entiende lo mismo de expulsados o salidos ya profesos?
7)¿Se pueden guardar los que ya han sido admitidos, si se portan bien?
8)¿Conviene que los novicios se ocupen de las clases, vigilancia y otras tareas con detrimento de su formación regular?
9)Si alguien, a causa de la obediencia, no pasa nada de tiempo en el noviciado, ¿puede profesar sin dificultad, o debe residir por algún tiempo en el noviciado?
10)Puesto que esta Provincia está comenzando, se pregunta si los novicios deben ser educados según el rigor de la antigua observancia, p.e., con los tres días de disciplina y otras cosas semejantes, o se puede observar algún tipo de moderación, como está establecido en otros lugares.
11)al estar el noviciado fuera de Cracovia, los Padres que residen en Cracovia ¿tienen voto en los escrutinios de los novicios, puesto que la Casa Noviciado de Slemien, que va a abrirse ahora, es solo una sucursal?
12)En la oración, de acuerdo con las Constituciones, se emplea una hora por la mañana y media por la tarde. ¿Conviene que se lean, traducidas, las meditaciones del Directorio, o se pueden leer otras, según la prudencia del Superior?
13)¿Conviene que, además de los actos comunes establecidos por las constituciones, se introduzcan otros, como la Misa solemne y las Vísperas de todos los domingos, procesiones y otros similares, devociones cotidianas en la iglesia, etc., y deben considerarse actos comunitarios estos organizados para la devoción de los fieles?
14)El R.P. Rector de Cracovia es Delegado Provincial; ¿con qué título debe honrársele y cuáles son sus relaciones con la comunidad, como Provincial o como Rector?
15)Fuera de las Provincias españolas no se admite el uso del manteo; por este motivo se pregunta si nuestros religiosos, para conservar la uniformidad, deben usar el manteo a la manera española o pueden conformarse con la práctica de los padres polacos que es común con las Provincias Austro-Húngaras y el Clero de las demás Órdenes de clérigos regulares.
16)¿Puede admitirse el uso de llevar un rosario en la faja o ceñidor, como los padres jesuitas, no siendo una práctica general de nuestro Instituto?
17)Los padres españoles que están accidentalmente en Cracovia preguntan si les es lícito el uso moderado de peculio, de la misma manera que se observa en sus respectivas Provincias con el beneplácito de los padres provinciales incluso en casas donde rige la estricta observancia, y si esto puede hacerse sin escándalo.
18)En caso contrario, ¿qué debe hacer quien, con causa legítima, conocimiento y expresa licencia, contraiga alguna deuda?
19)En estos lugares el frío es riguroso (la temperatura media anual es 0º, y en invierno -30º), por lo cual se pregunta qué régimen deben observar en la mesa, para conservar la salud, los que no están habituados a tanto frío ni a la comida polaca, y si nuestros Padres deben contentarse con beber solo agua.
20)Las casas de Cracovia y Slemien no pertenecen a ninguna provincia, y por lo tanto no existe un Provincial con su Congregación. en caso de dudas y dificultades, que se presentan a menudo, ¿pueden los nuestros acudir inmediatamente al Rmo. P. General?
21)¿Puede admitirse la costumbre de castigar a los nuestros ante los niños o extraños con detrimento de nuestro Instituto, o enviar a los novicios fuera del noviciado durante algunos días incluso por motivos de poca importancia, con peligro para la observancia religiosa y la vocación?
22)¿Pueden los novicios confesarse con extraños, cuando el Superior puede recibir sus confesiones?

Estas son las principales dificultades que los Padres proponen a la notable prudencia y caridad el Rmo. P. Prepósito General para que se digne resolverlas para conseguir el objeto de nuestra Orden y para conseguir la paz de nuestra conciencia.

Respuesta a las dudas suscitadas.[Notas 6]

1)Convenía admitir el asilo de Cracovia, para que la casa, vacía de seglares, no tuviera que pagar impuestos, como antes, teniendo en cuenta: a) la finalidad y principio de nuestro Instituto. b) El asilo no aumenta los gastos, sino que los disminuye. c) Hay algunos novicios que no necesitan estudiar, pues están ya bien formados; así que el tiempo que otros dedican a estudiar, se dedican a enseñar a los pobres, sin descuidar sus propias obligaciones, teniendo en cuenta que las cosas no pueden ser perfectas al principio y que el ocio representa un gran peligro para todos.
2)Apenas se admiten nuevos. Sería indecoroso despedir a los que ya están admitidos; tener sólo ricos es ciertamente impropio.
3)Es absurdo admitir a todos sin discernir; en principio no se puede determinar el número, ya que muchos de los postulantes pagan por el alimento, vestido, libros, etc., por lo que el gasto para la provincia es mínimo. Y aunque fuera mayor el número de novicios, cosa posible en otro lugar, hay dinero suficiente para todas las cosas necesarias e incluso para algunas no necesarias; no hay dinero depositado, siempre está en movimiento.
4)El número de internos crece continuamente; incluso si se redujera a la mitad, el noviciado tendría lo suficiente. Si no fuera así, no podrían hacerse continuas mejoras en esta casa, que todos admiran.
5)Se me concedió la discreción para admitir, según el consejo del Excmo. y Rmo. Arzobispo en otro tiempo General de las Escuelas Pías, a todos los que reunieran las cualidades necesarias. Cuando todo está arruinando, el mejor hombre se ve obligado a huir. Aquí hay algo grande, algo divino, para los náufragos dispuestos para, lo diré así, la vida del espíritu. No es fácil admitirlos, pero si se trata de hombres sinceros, íntegros, idóneos, piadosos, enviados por Dios para que tiendan su mano a nosotros, inútiles, no podemos, o mejor diré, no conviene que cerremos irrevocablemente nuestra puerta con llave de hierro.
6)Respondido en el 5), en especial cuando se trata de profesos, pues en cuanto a los novicios no hay ninguna dificultad aquí, o mucho menor de los que algunos temen en España.
7)Respondido en 5) y 6).
8)Puesto que ni los profesos españoles hi los polacos quieren o pueden asumir ese trabajo, alguien tiene que vigilar a las ovejuelas de Cristo, para que no se las lleve el lobo. Tanto más si el novicio que las atiende es maduro, observante y ejercitado durante largo tiempo en la vida religiosa.
9)Si reza todo el día y noche con los niños, los vigila, incluso duerme, por obediencia, bajo el mismo techo con los novicios, aunque no en la misma habitación, de modo que todos los Padres pueden ver su celo y que vive con fidelidad al servicio de los niños, no puede ello ser un inconveniente para que un hermano operario profese ahora en Cracovia, y quizás tampoco un clérigo, ejemplar por otra parte, ante cuyo fervor debiéramos los antiguos enrojecer de vergüenza.
10)Sería absurdo volver al rigor de la observancia primitiva sin fuerzas para ello. Y es estúpido hablar de esto en Cracovia, donde parecen vivir relajadamente en paz. Hace ya mucho tiempo que sólo se practica la disciplina dos veces a la semana.
11)Sería bueno que tuvieran información del Padre que preside el Noviciado.
12)Se pueden escribir las antiguas y explicarlas el Superior, como llevando a los novicios de la mano, como se hace en Slemien.
13)No deben introducirse: pueden continuarse solo en alguna casa donde existen desde antiguo, pero no como actos comunes; que asista quien quiera y pueda.
14)Hasta ahora los Rectores tenían las facultades de Provincial.
15)No parece que sea importante uniformarnos en el hábito con las Provincias más cercanas, de las cuales queremos alejarnos lo más que podamos en cuanto a la observancia: se ríen de la clausura, de ningún modo quieren ser llamados Pobres de la Madre de Dios, y callaré de lo demás. El manteo que usamos lo usaba Konarski, como lo prueban antiguos cuadros suyos; en la vestición se habla de este manteo; en este manteo se ha visto resucitar de los muertos a la Provincia polaca; hubo y hay medios con los cuales el cuerpo se protege perfectamente del frío bajo el manteo calasancio.
16)Aunque no es de uso general, yo lo he visto a veces en España; si no me equivoco, algunos novicios lo vieron en alguna imagen española de nuestros venerables, y dedujeron que se podía llevar el rosario. Yo ni lo alabé ni lo pedí. Nadie dio normas sobre ello, como ya dije al autor de las dudas.
17)Puesto que el uso del peculio abre fácilmente el camino hacia la relajación, como tantas veces se ha lamentado en España, y lleve incluso a la apostasía, allí donde está en uso se puede tolerar como una llaga incurable, que con habilidad puede tratarse de corregir; donde no existe, de ningún modo ha de introducirse. Por supuesto, se provee a los súbditos de todo lo necesario. Por lo demás, cuando me piden para pequeñas necesidades cotidianas, no tengo inconveniente en entregar una o dos coronas reservadas para ello.
18)Sin ninguna duda, puesto que al que presenta la duda, antes de escribirla ya le dije que la casa pagaría sin dificultad este tipo de cosas poco importantes.
19)Al que afirma eso creo que le engaña la mente. Ni la temperatura anual es 0º, ni la media de invierno -30º; raramente hace tanto frío en la ciudad. Si tal ocurriera (no recuerdo que haya ocurrido desde que estoy aquí, aunque procuraba enterarme cada día), parecería horrible a todos. Cuando la temperatura baja de -14º, nadie va a clase, y van durante todo el invierno, exceptuados de cuatro a ocho días más rigurosos. Además: las casas por dentro están tan calientes, que los septentrionales apenas pueden resistir en España y en Italia, como no sea en habitaciones especialmente caldeadas, por lo que normalmente no quieren ir allí en invierno, o viajar a África. En cuanto a la alimentación polaca, sería sumamente indecente por parte de españoles pedir que se prepararan los alimentos a su gusto y acomodados a sus necesidades; y dudando el autor que eso se rechazase (instigó durante algún tiempo a los otros dos), quiso que se preparara lo mismo para novicios y postulantes. Lo que se da a los polacos les basta, y no se quejan.
20)Hasta ahora no ha podido haber aquí Congregación Provincial, ahora hay dos Padres que trabajan seriamente conmigo por la vida de esta Provincia en otro tiempo gloriosísima; con ellos se puede comenzar la Congregación Provincial. ¿Quién duda que cualquiera puede recurrir al P. General, cuando lo considere prudente?
21)Quien actuó de modo imprudente en esto, tiene ya poco que ver con los novicios. Como esto se deseaba desde antiguo, se puso remedio a este y a otros inconvenientes cuando se pudo. ¡Ojalá el que usa el palo de manera tan ligera se dedicara a trabaja más en serio! Por mucho que mejoren las cosas, siempre podrán mejorarse aún más. El campo es amplio.
22)Es ya raro que se confiesen con seglares.

Ahora quiero pedir perdón humildemente postrado a los pies del Rmo. P. General. Disculpe si me he expresado demasiado violentamente. Añadiré: el P. Antonio Bartolomé, separado ya del autor de las dudas, trabaja pacíficamente en la obra de dios. El P. Luis sigue intranquilo; el otro le infunde dudas.

Los “refuerzos” enviados en 1907, con la mejor voluntad por parte de los respectivos provinciales españoles (a excepción del P. Bartolomé) aguantaron poco en Cracovia. Algunos daban razones muy sencillas, como el P. Luis Soler, que escribía a los pocos días de llegar al P. Tarín[Notas 7]:

Te escribo desde Cracovia, agradablemente impresionado de la población, de sus alrededores, del clima en este tiempo (…) Pero es preciso hablarte con franqueza como compañero. Los alimentos los extraño mucho. La sopa sustanciosa de España y el cocido los echo de menos, hasta el punto que cuando no estoy calenturiento estoy débil, es decir, que no me encuentro en estado normal un solo instante, y eso que el vino, la cerveza, los licores están desterrados de este Colegio, si se exceptúa el vino en la Misa. Echo de menos el chocolate del desayuno que me entonaba el estómago.

En una palabra, que no estoy en edad para estos cambios, todo el mundo me lo decía y tienen razón. Únicamente di mi asentimiento por no encontrar otra solución al estado violento en que me encontraba y por la amabilidad que respiraba la carta del P. Provincial, pero si no me hubieran tratado de inconstante, no habría asado de Barcelona. Además, el régimen del colegio y las prácticas no están conformes con lo que he visto hasta el momento; cierto espíritu de reforma que no he profesado ni me creo obligado a una edad[Notas 8] que es difícil acostumbrarse; me falta espíritu y fuerzas; el P. Provincial se conoce que ignoraba todo esto. O es que quisiera desentenderse de mí después de gastar mis energías y fuerzas en la Provincia de Valencia, con más o menos o ninguna utilidad de la Corporación, que eso es lo mismo, y así lo interpreta mi familia y las demás personas y Padres que me conocen. (…). Todo esto unido a la ignorancia del idioma y la dificultad de aprenderlo a mi edad me hace estar como puedes imaginar.

En definitiva, pide volver a su provincia de Valencia.

El P. Guinart da una explicación de su rechazo mucho más elaborada. Explica que él no quería venir, pero lo hizo pro no disgustar al P. Provincial Rabaza. No come: le dan asco las comidas. Además[Notas 9],

La vida en este colegio es muy diferente de la nuestra de España.

1º Moralmente. Para no cansar a V.P. con detalles, solo diré que el P. Borrell y su adlátere el P. Guillén han dicho que los escolapios de España están del todo relajados y los de fuera de España no son tales escolapios, y que él se ha propuesto resucitar las Escuelas Pías en el estado que tuvieron antes del primer capítulo general. en consecuencia, es tal el rigor que despliega en todos los actos, que un novicio me ha dicho (en italiano) que, entre los trapenses, de donde él procede, no se observa tanta austeridad. No quiere decir esto que haya un gran orden en la casa ni en los actos de comunidad, pues en los pasillos y escaleras siempre se oyen niños que alborotan y novicios y pretendientes que suben y bajan, entran y salen, y, según las ocupaciones que tienen o el Rector o el adjunto, así adelantan o retardan la oración o la comida. Desde que estoy aquí creo que no hemos comido un solo día a la misma hora. Hubo un día que fuimos a cenar a las 8 y cuarto y después fuimos al oratorio, donde tuvimos rosario, coronilla, meditación larguísima, letanías de los Santos y examen, disciplina y capítulo de culpas, viniendo a salir cerca de las once. No nos dormíamos porque aquí apenas se cena.

Y estos actos de comunidad se nos hacen mucho más pesados porque aquí todo es en lengua polaca: meditaciones, lectura en el comedor, preces y rezos dentro y fuera de la iglesia, hasta el canto de las misas solemnes y las vísperas, que ocupan mañana y tarde de todos los días festivos es también en polaco, por privilegio especial de esta diócesis. Estamos completamente aislados, porque aquí todos hablan polaco y el polaco es una lengua tan rara que, con razón, se ha dicho que es la más difícil de todas las lenguas europeas. En nada se parece a las demás. Por idénticas razones, ellos no nos entienden una palabra, ni español, ni francés, ni inglés, ni italiano, ni siquiera alemán, más que alguno que otro. ¡Qué triste es vivir así! Los tres primeros días los pasé estudiando la gramática, teniendo un novicio al lado para la pronunciación, pero después comenzó a aflojarse mi cabeza y tuve que desistir. Sólo pude apreciar lo complicado de la gramática y lo difícil del lenguaje, para aprender el cual se necesitan por lo menos dos años.

2º. Materialmente. Aquella abundancia de que se hacen lenguas los españoles, sin duda por las coronas que manda el P. Borrell para celebración, es un mito. Comprendo que de vez en cuando reuniese aquí algún puñado de misas, que no podía celebrar, porque pidiendo a todos y no siendo más que dos sacerdotes, necesariamente le habían de sobrar. Verá V.P. cómo ahora que somos 6 sacerdotes no le sobrarán tantas. Aquí anda escaso todo, como lo muestra el mobiliario del cuarto. Cama de lo más económico, una mesa y una silla y la jofaina en su palanganero; la ropa en la maleta y ésta en el suelo, y sobre ella el manteo y sombrero. Los novicios y pretendientes no tienen servilletas, y eso que las mesas, que son viejas y cada una de su forma y tamaño, no tienen manteles; y hasta hace muy poco bebían todos del mismo vaso que se pasaban de mano en mano a medida que lo iban necesitando.

El desayuno, café con leche; la comida consta de un caldo de vegetales, o de huesos o, si dan carne hervida al otro plato, de esta carne. Un segundo plato que no siempre es de carne. Y el tercero siempre es de algunas pastas dulces que arreglan en la cocina, con unas compotas agrias o ácidas que lo echan a perder. Por la noche no hay más que un plato que suele ser de alguna cosa fría o fiambre y después una taza de té. El postre no se conoce. Pescado o no hay o debe ir caro, tanto el fresco como en salazón. Para colación nos dan o un pedazo de queso o leche. También se pueden tomar huevos. Vino o cerveza no se ven nunca en la mesa, a pesar de que los padres lo han pedido.

Los ingresos aquí se reducen a: 1º, la celebración, tipo 2 coronas, a veces 3, 4, 5, 6. 2º, 30 pensionistas que pagan el que más 2 coronas diarias, de ahí para abajo. 3º, los cadáveres que depositan en la cripta, que dan unas 60 coronas al mes. Con esto se ha de mantener esta casa, donde viven 6 padres españoles y 2 polacos, 1 clérigo profeso, 14 novicios y unos 25 pretendientes, 2 profesores seglares, 30 pensionistas y 28 asilados. Además, un portero que al mismo tiempo es el organista. A todos se les da cama, comida y vestido.

Así se explica que no haya nunca en casa una corona y que todo se tome al fiado y que menudeen a diario las facturas, teniendo que cobrar todos a plazos y haciendo la mar de viajes (esto nos lo explicaba en buen castellano el litógrafo, que vivió en España algunos años y es una de las víctimas del sistema. Era el tercer viaje que hacía para cobrar un poco y estaba ya dos horas esperando al rector o al ecónomo, para que le diesen algo de dinero.

Durante este verano, en que ha faltado el principal chorro de ingresos, que son los pensionistas, el carro andaba zariego[Notas 10]. Además, en vista de que las paredes dentro y fuera estaban asquerosas, a propuesta de los padres que han venido antes, se pintó todo y se hicieron obras en los retretes, quedando una deuda de unas 12.000 coronas, pero ya escampia[Notas 11].

Ayer se trasladaron los novicios con el P. Bartolomé a Slemien, casa que ha alquilado el P. Borrell por 200 coronas al año. Dista unos 90 kilómetros[Notas 12] de aquí; consta sólo de planta baja y se han tenido que hacer retretes, cocina, capilla y demás dependencias, pero queda el consuelo de que, transcurridos los nueve años del compromiso, las mejoras quedan para el dueño (el Conde protector, como le llama el P. Borrell). antes de venir yo habían sido trasladados allí los 28 asilados con dos novicios y cuatro pretendientes. El P. Borrell se ha comprometido a ir allí todas las semanas para dar un vistazo. El tren sale de aquí a las 9 y se deja a las 3, quedando una hora de camino de montaña que hay que hacer a pie. En invierno, con la nieve, cuando el termómetro está a -30º en la ciudad y a -33º en el campo, ayúdeme V. a sentir. Ahora estamos a 7º.

La misión de los escolapios españoles es completamente nula en esta casa. Sobre este punto ya hablaría con V.P. el P. Vary, que, según me han dicho, se fue muy mal impresionado. Por tres días no me encontré con él aquí, y lo siento. Es muy gráfica la frase que dijo como resumen de todas sus malas impresiones: “Esto, en vez de colegio de Escolapios, es un convento de Franciscanos”. Y, en efecto, aquí ni el mismo P. Borrell, que habla ya la lengua, hace clase, ni la ha hecho, ni la hará. de los demás, no se diga. Los niños comienzan muy pronto a ir al Instituto, pues son 8 años los del Bachillerato. Un hermano novicio los acompaña y los gobierna y educa dentro de casa. Yo creo que estos niños están aquí, pues todos son de fuera, porque consideran esta casa como la más económica de las hospederías. La misión de los Padres queda relegada a la iglesia. Aquí está, pues, en sus glorias el P. Borrell, el P. Guillén y aun el P. Luis. Pero confesar y predicar solo puede hacerlo el primero, porque los demás necesitan estarse aquí tres o cuatro años, aplicándose mucho para aprender lo alengua, y es precisamente el plazo que se señala para volver a España.

No comprendo cómo haya cabeza humana que pueda pensar que aquí los escolapios españoles hayan de ser de alguna utilidad, ni moral ni material (es decir, material sí, porque dejan dos coronas por la misa, pero también hacen gasto), a no ser que no conozcan esto, con todas sus especiales circunstancias, Sólo concibo que el P. Borrell pida padres españoles por la monomanía que tiene (excéntrica como todas ellas) de reunir aquí mucha gente. La prueba es que aún no se presenta un muchacho, por pequeño que sea, enseguida le habla de ser escolapio, si él no lo dice, y es admitido en el acto como pretendiente, y a vivir. Aquí se ve que no pueden hacer nada, sino aquellos que se decidan a pasar aquí toda su vida o al menos gran parte de ella. Es decir, los escolapios españoles tronados que busquen en lejanas tierras aventuras que no encontraron en las Escuelas Pías de su patria. Y para vivir de este modo, ¿tanto sacrificio por parte del individuo y tanto devanarse los sesos los mismos provinciales para encontrar víctimas que sacrificar?

Ya ve V.P. que para este género de vida se necesita una gran dosis de paciencia y una gran fuerza de voluntad. Una y otra por ahora no me faltan. Confieso ingenuamente y con todo el dolor de que es capaz mi alma, que me he equivocado, y sufro resignado las tristes consecuencias del mal paso que di, solo por no dejar desairado a mi padre provincial. Lo único que sentiría es que la debilidad por falta de nutrición, después de tenerme aquí hecho un memo, me ocasionase un dolor de cabeza crónico, a lo cual soy algo propenso, o alguna relajación en el estómago, lo cual veo más cerca, pues me dieron anteanoche un par de huevos pasados por agua, entre tiernos y duros, y me produjeron una diarrea acompañada de dolores tan agudos que no los doy a pasar a nadie, tanto es así que no he tenido ya gana de más huevos. Aun hoy he estado atormentado del dolor de vientre un buen rato. Y bajo esta impresión he escrito esta carta, para V.P. fastidiosísima, para mí asaz consoladora, por eso espero merecer el perdón de V.P. por mi gran atrevimiento. P.D. Yo le diría al P. Provincial que no mande aquí ni aun a su más encarnizado enemigo; mucho menos a quien no lo sea.

El P. Rabaza, lógicamente, recibe con disgusto la petición de regresar de sus dos súbditos. Escribe al P. General[Notas 13]: A Cracovia escribí al P. Luis y al P. Guinart que resultaba poco serio querer volver enseguida, por las solas molestias de una novatada que en todas partes se pasa. V.P. Rma. dispondrá siempre lo mejor, pero el regreso inmediato a la Provincia no resulta digno. Pero, naturalmente, no podía mantenerse a dos religiosos contra su voluntad, a riesgo de que enfermaran, y poco después se les dio obediencia de vuelta.

Tampoco el P. Vives, de Cataluña, pasó mucho tiempo en Cracovia. Alega en el fondo las mismas razones que los demás: idioma, comida, frío, Borrell… Así escribe a su Provincial, P. Mirats[Notas 14]:

Llegué aquí y mi impresión fue penosísima; venía con miedo, pero no me imaginaba la realidad de los hechos que, aun vistos a diario, aparecen siempre nuevos. Teniendo el P. Borrell como principio generador de su táctica religiosa el que “los escolapios de España están muy relajados y fuera de España no hay escolapios”, despliega un rigorismo y una severidad de ideas, que luego lleva a la práctica, que dejan muy atrás a los procedimientos empleados en Cardeña, que nunca merecieron la aprobación del malogrado P. Llanas, de feliz memoria, ni el buen recuerdo de los que allí vivimos, y para los que hemos sido educados en ideas de suavidad, que formaron temperamentos de moderación, se nos hace la vida muy difícil. A pesar de todo, fácilmente me avendría a este género de vida, ya que buena voluntad no me falta, y aun al principio llegué a formarme alguna ilusión, que bien pronto los hechos debían destruir, pues los hechos no están en consonancia con las palabras del P. Borrell, que todo lo ve de color de rosa.

Nos encontramos con un desorden y desbarajuste en todo, aun hoy es incierto saber a qué hora sonará la campana de comunidad, siendo muy frecuente retrasar ½ hora y aun ¾ de hora los actos comunes, muchas veces a las 10 ½ nos hemos encontrado en la oración de la noche, y algunos días a las 7 hemos salido del coro por la mañana, habiendo acudido a las 5 ½. Los actos piadosos se acumulan por cualquier motivo y, si para muestra basta un botón, le diré que el domingo último hubo en nuestra iglesia 3 misas solemnes, dos de ellas con sermón; por la tarde vísperas, novena, cantos, sermón, procesión y canto con preces, y todo ello, incluso la misa solemne y las vísperas, se canta en polaco, de manera que cuando todo se concluye no se desea otra cosa que acostarse inmediatamente para dar descanso a la cabeza. Esto se haría suave si no fuese por la lengua que para mí constituye una barrera infranqueable. Estaba convencido de que el alemán era la lengua corriente, y para ella siempre he sentido afición y facilidad, pero no se oye una palabra que no sea en polaco, y qué lengua más dura, extraña y antipática; palabras hay con ocho consonantes y una sola vocal, y aun esta modificada, con agrupaciones de consonantes que dan sonidos desconocidos para las lenguas latinas y sajonas, formando el idioma más complicado de Europa. empecé a estudiarlo con empeño y afición, mas ¡qué confusión en mi cabeza! Sin un alma caritativa que me diera algunas instrucciones, pasaba días y días en el cuarto, completamente solo, trabajando para salir airoso con las dificultades, pero trabajo estéril; mi cabeza, floja desde mucho tiempo, no pudo resistir y llegaba día en que, después de un cuarto de hora de trabajo, se me caía de las manos la gramática polaca y tenía que pasar un largo rato durmiendo, para ver si desaparecía el dolor y la confusión de la cabeza. Así es que, no por cansancio o fastidio, sino por falta de fuerzas he debido renunciar al más difícil de los estudios que había hecho hasta la actualidad.

Por otra parte, la alimentación es tan escasa, poco nutritiva y preparada con vinagres, yerbas olorosas y otros extraños condimentos, que muchos días se me pasan tomando solo pan con un vaso de agua, pues vino y cerveza, aquí baratísima, solamente se ven en los escaparates de las tiendas, y claro es que este régimen de vida tan deficiente, tarde o temprano ha de producir sus efectos. Y así, ¿cómo vamos a resistir los 30º bajo cero que se avecinan rápidamente? Pues el termómetro ha bajado a 6º y en la ciudad ya no se ve persona sin abrigo. Dudo mucho que pueda pasar bien el invierno, porque, aunque en las habitaciones hay estufa, en los corredores no hay una puerta que cierre bien, y los cambios bruscos de 30º y 40º (+15º en la habitación y -20º, -25º o -30º fuera) han de ser muy perjudiciales, más a mí, propenso a los resfriados (ya he pasado dos días en cama con calentura) y a una afección al corazón.

Poco sería esto si mi presencia en esta casa quedara justificada; salgo de la oración, rezo el oficio divino, celebro la misa, y con esto acabo mis ocupaciones, pues, no sabiendo el idioma, es inútil pensar solamente en hacer algo, además, con el número de Padres que hemos venido, quedan atendidas todas las ocupaciones, sobrando personal. Hemos convencido al P. Borrell de que se ocupe en la educación de los novicios, pues no conocían nuestra vida, ministerio, reglas, ni nada de lo que informa la vida religiosa; con decir que se confesaban con los PP. jesuitas y que nunca habían oído una plática espiritual, puede entenderse la educación escolapia que recibían. ha establecido, pues, en Slemien, a más de 90 Km. de Cracovia, una sucursal, y allí se traslada los lunes y regresa los jueves, teniendo que pasar una hora a pie por los montes; viven allí, en unos bajos que ha arrendado, los 40 asilados, de los cuales 30 visten y comen a expensas del colegio, y los otros diez (y cada poco aumenta su número) pagan en patatas, coles, remolacha, etc.; los novicios y pretendientes con al P. Bartolomé, que tiene el cargo de ayudante del Maestro y suple al P. Rector en sus ausencias. Aquí en Cracovia vivimos los otros 4 PP. españoles y los 2 polacos, algunos hermanos y criados y los 35 niños. al frente de ellos está como director y Prefecto el P. Guillén, quien, según cuentan, se entiende a maravilla con los niños, y como estos acuden a las clases de los cinco gimnasios, no se necesita que se dé ninguna clase. De manera que ni el P. Luis, ni el P. Guinart, ni yo, ni los PP. polacos tenemos la menor ocupación, siendo la vida que hacemos la más tonta que puede imaginarse, pues ni libros que entendamos hay por aquí para entretenernos, y acostumbrado al trabajo, pues generalmente he tenido sección y 5 o 6 asignaturas, no sé hacerme a este género de vida enteramente nuevo en los anales de la Escuela Pía. Al ver mi disgusto, me ofreció el P. Rector el cuidado de la mitad de los niños; fácil era darle una respuesta negativa, no pudiendo decir una palabra a los niños; mas, para que no pudiera interpretarse como una huida del trabajo, consulté el caso con el P. Asistente General, quien me contestó que de ningún modo debía encargarme de los niños. ¡qué triste es ver pasar los días completamente aburridos! Ni para ayudar con nuestro consejo al P. Borrell somos buenos, pues lo que en último término se lleva a la práctica es lo que disponen tres hermanos que le tienen completamente dominado; ni para la economía de la casa, que está en poder de un hermano y de un criado expulsado ya alguna vez; ni hay que pensar en las fundaciones que imaginaba el P. Borrell, pues no podemos entrar en Rusia, ni hay personal para ello. De manera que la gran necesidad de personal es pura fantasía, toda vez que hay 5 PP. que en nada pueden ser ocupados. Así pudo decir con verdad el M.R.P. Vary que esto más que Colegio parece un convento de Franciscanos.

No quiero fatigar más a V.P. con reseñas enojosas; he creído necesario enterar a V.P. en líneas generales de nuestra vida en Cracovia, pues no es oro todo lo que reluce, y el P. Borrell, a pesar de su gran celo y de su actividad, no recuperará uno solo de los 34 colegios que tenía la Polonia, quedando reducida toda su esfera de acción a formar bien a los novicios, para que dentro de 5 años pueda tener algún sacerdote polaco.

Unos meses más tarde, el P. Vives insiste: esto es una locura. Está enfermo, Quiere salir de aquí:

Hoy siento ya agotadas mis fuerzas físicas y morales para continuar en este país, y mi presencia es más bien una carga que un alivio. Dejando aparte la pésima impresión que nos causó a todos la llegada a este colegio y su desordenado funcionamiento, ya desde los primeros días empecé a sentir los fatales efectos de lo que ahora me inutiliza para continuar. A la extraña alimentación, parece que otros han podido más o menos acostumbrarse; a mí no me ha sido posible, y todos mis esfuerzos para lograrlo se han estrellado ante la resistencia de mi naturaleza, y lo que una vez me ha causado náusea o repugnancia, no he podido tomarlo de nuevo. De aquí resulta que hace siete meses que estoy en ayuno forzoso rigurosísimo, sosteniéndome solo por la leche que tomo por la mañana. (Sigue desmejorando, se siente cada vez más débil, le duele la cabeza, tiene frío; solo sale del cuarto para decir misa. Además del peligro de una enfermedad grave, está el sufrimiento moral: se ve inútil. Se aburre. No puede estudiar. Se arrepiente de haber venido). Se ha demostrado tristemente que, no entendiéndonos, nada puede hacer los escolapios en Cracovia y solo inspiramos la risa o la compasión. En caso de estar bien de salud, si supiera el idioma podría encargarme de los niños, pero esto sería al cabo de dos o tres años, pues el que estaba con ellos, que hace año y medio que aprende el polaco, ha debido dejarlo ridículamente y como él todos acabaríamos de un modo desairado.

Moralmente nada puedo hacer tampoco; lo único factible sería ayudar en unión de los otros Padres, con algún consejo, a la buena marcha y mejora de esta Casa, digna de mejor suerte; mas esto no puede ser. Domina un criterio cerrado y no se hace caso alguno de los padres, aun en cosas a las que unido el buen nombre y prestigio de la Escuela Pía. Duro es, mas la pura realidad. Se emplean castigos que ya no están en uso en países civilizados, pues con varas nudosas se maltrata sin piedad a pobres criaturas de 10 a 12 años; con los mayores no se atreven. Y todas las súplicas y peticiones para que cesara este bochorno se estrellan ante la razón de que es necesario para que estudien. Tampoco valen las quejas de las familias ni los ataques de cierta prensa en muchas ocasiones. Si esto fuera un día, mal; casi a diario, no se explica si no es desconociendo el carácter eminentemente educativo de la obra del gran amigo y protector de los niños S. José de Calasanz y convirtiendo el colegio en una casa de corrección. Ni es satisfactoria la razón de que no hay otros individuos, pues basta prohibir que se pegue de este modo, y eso no quiere hacerse. Quien dice en esto, dice en todo lo demás; cada cosa en su género es por el estilo.

Todo esto me ha penetrado tan profundamente que me causa una tristeza y malestar intolerable y me consume y abate encontrarme a los 32 años perdiendo sin provecho la salud, viviendo mano sobre mano sin poder hacer nada, dando vueltas sin para por mi cuarto, excitándose cada día más y más mi sistema nervioso, haciéndome temer seriamente por mi porvenir.

También el P. Vicente Guillén, que había llegado en 1906, acaba tirando la toalla. En agosto de 1908 pide regresar a Cataluña, quejándose de que el P. Borrell no le quiere[Notas 15]:

Dicho Padre (Borrell) no ama a los Padres ni españoles ni de otra nación; sólo tiene afecto a dos o tres legos polacos y aspirantes, y acude a ellos y con ellos soluciona las fundaciones aéreas, sin cimiento, sin personas, gastando enormes cantidades, a Rusia y a Slemin, residencia del noviciado, cuyas tres pobrísimas y desmanteladas casillas hayan sido cerradas cuando V.P. Rvma. lea la presente, trasladándose de nuevo a Cracovia, a este colegio, de donde partió hace 11 meses, después de haberse invertido un capital en trenes y carros y reparación de cuartos y dependencias.

Como no nos tiene ningún cariño, como no nos ama, inútil es aconsejarle que por ahora no piense en nuevas Casas, que estudien los Novicios (ahora no estudian, desde el año pasado que estudiaron el 1º de filosofía; sólo se ocupan de enseñar los elementos de Gramática y Aritmética etc. a los niños del Asilo y Pensionistas de mediana posición), permitiéndose decir algunas frases insultantes como igualmente las decía al P. Juan Vives y demás PP. ausentes, resultando las más de las veces el Padre desautorizado y el Hermano polaco o simple aspirante triunfante y airoso.

Dicen nuestras Constituciones, en la pág. 101, cap. 4º, nº 7, que se sirva a la Comunidad vino, “que no sea generoso etc.” De ninguna clase se bebe, ni la fruta que abunda se prueba.

Dicho se está, carísimo Padre, que, con esta desatención, con este proceder y por esta vía que el P. Borrell lleva las cosas, con seguridad se puede augurar breve estancia a los Padres que aquí vayan llegando. Omito el abandono cuando uno está enfermo. el Cap. 9º “De infirmis” de nuestras SS. Constituciones está relegado al olvido.

De libro de cuentas de la casa no sabemos absolutamente nada, más que se deben 15.000 ptas. Ruégole, Rmo. Padre, no eche en olvido las súplicas de su humilde súbdito. El negro cariz de acontecimientos pretéritos y recientes pide que V.P. Rma. haga uso de sus nobles sentimientos y de su gran corazón incluyendo la Obediencia.

No es el P. Rabaza el único molesto con estos religiosos que aguantan poco tiempo en Polonia. El Vicario General de España (que acaba de dar obediencia al P. Amadeo Ponz, de Aragón y profesor en Irache, para Cracovia) escribe al P. General[Notas 16]: Lo que no puede menos de molestarme es la facilidad con que se vuelven los polacos de pega; no parece sino que se proponen viajar por cuenta del estado, o estudiar geografía práctica. A lo que el P. General responde[Notas 17]: En adelante no quiero forzados para Cracovia, pues estoy harto de pagar viajes de vuelta, y más aún del mal efecto que producen. Pero ¿qué había de hacer allí el P. Luis Soler con sus 60 años y su ineptitud?

Y, desde luego, tardarán años a enviarse nuevos refuerzos, y todavía con poco éxito, pero eso pertenece ya a otro generalato. Al menos los PP. Bartolomé y Ponz, jóvenes, sí se adaptan, aprenden la lengua, sobreviven al frío… y tienen ambiciosos planes para Polonia. El P. Bartolomé, con dispensa a causa de su edad, es nombrado Maestro de Novicios[Notas 18]. Acepta el cargo, y marchar con los novicios y parte de los niños a una nueva casa, un tanto apartada de Cracovia, en la montaña: Slemien. Y explica, con entusiasmo, la situación al P. General[Notas 19]:

Habiendo prometido a V. Rma. hacerle una relación del estado de este Colegio y Casa-Noviciado, aprovecho la presente ocasión para realizarlo.

La posesión del conde Braniski, en que se halla establecida esta fundación, comprende 10 morgas de terreno (l amorga austriaca equivale a 5755 m2). Se nos cede por 10 años bajo forma de arriendo, pero en realidad es cesión gratuita, pues por todo y por las tres casas que ocupamos pagamos 200 coronas anuales. en la casa mayor está el noviciado, en el que actualmente viven 2 profesos clérigos, un profeso operario, 7 novicios y 12 pretendientes, de los que ahora han de vestir 6; 4 hermanos y un pretendiente operario. En la 2ª casa (Convicto Pompiliano), situada a pocos pasos, están los alumnos internos de las dos clases gimnasiales que aquí se enseñan. con ellos vive un clérigo profeso, a quien ayuda un novicio (alternando en esto todos por meses). En la 3ª casa (Convicto Calasancio) viven los niños pequeños, y con ellos dos novicios alternando uno de ellos con los demás. Entre todos los internos se reúnen 53; actualmente han solicitado muchos el ingreso desde Lemberg[Notas 20] para las clases gimnasiales.

La pensión es muy reducida, y hasta ahora no fija, oscilando entre 30 y 25 coronas, pero este año pensamos arreglarlo y uniformarlo en 30 coronas como pensión fija, fuera de 9 o 10 niños con quien hay una obligación entre el colegio de Cracovia y una Junta de Beneficencia, que en atención a ellos ha exonerado al colegio de varias gabelas. Las clases son 6; cuatro de 1ª enseñanza y 2 gimnasiales, desempeñadas por los novicios. En Austria sólo hay clase por las mañanas, lo que permite que dichos novicios puedan ocupar la tarde en sus estudios.

En el Noviciado, en atención a que los novicios son ya de edad de 19 a 22 años, según es costumbre en estas regiones, estudian la filosofía conmigo, cuya clase se alterna con la de perfeccionamiento de lengua polaca, a cargo de un novicio bastante adelantado. La economía es desempeñada por el Cl. Mariano Olszewski, joven de 27 años, bien instruido y de muy buen espíritu, que vistió en el mes de noviembre.

En cuanto a la dirección del noviciado, por mi poca edad, por hallarme solo (pues el P. Borrell únicamente puede venir una vez a la semana por un día o dos) y no poseer aún bien el idioma, tropiezo con algunas dudas, principalmente en cuanto a la dirección de las conciencias, lo cual me proporciona algunos ratos tristes. En atención a las privaciones, que en los principios hemos de sufrir, y al rigor con que seguimos la regla, el sistema de educación de los novicios es benigno (y a veces tengo dudas si no será demasiado), pue son impongo ningún castigo, ni acto humillatorio, fuera de los comunes en la Regla, como el capítulo de Culpas y el servir a la mesa; pero como en las Constituciones y Bulas Apostólicas se manda que se ejercite a los novicios en varias mortificaciones y humillaciones, a veces dudo si faltaré por demasiada benignidad en ello, pues por otra parte aquí las circunstancias parece que lo exigen, pues los polacos son buenos, pero tímidos en las dificultades, y mejor se rigen por la benignidad que por la severidad.

En cuanto al medio de comunicación, hasta ahora me he servido del latín en las Conferencias, Confesiones y Dirección, pues aquí se estudia muy bien en los gimnasios, y los polacos tienen gran facilidad para los idiomas. Ahora, con la ayuda de Dios, me voy entendiendo ya en polaco, y espero hablarlo bastante bien al fin del curso.

Por lo que hace al porvenir que aquí se ofrece, sinceramente digo a V. Rma. que es en extremo risueño. El país es muy católico y ofrece muchas vocaciones; el culto, muy atendido; los polacos son de talento; la enseñanza religiosa, respetada y apetecida; nuestra Corporación, aunque en algunos puntos no goza de muy buena fama por algunos desórdenes que, tiempos atrás, por la flaqueza humana ocurrieron, en general es estimada, pues produjo hombres tan beneméritos a la Patria como el P. Konarski, cuyo nombre de ningún polaco es desconocido; y en nuestros colegios, en especial de Varsovia, Lemberg y Vilna, se educó lo más selecto de la juventud polaca. Esto hace que se alegren los buenos polacos cuando saben que se trabaja por la restauración de una Corporación tan benemérita en la Patria, y crea V. Rma. que si lográramos organizar un noviciado y Casa Profesa, como corresponde, tendríamos numerosísimas y selectas vocaciones. Por eso ruego encarecidamente a V. Rma. que mire con especialísimo interés esta Provincia, y vea si puede recabar para ella algún auxilio.

Como auxilio recomienda, precisamente, al P. Ponz. Con él formará un buen tándem, a veces con fuerza para oponerse al P. Borrell o imponer sus propios criterios. La llegada del P. Ponz a Cracovia se hace sentir muy pronto. Por de pronto, el P. Borrell debe renunciar a sus ideas de otras fundaciones: hay que concentrarse en lo que tienen en Cracovia, pues sólo son tres, y el trabajo es abundante. Incluso el grupo de Slemien deberá regresar a Cracovia. Así escribe el P. Ponz a los pocos días de su llegada[Notas 21]:

Hemos convenido en renuncia por ahora a la fundación de Varsovia y concentrar todas las fuerzas. Esto último, sobre ser lo más canónico, es también lo que más conviene para la formación del personal de esta Provincia, problema fundamental que hay que resolver. En breve, pues, nos reuniremos en Cracovia 40 religiosos, cuya formación debemos simultanear con la educación de los colegiales, los cuales ascendían días pasados a 50, hoy son ya 60 y me dicen de Cracovia que se esperan aún más. Como ve V.P., aquí está el dedo de Dios. Que él nos dé su gracia a todos y V.P. Rma. nos ayude con sus oraciones y consejos, para que no desmayemos ante las grandes dificultades que hay que vencer si hemos de conseguir que no se diga de nosotros que empezamos a edificar y no pudimos consumar.

El P. Bartolomé plantea delicadamente las diferencias de opinión entre él y el P. Ponz, por una parte, y el P. Borrell, por otra. Desea que el P. General les haga una visita, y le escribe[Notas 22]:

El P. Amadeo y yo somos jóvenes, por lo cual, aunque veamos cosas que según nuestro criterio y el modo de ser de la Orden, nos parece que no debieran ser así, no queremos oponernos, pues la paz y la unidad también son factores de éxito, de que no se puede prescindir, ni nos parece oportuno comunicar a V.P. tales cuestiones por escrito, pues, aparte de los inconvenientes que fácilmente se adivinan, todos los hombres son falibles, y siempre queda en el fondo alguna duda de si nuestro criterio es realmente el más racional. De aquí la inmensa utilidad de que V.P. Rma. viniera y palpara todo, estableciendo puntos que fueran como fundamentales para nuestro desarrollo.

Humanamente hablando, de venir o no venir V.P. este año no poco depende el éxito de la empresa. Crea V.P. que esta aserción no va a bulto, sino fundada en la experiencia de los dos años que aquí llevo. No puede imaginar por cuántos rodeos sembrados de disgustos y desencantos hemos llegado al punto en donde hoy nos hallamos, que podemos llamar el punto de partida por el camino de la realidad, y del que, sin embargo, si V.P. no viene a tiempo para asegurarnos en él, hay peligro de que nos vuelvan a desviar, y entonces no sé dónde iremos a parar.

El P. Amadeo es una persona práctica. Propone a los otros dos padres españoles de la comunidad (pues los demás, dos polacos y un italiano, contaban poco) un par de planes brillantes. Uno tiene que ver con la formación de los juniores, que en Cracovia no pueden asegurar de manera satisfactoria. Y así escribe al P. General[Notas 23]:

Es nuestra casa más reducida de lo que parece y están sus habitaciones tan mal distribuidas, que andamos revueltos niños, novicios, juniores y padres, produciendo esto desorden y descontento de todos. Las circunstancias han hecho del Convicto la base de todo. Este Colegio no tiene fondos, y sí muchas deudas de tiempos antiguos. Y si el convicto ha de salvar la situación, es preciso que el P. Rector, el P. Antonio y un servidor le consagremos por algún tiempo todas nuestras energías, las cuales, si se tiene en cuenta el estado enfermizo del P. Antonio y las múltiples obligaciones del P. Rector, no suman mucho.

¿Qué hacer en vista de esto con nuestros clérigos? ¿Cómo atender a su formación científica? En la Universidad no pueden cursar la teología, porque no tiene la matura o grado bachiller. Las Órdenes religiosas que tiene esta facultad no los admitirán, y Dios nos libre de que nos veamos en la necesidad de que nuestros religiosos tengan que hacer con ellas los estudios. Desde que he empezado a conocer un poco esta tierra, he advertido que uno de los mayores obstáculos con que ha de tropezar nuestra obra es el estado actual de las corporaciones religiosas en Polonia. No parecen sino compañías mercantiles, que sólo se proponen gozar de las rentas y bienes temporales, que en general poseen en abundancia. Pocas son las que no han abandonado las mortificaciones prescritas por sus Reglas. Disciplinas y cilicios nec nominentur inter eas. todo se reduce a manifestar en el exterior cierta gravedad, que interiormente no poseen, a comer bien y beber mejor. Así se explica que los hijos del pueblo polaco, tan piadoso como miserable, traigan a la Religión la idea de que el estado religioso es estado de comodidades, en el que ni se trabaja, ni se padece frío, ni hambre ni sed. Y crea V.P. que cuesta trabajo apearles de esta idea. A la creencia que en estas tierras se tiene del estado religioso, a las malas condiciones del local y a la falta de personal, se debe que el carácter religioso de nuestros clérigos deje mucho que desear. Y a corregir este defecto de origen va principalmente encaminada la medida de enviarlos por algún tiempo a España, a Irache si es posible, para que allí sometidos al orden y la disciplina, tengan ocasión de rectificar algunas ideas y ver que nuestra Corporación es como dicen las palabras y obras de los Padres españoles y no como reza la conducta de los otros Padres que no son españoles.

El P. Borrell pidió permiso para llevar algunos juniores polacos a estudiar a Irache, y el P. General se lo concedió. Él mismo los acompañó en agosto de 1909 a España. Luego se entrevistó con el P. Vicario General, P. Pedro Díaz, a quien por lo visto no causó muy buena impresión, como escribe al P. General: El P. Borrell quería llevarse unos doce PP. de España; según me dijo ya tenía comprometidos diez. Luego han resultado cero. Me ha proporcionado un solemne disgusto porque no hay pies ni cabeza, y sí solo sueños inconexos en todo lo que proyecta.[Notas 24]

En relación con el mismo tema, el P. Ponz unos meses más tarde vuelve a escribir al P. General, proponiendo algunas situaciones para la difícil situación de Cracovia[Notas 25]:

Y ahora, aprovechando esta ocasión (un junior ha pedido dispensa de votos), va a permitirme V.P. que me desahogue un poco diciéndole cosas que quizás sabrá ya, pero que yo todavía no se las he dicho.

¡Ay, Padre General! ¡Cuántos granujas y hasta ladrones han pasado por la Casa de Cracovia! ¡Cómo se ha deshonrado nuestra sotana! ¡Cuántas amarguras y tristezas, y hasta cuánta hambre hemos sufrido el P. Antonio y yo! Todavía no he tenido, desde que estoy en esta tierra, ni un solo día de satisfacción. Y todo se ha llevado con resignación cristiana en la esperanza de que con el nuevo curso empezaría en Cracovia un nuevo orden de cosas y, si bien siempre habría que padecer algo, tendríamos a lo menos el consuelo de que nuestros sufrimientos disminuirían removiendo algunos obstáculos, que nos tienen imposibilitados para hacer nada de provecho. Pero el Señor ha permitido que las cosas sigan lo mismo y el alma se cae a los pies y la camisa no me llega al cuerpo al pensar que dentro de unos días tengo que regresar a Cracovia y continuar viviendo en medio de una república desordenada. ¡Qué tormento más grande!

El P. Antonio, inutilizado para trabajar con los religiosos y con los niños por haber dado su salud por una gente que no lo agradece… el P. Bieganski nos deshonra con sólo que le vena en la calle, pues todos recuerdan la relajada vida que ha llevado y los dineros que ha hurtado al colegio. El P. Siedlarski está borracho todos los días (rara excepción podrá hacerse), encontrándose unas veces tendido en las escaleras por donde pasan los niños y cayendo otras en la calle, donde le recogen los seglares, trayéndole a casa. Y, dicho sea de paso, este P. celebra todos los días. El P. Giannini destruye por su parte nuestra obra con su lengua y con su ejemplo. Y, para completar este triste cuadro, citaré a nuestros clérigos, algunos de los cuales, los más influyentes, no tienen ningún espíritu religioso y, aunque me duele, por lo mucho que le quiero, por la buena voluntad que tiene, permítame V.P. que cite aquí también a nuestro P. Rector. ¿Por qué no decirlo, si todo el mundo lo sabe? El P. Rector continúa como siempre sentado a espaldas de la realidad y con los ojos vendados, encerrado todo el día en el confesonario, para lo cual el Señor le ha dado una gracia singular, y compartiendo los secretos de la casa y de los libros sólo con un cleriguillo que es un golfo acabado, que ni tiene vocación ni quiere tenerla, pero en cambio tiene la honra de haber estado en esta misma Cracovia (y esto lo sabe todo el mundo) dos años en la cárcel por ladrón, etc. etc.

¿Qué hacer, P. General, ante tan negras circunstancias? Había dos medios por demás suaves y sencillos, pero eficacísimos para remediarlas. era el 1º enviar a España a nuestros clérigos, me refiero a los que desean ser buenos, que los otros, los que viven entre nosotros con miras bastardas, ellos mismos han indicado ya que brincarán cuando se vean en la precisión de abandonar la tierruca. El 2º era traer en nuestra ayuda 3 o 4 PP. españoles, lo cual, por más que digan, no lo veo yo tan difícil, si realmente se quiere salvar esto. No se hundirían, ni mucho menos, las Provincias de España, si cada una enviara un individuo.

Pero como tienen tantas ganas de admitir a nuestros pobres clérigos en España como yo de hacerme moro, a juzgar por lo que reza la carta que hace días escribió el P. Vic. General a nuestro P. Rector, y por otra parte los PP. Provinciales, lejos de dar su consentimiento al que se lo pide, se cierran en banda y los tratan de locos, creo llegada la hora de indicar a V.P. que debe pensarse con toda seriedad en poner término a nuestro prolongado martirio, negociando la anexión del colegio de Cracovia bien a la Provincia de Austria, bien a la de Hungría, bien a la de Bohemia, y esto último será lo mejor. Pues, si no van nuestros jóvenes a España, y si de España no viene auxilio, aquí no se ve porvenir; nuestro sacrificio es terrible y estéril, y es preferible resignarse a tener un colegio bohemio más que perder aquí un tiempo precioso machacando un hierro frío y pretendiendo el imposible de querer defender esta plaza sin fusiles ni municiones.

Aún podría contar a V.P. casos muy sabrosos ocurridos en estos seis años que trabajan aquí los españoles sin ningún fruto, pero creo que es bastante levantar una punta del velo para que comprenda V.P. la gravedad de nuestra situación.

La Congregación General, a la vista de estas cartas, decide nombrar al P. Borrell Provincial de Polonia[Notas 26], y al P. Antonio Bartolomé Barreneche Rector de la casa de Cracovia[Notas 27], para agilizar su funcionamiento, pero las cosas no funcionan bien. Pocos meses después el P. Bartolomé presenta su dimisión, que no es aceptada[Notas 28]. Dice que surgen continuos conflictos con el P. Provincial, al vivir en la misma casa; es mejor que haya una sola cabeza[Notas 29]. El P. Borrell, por su parte, da su propia versión de lo que está ocurriendo en Cracovia[Notas 30]:

Me acaba de decir el P. Rector que escribió a V.P. ayer que esto parece una tienda de baratillo, pues de continuo vienen los acreedores y no le dejan en paz. Si no fuera más que eso, poco sería ni tendría yo que escribir. Pero supongo toca otras teclas, y por eso escribo, para que no haya engaño. Porque estos Padrecitos se me quieren subir a las barbas, y como son necesarios y no puedo hacer nada sin ellos, no hay más remedio que templar gaitas, y es lo que hago hace tiempo.

Le advierto ante todo que aquí el P. Amadeo es quien lo mueve todo, y quien a todos habla y excita contra todos. Y no empieza ahora, que ya en Irache, según celebra, excitó al P. Vicario General a tomar no sé qué medidas para curar a los juniores de las indigestiones de piedad que les ocasionaba el P. Valentín. Aquí al P. Fortunato sé que hablaba a menudo contra mí, al P. Rector contra mí y contra aquel; a mí contra los dos. Va a la Universidad. conque en varios puntos de la ciudad (no digo aquí en casa) se ha permitido tales críticas de los catedráticos encanecidos en la enseñanza, y que él los ha de derribar y hacerlo mucho mejor, etc., que puede crear con facilidad enemistades para el Colegio no pequeñas. Él fue el que exigió que se enviasen a España necesariamente los jóvenes, sin esperar carta del P. Vicario, que, si no, él pide la obediencia para volverse, pues aquí no hacemos nada sin esto. Y con las consecuencias, yo cargué: ¡no sé si sabe cómo me recibió en Madrid el P. Vicario! Y lo que me escribió de Roma el P. Prepósito. ¡Como cargo con las consecuencias de los dos últimos nombramientos! Me nombran Provincial, y mi Provincia es esta casa; al P. Antonio lo nombran Presidente con obligaciones de Rector. ¿Y qué ha de hacer el Provincial? Tres clases y una correpetición, y aun querían que fuese amanuense del P. Presidente. Y es el caso que desde el principio vi que era imposible que este, con la independencia que quiere, pueda llevar bien nada, y menos la economía, pues él mismo dice, y es triste verdad, que los números le trastornan la cabeza. Y en Slemien me hizo deudas enormes, por quererlo llevar a su modo, cambiándolo todo constantemente. es poeta, literato, amiguísimo del Quijote. Este verano en un momento de patriótico entusiasmo escribe al Cónsul de España en Viena, y pide le pague el gobierno español el viaje a Melilla, pues quiere ir a alentar a los soldados, y, aunque sea, a morir por la patria. El Cónsul le escribió dándole las gracias a nombre del gobierno, diciéndole que su servicio no era necesario. ¡Cuántas veces ha dicho que si estalla la guerra carlista él se va al punto a filas, que, si la Patria le necesita, antes es la Patria que la Orden! No se extrañará V.P. le escriba esto, porque un hombre así fácilmente puede engañar, y más estando en manos de un astuto sin escrúpulos como el P. Amadeo.

Y vamos a las deudas. Al venir de España me sorprendió que habían comprado muchas cosas nuevas, bonitas, como se hacía en Slemien. Lo peor, que estaban poniendo 5 teléfonos en casa, por 500 coronas, y habían dado orden de que la central telefónica nos pusiera también teléfono que comunicase con los de la ciudad. Y dígales que está mal, y que es imposible, y le contestan que, si en todo les he de poner trabas, que él renuncia. En cuanto a las deudas existentes, si ellos me hubieran dejado hacer, todo estaba calculado y bien contado, sin enredos. Pero el P. Presidente quiso corregirlo todo, tomó él mismo la economía y la dirección de la casa y casi de todo. El convicto g. a D. en manos del P. Amadeo. ¿Y qué resulta? Lo que dije al ver la dirección que tomaba: que no es hombre para tanto peso, ni aun para sola la economía, que solo basta su nobleza para hundir una casa y una Provincia como esta. Y ahora ya lo palpa. Pero la economía ha sufrido mucho, y lo que sufrirá. Porque no es hombre que se apee, y mira de fijo a un lado y que nadie le haga mirar a los otros tres, hasta que les llegue el turno. ¡Y hay tantas cosas que no pueden esperar turno! Y si le han de esperar, ellas mismas se van, y la cosa con ellas.

Y vamos a los abrigos. Hace seis años que van por estas calles de Cracovia el manteo y el ropón español, y bien les va. Tanto más que allá en tiempos felices el mismo P. Konarski los usaba. Pero vio el P. Presidente a sacerdotes seglares y al Sr. Obispo con otra especie de ropón de valona más larga -un palmo más- y luego les saltó la idea de que este clima así los exige, y el Provincial como robusto puede aguantar sin eso, pero ellos son delicados, y no hay más remedio, o se dobla o se quiebra. Y es el caso que aquello no calienta, nada de eso; menos que el ropón con mangas y buen forro que llevamos aquí. Ni en invierno lo usa aquí nadie aquel balandrán o como se llame, que es de verano, sino otros abrigos cerrados y forrados de pieles o de lo que cada uno puede. Si hubiesen pedido esto, era racional; no necesario, a mi juicio, pero sí justificable de algún modo. Conque lo que piden, el P. Amadeo en realidad, es uno de tantos caprichitos, en cuya consecución hace él brillar a menudo su chisa y energía, aunque no ninguna observancia ni religiosidad, ni prudencia.

No recuerdo si hay algo más de precisión. Esto basta para que en Roma audiatur altera pars – non praelat sed postlata.

Pasa el tiempo y el P. Borrell da algunas muestras de desaliento. Ve que perseveran muy pocos de los polacos admitidos como escolapios, que tampoco perseveran los españoles enviados, y que no le envían más refuerzos, mientras el trabajo y las necesidades siguen aumentando. Escribe al P. Calasanz Homs, procurador General[Notas 31]:

Aquí nos encontramos en un callejón sin salida, por falta de gente, pues casi toda la carga hemos de llevarla dos, y en los demás no puede uno fiarse, sea por su impotencia física o moral. Hasta ahora ayudan los clérigos a la vigilancia, pero en cuanto se vayan a formar a lo escolapio, sin lo cual nunca serán nada, pues aquí es imposible, no quedará más que el desaliento y la mala satisfacción de reventar a ciegas.

Suplico, pues, a V.P. se sirva ayudarnos con el P. Gral., o con quien haga falta. Hay varios Padres de España dispuestos a venir, y buenos, necesarios aquí más que allí. Se nos han ofrecido, han escrito varias veces, alguno está dispuesto hasta a acudir a la Sgda. Congregación para que le dejen venir a ayudar aquí por dicho motivo, y por estar él en Provincia en que no profesó, sino a la cual pasaron sin preguntarle. Es el P. Romualdo Ilzarbe, ex generalicio como estos dos PP. de acá. Allí el P. Provincial se cierra en banda, y el P. Vic. General exige el consentimiento del Provincial. Conque el uno por el otro, o los dos a una, nos dejan solos. El P. Prov. de Cataluña me prometió el verano pasado darme este año uno o dos. Buenos y gustosos en venir, hay dos o tres. Conque voy a empezar a escribir para que esto se active. Espero que V.P. en cuanto pueda ayudará. Si no viene personal, y adecuado, perdemos aquí la menor ocasión, y sabe Dios lo que pasará. Por lo menos seguirán malográndose por esos ruines colegios de España muchos PP. que aquí ayudarían en gran manera a preparar nuevos días de gloria para la Escuela Pía.

A todo esto hay que añadir que este colegio no tiene dinero, y gasta al mes unas setecientas pesetas en profesores asalariados: los PP. Bartolomé y Ponz van a la Universidad para el año siguiente ocupar el lugar de algunos catedráticos, pero si no vienen PP. y los clérigos han de formarse y no desesperarse y desesperarnos, ni ellos podrán enseñar, ni el colegio brillar como comienza a hacerlo, ni habrá provecho de que nos estemos aquí unos años inutilizando. Tenemos 50 colegiales con cuatro clases elementales y una gimnasial, para la cual esperamos derechos oficiales este mes o el siguiente. El curso siguiente, si no queremos sentarnos en tierra, hay que conservar lo ganado del gobierno y los colegiales actuales, id est: ha de haber cuatro elementales y dos gimnasiales, y así siguiendo, cada año una clase más. Sin esto, un fiasco; y para esto son indispensables dios Padres a lo menos. Es difícil ver todas las dificultades, no estando aquí para verlas nacer y desarrollarse naturalmente. Nos encomendamos a sus oraciones.

El P. Romulado Izarbe, otro entusiasta escolapio aragonés, había escrito desde Alcañiz al P. General[Notas 32]:

Tres religiosos nuestros, tres héroes, a quienes a Escuela Pía mirará con respeto, trabajan con espíritu de fe viva en la obra de restaurar nuestra amada Escuela Pía en la que fue floreciente provincia polaca. Sólo un poder superior de la gracia puede realizar el milagro de que con tres individuos tenga Noviciado, desempeñen una clase de 1ª enseñanza, un año e humanidades, tengan Internado y aun en tiempo de verano estén con los niños que lo soliciten las familias.

Cuando considero esto, cuando veo un grupo de cerca de 60 alumnos internos con uniforme, cuando la población está de plácemes por la vida ejemplarísima de nuestros religiosos, por los progresos de los alumnos en la virtud y saber, cuando me fijo que unos cuantos religiosos animados e espíritu de observancia cumplen allí las Reglas según la intención de N.S.P., ¿no sería una mengua se malograsen tantos frutos como esperan aquellos religiosos por no atenderles un poco con ayuda personal que para España no significaría nada, y que para Polonia sería, con la bendición de Dios, la salvación de la juventud? ¿Por qué no ayudarles a llevar el Noviciado cada vez más numeroso? ¿Por qué no formar allí mismo un Juniorato en el que los Juniores más aventajados desempeñasen las clases de 1ª enseñanza bajo la dirección de un Padre, mientras los demás PP. irían aumentando los año e Humanidades, y con los 3 Juniores polacos que hay en Irache y con los que vayan profesando formar una provincia o provincias enteramente observantes que poco a poco fuesen recobrando nuestros antiguos Colegios?

El Noviciado cuenta con bastantes Clérigos y Operarios; sólo necesitan individuos que les presten auxilio en una empresa tan del agrado de Dios y de N.S.P.: he pensado delante del Señor que, si bien valgo poco, con la asistencia de su gracia, que se sirve de los instrumentos más ruines para sus obras, podría serles de alguna utilidad. Por otra parte, como un Capítulo celebrado en Roma decretó que se facilitasen individuos para sostener la casa de Cracovia, soy del parecer que el ofrecimiento de un servidor para ese fin ha de agradar a V.P. Rma. y a los pobres PP. de Cracovia.

Bien comprenderá V.P. Rma. que no me mueve a dar este paso ninguna mira terrena, por cuanto bajo este respecto es más fácil comer el pan nuestro y disfrutar de las pequeñas comodidades que hay en la península, mayormente después de vivir en santa paz con mis hermanos religiosos, que no expatriarse. Por otra parte, estoy acostumbrado a carecer de las dos primeras ventajas por haber estado 8 años en los colegios de América en que aún seguiría si los Superiores no me hubieran traído a España por motivos de salud.

Otro detalle he tenido presente al hacer este ofrecimiento, y es adquirir unos libros en polaco, y estoy aprendiendo este idioma, que es muchísimo más difícil que el alemán. Creo que cuando se trata de males extremos se deben aplicar remedios extremos, y el ejemplo nobilísimo lo dan el sacrificio del P. Borrell y de los otros dos Padres que también conozco.

Rmo. Padre, V.P. Rma. ve en estas líneas el estado de un alma; si lo juzga de utilidad para la Escuela Pía, estoy a su disposición para despedirme de mi familia este verano en cuya compañía paso unos cuantos días cada dos años, y acompañar al P. Juan Borrell que vendrá con algunos Juniores a Irache, o si no pedirle a él la dirección que debo tomar para ir a Cracovia y perfeccionarme en el polaco antes de comenzar las clases.

Insiste el P. Borrell, mencionando de nuevo al P. Ilzarbe y a otro voluntario aragonés, el P. Ángel Pallarés, también dispuesto a venir a Cracovia [Notas 33]:

Si no viene gente ahora, esto no va a ninguna parte, pues se va a apoderar de todos el desaliento y vamos a reventar con la carga. De observancia no habrá para qué hablar, y, por lo tanto, ¿Qué hacemos aquí? Esto me lo han repetido varias veces. Si el P. Vic. General se muestra reacio, puede que haga falta acudir directamente a S.S., exponer el estado desesperante de esta Casa y Provincia y pedir por excepción lo que no quieren otorgar por las vías ordinarias, o no pueden: lo que sea. Por esto suplico a V.P. Rma. se sirva disponer cuanto antes lo que convenga, o decirme lo que he de hacer.

Solicitado el P. Joaquín Campos, Provincial de Aragón, respondió al P. General[Notas 34]: Es absolutamente imposible el que yo pueda desprenderme de ningún individuo de la Provincia para ir a Cracovia, pues ahora mismo estoy apuradísimo para mandar en el mes de septiembre una expedición a América. Creo que a las otras Provincias debe acudir V.P. Rma., pues solamente Aragón tiene individuos en Cracovia.

Tampoco de su Provincia, Cataluña, obtiene más ayuda el P. Borrell. El P. Salvador Marcó, Provincial, escribe al P. General[Notas 35]: El P. Borrell se marchó de aquí llorando porque no le quería dar personal, y yo le contesté que si no le daba era porque no se podía, pues necesito para Cuba, necesito para la Provincia (Alella, varios colegios piden para nuevas clases que se ha de establecer), necesito para la nueva comunidad de S. Antón. ¿Cómo es posible, queridísimo Padre, que pueda mandar personal a Krakovia?

El otro gran proyecto del P. Ponz, que se gana al P. Bartolomé, es la construcción de un colegio nuevo cerca de Cracovia, en Rakowice. El colegio de Cracovia había abierto las clases de enseñanza media o Gimnasio, con lo que aumentaba también el número de internos y comenzaba a faltar espacio. Lo explica al P. General el P. Bartolomé[Notas 36]:

Como sabe V.P., hace dos años para asegurar la vida del colegio abrimos aquí gimnasio propio, para el que hemos ya obtenido derecho público, es decir, derecho a examinar en el mismo colegio y con nuestros propios profesores, de modo que las calificaciones sean igualmente válidas como las de los gimnasios oficiales. Claro es que este paso asegura nuestra obra, dándonos como personalidad propia y permitiéndonos educar a nuestros alumnos lejos del contacto con judíos y mozalbetes sin principios de moralidad que pululan por estos gimnasios públicos. Sin embargo, tropezábamos con una gran dificultad para el desarrollo de nuestro plan, y era la falta de fondos para el porvenir. Era, pues, preciso hallar alguna salida, y, afortunadamente, se ha hallado con la combinación expuesta en la adjunta exposición a la Santa Sede, y para cuya mayor claridad daré aquí a V.P. algunas explicaciones.

Aquí en Polonia en estos últimos tiempos es muy fácil hallar grandes posesiones de familias que han venido a menos, y que pueden adquirirse a precios muy bajos, y esta es la causa de la concentración en Polonia del elemento judío, no obstante no ser ni con mucho uno de los países más ricos de Europa. Una de estas ocasiones hallamos el verano último enterándonos había en los alrededores de Cracovia una magnífica posesión que había pertenecido a los reyes de Polonia, y que ahora estaba en peligro de caer en manos de algún judío por pertenecer a una viuda que tenía necesidad de desprenderse de ella. El precio, sin embargo, aunque muy inferior al valor de la posesión, era muy superior a nuestros haberes, pero pensamos que valía la pena de vender una finca que, por las razones expuestas en la petición, no nos servía de nada, y cubrir el resto con la enajenación de algunas parcelas de la que tratábamos de adquirir. Este era el primer proyecto, y, según él y de acuerdo con algunos prelados del Consistorio, pues el asunto por lo favorable urgía, no pudiendo hacer el contrato público sin los permisos necesarios, lo aseguramos en lo posible con una pequeña fianza y la promesa de hacer el contrato lo antes posible, condición que fue concretada por los testigos, limitando el término hasta el principio de noviembre, de modo que si pare el primero de este mes no se hacía el contrato, quedaba ella desligada de toda obligación.

Como creíamos que el Rmo. podría venir en este intervalo, hemos diferido la solución del asunto para que él mismo viera y obtuviéramos más fácilmente de la Sta. Sede los permisos necesarios, pero como el tiempo que queda es escasísimo, me apresuro a enviar la exposición del asunto rogando a V.P. intervenga para que en la Sgda. Congregación gestionen con la mayor rapidez posible este asunto de una trascendencia inmensa para el afianzamiento material de este colegio, ya que los intereses de esta finca no solo bastan para cubrir los gastos de adquisición, sino que ayudan con mucho al mantenimiento de este Establecimiento, sin necesidad de acudir a la enajenación que proyectábamos, y que en todo caso nos daría también un capital líquido respetable.

La Congregación General aprueba la compra de la propiedad de Rakowice, y pedirá permiso a la Congregación de Religiosos para que se pida un préstamo[Notas 37]. Se pide el permiso el 16 de octubre, ofreciendo como garantías (hipoteca) el colegio de Cracovia y la propia villa comprada, con un terreno de unas 23 hectáreas[Notas 38]. Pero comprenden que se trata de un asunto serio, y quieren hacer una visita Canónica, para la que delegan al P. Tomás Viñas, que ya había sido visitador a finales de 1902, en condiciones críticas para la casa. El P. Viñas sale hacia Cracovia el 29 de octubre. El 2 de noviembre comienza la visita, de manera muy formal, visitando todos los lugares, como prescribían las Constituciones, y hablando con todas las personas. El 17 de noviembre se firma la escritura de compra del Rakowice: el P. Viñas lo ve como una buena cosa. Al final de la visita deja una serie de normas para el buen gobierno de la casa (explicando qué es competencia del Provincial y qué del Rector), sobre la administración de la economía y sobre la formación de los jóvenes. Con su precisión habitual, el P. Viñas lo anota todo[Notas 39]. Comienza así el gran desafío de Rakowice. Pero el P. Sánchez murió durante esta visita, precisamente el 3 de noviembre, así que el desarrollo de Rakowice queda para el periodo siguiente.

Hemos mencionado que había también en Cracovia un escolapio italiano. Se trataba del P. Fortunato Giannini, de Toscana, que había actuado incorrectamente en Volterra. Para alejarlo de la vergüenza (y tal vez de la cárcel) sus superiores lo enviaron a Cracovia. La Congregación Provincial de Toscana había decidido su expulsión, pero en Roma pensaron que sería menos duro para él pedir la secularización. Pero él no quería saber nada de salir voluntariamente de la Orden; comprendiendo que no podía volver a Italia, pedía que lo enviaran a otro destino escolapio (preferentemente Buenos Aires, donde había una importante colonia italiana, y el clima era bueno). Mientras tanto se ganaba la vida como profesor de italiano en la universidad de Cracovia. En la comunidad era considerado como “oblato”, sin derechos. Al fin consiguió que lo aceptara en Viena el P. Provincial Mestan, y allí fue, como profesor de italiano en la Universidad, hasta que terminó sus días en 1928.

Notas

  1. RP 57 7, 9. 2 septiembre 1907.
  2. RG 22, 52. 25 octubre 1907.
  3. RG 22, 57. 28 noviembre 1907.
  4. RP 57 7, 14.
  5. RP 57 7, 15.
  6. RP 57 7, 16.
  7. RG 251 i, 23. 1 julio 1907.
  8. Tenía entonces 57 años.
  9. RG 251 m 2, 21, 9 septiembre 1907.
  10. Dícese cuando la carga se lleva desnivelada o descontrolada en la parte de atrás.
  11. Aclara el tiempo, deja de llover.
  12. La distancia exacta es de 77, 6 km.
  13. RG 251 i 28. 7 noviembre 1907.
  14. RG 251 m 2, 23, 19 septiembre 1907
  15. RG 251 m 3, 20. 14 agosto 1908.
  16. RG 251 e, 42. 12 julio 1908.
  17. RG 251 e, 41. 18 julio 1908.
  18. RG 22, 59. 12 diciembre 1907.
  19. RG 251 m 3, 2. 22 enero 1908.
  20. Lemberg es el nombre alemán de la actual Lviv, en Ucrania. Leópolis en latín; en polaco, Lwow; era la capital de la región de Galitzia, sometida al imperio austriaco
  21. RG 251 m 3, 16. 4 septiembre 1908.
  22. RG 251 m 4, 2. 16 junio 1909.
  23. RG 251 m 4, 6. 23 abril 1909.
  24. RG 251 e, 60. 8 octubre 1909.
  25. 251 m 4, 7. 20 agosto 1989.
  26. RG 22, 126. 3 agosto 1909.
  27. RG 251 m 4, 3, 27 agosto 1909.
  28. RG 22, 136. 25 noviembre 1909.
  29. RG 251 m 4, 4. 21 noviembre 1909.
  30. RG 251 m 4, 25. 16 noviembre 1909.
  31. RG 251 m 5, 1. 6 abril 1910.
  32. RG 251 g, 53. 16 marzo 1910.
  33. RG 251 m 5, 2. 7 mayo 1910.
  34. RG 251 g, 55. 14 agosto 1910.
  35. RG 251 f 5, 20. 18 julio 1910.
  36. RG 251 m 5, 5. Octubre 1910.
  37. RG 22, 158. 10 octubre 1910 (Es la última reunión de congregación General a la que asiste el P. Sánchez).
  38. RG 57 7, 31.
  39. RP 57 7, 32. 25 noviembre 1910.