1696EuropaCentral/Conclusión

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La base económica: las fundaciones.
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1696EuropaCentral/Conclusión
Índice

Anejo 1. Algunos escolapios de mayor relieve en Europa Central en el siglo XVII.
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Conclusión

Hasta ahora me he limitado a seleccionar datos históricos de nuestros archivos, y ponerlos en orden para dar una cierta coherencia a lo sucedido en los primeros 65 años de la historia de las Escuelas Pías en los países de Centro Europa. Quiero concluir con algunas reflexiones personales, hechas desde las Escuelas Pías de 2015, que por primera vez en su historia se reúnen en un país centroeuropeo para celebrar un Capítulo General.

1.Desarrollo impresionante

El primer rasgo a destacar, puramente cuantitativo, es el impresionante desarrollo de las Escuelas Pías en estos países en aquellos primeros años (desarrollo que continuaría con el mismo empuje durante el siglo XVIII, hasta convertir a estas provincias escolapias en las más dinámicas de la Orden: en 1766 había en estas provincias 98 casas, mientras en la provincias italianas había 76 y en las españolas 24), comparable al primer desarrollo italiano en vida del Fundador. Y eso a pesar de las circunstancias negativas que pesaron en contra durante los primeros años, concretamente la reducción de la Orden de 1646 a 1656, y las diversas guerras que afectaron a estos países. Fue un crecimiento mucho más rápido que el de las Escuelas Pías en España, en sus primeros 65 años. Sin embargo el desarrollo de la Orden en todo el mundo los últimos 65 años ha sido mucho más impresionante. Con una paradoja: mientras decrece el número de religiosos, aumenta el número de presencias.

Puede ser útil, para comprobar esta tendencia, comparar las Escuelas Pías de Europa Central en 1696 con las de 2014.

Datos de 1696:

PROVINCIA
Casas
Sacerdotes
Clérigos
H. Operarios
Novicios
Total

Germania

11
100
11
43
18
172

Polonia/Lituania

13
89
45
17
7
158

Hungría

3
13
8
1
4
26

TOTAL

27
202
64
61
32
356

Datos de 2014 (EC):

PROVINCIA
Casas
Sacer./Diác.
Clérigos
H. Operarios
Novicios
Total

Polonia

22
94
19
4
4
121

Hungría

9
56
9
65

Austria

1
5
5

Eslovaquia

4
18
3
21

TOTAL

36
173
31
4
4
212

Menos religiosos, más casas. Podemos decir que la llama que comenzó a arder en Europa Central en 1631 sigue muy viva en 2015.

2.Adaptación a los lugares. Diversidad cultural, religiosa, lingüística

El desarrollo primero de las Escuelas Pías en Italia (y lo mismo se puede decir de España) se hizo sobre una base humana mucho más homogénea que la de Europa Central. Italia estaba formada entonces por numerosos Estados, pero todos ellos compartían lengua, religión y cultura. España, para su desarrollo, añadía la ventaja de ser una sola Corona. En Europa Central, habiendo dos grandes Estados (el Imperio Germánico y Polonia) en la práctica había otros reinos, provincias, ducados… con legislaciones particulares. La presencia de los escolapios, especialmente los de Hungría y Germania, se produjo en muchos lugares de mayoría protestante, lo cual significó una serie de desafíos nuevos para ellos. En algunos lugares de Polonia, mayoritariamente católica, tuvieron que vérselas con ortodoxos (o uniatas) y judíos. Estaban presentes al menos cinco lenguas vivas más importantes, lo cual no facilitaba la comunicación interna. Aunque en general la diversidad étnica no era un problema para la convivencia, en algunos casos sí tuvo su importancia: el P. Juan Mudran era rechazado como Provincial por muchos religiosos polacos porque era “germano” (había nacido en Podolín).

Otro matiz de esta adaptación fue la aceptación y utilización de aquel tipo de sociedad tardo-feudal de la Europa Central de la segunda mitad del siglo XVII, en la que la riqueza está concentrada en manos de los nobles, que son quienes promueven a su gusto las obras piadosas y culturales. Está claro que sin ese respaldo de la nobleza los Escolapios no habrían podido nacer ni desarrollarse en aquellos países. Cada etapa de la historia tiene sus características; para sobrevivir hay que adaptarse tanto a los lugares como a los tiempos.

3.Unidad con el resto de la Orden. Papel del P. General

Los primeros escolapios que llegaron a estos países, y que dirigieron el desarrollo de las Escuelas Pías en los primeros años eran italianos. En su mente estaba muy clara la idea de unidad con el resto de la Orden en Italia. El fundador Calasanz está muy interesado en todo lo que ocurre en Germania y Polonia, escribe y recibe muchas cartas. Y cuando los años pasan los escolapios nativos crecen con una identidad clara de pertenecer a una Orden unida, que se guía por las mismas Constituciones y el mismo carisma. Desde el primer momento hay representantes de estas casas en los Capítulos Generales de Roma: la terrible prueba del viaje no es un obstáculo para mostrar su espíritu de unidad. A las provincias centroeuropeas se les pide desde Roma exactamente lo mismo que a las demás, como vemos en los detalles señalados por el P. Foci en sus ordenanzas en lo relativo al vestir: incluso los zapatos formaban parte de la “observancia religiosa”, que era la mayor virtud que se pedía entonces a un escolapio.

Y sin embargo en 1695 aparece una crisis muy fuerte en Polonia con motivo del nombramiento del P. Mudran como Provincial (no figuraba en la lista de los tres candidatos propuestos por la Provincia; no caía bien a algunos escolapios de relieve). Aunque en Polonia existían ya dificultades o divisiones entre los religiosos, y ello motivó la Visita General del P. Salistri en 1690, las dificultades aumentaron hasta el punto de que en 1695 existía el riesgo claro de una escisión de la Orden en Polonia. El P. Foci entendió perfectamente la gravedad del momento, y dejando otros asuntos de la Orden en manos de sus Asistentes, partió de visita con la solución del problema polaco como primer objetivo. Y se puede decir que con su prudencia, tras dos meses de esfuerzos encontró la mejor solución posible, y resolvió la crisis.

La Orden ha vivido recientemente una situación semejante, con un resultado no tan satisfactorio. La enseñanza es que cuando en una provincia se llega a una situación crítica, el P. General, en nombre de la Orden, tiene que intervenir para tratar de resolverla.

4.Una pedagogía y una pastoral comunes

Calasanz quiso que todas las Escuelas Pías fueran “homogéneas en la organización” (CC 185) Dedica todo el capítulo IX de la 2ª Parte de las Constituciones a marcar las líneas pedagógicas comunes, sacadas de su propia experiencia como Prefecto de las Escuelas Pías. Y esta organización escolar formaba parte de la “observancia religiosa”, así que en todas las casas de la Orden se aplicaba, dentro de las posibilidades.

El objetivo de todas las fundaciones (Cracovia, como hemos explicado, era una excepción) era abrir escuelas para educar a los niños desde las primera letras hasta la retórica o conocimiento avanzado del latín. En todas las escuelas existían los mismos niveles escolares, aunque dependiendo del número de alumnos las clases estaban dedicadas a un solo nivel, o se unían dos o más en la misma clase. Como en los niveles medios y superiores toda la enseñanza se hacía en latín, los religiosos podían pasar sin dificultad de un colegio a otro para enseñar exactamente lo mismo. Eran tiempo de una pretendida “estabilidad”: no cabía hablar de creatividad pedagógica. Lo que había funcionado bien en las Escuelas Pías de Roma debía funcionar bien en el resto de la Orden.

Observamos la importancia de la pastoral o educación cristiana de los niños: aparte de la orientación religiosa de todas las enseñanzas, había toda una serie de actos y prácticas añadidas para formarlos en la “piedad”, objetivo fundamental de las Escuelas Pías. Y como estrategia concreta, destaca la creación de los dos “oratorios” o grupos de alumnos, uno de mayores y otro de menores, que existían en cada colegio para aquellos en quienes se veía la disposición para un compromiso cristiano más fuerte.

Hoy día, con situaciones culturales mucho más diversas, no tiene mucho sentido hablar de una “homogeneidad pedagógica” (aunque en realidad esa homogeneidad, más o menos solapada, nos viene impuesta desde fuera: influencia de la “cultura occidental invasiva”, orientaciones de la UNESCO, etc.). Sin embargo sí estamos dando mucha importancia en los últimos tiempos a la “calidad calasancia” de nuestras escuelas, lo cual significa una homogeneidad más profunda, en el respeto de lema original de “Piedad y Letras”. A destacar también el impulso que muy recientemente se está dando al Movimiento Calasanz, lo cual puede significar una vuelta a la idea original (con otros métodos, por supuesto) que motivó la creación de los “oratorios” en todos nuestros colegios.

5.Matices nuevos en el carisma. Atención a los laicos

En contraste con la homogeneidad de la que acabamos de hablar, notamos algunos matices nuevos en las provincias escolapias centroeuropeas, a los que ya nos hemos referido antes. Por un lado, y como cosa más importante, encontramos el carácter “misionero” de la Orden, que no había aparecido antes. Misionero en el sentido en que lo entendía la Congragación de Propaganda Fide entonces: tratando de convertir a la fe católica a quienes se habían alejado de ella. Fueron muchos los escolapios que contribuyeron con su esfuerzo a cambiar el panorama religioso de algunos lugares de estas regiones, llegando en ocasiones hasta dar su sangre.

Un segundo matiz es la aceptación de las primeras parroquias de la Orden (no tenemos noticia de que en Italia se hubiera aceptado ninguna). Señalando que la aceptación de la parroquia era considerada como una estrategia necesaria en algunos casos para conseguir el objetivo último: la fundación de un colegio escolapio. Puede decirse lo mismo en relación con algunos lugares de culto público del que también se hicieron cargo los escolapios: el santuario de Santa Ana de Altwasser, la capilla de N.S. de Oettingen junto a Horn, o la de Loreto en Nikolsburg, así como el mausoleo del Duque de Sajonia en Schlackenwerth. Eran actividades apostólicas que tenían poco que ver con las escuelas, y que estaban dirigidas a creyentes adultos. Dígase lo mismo de las cofradías para hombres y mujeres creadas en buena parte de nuestros colegios, y la atención pastoral mediante confesiones y misas.

Esta dinámica de la diversificación la comenzó ya el mismo Calasanz, aceptando el Colegio Nazareno en Roma y creando la Cofradía de Santa Ana en San Pantaleo (de la que él mismo era cofrade), así como por la dirección espiritual que él mismo practicó con buen número de laicos, como prueban sus cartas. Este tipo de dinámica ha existido siempre en la Orden, y existe hoy con nuevas formas y variedades (Educación No Formal, Centros Sociales, Hogares, Parroquias, Fraternidades…). Es una prueba de que el carisma es algo dinámico, vivo, que se adapta a los lugares y los tiempos.

6.Supervivencia en tiempos difíciles

La psicología define el término resiliencia como “la capacidad de las personas para sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas”. Si se nos permite aplicar este término a una institución, diremos que las Escuelas Pías de Europa Central tenían una gran resiliencia en la segunda mitad del siglo XVII. Tuvieron que enfrentarse, poco después de nacer, con las dificultadas originadas por la reducción de la Orden; durante muchos años, en un lugar o en otro, tuvieron que soportar los desastres de la guerra; en algunos lugares tuvieron que enfrentarse a la hostilidad de los protestantes y de alguna otra Orden religiosa; sufrieron además en ocasiones catástrofes naturales como la peste, incendios e inundaciones.

Es cierto que todo ello lo tenían que sufrir también las demás personas que vivían allí, pero una cosa es resistir como persona y otra, más compleja, resistir unidos como institución. Es también cierto que la Orden a lo largo de su historia de cuatro siglos ha tenido que pasar por circunstancias muy adversas, como muy bien lo saben estos mismos países europeos en su atormentada y sólo desde hace unas décadas pacífica historia.

Hoy día las Escuelas Pías gozan en todo el mundo de una situación bastante tranquila y próspera, pero no sabemos qué puede ocurrir en el futuro, especialmente en algunos países de reciente presencia, o a los que queremos ir. En todo caso debería inspirarnos la residencia de nuestros mayores, y su confianza en dios.

7.Importancia de la información

Calasanz fue un maestro de la comunicación: seguramente hay pocos personajes de la historia de su tiempo (o incluso anterior y posterior) de quienes se conserven tantas cartas. Al leer la crónica de la Visita del P. Foci quedamos sorprendidos viendo al cantidad de veces en que su secretario dice que se dedicó el día a escribir cartas. Para mantener la unidad de una organización la buena comunicación es esencial.

Queremos valorar aquí otro tipo de información: la organización cuidadosa de los archivos que había en cada casa, tal como lo describen los respectivos Estados, y tal como lo prescribe el P. General en sus Ordenanzas. Y el interés que tuvo en particular el P. Foci para recabar toda la información posible y llevársela consigo, tal como lo escribe en su intimación a las dos provincias: “Y, para no entretenerse demasiado, teniendo que escuchar noticias de personas o de cosas, el P. Provincial, en el mismo comienzo de nuestra visita, entregue los acostumbrados catálogos de las Comunidades, y nombre, cuanto antes, a alguno de los nuestros en cada Colegio, que nos proporcione, antes de marchar, la crónica del mismo, desde el comienzo de su fundación; y, sobre todo, la describa fielmente, hasta el tiempo presente. Además, que los Rectores de las Casas nos describan, al pie de la letra, el estado de las mismas, y todos los documentos, registrados con sus firmas, que deben presentar, igualmente, dos sacerdotes nuestros, bajo juramento”. Gracias a esta previsión tenemos los documentos que nos han permitido presentar esta “fotografía” de nuestra obra.

Hoy día tenemos medios mucho más poderosos para archivar y ordenar información; es de suponer que los cultivaremos y desarrollaremos para conocer mejor nuestra Orden y su historia. Es evidente que el P. Foci no pedía información movido por la curiosidad, sino por amor hacia la Orden; ese mismo amor nos debería mover a todos para conocer y dar a conocer mejor a otros lo que somos y lo que hemos sido.

8.Importancia de la formación

El tema de la formación de los escolapios era algo que quedaba pendiente desde el origen de la Orden: da la impresión de que a Calasanz no le preocupaba excesivamente una formación cualificada de los maestros escolapios, puesto que su tarea principal era enseñar a niños pequeños y algo de latín, además de la doctrina cristiana, y para eso no hacían falta muchos estudios. Y tampoco quería que los escolapios se dedicaran a predicar fuera de las iglesias propias, a los niños. La formación andaba siempre mezclada con el apostolado, lo cual tiene su coherencia desde el punto de vista de la pobreza. Pero la Orden se fue dando cuenta de que era necesario fortalecer la formación de los propios religiosos, para todo tipo de apostolado. El P. Carlos Juan Pirroni creó una Ratio Studiorum que no llegó a ver implementada, y luego el P. Juan Francisco Foci la adaptó y procuró que se aplicara en todas las provincias escolapias. No tenemos datos aquí para decir si lo consiguió o no en las provincias centroeuropeas después de su Visita, pero sí podemos decir que era un paso en la buena dirección.

Esta ha sido una preocupación constante a lo largo de toda la historia de la Orden, a la que se han dado diversas soluciones según los tiempos y lugares. Y la prueba es que hasta el Capítulo General de 2015 todavía no tenemos un documento único y definitivo sobre la formación del escolapio, a pesar de que todos somos conscientes de que es sumamente necesario.

9.Devoción a María

Los escolapios hemos heredado de nuestro fundador Calasanz la devoción filial a María, y será bueno que con esta observación terminemos nuestro apartado. No nos detendremos aquí mostrando su insistencia en tantas cartas en el cultivo de la devoción a María. Era una lección que habían aprendido muy bien los escolapios de estas provincias y que supieron transmitir a sus alumnos. Aparte de la devoción particular o de las prácticas comunes, estaban las cofradías marianas, presentes en la mayoría de los colegios, con denominación propias como Nuestra Señora de las Gracias, la Virgen de Loreto o el Santísimo Nombre de María.

Nos toca a nosotros, escolapios del siglo XXI, ver en qué modo nosotros podemos ser también fieles a esta inspiración de nuestro Fundador, de manera creativa y no simplemente repetitiva, para guardar este elemento clave de nuestra espiritualidad.

Notas