Córdoba (AR) Colegio Santo Tomás de Aquino
Contenido
Datos
Demarcación Argentina
(1894- )
Antecedentes históricos.
El Colegio Santo Tomás forma parte integrante de la historia de la ciudad de Córdoba; lleva de inmediato a recordar una fecha que dividió el país entre católicos y liberales y que todavía pesa en la historia educacional: 1884. En ese año en la capital federal se sancionaba la ley 1420 de enseñanza laica y en Córdoba capital se lloraba la muerte del eminente pastor e insigne defensor de la libertad de la enseñanza religiosa, Fray Mamerto Esquiú. La sociedad cordobesa, fiel a su tradición religiosa y animada por el celo incansable de sus obispos y sacerdotes, reaccionó y luchó con todos los medios contra el liberalismo ateo invasor: a las ideas propugnadas por «El Interior», respondió con las de «Los Principios»; a la «Sociedad de Lafinur», formada por liberales de avanzada, contestó con la «Sociedad juventud católica»; a la fundación del Colegio Normal de Niñas, regentado por un profesorado en su mayoría protestante, ideó un vasto plan educacional, que incluía una Universidad católica (lo que se realizará sólo 80 años después) y que se redujo por el momento a un «colegio católico» -así se le llamó en sus comienzos- y que por tener a Santo Tomás como patrono, tomó más tarde dicho título.
Mientras en los diarios se libraba la batalla de las ideas, la «Sociedad juventud católica», con buen sentido práctico, compró un terreno a ocho cuadras del centro urbano, en la calle Caseros, propiedad de las señoras Josefa P. de Peña, Angela P. de Carreras y la señorita Dolores Peñaloza, al precio de 36 centavos por vara cuadrada; era el mismo terreno en donde en 1871 se había instalado la gran exposición nacional de Córdoba.
Así «en vista de estar todo pronto para empezarse la construcción del edificio destinado al colegio católico, la Junta directiva acordó fijar el día primero de junio (1884) para la solemne inauguración de los trabajos y ceremonia religiosa de la colocación de la primera piedra, designándose para hacer uso de la palabra a los Dres. Jacinto R. Ríos, Juan M. Garro y José Galiano, invitándose para este acto a las autoridades eclesiásticas y civiles».
El día de Pentecostés, asistieron las autoridades y gran multitud de público. El Vicario capitular, Dr. Jerónimo Emiliano Clara, quien por sus pastorales había sido el adalid de la reafirmación de la doctrina católica, bendijo la primera piedra, que fue colocada en el centro del ábside con una gran ovación de los presentes. Luego «varias señoritas de lo más distinguido de esta sociedad, pedían a los asistentes su óbolo para contribuir a la obra que se iniciaba. Los caballeros atendieron generosamente el pedido... Las señoras, que no acostumbraban llevar dinero consigo, llenas de santo entusiasmo, hacían mientras tanto el sacrificio de sus joyas: anillos, pulseras, pendientes, prendedores, objetos de todo valor, caían de todas las manos, sin que nadie mediase la menor invitación».
El 18-3-1890 el colegio comenzó a funcionar, habiéndose demorado la construcción por lo menos en dos años por varios inconvenientes inesperados.
La Sociedad cedió la propiedad al obispo Mons. Fray Reginaldo Toro, de la Orden dominicana, quien primero la ofreció a los PP. jesuitas, que tenían ya una comunidad en Córdoba, sin olvidar que el P. Andrés Jofre era fundador y «padre consiliario» de la misma Sociedad y, además, entusiasta propulsor de la nueva fundación; pero ellos no aceptaron.
Llamó luego a la Tercera Orden de enseñanza de Santo Domingo, los PP. lacorderistas, quienes lo regentaron por tres años escasos pero que debido a las dificultades y rebeldía que oponían los alumnos a su acción educadora, rescindieron el contrato a fines de 1892.
El colegio quedó vacío al año siguiente, mientras el obispo instaba a los PP. escolapios, para que se hicieran cargo de la institución. El requerimiento tenía sus raíces en el hecho que estando él casualmente en Mendoza como Provincial, conoció en 1887 a los religiosos de las Escuelas Pías que se hospedaron en su convento antes de emprender a lomo de muía el cruce de los Andes, para llegar al colegio de Concepción en Chile.
Fue así que «a fines de marzo de 1893, el obispo Reginaldo Toro, envió una comisión al colegio de Buenos Aires con el objeto de ofrecer el «Santo Tomás» de su ciudad, y establecer en él la primera y segunda enseñanza. Fue atendida la petición y recomendada a los Superiores mayores. Los tratos duraron todo el año, hasta la definitiva aceptación del colegio.
El 6-2-1894, llamado por el obispo, se presentó en su despacho para firmar el acuerdo el P. León Vidaller, permaneciendo en su compañía por tres semanas, hasta que llegó la primera expedición formada por los PP. Salvador Olmos y Casimiro Martín y los Hnos. Diego López y Joaquín Oses.
Las bases de la fundación, consignadas en cinco puntos y redactadas por triplicado, fueron firmadas por ambas partes el 26 de abril. Una actualización del contrato, requerida por voluntad de Mons. Zenón Bustos, se llevó a cabo el 12-1-1910.
La comunidad fue aumentando durante el año (1894), incorporándose a ella el 3 de abril el H. Claudio Martínez y el P. Isidoro Marsal, quien tomó el mismo día posesión del rectorado, luego, el 4 de octubre se completaría con los PP. Fermín Celemín, Félix Otazu, Santiago Oyón y José Merino.
El curso había sido inaugurado solemnemente el 7 de marzo, con una misa cantada presidida por Mons. Uladislao Castellano y con sermón a cargo del fundador. Las clases comenzaron al día siguiente: una de primera enseñanza, regentada por el P. Casimiro con 40 alumnos y otra de enseñanza secundaria con 10 alumnos a cargo de los PP. León y Salvador. Al poco tiempo el número de alumnos aumentó y fueron 104 los que acabaron el curso. Mientras tanto, el 3 de agosto el colegio quedaba incorporado a la enseñanza oficial, habiéndose aceptado en el Departamento de instrucción pública de Buenos Aires el cambio de dirección del colegio, que por decreto del 2-4-1891 fuera declarado acogido a la ley del 30-9-1878 sobre libertad de enseñanza. El P. Marsal trabajó incansablemente, superando las dificultades con las que tropieza toda fundación, poniendo orden y organizando la marcha del centro; al terminar el trienio el número de alumnos superaba ya los 300.
Dos hechos importantes caracterizaron la obra de su sucesor, el P. Juan Colell (1897-1900): la ampliación del colegio, necesaria para acoger un nuevo curso de bachillerato, y segundo la colocación de la primera piedra del nuevo templo, consagrado al Corazón de Jesús, siendo bendecida el día 11-6-1899 por el canónigo Filemón Cabanillas, Vicario diocesano.
El nuevo siglo empieza con un sexenio dificultoso debido a un conjunto de circunstancias: leyes que atacaron a la enseñanza privada secundaria, cambios continuos de rectores y, quizás también, el desgajo en la misma comunidad, ya que desde 1901 algunos religiosos se fueron a trabajar al barrio General Paz, hasta que después de un decenio consiguieron la completa autonomía. A pesar de todo en 1901 se consigue la incorporación de la primaria al Consejo de educación de la provincia y en 1906 se incorporó a la Universidad nacional de Córdoba también el 5.° año de secundaria, por decreto del superior gobierno de la nación.
Desarrollo histórico y pedagógico.
El nombramiento del P. Teodoro Noguera como rector (1909-1920) hizo que el colegio creciera con prodigiosa lozanía; en 1915 se agregó otra división de los grupos y en 1917, al cumplirse el tercer centenario de la fundación canónica de la Orden, el número total de alumnos alcanzaba a 697 (427 primarios y 270 secundarios). Todo ello hizo brotar nuevas esperanzas: se mejoró el ambiente existente, se construyó un nuevo dormitorio para pupilos, se llevó a cabo, -en el marco de una gran reestructuración urbana-, la costosa obra de las cloacas, se consiguió llevar a feliz término la construcción del templo, -magnífica obra artística de puro estilo neogótico, cuya bendición el 14-9-1912 estuvo a cargo de Mons. Filemón Cabanillas, obispo auxiliar de la ciudad-. La ceremonia concluyó con el traslado del Santísimo Sacramento en solemne procesión por las galerías del colegio a su nueva sede.
Se necesitó más de una década a causa de los problemas posbélicos, para terminar la ornamentación de la iglesia con altares y confesonarios; traídos desde Trieste, obra magistral en madera y del mismo estilo gótico.
Mientras el colegio alcanzaba su mayor prestigio en 1917, los acontecimientos del año siguiente levantaron el ambiente estudiantil que intentó desestabilizar el normal desarrollo de la enseñanza, primero en la sede universitaria de Trejo y de ahí propagándose a la enseñanza secundaria. Las nuevas ideologías reformistas invadieron también el colegio Santo Tomás. El centro católico de estudiantes, presidido por Juan José Navarro de 5.° año, participó activamente en todas las reuniones de desagravio que se hicieron en septiembre a raíz de una sublevación a la que se sumó una huelga general de tres días y en donde empezaron también a atacar a las iglesias y a las personas. A estos acontecimientos se añadió la crisis económica y el aumento de la capacidad de matrícula en otros centros que afectaron de alguna manera en el número de alumnos del Santo Tomás.
Las cifras de este trienio son indicativas: 1918, 217 los primarios y 246 los secundarios; 1919, 260 en primaria y 148 en secundaria; 1920, 267 primarios y 155 secundarios (y sólo nueve en 5.° año).
Por algunos años la matriculación más o menos se estabiliza y el colegio empieza su largo período de letargo.
Algunos arreglos se hicieron en 1940 embaldosando las aulas y al cumplir las bodas de oro el colegio, se rehizo el techo de la iglesia (1945) dando un nuevo empuje sobre todo a la actividad pastoral. Era rector del centro en este tiempo el P. Francisco Lacarra (1944-1949) quien trabajó mucho con los jóvenes impulsando el «centro interno de la juventud de Acción católica», el teatro juvenil, y reabriendo en 1948 la «Academia calasancia».
La transformación de la sociedad argentina durante el régimen peronista que creó escuelas en todos los pueblos del país y mejoró los salarios de los empleados, y la animación que dieron las fiestas centenarias del libertador general San Martín, junto con la Visita canónica del Padre General, Vicente Tomek, llevaron a los religiosos a tomar enérgicas medidas en un replanteamiento de la organización escolar. El P. Dionisio Cueva (1959-1961) fue el que comenzó a innovar el colegio en el plano pedagógico-didáctico, creando la biblioteca «Hugo Wast» (seudónimo del escritor Gustavo Martínez Zubiría, exalumno del colegio), un consultorio médico, pero, sobre todo, empezó a tramitar el cambio de plan de estudios, lo que fue llevado a cabo por su sucesor el P. Eugenio Alfaro (1961-1964). El alumnado llegó al millar; se construyó el patio de honor con la aportación de los padres de familia y exalumnos; se creó el UPA Y ASTA (Unión de Padres y Alumnos de Santo Tomás de Aquino). La distribución de premios se hacía en el teatro Rivera Indarte de la ciudad.
En las estructuras y obras cabe señalar también la realización de la escalera sur (1957); y la bendición y colocación de la estatua del Sagrado Corazón de Jesús en el frontispicio del templo, obra monumental del escultor Luis Ramacciotti (25-6-1961).
Se abandonaron los estudios humanísticos del colegio nacional de Montserrat, cuya vinculación a éste cesó completamente en 1964 incorporándose a la Escuela superior de comercio «M. Belgrano» desde 1959, transformando la escuela en bachillerato comercial. Mientras tanto se lograba la adscripción del colegio a la Superintendencia nacional de la Enseñanza Privada (SNEP), de la cual recibe hasta la actualidad el aporte del 60%.
El P. José Luis Cepero (1964-1970) continuó la obra iniciada, remodelando progresivamente todas las aulas, las oficinas, gabinetes y biblioteca y creando una gran escalera monumental para el desplazamiento rápido de los alumnos. En 1966 se estabiliza el colegio en dos divisiones de secundaria de seis años y tres divisiones de primaria de siete años, contando con un alumnado de 400 y 650 jóvenes respectivamente, y un total de 1050 muchachos.
A él le tocó organizar los actos conmemorativos de las bodas de diamante en 1969, entre los cuales cabe recordar el solemne acto académico en el teatro Rivera Indarte, la ofrenda floral en plaza San Martín y la misa en la Catedral, presidida por el Sr. arzobispo Raúl Francisco Primatesta acompañado por todas las autoridades religiosas de Córdoba.
En el rectorado siguiente se inició la construcción de un gran gimnasio sobre la calle Corro, cuya obra se terminó en 1978. El P. Antonio Marco cambiará el plan de estudios en 1976.
Actividades complementarias.
Las palabras consignadas durante las respectivas visitas de los Vicarios provinciales, primero del P. Antonio Mirats y luego del P. Victorio Marzo, han constituido los rieles sobre los cuales constantemente se ha deslizado la labor casi centenaria de esta comunidad.
Así la atención a los más pobres y necesitados: realizando su misión en el barrio General Paz, abriendo en 1903 otra escuela dependiente del colegio, actividad que paulatinamente llegó a independizarse por completo en 1914; la misma preocupación por los marginados siguió después con las «conferencias vicentinas» y consta que los religiosos daban «comida diaria a 37 menesterosos de los alrededores»; en la década del 50 la atención del P. Pedro Aísa se volcó en favor de los pobres del barrio obrero.
Además de la actividad docente y catequística en las aulas hay que señalar la dedicación pastoral y litúrgica; la cuidadosa preparación de los alumnos para la primera comunión y la confirmación en número de 120 cada año.
La comunidad además desarrolla su actividad asesorando espiritualmente a varias agrupaciones entre las cuales se cuentan:
La «Asociación del Apostolado de la Oración», todavía existente, que surgió en 1913 después de la construcción del templo, la que en sus comienzos tuvo una vida humilde, pero que en los años siguientes realizó una destacada actuación y participación en todas las manifestaciones del catolicismo argentino y en particular en los Congresos Eucarísticos de Buenos Aires y de Córdoba. Notable también fue el coro de niñas que se formó para animar las celebraciones litúrgicas en el templo. En 1945 el P. Juan Otal amplió la Asociación con una nueva rama de los Caballeros del Sagrado Corazón de Jesús, quienes se dedicarán con buen espíritu evangélico a todo tipo de actividades sociales.
Las «Conferencias de San Vicente de Paúl», con el título de San José de Calasanz, que fue inaugurada en 1916 y de la que hay memoria hasta casi después de la segunda guerra mundial. Entre otras iniciativas cabe destacar el «taller de señoritas» para confeccionar prendas a los pobres, y las obras caritativas ayudando a familias menesterosas que vivían cerca del colegio.
La agrupación Calasanz de los scouts, afiliada a INSA, que es de carácter internacional. Fue fundada en 1969 por el P. Dionisio Pérez. El grupo está integrado sólo por alumnos del colegio, 160 inscritos, siendo el más numeroso de la ciudad y contando con una gloriosa trayectoria de dirigentes provinciales y nacionales salidos de sus filas.
El grupo Calasanz es la más reciente institución y la integran gran número de jóvenes del colegio. Desarrolla su actividad conforme al espíritu calasancio. En particular se destaca por la misión evangelizadora que cumple anualmente en el norte argentino y por la preparación del Festijor en el día del Fundador, oportunidad que reúne en el colegio a todos los alumnos y exalumnos, profesores y amigos de los cuatro colegios escolares cordobeses.
A este punto hay que recordar dos asociaciones que desarrollan un importante papel en el funcionamiento del colegio: la asociación de exalumnos (fundada en 1944, que se dedica a actividades sociales y a mantener entre los afiliados encendida la llama calasancia) y unión de padres y alumnos y amigos del colegio Santo Tomás (UPA Y ASTA), que trabaja incansablemente en las obras de conservación y remodelación de las estructuras, colaboración en el cuidado de los chicos, organización de fiestas sociales, patrias y recreativas del colegio.
Entre las actividades culturales merece ser recordada la «Academia calasancia» fundada a mediados de 1897. La primera junta fue constituida por el P. Juan Colell, rector del colegio y fundador, el P. Martínez, director de la misma, P. López, vicerrector, P. Bravo, bibliotecario, Sr. Diego Domínguez, presidente, Marcelino Serra, secretario, Manuel Funes, tesorero, Pedro Cometa y Luis Funes, vocales. La Academia clausuraba sus sesiones el día 25 de septiembre, «porque se avecinaba el fin de curso y todas las atenciones se volcaban en preparar exámenes». La Academia siguió trabajando activa e intensamente en la formación intelectual de sus componentes, bajo la experta y acertada dirección del P. Martínez hasta que éste se trasladó al barrio General Paz. Después de numerosos altibajos cobró nuevamente vida con el P. Teodoro Noguera regida por modernos estatutos. Llegó a brillar con mayor resplandor en 1911, sus reuniones públicas menudearon y las semipúblicas fueron quincenales. Se extinguió durante la segunda guerra mundial y su último destello brilló en 1948. Otro hecho notable por su valor cultural y artístico es la publicación de la revista «Horizontes», que «nació como una expansión de la vida pletórica de la Academia Calasancia; es un período de su vida»; fue idea del P. Velasco, siendo aprobada por todos los asistentes de la Academia y organizada por el P. Justo Blanco. Este eligió para la salida del primer número el día del centenario de la Independencia. Luego la revista pasó al colegio Calasanz de Buenos Aires con el título de «Horizontes Calasancios», perdiéndose al fin, no sin antes haber vuelto a circular por breve tiempo, primero con ocasión del tercer centenario de la muerte del Fundador y luego por dos años más, para el cuarto centenario del nacimiento del mismo.
Otro aspecto cultural es la fundación de la biblioteca interna, que ha constituido desde los comienzos una verdadera aspiración de los religiosos. El núcleo primitivo de libros fue integrado por los que el P. Fermín Molina dejara en testamento a los escolapios, con una estatua colosal del Fundador cuya horma todavía se conserva tras el altar mayor. Todo lo legado fue entregado en junio de 1902 al P. A. Martínez por el Vicario de la diócesis de Tucumán y traído al colegio de Santo Tomás. La biblioteca de la Academia Calasancia fue a incrementar la gran biblioteca «Hugo Wast», inaugurada el 16-10-1960 y hoy constituye la fuente a la que concurren numerosos alumnos para sus investigaciones y consultas.
Superiores
Bibliografía
- Libro de Crónicas
- Hoc
- Archivo Argentina
- Archivo de la casa.
Redactor(es)
- Pedro Formai, en 1990, artículo original del DENES I