BerroAnotaciones/Tomo3/Libro3/Constituciones/Proemio
PROEMIO
“En el tiempo de Clemente VIII, de feliz memoria, comenzó en Roma, con Curas seculares, el Instituto de las Escuelas Pías; y bajo el Pontificado de Paulo V, de feliz memoria, dada la evidente utilidad y progreso que se hacía entre la juventud, en el temor de Dios y en las letras humanas, el mismo Pontífice la erigió en Congregación de votos simples, sólo dispensables por los Romanos Pontífices. Dichos votos simples después fueron declarados solemnes por Gregorio XV, de feliz memoria, con la confirmación de las Constituciones, a fin de estabilizar más un Instituto con experiencia, muy útil a la República cristiana. Pero, como, con la práctica, dichas Constituciones resultaron excesivamente rigurosas y austeras, y, por eso, imposibles de observarse por los Operarios de tal Instituto, pues surgían durante la jornada disensiones y daños, Su Santidad, Nuestro Señor el Papa Inocencio X, teniendo la mirada puesta al mismo tiempo en el bien público de la cristiandad, y en el particular de esos Operarios, deseoso de la conservación de tan buen Instituto para la utilidad del prójimo, mediante un Motu proprio, dado el día 26 de marzo de 1646, anuló dichas Constituciones, redujo a los Operarios al primer estado que al principio tuvieron, para que, moderadas las excesivas austeridades con debidos medios de [nuevas] Constituciones, proporcionadas a su duro Instituto, puedan los Operarios, con el favor del Cielo, trabajar mejor, más feliz y fructuosamente, a favor del prójimo en la viña del Señor”.
Nota, lector, la esencia de este Proemio, la malicia del autor, la finalidad de hacer las actuales nuevas Constituciones, que es el rehuir la mortificación de la carne, y darse a la comodidad de comer bien y beber mejor; y después, tratar con los niños. Y en la conclusión que hace, diciendo que de este modo los Operarios trabajarán más fructuosamente en la viña del Señor.
Lee, por favor, el Proemio de las Constituciones confirmadas por Gregorio XV, y en él verás resplandecer la caridad, y santidad del Autor, que no tiene otra finalidad que la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas, lo que en éste ni siquiera viene nombrado.