GinerMaestro

De WikiPía
Saltar a: navegación, buscar
San José de Calasanz. Maestro y fundador

Plantilla:RelatoSubtitulo

CONTENIDO


Nota del Traductor

Sin embargo, admirando aquella sabiduría del Dios Omnipotente que introdujo en el orden de la naturaleza una variedad tan grande de cosas creadas para que comunicaran mejor su perfección y la hicieran brillar de manera más perfecta, estableciendo un orden en tan diversos oficios y multiplicación de grados y estados, también quiso que hubiera un lugar en esa variedad para la nuestra de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías. Aunque algunos, casi con desprecio, dicen que nuestro puesto está en el margen del vestido de la Reina (ínfimo, pues según dice Titolman, los márgenes son inferiores), sin embargo nosotros no podemos sino felicitarnos por ello, teniéndolo por gran gloria y decoro, pues las antiguas Órdenes de los santos padres, Basilio, Agustín, Benito, Bernardo, y todas las demás, ínclitas y célebres, han sido creadas en este mundo como un beneficio del cielo, de modo que unas sean principales, otras secundarias, y otras sirvan para decorar otras partes de la Reina Iglesia. El que nuestra Orden se tenga que poner de rodillas y hacer una profunda inclinación por el hecho de ser novísima, en modo alguno nos parece ignominioso, y tampoco lo que viene detrás es siempre más ignominioso, como se muestra en el cielo, entre los ángeles y los hombres.
APARATO CRÍTICO EN LOS ANALES DE LOS POBRES DE LA MADRE DE DIOS DE LAS ESCUELAS PÍAS
Muy Rev. P. F. Lorenzo de Peyrinis, de Génova, de la Orden de S. Francisco de Paula, en otro tiempo vicegeneral en su provincia de Génova, y también vicario contra la maldad herética. Entre los privilegios de Urbano VIII.
Ven. P. F. Juan de Jesús María, Carmelita Descalzo, en el libro Sobre la Educación piadosa, o Cultura de la niñez, Tomo 3 de sus obras, en pág. 191.
D. Francisco María Maggius, Clérigo Regular de Palermo, en Vida del V. Siervo de Dios José de Calasanz.
Poco después de que Ignacio de Loyola, tras expandir la luz brillante de la Compañía de Jesús por doce provincias, como los signos del zodiaco, y difundir sus rayos esplendentes en cien casas, fuera envuelto por el sudario oscuro de la muerte, la Divina Majestad en su inefable Providencia se dignó ordenar que José de Calasanz iluminara este mundo con su nacimiento en la población de Peralta de la Sal, famosa y antigua en Aragón.
Al crecer fue a otras academias, de Filosofía en Lérida, y de ambos derechos en Perpiñán, y después empezó con gran habilidad el estudio de la Teología en Valencia, y de tal modo brillaba entre todos por su erudición, que con el aplauso de todos fue elegido Rector de la Universidad. D. Mateo García, que fue su condiscípulo, juró sobre lo anterior con estas palabras: “Calasanz fue elegido Rector, porque brillaba por su doctrina, y porque todos los aragoneses lo trataban con amor, honor y estima”. Por lo demás su palabra tenía tanto poder entre sus compañeros, que cuando había disputas entre ellos, venía a poner la paz entre ellos, y era capaz de restablecer la concordia, y lo que no es menos, tenía una rectitud de costumbres tal que en su presencia (como en la de Bernardino de Siena) ninguno se atrevía a hablar de cosas indignas, ni usar palabras o gestos en ese sentido.
Casi al comienzo de haber recibido la santa dignidad del presbiterado, José fue tomado por el Ilmo. y Rvmo. Obispo de Lérida D. Andrés Capilla, hombre de costumbres íntegras y muy erudito, como teólogo, consejero y examinador sinodal. Le costó asumir la tarea propuesta, pues había pensado vivir durante un tiempo en su pueblo. Pero la asumió. Y comenzó a tratar los asuntos correspondientes con prudencia. No mucho después ocurrió que el Rey de España Felipe II envió al mismo obispo de Lérida a Montserrat con plena autoridad real como visitador, cuyo acompañante y encargado de negocios debía ser José. Después de llegar felizmente al citado Montserrat, para suerte suya a José le tocó una habitación contigua a la capilla mariana célebre por sus muchos milagros. Uno puede imaginar con cuánto gozo entró en aquel santuario dedicado a la devoción mariana, y con cuánta devoción reverenciaría a la madre de Dios; no es fácil describirlo con la pluma. Después de comenzar a realizar su trabajo con su Rvmo. Obispo, además de asistir de rodillas a la misa cantada temprano cada día, y de celebrar luego su propia misa, veneraba durante el día a su Divina Majestad, y en cuanto se lo permitían sus trabajos, iba a visitar a la Santa Madre, a cuya dirección providente se encomendaba diligentemente a sí mismo y sus tareas.
Terminada su tarea de visitador a gusto del Obispo, al volver a casa lo nombró su Vicario General con plena autoridad y honor. Como a él el honor no le importaba mucho, lo que sirvió de estímulo a José fue el poder ejercer mayor caridad con el prójimo, pues se le abría un campo más amplio para practicar las virtudes. Principalmente se empeñó con gran esfuerzo en corregir las costumbres de los demás con su propio ejemplo. Pues es difícil arrancar los hábitos inveterados, si no se emplea el remedio de la discreción en lugar de la violencia, como demuestra su propio intento, pues actuando según el modelo del Hércules Galicano*, atrajo a todos a sí. Y como comprendió que no era él quien había buscado el cargo, sino que más bien lo había ordenado así Dios para que la diócesis de Urgel, que tenía más de 70 parroquias, no careciera del gobierno de pastores cualificados, él mismo nombraba para los cargos a las personas elegidas, y no promovía a nadie a beneficios a no ser que estuvieran debidamente instruidos en la ciencia, y fueran insignes y ejemplares en la rectitud de costumbres. En lo sucesivo a quienes manifestaban el deseo de recibir las órdenes sagradas no sólo les pedía el testimonio de vida en casa y las calificaciones en los estudios, sino lo que sabía que era más loable en el clero: ante todo, les exigía que estuvieran bien preparados y experimentados en las ceremonias y prácticas de los ritos. Les recomendaba la decencia en el vestido, y prohibía la vanidad. Cuando surgían discusiones, siempre actuó como un serio Arístides, sin acepción de personas. Pero no descuidaba las causas de los pobres, ayudándoles en las calamidades, y se expresó como Juone, y erigió, como Juan de la Limosnas un banco de trigo, del cual se entregaba una cierta cantidad dos veces al año, y además, siguiendo el ejemplo de Nicolás de Mira, de su propio capital creó un censo que rentaría una cantidad fija anual para poder casar honestamente a muchachas pobres. Mientras que le gustaba vivir en paz y estar en paz con los demás, cuando se enteraba de que había conflictos fuera de su diócesis también procuraba arreglarlos. Como se vio en Barcelona. Una muchacha noble y núbil fue traidoramente robada a su legítimo prometido, lo cual fue la ocasión de que se creara un gran incendio de diferencias del que iba a estallar ya la guerra abierta, a no ser porque rápidamente algunos hombres serios, dándose cuenta del peligro para toda la ciudad, fueron a Urgel a pedir ayuda urgentemente. Viendo los peligros, el obispo no se atrevió a asumir la tarea, y envió a José a Barcelona, que hablando dulcemente con los litigantes logró que, como el agua fría apaga el fuego, la disputa entre los dos bandos se calmara, y la joven fue devuelta a su prometido con alegría de todos, y poco después se celebró la boda.
Como si estuviera estimulado por una rara avaricia para obrar el bien asumiendo alas como el águila para ganar el premio de los méritos, con algunos cofrades iba a visitar a los presos; a veces asistía a los agonizantes; participaba en los entierros; acompañaba procesiones; y no le molestaba el recitar el oficio mariano o insertar salmos penitenciales mientras tanto. Pues a nadie que sigue el camino de las virtudes le falta el ánimo, como dice Isaías en el cap. 40: “correrán sin fatigarse, y andarán sin cansarse”. De todas las cosas, como de la buena simiente sembrada en buena tierra, parte aquí, parte allí, surge el fruto deseado, para gloria de Dios y bien del prójimo. Y especialmente de la Cofradía de la Doctrina Cristiana, en la cual junto con otros inscritos en esta piadosa obra, no sólo entre las paredes de las iglesias, sino que reunía a los pobres en las plazas, al aire libre, y una vez reunidos allí les hablaba con celo y fervor de los rudimentos de la fe, del amor, del temor de Dios, de recibir dignamente los sacramentos, de cumplir los Mandamientos del Señor y de otras cosas necesarias para la salvación de las almas, de modo que muchos de ellos, inclinados a los juegos y bromas, conmovidos por estas pláticas, los días festivos decidieron acercarse a las iglesias, y llevar a cabo otras obras buenas.
¿Cuál fue su reacción? ¿Se puso rojo, o palideció? No es seguro. Lo que sí es cierto es que consta que tras el fallo de los dos primeros intentos, recurrió a otras órdenes religiosas, pero unos se dedicaban a la contemplación, otros a las obras pías, otros a atender a los enfermos; estos estaban ocupados en enseñar a los nobles y los ricos; aquellos a redimir cautivos, y otros, en fin, estaban ocupados según sus Reglas a las labores de la Iglesia, y no había nadie que se dedicase a enseñar a los pequeñitos, ni veían que en esta tarea hubiera mucho honor, mucha utilidad ni necesidad para la sociedad cristiana. Viendo que estaba dejado de lado, se sintió llamado por Dios a esta obra, y se dedicó y ofreció en sacrificio a la educación de los pobres.

Y aunque seguía viviendo en la residencia del Cardenal, cada día, tanto por la mañana como por la tarde, recorría la distancia hasta ellas con gran solicitud, sin que le causara molestia, y en la medida de lo posible, según se lo permitían el tiempo y sus ocupaciones, ayudaba a sus colaboradores en la educación de los niños.

No cabe duda de que nuestro José intervendría también en el común aplauso y felicitación a los RR.PP. Carmelitas Descalzos, quienes desde el principio fueron íntimos amigos suyos, pues en aquel mismo año obtuvieran la asignación de una iglesia en la ciudad. Ellos habían llegado desde España a Roma hacía ya algún tiempo, pero no tenían ni convento ni iglesia; por decreto de Su Santidad se les concedió la iglesia llamada Santa María de la Scala, para dedicarla al culto divino, al lado de la cual más tarde con grandes gastos construyeron en Roma desde los cimientos su primer convento según la reciente Reforma de la Regla de Santa Teresa.
Disminuir el número de alumnos de las escuelas era tolerable, pero disminuir los estipendios hizo que los ánimos de los maestros se irritaran contra él. Y salió a la luz el odio que sentían hacia nuestro amable padre hasta entonces y que disimulaban en su ánimo, de la misma manera que el fuego escondido bajo las cenizas se despierta para producir un incendio.
Ephemerides Calasactianae I (1932, 147-149)
En consecuencia, quería que todo el tiempo en las escuelas fuera empleado de manera diligente; que los cuentos e historias desaparecieran; no permitía ausencias ni salidas, sino que estuvieran siempre con los discípulos pobres, para que lo más pronto posible aquellos que se veían incapaces de estudiar latinidad pudieran salir ganándose el pan, y con estos quiso que se esforzaran para que aprendieran bien la escritura y las matemáticas, en lo cual, si veía a veces que los maestros estaban fatigados, él mismo echaba una mano, y compensaba las negligencias.
Año 1600 de Cristo. Cuarto de las Escuelas Pías. Noveno de Clemente VIII.
Arreglado lo anterior de la manera dicha, como ya no esperaba la venida de Su santidad, aprovechó la ocasión para ir a besarle el pie, y darle cuenta de la marcha de las escuelas, e informó ampliamente a Su Santidad sobre ello. Por lo cual, una vez ofrecido su humilde obsequio, el Sumo Pontífice aprobó su pío intento, y de viva voz le dijo que si se unieran otros hombres para este pío propósito, podría y querría aprobar una Congregación de las Escuelas Pías. Y para el feliz progreso de la dicha Congregación, no sólo prometió su patrocinio en cualquier eventualidad (como ya se ha dicho antes), sino que también ordenó clementísimamente a la Reverenda Cámara Apostólica que entregara una ayuda de doscientos escudos romanos anuales para su alimentación y la de sus compañeros.
Otra cosa es que numerosos purpurados del Colegio Cardenalicio (concretamente Antoniano, Baronio y Montalto), no por mandato apostólico sino por propia curiosidad, se dignaron visitar a José para observar las actividades escolares con gran admiración por la gran abundancia de niños, y por su paciencia y trabajo. Y es razonable pensar que alguno, a causa de esa admiración, se acordaría de ayudar al digno José, que con tan pocos colaboradores se bastaba para trabajar con provecho con unos seiscientos alumnos.
Entre otras cosas de las que tendría que hablar, en lo que se refiere a vida comunitaria, tanto el Concilio Tridentino como los decretos recientes de Su Santidad, está lo siguiente: que todos los Regulares, tanto hombres como mujeres, debían organizar su vida según los preceptos que habían profesado, y que apoyados en ellos debían observar fielmente la perfección de su profesión, en concreto la obediencia, la pobreza y la castidad, así como otros preceptos y votos particulares que pudieran tener en su orden respetando la esencia propia de los mismos, y lo mismo en lo referente a vida común, alimento y vestido, y que deberían obedecer con todo cuidado y diligencia a sus Superiores, sin apartarse de ellos, etc.
Durante este año, en las Escuelas Pías en parte crecieron, y en parte disminuyeron los operarios. Crecieron con la incorporación de José Meinente, Flaminio Casella, Régulo Bellotti, Martín de Tovar y José de Gregorio; disminuyeron con la salida de Simón de Flores. Cuál fue la razón para que este se volviera a su tierra, no está claro; al irse recibió una carta que decía lo que sigue:
Por lo demás, deseando José mantener y propagar este tipo de vida común, para que en el ejercicio de las Escuelas Pías no sufriera como una nueva plantita el daño de las tormentas, se dirigió a Su Santidad Reinante suplicándole que por medio de su autoridad apostólica se dignara conceder la aprobación favorable a la obra comenzada, y su deseo no se vio defraudado, pues le prometió que le daría un Breve, el cual por lo demás no fue expedido por la Dataría, a causa de la razón que pronto se explicará en el año siguiente.
Terminados los funerales de León XI, el Apostólico Senado de los Padres entre los numerosos candidatos a los honores del pontificado elevó a la cátedra pontificia el 10 de mayo a Camilo Borghese, Cardenal de la Santa Iglesia Romana con el título de S. Crisógono. A lo cual pronto siguió el júbilo y el aplauso de las personas de todo estado y condición, como plenamente se expresó y demostró tras la publicación de este Pontífice en la basílica vaticana. De la misma manera que otros escritores lo dieron a conocer con plumas eruditas, yo describiré el modo como nuestro José con las Escuelas Pías manifestó su afecto al nuevo Pontífice. Lo hizo de la siguiente manera: con el pincel de un artista hizo representar un dibujo de la casa de Loreto, dentro de la cual la Virgen, escoltada a un lado por Santa Ana y al otro por San José, elevando a su hijito lo ofrecía al Padre celestial. Delante se encontraban los discípulos de las Escuelas Pías, inclinando la cabeza sumisamente, a los cuales se dirigían los ángeles del cielo con el epígrafe: Ofreceos como ofrenda. El pórtico estaba adornado con esta inscripción: Los niños de las Escuelas Pías venerarán el pío misterio de la Santa Casa Lauretana, tanto por sí mismos como por la larga edad de Su Santidad Paulo V, y orarán por la feliz marcha de la Santa Iglesia Romana. Roma, mayo de 1605. Y un escrito al pie adornaba el regalito:

Ese mismo año, el Rvdo. D. Antonio Guidetti, sacerdote del Oratorio de S. Felipe Neri, dejó en su testamento a las Escuelas Pías unos libros escolares y algunos muebles, los cuales no se sabe si fueron entregados; en los escritos sólo constan los libros. También este año, el 19 de marzo, aparece una entrada de 100 escudos, y 22 escudos para celebrar misas por el feliz recuerdo del Cardenal Terra Nova. Ese día comenzó a guardarse bajo dos llaves esa limosna junto con otras, una en posesión del P. José y otra de D. Gellio. El dinero era guardado por el Depositario, que hasta entonces había sido el Ilmo. Sr. Francisco de Rusticis, cuñado del Rmo. Sr. Vestri.

Año 1606 de Cristo. Décimo de las Escuelas Pías. Segundo de Paulo V.
Es admirable la paciencia con que José toleró estos asaltos calumniosos. Es verdad que habían venido operarios de diversas regiones y tierras a trabajar en aquella nueva viña del Señor, pero no eran ignorantes de los misterios de la fe, y todavía menos sospechosos de herejía, puesto que todos, sacerdotes y clérigos, se habían presentado a José y a la Congregación con los debidos informes y requisitos firmados por sus respectivos Ordinarios, y algunos habían bebido a tragos (como dice el proverbio) las ciencias divinas y humanas. Ciertamente no hablaban del mismo José, ni de su segundo D. Gellio, que era doctor en la universidad de Ferrara. Dragonetti era bien conocido por sus conocimientos literarios, pues había enseñado en escuelas de la ciudad durante 40 años. Flaminio tenía un beneficio en un convento de monjas de Santa Ana. Se referían a algunos sectarios condenados tiempo atrás por los Sínodos de Wurzburgo y Salzburgo, quienes expulsados de algunas sedes y convertidos a raíz de ello en vagabundos, se dedicaban a enseñar acá y allá a la juventud, para que no se les diera la facultad de extender el veneno desde la cátedra, desde donde podían fácilmente introducirlo en la tierna juventud.
“Paulo V Papa a nuestro querido hijo Luis, Cardenal Presbítero titular de San Pancracio, llamado de Monreal, Salud y Bendición Apostólica.
Vadingo cuenta que el Santo Padre Francisco vio en un sueño una gallina que reunía sus polluelos bajo las alas para defenderlos del milano que volaba por encima. Como no le era posible guardar a muchos bajo sus alas, era necesario que la mayor parte quedaran expuestos a la rapiña de los milanos. ¿Qué les aconsejó a estos? Que acudieran bajo las alas del águila o de alguna otra gran ave, para evadir el peligro de este modo. Esto fue un sueño, pero fue una clara relevación de la verdad. Explicaba que el Seráfico Patriarca es como la gallina, sus religiosos como los pollos, el protector como el ave más grande, el cual de este modo le enseñaba en el sueño estas cosas. Eso dice Vadingo. Igual ocurrió cuando el Sumo Pontífice, viendo que a las Escuelas Pías necesitaban un protector, pues creía que no deberían carecer de él, proveyó y les dio uno. Al cual nuestro José (honrado antes en el documento con el título de Rector), expresándose con gran alegría en nombre de las Escuelas Pías, le envió el escrito siguiente:
Se ve claramente que aquí intervino el dedo de Dios, para que se confortaran con el milagro los que habían sido tan gravemente debilitados tal vez por la astucia del diablo. Y después, vencidos los de la casa por la curiosidad, algún tiempo más tarde se investigó cuidadosamente para averiguar quién había sido el emulador de Nicolás de Mira, y se encontró que era el Rvmo. e Ilmo. Cardenal de S. César, dignísimo sobrino de Clemente VIII, de lo que se concluyó que el ilustrísimo nepote siguió el ejemplo de lo que veía hacer a su tío cada año.
No faltaron quienes se mostraron a favor de las Escuelas Pías, y entre los primeros el R.P. Juan de Jesús María, meritísimo General de la familia carmelita descalza, hombre brillante en todas las virtudes. Él es quien, en agradecimiento por aceptar el oficio de protector para las Escuelas Pías, dedicó al Cardenal Justiniani un tratado sobre la educación de los niños que en la página de agradecimiento marca este año, y luego se encontraron en años posteriores varios ejemplares. Lo que este nuevo Protector hizo por las Escuelas Pías se verá fácilmente en los años sucesivos.
No parece oportuno dejar en silencio la obra de misericordia que los bienhechores hicieron este año por medio de limosnas a favor de las Escuelas Pías. Pues sumando mes a mes las colectas, llegan a un total de 727 escudos. Entre otras se encuentra un legado de un cierto Lucio Brancadori, por valor de 25 escudos y 80 bayocos.
Arreglado lo anterior, como le parecía que convenía tener una casa estable para vivienda y ejercicio de las escuelas, ya que cada año pagaba trescientos escudos anuales de alquiler, persuadió a nuestro José para que comprara una casa vecina a San Pantaleo para uso común. Y como le parecía que él ponía alguna dificultad para llevar a cabo este odioso negocio, prometió dedicarse él mismo a esta tarea. El consejo agradó, de manera que todos lo de nuestra casa reunidos no sólo lo aprobaron, sino que con toda sumisión rogaron al P. Domingo que, si lo juzgaba más conveniente para el bien de las Escuelas Pías, no tuviera inconveniente en actuar como intermediario; el cual deseo y voto lo satisfizo el P. Domingo como lo probará pronto lo que siguió.
En el mismo se lee que se atribuye a Glicerio el ejercicio molesto pero de gran mérito de acompañar a los discípulos a sus casas desde las escuelas. Pues él había observado que los niños no volvían a casa directamente, sino que vagaban acá y allá por la ciudad entre riñas y alborotos, sin que les aprovecharan para nada las exhortaciones a ir con modestia y en silencio por la calle. Así que para evitar los males que amenazaban a aquella juventud, tras haberlo consultado con nuestro P. José, puso en marcha este trabajoso ejercicio con suma humildad, y así, deteniéndose delante de la puerta cuando salían los discípulos, después de besar el crucifijo, precedía las filas, o acompañaba al lado o les seguía hasta que se dispersaban al llegar a sus propias casas. El cual ejercicio no sólo era saludable para los jóvenes, sino que también resultaba ejemplar para la gente, y el P. José quiso que se pusiera en práctica en lo sucesivo en las Constituciones para todos los profesos de las Escuelas Pías, y firmado y corroborado por la misma Sede Apostólica. En cuanto a la constancia de Glicerio para educar a la juventud en las tareas escolares, con la frecuente explicación de la doctrina cristiana y de otras pías labores cuando pidió su agregación a las Escuelas Pías, se verá en los años futuros. Pasemos a ver ahora la cuestión de la casa de Cincia.
No parece que se nos concedió el uso de la iglesia de San Pantaleo al comprar la casa adyacente y trasladar allí las Escuelas Pías: adquirir el uso de aquella iglesia era otra tarea a cumplir. Cuándo nos concedió su uso la Autoridad Apostólica, se narrará en otro lugar. Ahora pasemos al año siguiente.
José no negaba que se trataba de una obra dura. Y mostraba además muchos argumentos para mostrar que era útil y necesaria para la cristiandad. En las provincias donde se conserva pura la fe de los católicos, no sólo las costumbres de los niños, sino la de todos los habitantes de los estados se instauran y se reforman las costumbres mediante este remedio, pues de este modo de los niños bien educados e instruidos salen muchos buenos clérigos y eclesiásticos religiosos, y también gobernadores para las cosas públicas. Porque los niños de tierna edad aprenden fácilmente el temor de Dios y se habitúan a las cosas divinas. Retienen el buen olor y se demuestra que cuando los adolescentes han caminado por el buen camino, no lo abandonan al envejecer. Mientras que en la regiones infectas por los herejes, por medio de la educación de los niños no sólo los hijos, sino también los padres son preservados de las herejías, pues leemos que en otro tiempo los promotores de la herejía dedicaron mucho cuidado y atención a la obra de empapar a los niños en los errores de la fe mediante los principios de la educación. Así los patrones y propagadores de nuestra fe común están de acuerdo y recomiendan que los niños sean acostumbrados desde la tierna edad a comprender los rudimentos de la fe.
Por lo cual yo, Francisco Contini de la Curia de la ciudad de Sabelles y Notario y Secretario del célebre colegio de los Ilmos. y Excmos. Médicos, e inscrito en el Archivo de la Curia Romana, rogado por todos para establecer lo anterior, firmo con mi nombre, y confirmo lo anterior, para hacerlo público, en fe de lo cual, etc.”

“PAULO V PAPA. Para perpetua memoria. Entre los servicios pastorales a las que los Romanos Pontífices deben dedicarse con ánimo solícito, no es una de los menores el discernimiento para que los fieles de Cristo sean imbuidos en buenas costumbres y sana doctrina.

II. Como sabemos que la obra de las Escuelas Pías, erigida en nuestra Ciudad para educar e instruir a los pobres, da fruto abundante, creemos que es necesario ayudar a este pío y santo instituto para que dure perpetuamente. Lo cual esperamos que será más fácil, con la ayuda de Dios, si confiamos el cuidado de dichas Escuelas a alguna congregación eclesiástica en la cual es previsible que no falten personas idóneas en el futuro.
VIII. No obstante cualquier tipo de constituciones y órdenes apostólicas, así como los estatutos de dicha Congregación, por juramento, o por confirmación apostólica o aprobados o por la costumbre, especialmente los que prohíben a los clérigos de la congregación citada el recibir nuevas casas con la obligación de enseñar a los adolescentes los rudimentos de gramática o humanidades, y cualesquier otras obligaciones que los citados clérigos puedan desempeñar fuera de la iglesia. Considerando que todas las cosas anteriores están suficientemente expresadas y claras, derogamos por esta vez especial y expresamente cualquier privilegio e indulto en contra de lo anterior bajo cualquier forma o modo, concedidos, confirmados o nuevos, que tengan que ver de manera expresa con lo dicho, y todas las cosas que estén en contra. En Roma, Santa María la Mayor bajo el anillo del Pescador. El día 14 de enero de 1614, en el año 9º de nuestro pontificado.”
6. Si la Congregación se dedica a las escuelas, abrazando pura y simplemente el instituto de educar a los niños pobres en la piedad y las primeras letras, no sufrirá la competencia de otras congregaciones que ya tienen estudios públicos para las ciencias, pues la obra que ya tienen comenzada según la forma actual es piadosísima y utilísima en la Iglesia, sin interferir con otros. Lo cual hará que la Congregación crezca felizmente, bien ordenada por dentro y sin enemigos que la ataquen por fuera.
Y no fue en vano, como da fe el prolijo y anejo instrumento que da satisfacción a lo pedido. Dice así:
Viendo el Prepósito General que la casa de San Pantaleo no era capaz para el trabajo de las Escuelas Pías, al mismo tiempo que casa para el rector, el prefecto de las escuelas, los maestros y otros miembros, después de aconsejarse con nuestro P. José y otros, a los cuales concernía la cosa, vio que era necesario comprar otra casa por su justo precio, y ésta en la que ya vivían, ampliarla. Lo cual pensó que no podía hacer sin premiso expreso del Sumo Pontífice. Así, pues, se dirigió a él pidiéndoselo, y obtuvo una respuesta en forma de breve dirigido al cardenal Pedro, en cuanto Camarlengo de la Sede Apostólica, el cual para conocimiento de la posteridad dice como sigue:
El Rmo. P. Juan de Jesús María, carmelita, el año primero en que se hizo la unión (como vimos antes) había escrito una especie de reglas por la cuales la congregación luquesa debía regirse en el asunto de las Escuelas Pías. De acuerdo con ellas, por tanto, el P. Pedro Casani, rector de las Escuelas Pías de San Pantaleo, habiéndolas examinado prudentemente sin duda por orden de su Prepósito General, y habiendo unido un resumen del documento apostólico (como sigue), envió al P. Juan, carmelita (como puede deducirse) las especiales cuestiones que siguen, para que las respondiera convenientemente, y que luego también informara a Su Santidad, para que indicara por escrito un nuevo modo de vivir para la Congregación en conformidad con las Escuelas Pías, pidiendo su confirmación y que al mismo tiempo otorgara sus gracias. Ese escrito, pues, decía como sigue:
Las casas que se funden o se reciban en el futuro con su huerto contiguo, iglesia, sacristía, oratorio y escuelas (que se poseerán como propias de la congregación en cuanto al uso y derecho de dominio), no tendrán ningún derecho civil ni podrán adquirir bienes inmuebles, ni los que son considerados como tales, como censos, pensiones, títulos en los bancos, de los cuales se puedan recibir intereses. Ni podrán aceptar herencias ni legados de ningún tipo, de ninguna manera que vengan.
Esto es lo que escribió el R.P. Pedro Casani, rector de la casa de las Escuelas Pías de San Pantaleo, copiado y transcrito por su propia mano. Cuando después se dio a conocer a los de la casa, no fue de su gusto, y se produjo una disminución del fervor en el ejercicio de las escuelas, y se esparcieron murmuraciones por la casa, diciendo que la Congregación de la Madre de Dios no había ganado nada asumiendo el trabajo de enseñar en las escuelas, de modo que manifiestamente volvieron la espalda al estilo de vida practicado hasta entonces.
Así se muestra su manera de pensar en relación con las Escuelas Pías. La razón por la que Frascati deseaba tanto a nuestro Abad como cuenta la carta enviada, sin duda se debe al milagro que antes, en los pocos días que pasó allí, había llevado a cabo por la bondad del Altísimo para asombro de muchos. He aquí cómo ocurrió.
Así, pues, esta donación, regalo, concesión etc. la hizo el mismo Rvmo. Abad Glicerio a la dicha venerable congregación de la Madre de Dios, el cual con dicha estipulación quiso hacer una cosa grata para la venerable congregación citada, y al mismo tiempo librarse por esta donación de su compromiso de ayudar a pagar el precio de dicha casa de las Escuelas Pías; y también de sus bienes quiere hacer y desea que la dicha venerable Congregación no tenga ninguna causa de verificar ni probar, con pacto también expreso entre los Sres. contrayentes para que dicha venerable congregación de la Madre de Dios y en su nombre los RR. PP. Alejandro Bernardini y José de Calasanz se prometan y obliguen a entregar del fruto de esos dos mil escudos entregados y no pagados cuando los reciban en el futuro, libremente y con efecto de devolver a los Sres. hijos y herederos de Lorenzo Gavotti la cantidad de 75 escudos, que prestó el citado Lorenzo al Abad Glicerio gratis et amore, etc. Prometió el mismo Abad donador observar y respetar perpetuamente la donación entrega y cesión, y no revocarla ni anularla, por ningún modo en que se puede intentar directa o indirectamente, de manera tácita o expresa, la revocación o anulación, ni oponerse por sí mismo o por persona interpuesta, ni pedir la restitución íntegra o parcial, o por absolución del juramento, ni pedir o rogar ningún medio ordinario o extraordinario, ni que se le conceda un motu proprio del Príncipe con excusa de lesión enorme o enormísima, por ingratitud de los hijos supervivientes o por pobreza, ni por cualquier otra causa próxima ni remota, conocida o desconocida, aunque aparezca en el cuerpo jurídico, renunciando a ella de manera clara y eficaz, jurando con la mano sobre el pecho, sobre todos y cada uno de los dichos beneficios.
[Contiene lo cinco años de la Congregación Paulina, desde el año 1617 hasta el 1621 inclusive.]
A este propósito, cuando supimos que producía copiosos frutos la obra de las Escuelas Pías erigidas por Nos en nuestra Ciudad para la instrucción y educación de los pobres, deseando velar por el feliz desenvolvimiento de semejante empresa, encargamos y encomendamos el cuidado, gobierno y administración de dichas Escuelas Pías –de las ya fundadas en Roma y de las que se fundarían en el provenir- a nuestros amados hijos el Prepósito General y los Clérigos Seculares de la Congregación de Santa María, según las estipulaciones, claras y concretas, que entonces se acordaron entre éstos y nuestro amado hijo el Prefecto de las mencionadas Escuelas; asimismo mandamos otros puntos que se contienen con más detalle en nuestra carta anterior del 4 de enero de 1614, dada también en forma de Breve, y cuyo tenor queremos que se halle recogido en el presente documento con palabras suficientemente explícitas y como si estuvieran transcritas al pie de la letra.
Después de esta ocasión no una, sino muchas veces, el diploma fue leído y explicado para mejor inteligencia a todos y cada uno; se consultó sobre la forma que debería tener el hábito religioso que se iba a tomar, pues los que iban a profesar como clérigos regulares era necesario que eligieran y decidieran qué tipo de hábito tomar.

P. Pedro de la Natividad de la B. Virgen, llamado Casani, sacerdote de la Congregación Luquesa

Tomás de la Visitación, llamado Victoria, clérigo español.
Simón de S. Pedro, llamado Castilloncelo, de Luca, operario.
Hasta aquí los nombres de aquellos a quienes se dio en primer lugar el hábito regular de las Escuelas Pías, sobre los cuales como piedras de fundación nuestra congregación comenzó a construirse. De la misma manera que el Sumo Pontífice quiso mostrar su afecto extraordinario con el especial añadido de su nombre a la Congregación Paulina, para común gozo de todos los nuestros se dignó añadir el título de la Madre de Dios, con no otra finalidad que aquella a la que todas las criaturas celestiales aclaman como su Reina, la tengamos nosotros en la tierra Presidente, Tutelar y Madre, y nosotros nos llamemos y seamos sus alumnos, clientes y siervos especiales.
No menos ocurrió en Frascati cuando vio y saludó los maestros que poco antes habían partido vestidos como clérigos seculares, y volvían prodigiosamente transformados en religiosos. Allí ocurrió que el muy ilustre D. Francisco Bovarelli, padre natural y genitor del citado Octavio, patricio romano, deseando que custodiáramos para siempre la imagen milagrosa de la Madre de Dios, pintada por mano experta, a la que la ciudad tusculana tenía en gran devoción, la regaló a nuestros primeros padres. La cual quizás había sido llevada de manera privada por Octavio y depositada en Roma sin ningún honor público, por un tiempo, en la villa del Ilmo y Excmo. Duque de Sora, y de allí fue luego llevada en procesión pública a las Escuelas Pías desde la casa de D. Gregorio Grena, a expensas nuestras, en compañía de clero y pueblo, tras previo permiso del Rvmo. Ordinario del lugar, y entonces una endemoniada fue librada de su infernal inquilino.
Además de esto, poniendo en orden para el bien de nuestra Congregación, el muy ilustre D. Emilio Gellini pidió a nuestro Padre José que le enviara por carta a Bérgamo algún testimonio de la vida de su difunto hermano Gellio, que había trabajado con ardor como operario de las Escuelas Pías tiempo atrás, para consolación suya. A lo cual nuestro P. José respondió sin ninguna dilación, y envió la respuesta que sigue:
Cuando ya su espíritu había vuelto a su creador entre las lágrimas y las oraciones de los que estaban presentes, ocurrió algo prodigioso: se observó que estaba yacente sobre la estera de su camastro y al mismo tiempo fue a S. Pantaleo a pedirle la bendición y el permiso a nuestro Padre José para su tránsito a la inmortalidad. Recibida la cual, a las 6 horas de la noche del 15 febrero, a la edad de treinta años, devolvió a su Creador su alma inocente, adornada de toda clase de virtudes, como vestida de un tejido de muchos colores, aquella que vivió en tranquilidad, para disfrutar de la gloria y la bendición adquiridas con tantos trabajos y méritos. Así dice el P. Gabriel de la Anunciación, en su Vida, fol. 47.
Consta que el Prefecto de nuestra congregación en la emisión de sus votos satisfizo muy bien los decretos canónicos. Pues profesó expresamente lo que en lo referente al Superior de la religión requiere el Concilio Tridentino, sesión 14 cap. 19 de la Reforma. Y emitió la profesión en manos del Superior (como quieren los cánones). Y aunque el Protector de la religión no cuenta entre los superiores de la misma religión, a él le compete el derecho de recibir las profesiones de los religiosos. Sin embargo en el caso presente, aunque tenía la autoridad delegada por la superioridad pontificia, el verdadero prelado y superior se supone que era nuestro Padre Prefecto.
Hizo que estas reglas fueran explicadas frecuente y claramente por el P. Maestro de Novicios para que en todo los novicios de las Escuelas Pías no se indignaran cuando se rieran de ellos y los menospreciaran completamente; al contrario, se explican para que se lanzasen a desear practicar ese tipo de actos. Porque ¿qué puede ser más despreciable que un honesto religioso, hombre grave por edad y costumbres, llevando consigo un plato de garbanzos consigo, llamando a los pobres en la basílica de S. Pedro , y estando en medio de ellos, y estando en medio de ellos, comer su ración de garbanzos con ellos? El P. Vicente de la Concepción dice que el P. Pablo de la Asunción hizo esto sin murmurar ni protestar.
De los cuales, aunque ninguno estaba atado por la profesión expresa en la Congregación y que por ello ni el primero pareciera apto para el superiorato ni los otros hábiles para la profesión escolar según lo prescrito por los cánones, sin embargo, puesto que todos actuaban con dispensa del Pontífice, con su autoridad, todos los defectos de derecho eran suplidos para calificarlos debidamente para tales oficios, es necesario concluir que en aquellos comienzos las cosas de la nueva Congregación no podían arreglarse de otra manera. Pronto después, puesto que por aquella provisión de la fundación (como escribió el P. Viviano, o quizás otro, el clérigo Francisco de la Anunciación, en una disertación con ocasión de la apertura de las escuelas, con aplauso y elogio), disminuyeron los maestros de S. Pantaleo, fueron llamados otros para completar el número, lo mismo que en lugar del Superior del noviciado, cosa que no descuido el P. Prefecto, quien lo mismo que quería el bien de la Orden, buscaba que las cosas funcionaran bien, especialmente en el noviciado, que en ese mismo año fue trasladado a la vecina Sta. María in Via, donde la muerte también presumió de crear desorden en la viña, cosechando de entre los vivos primero al H, Jorge de S. Juan, cuyo nombre era antes Jorge Mazza, y no tenía ni 22 años de edad, aunque estaba maduro en las virtudes y tenía fama de santidad, como anota el P. Rodolfo de S. Jerónimo, y voló al cielo el 16 de noviembre. El segundo fue el H. Juan de la Circuncisión del Señor, que en el siglo se llamaba Juan Sasselli de Barga. Murió clérigo sin haber terminado entero el año de probación, el 13 de diciembre, que al ser un día consagrado a Santa Lucía mártir, se puede argumentar que la luz eterna luce para él mismo. Y puesto que no quedan muchas cosas que decir para este año, ruego que pasemos al siguiente, en el que sí hay muchas.
Allí miso a finales de enero, observando que el H. Venancio de Sto. Tomás, maestro de la escuela de escribir y de aritmética, padecía una grave melancolía, el P. Superior Juan Pedro de Sta. María de los Ángeles consideró necesario advertir al P. Prefecto. Y el P. Prefecto, conociendo con visión casi profética que se trataba de una tentación diabólica para interrumpir una buena obra, quiso que se le advirtiera para resistir la tentación obrando virilmente, pero si no tenía confianza en sus propias fuerzas para superarla, pidiera fielmente para sí la ayuda del abate Glicerio. Informado el hermano tentado, inmediatamente abrazó el consejo, y se vio libre de la melancolía, y continuó desempeñando su oficio de maestro con energía; con lo dicho se puede ver hasta qué punto fueron preciosos los méritos del abate Glicerio para nuestro P. Prefecto, y al mismo tiempo cuál era el espíritu de nuestro P. Prefecto, que podía discernir con respecto a los ausentes, y qué tipo de mal les afectaba.
A estos siguió en mayo la profesión del P. Ansano de la Visitación, pero profesó no en la ciudad, sino en Nomentana, ¿qué es lo que le llevó allí? ¿Cuál fue la causa para el retraso? No es seguro, pero se puede suponer que por causa de algún importante negocio fue a vivir allí, por lo cual el P. Prefecto le pidió que le enviara pronto la profesión.
Cierro el presente año con la relación de la visión que describe el P. Vicente en el tomo I de las Anotaciones, fol. 140. Y que es como sigue:
Hasta ahí el memorial. Que no fue inútil para llevar adelante el proceso, como se ve por lo que sigue:
R.P. Bernardo de Lucca, de la Orden de los Mínimos de la Observancia de S. Francisco.
D. Luis Vagner, romano, notario en la ciudad.
Dñª Drusilla Capelletta, esposa de D. Jorge de Flondis.

Y conste a todos los que contravengan las órdenes anteriores que, además de las penas prescritas por las Bulas Pontificias, las leyes canónicas, el derecho civil para los contraventores, Nosotros añadiremos además penas arbitrarias pecuniarias y corporales según lo exijan las culpas y los casos, y queremos que nuestro Auditor pueda proceder contra los trasgresores con la autoridad de su oficio, e incluso por la Inquisición, o cualquier otro medo mejor. Dado el 21 de diciembre del año 1620. Juan Bta. Costa Gutta, Prefecto y Gobernador del S. Palacio. Laercio Cherubini, Auditor. Peregrino Bartolomasi, Secretario lo escribió con su mano.”

El día 23 de diciembre el P. Prefecto escribió desde Narni al P. Juan Pedro en Moricone, según sigue:
Dignísimo por tratar de la salvación de las almas y cuerpos juntamente; nobilísimo por ser oficio angélico y divino ejercitado por los Ángeles Custodios ilustrando las rudas mentes y custodiando a los niños. Utilísimo porque sirve para adornar a toda la República cristiana. Necesario principalmente a causa de la disciplina, que una vez imbuida en su cabeza permanecerá durante largo tiempo. Pues una vez el adolescente ha comenzado a andar por ese camino, no dará marcha atrás.
“En cuanto a la relación del Ilmo Nazareno, expídase un breve según la forma de la otra Religión de Clérigos de la Madre de Dios”.
En el año corriente vistieron el hábito de nuestra Congregación un número de 17. Los profesos en diversos lugares fueron 16; los difuntos cinco, de los cuales 3 clérigos y 2 hermanos operarios.
Año 1622 de Cristo. Vigésimo sexto de las Escuelas Pías. Segundo de Gregorio XV.
En conformidad con este Breve deberán juzgar y sentenciar los jueces ordinarios y delegados, incluso los auditores de las causas del Palacio Apostólico; y será nula y vana toda acción atentatoria interpuesta por cualquier autoridad, con deliberación o por ignorancia.
Decretamos que el Prepósito y los clérigos de dicha Congregación, tanto los actuales como los futuros, y otras personas están obligados a la observación plena de dichas Constituciones, en la medida en que les concierne, y pueden ser castigados con las penas y censuras eclesiásticas y demás previstas en las Constituciones, y así debe ser juzgado y definido por cualesquier jueces ordinarios y delegados, también los auditores de las Causas del Palacio Apostólico, y será nulo e inválido si cualquiera atentara contra ello con cualquier autoridad, de manera consciente o por ignorancia.
El cuidado de la tarea apostólica, impuesto a nosotros por divina voluntad, sin ningún mérito por nuestra parte, nos pide que estemos atentos en lo referente al estado de las personas religiosas, para que esas personas puedan perseverar en las cosas de su instituto, y así intentamos llevarlo a cabo diligentemente, y procuramos ordenar lo necesario para que se cumpla saludablemente en el Señor.
En Roma, en Santa María la Mayor, bajo el anillo del Pescador, el 28 de abril de 1622, segundo de nuestro Pontificado”.
Lo cual fue hecho en Roma, en el oratorio de la casa noviciado de la misma Orden en la cuesta de S. Onofre, estando presentes el Rvdo. Sr. Juan Bautista Cantarini, en otro tiempo Miguel Toro de la diócesis de Sempronia, y el Ilmo. D. Godofredo Cornetti, en otro tiempo Juan el Belga, de la diócesis de Silvidivia, llamado y tenidos como testigos de todo lo hecho.
El día 24 de junio el P. Lorenzo fue seguido del H. Domingo de la Madre de Dios, florentino de nación, llamado también Domingo Bacilo, de 60 años. Es alabado en el catálogo como hombre de suma piedad y de observancia regular.
Arregladas las cosas de manera tan próspera en Savona (ciudad que se encuentra en el lado occidental de Liguria, en territorio de la república de Génova), informaron al P. General que en Frascati los nuestros sufrían de falta de agua en su domicilio para uso doméstico, y se concedieron por privilegio aguas aldobrandinas.
Procuren todos dar buen ejemplo. 9 de agosto, Moricone.
Ephemerides Calasactianae VII (1938, 146-153)
El prepósito y los clérigos citados, a causa de la cura de almas que le incumbe y que se ejerce allí, pueden usar mínimamente dicha iglesia de S. Pantaleo según exigen sus necesidades y la de sus escolares citados, de tal modo que suelen experimentar en ese ejercicio numerosas incomodidades e impedimentos, en especial en la práctica de los ejercicios espirituales.
En signo y reconocimiento de la presente, cada año y de manera perpetua entregarán al Cabildo y canónigos citados el día de la fiesta de San Eustaquio veinte libras de cera véneta, y doce escudos.
Compete al citado Cabildo y canónigos el derecho de enterrar muertos en dicha iglesia de S. Pantaleo, pero el Prepósito y los clérigos de la Congregación tienen el derecho de hacer sepulcros allí para ser sepultados sus cuerpos, tanto de los suyos como de otros, que quisieran ser enterrados allí por particular devoción, y pueden poner lápidas con inscripciones sobre los mismos, y tienen también el derecho de sepultar en dicha iglesia de S. Pantaleo, reservado y salvo para ellos.
Después de obrar en Cárcare este hecho semejante tan insigne y famoso, y haber dispuesto todas las cosas, en particular en lo concerniente a la fábrica, de nuevo se dirigió a Savona, y pasando por Naulim o Nolim, viendo las peticiones que también en aquella ciudad le hacían para llevar nuestro instituto y sintiéndose angustiado, tuvo que confesar que por ahora no podía responder a sus deseos por falta de sujetos; pero les pidió que esperaran, prometiéndoles que no desoiría sus peticiones cuando la religión fuera más abundante en sujetos. Y puesto que allí no le detenía ningún negocio, sino que sólo estaba de paso, quizás para detenerse a comer, de allí fue rápido a Savona, porque había prometido antes a algunos adolescentes que recibirían nuestro hábito. Puesto que los primeros que se presentaron son como las piedras de fundación de la Provincia de Liguria, no nos pareció mal recordar aquí sus nombres. Se trata de los que siguen:
A ti, P. Pedro de la Natividad de la Virgen, sacerdote profeso de las Escuelas Pías, salud.
Antes de que cerremos este año es necesario recordar en el Señor a dos de nuestros difuntos.
Busque atraer a la observancia de las Reglas y a la perfección en tanto que padre espiritual que todos los hermanos de su casa.
El día 23 de ese mes de enero se vendió el antiguo noviciado en la cuesta de S. Onofre por 600 escudos que no se cobraron hasta el año 1678, y el 20 de febrero nuestros novicios se trasladaron con su maestro el P. Melchor de Todos los Santos al eremitorio citado. El cual con su destreza reunió aquellos edificios separados en uno solo, auxiliándole con gran liberalidad a su derecha el Sr. Sestilio, Obispo de Alessano. Mientras realizaban las obras ocurrió algo admirable. Al cavar los fundamentos entraron en una cueva donde encontraron unas vasijas de barro que pensaron que contenían algún rico tesoro, y, sin abrirlas, llenos de alegría avisaron al P. General para que fuera pronto al noviciado. Pero tras oír el anuncio, el P. General, riéndose, les dijo: “Mi tesoro está en el cielo, y sabio es el que sabe encontrarlo”. Dijo luego: “Vuestro tesoro servirá a nuestro hermano Pedro el pintor”. Despedidos de allí por el P. General vuelven a casa, rompen las vasijas y encontraron que era verdad lo que el P. General, ausente del lugar, había predicho: había una cantidad de cobre verde, y quedaron admirados no tanto por el tesoro real cuanto por la profecía verificada. Así lo cuenta el P. Vicente, Tomo I, p. 3, fol. 80.

Después de despedir a estos, aunque algunos contra su voluntad, como ocurrió con el P. Ángel, hijo de Laercio Cherubini y con el P. Octavio Bovarelli, pues les debía algún respeto a causa de que sus Sres. Padres eran bienhechores del instituto, el P. General se dirigió a Narni, donde llegó sano y salvo el 17 de abril, y después de arreglar algunas cuestiones entre los nuestros y los ciudadanos, el 4 de mayo regresó a Roma, aunque enfermo, y no recobró por completo su salud hasta después de mayo, tras pasar algunos días de junio.

El 21 de agosto nuestro P. General se sintió de nuevo indispuesto. Aumentaba en la casa de Frascati el descontento a causa de la insolentísima exacción de los censos anuales, que sin duda daba preocupación al buen padre, que difícilmente podía decidirse a abandonarla definitivamente. Sin duda pudo sacar con justo motivo la Orden de Frascati, pues no sólo los principales de la ciudad no favorecían lo que habían comenzado, sino que toda la ciudad estaba enferma atacada por una epidemia contagiosa, y cada día morían no pocos. Como a los demás, también el Cardenal Sforza y sus cortesanos fueron afligidos por este mal, el cual huyó a Roma buscando curarse, pero no pudo huir de la muerte que le había dado cita allí, pues pocos días después fue arrebatado de entre los vivos. Con la excusa, pues, de un aire tan insalubre el P. General podía haber llamado a todos los nuestros. Pero como la caridad ciertamente le dictaba otra cosa, no llamó a nadie, para que a quienes pedían ayuda espiritual y consuelo al menos no les faltase uno y otra.
El día 28 de diciembre fue enviado en particular a todos los superiores mayores de los religiosos el breve apostólico hecho público anteriormente en septiembre acerca de expulsados y apóstatas, para que a partir de entonces se pusiera en práctica lo que se había escrito. El P. General notificó esto mismo a las demás casas fuera de la Ciudad, y quiso que fuera leído a todos en todos los lugares, para que constara plenamente y se meditase la idea de Su Santidad acerca de a quiénes de votos solemnes había que castigar y a quienes había que expulsar, para que sacaran como conclusión una firme perseverancia, conociendo que el camino estaba cerrado. Se dice que ningún sacrilegio es mayor que volver al camino anterior después de haberse entregado una vez a Dios. Así decía el P. General con ocasión de los hermanos Julio y Juan, con fecha 14 de septiembre de este año.
Ahora lo que concierne a nuestros asuntos en este año. Después de trasladar la capilla del crucifijo de los señores de Mutis en la iglesia de San Pantaleo a un lugar más cómodo según el indulto de la S. Congregación, también se pensó en trasladar la comunidad de Frascati de la casa de D. Ambrosio de Parentis a causa de las continuas exacciones de censos, que no dejaban de producir discusiones entre las partes. La comunidad presentó para este fin una casa de huérfanos con oratorio para vivienda nuestra. No pareció mal el edificio presentado, si hubiera servido para habitar cómodamente. Sin embargo, después de visitar el edificio se vio que no tenía capacidad ni para nosotros ni para las escuelas. Informado del hecho el P. General, como consecuencia de ello dio las gracias a los gobernadores de la casa de huérfanos y a la comunidad, y dirigió oraciones para que D. Jerónimo Rossolini, ciudadano romano, pusiera en efecto cuanto antes lo que había prometido. Pues él había prometido que por la amistad que había tenido con el abad Glicerio de santa memoria nos dejaría su casa de Frascati para nuestro uso. Por ello nuestro P. General quiso que por nuestras oraciones el Señor nos fuera favorable para que el piadoso deseo se hiciera realidad rápidamente. Y sin duda fue escuchado a causa de la fuerza y la eficacia de las oraciones piadosas. Así escribe acerca de este negocio el P. General al P. Ministro con fecha 6 de marzo: “La gracia de Dios ha hecho que el Sr. Rossolini, a causa de la amistad que tuvo con el P. Abad Glicerio, nos haya querido prestar su casa por un trienio sin ningún pago para vivienda nuestra, pero creo que Dios nos dará su gracia en el futuro para que podamos obtenerla para uso perpetuo nuestro”. Así el P. General en la fecha indicada. Qué ocurrió después, en otro lugar lo diremos.
Hasta aquí el texto auténtico de la confederación, a la cual nuestro P. General en agradecimiento escribió las palabras que siguen:
Así suena el instrumento público acerca de la deposición del padre difunto. Del cual hablaré antes de seguir con las obras de los vivos, y lo mismo haré de otros difuntos de la Orden. Los difuntos del año en curso son 5, pero sólo dos otros además de este son dignos de ser recordados abiertamente. El primero es el P. Rodolfo de la Madre de Dios, clérigo profeso, patricio romano de la familia de los Petrignani, cuya muerte anunció el P. General a Toscana por carta con las palabras que siguen: “Ha muerto nuestro P. Rodolfo de la Madre de Dios, ya profeso, con muchos signos de santidad y de gracias recibidas de la B. Virgen María”.
Según cuenta Pedro Agustín, que fue también uno de sus misioneros, como el P. Ansano de la Visitación, profesos, y los PP. Andrés de la Pasión y Juan Domingo de la Cruz, novicios. Con ocasión de las obediencias prometidas llegaron rápidamente cartas a todas las fundaciones en todos los lugares invitando a aceptarlas. Sin embargo aquel año, como había ocurrido en los dos o tres anteriores, nada pudo hacerse para logra el efecto buscado. Hay que concluir que al P. General se le habían enviado numerosas cartas de invitación, puesto que él escribió con fecha 4 de febrero de 1623: “Son tantos los que piden el Instituto, que si cada uno valiera por diez no bastarían”. Y el 22 de agosto de 1624: “Se nos llama de tantas partes que una religión bien numerosa no bastaría”.
Como aquella carta al P. Melchor enviada a Mesina compendiaba los eventos romanos llorados, los narro tal como siguen.
En las escuelas no hagan diferencias entre los escolares; muestren a todos un afecto paterno. Sean visitados frecuentemente por el superior y sean animados a la frecuencia de sacramentos y al temor de Dios. 4 de noviembre.
En aquel tiempo el P. General estaba enfermo en cama, con hepatitis, como él mismo testificó escribiendo al P. Castilla en Frascati el 14 de febrero. Afligido como estaba le llegó otra aflicción con la partida de entre los vivos de su Asistente el P. Pablo de la Asunción, que aunque era septuagenario, no parece que murió a causa de la edad, sino más bien de una fiebre maligna que le atacó cuando fue a asistir a dos nobles moribundos en casa del Sr. Cardenal de Torres. Parece que allí la muerte se le aceleró, pues apenas dos días después enfermó. Murió santamente el 18 de febrero en la casa de San Pantaleo, y su memoria debe ser bendecida por los que vendrán, tanto porque brilló en méritos en el ejercicio del instituto, cuanto por lo que le hace imperecedero, la construcción de nuestra casa de Fanano a costa suya, la biblioteca que enriqueció, y la introducción de las Escuelas Pías en ella con el beneplácito de Su Santidad Paulo V y el permiso del Duque de Módena, y que en ella por orden de nuestro P. General ejerció como primer superior, con gran alabanza e incremento de las mismas. Lo recordó Luis Jacobelli en el Tomo 3 de los Santos de Umbria y el P. Rodolfo en el n. 6 de nuestros Venerables siervos de Dios. Figura en el Catálogo de Difuntos con otros 5 fallecidos ese mismo año.
Y como sin duda sabía el dueño real de dicho lugar, D. Andrea della Valle, jefe y director de los cómicos e histriones, que se pedía su casa para escuelas y sospechaba que andaba detrás la autoridad de los superiores mayores de la ciudad, tras convocar en un lugar oculto un conciliábulo con sus artes histriónicas se opuso fuertemente al P. General, sin dar otra razón evidente sino que su alimento y su vida dependía mucho de este lugar que le pedía le cediera. El P. General, confiando en la autoridad de señores tan poderosos, habló dulcemente al jefe de la tropa y a sus secuaces, diciendo: “Entregad este lugar a Dios, que ya ha servido bastante para obsequiar al diablo. Pensad con nosotros qué habéis aportado hasta ahora para la gloria de Dios, y para el bien de vuestros espectadores con vuestras obscenas obras y representaciones. Me atrevo a decir que nada saludable para nosotros ni para la gente, al contrario, vosotros mismos y el público ibais hacia la perdición, ¡y aún queréis seguir! ¿Qué esperanza tenéis de salvar vuestras almas? ¿Qué confianza dais al público de alcanzar la felicidad? Con actos honestos, más bien que atontándolos y distrayéndolos. No niego que de este lugar depende vuestro alimento y vuestra vida, pero ¡de qué manera más torpe! ¡Con qué arte tan indigna para el hombre cristiano! Vosotros mismos lo confesáis. ¿De qué sirve al hombre (dice el mismo Señor y Salvador nuestro) ganar el mundo si pierde el alma? Yo creo que este lugar ha servido ya durante mucho tiempo a la lujuria, ya se ha representado bastante en él; ahora pide Dios que se ceda para su gloria, por los años que sirvió para vergüenza e ignominia. Si sois cristianos y amáis vuestras almas, decid, ¿qué conviene más, que este lugar sirva para las diversiones del demonio o como templo, trono y tabernáculo del Sumo Dios?
Con lo cual aquel lugar profano se convirtió en templo santo de Dios, y hay que decir que además se concedió el permiso de residencia para las Escuelas Pías y facultad plena para su instituto. Se declara con las palabras que siguen:
Cierro el presente año con la anotación siguiente: Su Santidad en la Navidad de 1626 revocó por medio de su reverenda Cámara el subsidio de doscientos escudos anuales para las Escuelas Pías que había concedido Clemente VIII, y no permitió que se pagaran más. Así se lee escrito por el P. General con su propia mano, anotado en el Registro de Limosnas.
El 30 de enero fue enviada una obediencia del P. General al P. Santiago de S. Pablo ministro de la casa de San Pantaleo, en la cual le confiaba el cargo de Provincial. Como a causa de su ausencia el P. General no podía proveer adecuadamente a las cosas de las casas de la provincia romana, fue necesario dar a ese padre el cargo de provincial, para que ofreciera los auxilios necesarios tanto a las casas como a los sujetos con prudencia y consejo, y para que promoviera la observancia regular. Apenas comenzado su oficio recibió un anuncio lúgubre. Pues en S. Casio de Narni poco después falleció atacado por una fatal enfermedad el P. Bernardino de la Visitación, el 7 de marzo. Lo cual, por tratarse de un hombre insigne por su erudición, y también notable por la destreza para hacer cosas, además de ilustre por sus virtudes, no sólo al P. Provincial, sino también al P. General causó una gran pena. Lo cual se nota por la expresión escrita del mismo P. General con fecha de 20 de marzo al P. Provincial, con estas palabras: “En cuanto a los enfermos, demos gracias a Dios que nos mortifica así, máxime en este tiempo en el que necesitamos tanta necesidad de sujetos, y sobre todo siento la pérdida del buen P. Bernardino, que no sé como encontraremos otro como él.” Así dice él.
También se cuenta otro caso en Génova. Dos naves de transporte iban desde el puerto de Nápoles hacia Liborno con nuestro Hno. Benito y un compañero. Salieron con buen viento de la ciudad pero ¡ay! Cuando llegan a alta mar se encuentran con que está infestado de piratas turcos. Una y otra parte luchan valientemente, pero a las dos les va mal. Por parte de los turcos murieron tres; por la nuestra murió el primer piloto, y el Hno. Benito recibió una herida en el brazo; y una vez terminado este enfrentamiento inesperado, cada parte prosiguió la ruta comenzada, y continuó hasta el puerto. La razón por la que nuestros hermanos no fueron conducidos a cautividad, nuestro Padre General la atribuye a la protección de la Estrella de la Mar, la Santa Madre de Dios, según le escribe al P. Castilla en Frascati el 15 de julio.

Alrededor del 9 de los corrientes los PP. Provinciales de Génova y de Nápoles, respectivamente Francisco de la Natividad y Pedro de la Natividad, acudieron a la celebración del primer Capítulo General. El día 11 del mismo mes se reunieron en la casa noviciado de Roma en la Cuatro Fuentes del Monte Quirinal, y en presencia del M.R. P. Domingo de Jesús María, carmelita descalzo, a quien el P. General había invitado para que lo dirigiera con su humanísima gracia, dieron comienzo al Capítulo General. Eran capitulares los siguientes:

P. Pedro de la Natividad de la Virgen, Asistente y Provincial de Nápoles
Que todos, tanto las personas como las casas de la Escuelas Pías, sean incapaces de recibir cualquier tipo de legado, herencia o sucesión. Sin embargo para fundar Escuelas Pías, para comprar un huerto contiguo o para reparar las iglesias, algún censo de los citados anteriormente puede admitirse, pero puesto en posesión de la comunidad, servirá para el fin citado.
En cuanto a Francisco Silvagio, limosnero de la casa de San Pantaleo, se ha decidió que, puesto que a causa de su edad avanzada no se le puede conceder el hábito, se le retenga proveyéndolo de todo con el hábito seglar hasta la muerte, con las mismas gracias.
Fue llamado también en presencia de los Padres Capitulares el P. Ansano de la Visitación, que había venido de Sicilia tiempo atrás con el P. Melchor; se le escuchó en lo que tenía que pedir, y se le respondió con una dimisoria que dice lo siguiente:
No querer observar el rigor de la pobreza tal como aparece en las Constituciones.
Hasta aquí el Memorial a la S. Congregación para la reforma de las casas apostólicas. Aparece como autógrafo entre las cartas guardadas en el fol. 121.
El 22 de abril se envió una carta al P. Ministro de Cárcare, para que añada las letanías lauretanas al terminar las clases por la tarde, a intención de un grave negocio que algún gran príncipe ha confiado. Esta devoción parece que fue pedida este año a todas las casas, y se continuó desde aquel tiempo hasta que ha sido recientemente abolida.
Apenas se habían hecho estas cosas para el incremento del instituto en Poli, se comenzó en Roma a tratar sobre una nueva fundación por parte del cardenal Francisco Barberini. Volvía este con salud de su delegación en España en el momento en que el P. General estaba ausente, y deseaba introducir nuestro instituto cuanto antes en la Abadía de S. Salvador Mayor. Cuando supo que el P. General estaba ausente, hizo venir al P. Provincial, a quien le habló sobre su plan de fundación. El padre provincial no sólo se lo agradeció, sino que le expresó el gran afecto hacia él de nuestra religión, pidiéndole que esperara unos días hasta que volviera el P. General, al que se esperaba próximamente o que le escribiera contándole la intención del cardenal con respecto a nosotros. Y fácilmente obtuvo el plazo de espera pedido. Luego el Ilmo. Cardenal le habló acerca de nuestro instituto, diciendo que se alegraba de que incluso fuera a extenderse a España. Pero el P. Provincial, dándose cuenta de la confusión, le dijo que nuestro instituto había hecho algún progreso sólo en tierras romanas, y en algunos lugares de Liguria, pero no en España. Pues allí, dijo el Cardenal, vimos a vuestro Vicario General, a quien recomendamos en muchas partes, y que acumulaba muchas limosnas. Con estupor, el P. Provincial se acordó de pronto de que el año anterior se había sabido que había un impostor, de lo cual habló al cardenal. Ciertamente hubo uno que llegó a nuestro noviciado de Roma pretendiendo ser un candidato, y con las constituciones y volviendo para ver nuestro estilo de vida, obtuvo una recomendación del P. Vicario General de la Congregación de Foligno, y a imitación suya falsificó una obediencia de nuestro P. General, y con pretexto de fundar nuestra religión viajó a muchos lugares, para fundar la cual recibió incluso una recomendación del Nuncio Apostólico en España. Cuando el cardenal se dio cuenta de que había sido engañado (el impostor había viajado en la misma nave en que él con su corte viajaba de España a Roma) demandó enérgicamente que lo apresaran, investigaran y lo encarcelaran sin necesidad de hacer otro juicio. El cual había dejado el navío en Civita Vecchia, sin llegar a Roma; sin embargo poco después fue reconocido, capturado y encarcelado por la Santa Inquisición mientras llevaba el hábito secular, no el nuestro.
“Esteban de los Ángeles, Superior de la casa profesa de los CC.PP. de la Madre de Dios de las Escuelas Pías. Como fue erigida por los complatearios del barrio de la Duchesca en la casa profesa de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías de Nápoles bajo el título de la Asunción de la Santísima Virgen con permiso del Rvmo. P. José de la Madre de Dios, Superior de dichos religiosos, y con el acuerdo del P. Pedro de la Natividad, Provincial de dicha religión en el reino de Nápoles, y como los hermanos de dicha cofradía nos consultaron acerca de un lugar que quieren recibir para tener sus actividades espirituales, Nos, con permiso escrito del P. General, concedemos y entregamos de buena gana aquel lugar de tierra que está situado debajo de la Congregación de la Purificación de la Virgen, y que por un lado mira al patio donde está la fuente; por el otro lado, al sagrario, y al pasillo que va del templo a las escuelas, para que construyan un oratorio, donde puedan tener sus reuniones espirituales, culto y todas prácticas de piedad, adornado como quieran, sin que el superior local pueda ponerles ningún impedimento. Sin embargo, deben reconocer como prefecto y rector, nombrado por los Superiores, a uno de nuestros Padres, y le darán otra llave de la puerta del oratorio de dicha Congregación.”
1. Puesto que se nos ha presentado por la parte de nuestro querido hijo Ministro General de la religión o Congregación llamada de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías una petición que contenía lo siguiente: que los clérigos, sacerdotes y otros superiores y personas de dicha religión o Congregación, desde el principio de la institución de la religión tienen como instituto propio, dejadas cualesquier otra ocupaciones, para poder dedicarse y trabajar en la erudición e instrucción de los niños en buenas letras, rectas costumbres y doctrina cristiana, y en su formación en otros saludables documentos, y en la salud de sus almas, no acostumbraban apenas a asistir a las procesiones públicas ordenadas por los Ordinarios del lugar celebradas en las ciudades y lugares en los que esa religión o Congregación está presente; sin embargo los clérigos, presbíteros y superiores predichos de la misma religión o Congregación en diversos lugares son obligados para que asistan a ellas bajo censuras eclesiásticas, en contra de lo que está instituido para ellos, a consecuencia de lo cual no sólo son apartados no poco de sus ejercicios piadosos, sino que también suelen surgir gravísimas discusiones y disensiones entre ellos y los hermanos de otras religiones o monjes acerca de la preeminencia.
Puesto que la obediencia es mucho más agradable a Dios que todos los holocaustos, del cual siempre fuiste hijo, e intentarás serlo siempre; en virtud de ella y con la autoridad de nuestro oficio te damos licencia en el Señor no sólo para los santos lugares de Tierra Santa, sino también, si se te presenta la ocasión, para que vayas a las Indias Orientales, a las cuales se cree que ya llegó alguno de nuestros hermanos, con nuestra bendición, y para que en el camino, a cualquier parte que fueras, puedas visitar cualquier lugar santo, para salud de las almas y consolación tuya. Y si en algún momento quieres quedarte durante algún tiempo sabiendo que existe la oportunidad de conseguir fruto abundante para las almas, procura hacérnoslo saber, para que podamos enviarte el auxilio oportuno. Rogamos a todos los arzobispos, obispos y otros prelados que te reciban benignamente y te traten humanamente, que te permitan celebrar misa, y no te nieguen el poder predicar. Y si nuestro instituto fuera pedido por algunos señores o ciudades, háznoslo saber inmediatamente por carta, para que te enviemos algunos compañeros de entre nuestros hermanos.
“¡Serenísimo Dux y muy venerable señor!
Después de ser sepultado el Cardenal Millini, nuestro P. General salió con el P. Francisco de la Anunciación a Poli, donde ya se había fabricado una casa para las Escuelas Pías, y tomó posesión de la antigua iglesia parroquial de S. Esteban con el acuerdo del Rvmo. Obispo de Tívoli, y dejando constituido superior al P. Vicente de la Concepción, se volvió a casa.

Pedro Cassinesse, Romano, 16 años

Se deseaba incluir también al hijo de D. Jerónimo Palotti de la ciudad de Frascati, pero no pudo aumentarse esta vez el número por encima de los ocho citados, pues parecía que el censo daba para la alimentación de ellos solamente, y no bastaría para más; y no pudo además obtener la aprobación de la S. Rota, pues este lugar era sólo para pobres, y no para pobres de suficiente fortuna.
Se va a clase por espacio de dos horas y media.
Practicarán dos veces al mes la confesión y comunión sacramental.
“Yo, Juan Francisco Fiamelli, Prefecto de las Escuelas Pías de la ciudad de Florencia, viendo la caducidad de mi vida, que ya avanza por los setenta y seis años, deseando en mi encanecida edad que esta obra de las Escuelas Pías se perpetúe también después de mi muerte, y sabiendo que nadie conviene mejor que los religiosos del nuevo instituto de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, de los cuales es propio según sus constituciones el no poseer nada en particular, y vivir sólo de limosnas, bien pedidas, bien ofrecidas espontáneamente, e instruir a la niñez, especialmente los pobres, en el temor de Dios, y en la primera letras, esto es, en la lectura, escritura, aritmética, gramática, inclusive hasta la retórica, gratis y sin pago, por pura caridad y celo por el bien del prójimo; por lo cual me pareció conveniente rogar a los citados religiosos que acudieran a Su Serenidad para obtener el derecho y plena autoridad para continuar con esta buena obra, de modo que en nuestra ciudad no falte el fruto y el mérito de tanta buena obra. Como ya gozan de dicho derecho, y yo, como he dicho, me veo y encuentro inhábil para este trabajo, de buena gana les cedo y entrego este derecho de las Escuelas Pías florentinas y la vivienda. Día 30 de abril de 1630. Juan Francisco Fiamelli, como más arriba.”
“No es fácil distinguir a los clérigos regulares de los que no lo son, ni por la comida ni por el vestido, excepto a los que se llaman maestros Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, a los cuales puedes llamar con razón clérigos apostólicos, cuya orden fue fundada en Roma hace casi 15 años, y ha abierto escuelas allí, y después en Nápoles, Génova, Florencia y otras ciudades italianas, en las cuales enseñan sin ninguna discriminación entre los hijos de los ricos y de los pobres no sólo la piedad cristiana (aunque principalmente eso), sino también los elementos de las primeras letras, es decir leer y escribir, y además aritmética, gramática, poética y retórica, y desde sus escuelas los conducen los maestros dos veces al día en dos filas ordenadas a su casa, para evitar así cualquier tipo de corruptela de costumbres. Los clérigos de esta Orden, además de la obediencia, las castidad y la pobreza prometen un cuarto voto, de dedicarse al trabajo escolar a cualquier edad, de modo que está prohibido el ambicionar, de manera abierta u oculta, el honor del sacerdocio, el cual sin embargo deben necesariamente aceptar del Moderador de la Orden. Entre tanto se esfuerzan en merecer a Dios, que quiere misericordia y no sacrificios, con el increíble esfuerzo de enseñar a los niños.” Hasta aquí él. Con lo citado hasta ahora acerca de la fundación de las Escuelas Pías en Florencia basta.
Después los nuestros en San Pantaleo también cerraron las escuelas, a causa de este mal universal, porque así lo ordenó un decreto del 6 de julio publicado por la S. Congregación para el buen gobierno. Había que obedecer otras cosas que se decían en él, como la prohibición de entrar a la ciudad a todos los que venían de fuera, y también de salir de la misma a lugares próximos. A causa de ello nuestro P. General, escribiendo al P. Castilla a Frascati con fecha 10 de agosto, quiso que toda la religión fuera encomendada a nuestra Taumaturga, y que todos fueran avisados del peligro de muerte, para la cual requirió una seria preparación, y más aún en tiempos de la presente enfermedad.
Para que la presente sea más fácilmente conocida, queremos que la misma, copiada, y también impresa, firmada por mano de algún notario público, y provista con el sello de persona con dignidad eclesiástica, sea presentada como testimonio en cualquier lugar, si fuere mostrada o exhibida.
Devotísimo en Cristo de vuestra Rvma. Paternidad, el siervo Juan Bautista Gramay, Prelado de Ornheim, nombrado arzobispo de Upsala, consejero y limosnero de S. Ces. Maj.”
Con la misma fecha escribe el P. General a Nápoles a la Sra. Angélica, una singular bienhechora nuestra, que está enferma, una carta de consuelo, como sigue:
“Reverendísimo Padre en Cristo.

Mientras tanto escribió el P. Melchor de Venecia diciendo que se había elegido un nuevo Patriarca, el cual, al presentarle la felicitación, no sólo pedía, sino que urgía al P. General el instituto recomendado. Además se quejaba en otra carta de que había eclesiásticos seculares contrarios y enemigos de su caritativo obsequio. Pero el P. General, como le dictaba su prudencia y juicio maduro, respondió a las suyas con estas palabras: “Me alegro mucho de la óptima elección del Patriarca. Que el Señor le asista siempre en todas sus acciones para que como buen pastor guíe a sus ovejas a los pastos óptimos y a las delicias del Paraíso. No tengo ánimo para escribirle una carta de felicitación, porque Príncipes tan grandes tienen tantas otras felicitaciones y tantos asuntos graves que resolver que a menudo no pueden dedicar su atención a personas bajas y viles como nosotros. Oraré por él al Señor, lo cual produce más fruto que las felicitaciones externas.” En cuanto a la segunda parte que nos concierne, responde así: “Teniendo adversarios, como dice, debe estar muy atento no sólo no sólo en el actuar, sino también en el hablar. Sepa, pues, que el que obra bien y además obra bien, no ofende, sino que supera todas las oposiciones y persecuciones que ocasiona el enemigo infernal; por lo que hace falta que el que habla no ofenda, pues es sabio quien sabe frenar su propia lengua.” Así dice con fecha 10 de mayo, y antes el 17 del mismo: obrar y sufrir las cosas adversas es un camino excelente.

Cuando habían descansado después de un viaje tan largo y habían recuperado las fuerzas por completo, y estaban todos dispuestos a la disciplina regular de la casa, el día 20 de junio, sacándolos del seminario cardenalicio, el citado Rvmo. Sr. Gamay los tomó bajo su cuidado y los llevó a comenzar las clases entre aclamaciones festivas de los alumnos de dicho gimnasio o seminario, con gran consuelo de toda la ciudad. El mismo seminario quiso imprimir para recuerdo de la posteridad las felicitaciones en varias lenguas, y me agrada copiarlas, como sigue:
Salve padres a los que las humildes Escuelas Pías dan el nombre, la niñez santa se alegra y las Musas y las Gracias se felicitan; acercaos a los hogares de Nikolsburg, gozosos después de ser esperados por largo tiempo, deseados huéspedes en la casa acogedora del padre purpurado. Poned libres los pies, largas las manos, en el ilustre seminario, nuevo Helicón que parecerá un Parnaso con vuestras escuelas. Se adornará esta casa a vuestra señal, y nosotros, tiernecillas plantas de este huerto, esperamos ser más brillantes, más regadas con vuestro sol y vuestro rocío. Tomás Steimbök.
“Reverendísimo padre,
Y con fecha 22 mes del mes citado: “Los ojos y el corazón de todos están vueltos hacia vuestros Padres, y en muchas ciudades los esperan, y no hay nadie, digo la verdad, que en los comités provinciales públicos de los órdenes generales no alabara a vuestros padres, admirara su trabajo, su pobreza y su piedad y diligencia.” Así dice este Rvmo. Sr. De Moravia, donde muchas otras casas, y muchas otras colonias habría visto la posteridad, si la pobreza de sujetos calificados para esos lugares no hubiera obstaculizado el feliz progreso.
Y para que no pareciera que nuestro instituto se había introducido a escondidas, procuró que el Ordinario del lugar hiciera una procesión con el clero y el pueblo a su palacio, y puesta la cruz con el rito eclesiástico, con la bendición usual, se convirtiera la casa profana en habitación sagrada y religiosa. Hecho lo cual, el P. Francisco de Sta. Catalina V. M. con el P. Tomás de Sto. Domingo y el P. Gaspar nombrado más arriba tomaron posesión del lugar, y tras convertir algunos lugares en clases, las Escuelas Pías abrieron en el mes de octubre. Así cuenta el P. Gaspar esta fundación en el Libro de las Fundaciones.
“Beatísimo Padre,
En Nápoles, el 25 de noviembre D. Santiago Bertea hizo en su testamento heredero usufructuario de sus bienes a su hermano Pedro Bertea, pero después de su muerte nos instituyó a nosotros herederos en propiedad y en usufructo, con la condición de en el plazo de dos años después de su muerte erigiéramos una iglesia en el lugar de Posílipo. Del mismo modo llegó una carta de Cárcare anunciando que un cierto médico de Alba había fallecido a causa de la peste, y había dejado en su testamento 40 mil escudos en su testamento para que se fundaran las Escuelas Pías en la ciudad de Alba.
Empezamos el presente año con un diploma apostólico editado a favor de nuestro P. Fundador y sus cuatro asistentes, que dice como sigue:
En nuestro presente Capítulo General que, a causa de venir los padres necesarios a causa del contagio, se ha resuelto a pie, como se dice, con orden de Su Santidad el General fue confirmado en su oficio de manera vitalicia, y se nombraron cuatro Asistentes que deben residir en Roma, y ayudarán con sus consejos al P. General en el gobierno del instituto. Y entre los cuatro el primero es el P. Pedro, Provincial de Nápoles, en cuyo lugar he enviado ahí al P. Esteban de (la Reina de los Ángeles), que estoy seguro de que agradará a todos porque es un religioso muy observante. Roma 13 de febrero de 1632”.
Poco después de la última del Cardenal llegó una del Ilmo. Conde de Magnis, que dice como sigue:
“Ilustrísimo Señor,
Para no salirnos de la Provincia, quise anotar también la provisión ordinaria anual de las limosnas de nuestra casa de Nikolsburg para alimentación y otros gastos, las cuales están redactadas en resumen en el público instrumento que dice como sigue:
Y estas cosas, y cada una en particular, se obliga a cumplirlas el Sr. Prelado, de modo que lo que se ha prometido más arriba se consigne en el tiempo y términos establecidas según el modo debido. En Nikolsburg en el palacio de Su Eminencia el 22 de agosto de 1632. Cardenal Francisco Dietrichstein. Juan Bautista Gramay.”
Y como el P. Francisco de la Purificación fue provisto de tantos sujetos, y la familia creció tanto, el oratorio doméstico ya no era capaz por practicar las devociones; tuvo necesidad de pedir alguna iglesia pública en la ciudad para uso de los suyos y de los escolares; hubo quienes le persuadieron de manera muy oportuna de lo adecuada que sería para su intento la iglesia de la Santa Virgen de Riccis. Así, pues, suplico con un memorial a la Serenísima que se le concediera para sí y su instituto esa iglesia.
Hay una lápida con una inscripción que dice así: “Bajo Urbano VIII, siendo el Cardenal Marcelo Lanti Obispo de Frascati, este templo fue dedicado a la Virgen María con limosnas de los piadosos el 9 de mayo de 1632”. Se hizo un documento público sobre lo anterior que dice como sigue:

Este hombre, del que ya hablamos el año anterior, era un patricio de Milán, quien a causa de sus obras heroicas en la guerra y sus gestas en casa, no sólo fue honrado pro el emperador Fernando II, sino que como premio le concedió el señorío de Strasnize, después de expulsar de allí por herejes a sus señores hereditarios. No sólo era vecino del dominio del Emmo. Cardenal de Dietrichstein, sino que estaba emparentado con él por la consanguinidad de su consorte Francisca Prisca. Como quería ser imitador suyo también fundando nuestro instituto, según lo prescrito por nuestras Constituciones construyó una casa, una iglesia, unas escuelas y un huerto próximo con suficiente provisión para alimentos, y al terminar, entregó todo a nuestros padres el 6 (que es el día de Sta. Dorotea) de febrero. ¡Ojala viviera ahora en aquel esplendor en que vivió al principio! Pero este año en que escribo, 1704, reina la desgracia, porque por miedo a los rebeldes húngaros nuestros padres se han visto obligados a huir, excepto uno u otro que aún queda allí, pues como toda la ciudad ardió pasto del volcán, y los habitantes huyeron, él en busca de refugio, se quedó en el colegio. Sin embargo es feliz porque aunque todo el lugar ha sido devastado por tártaros y húngaros, nuestra casa no ha ardido nunca; lo mismo que una salamandra en medio del fuego se ha conservado salva, incluso si los tártaros, como se dice en su lugar, y los rebeldes húngaros no partieron del lugar hasta que entraron sus enemigos.

En relación con Strasnize, se enviaron cartas a Roma pidiendo con insistencia nuestro instituto por parte del reino de Bohemia y de cierto ducado de Silesia. En efecto, el Visitador General de la archidiócesis de Praga D. Flavio Cremona nombrado por el Emmo. Card. de Harrach, consultado por el Supremo Duque de las Armas del César, Alberto Wallstein, sobre qué religiosos podría introducir en su región, recomendó nuestro instituto, y como aceptó la comisión del mismo Duque, en nombre suyo se dirigió al P. General rogándole que enviara religiosos nuestros a Bohemia y Silesia, para que nuestra religión se extendiera sin dejar pasar ni descuidar esta magnífica ocasión. Y con esta razón envió cartas dos veces al P. General, una con fecha 9 de febrero, y otra el 24 del mismo mes. Pero ¡oh desgracia! una y otra quedaron sin efecto. La falta de religiosos cualificados para estas regiones hizo necesario rechazar los lugares ofrecidos. Con cuánto dolor recibió las noticias el cardenal Dietrichstein puede verse por la carta siguiente. Pensando que la negativa procedía no por falta de sujetos sino por otra razón, escribió al P. General de la manera siguiente:
Por lo demás, si alguien pregunta curioso cuál era el sentimiento de nuestro P. General acerca de las cosas anteriores que ocurrieron al P. Melchor, no podrá verlo mejor que leyendo las cartas enviadas a menudo al P. Melchor, y entre ellas en particular la enviada con fecha 29 de abril que dice lo siguiente: “En cuanto a nosotros, no recibimos daño, pues recibimos mérito tanto si servimos a Dios en ese lugar como si lo hacemos en otro.” En otra carta: “Hágase la voluntad de Dios... parece que Dios bendito no quiere que haya obreros nuestros en esa mies de la república véneta”. En lugar de esa fundación pronto se ofrecieron uno y luego dos lugares, Lugano y Anagni. Pero como debía comenzar cuanto antes en Ancona y necesitaba una comunidad entera para Bisignano, como le suplicaron con fecha 8 de junio; y por qué no, para Carmagnola, donde no se veía el último esfuerzo y empeño para introducir el instituto, tuvo necesidad de renunciar a ambos lugares, pues hubiera sido imposible satisfacer a todos. “Si tuviera diez mil religiosos (se expresa el Fundador en una carta de fecha 29 de abril) tendría lugares a donde enviarlos en brevísimo tiempo”.
“José de la Madre de Dios, Superior General de los CC. RR. PP. De la Madre de Dios de las Escuelas Pías a ti, Melchor de Todos los Santos profeso en nuestra Orden, salud y buen viaje.
Provisto, pues, de habitación el P. Melchor, aunque no de iglesia, le pareció conveniente destinar temporalmente una de las habitaciones más grandes de la casa para las funciones eclesiásticas, en lo cual intervino el mismo arzobispo invitado por la cordialísima invitación que le hizo el Virrey. Bendijo, pues, el lugar, y en presencia del Virrey celebró allí la primera misa el 27 de diciembre, en un altar presidido por la imagen de S. Fernando, que regaló el mismo Sr. Virrey, promotor de nuestro instituto. No olvidando dar las gracias, nuestro P. General escribió al P. Melchor el 28 de diciembre con estas palabras: “Doy gracias al Señor Dios, que inspiró al Excmo. Sr. Virrey el modo de ayudar a los pobres mediante nuestro instituto; es una señal de que el Señor Dios le concederá muchas gracias. A mí me toca orar para que sean temporales y eternas.” Lo mismo repite escribiendo con la misma fecha al Virrey, al cual le dice que enviará sujetos para las escuelas en el próximo marzo, pues en el invierno no es oportuno viajar. Y estos son los comienzos de la fundación de Palermo.
El 27 de agosto el obispo de Gorizia escribió al Emmo. Cardenal Dietrichstein pidiéndole que enviara dos de nuestros padres, para que vieran el lugar que les tenía destinado en su diócesis, pero como no bastaban para Moravia nuestros sujetos, y no se esperaban de Roma más expertos y conocedores de la lengua alemana, no pudieron ser enviados. En torno a estas fechas también Carmagnola en el estado de Piamonte invitaba a nuestros religiosos, y se le prometieron, pero no antes de que no sólo prometieran local para vivienda de la comunidad y de las escuelas, sino que lo prepararan completamente.
“Urbano VIII, Papa. Para perpetua memoria.
Después de esto, el P. Melchor de T. Los Santos vuelto de Sicilia, por medio de una carta al P. General expedida de la casa de Palermo con fecha 13 de octubre, pedía al P. General que lo volviera a enviar inmediatamente a Palermo, para remediar algunas cosa que había surgido en detrimento nuestro después de su partida. Y como parecía que los asuntos no admitían espera, como conjeturaba el P. General por las circunstancias, volvió a enviar al citado P. Melchor a Sicilia, el cual salió en compañía de algunos de los nuestros de la casa de Nápoles. Las obediencias para esta nueva ida allí llevan esa fecha.
Nuestro Padre General, deseando que la suma pobreza de su instituto se conservase en toda su fuerza, al principio del año presente envió a todos los superiores de todas las provincias el decreto que sigue:
En esta carta cardenalicia se adjunta otra petición para que el hermano Ambrosio de la Concepción pueda volver a Roma. Consta también que el P. General accedió a esta petición, como se ve en la carta enviada el 1 de septiembre al P. José de Jesús María, en la forma que sigue:

El mes de octubre falleció en Poli nuestro clementísimo fundador el Príncipe de S. Gregorio, y como nuestro P. General quería que fueran muchos para celebrar debidamente sus obsequias, escribió a Frascati, y mando que fueran enviados algunos de la ciudad. Quiso que el catafalco fuera adornado con los emblemas lúgubres, e insinuó en la misma carta que si el P. Juan Bautista de S. Bernardo se encargara de preparar un panegírico fúnebre, le sería grato. Y las cosas se hicieron tal como las había mandado.

En lugar de los fallecidos de aquel año, llegaron 42 neo profesos en las diversas provincias. Pero en lo que se refiere al noviciado de Moravia, el Emmo. Cardenal lo consideraba excesivamente riguroso, por lo que juzgaba que en aquellas partes de Germania debía ser mitigado. Además, como a dicho Príncipe llegaban noticias de muchas quejas tanto acerca de los frecuentes cambios de los superiores locales, como de que se llevaran ciertos oficiales de esa nueva Provincia, y todas las culpas caían en el P. Provincial, para evitar las incomodidades y para poder asegurar el crecimiento de la Orden, pensando en el futuro del instituto, creyó que sería mejor que se reunieran en capítulo los padres más serios de la Provincia, y eligieran entre ellos a los superiores y otros oficiales para las casas, y le rogó al P. General que le concediera este derecho y autoridad, en carta del 18 de octubre desde Brno. Su petición fue atendida, y todo lo pedido fue concedido, según se ve en el acta del Capítulo celebrado enviada para su aprobación al P. General, que no estará mal copiar aquí para conocimiento de los que vengan.
P. Juan Esteban de la Madre de Dios
Siguió luego la elección de los superiores locales, y la suerte cayó en los siguientes: P. Ambrosio de S. María, Superior de Nikolsburg; P. Lucas de la Purificación, superior de Strasnize; P. Alejandro de S. Bernardo, superior de Lipnik y maestro de novicios.
Año 1636 de Cristo. Trigésimo noveno de las Escuelas Pías. Decimocuarto de Urbano VIII.
Incluyo un memorial que llegó de los Padres de las Escuelas Pías, y puesto que cada cual es libre de elegir ser enterrado donde le plazca, no puede prohibirse eso mismo allí. Por lo tanto, cada vez que conste que alguien ha elegido ser enterrado en su iglesia, se les debe permitir hacerlo, y no prohibírselo, con tal que conste por escrito fidedigno que aquella era la última voluntad del difunto Con esto no intento derogar el derecho eclesiástico, sino que quiero que se pague al párroco y al cabildo lo que corresponda por el funeral. Vuestra Señoría lo haga comunicar a todo el cabildo, para que en ocasiones sucesivas no ocurra ningún escándalo ni perturbación. En Roma, 26 de enero 1636. Cardenal Lanti.”
Como es tarea nuestra elegir ministros idóneos que puedan ser útiles con sus obras y habilidad no sólo a una provincia sino a toda la Orden, nos, confiando mucho en el Señor en tu fidelidad, rectitud de costumbres y experiencia en los negocios, y celo por la reforma, a tenor de las presentes te elegimos y nombramos Procurador General de toda nuestra Orden durante nuestro beneplácito. Dado en Roma en la casa de las Escuelas Pías de S. Pantaleo, este día 28 de abril de 1636. José, como más arriba.”
Uno de los nuestros, que sin tener en cuenta su honor ni el de la religión, había cometido un gran pecado, había sido llamado a Roma, para que quizás allí, si se divulgaba públicamente, no causara la infamia de la religión. Parece que el reo llegó de Nápoles a Roma, pero no fue a S. Pantaleo, sino que buscando con malicia un protector, fue a casa del cardenal Ludovisi, donde, avisado antes, confiaba seguramente obtener asilo. Y su esperanza no fue frustrada. Al contrario, se preocupó de poder interceptar cualquier proceso que se hiciera contra él (pues pensaba que después de su salida de la Duchesca se haría algo). Y tuvo éxito en su intento. Pues pidió al Cardenal que si llegaban por correo algunas cartas al P. General desde Nápoles, procurara que se las diesen a él, para llevarlas él mismo a San Pantaleo. El Cardenal hizo lo que le pidió el reo, y naturalmente las cartas fueron retiradas del correo, las cuales él no llevó al P. General, sino que abriéndolas abusivamente, se enteró del proceso, las rompió y las quemó. La astuta zorra supo así evitar su desgracia. Se cerró así el proceso, y después de pedir una recomendación al cardenal Antonio Barberini, fue con ella ante el P. General, pidiendo humildemente perdón por su pecado, y recibió tal gracia en virtud de tantas recomendaciones, recibiendo como castigo solamente el alejarse durante algún tiempo a la residencia de Cesena.
Así la carta del P. General al P. Melchor, la cual tuvo gran importancia para él ante el Tribunal de la S. Inquisición, pues consta que, después de leerla, los RR.DD. Inquisidores considerando que el novicio sacerdote detenido en la cárcel había sido suficientemente castigado, lo liberaron, y el P. Melchor le quitó también el hábito.
Este es el decreto del Pontífice, gracias al cual fueron promovidos al sacerdocio solamente dos, concretamente el H. Francisco de S. José, romano, y el H. Ambrosio de la Concepción, romano, los cuales eran tan buenos no sólo en aritmética, sino también en matemáticas, que merecieron ser profesores de los serenísimos hermanos del Gran Duque de Toscana. Aunque fueron juzgados dignos de conseguir el honor sacerdotal por las instancias hechas por la autoridad de sus señores discípulos, sin embargo se elevó una protesta contra ellos en Cárcare, y se consideró subrepticio el breve citado. Los de Cárcare, además de no querer reconocer el nombre de clérigos operarios, como una tercera clase de religiosos que nunca fue nombrada en nuestras Constituciones, juzgaron que deberían remitirse al Capítulo General para decidir sobre un nuevo título. Qué ocurrió con esta protesta y proclamación que fue enviada el 14 de octubre al P. General, firmada por 8 sacerdotes, lo oiremos el año próximo.
El año presente podría ser para nuestro Padre General el primero de los doce más duros figurados en el régimen de Kedorlaomer, en los cuales el pueblo sufrió los males de dicho rey. Pues desde este año hasta el día de su muerte recibió pocos o ningún consuelo; más bien pudo decir con razón: “mis años se van en gemidos”, los cuales se le ofrecieron en diversos casos, como se mostrará en el contexto de la historia. Al principio de este año merece insertarse la mención del legado pío de D. Pedro Galli Alviggi de Finale Marina: dejó como herederos a nuestros religiosos, queriendo que fundaran en el citado Finale Marina un instituto para educar a la juventud.
Se suministrará un vestido nuevo inferior de buen paño cada año (contando con los remiendos necesarios si se rompen), y uno superior de paño similar en color de cera, que tendrá la forma de toga clerical, y cada dos años un abrigo, que se pondrán los niños según lo exija la necesidad. El mismo vestido (pero de color negro según el hábito común de los eclesiásticos) se dará a su preceptor. A los niños se les darán también zapatos nuevos, cada vez que los necesiten, y dos pares de medias, uno de lino y otro de lana, cada año. La ropa de cama, camisones, ligas, toallas, y cosas similares hechas de tela, además de las servilletas, serán entregadas a dichos niños por sus propios padres o amigos, de modo que cada uno duerma en un lecho separado. Dos veces a la semana se entregarán servilletas blancas por el Sr. Prelado. El Sr. Prelado alimentará también al cocinero y al servidor para esos niños, y sean tales que, como el preceptor citado antes, sean del agrado de los padres, y si no lo son, ellos mismos procuren encontrar otros sujetos. Al preceptor, a tenor de la fundación, cada año se le pagarán 40 florines; a este le incumbe como parte de su oficio el acompañar a los niños citados cuando van al templo, y enseñarles el canto, tanto individual como coral, y no permita que dichos niños acudan a sus padres o amigos suyos para pedirles cosas sin permiso de los Padres de las Escuelas Pías. Y para que no pasen frío en la estación invernal, procurará que funcione en invierno una estufa separada para ellos, y que se retire de ellas toda basura. Y estas son las cosas que acerca de la comida y el vestido de dichos niños queremos especialmente que se observen.
Nos, pues, que no buscamos más que poner en práctica los santos deseos de nuestro Tío, aprobamos, ratificamos y confirmamos las fundaciones así hechas y comenzadas, queriendo no sólo mantenerlas puras e ilesas, sino también ponerlas en práctica, alabando en especial la fundación anterior, en todas sus cláusulas, puntos y artículos, y si es necesario, de nuevo la instituimos, fundamos y erigimos, y por parte nuestra y de nuestros sucesores los Príncipes y Señores de Nikolsburg con nuestro acuerdo, la declaramos y decretamos instituida, formada y erigida, aprobada, ratificada y confirmada, ahora y para siempre. Para evidencia, y testimonio válido de todo lo anterior, las firmamos con nuestra mano y ponemos el sello para darle fuerza en nuestra fortaleza y ciudad hereditaria de Nikolsburg el 7 de febrero de 1637. Maximiliano, príncipe de Dietrichstein y Nikolsburg.”

Ephemerides Calasactianae XVI (1947, 35-37)

El día 16 de agosto, después que el P. General recibió el instrumento anterior del P. Lucas, superior de Strasnize, y escribiese al Ilmo. fundador dándole las gracias por tanta benevolencia, el mismo Ilmo. fundador respondió al P. General con las palabras que siguen: “Esta pequeña cantidad que asigné como subsidio al monasterio de Strasnize es poco, en comparación con lo mucho que merecen los padres de allí.” Pocas palabras, pero que parecen bastar para alabar a los sujetos de aquella casa. Y es necesario concluir que nuestros religiosos que moraban en aquel tiempo en Strasnize vivían en mayor tranquilidad y observancia que los de Italia. Cuando se supo que dos hermanos operarios habían sido promovidos al honor del sacerdocio, inmediatamente otros molestaban con sus cartas al P. General, pretendiendo mostrar la invalidez de su profesión, y luchaban por el derecho y por el revés para servirse del favor del breve apostólico emanado. A los cuales el P. General les prometió que obtendrían el favor en el futuro, pero que de momento esperaran con paciencia el Capítulo General que iba a celebrarse ese año en el mes de octubre. Pero ellos, no satisfechos con sus promesas, dirigían recursos ya a la S. Congregación, ya al mismo Pontífice con su pretensión, aunque ineficazmente, pues todos eran remitidos al Capítulo General, para convocar el cual ya había aparecido el indulto. Y el Capítulo General fue intimado según el indulto que dice lo siguiente:
P. Francisco de la Purificación, Asistente General
P. Santino de S. Leonardo, vocal de Roma
P. Juan Esteban de la Madre de Dios, provincial de Germania
Que se despida a todos los terciarios cuanto antes, y no se admita ninguno más al hábito.
No se admitan más casas, hasta que no se hayan provisto suficientemente de alimentos y recursos, y de ministros idóneos.
Los superiores provean de vestidos, tanto interiores como exteriores, todo lo que haga falta, a los súbditos.
Ephemerides Calasactianae XIX (1950, 36-38)
Nadie utilice en cartas, incluso para el General, además del nombre regular y el religioso, y si fuera superior el oficio, ningún título de reverendísimo o reverendo.
En todas nuestras escuelas los nuestros usen y enseñen la gramática de Manuel Álvarez.
Como ecónomos pueden ser nombrados también sacerdotes idóneos para este ministerio.
Los ordenados sacerdotes que no tengan un trienio de sacerdocio y un septenio de profesión, sólo tendrán voz activa y sólo en los capítulos locales.

Los asistentes generales deben residir en Roma en S. Pantaleo con el General, y él debe oír sus opiniones.

La caja de limosnas, o lugar donde se guardan las limosnas recogidas, debe tener 3 llaves.
A los cuales sigue la firma de nuestros padres, en el orden que vimos al comienzo del capítulo. El secretario firma con estas palabras después de los demás.
En Nápoles se escribió un librito dedicado a nuestro P. General, cuyo título es Instruttione per li Maestri di Scuola, obra del R. D. Esteban Cagliari, canónigo.
Esto tuvo lugar en el día y lugar dichos más arriba.
Por la observancia religiosa, pues hicieron dicha profesión con un lenguaje diferente al de los clérigos, ya que ellos la hicieron en italiano, y los clérigos en latín.
En cuanto al 3. En cuanto a los actos ejercidos como clérigos, debe creerse especialmente el hecho de llevar birrete, no es a causa de su estado, sino que se les concedió como honor y favor, y ese permiso se les concedió a algunos en el año 1627. Después el Capítulo General permitió llevar birrete a los hermanos operarios, pero sólo a los que fueran aptos para la primera tonsura, y que trabajaran en las escuelas de leer y escribir y de cuentas. Se ha visto que la Visita Apostólica lo confirmó y dio al P. General la potestad de conceder este honor a los hermanos operarios.
Ephemerides Calasactianae XIX (1950, 140-143)
Ahora salgamos por un poco de tiempo de estas discusiones y veamos en detalle las acciones del P. Melchor en España.
Ephemerides Calasactianae XIX (1950, 165-169)
“Hoy se ha celebrado en nuestra iglesia la fiesta del Santísimo Sacramento, y se ha tenido una procesión tan solemne, con tal magnificencia, pompa y aparato, que posiblemente vuestras procesiones romanas le tendrían envidia. El Rvmo. Prepósito iba vestido de capia pluvial con los canónigos; asistieron los capuchinos, el magistrado de la ciudad, y prácticamente toda la ciudad devota acompañaba en la procesión. El aire estaba lleno de sinfonías entonadas por las voces y los instrumentos, y el sonido de las trompas resonaba. Algunos niños de la gente importante de la ciudad iban vestidos de ángeles, e iban delante del Santísimo, rezando y esparciendo flores por el camino. Nos detuvimos en cuatro lugares, en los que habían preparado altares adornadísimos, e incensando del modo acostumbrado, y modulados con tonalidad sacra, cantamos solemnemente el principio de los cuatro evangelios tres canónigos y yo ayudando como diácono, y después en cada uno de ellos un sacerdote recitó una oración.
“José de la Madre de Dios, etc.
Después de recibir el hábito, se puso a vender cebollas en el mismo lugar, pidiendo un áureo por una. Y no se movió del lugar, aunque sólo provocaba la risa, hasta que lo llamaron para que volviera a casa.
Para que cada una se resolviera de manera más fácil y más feliz, y al mismo tiempo se pusieran más obstáculos a la audacia de los presuntuosos, tras tener una reunión con sus asistentes, y persuadido por algunos de los religiosos, el P. General decidió pedir a Su Santidad un Protector para la Orden, pues para este servicio se ofrecía concretamente el Eminentísimo Cardenal Cesarini; este fue declarado por Su Santidad Protector para servicio de nuestra Orden, y fue recibido como tal.

Declaramos por las presentes que todo lo que se contiene en esta es y será válido, rato, firme y eficaz, y que produce y obtiene todos sus efectos por completo, y que todos los concernidos, y quienes lo serán, deberán guiarse absolutamente por todas y cada una de las cosas contenidas en ella, y que con motivo de lo expuesto o con cualquier otro pretexto nadie podrá molestarles, perturbarles o inquietarles en absoluto, y que debe ser entendido así y no de otra forma por todos, y que debe ser juzgado y definido así por cualesquier jueces, también los auditores de las causas del palacio apostólico y los cardenales de la S. Iglesia Romana delegados, y los Nuncios de dicha Sede, y a cualquier otro con cualquier facultad para juzgar e interpretar, en cualquier causa e instancia presentada a ellos, y será declarado nulo e inválido si ocurriera que alguien atentara, consciente o inconscientemente, con cualquier autoridad, contra ello.

Ephemerides Calasactianae XX (1951, 68-70)
Terminados según deseo estos dos acuerdos, y vuelto de Praga y Litomysl, el P. Provincial comunicó al P. Pedro Asistente General (que enseñaba ciencias superiores a los nuestros) lo que había tratado por el camino, para que se escribiera cuanto antes a Roma y se pidiera urgentemente el permiso citado más arriba, de modo que pudiera introducirse el instituto en el reino de Bohemia.
“José de la Madre de Dios Superior General de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías.
Así escribieron a nuestro P. General. A Su Santidad escribieron lo siguiente:
El día 20 de octubre el P. Melchor de Todos los Santos escribe desde Guisona que se esfuerza mucho para llevar adelante la fábrica, y al mismo tiempo suplica que se le envíen sujetos cualificados, pues el H. Alberto no le servía de gran cosa. Pero el P. General le respondió que no podía hacer nada, ni enviar a nadie hasta que los tumultos de la Orden se calmaran. Mientras tanto le recomienda que tenga paciencia y esperanza para pensar mejor del hermano Alberto, que con su buen ejemplo fácilmente se someterá a su deseo y voluntad.
Para continuar el hilo de la historia de nuestros genoveses (pero no todos, sino sólo los mismos del año anterior) díscolos e inquietos, debemos reflexionar sobre lo realizado por el P. comisario, dirigido y enviado allí el año anterior.
Con fecha 2 de mayo llegó una carta desde Lipnik en Germania, que llevada a la Sagrada Congregación de Propaganda Fide valió mucho crédito a nuestro instituto. La ocasión de dicha carta la dio el Ilmo. Sr. Barón de Zierotin, señor hereditario de Mezritz junto al río Bcezva. Según decía él, por obra de nuestros padres de Lipnik muchos herejes habían vuelto a la senda de la fe ortodoxa desde su error, entre los cuales tenía mucho éxito el P. Juan Santiago de S. Francisco; para que el fruto de dicho padre apareciera también en el citado dominio de Mezritz, que tenía no pequeño número de herejes, no atreviéndose confiar directamente al P. Superior su deseo, envió la petición por escrito a quien tenía poder para lograrlo. Así, pues, saludaba al Rvmo. Sr. Gaspar Karas, vicario general del Serenísimo Archiduque y Obispo de Olomuc, y con el propósito de ganar almas para Cristo con el medio eficaz de los sacerdotes de las Escuelas Pías, le pidió que interpusiese su autoridad y escribiese unas líneas a nuestro P. superior de Lipnik, para que permitiera acudir a nuestro P. Juan Santiago a Mezritz con ocasión de las fiestas de Pascua. El vicario general no sólo accedió, sino que se alegró mucho de que las nuevas plantas de la Orden pudieran producir un fruto tan deseado y alabado por todo el episcopado de Moravia, y escribió eficazmente al P. Alejandro, superior de Lipnik, para que permitiera al padre solicitado salir de casa durante las fiestas pascuales, ya que era sumamente necesario, y él, no queriendo negarse a una petición de un hombre tan importante, lo envió a Mezritz con el P. Nicolás de la Cruz para el objetivo deseado. Donde durante la octava de los gozos pascuales con gran consuelo del Sr. Barón 112 herejes se agregaron a la fe ortodoxa, y en los años sucesivos hubo hasta dos mil conversiones. Fácilmente puede adivinarse a partir de esto cuánto favor y amor por parte del ilustrísimo barón y toda aquella región ganaron nuestros padres, y por medio de ellos toda la Orden.
Después la ilustrísima marquesa de Campi nos ofreció un hospicio en Schinzano, que el P. Esteban de la Madre de Dios, también llamado Spínola, dirigió felizmente con su habilidad a la norma de la vida cristiana con todo el vecindario. Así se lee en una carta del 6 de noviembre. El citado P. Spínola era superior de Campi. También ofreció un hospicio D. Marco Antonio Tagliaferri, ciudadano napolitano, en una tierra llamada Cava, cuya heredad, aunque parecía pequeña, los habitantes del lugar daban esperanza de que aumentaría y mejoraría. Carta de 3 de septiembre.
“Ladislao IV, por la gracia de Dios Rey de Polonia, Gran Duque de Lituania, de Rusia, de Prusia, Mazovia, Samogizia, Livonia, Smolnesko y Czernochovia y rey heredero de los suevos, los godos y los vándalos, al Ilmo. y Rvmo. Padre D. Alejandro Cesarini, Cardenal de la S. R. I., protector de las Escuelas Pías, amigo nuestro muy querido y honrado, salud y toda felicidad.
“Muy Reverendo Señor y amigo de todo mi respeto.
“Eminentísimo y reverendísimo señor,
Con fecha 4 de noviembre el P. Onofre comunica la nueva instancia hecha con mayor fervor por la fundadora de Litomysl, para que le envíen algunos padres nuestros para que puedan supervisar las obras, y que el mismo P. Provincial con esa ocasión vaya también. Pero como a causa de la citada boda está obligado a permanecer esperando en Nikolsburg, le envía una carta a la ilustrísima en relación con la fundación prometiendo que después que se celebren las bodas del príncipe, se dirigirá a Litomysl con los padres deseados tan pronto como pueda.
Rvmo. Sr. Gentilis.
Añado el número de nuestros difuntos y neo profesos al final de este año. Entre otros quiero citar en primer lugar que el Ilustrísimo Conde Leopoldo Benón de Martinitz, supremo Burgrave o virrey del Reino de Bohemia, quiso que su hijo fuera admitido a nuestro noviciado. Lo prueba el documento escrito por mano propia al P. General con fecha 5 de julio en Roma, en la cual por amor de Dios le pide ser admitido a nuestro hábito, rogándolo con tanto fervor como se siente obligado a dedicarse al servicio de Dios. El P. General, sin embargo, contradice su deseo, diciéndole que más bien se digne cualificarse para alguna dignidad episcopal, y de este modo podrá mejor mostrar su espíritu con su buen ejemplo a la gente, como hizo San Carlos Borromeo y otros muchos santos, pues estimaba que en ese estado haría mayor servicio a Dios y a la gente que si entrara en cualquier Orden observante. Esto es lo que leo en la carta escrita a su Excmo. Sr. padre. ¿Fue enviada a Praga? No lo sé con certeza, pues en la carta no aparece la fecha, sino un espacio en blanco.
En Roma, como no se podía encontrar manera de refrenar a los relajados y despreciadores de la observancia religiosa, entre los cuales había muchos reclamantes y sus adherentes, el P. General, después de pedir consejo a sus asistentes y consultores, con los que tenía una relación estrecha, suplicó a Su Santidad que apoyara el privilegio que figura en nuestras Constituciones, p.3, c.2, sobre expulsar de la Orden a los que estuvieran contaminados con ciertos vicios, pero suprimido y anulado por un breve apostólico que trataba sobre apóstatas y expulsados, como un modo de presionarles e incluso de expulsarles, a ejemplo de la alabadísima Compañía de Jesús.
Ephemerides Calasactianae XXII (1953, 66-69)
P. Onofre del Smo. Sacramento, Provincial de Germania
Nunca vayan solos a pedir, y siempre vuelvan por la noche. ¿Qué hacer si no puede observarte esto? Avise el superior al P. General para que provea.
En el cap. 3, p.1, donde dice “si sé algo”, intercálese “si sé con certitud algo”, y al final del capítulo añádase “y entonces la absolución general de las censuras, y la dispensa sobre irregularidades secretas, y la facultad para absolver casos reservados sea concedida por el General a todos”.

Los clérigos que busquen directa o indirectamente ser promovidos a los órdenes, sean incapacitados durante un trienio para recibir las dimisorias.

En los lugares en que nuestros edificios no están terminados, se pueden aceptar legados, pero no ir a juicio y litigar por ellos, y se dedicarán a terminar las obras.
Lo primero fue que algunos superiores fueron destinados a otras casas y provincias. En lo que se refiere a Germania, el P. Onofre del Smo. Sacramento fue confirmado en su cargo de provincial, y el conde de Magnis pensaba que no podía enviarse a aquellas tierras otro mejor ni más aceptado que él; por lo cual cuando volvió a casa, el mismo conde envió al P. General especiales gracias desde Olomuc el mes de junio. Pero para la casa de Lipnik se envió como superior al P. Juan Domingo de la Cruz, quien acompañado por los hermanos Agapito y Luis, hicieron su camino por Venecia y el Tirol, y llegaron el 23 de junio para celebrar la solemnidad de S. Juan Bautista, patrón de nuestra iglesia de Nikolsburg, con buena salud. Tan pronto como el príncipe recibió la noticia de que habían llegado, los invitó a cenar con él en su fortaleza o palacio residencial, y al día siguiente, como se celebraba el patrocinio del lugar en nuestra iglesia, honró nuestro refectorio con su respetable presencia, y reconstituyó y recreó con la comida principal a los que estaban fatigados por el viaje, junto con los demás graciosos huéspedes, a la manera de la patria. Así lo cuenta el P. Onofre con fecha 29 de junio.
Reverendísimo padre en Cristo y amigo muy querido, entre los cultivadores de la piedad cristiana y amigos del bien de los demás se encuentran los religiosos Padres de las Escuelas Pías. Así los recomendamos con toda diligencia a vuestra paternidad reverendísima, deseando que benévolamente y en atención nuestra les pueda otorgar sus favores y el permiso para que puedan encontrar un lugar en su archidiócesis para poder ofrecerse a los amantes del bien público. Se lo agradecería mucho, pues es algo gratísimo. Por lo demás rogamos por todo tipo de felicidad para vuestra paternidad. En Viena, el 7 de agosto de 1641.”
Del mismo modo, salieron hacia Liguria el 22 de noviembre:
Asistí a la solemnidad de la Asunción de la Virgen a los cielos, que suele celebrarse en vuestra iglesia con devoción cada aniversario. Y gracias a Dios y al buen hacer de vuestros padres fue un magnífico éxito. Había tantos penitentes, y tanta gente que participó, que quien no se sintió movido a devoción por ello, no pudo evitar al menos la admiración.
Humildísimo y afectuosísimo siervo de Vuestra Eminencia, Cardenal de Harrack.
Mientras tanto en Moravia y en Bohemia, lo que se hacía para el incremento de nuestra Orden molestaba muchísimo a los envidiosos. Algunos, queriendo poner obstáculo a que continuáramos en nuestros edificios y a que nos extendiéramos en nuevas fundaciones, se pusieron a propalar que nuestra Orden no estaba aprobada por la Sede Apostólica, ni había sido legítimamente introducida en los reinos hereditarios de la cesárea Majestad.
Ha llegado a mis oídos y a los de mis asistentes el rumor escandaloso y la siniestra opinión que concibieron de nosotros los ciudadanos de Chieti, de que hemos sido infieles mirando nuestro beneficio en el caso de no sé qué joyas de la herencia Valignani tomadas por nosotros y traídas a Roma. ¡Cuánto dolor y cuánta vergüenza nos produce! Vuestras Señorías pueden concluir lo opuesta que es esta calumnia a nuestro voto solemne de suma pobreza del que aprovechamos en nuestra Orden, en virtud del cual no sólo no tomamos lo que es de otros, sino que dejamos incluso lo que podría ser nuestro, pues nos hacemos incapaces de poseer la más mínima cosa. Conociendo, pues, que la causa de la calumnia se encuentra en las dos herencias citadas en el testamento de Valignani, que intentaban fueran aceptadas para introducir nuestro instituto de manera más fácil, por ese motivo hemos decidido todos no solo devolver cuanto antes esas joyas que se esperaban gastar para la construcción, sino declarar al respecto, como declaramos ahora, que no podemos recibir esa herencia ni ninguna otra en virtud de nuestras Constituciones. Pues la parte 2, Cap. 5 dice: ‘No se admita ningún bien inmueble, excepto la iglesia, el edificio para nuestras escuelas y vivienda, y una huerta contigua. Nuestras casas, iglesia y religiosos profesos tienen incapacidad absoluta para poseer estos bienes o herencias, densos, réditos, intereses anuales, etc., y no tienen ningún derecho para exigirlos judicialmente’.
Aprobó lo hecho por el Rvdo. Sr. Asesor con las personas del P. General y asistentes.
Muy alegre y contento el P. Onofre con unos preliminares tan favorables para comenzar la fundación, pensando poner rumbo a Varsovia reunió a los trece (todos los que habían venido huyendo de Moravia) y les presentó su intención, y para no ir todos juntos por el mismo camino, tomó una parte de ellos consigo, y otra parte los confió al P. Casimiro de la Concepción, y después de despedirse debidamente de los bienhechores de Cracovia que los habían acogido, se pusieron en camino, y llegaron sanos y salvos a Varsovia los que conducía el P. Onofre antes del 18 de julio, y fueron recibidos en casa de los carmelitas descalzos. Así escribe el P. Jacinto con fecha 18 de julio, donde dice que la hospitalidad fue procurada por el Ilmo. Sr. Scarewsky, y alaba la suma amabilidad de los Padres Carmelitas mostrada y ejercida para con ellos de muchas maneras y formas.
El primer superior en este lugar fue el P. Juan Domingo de la Cruz; los otros miembros de la primera comunidad fueron el P. Agustín de S. Carlos, el P. Juan Francisco de Sta. María Magdalena con los clérigos profesos Pablo y Esteban, los HH. Estanislao, Carlos y Martín que iban a profesar pronto y tres novicios clérigos, además de los HH. Lucas de S. Luis, Pablo de la Anunciación y Felipe de S. Onofre, operarios. Esta fundación fue dotada con 800 táleros anuales. El contrato original de la fundación se encuentra en el archivo de Podolín con fecha del sábado después de la fiesta de Todos los Santos del presente año 1642 en la fortaleza de Cracovia.
Además mandó que se nombrar al mismo P. Mario primer asistente de dicha Orden, a quien corresponderá junto con el visitador citado y los demás asistentes el gobierno de dicha Orden.
Cualquier tipo de regalitos recibidos de los escolares o de gente del exterior, los presenten al superior, bajo pena a su arbitrio.
En el tiempo de las comidas, obsérvese en la mesa el silencio y la modestia, y acudan todos a la hora señalada a comer, si no están impedidos por alguna causa legítima, y nadie lleve furtivamente ningún fruto o alimento extraordinario bajo pena al arbitrio del superior.
Pero cuando dicho P. Visitador dio cuenta en el santo Oficio de la Inquisición una vez terminada la visita, de haber encontrado que la verdad estaba, contrariamente a lo que se creía, en la Cabeza de la Orden, y contra él sólo se habían dicho calumnias, para que no pareciera que pecaba de inocencia, y para evitarse algunas dificultades que preveía iban a producirse a la larga, espontáneamente renunció al cargo de visitador en lo sucesivo, y los padres asistentes, es decir, los tres últimos creados hacía muy poco, también se fueron de Roma y volvieron a sus lugares anteriores. Tal renuncia correspondía con el deseo del P. Mario (que sabía que Ubaldini no podía ser útil para su intento), quien pronto pidió insistentemente al Ilustrísimo Albizzi y los que estaban con él que nombraran otro.
Así escribió Su Santidad al P. Pietrasanta, con el título que sigue “querido hijo Silvestre Pietrasanta sacerdote de la Compañía de Jesús”. En nuestro archivo no existe el original auténtico de la carta presente, pero hay un copia registrada por notario público, reforzada con sello, donde figuran como testigos D. Juan García Valentino y Antonio Francisco María Simio, auditores del Eminentísimo cardenal Marzio Ginetti, a quienes, para dar mayor fe, dicho eminentísimo añadió su firma y sello, con la firma de José Ganossi por D. Leonardo de Leonardis con fecha 12 de septiembre del presente año 1643.
Agradó a Su Santidad el Papa Urbano VIII extender una mano auxiliadora a nuestra pobrecilla Orden nombrando un visitador apostólico, y quiso que nosotros los abajo firmantes le asistiéramos, y como el domingo pasado tomamos posesión de dicho cargo, nos pareció conveniente al P. Visitador y a nosotros notificarlo a vuestras reverencias, y rogarles abrazándoles en el Señor que nos ayuden con sus santas oraciones a llevar este cargo nada fácil de nuestras cosas. Y como el P. Visitador ha escrito con suficiente claridad acerca de algunas cosas que se nos han ordenado, no es necesario que volvamos a cocer la col; únicamente deseamos rogar a vuestras paternidades que no comiencen a censurar nuestras acciones antes de que vean sus efectos, pues esto no sólo no sería grato al P. Visitador, que con toda simplicidad y óptimo celo busca dar remedio, sino que también apartaría su confianza de nosotros para continuar en nuestro oficio, que no tiene otra finalidad sino en procurar la paz y la unión de toda la Orden, y trabajamos por ello, tanto por la salvación de nuestras almas como por la perpetua conservación de nuestra Orden. Que Dios secunde nuestros deseos, y multiplique las gracias para conseguir ese fin.
¿Qué se cree mejor, que el General sea temporal o perpetuo?
¿Cómo son tratados los huéspedes de nuestra Orden?

¿Son formados los discípulos en las virtudes en oratorios?

¿Qué piensa sobre la elección y duración de los asistentes?
Así escribió el citado P. Francisco Antonio desde Mesina con fecha 14 de junio. Su deseo era razonable porque nacía del ardiente deseo de un óptimo celo, y del afecto, pero en cuanto al efecto fue pésimo, pues la Piedra Santa se convirtió en infeliz escándalo, como mostrarán más adelante los acontecimientos.
“Ilma. Sra. Fundadora Clementísima.
Se afligen en exceso todos los que movidos por el ejemplo y la santidad de vida del instituto de las Escuelas Pías procuraron introducirlo aquí, porque al parecer por el exceso de unos pocos se busca ahí la dispersión y la infamia de toda la Orden. Hace algún tiempo que yo conocí este instituto santísimo, y es más necesario para la república cristiana que la enseñanza de las ciencias especulativas. No podemos, por lo tanto, sino recomendar con gran fervor a Vuestra Eminencia la conservación del buen nombre de esta Orden, dedicada a la vida apostólica, contra los temerarios y ambiciosos que intentan dañar a su madre. Será para mí y para los demás agradable oír que se ha tomado alguna piadosa resolución de acuerdo con nuestro deseo, cosa que ardientemente suplico, para que podamos evitar los escándalos que podrían originarse en estas tierras septentrionales nuestras el hundimiento de esa Orden, que es muy estimada incluso por los herejes. Varsovia, 10 de agosto de 1643. Devotísimo y obligadísimo siervo, Duque de Ossolinsky”.
La Orden así nacida creció en Italia, y llevó sus fundaciones a Germania y Polonia, de las que tiene divididas en varias provincias unas cincuenta; quizás un centenar de sus religiosos viven en Roma.
Pero también en los súbditos se ve que reinan muchas pasiones, especialmente la irascibilidad, que ciertamente tienen menos mortificada que muchos seglares. La cual muestran muchas veces no tanto con palabras sino con golpes, con signos y ejemplos de ello. Un espléndido testimonio podría ser el caso que ocurrió con el P. Mario en Florencia, quien por los golpes recibidos cayó al suelo medio muerto, todo ensangrentado. El P. Santiago, compañero del P. General, fue golpeado tres veces, de manera que para librarlo de ese peligro al principio de mi visita lo envié a Nápoles. Hace unas pocas semanas en Poli un sacerdote golpeó a un maestro, y no contento amenazaba, si no lo hubieran apartado del otro, de no parar hasta verle exhalar el alma. Al formar un proceso por ese caso se vio que era ya reo de ese crimen por tercera vez, sin ningún respeto por los cánones. Una vez fui advertido aquí en Roma por la tarde de que dos de los pretendientes al clericato rodeaban armados de puñales a uno u otro sacerdote con idea de herir a los que les contradijesen. Procuré evitar este peligro con buenos remedios. Y estos excesos no son sólo de temer viniendo de parte de los ordinarios hermanos reclamantes, sino también de los superiores, como nos enseña el ejemplo del P. Mario.
En cama a causa del cáncer y la lepra durante dos meses e incluso más, dicho padre estaba tan deformado que más parecía un monstruo que un hombre. Los médicos hicieron todo lo que pudieron, o más bien todo los que su ciencia pudo hacer aplicando remedios. Pero todo fue en vano y equivocado. De nada sirvió hacerle sudar, ni los baños sulfúreos, ni prepararle cataplasmas, ni una oveja destripada en cuyo interior fue envuelto, ni amargas pociones, ni comer víboras y serpientes, ni ninguna otra cataplasma, que más bien le dieron un aspecto horrible. Hasta tal extremo le llevó esta enfermedad que su cuerpo parecía que no estaba cubierto de piel, sino de escamas y cortezas, de modo que parecía más bien tostado y asado, y por eso desesperado con respecto a los médicos. El P. General no desdeñó acercarse al colegio Nazareno, donde yacía, queriendo exhortarle, y prepararle mediante una sincera reconciliación para el tránsito eterno, pero el P. Mario prefirió evitar la reconciliación, pues le dijo que no quería incomodarle admitiéndole en su presencia, cuando tenía otras cosas mejores que hacer.
Este es el breve a favor del P. Esteban. Nos hace pensar que es subrepticio en primer lugar la narración de la muerte, pues dice “recientemente” difunto en lugar de “ayer”. En segundo lugar, la misma rapidez en expedirlo, pues en un solo y mismo día debió haberse indicado el caso particular a la Congregación de los eminentísimos, tenerse la sesión, tomar la decisión, hacer una relación informativa a Su Santidad sobre lo anterior, y expedir al menos la minuta, si no el mismo breve, lo cual, viendo cómo funcionan los asuntos de la curia apostólica y el procedimiento para expedirlos, parece que sea totalmente increíble. Incluso la inscripción del año corriente de pontificado. ¿Por qué para la expedición del breve del P. Mario se dice que es el año vigésimo, y para el siguiente se dice que es el décimo nono? Callo el objetivo de dicho oficio, que resulta completamente de la recomendación de Mons. Albizzi y de Pietrasanta. Mereció ser contestado por la mayor parte de la Orden, y que en muchas ocasiones se pidiera a la S. Congregación creada para nuestros asuntos que no se anunciara aquél como nombrado para el gobierno de toda la Orden hasta que se discutiera sobre los méritos y se tomara una decisión sobre si merecía ser honrado para ocupar tal dignidad.
Muerte de la Reina de Polonia
También algunos pretenden el derecho y lugar de antigüedad.
“Reverendos padres en Cristo,
Porque el contenido se basa sobre un supuesto falso: supone que se ha tratado de sublimar al P. Esteban como vicario general.
“Eminentísimos y reverendísimos Señores,
La asociación de la nación española, cuyo objetivo es proteger y ayudar a sus patricios en casos que surjan, ha oído que el Rev. P. José de la Madre de Dios, General y Fundador de las Escuelas Pías, después de prestar sus servicios a la Santa Sede apostólica en la ciudad y en otras partes del mundo mediante su instituto, ha sido suspendido ignominiosamente de su cargo, sin que se le haya escuchado a él, lo cual no puede sino redundar en grave desprecio contra nuestra nación.

Razón por la que no se publicó el nombramiento del P. Esteban como superior en Nikolsburg

Si hay una nación que vela por su inocencia, es Germania, principalmente porque nunca dio ocasión de que se sospechara de ella siniestramente. Disculpe vuestra muy reverenda paternidad. Cuando leímos su carta en público comprendimos en relación con su invectiva contra nosotros en primer lugar que era muy inconveniente; en segundo lugar, muy ajena al estilo de vuestra muy Rvda. Paternidad. Aunque no parece bien decirle a alguien qué hacer, o cómo hacerlo (lo recibimos como persona doctísima, y veneramos el trabajo que desarrolla de hombre sapientísimo), sin embargo nos pareció que seríamos excusados por la humanidad de vuestra muy Rvda. Paternidad que todos conocen y predican, y por ello nos decidimos, un poco más libres, a escribir lo que sentimos en la carta presente, y ya que en nuestra conciencia encontramos la excusa de nuestra inocencia, queremos mostrarla ahora.
Ambrosio de Sta. María, superior; José de Jesús María; Francisco de Jesús María; Juan de Sta. María Magdalena; Miguel de Sta. María; Antonio de S. Juan; Juan Esteban de San Cirilo, por orden suya.”
Como es tarea nuestra, puesto que así nos fue encargado por el Papa Urbano VIII con el gobierno de toda la Orden, el nombrar superiores idóneos que puedan gobernar rectamente todas las cosas no sólo en las casas particulares, sino también en las provincias; como no parece conveniente enviar al P. Provincial desde la ciudad, enfermo a causa de los calores, confiando mucho en el Señor en fidelidad, honradez y mucho celo por la santa reforma, a tenor de las presentes te elegimos y nombramos nuestro vicario para las casas en la provincia de Germania y Polonia, hasta que vaya nuestro provincial. Y te pedimos que procures imitar en el gobierno la mansedumbre y bondad el Redentor y que te esfuerces en el Señor con toda vigilancia para lograr la perfección en los súbditos más con el ejemplo que con las palabras. Pedimos en virtud de santa obediencia a todos y cada uno de los superiores locales de cada provincia y a todos los hermanos que residen ahora en ellas que te reciban humildemente en el Señor, para que, unidos en el Señor, todos intenten y lleven a cabo para bien del prójimo la obra del Señor, de quien podéis esperar el premio de la gloria eterna. En Roma, 1 de junio de 1644.”
Hasta aquí lo referente a la fundación de Litomysl, y de su instrumento, que aunque se prepararon entre tumultos y muertes a causa de los enemigos suecos, no fueron arruinados; por el contrario, se consolidaron, pues se ve que duran hasta nuestros tiempos, y ganaron vigor por el crecimiento que siguió.
Callemos las prohibiciones de acceso al P. General y sus asistentes, y esto bajo pena de exilio y envío a otra casa fuera de la ciudad; no hablemos de los que hasta ahora han despreciado al P. Fundador, un hombre venerable por la edad, y a sus asistentes, a quienes debiera haber reprendido en razón de su oficio, ni de los defectos de las casas que hace ya tres meses inspeccionó vuestra paternidad sin ofrecer un remedio conveniente, y en vez de ello van a peor. ¿Cómo explicar que algunos religiosos insignes y de méritos conocidos, hayan cambiado nuestro hábito de las Escuelas Pías por la cogulla de los capuchinos? Sin duda este gobierno tan jactado y alabado a plena voz llevó a cabo un gobierno tal que si lo llevase a cabo vuestro instituto, ilustre y célebre en todo el mundo, durante dos años, no sé razonablemente qué olor respiraría en todas las regiones y reinos en los que está difundido.
Me alargaría demasiado si tuviera que referirme a cada cosa; como hablo a gente que sabe, no les será fácil concluir qué prudentemente han procedido los actuales gobernadores con la Orden, a los cuales ruego que todos nosotros encomendemos a la Divina Majestad en nuestras oraciones cotidianas. Roma, 18 de agosto de 1644.”
Para empezar por el principio, ha de saberse que nuestro P. General predijo el pontificado de Inocencio X, pues dijo no sólo al P. Pedro Lucas de S. Miguel sino a muchos otros, que la paloma sucedería a las abejas. Así lo narra el Sumario proceso de su vida, fol. 317, pár. 58. Por lo demás, aprovechando la ocasión de subir al palacio vaticano para felicitar a Su Santidad por el ascenso de honor en la Iglesia de Dios, oyó a este eminentísimo que le decía: “no tenemos nada contra vosotros”. Lo cual no sólo lo escribe el P. Vicente de la Concepción, sino que también el mismo P. General lo cita en algunas cartas como testimonio de inocencia contra sus adversarios. Por lo cual si no hubieran continuado importunando el P. Pietrasanta con su seguidor, se habría podido lograr el final deseado de tantas controversias y visita a la Orden. Pues se esperaba que bajo el nuevo Pontífice se nombraría una nueva Congregación, formada además para que sus miembros tomaran una decisión sobre nuestras cosas, lo cual se esparcía en todas partes para consuelo nuestro. Lo cierto es que los adversarios, atentos a lograr su propósito, elevaron súplicas para que permaneciera la misma Congregación. La súplica que hicieron es la siguiente.
Escribió también cartas de recomendación como dije antes a los cardenales Ginetti, Falconieri, Alteri, Pallotti y Panziroli; como no tenemos copia, bastará con que copie una de ellas.
Pasó ya el tiempo del miedo a que a uno le interceptaran las cartas. ¡Bendito sea Dios por ello! El martes por la tarde, nuestros eminentísimos Sres. Cardenales para arreglar nuestros asuntos casi fueron coaccionados por la petición de muchos príncipes y cardenales para tener una reunión. Así pues se reunieron en el palacio del Eminentísimo Roma y después de muchas dificultades y controversias agitadas (unos querían hacer desaparecer la Orden; otros reducirla a una Congregación de votos simples, como la de S. Felipe Neri; otros por fin rica y decorada en el calzarse y con rentas). Después, para que ni el P. Esteban, Pietrasanta y el ilustrísimo asesor se hicieran sospechosos ante el Cardenal Médicis de ser la causa de la división de la Orden, a quien habían prometido estar a favor de la Orden, se concluyó que se restituyera a honor y oficio originales al Padre General con 6 asistentes (encargados del gobierno total).
También el P. Esteban
“La paz de Cristo.

Carta de Germania

Pues aunque el instituto de las Escuelas Pías es un miembro mínimo en la Iglesia y ¡ay dolor! Para colmo, es condenado y rechazado por aquellos que no lo quieren bien. Sin embargo, además de eso, hay algo que parece intolerable: que el mismo cuerpo de la religión es herido por la ambición de algunos, y se ve hoy día en nuevas disensiones, por lo que ya se ve casi reducido a la miseria, hasta el punto de que un instituto tan santo, aceptado y aprobado por tres santos pontífices, que le concedieron privilegios y gracias, deba ser arrancado como un miembro superfluo o sea considerado inútil en el íntegro y bien formado cuerpo de la Iglesia. A pesar de que, según su ministerio, apenas descansa, sino que se fatiga en la educación de la juventud, que los concilios ecuménicos consideran como la mejor reforma del mundo. Aquí se dedica también a una labor cotidiana, que consiste en procrear hijos de la Santa Madre Iglesia, pues ha realizado no pocas conversiones de herejes, a la cual los mismos eminentísimos y reverendísimos padres, y toda la Congregación de Propaganda Fide nos han animado con cartas paternales que nos han enviado a Germania, viendo cuánto fruto obtiene la S. Madre Iglesia por nuestro instituto.
“Ilmo. y Excmo. Sr.
Desgracias de Lipnik
“Eminentísimo Señor.
“La paz de Cristo. Acerca de los que se ha dicho sobre el P. Vicario General y otras cosas semejantes, como V. R. me dice, se trata de una gran mentira, y una invención de alguien con poco espíritu religioso y poco espíritu de verdad”.
No sólo en África, sino en casi todo el mundo el presente año parió no pocas cosas asombrosas. Narraremos solamente las que son propias de las Escuelas Pías, y que ocurrieron en orden antes de que llegara aquel parto inesperado. En primer lugar vienen nuestros PP. de Nápoles, que al enterarse de que Bernandino Biscia nos había sido dado como procurador de nuestra causa por el Gran Duque de Toscana, le escribieron para que pusiera toda su habilidad al servicio de nuestra causa, en la forma que leemos a continuación.
Y razonablemente por dos motivos suelen ser suprimidos las congregaciones religiosas erigidas antes, a saber: o que no son necesarias, o que sus profesos, hechos delincuentes, se han vuelto intolerables. Si nos fijamos en lo primero, de las 12 congregaciones que gozan los privilegios de los Mendicantes, sin duda 4 de las principales deben ser suprimidas, porque nada de lo que hacen es necesario. Fueron instituidas para el bien y para honrar el rostro de la Iglesia. De Concil. Africano, Tesoro Político cap. II. Por lo tanto debe considerarse la utilidad más bien que la necesidad, que en lo referente a este instituto es máxima; suprimirlo iría contra la justicia. Lo justo, por el contrario, sería honrarlo y adornarlo al mismo nivel, y con gracias mayores.
Por ello puede confirmarse el concepto acerca de ustedes que fue dicho bajo el pontificado del Papa Urbano VIII de feliz memoria en público consistorio, a saber, que vuestra Orden ha crecido en la continua desobediencia a la Sede Apostólica. ¿Ocurrió así? No me preocupa; pero me parece digno de considerar si lo que dije antes se habría dicho de una Orden que desde sus principios, como envuelta en pañales en la cuna, hubiera estado totalmente subordinada a la Sede Apostólica, y hubiera recibido su crecimiento en la obediencia. Esto no es, como quizás algunos imaginan, una invención producto de la pasión, sino una afirmación probadísima por muchos casos. El primero, en relación con las visitas apostólicas ordenadas, cuyas órdenes prescritas por el bien común no fueron puestas en ejecución. Por lo cual desde que yo me hice cargo de la religión, la casa de Pisa sigue siendo desobediente. La casa de Cagliari no sólo acepta novicios en contra del decreto de la Santa Inquisición, sino que los aumenta y los guarda. Génova, Chieti y otros lugares se opusieron al visitador. Y aquí en San Pantaleo se obra como si no hubiera superior mayor, ni visitador apostólico, ni un tribunal de cardenales delegados. Por lo tanto, reflexionen ustedes mismos, ¿por cuál de las cosas que hice por vuestro bien deberá sufrir la Orden? Testigo me es Dios, y mi conciencia, pues mis acciones son conocidas de los eminentísimos delegados, que testimoniaron en mi favor muchas veces, como vuestro P. General no oculta. Y no se achaque a mi incuria el que no hice muchas cosas propias de mi cargo, pues no era libre, sino dependiente de la S. Congregación de cardenales delegados, cuya misión es estudiar mi información y tomar decisiones. Termino recordando a vuestras reverencias que en las religiones la obediencia es la única virtud que si falla, en especial con respecto a la Sede Apostólica, hace necesario que esas religiones dejen de existir y sean disueltas. Dios conserve a vuestras reverencias y les bendiga con la abundancia de todo bien, cosa que deseo de corazón. En el colegio de la Compañía de Jesús, a 9 de febrero de 1646. Siervo en Cristo,
Cuando aceptó la nueva patente de vuestra paternidad salió hacia Cerdeña, y luego volvió a nuestra provincia; requería entonces el respeto y la superioridad sobre los demás, pero como su oficio de visitador ya había expirado por el hecho de haber recibido una nueva patente, y que ya no tenía que volverá visitar nuestra provincia, le rechazamos, llevados por motivos serios que expresamos abiertamente para que vuestra paternidad tenga una mejor información. A saber:
Finalmente, por el vicio de propiedad, como consta que se vio envuelto en él mediante el transporte de muchas cosas de precio considerable, no sólo depositadas en alguna casa de nuestra provincia, sino llevadas y repartidas por casas de amigos suyos.
“Hoy, cerca de las 24 horas llegó a nuestra casa de San Pantaleo el secretario del Rvmo. y Emmo. Cardenal vicario un breve pontificio para nosotros, reunidos en el oratorio común, anunciando y publicando lo que aquí se resume:
Pero como se nos informó de que habían sido suscitadas graves perturbaciones en la Orden, y que todavía existen, y que para resolverlas y pensando cuidadosamente en el futuro de la Orden, convendría reducirla a una Congregación sin votos, según el modelo del instituto de la Congregación de los presbíteros del Oratorio erigida por S. Felipe Neri en la iglesia de Sta. María en Valicella. Por ello nos, según nuestra tarea pastoral y para tranquilidad de esa Orden, queriendo en cuanto podemos con la ayuda del Señor consultar las cosas, tomando consejo ce algunos venerables padres cardenales de la S. R. I., y de algunos queridos hijos prelados de la curia romana, que han examinado este tema, motu proprio y con ciencia cierta, tras una madura deliberación nuestra, y con la plenitud de la potestad apostólica, concedemos y permitimos a tenor de las presentes que todos y cada uno de los religiosos de dicha Orden, también los profesos, tanto sacerdotes como laicos, u operarios, puedan pasar a cualquier otra Orden aprobada por la Santa Sede apostólica, incluso más laxa, en la que encuentren benévolos receptores.

Fuera de Roma, los Rvmos. Sres. Ordinarios de los lugares donde había casas nuestras no dejaron de ejercer su jurisdicción. Así en relación con el superior de Poli, el Cardenal Roma, como había demostrado tener jurisdicción sobre nuestro colegio y las personas, expidió la siguiente patente:

El Rvmo. Ordinario local de Narni vino a nuestra casa el 30 de mayo e hizo publicar el breve, y en virtud de él declaró tener derecho sobre nuestros padres. Parece que confirmó como superior de la casa al P. Glicerio de la Natividad, pues no consta que nombrara uno nuevo.
Tan pronto como llegó a Florencia la noticia de la reducción de la Orden y que debería someterse a la jurisdicción de los Ordinarios, nuestros padres suplicaron a Su Serenidad ducal que los tomara bajo su protección, y que negociara con Su Santidad para que uno de sus serenísimos príncipes pudieran ocupar el lugar del ordinario, que según las exigencias de tiempo y lugar pudiera disponer con los religiosos de esa Provincia como General de la Orden, según la información que uno de los nuestros, como si fuera el Provincial, daría al Serenísimo del estado de las casas. No tenemos noticia del efecto que produjo esta súplica, pero es de suponer que su intento no logró el fin deseado, pues consta que el 22 de mayo se celebró en Florencia la elección de superior, y unánimemente votaron al P. Pedro de la Anunciación, que también habían pedido los de Pisa y los de Ancona, pero los de Florencia no le dejaron ir. Así el P. Pedro de S. Antonio en el día de más arriba.
Queremos que esta carta sea publicada y fijada en las puertas de la Iglesia de Letrán, en la basílica del Príncipe de los Apóstoles y en lugar habitual del Campo de las Flores de la ciudad, de modo que una vez publicada y fijada de este modo, todos y cada uno a los que ella concierne, tanto en la curia romana como fuera de ella, la sigan y actúen conforme a ella, y que si fueren intimadas personalmente por alguno de ellos, se presente impresa con el contenido expresado, firmadas por la mano de algún notario público y provista con el sello de alguna persona con autoridad eclesiástica, para dar fe en cualquier lugar. En Roma, en Santa María la Mayor bajo el sello del Pescador, el 4 de diciembre de 1646, 3º de nuestro pontificado. M. An. Maraldi.”
Recuerdan a este ilustrísimo Internuncio nuestros padres Juan Carlos y Vicente en sus Anotaciones, pero uno y otro se equivocan con respecto a él, pues el primero dice que el Sr. Conde, persuadido por Mons. Albizzi, el asesor del Santo Oficio, y por el cardenal Panziroli, no hizo nada ante Su Santidad por nosotros, mientras que sus cartas, enviadas poco después, muestran claramente lo contrario. De las cuales se puede deducir también que dicho Internuncio no había recibido el encargo, como ambos historiadores nuestros suponen, de ocuparse de nuestras cosas directamente ante Su Santidad, sino mediante el cardenal Panziroli. Por lo cual si nuestro memorial enviado por medio del Internuncio no logró el efecto deseado por nosotros y por el Rey, no hay que culpar al Internuncio, sino más bien al cardenal, que o bien no hizo nada, o bien, aconsejado que siguiera a Su Santidad en su decreto, prefirió dejar las cosas en suspenso, pues siempre fue poco amigo de las Escuelas Pías, como lo prueba este mismo hecho.
“Santo Padre,
Andrés, obispo de Chelmno y Vicecancillerdel Reino de Pomerania
Así se expresa, movido por su afecto hacia nosotros y nuestro instituto. Sin embargo parece que las cartas enviadas por el Rey, los obispos y la clase política no produjeron ningún efecto. Por lo cual se sospecha que el Cardenal Panziroli no hizo nada, sino que destruyó todas estas cartas, pues no siguió ninguna respuesta ni a la Real Majestad, ni a los demás estados.
Carta de Calasanz a Florencia
Conceda Dios Todopoderoso que se cumplan siempre todos nuestros deseos para con Vuestra Real Majestad, y que la guarde siempre floreciente con eternas victorias y que la conserve gloriosa principalmente para su felicísimo reino, que Él conserve y proteja por siempre.
En Pisa los probos mezclados con los ímprobos fastidiaron tanto al superior de la casa que por culpa de ellos se tuvo que ir de casa, y fue obligado a irse a Cerdeña. No debe sorprendernos que esta casa más tarde fuera abandonada, como otras, de las que se hablará en su lugar.
“Santo Padre.
“Lo mismo sintió el Príncipe de Nikolsburg, nuestro fundador, después de recibir la noticia de su muerte por parte del Eminentísimo Cardenal Colonna, y que le contara las muchas gracias que tuvieron lugar durante el funeral de dicho padre. Las cuales razonablemente podrían contribuir mucho a conmover a Su Santidad a revocar lo que había decretado contra la Orden.”

El P. Fundador escribió a Pisa al P. Pedro de la Anunciación diciéndole que después de 10 o 12 días tendríamos certeza y seguridad sobre nuestras cosas.

En Polonia, aunque el clementísimo fundador Ladislao IV los dejó huérfanos muriendo el 22 de mayo, sin embargo siguieron la construcción de la escuela de Varsovia. En Podolín gracias al Ilustrísimo fundador continuó la escuela de filosofía para los nuestros con un profesor pagado por la Academia de Cracovia. Así lo cuenta el P. Juan Domingo de la Cruz el 2 de enero.
El P. Pedro Pablo de Sta. María, superior de la casa, hijo de Savona, llamado antes Pablo Berro, religioso desde hacía 24 años.
Por lo demás, aunque no se tocaron las campanas para el funeral (pues el vecino Príncipe de Bracciano estaba enfermo y no quisieron causarle moelstias), acudió muchísima gente de todo sexo y condición. Así quiso Dios Omnipotente que se honrase la santidad de su Siervo, y se manifestase con no pocos milagros. Me pareció que debía escribir sobre una cosa y otro para consuelo de los que vengan.
Todas las cosas citadas ocurrieron en Roma, en el barrio de Parión, y en la iglesia de San Pantaleo, estando presentes en el lugar todos los citados, y muchas otras personas que quisieron estar allí presentes.
R. P. Francisco de la Anunciación, nombrado Superior de la casa poco antes de celebrarse este acto.
Génova y Savona
En Moravia siguiendo el ejemplo no del citado Ignacio, sino el del superior de Nikolsburg, Pedro Pablo de la Madre de Dios, se despidieron de la escuela seis óptimos sujetos, a saber, el P. Agustín de S. Carlos, llamado antes Tobías Steinbock, patricio de Nikolsburg; Andrés de S. Francisco, llamado en el siglo Andrés Greising, oriundo de Salzburgo. El cual después de la reintegración volvió a entrar en el instituto, como veremos en su lugar. El P. Matías de Todos los Santos, llamado antes Matías Jahoda se pasó a los Cartujos, y allí murió como religioso. El P. Juan de Sta. María Magdalena, que dio a la imprenta un tratado sobre el origen de las Escuelas Pías de Varsovia después de que de nosotros volviera al siglo; por un tiempo fue vicario en S. Mauricio de Krems, y luego se trasladó al hospital de la S. Cruz de Freiberg para administrar un beneficio simple, y también terminó su vida con nuestros padres de Lipnik a los que dejó algunos libros para la biblioteca. Entre nosotros se le llamaba Juan el Griego. También era bueno en hebreo.
El P. Juan B. de Santa Tecla, de nombre Constantino, era un patricio romano, varón eximio, muy práctico para llevar a cabo diversos oficios. ¡Cuánta admiración por parte de los novicios consiguió en Germania llevando a cabo su magisterio! Lo atestigua la siguiente carta que ellos escribieron a Roma:
Castidad y demás virtudes: obrando de tal manera que nosotros conociéramos siempre claramente por sus dichos y hechos su integridad de costumbres y pureza de vida.
“Eminentísimo y Reverendísimo Señor,
Todos los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios afirman ser la parte más numerosa y más importante, teniendo voz y voto en el Capítulo, y representan a todo el Capítulo, sin embargo prometen en nombre de los ausentes y enfermos etc., y prometen espontáneamente etc., que todos nombraron y eligieron como procurador suyo al P. Vicente de la Concepción, de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, bien conocido por mí etc., en su nombre, y representación suya, y le pidieron que hiciera la compilación del Proceso informativo con autoridad ordinaria sobre la vida, virtudes, y milagros del P. José de la Madre de Dios, llamado en el siglo José de Calasanz, fundador de la congregación de los mismos Clérigos, y el Proceso de no culto, obedeciendo a los decretos del Papa Urbano VIII de feliz memoria, editados por la santísima Inquisición, ante el Eminentísimo y Rvmo. Sr. Cardenal Vicario de la ciudad, y a este efecto suplican que se nombre algún obispo, notario, promotor y los demás necesarios para la compilación de dicho Proceso; y también poder comparecer ante el obispo nombrado, de modo que una vez aceptada su jurisdicción se digne nombrar a este efecto un lugar, y una habitación en él, y todo lo necesario, y después se cite el nombrado procurador para poder responder ante él sobre cualquier cuestión que quisiere hacer, visitar el lugar, mostrándole artículos, llamando a los testigos etc. Y convocándolos para el examen, tomándoles juramento, y pidiendo su admisión, para la sentencia definitiva en el proceso sobre no culto, y para la conclusión, tras la escucha, clausura y sellado de dichos procesos con la facultad de sustituir a uno o a varios con potestad semejante o limitada, y de tomar cualquier tipo de juramentos necesarios y oportunos etc. Y generalmente etc., prometiendo… revelando… sobre lo cual todos y cada uno me pidieron a mí, el notario público infrascrito, que hiciera uno o más instrumentos públicos. En Roma, en el barrio del Parión, en la casa regular de S. Pantaleo, estando presentes en el lugar de la reunión, oyéndolo y entendiéndolo todo, los ilustres Sres. Marco Antonio Magalotti, y su hijo Felipe, florentinos, y Juan Bautista en otro tiempo Esteban Mazochiadi de la diócesis de La Spezia, testigos especialmente llamados e invitados de todas y cada una de las cosas dichas.

Strasnize y Varsovia

También llegó de la munificencia del generoso Sr. Samuel Hovsky, mayordomo de Platz otra suma de 4 mil florines, de los bienes hereditarios del Ilmo. Sr. Andrés Morczin, tesorero mayor del reino, con todas las cláusulas habituales en el reino.
Ilmo y Rvmo. D. Bernardino Panícola, Obispo de Ravelo y Scala.
Año 1651 de Cristo. Séptimo de Inocencio X. 15º de Fernando III. 54º de las Escuelas Pías
Maese Esteban Comini, de Bérgamo, de 45 años de edad.
Si es cierto que el V. S. de Dios José nació en 1556 en el pueblo Peralta de la Sal de la diócesis de Urgel en el Reino de Aragón, hijo de Pedro Calasanz y María Gastón, familia noble de aquella población, fue bautizado y educado piadosamente por sus padres, y confirmado a su debido tiempo.
Que en el año 1621 Gregorio XV convirtió su Congregación en Orden, y luego nombró General al mismo Siervo de Dios; aprobó las Constituciones que había escrito el mismo, y que como luego no quiso admitir a los votos solemnes a algunos que tenían un espíritu menos ferviente, estos le intentaron dar muerte, y se vio la obra de Dios en que en esta ocasión y en otras persecuciones fuera liberado, pidiendo él siempre el bien para aquellos que le hacían mal.
Que es evidente que tuvo el Dios le dio el don de profecía, como se vio en muchos hechos famosos.
En Palermo, Sicilia, el P. Glicerio de la Anunciación este año editó un tratado vulgar en tres partes sobre la felicidad de las monjas, que se cree que principalmente compendiaba la vida de María Francisca de Blanchefort, fundadora del monasterio de los Sagrados Estigmas de la ciduad de Palermo. Y como ya no nos queda nada, sino que cuatro de los nuestros fallecieron en el Señor, de los cuales no tenemos ningún conocimiento especial, no nos quedemos en el año viejo, sino pasemos al nuevo. Adelante.
Ilmo. D. Octavio Sacchi, Abad y Comendador perpetuo del monasterio del S. Ángel de la Orden de S. Basilio, juez limosnero de la Curia Romana y visitador apostólico, de 73 años de edad.
Nuestra iglesia de la Madre de las Gracias de Litomysl, cuya construcción había quedado interrumpida a causa de los tumultos bélicos, se levanto este año totalmente completa e íntegra. Así dice la inscripción que se colocó para perpetua memoria en la pared del pórtico detrás del altar mayor, escrita con letras de oro, y que dice así:
Continuación del Proceso
Aprobación del acuerdo
Después de tener lugar las exequias a los nueve días, el 18 de enero los padres purpurados entraron al cónclave, y retrasaron la elección del nuevo pontífice durante 80 días. Pues el día 7 de abril y no antes fue elegido por votación Fabio Chigi, cardenal presbítero con el título de Sta. María del Pueblo, y aclamado pontífice con el nombre elegido de Alejandro VII.
Los padres de las Escuelas Pías han recibido siempre hasta ahora mi protección, y me suplicaron humildemente que los recomendara a Vuestras Eminencias. Desde hace muchos años (como es sabido) que han gemido afligidos por el yugo de una grave represión, pero ahora brilla la esperanza de que serán ayudados por el Pontífice reinante. Por esa razón ruego amistosamente a Vuestras Eminencias que no desdeñen decir una buena palabra a favor de ellos ante la Sede Apostólica cuando se presente la oportunidad, o hacer cualquier acción a favor suyo. Lo cual lo consideraré un consuelo para ellos y un especial favor para conmigo. Confiando mucho en ello, besos sus manos en Florencia, a 8 de junio de 1655.
“Eminentísimo Señor,
Hasta aquí las razones de nuestros padres en el escrito para lograr una mejor forma de reducción, que fueron llevadas por el Excelso Príncipe Leopoldo, hermano carnal del Duque de Toscana, y presentadas personalmente y recomendadas a Su Santidad, según escribe alguno de los nuestros, quienes atribuyen totalmente la gracia del honor del efecto logrado al mismo Príncipe. Sin embargo el memorial entregado sobre esto al Eminentísimo Cardenal Juan Carlos de Médicis parece mostrar otra cosa. Cuál fue el efecto que siguió a estas recomendaciones a favor nuestro, se hará público el año próximo, y reservándolo hasta entonces, continuamos con las cosas que corresponden a este año.

SEXTA PARTE

Daré a la luz en esta parte presente de mi escrito la pedida y deseada novedad. Contaré cuánto creció en este nuevo estado, cuánto se esforzó por recobrar el decoro primero y que se le devolviera su honor, esperando que la enseñanza y lección de esta materia sea agradable. Así, pues…
Por lo demás, puesto que el instituto de dicha Congregación es tan útil y al mismo tiempo tan peligroso, queremos que no se reciban novicios en dicha Congregación antes de haber cumplido los 18 años, y que todos tengan buena fama, y deberán presentar un certificado de su ordinario acerca de su nacimiento, costumbres e idoneidad, y con la opinión favorable del ordinario para ejercer ese ministerio.
Así pues el 12 de marzo, como hemos dicho, el Eminentísimo y Rvmo. Sr. Cardenal Marzio Ginetti, Vicario General de Su santidad el Papa y obispo de Albano se dignó venir a nuestra casa de San Pantaleo, y convocados todos a son de campana se dirigieron y se reunieron en nuestro oratorio habitual, y dirigieron una oración al Señor; después, instalado en la presidencia, mandó publicar la carta apostólica por medio de D. Francisco Antonio María Soricio.
P. Vicente de la Concepción.
H. Jerónimo de la Stma. Trinidad.
H. Antonio de Sta. María.
El P. Onofre del Stmo. Sacramento, Provincial de Germania y Polonia.
Yo N. de S. N. confirmo lo escrito por mi propia mano anteriormente.”
H. Carlos de Milán.
H. José de S. Marcos, operario agregado.
H. José de S. Francisco, clérigo.
H. Antonio del Espíritu Santo, operario
En Italia todavía no había terminado la peste. Pues aunque en Nápoles, después de todos nuestros muertos, parecía que en septiembre los aires eran más favorables, todavía no estaban libres de sufrimiento, pues no se le podía ayudar con sujetos de ninguna otra casa. Sólo el P. Juan Lucas de la B. Virgen fue nombrado superior de la Duchesca.
Se nombra el provincial de Nápoles
En cuanto a la alimentación y vestido de dichos Padres, nosotros preferiríamos que les fuera lícito poseer bienes estables, de modo que se procuraran por sí mismos sus ingresos económicos, y con ellos se procuraran la comida, mejor que tener que pedir a los actuales y futuros señores prefectos y oficiales, y de recibirlos de sus manos, puesto que tanto los señores como los oficiales cambian a menudo, y no siempre hay en ellos una inclinación favorable hacia los religiosos. Pero como ocurre que su disciplina e instituto no les permite tener fondos ni bienes estables, ni gestionar lo económico, sino que tienen que seguir la norma de sus reglas para aceptar los bienes económicos, decretamos que se compren algunos fondos para nuestro hospital y que se incorporen a él mediante un contrato, de modo que los padres dependan de aquella suma que recibirán de los ingresos del dominio, y así el sustento de los padres no se confunda nunca con las raciones y réditos del dominio.
Además de las misa cotidiana que se suelen celebrar en los conventos por los fundadores y otros benefactores de la Orden, prometen (si Dios quiere) que cuando nos llegue el momento de la muerte a Nos, nuestra esposa y nuestro hermano y suegro, celebraran perpetuamente nuestro aniversario recitando los salmos de difuntos, y celebrando la misa por cada uno de nosotros.
Permiso del obispo

Fallecimiento del Emperador Fernando III

En el Borgo, tras la muerte del citado P. Francisco, que hacía de superior allí, fue llamado de Ancona nombrado superior el P. Pedro Lucas de S. Miguel, pero no duró mucho tiempo allí, porque los regidores de Ancona, y en particular el Ilmo. conde Bonarelli insistieron mucho para que volviera, y lograron su deseo, por lo que le sustituyó el P. Nicolás María del Stmo. Rosario.
Dificultades en la Bula Alejandrina
En lo que a mí respecta, no puedo sino estar de acuerdo con lo establecido por Su Santidad y su paterna intención, y me acomodaré en todo con el debido y mejor modo posible, principalmente porque en esta archidiócesis hay muchos indigentes y necesitados, a los que hay que ofrecer algún remedio, especialmente porque a causa de la guerra pasada hay muchos niños huérfanos. Y aunque no sé qué es lo que van a hacer en concreto estos padres suplicantes, pues en el memorial entregado no aparece ningún objetivo específico, y ninguno de ellos se ha hecho presente, sin embargo estoy totalmente convencido que favorece la innata piedad de su Majestad de manera clara, quien para incremento del honor divino y promoción de la religión católica, ha permitido graciosamente que se funden las demás órdenes y congregaciones religiosas en sus reinos y regiones. Por ello quiere que se sepa que el instituto de los Padres suplicantes es digno de ser favorecido, protegido y propagado allí donde encuentren benévolos fundadores, y que es indulgente con ellos, puesto que la Iglesia es pobre en clero que se dedique a ese fin, y porque parece que Su Santidad el Papa sometió a la jurisdicción de los ordinarios a estos clérigos de modo que puedan ayudar allí donde hay falta de clero.”
Derecho para abrirlas
“Juan de Jesús María, Prepósito General, y los Asistentes Generales a ti, reverendo P. Pedro de la Anunciación, sacerdote profeso de nuestra Congregación, salud en el Señor, que es la verdadera salvación.
P. Francisco de la Corona de Espinas, rector de El Borgo en Roma.
P. Pedro de la Anunciación.
P. Juan Domingo de la Santa Cruz, rector de Podolín.
Pasemos ya a un nuevo año.
Vicario General
P. Juan Evangelista de S. José, Maestro de Novicios y Vocal de Liguria.
Después, sin intervalo de tiempo, los PP. Capitulares, tras otra oración para pedir la divina asistencia del cielo, procedieron a la elección del General. La elección se hizo mediante una papeleta entregada separadamente por el secretario a cada vocal en la que se había escrito lo siguiente: “Con toda reverencia pongo por testigo a Jesucristo de que elijo y nombro Prepósito General a quien considero más apto para este cargo… el P. Camilo de S. Jerónimo”.
P. Vicente, Rector de Narni.
Cada comisión debía llevar a cabo su tarea por separado, y luego presentar las cosas examinadas a la Congregación General.

Se declaró que el superior podía guardar una pequeña suma de dinero para las necesidades cotidianas de la casa.

En el cap. 6 p. 2 pensaron, y decidieron por unanimidad que se pueden tener vestidos y pañuelos de lino, como ya han empezado a usarse, pero evitando adornos. El resto de la ropa interior, para el pecho y las piernas, pueden hacerse de paño basto de color negro, o de lana blanca, y en el verano pueden ser de lino blanco, u oscuro. Los calcetines serán negro y según la regla. Todas estas cosas, sin embargo, no sean repugnantes a la pobreza.
Por unanimidad se decidió que en cada casa habrá un archivo en el que se conservarán diligentemente los escritos que conciernen a toda la Congregación, a la Provincia y a la Casa en concreto. Si hubiera escrituras de gran importancia se enviarán copias auténticas par conservar en el Archivo General de San Pantaleo. Por lo demás las llaves de los archivos estarán una en poder del superior y otra del archivista. Del archivo general tendrá una llave uno de los Asistentes.
Yo, Pedro Lucas de S. Miguel, Asistente General
Yo, Agatón de S. Pablo, Rector del noviciado y vocal de Nápoles
En cumplimiento de los decretos del Capítulo General celebrado recientemente, mandamos y ordenamos a todos los religiosos que viven en esta ciudad santa que en el plazo de tres días después de la publicación de esta carta cumplan bajo pena de excomunión lo que se manda en el Capítulo: que si tienen Constituciones adulteradas en cualquier lengua nos las entreguen y muestren. Del mismo modo ordenamos en virtud de santa obediencia a todos nuestros religiosos que entreguen del mismo modo todos los capítulos pasados, y todos los sellos para las cartas de los cargos de nuestra Congregación, de modo que en futuro nadie los guarde en privado ni los retenga bajo ningún pretexto. Igualmente mandamos que todos los escritos, bien referentes a toda la Congregación o a alguna de nuestras casas, se guarden en sus Archivos. En San Pantaleo de Roma, en nuestras Escuelas Pías, el día citado, es decir el 29 de julio de 1659.
En Horn de Austria toda la comunidad de 13 personas apenas había comenzado a vivir en la casa. El Ilmo. Sr. Conde Kurz, nuestro clementísimo fundador, abandono la vida el 24 de marzo, aniversario que siempre recordaremos entre nosotros a tenor de la fundación y de lo prescrito en ella.
Declaramos que la carta presente será siempre firme, válida y eficaz, y será observada inviolablemente y aquellos a quienes se refiere actuarán completamente de acuerdo con ella; y también que cualesquier jueces ordinarios y delegados, incluidos los auditores de las Causas de Santo Palacio Apostólico deberán juzgar y definir de acuerdo con lo anterior, y si alguien de manera consciente o inconsciente, con cualquier autoridad, fuera contra ello, será nulo e inválido. No obstante las constituciones y ordenaciones apostólicas, o cualquier otro tipo de normas de la Congregación citada, de cualquier tipo que sean, lo mismo con juramento, por confirmación apostólica o con cualquier otro tipo de fuerza, o por estatutos, costumbres, privilegios, indultos y cartas apostólicas en contra concedidas, confirmadas o innovadas de cualquier modo anteriormente; por lo cual todas y cada una de las cosas que aparecen en la presente permanecerán con su fuerza y vigor y las tenemos por suficientemente claras y producirán los efectos deseados, y para ello por esta vez especial y expresamente derogamos cualesquier tipo de cosas que vayan en contra.
En Savona de la misma provincia de Liguria el H. Julio María de S. Felipe Neri, clérigo de Savona, antes de emitir su profesión renunció a la herencia de todos sus bienes y derechos a favor de la sacristía de dicha casa. Y el H. Juan Bª de S. Andrés, clérigo de la misma casa, entregó una casa con algunas tierras.
Lo más digno de recuerdo en Polonia es que comenzó a atacar la peste, a pesar de lo cual el P. Santiago de Sta. Bárbara, rector de Varsovia, cuando volvió la paz decidió restaurar la casa, y puso la primera piedra de la iglesia que iba a construir desde los cimientos con la siguiente inscripción:
Carta patente
Compra de casas. Capítulo Provincial
Milagro del Fundador
Este caso del P. Martín no es fabuloso, pues yo lo confirmo como testigo ocular. Lo vi marcado en la cara, en la frente y en el cuerpo con crueles marcas, que no parecían cortes en la piel, sino más bien marcas de sangre que brillaban hacia fuera debajo de la piel, y que casi representaban al Hijo de Dios flagelado. En cuanto al estrépito que se escuchaba por la casa, era causado por las carreras de aquel padre, pues saltando de la cama no sólo corría a toda velocidad por el piso superior intentando escapar del espíritu flagelante, sino que buscaba refugio entrando en el oratorio y en el comedor, con un bastón que había cogido para defenderse. Cuando el estrépito duraba tanto tiempo que alarmó a los de casa, uno más animoso tocó la campana para que saliéramos todos, y se pusieron a discutir qué hacer en aquella extraña situación, he aquí que apareció corriendo desde el piso inferior por las escaleras hacia el dormitorio y cayó en sus manos, y creyendo que sería algún ladrón, fue saludado con un puñetazo del H. Romualdo, y como tenía la cara cubierta no se veía quién era, pero cuando le destaparon la cara y vieron que era el P. Martín, lo llevaron al lecho en silencio, y aquella noche apenas pudo decir nada. Después de recuperar la calma y volvió en sí contó que había sido flagelado pro Dña. Salomana (así se llamaba la difunta) con un hilo de hierro, por haber descuidado el pedir una deuda al Conde al que ella había servido durante muchos años, para distribuirla entre los pobres.
Peregrino de S. Francisco
También en Narni murieron dos de fiebre, concretamente el P. José de Jesús María, rector emérito de la casa y el sacerdote Tomás de S. Francisco.
Roma, 28 de enero de 1662. Humildísimo y adictísimo siervo de Vuestras Señorías,

P. Ambrosio de Sta. Ludmilla, rector de Lipnik y maestro de novicios.