BerroAnotaciones/Tomo2/Libro1/Cap27

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CAPÍTULO 27 De cómo se comportó N. V. P. Fundador y General En medio de estos disgustos [1643]

Sobre todo para explicar este capítulo, quisiera tener el espíritu y la doctrina del gran P. San Bernardo, y poner todo lo que se pueda y sea necesario para conocer la paciencia, la humildad y la resignación a la divina voluntad, que tenía N. V. P. José, General Fundador, en medio de esta tan grande mortificación, humillación, y desprecio suyo propio; y las virtudes de sus verdaderos hijos en Cristo; porque lograría asombrar a todo el mundo. Escribiré, sin embargo, la verdad de los hechos lo mejor que sepa.

Nunca se lamentó, ni en los escritos ni con la palabra. Decía siempre: “Dejemos obrar a Dios; procuremos conocer y seguir la voluntad de Dios; de las manos de Dios y no de los hombres debemos recibir todas las cosas; es una gracia singular la que Dios nos hace, al castigarnos en este mundo, para perdonarnos en el otro”. Éstas, y otras cosas semejantes, escribía y decía en aquel tiempo. Nunca buscó para él ningún favor; nunca quiso hablar, ni con el embajador de España, ni con otros Príncipes, que eran muy poderosos, y se le ofrecieron, en defensa de su persona; ni hacer por sí mismo ninguna gestión en su favor.

Recibía y obedecía las órdenes, no sólo del Revmo. P. Visitador Apostólico, sino también del P. Mario [Sozzi], con toda exactitud; y las del P. Esteban [Cherubini]. Nunca se lamentó de que le quitaran las cartas que le llegaban de fuera; ni que le impidieran, retuvieran o cogieran las suyas, que escribía a otros, de los nuestros o seculares. Y encima, para reírse de él, se lo decían.

No se lamentó de que le quitaran a su Secretario; ni pidió que se lo dejaran. No mostró ninguna displicencia cuando le quitaron los libros de la Orden, tanto públicos como privados.

No dijo nada cuando destrozaron el libro de Fundamento de la Orden, en el cual estaban anotadas todas la Profesiones, desde el tiempo en que el Papa Gregorio XV la hizo Orden, hasta ahora.

No opuso dificultad cuando le quitaron el corazón de N. V. Siervo de Dios Glicerio Landriani. No protestó ni hizo señal alguna, cuando oía que habían prohibido que alguien fuera a su celda, y que castigaban y expulsaban de Roma los que iban a ella.

No se alteró nunca cuando el mismísimo P. Mario lo inculpaba de alguna cosa. Sólo respondía: “Dios juzgará entre los dos”.

Un Príncipe le envió unos cien escudos, para que los empleara en su defensa, además de otras generosas ofertas. N. V. P. Fundador y General agradeció a Su Excelencia la limosna y las ofertas, y enseguida llevó todo el dinero al P. Mario, que lo recibió con mucha alegría, y no le ofreció ni un centavo. Pero el santo viejo, humillándose, se atrevió a decirle: “Los nuestros de fuera con frecuencia me han pedido estampas; si le parece bien darme algo para comprar unas pocas, pues ya no tengo…”. Entonces el P. Mario le dijo: “Tenga, -y en la mano le contó algunos julios, diciendo-: Uno, dos, tres, cuatro, etc.”. Cuando llegó al número de veinticinco, nuestro santo Viejo dijo: “Ya bastan”; y sin ofrecerle otra cosa, lo despidió.

El P. Mario, con este dinero, primero se echó una carcajada con sus inseparables, y después él mismo lo empleó contra N. V. P. Fundador General y contra la Orden, haciendo regalos para mantenerse en el puesto, y ascender lo más que pudiera; y también entregarse a pasatiempos con sus partidarios.

N. V. P. Fundador no sólo respetaba y obedecía al Revmo. P. Visitador y a P. Mario, sino que también escribía a todos, para que hicieran lo mismo, pronto y exactamente.

En relación con esto, quiero poner aquí algunos trozos de cartas que él me escribió cuando yo estaba en Nápoles.

A 4 de julio de 1643: “Si V. P. me escribe sus deseos, en cuanto pueda, con orden y consejo, procuraré ayudarle”.

A 18 del mismo: “Si V. P. pudiera tener paciencia durante todo este verano, para soportar el cargo que lleva –si es que no ordenan otra cosas estos Padres Asistentes- lo vería bien hecho, para no dar que decir”.

A 31 del mismo: “Así que procure V. R. –si no tiene orden en contrario de estos Padres, a quienes puede escribir también en qué situación ha encontrado a esos novicios, si aún no se lo ha escrito- dedíquese, primero, a lo que más importa, es decir, a la perfección religiosa; en todo lo cual, me remito a su prudencia, etc.”.

Considera, lector, la humildad de este gran Siervo de Dios.

Notas