GinerMaestro/Cap17/08
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17.08. EI caso especial de Campanella
Entre los famosos del momento a cuyo magisterio encomienda Calasanz a sus religiosos jóvenes hay que recordar al dominico P. Tomás Campanella, extraña y controvertida figura, inquieto siempre como hombre, como fraile y como pensador, dos veces preso en las cárceles del Santo Oficio acusado de heterodoxia (1594-1596, 1626-1628), y veintiséis años seguidos en las prisiones de Estado de Nápoles, reo de conspiración y rebelión (1599- 1626). Teólogo, filósofo y pensador genial, amigo de Scioppio y de Galileo y sus amigos, entre ellos los escolapios galileyanos,<ref group='Notas'>El P. Michélini escribe a Galileo (12 de diciembre de 1634) recordándole algunos de estos amigos, que ya hemos nombrado: 'Mi scordavo dire che il Sr. Marchese Strozzi la riverisce in estremo, e I'istesso fanno il P. Rmo. D. Benedetto (Castelli), il Campanella, il Sig. Gio. Borrelli suo discepolo, il sig. Magiotti e molti de’nostri Padri' (L. PICANYOL, o.c., p.53). Respecto a Scioppio, cf. G. AUSENDA, ‘L'umile presenza delle Scuole Pie nella vicenda umana di Tommaso Campanella’: Ricerche 6 (1982) 153-158.</ref> , quizá su amistad con Calasanz se remontaba a finales de siglo, cuando al salir de la cárcel del Santo oficio residió unos años En el Convento dominico de la Minerva adonde acudía Calasanz para hablar con su amigo el párroco P. Felipé Angelini.<ref group='Notas'>Cf. ib., p.150-151; L. PICANYOL, o.c., p.40-42.</ref>
Al salir por segunda vez de la prisión romana del Santo Oficio vuelve a la Minerva y entabla, o quizá reanuda- relaciones personales con el Fundador de las Escuelas Pías; por cuyas-cartas al rector del colegio de Frascati<ref group='Notas'>Cf. c.1694, 1695, 1697, 1699, 1878, 1894.</ref> sabemos que trascurrió allí las vacaciones otoñales de 1631 y 1632, invitado por Calasanz. Es muy probable que también estuviera los años 1630, 1633 y 1634, en cuyo último año se fue a Francia para no volver.<ref group='Notas'>Cf. G. AUSENDA, o.c., p.162.</ref> De todos modos interesa resaltar que durante su permanencia en Frascati el mes de octubre de 1631 dio unas charlas o clases a los juniores que le mandó desde Roma el Santo Fundador.<ref group='Notas'>Con fecha del 17 de octubre de 1631 escribe Calasanz: 'Mi avisi ancora come attendono allo studio codesti nostri studenti venuti da Roma et procuri ancora che si dia ogni sodisfarione al P. Tommaso Campanella' (c.1699).</ref> Dada la enciclopédica cultura del famoso dominico, no se sabe con precisión de qué les habló en aquel cursillo de octubre. Caputi dice vagamente 'que les leyó las ciencias' y que los Juniores fueron once.<ref group='Notas'>Escribe Caputi que, hablando con el Fundador, le dijo, refiriéndose al p. Juan B. Carleti, que siendo clérigo lo puso 'sotto la direttione di Andrea Baiano, Maestro insigne della Rettorica, e poi con ‘altri dieci’ soto la disciplina del padre fra Tomaso Campanella, che ti lesse le scienie' (cit. en G. AUSENDA, o.c., p.161, n.40). De esos once sólo se saben los nombres de cuatro, que fueron P. Juan B. Carletti, P. Carlos Conti, P. Angel Morelli y Clº. Juan F. Castiglia (ib., p.161-162).</ref> El caso es que al año siguiente, 1632, volvió Campanella a Frascati y allí fue a pasar unos días Calasanz, aprovechando las vacaciones otoñales, pero no mandó de nuevo a los clérigos estudiantes.<ref group='Notas'>Calasanz escribía al rector de Frascati (29 de septiembre de 1632): 'tra dui o tre di mando dui de nostri buoni figlioli costi per alcuni giorni di recreatione et credo che vi verrà il P. Campanella come l’anno passato ma non sarà cosi delli studenti.' (c.1878) Y luego (4 de octubre de 1632): 'Il P. Campanella sarà presto costi alla sua camera' (c.1886); 'salutarà da parte mia il P. Tomaso che di presenza risponderò alla sua lettera' (14 de octubre de 1632, c.1894).</ref> Alguna razón poderosa habría. Quizá en algunos abrió horizontes nuevos de alta filosofía y teología enfriándoles en sus tareas más rastreras de las clases de todos los días.<ref group='Notas'>Así parece insinuarlo la conducta de C. Conti en Alemania, según dicen de él algunos compañeros de comunidad escribiendo al General: 'In quanto poi alle scuole vanno bene per gratia del Signore, fuor la scuola del fratello Carlo [Conti] romano, il quale altra cosa applica, che alla scuola. Nella scuola trata di philosophia, dove molte volte cita il Campanella' (EEC, p.640. Fecha: 25 de enero de 1633). 'Esso [Conti] spesse volte fa mentione delli libri del P. Campanella' (EEC, p.1212. Fecha: 1 de enero de 1634). Conti era, ciertamente, muy culto y además poeta. Quizá esto le hacía ser envidiado, pues en esa misma carta se lee: 'Alcuni si attribuisco il profito delli suoi scolari et a lui li danno la scorza' (ib.). Véase también una carta suya a Calasanz en la que cita a Campanella juntó a trimegisto, Platon, San Agustín, Lactancio, Aristóteles, etc. (cf. ib., p.150-151).</ref> Y esto es lo que Calasanz quería evitar a toda costa.
Campanella, por su parte, supo agradecer cumplidamente las atenciones recibidas de los escolapios de Frascati y la estima y admiración que le profesaba el Santo Fundador, escribiendo una ‘Apología de las Escuelas Pías’.<ref group='Notas'>El título latino –en cuya lengua está escrita la obra es: ‘Líber apologeticus contra impugnantes Institutum Scholarum Piarun’. Aunque los especialistas de Campanella conocían la obra por su nombre, había quedado inédita y desaparecida hasta 1932, en que L. Picanyol encontró una copia manuscrita y la publicó primero por entregas en EphCal (1932) y-luego en folleto aparte el mismo año; la volvió a-publicar como apéndice de su obra ‘Le scuole Píe e Galileo Galilei’, en 1942 (p.229-239); tuvo una traducción italiana en el apéndice de L. VOLPICELLI, ‘La controriforma’ (Firenze. 1960); otra traducción española en SÁNTHA, SJC (p.721-739); otra traducción inglesa en Achivum 15 (1984) 29-76. La última reedición española en V. FAUBELL, ‘Antología Pedagógica Calasancia’ (Salamanca 1988) p.42-48.</ref> Parece acertado que la escribió en el otoño de 1631 o primeros meses de 1632,<ref group='Notas'>Cf. G. AUSENDA, o.c., p.164</ref> de modo que si Calasanz.la leyó antes del otoño de 1632 -y es muy probable que así fuera-, su lectura pudo decidirle a no mandar a los jóvenes de nuevo a Frascati para oír al P. Campanella, si no estaba ya resuelto antes, al saber las ideas que, les había inculcado el otoño anterior. Con ello queremos decir que no estaba de acuerdo con todo lo que exponía el dominico en su ‘Apología’, como se ha afirmado a veces.<ref group='Notas'>'… in essa [Apología] si scorge, attraverso la tipica e estringente argomentazione dello Stilese [Campanella], ‘il pensiero integro’ di S. Giuseppe Calasanzio intorno alla sua opera e al carattere di universalità ed estensione del suo insegnamento' (L. PICANYOL, p.44).</ref>
Es muy probable, por una parte, que Calasanz tuviera largas conversaciones con Campanella sobre la situación actual del Instituto, de las dificultades que encontraba en su propagación y de las objeciones que se lanzaban contra su misma existencia, insinuándole o pidiéndole expresamente que escribiera algo en favor de las Escuelas Pías: Al aceptar la invitación, Campanella debió informarse con detalle de dónde venían los tiros, cuáles eran en concreto las objeciones y acusaciones y qué pensaba el Fundador sobre ellas. Pues, efectivamente, leyendo la ‘Apología’ no se puede menos de evocar el largo Memorial de Calasanz al cardenal Tonti. En ambos escritos se intenta demostrar que el Instituto de las Escuelas Pías no es inútil o superfluo, ni menos aun perjudicial, tanto para la sociedad como para la Iglesia.
Concretamente, la primera parte de la Apología va contra quienes niegan a los pobres el derecho a la cultura. Calasanz debió de leer con satisfacción párrafos como éste: 'Los tiranos fomentan la ignorancia de los pueblos para poder fácilmente hacer de ellos lo que quieran. Por tanto, conviene a los príncipes, a los pueblos y a toda la república, la extensión y divulgación de las ciencias, como lo hacen las Escuelas Pías … Las Escuelas Pías llaman sobre todo a los pobres: Venid, comed mi pan, bebed mi vino que mezclé para vosotros (Prov 9,5).Este Instituto es el Instituto de la Sabiduría de Dios'.<ref group='Notas'>SÁNTHA, SJC, p.727-728.</ref> Calasanz podía firmar sin reticencias todo lo dicho en esta primera parte.
En la segunda, dedicada a los religiosos, va concretamente contra los jesuitas, y el punto central de sus pretensiones es que a los escolapios 'se les debe obligar a que se contenten con la gramática y no pasar más adelante… Además, no solamente se les debe obligar a enseñar sólo la gramática, sino también prohibirles estudiar las ciencias mayores, aunque no tuviesen que enseñarlas'.<ref group='Notas'>Ib., p.731.</ref> Los jesuitas querían mantener el monopolio de la enseñanza de humanidades en sus colegios, y -como veremos luego- querían incluso que los escolapios se limitaran a la enseñanza elemental, quitándoles el latín o gramática. Respecto a la enseñanza de las ciencias mayores no estaba prohibido en la Orden aprenderlas, pero a los niños no se las enseñaban, contentándose con llegar hasta la gramática y retórica inclusive; es decir, hasta donde llegaban los jesuitas en sus colegios. Y Calasanz fue el primero en fomentar el estudio de las ciencias con el acercamiento de sus religiosos a Galileo.
Estaba, pues, de acuerdo con Campanella en términos generales, como en estas afirmaciones: 'hay que abominar a aquellos que prohíben o juzgan inútil el estudio de las ciencias'; “no hay ningún pretexto ni excusa alguna que dé motivo para prohibirles [a los escolapios] el estudio de las ciencias”. Pero lo que ciertamente no admitía entonces Calasanz era que sus religiosos -menos aún si eran sólo clérigos- estudiaran filosofía y teología en plan universitario, como hemos visto en páginas anteriores. Debieron, por tanto, disgustarle párrafos tan enérgicos y crudos como los siguientes:
- Quien da las ciencias inferiores sin conocer las superiores no las dará con la suficiente claridad ni perfección. Si no está impuesto en la sabiduría superior, que es la teología, puede enseñar errores, como Erasmo de Roterdam, Lorenzo Valla, Felipe Melanchthon y otros muchos eruditísimos en lenguas y en gramática…'; “dos herejes consumen más tiempo en la gramática y en la retórica que en la filosofía…”; “si, los preceptores de las Escuelas Pías pueden adoptar formas gramaticales elegantes, retóricas y poéticas… creemos que más deben conocer las ciencias superiores, sin excluir la teología…”; “los que sean nada más que gramáticos no pueden ser doctores idóneos del pueblo cristiano, si no poseen otras ciencias, sobre todo la teología”.<ref group='Notas'>Ib., p.733-735. El P. Vilá descubrió acertadamente esta oposición de ideas entre Campanella y Calasanz, analizando detenidamente la ‘Apología’ en su artículo ‘¿Influencia de Campanella en la Pedagogía calasancia?’ Suplemento de RevCal I (1959) 23-44.</ref>
Estas ideas del dominico eran totalmente contrarias a las del carmelita P. Juan de Jesús María, expuestas en su ‘Proiectum’ y avaladas por el cardenal Giustiniani y aceptadas plenamente por Calasanz hasta este momento. Quizá le molestaron -hemos dicho-, pero quizá le hicieron reflexionar hasta cambiar poco a poco de actitud, y decididamente en el Capítulo General de 1637. Pero… no hubo en Frascati un segundo cursillo de Campanella para los juniores escolapios.<ref group='Notas'>Que a Calasanz no debió gustarle la Apología de Campanella por las ideas dichas, se confirma por el hecho de que no se editó, ni debieron hacerse tampoco suficientes copias, pues en 1646 el P. Costantini escribió al Fundador: 'Il P. Francesco [Castelli] della Purificazione ebbe già da me l’Apologia del P. Campanella in difesa del nostro Istituto, V. P. se la faccia dare' (EHI, p.781-782). ¿No había otra copia en S. Pantaleón más que ésa? Es, además,.significativo que -comó atestigua Picanyol- ésta es la única alusión a dicha Apología en todas las cartas del archivo general (cf. L. PICANYOL, o.c., p.44-45). Por otra parte, Vilá concluye su artículo afirmando: 'Nos ha resultado tesis casi totalmente negativa el estudio de la influencia de Campanella en la Pedagogía Calasancia' (C. VILÁ, o.c., p.44).</ref>
A pesar de la experiencia negativa -al parecer y por el momento de la intervención de Campanella en la formación intelectual de los juniores escolapios, queda, no obstante, el hecho, digno de admiración, de que Calasanz no tuviera reparo alguno en acoger, manifestar su estima y pedir el servicio de su ‘magisterio’ a un hombre como Campanella, recién salido de las cárceles de la Inquisición Romana. Lo mismo hará con Galileo Galilei, procesado y condenado por el mismo tribunal y relegado en penitencia a su villa toscana de Arcetri. Allí irán los escolapios a servirle y a oírle, por expreso mandato de Calasanz.
Ciertamente, ni Galileo ni Campanella estaban excomulgados, y por consiguiente no había prohibición alguna de tratarles. Pero no puede menos de advertirse en ello un claro matiz de libertad de espíritu, rayana en la temeridad, pues no se trata simplemente de actos de caridad y servicio hacia personas humilladas, perseguidas, necesitadas de atenciones, sino de adhesión y aprecio de su magisterio, sin exigir precauciones y garantías de ortodoxia a quienes habían sido juzgados por heterodoxia. La docencia de Campanella fue efímera y no tuvo repercusiones lamentables, pero la de Galileo sí, como tendremos ocasión de ver más adelante.<ref group='Notas'>Hubo todavía un caso similar, del que sabemos pocos detalles. La única semejanza estriba en el aprecio y compasión que manifiesta Calasanz por un prelado francés, a quien califica de 'gran hombre'. Se llamaba Jean Dubois o Du Bois y en italiano el Abate 'del Bosco'. Se había hecho notar por sus acerbas críticas a las Órdenes religiosas, particularmente virulentas contra los jesuitas, a quienes acusaba de la muerte del rey Enrique IV. Por su influencia en la corte francesa ante María de Medicis consiguieron los jesuitas que se le obligara a retractarse, y lo hizo. No obstante, fue mandado a Roma en 1611, procesado por la Inquisición y encerrado en el castillo de Sant’Angelo hasta su muerte, ocurrida el 28 de agosto de 1626. Ese día escribía Calasanz al P. García: 'Questa matinina è morto l’Abbat del Bosco che stava in Castello, il Signore le habbia in paradiso come si può credere di un grand’huomo massime nella virtú della patienrá doppo tanti anni di prigione' (c,503) (cf. A. RODENAS, ‘¿Un nuevo ejemplo de apertura mental de Calasanz’. EphCal 11 – 12 [1975] 365-369</ref>