GinerMaestro/Cap09/06

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09.06. Supuestas renuncias antes de hora

El. viaje a Roma de José de Calasanz cortaría, de hecho, en dos partes su larga vida. Sería un viaje sin retorno. Y los hagiógrafos acentuaron excesivamente este corte presentándolo en cierto modo como un 'quemar las naves'. Es la voz de Dios la que le impulsa -escribe Armini— “a dejar España, infiltrándole en el alma dulcemente el deseo de Roma…”; no siente ambición alguna de honores y dignidades; tiene, además, el sueño de que hablaba Caputi de verse rodeado de niños, y consulta con hombres de espíritu y le aconsejan hacer el viaje. Y renuncia a sus cargos y beneficios, con cuyos fondos instituye una obra pía para los pobres de Ortoneda y Claverol; se va luego a Peralta y dispone de sus bienes patrimoniales en favor de los pobres y de sus hermanas y sobrinas… “y así, desprendido totalmente de su patria, de sus parientes y de cuanto en Aragón y en España podía esperar, partió para Barcelona, donde embarcó en una nave que iba a hacerse a la vela rumbo a Italia, y zarpó para Roma”.<ref group='Notas'>Cf. ARMINI, ‘Vita’, p.40-42 Talenti repite la misma versión: cf. TALENTI, ‘Vita’, .28-30.</ref>

Casi ya se oye el chasquido de las amarras al caer en las aguas del puerto dejando libre la carabela, y se percibe el corte heroico de todos los lazos humanos que vinculaban a Calasanz con sus bienes, sus honores, sus cargos, su familia, su pueblo y su patria. Todo ello suena a despedida definitiva. Fue, de hecho, un viaje sin retorno, pero cuando salió Calasanz del puerto de Barcelona no lo sabía, ni lo sospechaba siquiera. Pensaba volver pronto. En la carta que escribe al párroco de su pueblo, en noviembre del mismo año de su llegada, le pide que anime en los estudios a su sobrino Antonio Joan Pastor, hijo de su hermana Magdalena, 'que buelto yo a España —añade— tendré el cuydado que sea menester en todo'. Y a las casas de ambas hermanas, Magdalena y María, dice: “A mis sobrinas de la casa de Pere Ferrer de mi parte dará encomiendas y a mi hermana y sus hijas y les dirá que desseo mucho bolver presto a España por poderles ayudar en lo que huvieren menester”.<ref group='Notas'>EGC II, c.4.</ref>

Tenía, pues, intención de volver pronto. Y los motivos principales del viaje no le obligaban tampoco a una permanencia muy prolongada; la visita ‘ad limina’ era cosa de pocos días; el sustituir al procurador Durán podía ser provisional, mientras estuviera en Roma o hasta que nombraran a otro; la obtención de una canonjía podía costar más o menos tiempo, pero implícitamente llevaba la condición de volver para ocuparla personalmente aun la misma voz misteriosa de 've a Roma' no exigía tampoco sentar sus reales allí para siempre.

No se comprende, pues, por qué tenía que renunciar definitivamente a sus cargos y beneficios, o disponer de su hacienda patrimonial en favor de los pobres o de sus hermanas. Ese desprendimiento total, incluso de afectos familiares, no parece fruto de una conversión interior a la pobreza y humildad evangélicas, como lo suponen los hagiógrafos basados en el hecho real de su viaje sin retorno y de su futura santidad. Las cosas debieron correr por veredas más humanas y normales, lo cual no supone un desdoro de su santidad y de su característico aprecio a la pobreza y al desprendimiento, sino sencillamente aplazar los acontecimientos para colocarlos en su lugar adecuado.

A falta de mayor precisión documental, lo más normal es suponer que mantuvo sus fuentes de ingresos patrimoniales y beneficiales mientras pudo. En Urgel vimos que gastaba mucho más de lo que recibía por sus cargos curiales, y en Roma le vemos también llegar bien provisto de fondos, pues a los pocos días concede un préstamo de 200 escudos sin interés al canónigo tarraconense y amigo Baltasar Compte.<ref group='Notas'>Cf. EphCal 2 (1959) 55-58.</ref> Por muchos años se preocupará de la eficiencia de sus administradores en España, cambiándolos varias veces.<ref group='Notas'>Cf. EphCal 6 (1959) 219-226.</ref> Desde que empieza su 'obra pía' de las Escuelas Pías necesitará mucho dinero para sufragar gastos, y el dinero le llega sobre todo de España. Cabe suponer, pues, que algo cobrara de sus bienes patrimoniales.

Respecto a sus beneficios, nada sabemos de lo que sucedió con el de Monzón, mencionado a raíz de su ordenación de subdiácono.<ref group='Notas'>Probablemente renunció a él, al pretender en Roma otros beneficios mayores, pues al suplicar la canonjía de Barbastro en 1594 dice que no posee otro beneficio eclesiástico más que el de Fraga, no residencial, que había conseguido, ya en Roma, el 20 de febrero de 1593 (EphCal 6 [1957] 140; 11 [1960] 323-324).</ref> De su cargo de Oficial eclesiástico y Vicario General de Tremp no sabemos si hubo renuncia previa al viaje, o sólo después, al aplazarse su regreso. Los nombramientos de Visitador General de los Oficialatos de Tremp, Sort, Tirvia y Cardós son más bien temporales y no permanentes, y una vez realizada la visita no tenían ya razón de ser.

El único, sin embargo, del que nos consta documentalmente que renunció es la plebanía de Ortoneda y Claverol, pero no podemos asegurar que la renuncia se debiera a su futuro viaje a Roma, aunque es probable que fuera ésa una de las razones. Pero merece que lo examinemos con más detención.

Notas