GinerMaestro/Cap06/20
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06.20. Nuevos y graves disturbios
A mediados de diciembre vuelven a escribir a La Figuera, lamentando que el nuevo procurador general ha aprestado gente armada a defensa del monasterio, de lo que no había necesidad por estar la casa en paz, y otra vez instan en que 'el perpetuo remedio de dicho monasterio está en que esta Corona haga Provincia separada de la Congr. de Valladolid, como se ha determinado por los tres estamentos las cortes generales celebradas últimamente en la Villa de Monzón'.<ref group='Notas'>Ib., p.7-8.</ref> A esta carta respondió el visitador duramente, diciendo:
- En lo que toca al particular de la Visita desta Santa Casa tengo yo el cuydado que me obliga entender lo que importa al servicio de nuestro Señor y de su bendita Madre y al beneficio deste Sanctuario… y considerando las censuras tan grandes que su Santidad en su Breve pone contra todos los seculares que se entrometieren en esta Visita como lo habrán referido a Vuestras Mercedes los señores Síndicos… y por otra parte se inquietan los ánimos destos religiosos pretendiendo que Vuestras Mercedes no sólo acuden a lo que con razón pueden y deven, sino que ‘fomentan y fomentarán siempre sus pasiones’ las cuales están tan encarnadas en sus corazones y prendido tanto el fuego dellas que… veo por experiencia que con qualquiere aliento que tienen dessa ciudad lo van abibando de manera que es grandíssima lástima.'
Y en cuanto a la gente armada de don Guerao de Alentorn, aclaraba que era 'por orden de su Magestad'.<ref group='Notas'>Ib., p.8. La carta de los Consellers era del 14 de diciembre de 1585, y la del visitador, de dos días después.</ref>
El constante acoso de los consellers de Barcelona movió a La Figuera a informar al Rey, quien desde Tortosa, el día 30 de diciembre, escribía al Consejo de Ciento con la misma claridad que el visitador:
- … como la experiencia muestra que la mayor parte de los desasosiegos y escándalos que ha avido en aquel Sanctuario han resultado de entrometerse entre los religiosos personas seglares que los inquieten… no avemos querido dexar de encargaros y mandaros que pues el dicho Obispo es persona de mucha entereza desapasionada qual conviene, no os entrometáys en cosa alguna tocante a dicha Visita ni reformación, sino que le dexéys libremente hazer su officio…'.<ref group='Notas'>Ib. Léase la n.152 anterior.</ref>
Los acontecimientos se iban precipitando. Cada día se veía más claro que la visita apostólica tomaba un rumbo contrario a las pretensiones de los monjes de la Corona de Aragón y de los consellers de Barcelona. Y la oposición contra La Figuera crecía y se encrespaba, no sólo por parte de los mismos monjes antivallisoletanos, sino también de los 'vasallos' del monasterio, o sea de los pueblos que pertenecían “señorío de Montserrat”, que eran La Guardia, El Bruch, Olesa, Collbató, Monistrol y Esparraguera, todos adversos a los administradores castellanos del monasterio. De aquí surgían partidas armadas de “bandoleros”, azuzados incluso por algunos monjes o donados, como fray Guillén y fray Pau, que desde su hazaña del asalto nocturno al monasterio y destierro forzoso de castellanos en la primavera de 1585 hasta fines de 1586 fueron perseguidos por las fuerzas del virrey de Cataluña y condenados al fin.<ref group='Notas'>Cf. J. POCH, ‘El Fundador…’, p.374-375, n.156 y 157.</ref>
Otro nombre famoso era ‘el Vidrieret’, que con los suyos merodeaba de nuevo por la montaña en enero de 1586, sembrando el pavor en los moradores del monasterio y llenando las noches de explosiones broncas de arcabuces. Por algo se habían aprestado los grupos armados de Guerao de Alentorn. Y no sin cierta ironía comunicaba La Figuera el 14 de enero a los Consejeros de Barcelona las aventuras del Vidrieret en plena noche.<ref group='Notas'>Cf. J. POCH, ‘Documents montserratins…’, p.9.</ref>
El ambiente en torno al monasterio se agravaba de día en día. Y el mismo visitador se sentía 'grandíssimamente espantado', al comprobar que había monjes que apoyaban y protegían al Vidrieret y sus bandoleros. No bastaba la vigilancia de la gente armada de Guerao de Alentorn. Y de ello se lamentaba el virrey escribiendo a La Figuera el día 2 de febrero, reconociendo que todos aquellos alborotos y turbulencias los llevaban a cabo los vasallos del monasterio. Por ello, a la vez que prometía al visitador reprimir con mano dura a los revoltosos, escribía a los jurados y bailes de los pueblos del señorío de Montserrat amenazando con castigar a los culpables, e igualmente daba órdenes muy concretas a su alguacil, Federico Pol, sobre lo que debía hacer en aquellos pueblos y en el mismo monasterio, de acuerdo con La Figuera y Alentorn, para informare, descubrir y apresar a los culpables.<ref group='Notas'>Cf. carta al visitador (2 de febrero de 1585) en ib. y una larga 'Instructió' al alguacil (3 de febrero de 1585), en J. POCH, ‘Montserrat i Calassanç, encara:’ Cat 252 [1982] 17-18.</ref>