BerroAnotaciones/Tomo3/Libro3/Cap14
- CAPÍTULO 14 Carta del Rey de Polonia Al Papa Inocencio x [1647]
“Santísimo y Beatísimo en Cristo,
Padre y Señor, Señor Clementísimo
Después de besar los santos pies de Vuestra Santidad, a Vuestra Santidad presento la humilde recomendación mía y de mis pueblos, -ni nueva, ni hasta ahora desconocida por Vuestra Santidad, sino muchas veces repetida- a favor de los Religiosos de las Escuelas Pías.
Y, aunque estoy seguro de que en la memoria de Vuestra Santidad permanece el recuerdo de cuántas comitivas he enviado a Roma, con súplicas a favor de esta Orden (de la que Vuestra Santidad, en su gobierno del Orbe Cristiano ha retirado la mano), sin embargo, esta piedad mía, tan satisfecha con esas súplicas excesivas, añade más peticiones, para conservar a tan beneméritos Religiosos de la Iglesia de Dios, verdaderamente piadosos, en este Reino y en estos Dominios anexos míos, en sus Sagradas y santas Reglas, y no se permita que sean perturbados más, o que se cambie su primera forma de vivir.
Y como el pueblo sigue el ejemplo del buenos Príncipe, que los precede con toda virtud, de aquí que, animado por mi celo (lejos de mí el jactarme), ahora todo el Orbe polaco, y lo que se expande por toda Sarmacia, en una no pequeña extensión de tierras, con unánime consentimiento de los Nobles, afectuosamente se postran a los pies de Su Santidad, para que Vuestra Santidad tenga a bien alentar y conservar las plantas verdes, y ya floridas, de esta Orden que está plantada en este Reino.
En breve conocerá Vuestra Santidad cuántos nuevos frutos producirán en la Iglesia los nuevos brotes, cuántas palmas obtendrán en la propagación de la fe y en la instrucción de la juventud. Y, lo que es más, una vez afianzada esta Orden, confío que se consiga mucho vigor y fuerza, para reprimir también muchos ataques de los enemigos de la Religión Católica. Llorará la sorprendida herejía, doblegada ya, sin el triunfo de la espada, sólo mediante la Piedad y la Religión, mientras, por el contrario, contemplará diariamente la austeridad de vida, de trabajos, de extenuación, de frío entre los horribles rigores de la gélida bruma, y la tolerancia de los Padres [de las Escuelas] Pías. De este modo, motivados con más facilidad, y con la cerviz doblegada, soportarán mejor el yugo los restantes herejes, porque los insolentes aún lo rechazan con furia.
No dudo de que Vuestra Santidad acoja mi justo deseo y el de todo el pueblo obedientísimo de Polonia.
Acoja con paterno afecto nuestros deseos, porque los hemos expuestos a Vuestra Santidad con el mayor respeto, pidiendo al Divino y Supremo Numen la felicidad para Su Santidad.
En Varsovia, a 17 de junio del año del Señor 1647, en el año 15 de mis Reinos de Polonia, y el 16 de Suecia.
Obedientísimo hijo de Su Santidad,
Vladislao, Rey de Polonia y Suecia”.
Estas cartas llegaron a Roma a manos de N. V. P. Fundador y General el día 18 de julio de 1647; y nuestros Padres Pedro [Casani] de la Natividad de la Virgen, Francisco [Castelli] de la Purificación, y el P. Juan [García del Castillo], antiguos Asistentes, para mayor reverencia a la Sede Apostólica, junto con N. V. P. me ordenaron a mí, Vicente [Berro] que se las llevara al Eminentísimo Mattei.