BerroAnotaciones/Tomo1/Libro2/Cap17
- CAPÍTULO 17 De la ida a Nápoles de N. V. P. Fundador Para la fundación de las Escuelas Pías En dicha Ciudad [1626]
A instancia del Sustituto Real, del Virrey y de otros Señores, como se ha dicho, estaban ya algunos de los nuestros en Nápoles bien vistos por todos; y mucho más cuando llegó el P. Pedro [Casani], que obtuvo todas las licencias necesarias para abrir allí una Casa e Iglesia, tanto de parte del Oratorio, como de los Regulares, y del Virrey, Duque de Alcalá. Así que nuestro V. P. General y Fundador pensó en ira allá, como hizo.
Salió de Roma el 4 de octubre de 1626 con tres Asistentes, entre los cuales, el P. Francisco [Trabucco] de Santa Catalina, napolitano de la Cava. Fue recibido en aquella ciudad con mucho afecto por muchos Señores y otros devotos, que le salieron al encuentro. Pero particularmente por el Ilmo. Marqués Tapia y Enríquez, Regentes Reales. Con su asistencia y autoridad, nuestros Padres obtuvieron en el Barrio de la Duchesca el lugar de las Comedias públicas, y otras casas contiguas; de forma que lo antes era teatro de los vicios para grandes y pequeños, después se convirtió, gracias a N. V. P., en escuela de piedad y virtud para los jovencitos y viejos. El dueño de dicho lugar y director de las comedias, D. Andrés della Valle, se dio al retiro y vida espiritual de tal manera, que, al cabo de algunos años y con las debidas licencias, se ordenó sacerdote, y vivió religiosamente muchos años como cura secular.
A su debido tiempo, se abrieron en este lugar nuestras escuelas, más dos Congregaciones de hombres, y la iglesia, con el título de Madre de Dios, en la cual, por la gran concurrencia en los días de fiesta, no eran suficientes seis confesores. Y las escuelas estaban tan llenas de alumnos, que, en breve tiempo, no sólo fue necesario aumentar su número, sino se pensó también abrir otras en distintos Barrios, como de hecho se hizo después, donde las Cuevas públicas de trigo. Una casa frente a aquéllas –que hasta aquella noche a las 4 había sido hostería muchos años antes- al amanecer se encontró transformada en iglesia; de modo que, algunos que iban a comer y beber, oyeron la Misa, y se fueron admirados de tan subitánea metamorfosis.
Era grandísimo el fervor que los nuestros ponían en la educación de los jovencitos, tanto en las clases, como en el acompañamiento de los alumnos a casa, lo que maravillaba toda aquella numerosísima ciudad de más de 450.000 almas; tanto que todo aquel vastísimo Reino deseaba y pedía la Orden de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías. Al mismo tiempo, en dicho Reino había ya más de ochenta lugares que insistían con gran fervor a favor de tan santa Obra. El Emmo. Boncopagno, Arzobispo de Nápoles, decía: “Éstos son los que me quitan la mitad del peso del Arzobispado”.
N. V. P. Fundador se detuvo allí durante ocho meses, demostrando cada día más su caridad y gran virtud, de forma que todos se admiraban. El Virrey y los susodichos Ilmos. Marqueses, le quedaron siempre afectosísimos, y eran predicadores elocuentísimos de sus virtudes. Dio el hábito a individuos muy buenos, que envió al noviciado de Roma. Y, habiendo dejado todo bien ordenado bajo la dirección del P. Pedro [Casani], se volvió a Roma.