Última revisión de 16:55 6 feb 2019

Carta del P. provincial al Augustísimo Emperador

“Augustísimo Emperador y Poderosísimo Rey.

La Congregación de los Padres de las Escuelas Pías, presente en Galitzia Occidental y Oriental, vacilante a causa de las circunstancias de los tiempos, y que ha sido ya erigida y plenamente confirmada por tu bondad, prostrada ante el escabel de tu trono por medio mío, recientemente elegido Provincial en el Capítulo de Opole, te presenta el homenaje de su sempiterna fidelidad y obediencia. Ya hemos conseguido de ti, Rey clementísimo, la gracia que no pudimos merecer, hemos conseguido gracias a tu bondad para con esta pequeña grey cuanto puede dar el Ser Supremo a los seres mortales, cuanto pueden desear los fieles súbditos que les conceda un óptimo Príncipe. Continuaremos buscando tu gracia, Serenísimo Rey, con nuestra fidelidad inviolable, con nuestra piedad incontaminada, en nuestra infatigable labor de educar y formar a la juventud, dando nuestra vida si es preciso, formándolos continuamente en la oración al Ser Supremo por tu incolumidad y salud, por tu Imperio sempiterno, para que todos los enemigos de tu cetro sean puestos bajo el escabel de tus pies, Rey invicto. Este es, este será nuestro estandarte como fidelísimos súbditos tuyos; este es el servicio propio de esta pobrísima grey, aunque precioso, que Vuestra Serenísima Majestad puede recibir, y que nosotros, pobres, podemos ofrecer. Por lo cual en nombre mío y de mi congregación de las dos Galitzias me comprometo a estar prostrado a los pies de tu poderoso e invicto trono, y aprovecho para decir que soy, Augustísima, Sacra, Imperial y Apostólica Majestad, vuestro fidelísimo súbdito Segismundo etc.”

Entre estos cuidados continuos y molestos que el infatigable P. Provincial llevaba a cabo por el bien de la Provincia, el 17 de diciembre recibió una carta del P. Martín Eysymont ex Provincial, fechada el 24 de noviembre en la cual expresa su extrañeza de que el P. Provincial no haya enviado aún una carta circular informando sobre la confirmación de su cargo recibida de Viena, y de que tampoco había recibido respuesta de Roma a la que él creía haber enviado tiempo atrás. La razón para obrar así aparece clara en el tenor de su carta:

Notas