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Cap. 13. Son visitadas las escuelas, y lo que sigue

No pudiendo Clemente visitar personalmente las escuelas, dio orden a dos cardenales, César Baronio y Antoniano, de que hicieran la visita en su nombre, lo cual hicieron con exactitud, visitando una por una las clases, donde encontraron con satisfacción que la juventud era instruida fructuosamente en la piedad cristiana y buenas costumbres, así como en las letras, según la capacidad de cada cual. Quedando muy satisfechos de tan buena educación, alabaron edificados al P. fundador y a sus compañeros, y exhortándoles y animándoles a la perseverancia, dijeron que no podrían dar sino una óptima información a Su Santidad, cosa que hicieron, alabando mucho la obra, y la bondad y celo del Padre Prefecto (que era el título que tenía, y como tal supervisaba las escuelas). A consecuencia de esto se vieron los efectos de la buena relación dada.

Oyendo el Pontífice tantas alabanzas de aquellos cardenales al P. José y a los compañeros, y el beneficio que se hacía en las escuelas a los pobres ignorantes, conociendo mucho mejor el nuevo instituto, tomó la decisión de establecerlo y favorecerlo aún más. Reunida una congregación de cardenales en la cual además de los citados estaba también el cardenal Kleppel, alemán, alabó de nuevo muchísimo el instituto, el cual a partir de entonces tendría el estatuto de estar bajo la protección apostólica, dejando como Prefecto al fundador, al cual, por ser tan amigo de la pobreza, se le permitió por orden del Vicario del Papa que pudiera ir y enviar a otros por la ciudad pidiendo limosna, como hacen los religiosos mendicantes, y sin más órdenes, el prudentísimo Pontífice quiso que se observase mejor el progreso de la obra. El P. José, guiado por Dios, procuraba para gloria del Señor su crecimiento, consiguiendo cuando podía buenos operarios que cultivasen fielmente la nueva viña.

Notas