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EXILIO O SALIDA DE LOS NUESTROS DE BREZNO

Este año 1682 del que estamos tratando iba creciendo, y con él crecía la malicia de los herejes, y la calma que esperábamos que aumentaría después de la Dieta, se hizo pedazos en los primeros días de agosto, cuando la ciudadela de Kosice, una obra preciosa, fue arruinada y después toda la ciudad ocupada por Tököly. Aquí los descontentos se sentían fuertes para atacar las entrañas de la patria, y anhelaban ir a las Ciudades de las Montañas. Los luteranos en todas partes los llamaban con grandes deseos como defensores suyos, y aunque los habían vaticinado como sus protectores, ángeles y salvadores, sin embargo no salvaron sus propiedades y sus cuellos, pues capturaban indiscriminadamente a luteranos y católicos, y los sometían a rescate, poniéndolo todo patas arriba, pasándolo a espada. También sintieron su patrocinio los señores de Brezno, que fueron golpeados tres veces por ellos, como pueden mostrarlo las tumbas y las cenizas, y como recuerdan los cadáveres destrozados de sus ciudadanos, que habían pedido compasión a sus deseadísimos aliados, y como podrán referirlo a la posteridad.

Así pues, cuando el ejército de Tököly se iba acercando a la ciudad de Brezno, a quien los ciudadanos llamaban su príncipe y protector, como se ha dicho antes, dirigió contra Filekin y la Ciudades de las Montañas toda su fuerza, cuyo número pasaba de 40.000, incluidos turcos y tártaros. La espada de los acatólicos amenazaba cortar el cuello a los nuestros que quedaban en Brezno y quedarse con sus bienes. Por lo cual, considerando las cosas maduramente y viéndolas no sin prudente juicio, decidieron a tiempo llevarse el poco dinero que tenían y algo del ajuar a la fortaleza de Murany, cuando ya los enemigos se acercaban a las murallas, y confiaron la casa al cuidado de D. Daniel Punel el viejo, que entonces era juez, y al sacristán mayor Juan Pellion, llamado Ochrnal. El P. Wenceslao de S. Lorenzo se retiró a casa de un cierto Hazolin, con la intención de regresar al día siguiente, si era posible, a recoger lo restante, dispuesto a quedarse en casa en caso de ser la necesidad extrema. Tan pronto como se enteraron de su salida los malvados herejes, se las arreglaron para hacer realidad los deseos que tenían desde hacía tiempo de excluir las Escuelas Pías de su ciudad, de manera política e inteligente, y para que no volvieran a ser admitidos en caso de que se volvieran las tornas, acusaron a los nuestros de haber abandonado a su grey, cosa que tendríamos que reconocer más tarde.

Cuando los ciudadanos advirtieron, pues, que el P. Wenceslao se había ido, viendo los ciudadanos que no podrían resistir el ímpetu de la feroz turba de los rebeldes, se fueron también de Brezno con algunos soldados del cuartel, especialmente los católicos. Con su salida, se cerró la vuelta de los nuestros a su residencia: los ciudadanos herejes encontraron la ocasión tan deseada y buscada, e inmediatamente instalaron a los predicadores en la casa parroquial y en la iglesia, consideradas desiertas. El citado padre intentaba volver con algún soldado y varios otros que estaban dispuestos a acompañarle, pero fue en vano, pues los ciudadanos y los soldados, con el pretexto de que la ciudad estaba llena de rebeldes, que eran diez veces más numerosos que ellos, no quisieron ir. De hecho les impidieron el acceso después que pasara el ejército imperial. Apenas se fueron, se multiplicaron las desgracias que afligían a toda la patria, y con los demás exiliados sobrellevaban pacientemente la fortuna adversa, pues en medio de las tribulaciones no faltaron los mártires a causa de la fe, mientras otros eran asesinados por el dinero. Aumentando la iniquidad pasó todo este año, esperando que el año 1683 trajera mejor fortuna. La cual parecía posible al principio del año, muy cuestionable a mitad, y al final se consiguió tal como se esperaba.

[1683]

En este año 1683, primero de nuestro exilio, al ejército de os rebeldes se unieron los turcos y los tártaros. El Emperador comenzó a reunir sus tropas, que tenía distraídas a causa de los franceses, no sólo para resistir a la crueldad, sino para poder triunfar contra ella. Así que a principios de mayo el ejército imperial se acercó a Bratislava, contando con 36.000 soldados, más las tropas auxiliares que se les unían. Viéndose fuertes en el campo, intentan atacar Esztergom y Vivarin, pero sin éxito, pues aunque había empezado a atacar con máquinas de guerra, llegó el rumor de que venía una gran multitud de turcos, cuya veracidad comprobaron unos días más tarde, por lo cual se vieron obligados a retirarse, buscando los medios oportunos para salvarse. Aprovechando esta confusión del ejército imperial, los salvajes otomanos petulantemente agredieron el baluarte de toda la cristiandad, Viena, el 14 de julio. Allí fue sorprendido el P. Pablo de la Natividad, cuando regresaba de ejercer su cargo de Asistente General, durante el tiempo del cerco, y cuidado por los Hermanos de la Misericordia falleció en el Señor y fue enterrado en Viena en el cementerio de San Esteban. Continuó el cerco del tirano dejando a toda la cristiandad en el dolor, hasta que terminó felizmente el 12 de septiembre, que caía en domingo, que hay que marcar con una piedra blanca, pues en ese día Dios quiso triunfar sobre el salvaje enemigo jurado de toda a cristiandad, y apoderarse felizmente de toda su riqueza, sus adornos, y su maquinaria bélica. El enemigo, confuso, fue perseguido por los ejércitos victoriosos, y en el mismo ímpetu rescató de las manos del tirano Esztergom. Con este desastre de los turcos, quedó confusa la audacia de los descontentos húngaros, con su jefe Tököly, por lo que los exiliados poco a poco iban regresando a los lugares de los cuales habían sido expulsados, o de los que se habían ido buscando protección. Nuestros exiliados de Brezno intentaban por diversos medios regresar a su residencia, pero a causa de la resistencia de los herejes perdían el trabajo y el aceite.

[1684]

Por fin en los primeros días de octubre de 1684 el P. Andrés de la Conversión de S. Pablo fue enviado desde Varsovia, interrumpiendo sus clases de filosofía, a Prievidza, y de allí fue a encontrar al arzobispo de Esztergom Jorge Szelepcheny, que estaba en Bohemia, en Letovice (se había refugiado allí, huyendo de la persecución de los enemigos), al cual presentó primero de manera oral, y luego como memorial escrito, su situación de exiliado, procurando que le ayudara.

Copia del primer memorial del P. Andrés de la Conversión de San Pablo con objeto de recuperar la residencia de Brezno

“Excelentísimo y Reverendísimo Señor, Señor Generoso.
Recordará V.E. que en el año 1673 se dignó benignamente con el consentimiento de V.E. permitir que fueran introducidas las Escuelas Pías en la libre y real ciudad de Brezno, y también allí, con la conformidad de la Sacr. Majestad, cooperando V.E., se nos concedieron los diezmos de aquella ciudad como medio de vida. Sin embargo, encontrándose cercanas las revoluciones de los descontentos húngaros, inmediatamente después de la Dieta de Sopron, a la que asistieron ciudadanos de Brezno junto con los nuestros, se atrevieron a introducir solemnemente predicadores luteranos, y aunque la Dieta no les había concedido nada favorable, comenzaron a ejercer libremente sus prácticas. Desde aquel tiempo andaban buscando la oportunidad de expulsarnos, primero negándonos el diezmo, que luego a instancia de V.E. mediante un mandato favorable de Su Majestad fueron obligados a ceder a los nuestros. Al aumentar la fuerza de Tököly, para no caer en una dura cautividad, los que quedaban allí de los nuestros de momento se retiraron a un lugar protegido, concretamente Banska Bystrica, esperando mejores tiempos, manteniéndose siempre cerca, esperando regresar a sus tareas en cuanto volviera a haber seguridad. Entonces los citados ciudadanos, al presentarse la ocasión de nuestra huida, se apoderaron de la parroquia. Instalaron a sus predicadores en la iglesia y los instalaron en la parroquia, y los diezmos pagados y recogidos para nosotros, los entregaron para uso de sus predicadores. Deseando los nuestros regresar a sus oficios, no sólo nos les dejaron entrar en la parroquia ni en las tareas eclesiales, sino que ni siquiera les dejaron entrar en la ciudad, aclamando además vergonzosamente que tanto el cuartel de Su Scrma. Majestad que guardaba la entrada de la ciudad como los nuestros serían quemados si enviaban a por ellos.
Por ello suplicamos a Vuestra Excelencia que se digne ayudarnos con su autoridad metropolitana, de modo que podamos regresar a nuestras tareas eclesiales en la citada ciudad de Brezno. Gracia etc.”

Recibido el memorial, y entendida nuestra instancia y la resistencia de los ciudadanos, después de hospedar durante algunos días al P. Andrés, escribió la siguiente carta al emperador:

[Carta del Arzobispo al Emperador]

“Sacratísima Imperial y Real Majestad, Señor clementísimo.
Los Padres de las Escuelas Pías de la Residencia De Brezno me hicieron llegar un memorial según el cual fueron torpemente expulsados y vergonzosamente rechazados por sus habitantes, asunto que ruego a Vuestra Scrma. Majestad se digne ver en el memorial adjunto. Grande es en verdad la osadía de los ciudadanos de Brezno, y a no ser que se les aplique un castigo proporcional, es de temer que después de la expulsión de los religiosos se atreverán a llevar a cabo más ataques en contra de las reversales dadas en tiempo de su liberación, siendo yo canciller, en las cuales se asignaban diez casas para el párroco católico y las escuelas. Para evitar dicho mal, humildemente suplico a Vuestra Scma. Majestad se digne benignamente ordenar y pedir en serio a su Cámara de las Montañas y a su Prefecto que vuelvan a introducir, instalar y establecer en Brezno a los citados Padres Religiosos. Ni siquiera siguen el mandato benigno de Vuestra Scrma. Majestad, puesto que algunos herejes se han atrevido a usurpar los diezmos que a mí, Arzobispo de Esztergom, me fueron entregadas por los santos reyes de Hungría, y que he poseído pacíficamente sin interrupción, primero omitiendo su pago, y luego no queriendo aceptar lo que Vuestra Scrma. Majestad se digno estatuir. Que Dios conserve a Vuestra Scrma. Majestad gloriosa y triunfante en el Reino Apostólico y en todo el Orbe.
Humildísimo perpetuamente fiel súbdito y capellán de Vuestra Scrma. Majestad, Jorge Szelepcheny, Arzobispo de Esztergom”.

Esta carta fue entregada a Su Scrma. Majestad en Adviento, con el memorial incluido. Llegó la respuesta de la Cámara de la Corte tres días después diciendo que era el momento de tratar el asunto, sino que intentáramos de momento obtener el apoyo de la Cámara Húngara. Con ese fin se enviaron a esa Cámara una carta a la Real Cámara, y esta respondió de manera similar, que tuviéramos paciencia durante un poco de tiempo. Teniendo pues la paciencia recomendada, los exiliados esperaban, mientras vivían en la comunidad de Prievidza a que llegara el momento oportuno.

[1685]

Llegó el año 1685. Al principio del mismo, el 11 de enero, falleció en el Señor el Arzobispo de Esztergom, promotor y patrocinador de Brezno, el cual nos dejó en sus disposiciones testamentarias unas viñas y unas casas nobles de San Jorge para erigir allí una residencia, en las cuales con gran esfuerzo y habilidad el citado P. Andrés consiguió el 12 de junio, con todas las garantías legales dadas por la Cámara de Hungría, ser instalado. Puesto que el citado P. Andrés estaba trabajando por San Jorge, el P. Wenceslao de San Lorenzo antes mencionado, último exiliado de Brezno, buscaba arduamente modos para volver a ocupar la residencia. Estando vacante la sede arzobispal, recurrió al Vicario, el Ilmo. D. Jorge Fönepy, del cual recibió una nueva investidura.

Mientras tanto fue nombrado Comisario para Hungría el Excmo. Sr. Conde de Abelle, Presidente de la Cámara de la Corte, el cual al pasar por Prievidza visitó nuestro colegio, y se le hizo una recepción con bienvenida por partes de los niños escolares, y una comida con los religiosos, y con esta ocasión se le presentó también el asunto de los exiliados de Brezno. Enterado del asunto, y viendo la investidura para la instalación del citado Sr. Vicario, escribió a Brezno una carta que decía lo siguiente:

[Carta del Comisario Abelle a Brezno]

“Prudentes y circunspectos Señores, de toda mi estimación.
Significo a Vuestras Señorías que los Rvdos. Padres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías han depositado ante mí una queja contra ustedes, pues de acuerdo con el derecho se les entregó la parroquia de ese lugar de Brezno por medio del Señor Metropolitano del lugar, recientemente fallecido piadosamente en el Señor, el Rvmo. y Excmo. Sr. Arzobispo de Esztergom, y últimamente también por su Ilmo. Sr. Vicario, y administraron pacíficamente esa parroquia sin ofender a Vuestras Señorías, incluso con su satisfacción, hasta que a causa del éxito de los tiempos difíciles debido por los seguidores de Tököly, no hace mucho tiempo los Padres fueron expulsados, y al mismo tiempo se apoderaron de la iglesia y de la parroquia, y Vuestras Señorías instalaron en lugar de los Padres a predicadores de la confesión augustana. Si estuvo esto bien o mal hecho, y en qué artículo de la reciente Dieta de Sopron se basa, o si los predicadores deben permanecer o irse de esta o aquella iglesia, si estas las deben retener o entregar, es un asunto del que aquí y ahora prescindo y me reservo, y lo dejo todo al arbitrio altísimo, sapientísimo y augustísimo de mi Señor, quien lo ponderará y determinará en el futuro con su clementísimo arbitro y una sentencia justísima. Ahora sólo quiero referirme a la justicia, de modo que s restituya a los citados Padres de las Escuelas Pías, en cuanto legítimos ministros de esa parroquia, de nuevo su administración, para que puedan volver a practicar los ritos católicos, de la misma manera que en todos los lugares, y máxime en las Ciudades libres y reales de las Montañas, en vigor de lo confirmado en dicha Dieta de Sopron, se ha permitido el ejercicio de los no católicos por la citada Dieta, y que sean restituidos los derechos eclesiales y accesorios que gozaban antes. Hay también ejemplos de esto por parte de párrocos católicos, en alguna libre y real ciudad, que yo podría indicar en este mi reciente viaje.
Por todo esto como buen y sincero amigo de vuestras señorías quise advertirles para que consideren maduramente y a fondo esta cuestión, para evitar mayores incomodidades (en caso de que no estuvieran de acuerdo y no siguieran lo indicado) que podrían presentarse en las consideraciones de la Corte Augustana, y que admitan inmediatamente a los citados Padres de las Escuelas Pías, y les devuelvan la práctica católica, junto con las rentas y accesorios, y concretamente los diezmos, como derecho que desde antiguo pertenece a la parroquia. Espero la respuesta de Vuestras Señorías acerca de lo anterior, por lo tanto escríbanme rápidamente, y en caso de necesidad consultaré acerca de los derechos de los citados Padres de las Escuelas Pías más adelante.
Con lo cual quedo de Vuestras Señorías, seguro servidor, Abella. Bojnice, 24 de marzo de 1685”.

Obtenida la carta anterior del Excmo. Sr. Comisario, y la adjunta investidura del Sr Vicario mencionado más arriba, pensando el P. Wenceslao de S. Lorenzo que iba a terminarse pronto el exilio, lleno de gozo, en medio de un tiempo terrible de invierno, salió a pie desde Prievidza hacia Brezno, y al acercarse allí, temiendo que hubiera alguna confusión, pidió al párroco Nicolás Miris de la vecina aldea de Valaska que le acompañara. Convocada la comunidad, les mostró la carta, con la investidura, pidió la instalación y la entrega de la iglesia y de la parroquia, pero en vano cantó la fábula a los sordos. En lugar de la hospitalidad que se suele dar a los peregrinos, se burlaron de él, y fue silbado entre risas, como puede verse por el testimonio que sigue.

Copia del testimonio de la reunión del P. Wenceslao de S. Lorenzo con los luteranos de Brezno.

“Yo infrascrito doy fe que el Rvdo. P. Wenceslao de las Escuelas Pías, acompañado por el Muy Rvdo. P. Miris, párroco de Valaska y por mí, presentó con el debido honor al Senado una carta del Excmo. Sr. Abelle en relación con la entrega de la parroquia y la iglesia de Brezno. El citado Senado con la comunidad nos devolvieron dos veces la benigna carta del Excmo. Señor al citado Sr. párroco y a mí con gran risa y enorme desprecio. Por tercera vez el Rvmo. P. Párroco y yo, y el mismo P. Wenceslao, fuimos al senado, y les pedimos una respuesta, y nos respondieron aún con mayor desprecio que las dos veces anteriores, pues dijeron lo siguiente, gritando en público: “[en húngaro]”. Todo el Senado repitió estas palabras formales, con la comunidad. Esas palabras y esos gestos nos dejaron confundidos, pues no significaban otra cosa sino una rebelión abierta. Habiendo recibido pacíficamente toda esta confusión, el P. Wenceslao presentó una protesta formal. En Brezno, a 19 de abril de 1685. Tomás Padliciyi, ciudadano y en otro tiempo senador de Brezno, católico”.

Todo lo cual fue atestado en otra carta separada que envió otro ciudadano católico, convertido en el marco de esas turbaciones, Jorge Platany, en la cual confirma todo lo dicho por el párroco citado de Valaska. Dice lo siguiente:

“Yo infrascrito reconozco por las presentes que llevé recientemente una carta escrita por el Excmo. Sr. Barón libre de Abelle (título) al senado de Brezno, para que se devolviera la iglesia con todo lo que le pertenece a los Rvdos. Padres de las Escuelas Pías, tarea confiada a mí como ciudadano católico, a las cuales por dos veces y sin ambages pedí una respuesta. Sin embargo inmediatamente un senador, Oleriny, decía que aquella carta favorecía su punto de vista, y que escribirían a Su Majestad, y como repetían lo mismo riendo, yo les repetí que leyeran más atentamente lo que decía la carta, aunque no se pararon a leerla. El notario comenzó a acumular calumnias contra dichos padres. Por fin a la tercera vez, me devolvió la carta, y pidiéndole el P. Wenceslao de las Escuelas citadas que le dijera cómo se permitía tales calumnias contra su persona, y que se explicara mejor. Confieso que yo nunca he visto a Chmelio tan vehemente, y estaba claro que quería tener a los predicadores, parientes suyos, como notario, y que cree que su espíritu rebelde está a salvo, por ello mostraba tanto celo para eliminar a los religiosos, y repetía: ‘¿Quién os ha llamado? Cuando os pidamos venir, ya vendréis’. Atestiguo que son verdaderas las cosas que atestiguan otros dos ciudadanos católicos. En Valaschka, a 19 de abril de 1685. Nicolás Miris, párroco de Valaschka”.

Cargado con el testimonio de su trabajo, el a menudo citado padre volvió a Prievidza, y como era un buen pastor de sus ovejas de otro tiempo, se puso a pensar qué más podría hacer para ser eficaz en su deseo, y meditó seriamente qué convenía hacer. Después de la salida del pobre padre, como el Comisario Abelle les había pedido una respuesta, los herejes le escribieron la siguiente, que nos remitió el Sr. Comisario para nuestro archivo, el cual, de no haber sido impedido por su vuelta repentina a Viena y su muerte, sin acabar su Comisión, sin duda se habría ocupado en serio de nuestro asunto.

Respuesta de los herejes

“Excelentísimo Señor, y patrono nuestro, de toda consideración.
Con fecha 24 de marzo del año corriente, en Bojnice, se nos entregó una carta de Vuestra Excelencia que recibimos con el debido honor. Nos admiramos sin embargo de que los Rvdos. Padres de las Escuelas Pías dijeran a Vuestra Excelencia que eran los poseedores en buena fe de la parroquia, cuando lo somos nosotros, pues el derecho en buena fe a la parroquia depende del Diploma Sacro Real, con los artículos indicados en él, y no de la colación del Arzobispo o del Vicario. La iglesia y la parroquia, contra lo que le dijeron los Padres que le informaron, no se nos pueden quitar en contra del benigno diploma de Su Majestad y las leyes citadas, por lo que nunca quisimos pedir su restitución a los seguidores de Tököly, con cuyos hechos y osadías nunca estuvimos de acuerdo, pues nunca dejamos de ser fieles a Su Majestad Sacratísima Nuestro Señor Clementísimo, por quien perderíamos la cabeza y la vida. Que los artículos de la Dieta de Sopron quieren socavar el derecho de nuestro diploma a favor de estos padres, jueces son Dios y Su Majestad Scrma., nuestro Señor clementísimo, y que tipo de aceptación pudieron tener por todo el Estado Evangélico, se puede ver en cómo fueron redactados los demás artículos de la Dieta de Sopron, según la violenta protesta elevada por todo el Estado hecha en Sopron, y después trasladada a la Excelsa Comisión de Bratislava. No hay nada de lo que poseemos, ni la vida misma, además de nuestros bienes, que no estemos dispuestos a entregar fielmente a Su Majestad Scrma., siempre que no toque a nuestras conciencias. Si Vuestra Señoría cree que alguna vez obramos, u obramos ahora, en contra de esa Orden, ahí están los artículos de la Dieta de Bratislava del año 1647, y está el diploma real confirmando los privilegios concedidos en ella. Que se examine a ver si alguna vez hemos obrado contra esas leyes o ese diploma por la fuerza al margen del derecho. Bajo la clemente mano y la real jurisdicción de la Sacra Imperial y Real Majestad de nuestro Señor Clementísimo nos ponemos por completo, y nos entregamos a la justicia y piedad de Su Majestad Scrma., en la esperanza humilde de seguir gozando de su protección, ya que seguimos siendo mínimos fieles suyos, y también de Vuestra Excelencia, a quien rogamos nos mantenga en nuestra situación libre de acuerdo con el diploma, para que nuestra ciudad, que ya ha sufrido a causa de los rebeldes, no sea perturbada aún más a causa de esa orden, puesto que como puede verse, entre nosotros, aparte de dos ciudadanos, todos somos evangélicos, por lo que no creemos que esos Padres tengan nada que hacer aquí. Estamos satisfechos con nuestra situación según la define el diploma, y mientras vivamos no dejaremos de vigilar con nuestras armas y exponiendo nuestras vidas los pasos de las montañas. Esperamos el patrocinio y la clemencia de Su Majestad Sacrma. acerca de la conservación nuestra y de nuestras libertades devota, obsequiosa y fielmente. El Dios de Vuestra Iglesia le conceda larga vida, y un feliz resultado en todos sus negocios. En Brezno, a 7 de abril de 1685.
Humildes servidores de Vuestra Excelencia, el Juez y los Jurados de la citada Ciudad Libre y Real de Brezno”.

Mientras andaban las cosas entre el P. Wenceslao y los herejes de Brezno, que hacían todo lo posible para no readmitir a los nuestros, el P. Andrés de la Conversión de San Pablo recibió el encargo de conseguir las viñas que nos habían dejado en San Jorge mediante el testamento, por lo cual era necesario tener de nuestra parte a la Excelsa Cámara de Hungría y la Excelsa Cámara de la Corte de Viena, a quienes correspondía la resolución. Vista la fuerte oposición de la ciudad de Brezno a recibirnos, según se veía en la carta de respuesta al Excmo. Sr. Abelle, también le encargaron que se ocupara de exponer este negocio a Su Majestad Sacrma., y según la promesa hecha, contaba pedir el patrocinio del Ilmo. Sr Abelle, el cual hubiera defendido muy bien nuestros derechos si no hubiera sido impedido por la muerte.

Poco favorable era este tiempo para ocuparse de asuntos de la Orden, debido al dudoso éxito del asedio a Buda, que ya duraba dos años, por lo que cualquier negocio que se proponía, siempre daban la misma respuesta: que este tipo de negocios dependían del éxito en Buda, y que en caso de ocupar la ciudad, como se esperaba, los comisarios prometían que se ocuparían felizmente de los asuntos de la Orden. Como Buda fue ocupada el 2 de septiembre, este año ya no se hizo nada para recuperar Brezno, en parte porque el P. Andrés estaba ocupado en otros asuntos para la instalación en San Jorge, y luego porque fue distraído por el Capítulo Provincial y el local, que tuvo lugar en Prievidza (en el que él fue elegido vocal para el Provincial que se celebraría en Gora), hasta el año siguiente.

[1686]

Corría ya el año 1686. Dicho padre estaba siempre ocupado con sus asuntos, y nuestro negocio permanecía en silencio, hasta que el 12 de mayo de este año fue felizmente instalado en la sede arzobispal de Esztergom Jorge Szecheny , que en la actualidad gobierna felizmente su Iglesia, al que después de esa fecha una y otra vez el P. Andrés intentaba saludar y hacerse conocido suyo, como lo había sido de su antecesor de piadosa memoria Jorge Szelepecheny, y cautamente buscaba la ocasión de acceder a Su Excelencia gracias a la destreza del Magníico D. Jorge Horreat, Vicepresidente de la Ínclita Cámara de Hungría, y del Magnífico D. Pablo Madnyansky, Consejero y Secretario de la misma Cámara, quienes como habían visto que a Su Excelencia le deleitaba hablar de la fertilidad de las viñas y los sembrados, a menudo alababan los promontorios de San Jorge, “de cuya fertilidad podría hablar mejor el escolapio P. Andrés, que, vivía allí, y cultivaba cuidadosamente las viñas”. De este modo poco a poco se daba a conocer, y captaba la buena voluntad del anciano mediante algunos regalos de fruta, a veces racimos especiales, a veces higos, hasta que se hizo más familiar y más audaz, y le habló con cautela del exilio de Brezno, y que se ocupara de ayudar a nuestra Orden (decimos cautamente, porque entonces se ocupaba de la obtención de la iglesia luterana de San Jorge, que felizmente obtuvo). El arzobispo prometió su ayuda, pero le dijo que aquel no era el momento más adecuado, pues el éxito de la cosa dependía de la ocupación de Vivarin y Belgrado.

Teniendo el permiso tácito del arzobispo y los testimonios del deshonor, a principios de octubre salió de San Jorge hacia Viena, y expuso todas las cosas al recientemente instalado Canciller de la Corte de Hungría el Ilmo. D. Pedro Korumpay, obispo de Nitra en el consistorio, oralmente, además de darle los testimonios de las reuniones, entregó otros instrumentos que apoyaban nuestro derecho, y un memorial escrito a Su Sacrma. Majestad que decía lo siguiente:

[Memorial al Emperador]

“Sacrma. Imperial y Real Majestad, Señor Clementísimo.
Después que Vtra. Sacrma. Majestad puso clementísimamente sus manos vengadoras para liberar las iglesias de las manos de los herejes en el Reino de Hungría, devolviéndolas a su estado católico original, para llevar a cabo esta piadosísima obra el ejército de Vuestra Sacrma. Majestad, al mando del Ilmo. Sr. Coronel Collalto, llegó el año 1673 al condado de Zvolen, y la fe verdadera permanece hasta hoy en práctica, reivindicada de la impiedad herética, bajo la protección de la Ínclita Cámara de Banska Bystrica, dando testimonio de santidad. Al llevarse a cabo aquella reivindicación, como la mies era muy abundante y los obreros pocos, mediante una graciosa carta del Excmo. D. Leopoldo Conde de Kolonicz, Presidente entonces de la Ínclita Cámara Húngara, con el acuerdo de Vtra. Scrma. Majestad, se pidió a nuestra orden que enviara 6 padres idóneos para trabajar en aquella viña desde el colegio de Prievidza. Con esta ocasión se ofreció generosamente la gracia de Vuestra Sacrma. Majestad para promover nuestra Orden, prestando nuestras labores y esfuerzos allí donde se presentaba una ocasión para esta misión, pues inmediatamente el Excmo. y Rvmo. Príncipe Jorge Szelepcheny, entonces arzobispo de Esztergom, de santa memoria, que conocía bien cómo nuestra Orden trabajaba duramente, obteniendo abundantes los frutos deseados de conversiones de almas mediante las asiduas catequesis de nuestros misioneros, para mayor incremento de la fe verdadera confió graciosamente a nuestros misioneros que estaban trabajando allí en la viña del Señor, por medio de investidura canónica, la parroquia, obtenida por el medio señalado más arriba, situada en la libre y real ciudad de Brezno, en el condado de Zvolen, cuya colación Vta. Sacrma. Majestad no sólo se dignó confirmar clementemente mediante una carta privilegiada, declarando grato y rato todas y cada una de las cosas contenidas en ella, sino que además la proveyó generosamente de medios para vivir dependientes de la Ínclita Cámara de Zvolen, y por medio de una clementísima resolución y un benigno mandato ordenó que se nos dieran todos los diezmos de aquella ciudad, tal como se había suplicado, como se practicaba tiempo atrás con aquella residencia religiosa. Estuvo nuestra Orden en pacífica posesión y real uso de todo ello desde el año 1673 hasta 1682, con gran incremento de la fe verdadera, como es bien conocido, hasta que la insolencia tököliana desparramó sus tropas en las entrañas del reino, y penetró tiránicamente en él, sediento de sangre católica.
Para huir de esta rabia tiránica, que horroriza a la misma naturaleza, tras haber sufrido dos cautiverios para pedir rescate en la misma ciudad de Brezno, y haber sido golpeados cruelmente, a consecuencia de lo cual murieron los dos, como el único modo de encontrar protección era refugiarse en la vecina ciudad del mismo condado de Zvolen, llamada Banska Bystrica, fueron allí, con la intención de poder volver más fácilmente a su tarea cuando se presentase la ocasión. Pero los ciudadanos de la citada ciudad de Brezno no consintieron a su deseo, pues una vez terminada la Dieta de Sopron, inmediatamente introdujeron con una procesión solemne a sus predicadores luteranos en la ciudad, en presencia de nuestros padres y un soldado del cuartel, y protestando por el prejuicio causado, en manifiesto desprecio de la Dieta recién terminada, y de Vuestra Sacrma. Majestad, y comenzaron su ejercicio en una casa privada. Y aprovechando la ocasión de que nosotros habíamos salido de la casa parroquial, encomendándola al juez y otros principales ciudadanos, junto con la iglesia y otros muebles para que lo custodiaran, inmediatamente instalaron de manera sacrílega a sus predicadores en nuestra iglesia y parroquia, confiados en la fuerza de Tököly, que entonces era cada día más fuerte, y lo profanaron todo. Los diezmos, que habíamos recogido con grandes gastos y fatigas, las pusieron a disposición de la ciudad y para el sustento de los predicadores. Se apoderaron para su propio uso del mobiliario de la parroquia, la biblioteca y otros bienes que servían para la vida de los religiosos que vivían allí.
Cuando se presentó la ocasión, los nuestros quisieron volver con ayuda de los soldados de Vuestra Sacrma. Majestad, pero rechazaron torpemente a unos y otros, proclamando que la ciudad estaba llena de rebeldes, aunque sólo había algunos miserables, a los que persuadieron, he hicieron desistir a los soldados dichos, poniendo sobre los muros el estandarte de la ciudad, como si fueran rebeldes, con gran estrépito de tambores, lo cual sonaba a una rebelión informal, como fácilmente se podía deducir.
Intentaron otra vez los Padres misioneros volver, cuando ya los turcos habían sido felizmente expulsados de Viena, con la investidura del Ilmo. Sr Vicario recientemente emanada, y con una carta del Excmo. Sr. Conde de Abella, que entonces era el Comisario para Hungría delegado por Vuestra Sacrma. Majestad, pero también fracasaron, pues los citados ciudadanos herejes fueron más pertinaces que de costumbre, pues se rieron tanto de la carta de investidura como de la del Sr. Comisario, como de nosotros, silbándonos y riéndose torpe y vergonzosamente, y nos expulsaron, como puede verse según testimonios.
Por lo tanto suplicamos humildemente a Vuestra Sacrma. Majestad que por su piadosísimo celo para promover la fe verdadera y por el amor de los religiosos fundadores en este reino de Hungría, se digne benignamente ordenar que volvamos y seamos reinstalados en la citada muchas veces residencia, y en las tareas parroquiales, y se nos indemnice por parte de los ciudadanos por todos los daños causados. Sea la decisión de Vuestra Clementísima Majestad para mayor Gloria de Dios, promoción de la S. Iglesia Romana, utilidad del prójimo y conversión de los herejes, como nosotros, los miembros de nuestra indigna Orden, rogaremos asiduamente a su Divina Majestad con nuestros fieles obsequios, y principalmente con sacrificios de la misa, por los triunfos de Vuestra Sacrma. Majestad, mientras vivamos.
De Vuestra Sacrma. Majestad humildísimos en Cristo Jesús siempre fieles súbditos y capellanes, los religiosos de las Escuelas Pías exiliados de Brezno”.

A este memorial se dio la respuesta deseada en la Ínclita Cámara de Hungría, para que volviéramos a nuestras tareas y se nos indemnizara por los daños. Sin embargo su ejecución se prorrogó hasta la próxima institución de la Comisión para Asuntos Religiosos, para la cual fue constituido Comisario plenipotenciario el Excmo. Conde Juez de la Corte para los territorios danubianos de Hungría, Pablo Drazkovicz a principios del año 1687, con lo cual se esperaba que todas las cosas se arreglarían.

[1687]

Así, pues, en el año 1687 se presentó la solicitud para obtener el mandato acerca de lo propuesto y obtenido en relación con nuestro negocio, que decía lo siguiente:

Copia del mandato imperial a Pablo Drazkovicz, Comisario como más arriba.

“Leopoldo I al respetable, magnífico, fiel y querido nuestro.
Te enterarás en detalle por el memorial adjunto de que los religiosos Padres de las Escuelas Pías exiliados de la libre y real ciudad nuestra de las Montañas Brezno, en el condado de Zvolen, fueron expulsados y desalojados por ciudadanos de ese lugar contrarios a la religión despectivamente, y se quejan además de que los mismos ciudadanos les ocasionaron abundantes perjuicios. Como esto va en contra de los Artículos en relación con la Religión, se debe restituir completamente a los demandantes en sus derechos sobre la parroquia, el templo, los diezmos, el mobiliario de la casa y de la iglesia, y todas las demás cosas propias de las que fueron despojados. Por lo que te ordenamos y mandamos firmemente, en virtud de la autoridad que te hemos dado en materia de religión, teniendo en cuenta lo que se dice en dichos Artículos, bien directamente o bien por medio del Vizconde, añadiendo otros comisarios judiciales del citado condado de Zvolen de nuestra Cámara de Banka Bystrica, hagas no sólo reintroducir a los mencionados Padres de las Escuelas Pías, dañados, expulsados y expoliados por los vecinos de la ciudad citada de Brezno como previamente se dice, en el uso de la parroquia, el templo, las escuelas y residencia que tenían antes, sino que además debes hacer que de hecho sean reintroducidos y se les restituyan íntegramente por parte de los ciudadanos y la comunidad interesada los bienes muebles e inmuebles, y para ello deberás utilizar todos los medios necesarios.
Quedo inclinado regularmente hacia vos inclinado benignamente en mi gracia imperial y real.
En nuestra ciudad de Viena, Austria, el 28 de febrero de 1687.
Leopoldo. Pedro Korompay, obispo de Nitra. Juan Maholany”.

Este benigno mandato imperial fue presentado el mismo día al citado Sr. Comisario, el cual lo recibió graciosamente con mucho honor, como se debe, y prometió que él lo ejecutaría personalmente en la fiesta de Pascua. Mientras tanto se dirigió a cumplir su comisión en las fronteras de Croacia, para expulsar a los herejes arrianos y zwinglianos que bajo la autoridad de los turcos habían ejercido allí libremente sus actividades, y en esta tarea fue detenido y ocupado durante más tiempo del esperado, por lo cual la ejecución del benigno mandato imperial y real y nuestra reinstalación se procrastinaba no sin molestias y gastos de los padres solicitantes, a los que siempre ahora en Viena, ahora en Bratislava, luego en el castillo de Sarvar más allá de Sopron, el secretario de citado Sr. Comisario Esteban Dubizky les consolaba amablemente, diciéndoles que tuvieran paciencia, hasta que volvieran el Excmo. Señor de hacer su comisión, que quería llevar a cabo este asunto en persona, y reprimir la osadía de los herejes, y servir óptimamente a nuestra Orden.

Era ya el principio de septiembre de ese año, y debían comparecer en Viena todos los magnates y próceres del reino de Hungría, para tratar sobre el asunto de la coronación como Rey de Hungría que José Leopoldo, el hijo primogénito de su Sacrma. Majestad, casado con María Teresa de Neoburg, que debería llevarse a cabo en la próxima Dieta a celebrar en Bratislava. El P. Andrés se enteró de que también iría a Viena el citado Sr. Comisario, por lo que sin demora se fue de San Jorge a Viena y pidió que se pusiera en ejecución en mandato de la Sacrma. Majestad. Le respondió con palabras llenas de compasión, lamentando que la ejecución se hubiera retrasado durante tanto tiempo. Sin embargo dijo que no podía encargarse ahora de ello por las muchas labores que Su Sacrma. Majestad le había encargado. Se haría por una persona delegada, así que convenía que diera información genuina y abundante por escrito de todas las cosas y enviara un nuevo memorial a Su Majestad para que lo nombrara. Así lo hizo el padre, pero no pudo obtener el mandato de la delegación a causa de sus muchas otras tareas. En cuanto las terminó, me envió una cara en la que iba incluida el mandado pedido nombrando delegado al Muy Ilustre D. Tomás Beniczky, vizconde del Condado de Zvolen.

Copia de la Carta

“Reverendo Padre en Cristo, de toda mi consideración.
Salud, y la disposición total de mis servicios.
Por orden benigna de Su Sacrma. Majestad, se concede la repetidamente solicitada orden para nombrar a D. Tomás Beniczky delegado para llevar a cabo la benigna Comisión de Su Sacrma. Majestad en relación con la reintroducción de Sus Paternidades en la ciudad real y libre de Brezno en las Montañas, dándoles satisfacción por las damnificaciones sufridas. Este señor, tras tener correspondencia con la Cámara de Su Majestad en Banska Bystrica, tras asumir a su lado a los Jueces de Nobles del Condado de Zvolen, procederá a ejecutar lo presente, la consecución de cuyo fin deseo de todo corazón a Vuestras Paternidades. Mientras tanto me encomiendo a sus oraciones, y quedo siervo a disposición de Vuestras Paternidades,
Esteban Dubizky, en Sarvar, a 20 de septiembre de 1687”.

Tras recibir esta carta, con el mandato incluido en ella para la delegación a favor del citado Tomás Beniczky, vizconde de Zvolen, el P. Andrés salió de S. Jorge, dejando allí al P. Juan Martín de la natividad del Señor, Rector de Prievidza, bajo cuya autoridad estaba entonces San Jorge, hacia Brezno, llevando el mandato citado más arriba, y una carta de Su Exc. el Arzobispo Jorge Szelepcheny a la ciudad, que decía lo siguiente:

[Carta del Arzobispo]

“Prudentes, Circunspectos y Generosos señores, de toda mi consideración.
Supe que los religiosos Padres de las Escuelas Pías fueron canónicamente instalados e investidos en la iglesia de la ciudad de Brezno, dedicada desde antiguo en honor de la Virgen María por nuestro predecesor Jorge Szelepcheny de piadosa memoria, para tener la cura de almas y administrar las tareas parroquiales, y, de acuerdo con su instituto, para educar a la juventud en la piedad y las letras, y además para sustento de los mismos y bien vuestro, la Sacrma. Imperial y Real Majestad cedió benignamente sus diezmos reales que solía recibir de vosotros a los citados religiosos como especial favor mediante un diploma, y se los dio perpetuamente en concepto de fundación, por lo cual son los auténticos propietarios y acetales mantenedores de la citada iglesia, y tienen el real dominio de todas las cosas que le pertenecen.
Se quejan muy lamentablemente de que fueron torpemente expulsados por vosotros, confiados en la fuerza y las osadías de Thököly, y pidiendo volver, no fueron admitidos por vosotros, alegando que tenéis un diploma de libertad a favor de vuestra ciudad que os atribuye el derecho sobre la parroquia, excluyendo así la autoridad metropolitana de Esztergom. Con este tipo de pretensiones y osadías podrían incurrir en las penas señaladas en el artículo 14 de la Dieta de Bratislava celebrada en 1647, como transgresores cultuales en materia de religión de la recentísima Dieta de Sopron, y como arrebatadores violentos en posesión de bienes del templo y pertenecientes a él. Como estamos decididos que nuestra autoridad metropolitana brille en este reino de Hungría, y en nuestra archidiócesis, os ordenamos firmemente y os mandamos seriamente que a los mencionados Padres, mediante esta Comisión de la Sacrma. Imperial y Real Majestad clementísima, después de hacer salir a los predicadores luteranos que ustedes han introducido ilegítimamente, los recibáis y admitáis inmediatamente de manera real en el templo, la residencia y las escuelas que antes tenían, según todo lo que se dice en el clementísimo mandato de S.C.R. Majestad, sin tergiversación ni reclamación. Por las presente queremos saber que han sido reintroducidos y reinstalados, a pesar de las oposiciones que pueda haber. Quedo ofreciéndoles nuestra gracia benignamente,
En nuestra curia arzobispal de Bratislava, a 30 de septiembre de 1687.
Jorge Szecheny, arzobispo de Esztergom”.

Copia del Memorial a Su Excelencia el Arzobispo, informándole de que no se ha cumplido la ejecución del mandato mostrado de S.S. Majestad, y la carta de Su Excelencia

“Excelentísimo y Reverendísimo Príncipe, Señor de toda nuestra consideración.
Después que mostramos el clementísimo mandato de la Sacrma. Majestad Imperial y Real a los habitantes de la libre y ciudad de las Montañas de Brezno, en relación con la religión, por el cual se les ordenaba seriamente la expulsión de los predicadores luteranos y la recepción de los nuestros a la residencia, el templo, las escuelas y otras pertenencias que habían poseído antes, y fuera recibido con el debido honor por los mismos habitantes, y que presentamos también humildemente la graciosa carta de Vuestra Excelencia a los mismos ciudadanos en relación con el mismo asunto, en la cual Vuestra Excelencia graciosamente y en conformidad con el citado mandato les mandaba seriamente que en cuanto recibieran la orden sin tardanza expulsaran a sus predicadores ilegítimamente introducidos por osadía propia en contra de los artículos de la reciente Dieta de Sopron, y nos recibieran efectivamente a nosotros como auténticos propietarios, hasta ahora perturbados y no admitidos, sin más tergiversaciones.
Sin embargo, a pesar de que habían entendido la benigna voluntad de Su Majestad, y habían leído atentamente la carta de Vuestra Excelencia, según su habitual pertinacia de herejes, no dudaron en seguir, a pesar de haber recibido aquellos serios y urgentísimos mandatos y remedios, en su insultante actitud primera, y se pusieron a gritar: ‘No necesitamos vuestra obra, ni la de sacerdotes católicos, sino que estamos contentos con nuestra libertad basada en un diploma”. Después, como fueron advertidos sobre la gravedad de su acción, explotaron ante la exhortación, y a la propuesta de adoptar medidas saludables respondieron con risas y calumnias, y que como ellos habían sido expulsados de la Dieta del Reino en la que se habían tratado esos asuntos, estaban en su derecho al no obedecer los mandatos de la Dieta, y tampoco les afectaba la carta paterna de Vuestra Excelencia. Habían explorado la llegada de los nuestros, y cuando ya estaban cerca custodiaban armados la iglesia y el cementerio, y cerraban el paso al presbiterio.
Por lo tanto hacemos humildemente una relación genuina de todas estas cosas a Vuestra Excelencia, en la cual se puede ver claramente hasta qué punto llega la perfidia de los ciudadanos citados en su herejía, y de qué manera están dispuestos a obedecer a los que se les dice. Cómo no hacen sino protegerse bajo cualesquier tipo de exquisitos y larvados pretextos, y mientras tanto continúan allí los herejes, mientras aumentan nuestras fatigas y nuestros gastos. Por lo cual, nosotros rogamos humildemente a V. Excelencia que se les haga pagar su perfidia y la desobediencia a V. Excelencia, que asista graciosamente a nuestra Orden en este asunto, y que de ningún modo crea en sus excusas falsas. Por lo tanto, para dar mayor fuerza a la voluntad de Vuestra Excelencia, suplicamos sumisamente a V. Excelencia que se digne darnos una nueva carta de reinstalación, según la intención de Su Majestad.
Que todo sirva a la promoción de nuestra Orden fortalecida con la gracia y el favor de V. Excelencia, para mayor gloria de Dios, la extirpación de los herejes y el bien del prójimo, que nosotros apoyamos inmerecidamente.
Servidores y capellanes humildísimos de Vuestra Excelentísima y Reverendísima Señoría,
Los Padres escolapios exiliados de Brezno”.

El mismo material, cambiando lo que había que cambiar, fue enviado a la S.I. Real Majestad, y al Eminentísimo Cardenal Kollonicz, con la cláusula “Que se digne graciosamente proteger y asistir a nuestra pobre Orden contra la maldad herética, enviando nuevos mandatos de Su Majestad tanto a dicho condado de Zvolen como a la Cámara de Banska Bystrica, y de Kremnica a los ciudadanos de Brezno, para que no puedan contravenir durante más tiempo tanto la cuestión de la reinstalación como en la satisfacción que deben dar. Con la gracia y el patrocinio de Vuestra Eminencia, etc.”, como arriba.

Su Excelencia el Arzobispo recibió benignamente la relación y el memorial, y fue movido a compasión por los sufrimientos causados por la maldad herética, y prometió su apoyo a todas nuestras peticiones, e inmediatamente se ocupó de procurarnos otra patente de reinstalación. Tal como se las había pedido el padre solicitante, y que decía lo siguiente:

[Carta patente del Arzobispo]

“Jorge Szcheny, por la misericordia divina Arzobispo de la Iglesia Metropolitana de Esztergom, Conde supremo y perpetuo del lugar y de su condado, Primado del Reino de Hungría, Sumo Legado nato y Secretario Canciller, Consejero privado de la S. I. y R. Majestad, etc. etc.
A los lectores, salud y bendición divina.
Nos hemos enterado de que han tratado injuriosamente a los Reverendos Padres de las Escuelas Pías que habían vivido antes allí y habían sido canónicamente instalados e investidos en la iglesia, residencia y escuelas que hay en vuestra ciudad de Brezno, por nuestro predecesor de piadosa memoria D. Jorge Szelepcheny, con la benigna anuencia y consenso de Su S. Majestad, que fueron presionados para irse al exilio, y que cuando pidieron seriamente regresar fueron rechazados despectivamente por vosotros, que desoísteis el apremio de la S. Madre Iglesia y rechazasteis arrepentiros. Por toda esta serie de cosas os mandamos y ordenamos firmemente que recibáis pacíficamente a los mencionados padres religiosos y les deis la posesión y uso real del templo, residencia y escuelas con todas sus pertenencias que tenían antes. A los cuales por las presentes con nuestra autoridad metropolitana que tenemos para este reino de Hungría, según la intención de la S.C. y Real Majestad, reinstalamos y reinvestimos, y queremos que sean tenidos por reinstalados y reinvestidos, devolviéndoles la administración de la citada iglesia, tanto en lo espiritual como en lo material, en posesión real, con todas las cosas que le pertenecen, en vigor de las presentes.
En nuestra Curia arzobispal de Bratislava, a 17 de noviembre de 1687. Una vez leída, la devolveréis. Jorge Szcheny, Arzobispo de Esztergom”.

Al memorial enviado a Su Majestad se respondió diciendo que había que esperar a que se terminaran de tratar en la Dieta los asuntos religiosos, y que iban a atender seriamente a los gravámenes de los acatólicos en materia religiosa. También el Eminentísimo Cardenal envió una respuesta, y en ella se entendía que debía seguir insistiendo con memoriales. Por ello el padre solicitante hacía seriamente todo lo posible.

Se acercaba ya el día de la coronación, y no se oía nada de gravámenes ni del estado de la religión, pues en la casa de los del reino sólo se hablaba públicamente de la elección del Rey y de la coronación. Terminada felizmente la coronación el 9 de diciembre, se oyó decir que al día siguiente se trataría sobre los gravámenes, y que ya habían sido elegidos los compiladores de los mismos. Aquí hacía falta mucha habilidad para pescar aquellas cosas que debían ocultarse bajo juramento. Cuando ya no queda ninguna ayuda humana, suele llegar la divina. Proveyó la divina sabiduría el medio de enterarse lo que se estaba cociendo contra las Escuelas Pías, pues el citado P. Andrés, preguntando a muchos varones preclaros en lugares en los que eran menos visibles, se enteró de los gravámenes compilados, y una vez leídos en orden, descubrió este punto 14º, que copió con permiso de aquel señor, y que decía literalmente los siguiente:

[Punto 14º]

“Décimo cuarto. El arriendo de los diezmos, principalmente en lo que se refiere a las ciudades de San Jorge y Bazin, en los cuales se introdujo algún uso perjudicial por parte de los posesores de las fortalezas de San Jorge y Bazin, tanto con respecto a los diezmados, familias y caballeros, como con respecto a la denegación del arriendo. De la misma manera también a la ciudad de Brezno, que tenía una cierta convención y contrato con aquel a quien correspondía, los Padres de las Escuelas Pías le causaron no poco perjuicio, pues ellos por medio de algunas instancias inoportunas a la Corte Imperial privaron de los mismos a la ciudad. Por lo cual se suplica que se nos ayude por medio de los Estados del Ínclito Reino y ordenanzas para que no se altere por nadie el sistema de diezmos establecido desde hace mucho tiempo, y que se decida no admitir el cambio introducido hace poco por la Cámara de Bratislava”.

Para arruinar este punto de los gravámenes, y que se eliminara y borrara de la lista de los demás, tras tener correspondencia con los señores oficiales de las fortalezas de la fortaleza balfiana de Bazin, envió un memorial a Su Majestad y al Eminentísimo Cardenal de Kolloniz, informándole con los documentos que se exponen a continuación.

Copia del Memorial al eminentísimo Cardenal de Kollonicz

“Eminentísimo y Reverendísimo Príncipe, señor benignísimo.
Lo que los ciudadanos herejes de la libre y real ciudad de Brezno quieren informar siniestramente a la S. Imperial y Real Majestad por medio los Estados Universales de la actual Dieta en el punto 14º de los gravámenes acerca de los diezmos, según se lee en A (este punto estaba marcado con A en la carta privada) es manifiestamente perjudicial y contrario a las donaciones benignísimas hechas por los generosos reyes Segismundo, en 1504 en Banska Bystrica, y Fernando en el año 1528 en Esztergom acerca de los diezmos de dicha ciudad, como se dice en B. Como dicen en la mitad del punto A los informantes, consiguieron apoyo para conseguir el arriendo de los diezmos mediante algún contrato con aquel (como ellos mismos dicen, el cual era simplemente el párroco, entonces archidiácono) a quien correspondía. Se ve el malicioso insulto y calumnia contra nuestra Orden, puesto que se atreven a decir que ellos fueron privados de los diezmos mediante algunas inoportunas instancias ante la Corte Imperial, y se nos dieron a nosotros, pues en lo que se refiere a su Majestad, la clementísima resolución se debe solamente a las benignísimas donaciones de los citados serenísimos reyes de Hungría, y a la presentación de su reconocimiento por el Excelso Príncipe D. Jorge Szelepcheny, a quien pertenecían los diezmos, y que es el único con el que tratamos nosotros, y mediante la recomendación del citado príncipe se obtuvo la resolución, por justas causas, y no por algunas instancias inoportunas. Mediante un benignísimo mandato dado por el muy ilustre D. Jorge Schulz, Prefecto de la ínclita Cámara de Banska Bystrica obtuvimos que los citados diezmos, según la intención de los piadosos reyes anteriores, se nos dieran a nosotros perpetuamente en cuanto párrocos, por orden de la Majestad citada más arriba, confirmada con un diploma, en la ciudad de Brezno. Por lo cual si los citados ciudadanos impugnan inconscientemente algo contra nuestra Orden, se ve fácilmente cuáles son sus razones.
En primer lugar, que temen que si nos restituyen los diezmos que nos corresponden a causa de nuestra tareas, y que han usurpado sacrílegamente durante 5 años en contra de lo mandado por la S.C. y R. y nosotros reclamamos, los perderán para siempre;
En segundo, que si pueden expulsarnos de su ciudad por este medio, son muy conscientes de que las diez casas con sus terrenos, entradas y pertenencias, que en el tiempo de la liberación de la ciudad otorgó al párroco católico, y para erigir nuestra escuela, mediante una carta de donación el Excelso Príncipe D. Jorge Szelepcheny, de feliz memoria, que en aquel tiempo era Canciller, y que ellos se han atribuido dolosamente, si nosotros dejamos de ser los auténticos y legítimos poseedores de la iglesia, las escuelas, tal como está confirmado en un decreto, ellos se las podrán quedar.
En tercero, finalmente, que nos consta de manera muy clara que los ciudadanos van contra lo decidido en la última Dieta de Sopron, pues con su audacia contumaz, estando nosotros presentes, introdujeron con una procesión solemne y festiva a los predicadores heréticos. No sólo privaron de su cargo al juez católico, nombrado mediante un mandato clementísimo de S.C.R. Majestad, fiados en la fuerza de Tököly, sino que a otros católicos que formaban parte del Senado los expulsaron, y pusieron en su lugar a otros plebeyos miserables, por lo que algunos, oprimidos por grandes calamidades, para poder sobrevivir, apostataron de la verdadera religión. Otros más conscientes, no queriendo soportar sus aflicciones y vejaciones, dejando sus casas se fueron, o esperando algún alivio, viven allí una vida misérrima. Igual que los predichos ciudadanos han ofrecido una información siniestra y maliciosa a los Estados de Su Majestad, los mismos piden a los Estados obtener los 7 áureos de moneda de Kremnica producidos por los diezmos según los acuerdos con el archidiácono de Zvolen. De este modo, privándonos a nosotros de los diezmos, y privados por lo mismo de la fundación, nos hacen expulsar, y los herejes pueden continuar allí más fácilmente.
Por todo esto suplicamos humildemente a Vuestra Eminencia que, considerando la absolutamente siniestra información sobre los citados diezmos, reglamentados por los serenísimos reyes de piadosa memoria, y mandados y concedidos por la piadosísima orden de S.C.R. Majestad actual a nuestra Orden con los privilegios que corresponden a los diezmos, y que en la ciudad citada de Brezno nos han robado los herejes, se concedan a nuestra Orden, y los conserve perennemente, de modo que nuestra Orden, según la intención de S.C.R. Majestad, se pueda establecer en la citada ciudad de Brezno. Del mismo modo suplicamos que mediante un mandato de S.C.R. Majestad, y la Comisión encargada de ello, se proceda a la restitución no sólo de los diezmos, sino de todos los demás daños, y gastos causados en la frecuentemente citada ciudad, y que se fuerce a los ciudadanos a que entreguen las citadas diez casas, con sus terrenos, ingresos y pertenencias”.

En este mismo sentido, con los cambios normales, se envió un memorial a la S.C. Majestad, y felizmente, pues debido a la petición, y a los documentos e información escrita enviada, se eliminó en el número de los gravámenes este punto; se suprimió sin que se tomara ninguna resolución. Viendo los señores delegados de Brezno que no sería votado, intentaban conseguir partidarios suyos con regalos, y concretamente intentaban cazar francolines oscuros, que entonces eran muy raros, para ofrecerlos a su mediador el Ilmo. D. Andrés Vichter, Barón libre de Grüeb, miembro de la Ínclita Cámara de Banska Bystrica, por medio del cual se presentó un memorial de los ciudadanos con información de los hechos, con una descripción vergonzosa de los nuestros, que al principio convenció al Excmo. Sr. Canciller Mayor y cortesano, y presidente de la Excelsa Cámara de la Corte. También iba a ser convencido en perjuicio nuestro el Ilmo. Sr. Teobaldo Mayer, secretario y refrendario de la corte de la Ínclita Cancillería Húngara de Su Majestad. Aumentaba la impiedad herética, sin omitir nada para corromper los ánimos de los Señores, siempre cargada de regalos. El padre solicitante se agitaba para proteger y defender las cosas confiadas a él, pero con las manos vacías, hasta que al final, para lograr la presentación y debido acceso escribió una carta al Muy Ilustre D. Teobaldo Mayer, de la Ínclita Cámara de Kremnica, para rogarle que escribiera una carta a favor de las Escuelas Pías en el asunto con los ciudadanos de Brezno a su señor hermano, el citado Teobaldo Jacobo Mayer, quien había prometido que la escribiría en caso de necesidad. Y cuando se lo pidió, no dejó de cumplir lo prometido, sino que en cuanto recibió la petición escribió una óptima carta recomendando nuestra Orden, y mostrando los engaños de las acusaciones de los de Brezno, y la envió incluida en otra carta dirigida al P. Andrés que se la había solicitado, en la que le explicaba el contenido. En cuanto la recibió, inmediatamente, alrededor del comienzo del año, aprovechando la ocasión de la fecha, se la llevó al citado señor refrendario, como ignorando lo que decía. Después de leerla, prometió que el asunto de nuestra Orden iría bien en el futuro, sin embargo había que estar atento a cómo iban las cosas, y le mandó que le tuviera informado de todo.

El padre estaba en buena relación con el Mgfco. Sr. Juan Maholany, Secretario de corte de la Cámara Húngara de su Majestad, al cual los delegados de Brezno intentaban con todo empeño corromper con sus regalos. Los cuales fueron a ver al citado señor, y cuando él les preguntó con qué motivo le molestaban, se encomendaron fielmente a su gracia, y entregaron al Sr. Secretario un espléndido gran queso, dos docenas de francolines, un urogallo y doce áureos de Krémnica, para que favoreciera su parte en su disputa con las Escuelas Pías, disponiendo a su favor a la Corte. Lo mismo hicieron con el Ilmo. y Rvmo. Sr. Canciller, Pedro Korumpay, obispo de Nitra. Invitó a comer el Sr. Secretario a algunos amigos, y oyendo hablar del asunto de Brezno, dijo y aseguró que era justa, y que los nuestros se habían excedido en el pasado. Estaba presente en la comida el padre solicitante, y desesperando ya de conseguir su objetivo, al terminar la comida dio las gracias acostumbradas por la invitación, y ya se estaba preparando para irse, buscando consuelo en otra parte. El Sr. Secretario notó por los signos externos lo que iba por dentro, conociendo muy bien la causa por la que ofrecía un aspecto miserable en la reunión, y sonriendo le preguntó cuál era la causa de su melancolía. Y cuando le respondió que eran muy fuertes y muy sabrosas aquellas avecillas para permitir a los herejes ganar su gracia frente a los óptimos méritos de la Orden en Brezno, se echó a reír a carcajadas, hasta rodarle las lágrimas por las mejillas, explicándole que no se preocupara por que hubiera aceptado los regalos, y que no se tomar a mal que se estuviera riendo, porque era a causa del afecto que le tenía, y no de que se burlara de él. Añadió que si el que da es tonto, más tonto es el que no toma, en relación con los regalos. Su Majestad no podía hacer otra cosa en este asunto sino mantener su beneplácito, pero no parecía decente que inmediatamente después de la primera instancia rechazara a la parte contraria, de modo que al despedirse del príncipe nadie quedara sin consuelo. Para disponer mejor las cosas de la Orden, le sugirió que escribiera un nuevo memorial, presentando y detallando al Eminentísimo Cardenal de Kollonitz todas las cosas de los ciudadanos de Brezno habían, el cual, compuesto y enviado, decía lo siguiente:

[Memorial al Cardenal Kollonitz]

“Eminentísimo y Reverendísimo Príncipe, benignísimo Señor.
Los ciudadanos de Brezno no dejan de ensuciar la buena fama y el nombre de nuestra Orden, tanto oralmente como por escrito, buscando herir con diversas mentiras no a una persona, sino a toda la Orden, para que lo que no pueden conseguir por el camino de la justicia, conseguirlo por el camino de la maldad, por medio de acusaciones odiosas y escandalosas contra nosotros, de manera que con esos motivos se nos excluya a nosotros de la parroquia de su ciudad, y así lograr que vaya un párroco secular. Para conseguir este fin, a pesar de que el Decreto p. I tit. II. Art. 15.53 dice que el patronato de las iglesias pertenece al Rey, lo reivindican para sí, anulando así el de S.C.R. Majestad, que concedió clementemente el uso de la parroquia, las escuelas y residencia de allí con todos sus ingresos, contenidos y pertenecías, a nuestra Orden, y lo confirmó de manera estable y perpetua. Lo que realmente motivó sus quejas contra nuestra Orden es que están enojados porque entre los asuntos que se debían tratar en la recientemente terminada Dieta de Sopron no estaban sus quejas. Como se puede presumir sin ninguna duda que si ellos hubieran estado del lado de la verdad y la justicia, no se habría dejado de tratar lo que proponían, puede decirse que lo que decían era una simple sospecha, o un juicio temerario. Por lo tanto está claro que lo único que mueve a los ciudadanos contra nuestra Orden es el mero odio.
Lo que puede recomendar a nuestra Orden son los martirios sufridos allí, los azotes y derramamiento de sangre, entre otros crueles sufrimientos padecidos por nuestros religiosos, que sufrieron incluso la muerte más cruel y enorme. Pues a causa de este tiránico tratamiento uno de ellos falleció a los pocos días en Kremnica a consecuencia de las heridas y golpes sufridos; el otro, después de que lo dejaron medio muerto, con el cuerpo lacerado, fue mostrado a Thököly, y este, a pesar de ser un cruel tirano, tuvo compasión de él, lo envió con el cuerpo lívido y lleno de heridas al piadosamente difunto Arzobispo Jorge Szelepcheny de feliz memoria, significándole que este miserable hombrecillo que le enviaba con el cuerpo llagado lo podía haber enviado al patíbulo como a otros; poco después falleció.
Omitiendo otros muchos hechos similares, para conseguir su objetivo y quedarse con los diezmos, que son nuestro único sustento allí, dicen que hicieron un contrato con el Vice Archidiácono, mediante el cual su ciudad arrendó los diezmos, que él les concedió mediante el pago de 7 aéreos. Un contrato de este tipo con dichos ciudadanos para obtener los diezmos mínimamente debería ser apoyado, puesto que es perjudicial a la intención de los antiguos reyes de Hungría, como aparece en el humilde memorial que presentamos, en el que se muestra claramente que los citados diezmos no fueron concedidos por los reyes a la ciudad, sino al párroco, y que los habían concedido clementemente a perpetuidad a causa de la particular devoción que tenían a la B. Virgen María, patrona de la Iglesia. Además el firmísimo edicto real, con validez perpetua, encargaba y mandaba al Arzobispo de Esztergom y sus futuros sucesores que de ningún modo interfirieran en el tema de los diezmos, ni por sí mismos, ni mediante colectores o subcolectores, por lo cual está claro que el citado Vice Archidiácono no podía lícitamente (hay que pensar que no quería perjudicar directamente la piadosísima orden, y firmísimo edicto real) estar de acuerdo con semejante contrato o convención con los repetidamente citados ciudadanos si no hubiera estado forzado por la necesidad a causa de que en aquel tiempo los herejes tenían el poder, pues no se da el pan de Cristo a los perros. Por lo que a esto obedecen las inoportunas instancias impugnando nuestra Orden y pidiendo que se nos expulse de su ciudad, y las protestas expresadas en el anterior humilde memorial. En primer lugar, el hecho de que reivindiquen que no quieren tener religiosos, sino un sacerdote secular, según el derecho de patronato, renovable según su deseo, no es inadecuado. Pues por esta razón tanto podrán arraigar en su herejía y permanecer en ella cuanto más a menudo cambien de sacerdote, y consigan otro a su gusto. Pues ningún recién llegado, incluso de sagaz ingenio, ignorando sus cosas internas, podría detectar y criticar la astucia de sus planes, pues si criticara lo que había detectado, ciertamente pedirían que lo sacasen fuera como hombre inquieto, contencioso o escandaloso, sin poder obtener nunca ningún provecho espiritual. Está claro, sin embargo, que temen a nuestra Orden, a la que absolutamente reúsan aceptar, para no verse obligados a la restitución de los fondos, beneficios y demás que pertenecen a la Iglesia desde antiguo, de los cuales llevan ya muchos años defraudando a la Iglesia, y aprovechándose de ellos, en lugar de la Iglesia. Pues a no ser que uno se entere de sus asuntos internos mediante una conversación personal obtenida con especial habilidad, nunca los llegará a conocer, y de este modo pueden negar y controlar los ingresos de la Iglesia.
Lo que también les preocupa bastante, según nos consta de fuente segura, es que han destrozado últimamente los altares que nosotros erigimos, y que por su culpa se han perdido los cálices, casullas y otro ajuar de la iglesia y paramentos propios del culto. Se han gastado el dinero que recibieron de Vuestra Eminencia, siendo entonces Presidente de la Ínclita Cámara Húngara, para continuar los muros de la ciudad, en usos privados. Hay muchas cosas que rumian entre ellos y que nosotros, conociéndolas bien, sacamos a la luz en otro tiempo, con muy poco honor para ellos entonces. Por eso las audacísimas cavilaciones de los a menudo citados ciudadanos contra nosotros intentan de alguna manera oponerse a que de acuerdo con la primera carta privilegiada de Su Majestad, según la intención de de sus gloriosísimos antecesores los reyes de Hungría, clementemente otorgada a favor nuestro, y luego con un mandato y una carta privilegiada, seamos confirmados y establecidos establemente de manera legítima en la parroquia de la a menudo citada ciudad de Brezno.
Por lo tanto, si el primer benigno mandato de Su Majestad se anulara según sus deseos, ciertamente todos ellos, que maliciosamente han luchado contra nuestra Orden, bailarían de gusto, y se gloriarían ciertamente de que nosotros somos merecedores de desprecio e infamia, y una infamia infligida de ese modo dura para siempre. Por ello rogamos humildemente a Vuestra Eminencia que, por su celo y piedad innata, ayudando benignamente a nuestra Orden, y conservando su fama íntegramente en contra de las detracciones e injustas pretensiones de la parte contraria, se digne tener en cuenta todas las cosas expuestas por nuestra Orden, que se encomienda a su gracia, de modo que pueda gozar del efecto deseado. Que Dios le dé etc.etc.”

Después de que este memorial fuera enviado al Em. Sr. Cardenal Kollonitz y leído por él, pidió que se presentaran ocho días más tarde para la resolución. Mientras tanto había que vigilar atentamente, por si ocurría algo. Durante esos ocho días no se trataron los asuntos y quejas en relación con la Orden, por lo que terminado el plazo apareció un mandato de Su Majestad para que el Eminentísimo Sr. Cardenal fuera el Comisario en relación con estas quejas, y que no se molestara más a la Corte. Pero los Estados no querían en absoluto aceptar esa resolución, y pedían que se tomara ya una determinación sobre el asunto. Esta oposición de los Estados enfadó al Cardenal; cuando pasados los ocho días el padre agente fue a buscar la resolución prometida, él respondió que la cosa iba a acabar de manera diferente a como ellos esperaban. “Su Majestad no quería recibirlos, y por eso me nombró a mí comisario para que los recibiera. Al final de la Dieta se tomará una determinación sobre el asunto de la Orden de acuerdo con los Artículos. Por lo tanto corresponde la expedición a la Cancillería Húngara; allí irá a solicitar su expedición, que será según los deseos y la intención de la Orden”.

Preguntado inmediatamente el Ilmo. Sr. Canciller, acogió benignamente al padre agente, y le dijo que ya estaba preparado el artículo sobre el asunto de la Orden, y que la expedición de nuestro asunto debía solicitarse al Sr. Secretario Juan Maholany, aunque la expedición dependía del Sr. Comisario delegado por Su S. Majestad. Se lo pidió también al Sr. Secretario, quien dijo que la expedición se haría en breve, pero no antes de volver a Viena, después de la Dieta, donde se sabría quiénes serían los nuevos Comisarios, puesto que a ellos iba dirigido el mandato referido a nuestra introducción, así que habría que estar atentos y vigilantes para ver qué ocurría en Viena. Cuando estas cosas fueron hechas, apareció también la noticia antes de la promulgación de los Artículos del Reino en el asunto de la Orden, y que decía lo siguiente:

[Noticia]

“Al asunto de la religión se refieren los artículos 25 y 26, de acuerdo con lo que la Dieta declaró el año 1681, en el artículo 21. En cuanto a los adictos a la religión augustana y a la helvética, los artículos 25 y 26 de la reciente Dieta de Sopron se opone a las reclamaciones de los mismos, por lo que ipso facto pierden su vigor. Sin embargo, por el bien y la paz universal, y por la tranquilidad interna del Reino, Su S. Majestad, por su gracia y clemencia, aunque resolvió que los citados artículos eran ratos, decidió según su paterna resolución (a pesar de la oposición del clero y otros católicos seglares) considerarlos renovados, y devolverles su valor anterior. Y si en algún caso no se habían tenido en cuenta, o había habido abusos por una u otra parte, introducidos con el paso del tiempo, que los habían violado, mandó que se aplicaran debidamente, y que si en ese tiempo había habido ocupaciones o reocupaciones, había que restituir”.

Cuando este artículo se publicó en casa de los regnícolas, los acatólicos intentaban modificar algunos términos, molestando a Su Majestad con nuevos memoriales privados, pues los señores de Brezno se daban cuenta de que iban a perder la obra y el aceite, y que había muchas transgresiones por las que se habían ido introduciendo abusos en su nave, así que pidieron una respuesta a sus memoriales en la Ínclita Cancillería Húngara. Cuando se les dio, estaba basada en el artículo 21 del Reino acerca de las religiones, en vigor del cual era necesario que se volvieran a introducir las Escuelas Pías, por medio de unos comisarios que serían nombrados para ello. Cuando se enteraron de la resolución final, ofrecieron aceptar un sacerdote católico, pero no de las Escuelas Pías, sino secular, ya que según sus privilegios, la ciudad tenía el privilegio de elegir su párroco, de acuerdo con el acuerdo de los ciudadanos. Todos unánimemente dijeron que no querían tener ninguno de las Escuelas Pías, ni de ninguna otra Orden, sino sólo de la Orden de San Pedro. Se les respondió brevemente acerca de su pretensión que eso era un asunto a tratar con el Arzobispo, no en la Cancillería del Reino. Se alegraron con el consejo y la ocasión, suponiendo que obtendrían su deseo por la simple razón de que los luteranos desearan tener un sacerdote católico, aunque no de ninguna orden religiosa, puesto que los religiosos no eran adecuados para el trabajo parroquial, y pensaban que Su Excelencia pensaría lo mismo, de modo que sacaría a todos los religiosos de las parroquias. Así que hacia el final de la Dieta escribieron un memorial en este sentido, acompañado de lo que debía acompañar para obtener más fácilmente su propósito, puesto que los regalos agradan a loas hombres y a los dioses.

Copia del Memorial de los ciudadanos de Brezno al Arzobispo

“Excelso Príncipe y Señor, Seño bondadoso.
Ya nos han escrito nuestros señores principales, delegados en la presente Dieta General que tiene lugar en Bratislava, que recibieron el benigno mandato de Vuestra Excelencia de que los Rvdos. Padres Escolapios sean reintroducidos a uso de su parroquia y diezmos en nuestra ciudad de Brezno, y se quejan lamentablemente de que ellos nos han denunciado siniestramente ante Su Majestad nuestro Señor y clemente Rey, y también a Vuestra Excelencia Arzobispal, de que los citados Padres Escolapios fueron expulsados de la ciudad en los años recientes pasados por nosotros, apoyados en las osadías tökölianas, y que además fueron despojados de sus libros y otros bienes económicos, y nos acusado ante el Magistrado Supremo de este horrible crimen. Confesamos en buena conciencia con nuestros señores principales, Excelso Príncipe, que a pesar de lo que digan los Rvdos. PP. Escolapios, culpables en conciencia, a Vtra. Excelencia, que apenas habrá uno de nuestros ciudadanos que diga que en aquel tiempo hubo una desdeñable expulsión, sino una salida. Lo mismo en cuanto a los libros que dicen que se los robamos o se los dimos a los predicadores, de lo que injuriosamente se quejan. Es cierto que algunos ciudadanos particulares se llevaron bienes de la casa, y nos mostraron que habían desaparecido, y a los culpables el magistrado del lugar les pedirá debida cuenta a su tiempo, sin ninguna negligencia.
Por lo tanto suplicamos sumisamente a Vtra. Excelencia en nombre de nuestra ciudad de Brezno que se digne prestar también su oído a nosotros en el caso presente de las quejas de dichos Padres Escolapios contra nosotros en lo que referente a los diezmos, y se digne benignamente conservarlo que se ha practicado durante más de cien años en lo referente a los diezmos, uso confirmado con un contrato sellado con el Venerable Cabildo de Esztergom en el año 1660, y la libertad acerca de la elección de los párrocos, concedida a nosotros por los Santos Reyes de Hungría y atribuida (según la cual podemos elegir a nuestros párrocos católicos, con el acuerdo de Vuestra Excelencia, y entregarles a ellos los diezmos). Esperamos la deseada resolución, por la cual estaremos siempre dispuestos a prestarle nuestros servicios a Vuestra Excelencia.
Los humildes delegados enviados de la ciudad libre y real de Brezno a la actual Dieta “.

[1688]

Corría ya el año 1688 cuando llegó este memorial al Excelso Príncipe, hacia el final de la Dieta, en los últimos días de enero, en los cuales el padre encargado de este negocio se encontraba en San Jorge, cerca de Bratislava. Habiendo logrado la resolución final, la ejecución de su negocio ya sólo dependía de los comisarios que serían nombrados, y sólo quedaba esperar, suponiendo que los de Brezno no podrían ya cambiar nada. Avisado sin embargo por algunos bienhechores de Bratislava, y luego por el mismo Sr. Secretario de la Corte de Hungría Juan Maholany que envió con este fin a su servidor a San Jorge, para decirle que estuviera atento a sus cosas al final de la Dieta, para cantar victoria al final. Habiendo recibido estos dos avisos, el mismo día salió sin demora hacia Bratislava, y disponiéndolo así Dios, a las primeras personas que encontró fue a los delegados de Brezno, a los cuales después de saludarlos cortésmente, le preguntaron familiarmente cómo iban sus asuntos en la Dieta, y sus propios negocios. Dijo que todo iba según sus deseos, por lo que le felicitaron. Después de recibir educadamente la felicitación, le dijeron que con la benigna anuencia y decisión de Su Excelencia Arzobispal iban a elegir un párroco seglar, y al día siguiente recibirían su investidura (era el sábado por la tarde, y a la mañana siguiente, tras la despedida de Su Majestad, con el preceptivo besamanos, se preparaban todos para irse a sus casas). El padre solicitante se dio cuenta de que esta información tenía que ver con los avisos que le habían dado, así que despidiéndose de los Sres. Delegados de Brezno dirigió sus pasos rápidamente hacia la casa del Secretario de Su Excelencia, que se encontraba en la Cancillería a causa de la instancia de los de Brezno, para pedirle humildemente información. Su petición no fue vana, pues le mostró el memorial citado antes, y le dijo que Su Excelencia el Arzobispo estaba más bien inclinado a concederles la investidura de un párroco seglar, pero aún no estaba hecha la resolución. Le preguntó el padre agente cómo podría evitar la investidura. Le dijo que todo el asunto dependía de que entregara un escrito suyo a Su Excelencia pidiéndole que se dignara suspender por un tiempo la resolución sobre Brezno hasta que el P. escolapio solicitante de Brezno pudiera presentar también sus razones para rechazar el memorial.

Esa misma noche escribió el documento, y cuando pidió una hora para tener una entrevista con él, le dijeron que a las seis de la mañana, la misma que habían dado a los de Brezno. Cuando se enteró el padre agente, para disponer las cosas del mejor modo posible habló con los criados de Su Excelencia, y les dijo que en el caso de que los de Brezno llegasen antes a pedir audiencia, los hicieran esperar, y retrasaran su petición. Los buenos servidores aceptaron la petición, y de hecho la cumplieron, pues no hicieron pasar a los delegados, que habían llegado antes al palacio. El padre agente esperaba la gracia de los criados en el atrio mayo del palacio. El padre no se retrasó, ni olvidó su hora, así que a las seis en punto se presentó en el palacio arzobispal, y viendo a sus antagonistas, los saludó de manera educada, y entró en la antecámara, y obtuvo inmediatamente la audiencia prometida el día anterior. En pocas palabras expuso lo que tenía que exponer, captado su gracia, y le sugirió que esperase un tiempo, si le era posible a Su Excelencia, para ver qué decidía Su Majestad, y qué convenía decirles a ellos, si podía esperar un poco. Expresó el Padre su punto de vista a su Excelencia, y éste le respondió de manera óptima, pues le mandó a volver al día siguiente a las seis de la mañana. Y así por la gracia de Dios impidió la audiencia a los de Brezno, quienes fueron despedidos del palacio por los servidores cuando salió el Padre, pues ese día ya no habría más audiencias.

El padre Agente, por su parte, para acelerar su negocio, rápidamente fue a informar a Su Eminencia el Cardenal de Kollonitz, diciéndole que Su Excelencia, a instancia de los de Brezno pensaba poner un sacerdote secular, excluyéndonos a nosotros. Cuando el Cardenal lo oyó, le respondió que eso no podía hacerse, puesto que nuestra Orden tenía ya derecho a Brezno. Le dijo que más tarde hablaría con Su Excelencia en la fortaleza de Bratislava, para que nuestra Orden obtuviera su promoción. Se supone que Su Eminencia cumplió su promesa, y recomendó nuestra promoción a Su Excelencia. Volviendo de despedir al Rey a su residencia arzobispal, hacia donde Su Excelencia iba acompañado de diversos hombres y clero, también se unió a ellos el P. Agente, y los de Brezno también fueron, y llegados al atrio mayor del palacio citado más arriba, se pusieron a esperar, para lograr por ese medio hablar con Su Excelencia, pues se olían que los criados, corrompidos por el Padre Agente, les habían excluido de la audiencia. Cuando Su Excelencia los vio en aquel lugar, preguntó en húngaro quiénes eran aquellos hombres y qué querían. Cuando los servidores le dijeron que eran los de Brezno que pedían verle, mirándolos con ojos severos dijo: “¡Fuera, herejes malvados! Ya sabemos cómo sois”. Después de dar la respuesta a los de Brezno, su Reverencia el Príncipe salió, para ir a comer a casa del Muy Ilustre Secretario el Sr. Maholany, cortesano de Hungría, al cual le contó todo lo que había ocurrido ese día y el anterior.

Al día siguiente antes de las seis de la mañana hizo llamar por su cuenta la P. Agente, quien a las seis ya se encontraba con el secretario en la corte esperando, al cual en cuanto llegó le dijo: “Padre mío, estos dicen y escriben cosas muy diversas de las V. R. nos dijo”. A lo cual el P. Agente le dijo que ya sabía que los herejes defendían su iniquidad de esa manera, excusándose y justificándose, y acusando a otros y arguyendo contra ellos. Por eso convenía que las cosas se hablaran cara a cara. A lo que el Príncipe le dijo que qué le parecía si estuvieran presentes. El padre dijo: que estén presentes. Llamó a un servidor para que fuera a buscarlos. Cuando ya estaban ellos delante, les interrogó suavemente: “Oíd –dijo- ¿con qué derecho habéis llevado a vuestra ciudad predicadores luteranos? ¿Y por qué no habéis admitido a estos padres enviados por mí para que cumplieran sus tareas parroquiales?” Uno de ellos, Jacobo Grunel, respondió que habían introducido a sus predicadores en vigor de la Dieta de Sopron, recientemente celebrada. Su Excelencia no le dejó terminar la frase, movido a impaciencia por la mentira, y exclamó con furia: “¡Mientes, malvado! ¡No tendréis, por Dios que no tendréis a vuestros predicadores!” Los ciudadanos le pedían que les permitieran enviarle una comisión futura, y que mientras tanto les permitiera conservar sus predicadores, pues querían elevar una súplica al Rey. A lo cual, movido por una impaciencia mayor, llevado por la pasión, el Arzobispo dijo: “¡No me contradigas, ni me supliques eso! ¡Quiero que inmediatamente os vayáis a casa expulséis, a los predicadores, y recibáis a los Padres!” Al oírlo, el P. agente inclinó la cabeza y pidió la bendición. Una vez impartida, le dijo el Arzobispo: “No se entretenga Vuestra Reverencia, vaya inmediatamente a Brezno y procure que les instalen”. Grunel lo oyó también; cuando salieron al atrio mayor del palacio, este señor de Brezno le dijo: “Vuestra Reverencia no intente ir a Brezno antes que nosotros, no sea que le ocurra algo malo”.

Después de recibir estas amenazas inhibitorias, el P. Agente fue a ver al Secretario de su Excelencia con el Sr. Grunel, y protestó solemnemente contra lo que le había dicho, y no obstante dijo que se iba a preparar para ir cuanto antes a Brezno. Su Excelencia, habiéndose enterado de ello, mandó llamar al P. agente, para ver con su secretario qué convenía hacer. Le dijo: “Padre mío, ¿qué haremos? Estos herejes no me gustan”. Después de reflexionar un momento, el P. agente le dijo que si Su Excelencia estaba dispuesta a aceptar un consejo, podrían consultar al Ilmo. Sr. Canciller, y al Muy Ilustre D. Juan Maholany, secretario de la corte, y que harían como ellos dijeran. El P. agente fue corriendo a ver a ambos, y les explicó lo que había ocurrido con a Su Excelencia, y humildemente les preguntó qué pensaban y qué creían que había que hacer. El P. Agente fue a decir luego a Su Excelencia lo que ambos pensaban al respecto: que mandara hacer una nueva investidura para los nuestros, y que enviara una carta a la ciudad ordenándoles severamente que ejecutaran lo que les había dicho de palabra. El consejo era óptimo, y muy útil para las Escuelas Pías, y una vez revelado a Su Excelencia, le pareció muy bien, por lo que por medio del mismo P. agente mandó preparar tanto la investidura como la carta, que juzgaba debía estar cuidadosamente escrita.

El P. agente tuvo un feliz día en sus asuntos, y después de tomar un refresco con el Sr. Secretario de Corte, y luego compuso la investidura y la carta infrascrita, que aquel mismo día, poco después del almuerzo presentó en borrador a Su Excelencia para que la leyera, el cual después de verla la aprobó completamente, y le citó al día siguiente para que se la llevara para firmarla y sellarla. Decían lo siguiente:

Copia de la investidura y de la carta

“Jorge Szecheny, por la misericordia de Dios Arzobispo de la Iglesia Metropolitana de Esztergom y Conde supremo y perpetuo del lugar y su condado, Primado del Reino de Hungría, Legado nato, Sumo Canciller y Secretario, y Consejero Privado de S.C.R Majestad, salud y divina bendición a quien lo lea.
Los religiosos Rvdos. Padres de las Escuelas Pías han intentado y han pedido varias veces volver a sus cargos, tanto en lo espiritual como en lo temporal, en la iglesia de la ciudad libre y real de Brezno que antes recibieron y poseyeron pacíficamente ahora que han llegado tiempos más tranquilos, sin ser admitidos nunca por sus ciudadanos, sino que fueron expulsados, por lo que los habitantes citados se desviaron del gremio de la Santa Madre Iglesia y no quisieron corregirse, y en contra de los Estatutos de las Dietas tomaron pastores luteranos por su propia cuenta, con manifiesto perjuicio de S.C.R. Majestad y nuestra Autoridad Metropolitana y singular detrimento de la Santa Madre iglesia, y opresión de los católicos, y rechazaron todos los remedios propuestos hasta ahora. Por ello los citados Religiosos recurrieron a Nos pidiendo humildemente ayuda, y suplicando su reinstalación. Y no hay nada en contra de que se les ayuda a obtener el objetivo al que tiene derecho.
Por lo cual Nos, con nuestra autoridad metropolitana que desempeño en este Reino de Hungría, y según la intención de S.C.R. Majestad, de acuerdo con lo determinado en la recientes Dietas de Bratislava y Sopron, queriendo en vigor de las presentes que los citados Padres religiosos sean reinvestidos y reinstalados en el real uso de la iglesia, residencia y escuelas que poseyeron antes en la citada ciudad, mandamos firmemente por las presentes que sean reinstalados en la iglesia citada, y en la administración de la misma tanto en lo material como en lo espiritual, y del mismo modo en el uso real de sus pertenencias e ingresos. Mandamos además que todos y cada uno de los sujetos de la citada iglesia de la V. Virgen de la Ciudad de Brezno que reciban y deben recibir a los citados religiosos que antes exiliaron, y que no se atrevan a oponerse a ello bajo ningún pretexto.
Después de ser mostrada y leída esta carta, será devuelta.
En nuestra Curia Arzobispal de Bratislava, a 27 de enero de 1688.
Jorge Szcheny, arzobispo de Esztergom”.

[Copia de la Carta]

“Prudentes y circunspectos, honorables señores.
Después que fuisteis requeridos benévolamente de diversos modos a readmitir a los religiosos Padres de las Escuelas Pías al real uso de su residencia, templo, escuelas y otras pertenencias e ingresos, siempre os negasteis, con el objeto de ir ganando tiempo practicando vuestra confesión augustana, esperando un dictamen favorable al final de la reciente Dieta de Bratislava. Luego nos enviasteis un memorial acusando a los citados religiosos, y excusándoos vosotros. Pero nunca apareció una razón por la cual se pudiera justificar el que instalaseis legítimamente a los predicadores de vuestra confesión augustana en el real uso de la residencia, templo y escuelas de los citados religiosos, por lo que es evidente que todo lo que habéis hecho va en contra de la orden de S.C.R. Majestad y nuestra con respecto a la citada iglesia. Por lo cual, sin considerar ahora y aquí los excesos y defectos que habéis cometido, y que pertenecen a otro foro, lo mismo que dijimos a vuestro Delegado oralmente, con la autoridad metropolitana que desempeñamos en el Reino de Hungría, os mandamos seria y firmemente en este escrito: que recibáis y debéis recibir a los citados religiosos Padres Escolapios al uso de su residencia, templo, escuelas y todas sus pertenencias e ingresos, después de expulsar a vuestro predicadores. Y no os atreváis, apoyándoos en la dieta de Sopron, a tener la práctica luterana en casas privadas, pues en ella no hay nada favorable a ello, y mucho menos en la escuela, o dedicar a ello algún ingreso de la iglesia. Queremos que todos los sacramentos y sacramentales, tanto en lo espiritual como en lo temporal, estén bajo la dirección de los religiosos citados, sin que valga ningún pretexto vuestro, en virtud de la reciente Dieta de Bratislava, y os prohibimos que hagáis nada en contra.
Una vez leída esta carta, será firmada por mano del notario, y devuelta a quien la presente. Por lo demás quedamos inclinados a mostraros nuestra gracia. En Bratislava, a 27 de enero de 1688.
Jorge Szecheny, Arzobispo de Esztergom”.

Antes de que este instrumento fuera expedido, salió de Bratislava hacia Viena la Cancillería Húngara con el emperador, lo mismo que el Emmo. Sr. Cardenal Kollonitz, que había pedido que le mostraran el documento de investidura. Como ocurría que el P. Agente estaba también a cargo de un asunto de viñas en San Jorge, y necesita un documento, fue allí, y una vez obtenido, y haber organizado el trabajo de las viñas, el 3 de febrero salió de San Jorge, en medio de un gran frío y peligro, por el Danubio hacia Viena. Allí, tras mostrar el documento obtenido al Emmo. Sr. Kollonitz, recibió la orden de ir a Brezno para la instalación. Diciéndoles a los de Brezno que si intentaban resistirse apoyándose en los efectos más sabios de la Dieta de Bratislava, que se prepararan a sufrir las decisiones de una comisión más dura. Le mandó que de todo lo que ocurriera enviara una información genuina tanto a Su Excelencia Arzobispal, como con un memorial al Emmo. Sr. Kollonitz y a la Ínclita Cámara de Hungría.

Entendida la instrucción con respecto a todas las cosas en Viena, salió hacia Brezno el P. agente, con otra carta para la reinstalación, suponiendo que ciertamente iba a recoger por fin el fruto de sus trabajos. Llegó el 19 de febrero por la tarde, y llevó consigo a los párrocos de Pedajna y Valaska, en presencia de los cuales mostró a los ciudadanos solamente la carta del arzobispo. Ese día no tuvo ninguna respuesta, pues había que convocar a la comunidad. Al día siguiente, en presencia de toda la comunidad, fue leída la carta y también la investidura en presencia de los párrocos. Después de reunirse en consejo los senadores, juntos el presidente juez Jacobo Grunel y el notario, respondieron que ya habían elegido párroco según la libertad que les habían concedido los santos reyes de Hungría, por lo que ya habían enviado un mensajero pidiendo la investidura al Vicario y al Arzobispo, por lo que las presentes no tenían ningún valor, ya que iban contra sus derechos. Complicadas así las cosas, el mismo día salió del P. agente de Brezno hacia Prievidza. Mientras tanto los de Brezno insistían para conseguir un párroco seglar ante el Vicario y el Archidiácono, corrompiéndolos con sus regalos, favoreciéndoles un camarlengo de la Cámara de Banska Bystrica, que envió una petición inoportuna al Arzobispo por medio de un P. Czeles, que entonces era Rector del colegio de la Compañía de Jesús en Bratislava, consejero privado del Príncipe y opuesto a las Escuelas Pías. El P. agente en cuanto llegó a Prievidza no dejó de cumplir su obligación, informando a todos a quienes las cosas sucedidas podían interesar, concretamente al Arzobispo, al Sr. Cardenal Kollonitz, a la Cancillería de Hungría y al P. Provincial.

La relación al arzobispo, que envío por medio de los correos de Bratislava, teniendo que pagar el P. Agente los gastos, decía lo siguiente:

[Carta al Arzobispo]

“Excmo. y Rvmo. Príncipe, benignísimo Señor.
Después que los Delegados de la libre y real ciudad de Brezno mostraran a V. Excelencia su memorial en la reciente Dieta de Bratislava, excusando sus abusos y excesos, y después que ante V. Excelencia una y otra parte comparecimos personalmente las dos partes, y que V. Excelencia oyera las razones de una parte y otra; y después que se dignara graciosamente pedir de viva voz a los ciudadanos expresados que hicieran salir de nuestra residencia a los predicadores luteranos que habían introducido por su cuenta contra el dictamen de la Dieta de Sopron, y que nos cedieran y entregaran todo lo que antes habíamos tenido, y después que nosotros entregáramos un escrito mucho más detallado de V. Excelencia en que les mandaba lo mismo firmemente, escrito que nosotros les mostramos en presencia de dos sacerdotes, más endurecidos que de costumbre en su pertinacia herética, no estando de acuerdo, rehusaron cumplirlo, y estando así de mal las cosas, a nosotros nos expulsaron de la ciudad por cuarta vez. Y no quisieron hacerlo con la excusa de que habían enviado escritos, tanto a S.C.R. Majestad como a Vuestra Excelencia. Pues para paliar sus excesos y escapar de los castigos merecidos por ellos, han enviado una carta pidiendo un sacerdote católico secular, y de este modo podrán expulsarnos de nuestra residencia.
Por lo cual suplicamos humildemente a V. Excelencia que se digne no creer las razones que alegan contra nosotros, y todavía menos efectuar la investidura de un sacerdote secular, sino más bien proteger nuestra Orden, para promover allí el culto católico, y mantenernos con su autoridad metropolitana, donde fuimos investidos por S.C.R. Majestad y el Excmo. y Rvmo. Príncipe Jorge Szelepcheny de piadosa memoria, antecesor de V. Excelencia, y también por el doble mandato de reinstalación de V. Excelencia, enviado a los ciudadanos citados para resumir nuestras tareas parroquiales.
Para obligar a obedecer a los citados ciudadanos, que con insolentes abusos se atrevieron a desobedecer las órdenes recibidas dos veces y lesionar la Autoridad de V. Excelencia, sería un remedio eficaz que V. Excelencia contara tanta exorbitancia en un escrito a S.C.R. Majestad, y le rogara que cuanto antes proveyera el remedio oportuno, pues si ahora logran deshacerse de los religiosos en su ciudad, pronto se las arreglarán para expulsar a todos los católicos. Gracia y patrocinio de V. Excelencia que pagaremos mientras vivamos con nuestras pobres prácticas religiosas”.

Carta al Eminentísimo Sr. Cardenal Kollonitz

“Eminentísimo y Rvmo. Príncipe, benignísimo Señor.
Los ciudadanos de la Libre y Real ciudad de Brezno no dejan de inquietar a Su Excelencia pidiéndole un párroco secular, tratándole de persuadir con razones ilegítimas en contra nuestra, principalmente atribuyéndose a sí mismo el patronazgo de la iglesia, con el grave peligro de que nos excluyan, con gran infamia y deshonra, con manifiesto prejuicio de S.C.R. Majestad, por cuya gracia nosotros fuimos introducidos y confirmados allí. Y además con ruina del provecho espiritual al impedir la disciplina escolar que allí promovimos con notable esfuerzo durante más de diez años, además de los trabajo hechos por la exaltación de Nuestra Madre Iglesia, los cautiverios, los cruelísimos martirios con que fuimos golpeados.
Por lo cual suplicamos humildemente a V. Eminencia que por su piedad innata y su gracia se digne promover nuestra Orden, e impedir las maniobras de los ciudadanos citados, que llevan a cabo por medio de instancias enviadas en estos días a Su Excelencia Arzobispal, y quizás también a S.C.R. Majestad en contra nuestra y de la fe verdadera, promoviendo su fe herética, y graciosamente disponga que podamos volver al uso de aquella residencia que tuvimos antes y poseímos pacíficamente. Gracia etc. etc.”

Al muy Ilustre Sr. Secretario de la Cancillería Húngara

“Muy Ilustre y Generoso Señor, Patrón graciosísimo.
Después de despedirme de Vuestra Ilma. Señoría en Viena y salir hacia Brezno con la carta de reinstalación de Su Excelencia Arzobispal (de la cual dejé una copia a V.Ilma. Señoría), llevándola, persuadido por V. Señoría, y acompañado de dos sacerdotes pedí la reinstalación, que Su Excelencia había ordenado, tanto oralmente a su Delegado, como por escrito con mucho más detalle, pero lo cierto es que en vano gasté otra vez mi trabajo y mi dinero, pues la cosa se complicó y fui tratado despóticamente. Para paliar sus excesos, han pedido un sacerdote católico secular etc. etc. Como más arriba”.

Lo mismo le escribió al P. Provincial, pidiéndole además que le dijera qué podía hacer, pues muchos de los nuestros murmuraban que se hacían muchos gastos inútiles, y el P. Provincial le contestó lo siguiente:

[Carta del P. Provincial]

“He recibido hoy la carta de V. P. fechada el 2 de marzo en Prievidza, y veo que si debió moverse contra el gobiernillo de Brezno tenía que haberlo hecho con un fundamento firme. Quiero decir lo que le dije antes, que convenía tener preparados todos los documentos, diplomas, órdenes de la Cancillería Húngara, y una vez en posesión de ellos, empujar tenazmente. Ahora que los ha molestado sin los documentos requeridos, están advertidos, y es de temer que el trabajo y esfuerzo de V.P. no sirvan para nada. Y además convenía que, ya que ha dado el asalto, no se quedase en Prievidza esperando mis órdenes, sino que saliese hacia Bratislava y Viena, para prevenir allí las maquinaciones luteranas. Por lo demás continúe V.P. haciendo lo que estime mejor en el Señor por el bien del lugar, y haga por su casa confiadamente todo, y que el retraso no le sea perjudicial. Parece que V.R. me significó que el P. Rector está contra nosotros, pues hizo llegar una carta al Arzobispo, quizás de acuerdo con los de Brezno, y con el archidiácono, quizás porque desean este beneficio para sí o para favorecer a un seglar, y que de ese modo nos hicieron fracasar infaliblemente. Pues en este tipo de asuntos, el primero es el preferido. Vuestra Reverencia en persona debiera haber pensado y hecho algo, pues no le falta experiencia ni en las causas ni en los modos. No tengo nada más que añadir, pues me temo que mis consejos ya llegan tarde. Haga mientras tanto lo que pueda. Y si pluguiese a Dios que otro recibiese ese beneficio, y nos sacaran fuera, no por ello debiéramos turbarnos, pues de este modo aquellas almas tendrán un párroco que las gane para Dios, y sería lo mismo que si los nuestros trabajasen en aquella viña del Señor. Hágase la voluntad de Dios, y sea ello para nuestro mayor beneficio y sumo consuelo. Y en caso de no conseguir ese beneficio, no se preocupe V. Paternidad, que encontrará sitio y pan en san Jorge, pues el futuro es ancho. V.P. téngame al corriente de todo lo que haga. Mientras tanto me encomiendo a sus oraciones. En Podolín, a 9 de marzo de 1688.
Siervo humilde en Cristo, Miguel de la Visitación de la B.V.M., Provincial”.

Respuesta del P. Asistente

“P.C. No me alegró V.R. con su anuncio, pero ahora debe actuar con todas su fuerzas de modo que no nos convirtamos en ludibrio del enemigo, así que V.R. haga todo lo que le dicte su ingenio para conseguir vencer esta causa. Y V. R. no necesita tener escrúpulos que me expresa en su carta, sobre que no se atreve a moverse sin licencia expresa de la casa para llevar adelante el negocio empezado. Puesto que V.R. tiene pleno derecho a obrar por la casa para emplear cualquier medio para sacar adelante la causa. Así que V.R. deje aparte los escrúpulos y haga lo que tenga que hacer. Oro a Dios por V.R. Creo además que el P. Rector, al que saludo con mucho afecto, no dejará de darle el consejo y ayuda en esa necesidad y negocio, que respecta al bien de toda la Provincia. No estaré contento, ni conoceré descanso hasta que V.R. me dé el consuelo que espero. Mientras tanto me encomiendo a sus oraciones. Podolín, 9 de marzo de 1688. Humilde siervo de V. Paternidad, Vicente de San José, Asistente”.

Memorial enviado a Su Majestad

“Sacratísima C.R. Majestad, clementísimo Señor.
Después de solicitar repetidas veces y por diversos medios la vuelta al uso de la iglesia y residencia en la libre y real ciudad de Brezno, poseída antes por la gracia de V.S. Majestad, y de mostrar tanto los benignos mandatos de V.S. Majestad como los decretos de instalación del Arzobispo, sin embargo nunca fuimos admitidos por los ciudadanos de ese lugar, que se resisten y contradicen nuestra primera inducción e instalación hecha, alegando su derecho de patronato de la iglesia, en vigor del cual pretenden la libre elección de párroco, por lo cual no pudieron realizarse los citados benignos mandatos, y a nosotros nos han rechazado siempre. Ahora, para borrar todos sus excesos y abusos, a la espera de la Comisión de Vuestra Majestad, que decidió la reciente Dieta de Bratislava, sintiéndose mucho más inquietos y para escapar de la merecida reprensión que merecen por los rechazos cometidos y por no haber obedecido los mandatos tanto de V.S. Majestad como del Arzobispo, y para paliar la desobediencia y los errores cometidos, no cesan de molestar a Su Excelencia el Arzobispo por medio de diversos partidarios suyos pidiendo e insistiendo sin respiro la introducción un párroco católico que ellos mismos presentarían y elegirían, y hemos sabido que Su Excelencia el Arzobispo, no pudiendo resistir las frecuentes e inoportunas instancias, está muy persuadido e inclinado a concedérselo.
Como esto supone un peligro grande e injurioso para nuestra Orden, además de que el patronato de las iglesias en el Reino Apostólico de Hungría corresponde absolutamente y sin ninguna duda, convenía que con religiosa sumisión hiciéramos recurso para pedir el remedio oportuno para que fuéramos benignamente introducidos y confirmados por derecho real para poner los primeros fundamentos de la fe verdadera, y que de acuerdo con el miso derecho, seamos reintroducidos y clementemente establecidos allí. Por lo cual suplicamos humildemente a V.S. Majestad que se digne protegernos y mantenernos para ser readmitidos y firmemente instalados en la citada ciudad de Brezno, así como en los diversos emolumentos tanto espirituales como materiales de que hemos sido privados en aquella ciudad y de que somos merecedores, y que benignamente obligue a sus ciudadanos a que no impidan la reintroducción, mediante un clementísimo mandato al Supremo Comisario delegado yo o que se delegue para el asunto de la Religión. Puesto que ya hemos realizado grandes esfuerzos para poner allí los fundamentos de la fe verdadera, hemos trabajado mucho en formar a la plebe depravada por la herejía, y promoviendo la disciplina escolar y hemos soportado constantemente injuriosas vejaciones, insultos deshonrosos, azotes, cautiverios, hasta dar la vida por medio de una cruelísima muerte por odio a la fe de nuestra religión, no sin grandes gastos.
Nos esforzaremos en pagar la anuencia clementísima de V.C. Majestad con nuestras indignas religiosas y santos sacrificios de la misa, trabajando asiduamente por la conversión de los herejes, orando a la Divina Majestad por los triunfos gloriosos de V.S. Majestad y la S. Iglesia Romana sobre el enemigo, además de por su felicidad y prosperidad.
Humildísimo siervos y fieles súbditos y capellanes de V.S. Majestad, los religiosos de las Escuelas Pías exiliados de Brezno”.

Copia del mandato Imperial al Ilmo. Sr. Conde Jorge Erdeody de Monyörokörök, Comisario Supremo Delegado para los Asuntos Religiosos

“Leopoldo, Emperador de Romanos por la gracias de Dios, siempre Augusto, rey de Germania, Hungría, Bohemia, etc.
Respetable y Magnífico, fiel querido nuestro.
Por las cartas adjuntas conocerás en detalle los abusos cometidos por los ciudadanos de fe augustana y helvética de nuestras ciudades de Kremnica y Brezno. Los de Kremnica, en la elección del juez; los de Brezno por la temeraria intentada remoción y damnificación de los Padres de las Escuelas Pías, legítimamente investidos y confirmados en la parroquia de aquella ciudad por Nos y por los arzobispos difunto y actual de Esztergom, según explican los padres en detalle. Queremos que se arreglen y rectifiquen todas esas cosas, puesto que manifiestamente van en contra tanto de los estatutos eclesiásticos como de los seculares, y los demás abusos, de acuerdo con la intención de los artículos de la Dieta de Sopron y la reciente de Bratislava con respecto a estos temas, por ti, que hemos nombrado nuestro Comisario.
Por lo tanto te ordenamos y te mandamos firmemente que corrijas esos abusos, y que a los citados padres no sólo los reintroduzcas y restablezcas en la parroquia citada, sino que mandes que se les dé debida satisfacción por los daños causados. Así lo harás. Quedamos inclinados a mostrarte nuestra imperial y real gracia.
En la ciudad de Viena, a 21 de marzo de 1688. Leopoldo (m.p). Juan Maholany (m.p.)”.

Notas