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Capítulo 53º. Algunas noticias, especialmente sobre la conversión de herejes.

Hemos dicho que el alabado P. Antonio Bajtay había dicho un discurso en Buda antes las órdenes de Hungría el 13 de mayo de 1749 con ocasión de poner los cimientos del palacio real que se iba a reconstruir. No estará fuera de lugar transcribir la destrucción de Buda que tuvo lugar en el incendio del año 1723[Notas 1].

Aquel año, por medio de un autor aún desconocido, tuvo lugar en Buda, capital de Hungría, un terrible incendio en la fiesta de Pentecostés, de modo que encendió la pólvora en las torres, mugiendo como máquinas de bronce más allá de las murallas, convirtió la puerta Albana, templos de los religiosos, magníficas residencias de la ciudad en chispas y carbones funerarios. Murió y resultó herida mucha gente, y muchos desaparecieron en el aire o en el Danubio. No sólo esto, sino que en Pest, ciudad que está en la otra orilla del Danubio, esta lengua de fuego les hablaba de asesinatos, muertes y miedo pánico, y no hubo ninguna ventana que no se rompiera a causa del fragor próximo. Sólo faltaba para completar este miserable espectáculo que esta maligna luz rodeara y prendiera fuego al magnífico palacio real. Si hubieras conocido antes Buda, te preguntarías si Buda es Buda.

Pero pasemos a los documentos que tratan sobre la conversión de herejes.

“Yo, Miguel Vánek, del clero del Reino de Hungría, archidiócesis de Esztergom y párroco de Szostolnofalva, a petición del P. Jacinto (Hanghee) de la Asunción de la B.V.M. de las Escuelas Pías, predicador de Prievidza, escribo y doy el nombre del catálogo de las almas que en mi parroquia se han convertido del error luterano a la verdadera fe, gracias a sus predicaciones y coloquios espirituales, y lo firmo y pongo mi sello. En Szostolnofalva, a 19 de agosto de 1738.
(Siguen nombres y apellidos de 37 personas convertidas).
En fe de lo cual, Miguel Vánek, propia mano, párroco de Szostolnofalva”.[Notas 2]
“Después que el P. Jacinto de la Asunción de la B.V.M. de las Escuelas Pías, predicador del colegio de Prievidza, se acercara muchas veces a un parroquiano mío llamado Adán Kovac (adicto al error luterano con toda su familia) y hablara con él sobre la única fe que salva, perdiendo en ello la obra y el aceite, pues seguía igual de obstinado, ocurrió que, permitiéndolo Dios, su hijo Juan cometió un homicidio voluntario, y con esta ocasión el citado padre se acercó al nombrado parroquiano mío, prometiéndole que obtendría el perdón de la vida de su hijo si él con toda su familia se convertía a la fe verdadera. Aceptada la condición de la liberación de su hijo (que mientras tanto, fugitivo, se mantenía en asilo), trabajó duramente durante dos años por medio de agentes espirituales y políticos hasta conseguir del difunto emperador que le conmutara la pena ordinaria del homicidio por una temporal. Tras un año de trabajo, le exigió que viniera a la iglesia de los Padres, y su padre con todas las personas de su casa, diez en total, aceptaron la fe salvífica, y como él era el único letrado en todo el pueblo, le siguieron sus familiares Juan Dudacs de 94 años y Andrés Rusnak de 96 años, y otros muchos que se espera se conviertan próximamente. En fe de lo cual y a petición del Padre doy testimonio provisto del sello habitual de nuestra comunidad, y lo firmo con mano propia en presencia de nuestro notario. En nuestra posesión de Valaska –Bela, junto al condado de Nitra, el 28 de agosto de 1741.
Jorge Gábor, párroco de Bela, mano propia. Juez de la comunidad de Bela.
Esteban Adamcza y los demás jurados. Juan Majerczik, notario de Walaska-Bela.
En fe de la conversión a la fe salvífica de los citados lo firmé, Emerico de S. Juan Bautista, secretario provincial”[Notas 3].
“Número de convertidos por el P. Jacinto de la Asunción de la B.V.M. de la secta luterana a la fe ortodoxa, durante el tiempo que estuvo en Prievidza.
1737: los convertidos fueron 19, de los cuales 17 varones y 2 mujeres.
1738: “ “ 25, “ 14 “ 11 “ .
1739: “ “ 34, “ 21 “ 13 “ .”
“Adán Kovac, haciendo las veces de ministro luterano del lugar, con toda su familia, 17 personas, cuyos pasos siguieron muchos después, de tal modo que en esta aldea se encuentran ya muy pocos seguidores de Lutero, acerca de cuya conversión trabajé dos años, y cuyo hijo Juan libré de la muerte a causa de un homicidio que cometió, es ahora norma y ejemplo para muchos, tanto nacidos católicos como convertidos. Lo confirmo con rectitud de conciencia. Lo mismo… Juan Podolanyi, párroco de Prievidza; Miguel Wanek, párroco de Szostolnofalva”[Notas 4]

Se pueden encontrar otros documentos similares en el archivo de las Escuelas Pías de Roma y en la Congregación de Propaganda Fide, que proclaman claramente la actividad de los nuestros, asidua, incansable y fructuosa en la conversión de herejes. Esto fue realmente admirable. Consta claramente que nuestros religiosos añadieron al arduo trabajo de la escuela la sagrada tarea de predicar la palabra divina, movidos por el deseo de seguir la exhortación de San Pedro a nuestro José de Calasanz, y hubo una abundante cosecha, siguiendo el ejemplo y la práctica de los venerables padres que constituyeron las primicias de nuestro instituto en Germania.

En el primer periodo de nuestra institución en estas partes, los nuestros encontraron el terreno salvaje y corrupto con los errores de los herejes, y dedujeron que era necesario purgarlo y renovarlo. Para llevarlo a cabo, además del favor divino, con el cual nuestros misioneros fueron bendecidos por el cielo, no poco contó el primer impulso del P. Pedro Casani, que mostró al camino a seguir con los innovadores para que volvieran al seno de la Iglesia de Cristo, escribiendo sus Respuestas a cuatro dudas, con las cuales los rústicos de cualquier herejía pueden pasar a la fe Católica[Notas 5], y algunos Tratados sobre doctrina teológica.

De qué modo salieron a la luz las obras citadas, nos lo explica el P. José Jericó: “En el año 1640 D. Adolfo Merritz, barón de Zierotin, dio a conocer a la Sagrada Congregación de Propaganda Fide la obra impresa en Moravia por los padres de las Escuelas Pías Santiago de S. Francisco y Nicolás de la Cruz, los cuales, solicitados para realizar el trabajo misionero por el archiduque austriaco Guillermo, convirtieron a la fe católica dos mil luteranos y calvinistas”. El mismo autor afirma que sólo en un quinquenio, desde el año 1650 hasta el final del pontificado de Inocencio X, se enviaron documentos a la misma S. Congregación en los que constaba que nuestros religiosos habían traído a la Iglesia Católica más de dos mil quinientos treinta herejes[Notas 6]. En el epistolario del Rvmo. P. Carlos Juan Pirroni de Jesús, Prepósito General, leo la carta que escribió en Roma y envió a Nikolsburg al R. P. Ambrosio de Sta. Luzmila, provincial de Germania, el 25 de marzo de 1679: “Esta mañana he recibido no poca satisfacción cuando, en presencia del padre confesor del Sumo Pontífice, he oído decir al Rvmo. P. General de los C.R. Teatinos, regresado aquí hace poco, que el Nuncio Apostólico le había dicho que nuestros religiosos de esta provincia trabajan tan valientemente en el ejercicio de su instituto y buscando el bien de las almas, que apenas hay otros religiosos que se les puedan comparar en trabajo y fruto. Tanto más que los diecisiete que están ahí brillan de tal modo que no se puede dejar de alabar su esfuerzo, su idoneidad y sus facultades, y tenerlos por muy gratos. Sea dada gloria a Dios, y ojalá Dios pueda poner de manifiesto que cada provincia, y esa en particular, se esfuerzan para mayor gloria suya, que nuestra Orden no ofrece obreros inútiles a la viña del Señor. Si se le presenta alguna oportunidad, dé muchas gracias V.R. al Ilmo. Nuncio en mi nombre por tanto favor y encomio, por estar atento a mostrar con sus gestos nuestra obra…”[Notas 7].

Leerás en los sermones sobre la vida de los religiosos difuntos que la praxis de los nuestros produjo frondosas ramas con profundas raíces en las provincias de Germania, porque se dedicaron a la predicación de la palabra de Dios, tanto al pueblo como a los magnates, presentada de manera sencilla o en la catedral; y siempre tenían unos fundamentos sólidos, en filosofía, teología y derecho canónico. Sus semillas, vivificadas por la fuerza de la virtud romana y la salubridad del suelo, germinaron, florecieron y produjeron mucho fruto, como indica claramente el catálogo de nuestros escritores. No hay de qué admirarse: se ofreció a los novicios, por disposición de José de Calasanz, tales directores de espíritu, prefectos de estudios y autores de obras que con ellos resultaron muy útiles a nuestra Orden, fieles a las doctrinas de la Iglesia y dedicados a la salvación de las almas. Los primeros fundamentos de esta institución los puso el Ven. P. Pedro Casani, con los eximios tratados que compuso en diversas partes destinados a los estudiantes, concretamente Tratado de la Santísima Trinidad; Tratado del Sacramento de la Penitencia; Tratado de los Auxilios de la Divina Gracia; Tratado de los fundamentos de la Fe Cristiana, que se conservaban en 1718 en la biblioteca de las Escuelas Pías de Nikolsburg, según refiere el P. José Font de S. Lorenzo[Notas 8], y de los cuales ya el P. Pedro Pablo Grien de la Madre de Dios escribió en 1647 que se encontraban en Nikolsburg, añadiendo que el primero y el tercero de ellos estaban encuadernados en pergamino[Notas 9]. Parece que el Ven. P. Juan Crisóstomo Salistri de S. Pablo dedicó a los hermanos germánicos para estimularles, y al mismo tiempo para aplaudirles, un librito manuscrito dedicado, con el título Sobre el amor, el cual es mencionado por D. Cristóbal Zapata de Cisneros, conde de Barajas, en una carta escrita al Rvdo. P. Paulino Chelucci de S. José, Prepósito General, desde Strzilek en Moravia el 13 de septiembre de 1753.

Sería largo mencionar a cada uno o a los principales hermanos calasancios que escribieron manuales para predicar para uso del clero, y otros de filosofía, teología y ambos derechos. Ni el pesado trabajo cotidiano de la escuela, ni las dificultades de los tiempos aumentadas por las guerras, ni la pertinacia de los herejes, ni las persecuciones por los envidiosos de nuestras escuelas fueron impedimento para que los nuestros se esforzaran en el estudio de las cosas santas y de las ciencias para servirse mejor a sí mismos y al prójimo. De estos operarios de la viña calasancia se puede decir lo que un hermano nuestro afirmó en un sermón sobre Sto. Tomás de Aquino (en el año 1750): “Hacía Tomás lo que suelen hacer los mineros del oro, los cuales cuando encuentra rocas tan impenetrables como el hierro, no por eso arrojan la pala, el escoplo y el martillo, sin que con tanta mayor intensidad golpean cuanto mayor es el precio del oro de cuya esperanza viven”.

Notas

  1. Documentos de la casa de Prievidza, nº 1 (Archivo General)
  2. Provincia de Hungría, nº 24: Conversiones de herejes en Hungría (Archivo General)
  3. Provincia de Hungría nº 24: Nitra, 28 de agosto de 1741. Diversas conversiones por el P. Jacinto de la Asunción (Archivo General).
  4. Provincia de Hungría, casa de Nitra, nº 17. (Archivo General).
  5. Estas Respuestas se encuentran en el Archivo General de Roma.
  6. P. José Jericó, Varones insignes en santidad de vida del Instituto y Religión de los CC.RR.PP. de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, 1751, Valencia.
  7. Registro de 1677 a 1680 (Archivo General).
  8. En su obra Triunfo del Santo Evangelio, pág. 760.
  9. No puedo dejar de deplorar aquí una inconsciencia incomprensible y detestable. Cuando fui a Nikolsburg con motivo de la visita, pedía al P. Rector, Gustavo Grünes de S. José, varón recto y sabio, hombre que no sólo tenía grandes conocimientos filosóficos, sino que también conocía bien varias lenguas, como el griego, el latín, el alemán, el ilírico, ir al archivo de la casa para admirar los alabados manuscritos del P. Casani. Me dijo que el archivo había ardido en un incendio. Lo sentí mucho. Más tarde, estando una vez en Viena, hablando con el P. Miguel Hersan de la Virgen Fiel, me enteré de que había nacido en el pueblo de Hohenau en Moravia, y había hecho sus primeros estudios en el colegio de Nikolsburg. Le nombre lo del incendio del archivo, y él me explicó cómo ocurrió el incendio. Dijo que en invierno, para encender la caldera de la calefacción cada día cogía algunas hojas de papel del archivo, así que aquel necio quemó un archivo.