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Capítulo 6º.Sobre los primeros religiosos de la casa de Nikolsburg

Conviene para edificación nuestra decir algo acerca de la vida y costumbres de algunos de los primeros religiosos de nuestra Orden que fueron enviados por nuestro Santo Fundador José a Nikolsburg para ejercer nuestro instituto e invitar a los herejes a la conversión.

El P. Peregrino de S. Francisco, llamado Fabricio Tencani, nació en Pavulli, del Estado de Módena. En el año 1618, a los 49 de edad, fue atraído en Roma por el amor hacia la Congregación Paulina, y recibió el hábito de la Congregación de manos de nuestro Santo Fundador el 6 de enero de 1619. El 2 de febrero de 1621 emitió los votos simples, y dio tales ejemplos de eximia perfección religiosa que José, usando el permiso pontificio, le hizo recibir las sagradas órdenes en tres días de fiesta, y el mes de julio siguiente lo envió a fundar el instituto en Nursia con doce compañeros. Allí el día de la fiesta de la Anunciación de la B. V. M. del año 1624, por orden de José, emitió los votos solemnes a Dios ante el vicario general del obispo, y el mismo día él mismo recibió la profesión solemne de otros seis religiosos. El año 1627 fue nombrado Asistente General por nuestro Santo Padre en lugar del fallecido P. Pablo Ottonelli, y el año 1631 fue enviado por el mismo Santo Fundador con otros siete a Germania, y allí, como ya hemos visto, fue el primer superior de Nikolsburg, y luego fue nombrado primer provincial. El P. Peregrino respondía tan admirablemente a los piadosos deseos del fundador Cardenal y Príncipe Francisco Dietrichstein, que este escribió a José el 14 de julio de 1634, temiendo que quizás sería llamado a Italia, las palabras siguientes: “Me sabría mal que debiera cambiar de lugar al superior P. Peregrino, hombre notable por su prudencia y santidad”. Y el 18 de octubre de 1635: “Le repito lo que siempre le he dicho, que el P. Peregrino es un hombre muy recto y que se esfuerza mucho por las disciplina regular”.

En el mes de mayo de 1636, con ocasión del Capítulo General que debería celebrarse al año siguiente, volvió a Roma y fue de nuevo nombrado Asistente General por nuestro Santo Padre en lugar del P. Santiago Graziani de S. Pablo, que había fallecido, y fue confirmado en el cargo por los padres reunidos. El P. Peregrino era un auténtico modelo de perfección religiosa, y observantísimo de la disciplina regular, no sólo en su propia persona, sino que también la exigía a los demás, y brillaba en todas las virtudes, en especial la templanza y la mortificación de su cuerpo. Al final padeció durante mucho tiempo una grave y molestísima enfermedad, a causa de la cual tenía fiebre continuamente, y se le formaron cuarenta y cuatro úlceras en la garganta, en la cara, en los labios, en las manos, en los pies y en todo el cuerpo, de las que manaba una sustancia asquerosa; en ella mostró una paciencia admirable, y siempre decía lo mismo que Job: “Bendito sea el nombre del Señor”. Este atleta invicto siguió el camino de toda carne valerosamente, abrazado por nuestro Santo Padre, el 22 de abril de 1640, a los 71 años de edad. Su cadáver no se puso rígido, sino que permaneció blando, como de un hombre vivo, y lo que es más admirable, no quedó ninguna señal de sus úlceras en su cuerpo, lo cual fue un triunfo eximio de su heroica paciencia (PP. Nicht y Talenti).

El P. Ambrosio de Sta. María, de apellido Leailth, era de Bolzano en el Tirol; fue a Roma para hacer el noviciado religioso, y una vez emitidos sus votos, fue uno de los primeros que José envió a Nikolsburg con el P. Peregrino Tencani, y allí fue superior de la casa desde el año 1634 hasta 1645, que fue el último de su vida, excepto el año 1641, en que fue enviado como superior a la nueva casa de Liechtenstein o Krumlov en Moravia. A este cargo añadió durante muchos años el de primer asistente, y residiendo el P. Onofre Conti del Stmo. Sacramento en Polonia, gobernó toda la provincia de Germania con gran prudencia. No se puede explicar con palabras cuántos ubérrimos frutos produjo este obrero bueno y fiel, tanto por la inocencia de costumbres y el ejemplo de vida religiosa, cuanto por su enseñanza cristiana y celo apostólico durante los once años que trabajó en la viña del Señor. Predicaba con tal energía y fervor a los herejes que inundaban Moravia y Bohemia que fue llamado “Martillo de los herejes”, de los cuales convirtió no pocos al redil de la Iglesia Romana. Instruía de manera admirable a los niños en los rudimentos de la fe verdadera como catequista, tarea que siempre desempeñó concienzudamente junto con su cargo de superior. Movido únicamente por el bien de las almas, nunca se permitía tomarse un descanso. Lamentando la devastación producida por la peste en Nikolsburg, atendió con suma caridad a la gente infectada, y él mismo se contagió, y falleció víctima de la caridad el 15 de octubre de 1645, a los 43 años de edad.

Añadiré algo de lo que se escribió acerca de su muerte a nuestro Santo Padre. El 18 de octubre el P. Glicerio Mezzana de S. Carlos escribió desde Straznice lo siguiente: “Pidiéndole la santa bendición, antes de morir en esta región devastada por la peste, quiero informar a Vuestra Paternidad de que el domingo pasado, mientras estaba haciendo la oración mental de la mañana, falleció de muerte repentina aquel fuego de fervor y caridad, aquel apoyo de los moribundos indefensos, aquel religioso óptimo, a saber el padre Ambrosio, pilar de la casa de Nikolsburg”. El 23 de diciembre desde Nikolsburg escribió al mismo Santo Padre el P. Alejandro Novari de S. Bernardo, viceprovincial: “Vine de Litomysl aquí porque un sacerdote, a causa de administrar los sacramentos en esta ciudad, pasó a una vida mejor; hablo de nuestro bueno, santo y querido de todos P. Ambrosio, superior de esta casa. No se puede expresar con pocas palabras lo dolorosa que ha sido esta pérdida para todos. Se puede conjeturar el enorme dolor por los muchos ciudadanos que cada día vienen ante su tumba en nuestra iglesia para llorar su muerte. Lo apagó la peste, mientras estaba en la oración. Murió a causa de sus trabajos, y recibirá la recompensa de sus buenas obras de aquel que recompensa las buenas obras hechas”. (P. Nicht).

El clérigo José de S. Nicolás Tolentino, llamado en el siglo José Apa, napolitano, hizo los votos solemnes a Dios en Roma el 8 de abril de 1629. El 21 del mismo mes con otros cuatro hermanos tomó un navío en Nápoles que se dirigía a Ripa Magna, y al llegar a Gaeta se vio que estaban a punto de naufragar, por lo que después de decir el acto de contrición, que invitó también a los demás a hacer, pronunció con gran fervor estas palabras: “Por el signo de la cruz, líbranos de nuestros enemigos, Dios nuestro. Cristo reina, Cristo impera, Cristo vence, Cristo nos defienda de todo mal”. Y mostró lleno de fe y esperanza a las olas una cruz de madera que había recibido de nuestro Santo Padre, e inmediatamente se calmó la atrocidad del mar proceloso. La misma cruz iluminó con resplandores el camino para volver al puerto. Me complace copiar un parte de la carta que el P. José envió de Roma al clérigo José que estaba en Nápoles el 27 de abril: “Procure enseñar a todos, tanto en la escuela como en el oratorio, cuánto importa el santo temor de Dios en el corazón de los muchachos, que es la doctrina más elevada que se puede enseñar en esta vida y la más meritoria cuando se hace solamente por amor de Dios, pues es cierto que entre las obras santas, es santísima el cooperar en la salvación de las almas”.

El año 1631 fue enviado con el P. Peregrino Tencani de S. Francisco y otros a Nikolsburg, tanto a causa de sus virtudes, en particular la devoción a la Santísima Virgen, como por su buena preparación intelectual, especialmente en poética y oratoria, que enseñaba, con lo que ganó el aprecio de todos, y en especial del Eminentísimo fundador el Príncipe Cardenal Dietrichstein[Notas 1]. Al principio de agosto de 1632 se puso enfermo, y llevó la incomodidad con admirable paciencia y resignación a la voluntad de Dios, y el día que había predicho, que era el de la vigilia de la Asunción de la B.V.M., descansó en el Señor con fama de santidad, a los 23 años de edad, primicia de los fallecidos en Germania de las Escuelas Pías. Anunciando su muerte a nuestro Santo Fundador, el P. Peregrino, superior de la casa de Nikolsburg, escribió lo siguiente el 18 de agosto: “El sábado hacia media noche, con gran dolor nuestro y de los de fuera, falleció el H. José, ejemplo de singular paciencia y obediencia, a los 13 días de estar enfermo, el cual había predicho cinco días antes que moriría el sábado, vigilia de la Virgen Santísima”. De su muerte informó también a nuestro Santo Padre el Rvmo. e Ilmo. Sr. Gramay, prelado de Arnhern, el 23 de agosto con estas palabras: “La vigilia de la Asunción de la S. Virgen Madre de Dios a los cielos, hacia media noche, descansó en el Señor, y sin duda fue también asunto con su Abogada al cielo, mi queridísimo H. José, que tanto había avanzado en el conocimiento de la lengua germana, de modo que ya podía predicar en ella, y que iba a decir este mismo día un sermón en esa lengua en presencia del Príncipe. Cuando me enteré de que estaba enfermo fui al colegio, y allí permanecí día y noche, junto a aquel óptimo religioso. Pero creo que el Eminentísimo Príncipe le quería aún más, puesto que lo visitó de forma pública, como dicen, y dijo que si fuera posible daría su sangre de buena gana para devolverle la salud”. Escribiendo más tarde nuestro Santo Padre al P. Melchor en Venecia, entre otras cosas le decía lo siguiente: “Dicen que los herejes han invadido Silesia, que limita con Moravia, donde viven los nuestros, de los cuales el pasado mes de agosto falleció uno que era el más destacado de todos nuestros juniores en toda la Orden por ciencia y por costumbres religiosas, a saber, José de S. Nicolás Tolentino, Napolitano” (P. Nicht).

El hermano operario Ambrosio Ambrosi de la Concepción, romano, de la misma edad y amigo del hermano operario Francisco Michelini de S. José, entró en las Escuelas Pías en 1622. Aprendió matemáticas en Génova asistiendo al curso del P. Antonio Santini, somasco. El año 1631 fue enviado con el P. Peregrino Tencani y otros a Nikolsburg. De allí volvió a Roma el año 1635, y también regresó ese mismo año el P. José de Jesús María que no estaba contento en Germania, como nos muestra una carta nuestro Santo Padre a Nikolsburg el 1 de septiembre de 1635: “Nuestras acciones, para que sean dignas de mérito, conviene que se hagan voluntariamente. Cuando uno está a disgusto, en lugar de ganar méritos los pierde, quizás sin darse cuenta de que Dios los quiere mortificar suavemente en esta vida para perdonarle en la otra”. El hermano Ambrosio residió en Roma con el H. Francisco Michelini, y habiendo obtenido el permiso de Su Santidad Urbano VIII P.M. para recibir las órdenes, fue ordenado sacerdote con su compañero el 11 de noviembre de 1636 en la iglesia del noviciado, que entonces se encontraba entre el monte Quirinal y las Cuatro Fuentes. Se divulgó entre los nuestros que en la ordenación de los dos hermanos Ambrosi y Michelini había intervenido la corte de los Médicis, y a ellos se debía el favor, pues a ella se atribuía la gracia de que el Santo Fundador y sus asistentes hicieran la gracia insólita de que se hiciera tal honor a dos hermanos de ingenio insólito. Debo confesar que este honor fue el origen de los acontecimientos infaustos que sucedieron luego en nuestra Orden. El año 1639 el P. Ambrosio fue enviado a Florencia, y el P. Francisco informó de ello al famoso Galileo Galilei en una carta escrita el 7 de diciembre desde la ciudad de Siena, y este escribió el 18 a Benito Castelli, llamando al P. Ambrosio “un hombre en verdad admirable”. El año 1642 nuestro Ambrosio se puso a cavilar desgraciadamente sobre la validez de su profesión religiosa, y se volvió al siglo. Fue nombrado matemático e ingeniero del ejército pontificio, y pocos meses después falleció.[Notas 2]

Notas

  1. En la obra Index Bio-biliographicus… consta que el clérigo José Apa publicó una Grammaticam Linguae Latinae que se conservaba en el siglo XVIII en la Academia de los Descifradores (Extricatorum) del colegio flroentino de las Escuelas Pías, instituida por S. José de Calasanz. (Otra mano: No es una obra escrita por él, sino de otro P. Apa, llamado Juan Francisco, docto y sabio. El clérigo José Apa no escribió nada. N.del T.: Juan Francisco Apa era el hermano menor de José, nacido en 1612. José había nacido en 1609).
  2. P. Juan Giovannozzi Sch.P., Scolopi Galileiani, Florencia, 1917. Y el canónigo M. Cioni, I documenti Galileiani del S. Uffizio di Firenze, Florencia 1908.