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Su Alteza Serenísima el Gran Duque de Toscana había visto que las cosas de las Escuelas Pías se iban alargando, y que la causa principal había sido, se decía, la correspondencia que N. V. P. Fundador General había tenido con Su Alteza Serenísima en tiempo de la guerra del Papa Urbano (cosa falsísima); pero también por la renuencia que la Casa de Pisa hacía a los Visitadores enviados por el P. Esteban [Cherubini] y por el Revmo. P. Visitador Apostólico jesuita, que echaban la culpa a N. V. P. Fundador (lo que era una mentira grandísima); y, especialmente, causa de Faustina, por cuyo desenlace fue tan protegido el P. Mario [Sozzi] de San Francisco, perturbador de nuestra pobre Orden, y calumniador de N. V. P. Fundador General, sobre todo, por su gran piedad y celo del honor de Dios. | Su Alteza Serenísima el Gran Duque de Toscana había visto que las cosas de las Escuelas Pías se iban alargando, y que la causa principal había sido, se decía, la correspondencia que N. V. P. Fundador General había tenido con Su Alteza Serenísima en tiempo de la guerra del Papa Urbano (cosa falsísima); pero también por la renuencia que la Casa de Pisa hacía a los Visitadores enviados por el P. Esteban [Cherubini] y por el Revmo. P. Visitador Apostólico jesuita, que echaban la culpa a N. V. P. Fundador (lo que era una mentira grandísima); y, especialmente, causa de Faustina, por cuyo desenlace fue tan protegido el P. Mario [Sozzi] de San Francisco, perturbador de nuestra pobre Orden, y calumniador de N. V. P. Fundador General, sobre todo, por su gran piedad y celo del honor de Dios. |
Última revisión de 17:39 27 oct 2014
Ver original en ItalianoCAPÍTULO 13 El Serenísimo de Toscana Nombra un Prelado para las Escuelas Pías Mediante su Delegado [1645]
Su Alteza Serenísima el Gran Duque de Toscana había visto que las cosas de las Escuelas Pías se iban alargando, y que la causa principal había sido, se decía, la correspondencia que N. V. P. Fundador General había tenido con Su Alteza Serenísima en tiempo de la guerra del Papa Urbano (cosa falsísima); pero también por la renuencia que la Casa de Pisa hacía a los Visitadores enviados por el P. Esteban [Cherubini] y por el Revmo. P. Visitador Apostólico jesuita, que echaban la culpa a N. V. P. Fundador (lo que era una mentira grandísima); y, especialmente, causa de Faustina, por cuyo desenlace fue tan protegido el P. Mario [Sozzi] de San Francisco, perturbador de nuestra pobre Orden, y calumniador de N. V. P. Fundador General, sobre todo, por su gran piedad y celo del honor de Dios.
Viendo aquél que su Excmo. Embajador residente en Roma no podía acudir nunca a ninguna audiencia ante los Emmos. Sres. Cardenales sobre las Escuelas Pías, pensó valerse de la diligencia, prudencia y afecto del Ilmo. y Revmo. Monseñor Bernardino Biscia, antiguo alumno de las Escuelas Pías, sobrino carnal del Eminentísimo del mismo nombre, y muy amigo de nuestra pobre Orden y de su V. P. Fundador General. Por eso, le envió una comisión precisa, con el encargo de que, en nombre suyo, tratara la causa de las Escuelas Pías ante dichos Emmos. Cardenales e Ilmos. Prelados Delegados, y también ante cualquier otro Tribunal o sagrada Congregación, donde se estuviera tratando nuestra causa. Sobre este particular yo conservo una carta, que aquí abajo pongo, para mayor claridad.
Carta
Fuera
“Al P. Vicente [Berro] de la Concepción, Sacerdote de las Escuelas Pías. Nápoles.
Dentro
Pax Christi
Después de desearle a V. R. felices Fiestas de Navidad y la gracia del Señor, no puedo decirle sino que, terminadas estas fiestas, Monseñor Biscia tratará, de parte del Serenísimo Gran Duque, la expedición de nuestras cosas, y entonces veremos claramente si nuestro Instituto permanecerá en pie o será reformado, y de qué manera. Así que, mientras tanto, debemos pedir todos al Señor que inspire a estos Sres. Cardenales Delegados lo que sea para mayor gloria de S. D. M. De lo que se sepa se dará información. Y no recordando otra cosa, pido al señor nos bendiga a todos siempre.
Roma, a 23 de diciembre de 1645.
José de la Madre de Dios”.
Carta 2ª al mismo
[“Al P. Vicente [Berro] de la Concepción, Sacerdote de las Escuelas Pías. Nápoles.
Pax Christi]
He recibido la carta de V. R. del día 23 del actual, y le agradezco, ante todo, el piadoso afecto que me muestra, felicitándome el próximo Año Nuevo, lo que también le pido al Señor le conceda a V. R., con nuevo espíritu y fervor, tanto para provecho suyo particular, como también para el bien común de la Orden.
Acerca de nuestras cosas, no hay más novedad; sólo se espera que, después de las fiestas, tenga lugar la Congregación de estos Eminentísimos, para la resolución de ellas, y de lo que resulte le informaré.
Mientras tanto, no den oídos ahí a los que, según sus pensamientos, andan escribiendo cosas vanas, porque yo les escribiré siempre la verdad del hecho. Es cuanto recuerdo. El Señor nos bendiga a todos siempre.
Roma, a 30 de diciembre de 1645.
Servidor en el Señor,
José de la Madre de Dios