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Las obras de Dios no acaban con la muerte, pero difícilmente se libran de pasar por ella. Lejos estaban los buenos tiempos en que el papa Pablo V, en el primer breve papal en que se nombraban las Escuelas Pías, en 1607, dijo que habían tenido a Dios por autor: ‘Auctore Deo institutae’.<ref group='Notas'>Breve ‘Cum pridem’ (24 de marzo de 1607); Archivum VIII (I943) 23.</ref> Ahora, sin embargo, el papa Inocencio X acababa de decir 'que es una Orden mal hecha y poco buena'<ref group='Notas'>EC, p.2951.</ref>
 
Las obras de Dios no acaban con la muerte, pero difícilmente se libran de pasar por ella. Lejos estaban los buenos tiempos en que el papa Pablo V, en el primer breve papal en que se nombraban las Escuelas Pías, en 1607, dijo que habían tenido a Dios por autor: ‘Auctore Deo institutae’.<ref group='Notas'>Breve ‘Cum pridem’ (24 de marzo de 1607); Archivum VIII (I943) 23.</ref> Ahora, sin embargo, el papa Inocencio X acababa de decir 'que es una Orden mal hecha y poco buena'<ref group='Notas'>EC, p.2951.</ref>

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Capítulo 25: EL FINAL DEL DRAMA

Las obras de Dios no acaban con la muerte, pero difícilmente se libran de pasar por ella. Lejos estaban los buenos tiempos en que el papa Pablo V, en el primer breve papal en que se nombraban las Escuelas Pías, en 1607, dijo que habían tenido a Dios por autor: ‘Auctore Deo institutae’.[Notas 1] Ahora, sin embargo, el papa Inocencio X acababa de decir 'que es una Orden mal hecha y poco buena'[Notas 2]

Podría parecer presunción considerar a Dios como autor de las Escuelas Pías, aun siendo palabras de un papa, si no se pensara que tan obras de Dios son las grandes como las pequeñas. Y asimismo podría parecer presuntuoso evocar en este caso la pasión, muerte y resurrección de Cristo, cuando estamos asistiendo al 'via crucis' lento de un hombre y de su obra, que llegan hasta la muerte con la esperanza de una segura resurrección. En los momentos de angustia que precedieron a la publicación del breve fatal, antes de que se trasluzca cualquier noticia de su contenido, ésta es la actitud del Santo, manifestada en carta al P. Berro: 'yo le digo que todavía no ha salido cosa alguna a luz, respecto a la resolución de nuestras cosas… Y si bien algunos van propalando malos augurios, espero no obstante en Dios bendito que la Orden quedará en pie y que ha de crecer más aún para utilidad del prójimo'.[Notas 3]

Siempre hubo en el corazón de este hombre mucha más esperanza que desesperación, mucha más confianza en la mano protectora de Dios, que no veía, que resignación en la adversa realidad que tocaba con sus propias manos. Y Dios se puso al fin de su parte.

Notas

  1. Breve ‘Cum pridem’ (24 de marzo de 1607); Archivum VIII (I943) 23.
  2. EC, p.2951.
  3. C.4335.