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24.13. Alborozo, imprudencia y desengaño

De todo lo tratado en la larga y discutida sesión tercera trascendió al exterior inmediatamente -quizá la misma tarde del día 18- la noticia casi escueta de que el P. General había sido reintegrado en su cargo. Naturalmente fueron los mismos componentes de la Comisión quienes la divulgaron. Escribe Berro: 'los Emos. Cardenales e Ilmos. Prelados de la comisión corrieron la voz por Roma, y fue acogida por todos con gran consuelo y alegría, y lo comunicaron también fuera por carta los Rmos. PP. Procuradores Generales de casi todas las Religiones, por su amabilidad, y aun otros personajes'.<ref group='Notas'>BERRO II, p.144.</ref> Efectivamente, se conservan cartas del cardenal Spada, de Mons. Panícola y del P. Cherubini, escritas el 19, comunicando Io que había ocurrido 'ayer',<ref group='Notas'>Ib.: EC. p 1994,913. El cardenal Spada vuelve a escribir al Duque de Altemps Gallese y con idéntica diplomacia,sin aludir a su primer voto negativo, le dice: 'Ayer tarde se tuvo congregación para el asunto de las Escuelas Pías y en atención a la bondad del P. General con la recomendación de V. E. se le ha restituido el gobierno de su Religión'.</ref> a las que siguieron otras muchas en días sucesivos.<ref group='Notas'>De Calasanz (c. 4279, 4280, 4283, 4284);de Cherubini (EHI, p.304;EC, p.914).</ref>

Entre todas ellas, la más interesante es la del P. Pedro Pablo Berro, que escribe desde Roma el 20 de julio a su hermano Vicente, el cronista, dándole muchos detalles de la reunión, y diciendo entre otras cosas que 'tras muchas dificultades y diferencias de pareceres… finalmente, por persuasión del Asesor y del visitador… concluyeron que el General fuera repuesto con seis Asistentes'.<ref group='Notas'>EC, p. 310-311. En un párrafo, omitido por su hermano en las Memorias al copiar esta carta (BERRO II, p.146), dice de si mismo: 'Yo bajo mano he hecho cuanto he podido, ni nadie podía hacer más de lo que he hecho yo para mover a los cardenales a reunirse y reintegrar al General…'.</ref> Es curioso que atribuya a Albizzi y a Pietrasanta el haber persuadido a los discrepantes, cuando Paolucci parece atribuirse el mérito de haber convencido a Albizzi y luego a los demás. Y algo dirían también a favor los cardenales Cueva y Ginetti, sobre todo este último, que llevaba el encargo de presentar las recomendaciones favorables de la Congregación de Propaganda Fide. Con todo, no sin mucha razón se pregunta Sántha por qué Albizzi abandonó su opinión respecto a la reintegración de Calasanz y a la reducción de la orden; si lo hizo por convicción o por mera conveniencia diplomática de no ser el único que se mantuviera intransigente frente a todos. De hecho, le veremos pronto defender de nuevo sus ideas'.<ref group='Notas'>Cf. G. SÁNTHA, ‘Card. F. Albitius…’, p.19.</ref>

La noticia de la reintegración del P. General fue recibida por los escolapios, y aun por otros muchos simpatizantes y amigos, con grandísimo alborozo a medida que llegaban de Roma las primeras cartas. En algunos sitios se contentaron con manifestar su agradecimiento al Señor cantando el ‘Te Deum’, pero en privado, como hace notar Berro respecto a las dos casas de Nápoles.<ref group='Notas'>BERRO II, p.144.</ref> En otros, se excedieron un poco, dándole un tono de fiesta mayor, como cuenta Caputi respecto a Frascati, donde se lanzaron al vuelo las campanas, se dispararon cohetes y hasta hubo salvas de artillería en el Palacio de Mondragone, por disposición y con la complacencia del príncipe Borghese, mientras se cantaba un solemne ‘Te Deum’ en la iglesia-santuario de las Escuelas Pías.<ref group='Notas'>Cf. BAU, BC, p.1092.</ref>

En Roma duró poco la alegría, según cuentan los cronistas. Parece ser que alguien de la comunidad de San Pantaleón llevó muy pronto la noticia a los llamados ‘Avisos públicos’ o gaceta de entonces y la publicaron, diciendo en síntesis que 'después de haber visto los Sres. Cardenales designados la inocencia del P. General de las Escuelas Pías, suspendido tiempo ha de su oficio, han determinado sea reintegrado en el mismo con fiesta de todos sus religiosos'.<ref group='Notas'>G. BIANCHI, ‘Príncipio de la ruina de la Religión’, cit. en BAU, BC, p.1101</ref> Se leyó en pública recreación y hubo comentarios lógicos, dado el momento, algunos punzantes, como desahogo natural después de tantas tribulaciones, como el del Hº. Felipe Loggi, uno de los más antiguos de la orden: '¡Alabado sea Dios! -dijo-. Ahora se verá quién ha perseguido a N. P. General y se le pedirán cuentas de todos los atropellos que le han hecho, como también a los PP. Asistentes. ¡No sé si podrá ya mucho Mons. Asesor!' Y sigue contando Berro que, oídas estas palabras u otras parecidas, el P. Juan Antonio Ridolfi salió inmediatamente con un compañero para referir a Mons. Albizzi lo que se había dicho en público en la comunidad contra él, añadiendo y exagerando las cosas, que terminaron siendo -como siempre- contra el honor del Santo Oficio de la Inquisición.

Monseñor montó en cólera y mandó decir al cardenal Roma que por orden del papa sobreseyera la publicación del decreto de reintegración del General; o bien le dijo que no lo publicara, porque antes quería hablar con el papa.<ref group='Notas'>BERRo II, p.152.</ref> No acaba de aclararse Berro sobre los detalles. Lo que parece cierto es que los comentarios ofensivos que le refirió Ridolfi excitaron las iras de Albizzi, quien personalmente debió de referirlos al papa, apoyándose en su calidad de Secretario de la Comisión. El cardenal Roma debió ser informado asimismo por Albizzi, antes o después del coloquio de éste con el Pontífice. Y dado que la Comisión había llegado ya a su conclusión, el cardenal Roma, como Presidente de la misma, hubo de hablar también al papa sobre el asunto.

A todo esto, según lo decidido en la Comisión, el cardenal Roma había avisado al P. General y al P. Pietrasanta que acudieran a su palacio el viernes siguiente, día 21, para ultimar el decreto final de la Comisión. Mas ante la decisión pontificia de sobreseimiento, tuvo que dar contraorden al P. General hasta nuevo aviso.<ref group='Notas'>Cf. BIANCHI (BAU, BC, p.1102) y BERRO II, p.151-152.</ref> . Y empezó, de nuevo, otro período angustioso de esperanzas y temores, de silencio impenetrable de la Comisión y de amenazas y rumores de destrucción definitiva. Las cartas del Santo Viejo reflejan esta situación embarazosa. Véanse algunos párrafos:

… el l8 del pasado -escribe el 6 de agosto a Berro- se hizo decreto de que yo fuera reintegrado en mi oficio, pero como tenemos dentro de la Religión algunos adversarios a mi reintegración y fuera de ella a muchos y poderosos, no sólo contra mí, sino también contra el Instituto, no ha salido aún el decreto y Dios sabe cuándo y cómo saldró'. 'No habiendo sabido impedir la reintegración en mi oficio -le escribe el 19- se hace lo que se puede para impedir el efecto de dicha resolución para mantenerse en la posesión del oficio (¿Cherubini?); se proponen varios modos de componendas sin decidirse por cuál de ellas, pues debe resolverse en la misma Comisión de Cardenales'. 'Se ha corrido la voz –le dice el 26- que no pudiéndose destruir nuestra Religión ex directo, procuran que en la próxima reunión se destruya la Religión ex indirecto, procurando que en el futuro no se pueda leer gramática, sino sólo [leer], escribir y ábaco, o bien que pueda leer de todo, pero que en adelante esté sujeta al Ordinario, y no faltan algunos que sospechan que este asunto lo fomentan secretamente algunos Padres Principales, siendo alguno de los Cardenales diputados del mismo parecer: que no se enseñe a los pobres sino sólo los primeros elementos dichos. De la reintegración no se duda, sino del modo de elegir a los Asistentes'.<ref group='Notas'>C.4283, 4286, 4287.</ref>

No eran, probablemente, simples rumores, sino ideas ya barajadas en documentos anteriores y tratadas también en las sesiones pasadas de la Comisión, que volvían a considerarse por algunos de los miembros de dicha comisión y que llegaban a oídos del P. General. Es probable que esos 'Padres Principales', partidarios de limitar la enseñanza de los escolapios, fueran jesuitas que influyeran en Albizzi secretamente, dado el trato familiar y frecuente que Monseñor tenía en la curia o Casa del Gesü. Lo que no parece aceptable es que tal idea la defendiera Pietrasanta, dado lo tajante que se había mostrado en su última relación.

Por fin, el 9 de septiembre escribía el P. General a Berro que la Comisión iba a reunirse 'mañana domingo, día 10'.<ref group='Notas'>C.4292. El 16 volvía a decir que la Comisión se había reunido el domingo pasado, día 10 (c.4293).</ref> Pero estaba equivocado, pues la sesión se había tenido el viernes día 8 de septiembre en el mismo palacio de siempre y con los mismos asistentes de la sesión anterior, salvo quizá Pietrasanta, a quien no se nombra. Las actas de Paolucci dicen que el cardenal Roma comunicó la orden del papa de que la Religión de las Escuelas Pías se redujera a Congregación y que no se pensara ya en otra cosa que en la forma de dicha reducción. La Comisión, por tanto, después de discutir el asunto, deliberó que se celebrara una última sesión para decidir el modo y forma de la reducción. Para ello determinó pedir la opinión de tres religiosos; a saber: el P. Menochi, jesuita; el P. Medici, teatino, y el General de los Menores Conventuales, que seguía siendo el P. Juan Bta. Berardicelli de Larino, el gran amigo de Calasanz'.<ref group='Notas'>Cf. PAOLUCCI, p.33.</ref> Su última intervención en asuntos de las Escuelas Pías había sido la revisión de las Constituciones por mandato del cardenal Protector Cesarini, que fue examinada en el Capítulo General de 1641<ref group='Notas'>Cf. Actas de dicho Capítulo General en Archivum 13 (1954)70. De ninguna de estas dos intervenciones en asuntos escolapios habla el P. Vilá en su artículo ‘Dos amigos de Calasanz: los PP. Bagnacavallo y Larino’: Archivum 27 (1990) 81-147. El P. Larino fue Vicario General de su Orden los años 1632-1635 y luego P. General desde 1635 hasta 1647</ref>

Además de estos nombramientos, la Comisión llegó a ciertas conclusiones en el transcurso del debate, aunque luego serían modificadas en la última sesión. Tales conclusiones fueron: 'que no puedan ejercitar los tres votos sustanciales', pero luego se especifica que los que profesaron dichos votos quedan obligados a éllos, mientras los que entren en adelante harán votos simples, sólo dispensables por la Santa Sede; estarán sometidos a los obispos, como los de la Doctrina Cristiana (no se nombra el Oratorio); cada casa tendría su Superior; podrán enseñar lo que los obispos crean conveniente.<ref group='Notas'>Cf. PAOLUCCIr, 1.c.</ref> Tanto la fecha exacta de esta sesión cuarta como su contenido preciso fueron desconocidos por entonces.

Notas