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21.08. La mediación de los cardenales Dietrichstein y Ginetti
A fines de septiembre del año anterior, antes de la tormenta de los memoriales de Castiglia, el P. General había mandado a Moravia a seis religiosos, entre los cuales al P. Juan Bta. Costantini para ser el primer maestro de novicios. La nueva casa de Strasnitz estaba ya preparada para recibir a los primeros escolapios. El cardenal Dietrichstein quería más religiosos, y suponiendo que el General se los negaría por la excusa de siempre, de la falta de personal preparado, escribió una carta a los cardenales de la Congregación de Propaganda Fide, de la que dependían no sólo las regiones de infieles, sino también las de herejes, como era el caso de Moravia (Germania). La larga carta cardenalicia era un elogio extraordinario de la labor de los escolapios en sus tierras, y por ello pedía: 'suplico a VV. Emcias, ‘se dignen imponer al P. General’, que no deje de mandar obreros para proseguir el fervor empezado, para que puedan dedicar sus fatigas en la viña del Señor, cultivando las nuevas plantas de estas afligidas tierras nuestras, y si fuere necesario, que supliquen a S. Santidad, que se lo ordene, pues en verdad se ve cada día el gran fruto que estos buenos Padres producen'.<ref group='Notas'>C.2059. Esas dos cartas se han perdido. La inmediata anterior a Cherubin (c.2052) lleva fecha del 2 de junio y todavía no le comunica la gran noticia. El 6.de julio le escribía: 'Delle scuole non diró altro non volendo in modo alcuno, che più di tre vadino in iscuola ad insegnare, per I'accordo fatto cosi, e per la facoltá a tal numer ristretta ‘concessami dall’Emo. Sig. Card. Vicario’ (c 2071). </ref>
Esta carta, fechada el 5 de mayo de 1633, llegó a la Congregación de Propaganda Fide entre el 26 y 28 del mismo mes. Probablemente el cardenal Ginetti o el secretario de la Congregación, Mons. Francisco Ingoli, se la leyó a Calasanz, quien respirando optimismo y profunda satisfacción daba 'buenísima esperanza' al P. Cherubini como acabamos de ver. Y sin levantarse de la mesa escribió aquel mismo día al cardenal Dietrichstein, diciéndole:
- La carta que ha escrito V. Emcia. a la Sda. Congregación de Propaganda Fide me parece obra del Espíritu Santo, pues en el ánimo de algunos Superiores ha penetrado una cierta aversión contra nuestro Instituto y se ha oído decir que el mandar gente de los nuestros a países extranjeros no es aprobado por todos, siendo tan pocos en número y no teniendo sujetos preparados como en otras Religiones. Yo vivo más que nunca dispuesto a proseguir la empresa comenzada y tengo por cierto que no prevalecerán para abatirnos los ímpetus furiosos del infierno, que teme sufrir grandes pérdidas mediante nuestra pobre familia en esas y otras partes. V. Emcia. esté seguro de que no dejaré de hacer cuanto pueda para servirle. Espero mandarle en breve algunos más, entre los cuales me sería gratísimo poder enrolarme yo mismo, de modo que pudiera personalmente mostrarle mi afecto en servicio de V. Emcia. y en utilidad de sus súbditos'.<ref group='Notas'>Cf. el decreto en BARTLIK: EphCal 2 (1943) 44. </ref>
El efecto inmediato de la carta de Dietrichstein -al parecer fue la concesión de licencias para mandar los religiosos prometidos para abrir las escuelas en Ancona, aunque restringidos estrictamente a tres, según lo acordado. Suena como un grito de victoria la expresión del Santo Viejo en carta a Cherubini, fechada el 11 de junio: 'Por fin hemos sido consolados todos por las escuelas, como ya le he escrito dos veces'.<ref group='Notas'>Cf. EEC, p.372. </ref> . El problema fundacional de Ancona estaba, pues, resuelto.
Lo curioso del caso fue que la carta de Dietrichstein fue leída en la sesión del 13 de junio de 1633 de la Congregación de Propaganda Fide, y a pesar de que se reconoció 'que estos religiosos son muy aceptos en aquellas tierras, no sólo por los católicos, sino también por los herejes, que se convierten en no pqueño número a la fe católica por obra de dichos religiosos', se decidió que el P. General fuera informado por Ginetti de lo que pensaba la Congregación, y que se escribiera al cardenal de Moravia diciéndole que “esta Religión, por ser de reciente institución y carecer de sujetos idóneos, no podía enviar otros más a Moravia”.<ref group='Notas'>C.2068. Fechada el 25 de 129 'referente eodem Emmo. D. Card. Ginetto, iteratam, instantiam d. Card. Dietrichstein pro aliquibus Patribus Sch. P. in Moraviam mittendis, S. Congregatio stetit in Decretis ut differatur haec missio (Ib., p.372). </ref> Después del elogio preliminar sobre la eficaz labor de los escolapios, lo que menos esperaría uno es la conclusión de que la Orden no tenía sujetos idóneos y por ello se le prohibía mandar más a aquellas regiones.
El 25 de junio el secretario, Mons. Ingoli, comunicó a Dietrichstein la rotunda negativa de la Congregación.<ref group='Notas'>EEC, p.372. </ref> Calasanz, sin haber ido a hablar con Ginetti, sacó una impresión más benigna, y se la comunicaba a Dietrichstein, diciéndole que la Congregación había dejado el asunto en manos de Ginetti, y 'habiéndolo sabido yo -escribe-fui en seguida a hablarle junto con nuestros cuatro Asistentes para instarle calurosamente, haciéndole ver las dificultades de viajar hacia esas tierras en otoño y ‘nos dijo que los mandáramos cuanto antes’. Por tanto, terminaba diciendo, le “suplico humildemente si le parece que yo retrase el cumplir sus justas demandas de las que afectuosamente deseo ser rapidísimo ejecutor'.<ref group='Notas'>Ib., p.371 </ref> El cardenal moravo recibió ambas cartas y con idéntica fecha del 22 de julio las contestó. A Mons. Ingoli le expresaba su disgusto por la negativa de la Congregación, añadiendo: “espero que Dios inspirará a S. Santidad para condescender a mi justo deseo al menos dando licencia al P. General para mandar una media docena de Religiosos”.<ref group='Notas'>' referente eodem Emmo. D. Card. Ginetto, iteratam, instantiam d. Card. Dietrichstein pro aliquibus Patribus Sch. P. in Moraviam mittendis, S. Congregatio stetit in Decretis ut differatur haec missio (Ib., p.372). </ref> Y al P. General manifestaba, dolido por la negativa de la Congregación y esperanzado por la buena disposición de Ginetti, que volvería a escribir a este último y al Papa, suplicándoles que permitieran a algunos Padres “venir a nosotros para proseguir el bien comenzado, contra el cual -decía con énfasis-espero que no prevalezcan los conatos del demonio”.<ref group='Notas'>Ib., p.375, n.2 y G. SÁNTHA, ‘Card. Princeps F. Dietrichstein EphCal 2 (1960) 49. </ref>
Probablemente cumplió su palabra escribiendo a Ginetti y al Papa, pues el 13 de agosto la Congregación, por indicación de Ginetti, volvió a tratar el asunto, pero mantuvo su actitud negativa.<ref group='Notas'>C.2286, fechada el 21 de octubre de 1634. Las cartas del obispo de Gurk y del cardenal en EEC, p.374-375. </ref> Lo mismo ocurrió en 1634. El obispo de Gurk (Austria), don Sebastián de Lodrun; escribió a Propaganda Fide pidiendo una fundación de escolapios, y dicha Congregación, en la sesión del 13 de marzo, volvió a negar su licencia, apoyándose en las mismas razones.<ref group='Notas'>Cf. los textos de la c.2068, cit. en n.126. </ref> El obispo, sin desalentarse, buscó otro camino, suplicando al Card. Dietrichstein, a fines de agosto, que intercediera ante los escolapios de su diócesis para que le mandaran algunos. El cardenal comunicó la petición a Calasanz y éste respondió prudentemente: 'tendré por gracia particular que por medio de V. Emcia. se difiera este asunto a mejor ocasión y yo mientras tanto iré siempre mandando ayuda al P. Peregrino.<ref group='Notas'>Cf. BARTLIK: Ephcal 4 (1943) 106. El tirolés P. Felber era ya sacerdote, y aquel mismo día 25 de abril hizo su profesión solemne con dispensa de algunos meses del segundo año de noviciado (cf. EEC, p.404,n.1), y el suizo Hº. Vuoln era todavía novicio (cf. EEC, p.925, n.3). Es probable que Calasanz esperara la primavera, no por ser mejor tiempo para viajar a Moravia, sino para poder mandar a esos dos novicios de habla alemana con cierta garantía de aceptabilidad, junto con los PP. Tomás Panello y Glicerio Cerutti. La referencia al otoño, como inadecuada para viajar, era una excusa ante las prisas de Ginetti y Dietrichstein. </ref>
La postura oficial de Propaganda Fide se mantenía firme en la negativa, pero indudablemente había dejado la cuestión en las prudentes manos de Ginetti. El había dado licencia para que se abrieran las Escuelas Pías de Ancona en junio de 1633 y poco después había ordenado al P. General que mandara cuanto antes a Moravia los religiosos que pedía Dietrichstein. En este caso, el mismo Calasanz le pide demoras, pareciéndole muy penoso que emprendan el viaje en otoño (mucho más en verano por el calor y en invierno por el frío), y lo deja para la primavera, excusándose con Dietrichstein por la tardanza.<ref group='Notas'>Cf. c.2262. En caso que el viaje sería a fines del verano o principios del otoño y no lo considera óbice, como hizo antes. </ref> Y en efecto, el 25 de abril partieron para Nikolsburg cuatro religiosos, de los cuales un tirolés y un suizo.<ref group='Notas'>'Io procuraró licenza di mandarvi soggetti approposito' (c.2156. Datada el 17 de diciembre de 1633); 'quando sarebbe accomodato (el edificio) vederiamo di mandar alcuni padri' (CCP, p.194, fechada el22 de diciembre de 1633). </ref> Más todavía, en carta del 25 de agosto de 1634 recordaba al cardenal que le había mandado esos cuatro religiosos y le prometía mandarle otros tantos en los próximos días.<ref group='Notas'>Cf. c.1115. Fecha:2 de junio de 1629. Sántha supone falsamente que llegó a principios de septiembre (cf. G. SÁNTHA, ‘P. Melchior Alacchi’: Archivum 13 [1983] 36). </ref>
De nuevo, pues, se había vuelto a la normalidad, dejando de parte las prohibiciones absolutas y confiando cierto control en manos de Ginetti, que a su vez conocía perfectamente la prudencia con que procedía el Fundador en este asunto. Lo cual se confirma con un tercer ejemplo, sumado al de Ancona y Nikolsburg: a fines de 1633 se están echando los cimientos de una nueva fundación en Palermo, por obra del P. Alacchi, a quien en varias cartas promete el Fundador obtener la debida licencia para mandarle el personal adecuado.<ref group='Notas'>EHI, p.461. </ref>
Toda esta tormenta, provocada por los malignos memoriales del Clº. Castiglia y mantenida quizás indebidamente después de su retractación, fue superada con la paciencia y tesón del Santo Fundador, apoyado en la benevolencia y comprensión de Ginetti y en la protección e instancias de Dietrichstein. Pero la idea que provocó las restricciones -y que Calasanz calificó de infamio-perdurará en el ambiente de la Curia Romana, como espada de Damocles sobre la cabeza dela Orden.