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18.05. Las primeras Congregaciones femeninas de enseñanza. María Ward y Pedro Fourier
Todo lo dicho anteriormente tiene perfecta aplicación a las innumerables Congregaciones femeninas de-dicadas a la educación de las niñas. Y aunque el contenido de su ministerio tenga más de educativo que de docente, es indudable que ellas son las primeras en abrir escuelas gratuitas para las niñas pobres. No obstante, según los datos históricos, ninguna de estas escuelas gratuitas para niñas se abre en Europa antes de que San José de Calasanz inaugure las suyas para niños en Santa Dorotea del Trastevere romano en el otoño de 1597.
En el verano de 1622 la inglesa María Ward abre en Roma, con el consentimiento oral del cardenal Vicario, Juan Garzia Millini, la primera escuela popular gratuita para niñas pobres. Curiosamente, esta escuela estaba situada muy cerca de la Iglesia de Montserrat, probablemente haciendo esquina entre la calle homónima y la „Via Montoro‟, cerca también del Pontificio Colegio Inglés, a cinco minutos de San Pantaleón.
Al pedir licencia para esta fundación, la Congregación de Obispos y Regulares exige información sobre el programa didáctico de la futura escuela, y María Ward responde con dos documentos, hoy conservados, de julio de 1622: en el primero habla de lectura, escritura y coser en el segundo describe la instrucción en general y señala como objeto de la educación 'toda suerte de trabajos, buena conducta y costumbres adecuadas al sexo femenino'.<ref group='Notas'>Cf. M. I. WETTER, „Maria Ward nella storia della pedagogia agli inizi del sc. XVII, en P. BRAIDO, „Esperienze di pedagogia , I, p.506 – 507 </ref> Esta dama inglesa había llegado a Roma el año anterior para conseguir la aprobación canónica de su Instituto, llamado simplemente “de las Vírgenes Inglesas” („Virgines Anglicanae‟), luego „Damas Inglesas‟, con la pretensión de que fueran dispensadas de la clausura papal, escollo difícil de superar entonces.
La primera fundación tuvo lugar en Saint-Omer (Flandes) en 1611, con la finalidad de acoger en un internado a las muchachas inglesas de familias católicas huidas de Inglaterra. Con fines idénticos se abrió otra casa en Lieja en 1617, donde poco después admitieron también 'externas', es decir, niñas del pueblo, gratuitamente. Esta nueva iniciativa aconsejó abrir también en Saint-Omer una escuela popular. Y en adelante aceptarán a muchachas pudientes en internados o en “clases superiores” y a las pobres en “clases inferiores” con diversidad de programa educativo, mucho más amplio y refinado para las primeras y más simple para la clase popular.<ref group='Notas'>En 1623 funda en Nápoles y divide la enseñanza en 'escuelas primaria' y 'escuelas secundarias', como escribe ella misma a sus amigos el 10 de septiembre de 1623: 'le bambine e le ragazze che provengono dagli strati popolari vengono istruite nelle „scuole inferiori‟ nel catechismo e nelle materie elementari. Alle „scuole superiori‟ affluiscono ragazze provenienti da ambiente pi ricchi per apprendere lingue straniere, musica e lavori manuali femminili fini' (ib., p.510). Entre las lenguas se incluye, si quieren los padres, el latín 'affinché ogni fanciulla possa direttamente capire sia la lingua sia i testi latini', se lee en un documento de 1628 (cf. ib., p.502). </ref>
En realidad, la experiencia fue demasiado corta para sacar consecuencias, pues la exigencia de la clausura se impuse, además de otras acusaciones que de tal modo complicaron la cuestión, eu€ Urbano VIII con un breve de 13 de enero de 1631 suprimió el naciente Instituto, que€ llegó a tener diez casas. La de Roma, sin embargo, no duró ni tres años, pues en I 625 el cardenal Millini mandó que se cerrara. Acudían a ella unas 120-150 niñas.
La cercanía entre esta escuela y las de San Pantaleón, el estar casi enfrente de la Iglesia de Montserrat, tan frecuentada por Calasanz, el hecho de ser la primera escuela gratuita de Roma para niñas pobres y, además, las dolorosas vicisitudes que perturbaron la vida y la obra de esta enérgica y venerable mujer, nos inclinan a sospechar que ni ella ni su obra fueran desconocidas por el Fundador de las Escuelas Pías, y que ni éste ni la suya pasaran desapercibidas por la dama inglesa. No hay pruebas, pero es verosímil que se encontraran más de una vez, sobre todo si se piensa que ella, a pesar de las dificultades y del fracaso, mantuvo la esperanza de que su obra renacería y permaneció a pesar de todo en Roma, con intervalos, hasta 1637.<ref group='Notas'>La injerencia del Santo Oficio en su vida y en su obra la asemeja también a Calasanz. En efecto, antes de suprimir su instituto fue acusada ante la Inquisición y encerrada por nueve semanas en su fundación de Mónaco. Cuando murió en 1645 en Hewarth, cerca de York, no quedaba abierta ninguna de sus casas. Sus compañeras lograron que perdurara la idea y su precaria realidad a trancas y barrancas. En 1703 Clémente XI aprobó las reglas del Instituto, pero no el Instituto mismo (?). En 1749 Benedicto XIV admite que tengan Superiora General, pero prohíbe que se considere a María Ward fundadora de las Damas Inglesas, pero Pío X, en 1909, la reconoció como tal. En 1953 se unieron bajo una sola Süperiora General las tres ramas que se habían formado del 'Instituto de la B. Virgen , o „Damas Inglesas‟ (cf. ib., p.493-514; „Dizionario degli Istítuti di Perfezione‟, vol. V, col. 129-131; G. PELLICCIA, o.c., p.398-400). </ref>
Otras instituciones, incluso anteriores a la de María Ward y con problemas de clausura, tuvieron más fortuna y mejores protectores. Una de las primeras que se dedican expresamente a la educación de las niñas en escuelas populares gratuitas, además de internados, es la Congregación de Nuestra Señora, fundada por Alix Le Clerc, bajo la inspiración y protección de San Pedro Fourier, párroco de Mattaincourt desde junio de 1597. En esa parroquia de Lorena vive la piadosa joven Alix, que desea consagrarse al Señor, y cuando oraba –escribe ella misma-'le venía a la mente la exigencia de una casa de jóvenes, entregadas a „todo el bien posible‟ . En Navidad de aquel año 1597, junto con otras cuatro compañeras, se consagra a Dios, confiando en que se les aclare la finalidad concreta. Sin duda el párroco Fourier les inculca la idea de que 'la necesidad más urgente del momento es la educación de las niñas”. Y en la noche del 19 al 20 de enero de 1598, estando en oración, el Santo tiene Ia certeza de que la finalidad principal de la nueva casa ha de ser “instituir escuelas públicas para las niñas y enseñar gratuitamente”. Las jóvenes consienten, pero la novedad provoca oposición en Mattaincourt y Alix con sus compañeras se trasladan al vecino pueblo de Poussay, donde “en „julio de 1598‟ se abrió para las niñas la primera escuela gratuita de Lorena”.<ref group='Notas'>P. SAGOTT, „L'esperienza pedagogica originaria della Congregazione di Nostra Signora, (Canonichesse di S. Agostino), en P. BRAIDO, o.c., vol. I, p.417-478. </ref>
Unos meses antes, en el otoño de 1597, empezaba José de Calasanz sus escuelas gratuitas para niños en Santa Dorotea del Trastevere romano.
En el mismo año de la fundación de Poussay se elabora el primer esbozo de constituciones o „Règlement provisionnel‟, en que se define el objetivo primario del naciente instituto, a saber: 'instituir escuelas públicas en que se enseñe gratuitamente a las niñas a leer, escribir y trabajar con la aguja y promover la instrucción cristiana, procurando según su capacidad y la nuestra, hacerles comprender el catecismo e iniciarlas en la piedad y devoción'.<ref group='Notas'>Ib., p.478. </ref>
La primera aprobación eclesiástica la concedió en 1603 el cardenal Carlos de Lorena, pero al fundar la primera casa en Francia (Chàlons) en 1614, Fourier empezó los trámites para conseguir la aprobación de Roma, pues la del cardenal sólo era válida en Lorena. Empezaron entonces las dificultades, como ocurrió con María Ward, pues la Curia Romana no permitía congregaciones femeninas sin estricta clausura; más todavía, llegó a 'declarar la enseñanza incompatible con la clausura, e incluso con el celibato religioso'.<ref group='Notas'>Así lo afirma J. ROGHIE, „Histoire du Bienheureux Pierre Fourier‟ (Verd~n 1887), T.II, p.328. </ref> Fourier, no obstante consiguió bulas de aprobación de Pablo V, pero con la sorpresa de que en la primera, de 1615, no se menciona la enseñanza gratuita de “las externas”, y en la segunda, de 1616, la concede “temporalmente”, como un favor, sólo para la casa de Nancy, que€ en 1617 se convirtió en monasterio de clausura. Por ello hubo que atenerse a un rígido reglamento para la entrada y salida de las alumnas externas.
El arreglo final vino con otra bula de 1628, por la que las 'Religiosas de Nuestra Señora' se entroncaron con los Canónigos Regulares de San Agustín, aceptando su Regla, aprovechando la circunstancia de que Pedro Fourier había sido comisionado para reformar dichos canónigos en Lorena. Esta unión o alianza permitió mayores posibilidades de vida apostólica, salvando la definitiva dedicación a la escuela.
Fourier redactó en 1617 las llamadas „Pequeñas Constituciones‟ y en 1640 las „Grandes Constituciones‟. En estas últimas se dice que 'las Religiosas de esta Congregación se han consagrado enteramente a Dios dedicadas con toda diligencia a la instrucción de las muchachas seglares las cuales, aunque pequeñas en edad, son ya desde ahora una porción no pequeña ni desdeñable de la Iglesia de Dios. Por ello es del todo conveniente y necesario que sean muy pronto debidamente amaestradas y muy cuidadosamente instruidas en el temor de Dios y, si es posible, en otras cosas que les puedan ayudar a vivir y a vivir honradamente y que los pobres sean acogidos y tratados completamente como los ricos y que esto no suponga gastos para nadie y que con la doctrina y los deberes piadosos de buena cristiana, cualquiera pueda aprender a leer y escribir y a capacitarse en alguna de las faenas manuales honestas y adecuadas para ganarse el pan y para ser útil de diversos modos en la vida doméstica.<ref group='Notas'>„Les Vrayes Constitutions des religieuses de la Congr. de Notre-Dame.(Aosta !649) p.III, preámbulo 2. Respecto a esta Congregación, cf. támbién „Dizionario degli Ist di perf.‟, vol. 6, col. 845. </ref>
A Calasanz le hubiera gustado mucho leer esta página, en la que hay tantos conceptos idénticos a los suyos: dedicación a la instrucción de-los pequeños, que deben ser pronto amaestrados en el temor de Dios, para vivir honradamente, y enseñados gratuitamente a leer y escribir para que puedan ganarse el pan honradamente. Todo eso lo había dicho y repetido muchas veces, al menos durante veinte, treinta y aun cuarenta años antes que lo escribiera Pedro Fourier. Y es interesante observar que este Santo Fundador francés tuvo noticias de la existencia de las Escuelas Pías desde abril de 1628, al menos, pues el día primero de ese mes le escribía desde Roma el P. Nicolás Guinet, Canónigo Regular de San Agustín, hablándole de ellas.
Pedro Fourier le había mandado allá para que tratara de conseguir del papa Urbano VIII la aprobación de su Instituto de enseñanza y Guinet le escribía diciendo que no lo veía tan fácil, pues la idea no había tenido mucha aceptación, y porque 'es casi imposible convencer a esta gente [de la Curia Romana], que no tienen ninguna experiencia, a que aprueben en Italia la instrucción de niños y niñas pequeños, hasta tal punto que las Escuelas Pías de los Clérigos Regulares no gustan aquí sino a pocas personas y, no obstante (por decirlo en una palabra), son los hombres más religiosos que conocemos, y creemos con toda confianza poder darles este testimonio, pues entre todos los que hemos visto hasta ahora, y aun por encima de todos, se hacen notar por la perfección de la más estricta modestia de los ojos'.<ref group='Notas'>EC VI, p.2909-2910. El P. Guinet no tenía ideas muy claras, pues ni el Papa ni la curia eran contrarios a la instrucción de la niñez, sino a los institutos de monjas sin clausura estricta y dedicadas a la enseñanza. Ejemplo de lo primero era el apoyo constante y fervoroso que habían prestado al Colegio-Romano y a las Escuelas Pías; y de lo segundo, la reciente supresión en 1625 de la escuela de niñas que tenían abierta en Roma Marry Ward y sus Damas Inglesas. </ref>
El elogio de su modestia y religiosidad induce a pensar que el canónigo agustiniano les conoció muy de cerca y les trató, siendo los únicos en Roma que se dedicaban a la enseñanza gratuita de los niños pequeños. Más todavía, el hecho de que nombre escuetamente 'las Escuelas Pías de los Clérigos Regulares' sin dar más explicaciones sobre lo que son, qué hacen, qué parecido tienen con la institución de Pedro Fourier, nos mueve a suponer que tales explicaciones las debió dar en otras cartas y, por tanto, eran ya conocidas por su corresponsal, quien -como más tarde hará San Juan B. de La Salle-probablemente se interesó y pidió informes más detallados sobre esta Orden religiosa tan similar al instituto que él mismo estaba fundando. La simple lógica humana y la prudencia y humildad de los Santos postulan esos informes y sus probables influencias ideológicas.