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16.10. Fundación en Narni
Nadie ha logrado explicar satisfactoriamente -ni yo lo voy a intentar- por qué Pablo V prohibió que la Congregación Paulina no se extendiera más allá de las veinte millas de Roma. Y esto, en el mismo breve fundacional. Pero no le dio excesiva importancia a la cláusula, pues la primera vez que se ofreció una fundación después de salido el breve fue a cuarenta y dos millas de Roma y no tuvo el papa dificultad alguna en aprobarla. Era en Narni, un pintoresco pueblecito de Umbría de unos dos mil habitantes, asentado sobre un montículo a 140 metros sobre la llanura del río Nera, que pasa a sus pies. Pueblo con muchos siglos de historia y muchos edificios monumentales que todavía hoy le dan un aspecto medieval. Era en aquel tiempo posesión señorial del cardenal Benito Giustiniani. Y él fue el promotor y protector de esta fundación.
Curiosamente, las circunstancias coincidían con las que se dieron en Frascati. En marzo de 1618, al quedarse sin maestro la escuela municipal de Narni, el Consejo de gobierno, después de múltiples intentos por encontrar sustituto, decide acudir a los padres 'Paulinos', como se empezaron a llamar los escolapios durante el período de la Congregación Paulina.<ref group='Notas'>En esta búsqueda de maestro intervienen el famoso jesuita P. Pedro Caravita, que les ofrece a tres romanos en febrero (cf. PosCas, p.342, n.2).</ref> Una comisión se encargó de los trámites, y a mediados de marzo su representante romano habló con “su Padre Prefecto Fundador de dicha Religión y con el P. Rector (Casani)”, quienes aceptaron la oferta, prometiendo que mandarían a tres o cuatro para que personalmente se, informaran de las necesidades y detalles de la fundación. Estaban dispuestos a enseñar no sólo hasta Humanidades y Filología, sino incluso Teología, pensando probablemente en mantener allí un grupo de clérigos estudiantes propios bajo el magisterio del P. Casani. Dijeron también que vivirían de limosna “a razón de 30 escudos por cabeza, sin poseer nada. Y, además, confesar, predicar y hacer otros ejercicios espirituales a beneficio público de las almas”.<ref group='Notas'>Cf. carta del 17 de marzo de 1618 del agente en Roma a los de Narni (PosCas, p.358).</ref>
La cláusula de las veinte millas era un impedimento, pero el cardenal Giustiniani se encargó -como señor de Narni y protector de las Escuelas Pías- de hablar de ello con el papa.Y el 4 de abril les escribía Calasanz diciendo: 'el Sr. Card. Giustiniani nuestro Protector ha obtenido licencia de N. S. (el papa) para que podamos ir ahi a hacerles la caridad de servirles en nuestro ejercicio de las Escuelas'.<ref group='Notas'>Ib., p.359. En esta y otras sucesivas cartas a los 'Priori di Narni', Calasanz habla sólo del 'ejercicio de las Escuelas', sin aludir a otros ministerios (cf. ib., p.359-360), expresamente mencionados en la carta de la n. anterior. Lo cual nos sugiere la sospecha de que quien la escribió reflejaba ideas y promesas típicas de Casani y no de Calasanz, como enseñar Filología y Teología y ejercer los ministerios de confesar, predicar, etc. La mente de Calasanz era claramente contraria a esos ministerios (cf. muchos textos de cartas de Calasanz, en ese sentido, en ‘Juicio histórico-crítico…’, p.201-209). Incluso se queja expresamente de la asistencia a procesiones, práctica introducida por Casani no sólo en Narni, sino dondequiera que estuviese (cf. c.591).</ref>
A finales de abril llegaron a Narni tres enviados de Calasanz para inspeccionar el lugar y no les pareció conveniente el edificio que les querían ceder para las escuelas. La decisión fue instalarlos en el llamado hasta hoy Palazzo Vecchio en la Plaza dei Priori, debidamente acomodado. Los trabajos de acomodación, permisos y otros trámites ocuparon algunos meses. Y finalmente, el 20 de octubre de aquel año 1618 partieron de Roma camino de Narni el P. Casani como Rector y otros ocho religiosos, más exactamente 'novicios', pues hasta entonces no se habían cumplido todavía los dos años desde la vestición.<ref group='Notas'>Entre los ocho se conocen los siguientes: P-. Francisco Baldi, P. Viviano Viviani, P. Lorenzo Santilli, P. Juan Bta. Costantini y el H. Simón Castiglioncelli (cf. PosCas, p.345).</ref> Y el 15 de noviembre se tuvo la solemne inauguración del Colegio y del curso en presencia de las autoridades y gran representación del clero secular y regular (dominicos, carmelitas, franciscanos, servitas y capuchinos).
Esta fue la primera fundación fuera de Roma de la Congregación Paulina ya constituida, a la que siguieron inmediatamente otras. Para atenerse a criterios comunes, claros y precisos, redactó el Fundador unas normas breves que deberían tenerse en cuenta en todas las fundaciones, en las que puede notarse la austeridad, sencillez y pobreza de los primeros tiempos. Traducimos:
- De cómo deben ser las Escuelas Pías.
- Para introducir la obra de los Padres de las Escuelas Pías es necesario que puedan estar al menos 12, según las Bulas Pontificias y para que puedan mantener la observancia religiosa es necesario que estén todos en un dormitorio, hecho a modo de los regulares, de manera que el Superior vea el proceder de cada uno y puedan con más facilidad reunirse a la hora de la oración, del capítulo de culpas y mortificaciones en el oratorio o lugar designado. En este dormitorio habrá una sala mayor para oratorio y otra para biblioteca o estudio, otra habitación para ropero común y tres o cuatro para enfermos.
- Debajo del dormitorio podrá estar el comedor, la cocina, la despensa, donde tenga sus cosas el refitolero, la leñera y la lavandería donde los mismos religiosos lavan su ropa. Estas cosas no se encuentran nunca adecuadas en casas hechas para seglares.
- Este sencillo edificio deberá estar adosado a una iglesia ya construida o para construirse y sería también necesario un poco de lugar para un huerto. Los utensilios y bienes muebles para dichos Padres serán: una cama con un solo jergón, almohada y dos mantas, una mesita y un taburete en cada habitación; en el comedor usan sólo una servilleta cada uno (sin manteles), comen tres veces carne por semana, esto es, domingo, martes y jueves, si no están impedidos por el ayuno de la Iglesia.
- Los Padres suelen proveerse de las cosas necesarias en tiempo de la cosecha, pidiéndolas a los particulares que las puedan dar; de modo que deben vivir de limosnas mendigadas por ellos mismos o traídas libremente por personas piadosas. No pueden tener otros bienes estables más que el huerto contiguo, y si alguien les dejara algunos bienes, entonces la comunidad que los coja y los distribuya a otros lugares piadosos, no teniendo necesidad de ellos los Padres para su sustento.
- Las escuelas de los muchachos podrán estar cercanas a la residencia de los Padres, o bien algo alejadas, según le sea más cómodo a la comunidad'.<ref group='Notas'>EGC II, p.84-85. El documento está escrito por Calasanz mismo. No lleva fecha suya. Otra mano puso 1619, pero podría muy bien ser anterior, motivado por la fundación en Narni.</ref>