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12.10. Predilección por ciertas iglesias de Roma

Son muchas las iglesias romanas por las que hemos visto ya pasar y detenerse devotamente a José de Calasanz. Sin duda, las siete iglesias son las basílicas más famosas de Roma para todos, especialmente las cuatro patriarcales o jubilares: San Pedro, San Pablo, San Juan de Letrán, Santa María Mayor. Esta última tendrá particular resonancia en años posteriores de la vida del Santo y de su Orden.

A estas siete hay que añadir otras tantas, relacionadas con las cofradías a que perteneció: los Doce Apóstoles, San Jerónimo de la Caridad y el desaparecido San Martín al Monte di Pietá (ambas conexas con la Doctrina Cristiana), las Llagas de San Francisco, la Trinidad de los Peregrinos, Santa María del Sufragio y Santa María de la Scala Y hemos oído a Berro nombrar otras dos predilectas, donde iba a decir Misa a veces al terminar su pía caminata por las siete iglesias: la basílica de Santa Práxedes, por su capilla de la supuesta columna de la flagelación del Señor, y la Madonna dei Monti.

Hay una escena famosa, con su fondo de milagro primerizo, recordada por testigos procesales y biógrafos, cuyo escenario es Santa Práxedes y la Capilla de la Columna. Berro asegura que el mismo Santo se lo contó a él y a 'otro de los nuestros' de este modo:

Son extraordinarias las gracias y el bien que se recibe de Dios diciendo todos los días la Misa con la debida devoción. Y añadió: a mí me sucedió que habiendo dicho Misa en Sta. Práxedes, como otras veces, y vuelto a la iglesia, vi que un grupo de gente quería hacer entrar en la Capilla donde está la Santa Columna del Señor a una mujer endemoniada y no podían con todas sus fuerzas. Movido de caridad y fe me acerqué y cogí con dos dedos, el índice y el pulgar solamente, a la endemoniada diciéndole “entrad, entrad', y obedeció en seguida y con mucha tranquilidad se confesó y comulgó”<ref group='Notas'>BERRO I, p.71.</ref>.

Mas no fue único el caso, aunque esta segunda vez no sitúa concretamente la escena. Dice:

Otra vez, volviendo de las Siete Iglesias, le sucedió casi lo mismo con sólo ponerle la mano en la cabeza, y si antes resistía a muchos, en seguida entró en la iglesia como una corderita, se confesó y comulgó, y se vio que fue liberada. Pero él no atribuía nada a sí mismo, sino al poder de la Sta. Misa y al carácter sacerdotal'<ref group='Notas'>Ib.</ref>.

Probablemente no son dos casos distintos, pues hay algunos detalles en el fondo y en la forma tan idénticos entre ambas descripciones de Berro y la que da el P. Castelli, que parecen reducirlo todo a uno solo, aunque Berro supone que son dos mujeres y Castelli un hombre. Berro dice que el Santo se lo contó a él y a otro, y este otro es ciertamente Castelli, que dice haberle pedido personalmente explicaciones del caso. Por otra parte, Castelli hizo sus declaraciones en 1652, que ciertamente leyó Berro cuando escribía hacia 1663<ref group='Notas'>La primera copia del proceso ordinario, en que declaró Castelli, fue sacada por orden de Caputi para el Archivo de la Casa Generalicia en agosto de 1659 (cf. RegCal 31, primera guarda de dicha copia). Berro repasaba ya su escrito en 1663 (cf. BERRO I, p.50).</ref>. He aquí el breve relato de Castelli:

Siendo todavía cura secular... y yendo un día a San Juan de Letrán se encontró con mucha gente que se esforzaba por hacer entrar en la iglesia a un endemoniado [spiritato] y no lo conseguían. Acercándose el Padre, armado de viva y verdadera fe, cogió con los dos dedos de la mano derecha con que se alza la Sma. Hostia la mano de dicho energúmeno que se dejó llevar como si fuera un corderillo. Siendo yo luego religioso le pregunté si era verdad y cómo había ocurrido el caso y me respondió: “Y ¿no sabes la fuerza que tienen estos dos dedos consagrados?'“<ref group='Notas'>ProcIn, p.448 y BAU, RV, p.80.</ref>.

Ambos testigos recibirían la confidencia del anciano Fundador, pero quizá Berro, habiendo leído más tarde la declaración procesal de Castelli, creyó que era un caso distinto al que él sabía por los detalles diferenciantes, y lo duplicó<ref group='Notas'>Armini mantuvo dos escenas también, una en Santa Práxedes y otra en San Juan de Letrán, referidas a dos 'personas' (cf. ARMINI, Vita, p.183). Talenti propuso tres: dos 'energúmenas' en Santa Práxedes y un 'energúmeno' en San Juan de Letrán (cf. TALENTI, Vita, p.41).</ref>.

Entre todas las iglesias romanas sentía Calasanz particular predilección por la Madonna dei Monti, una de las advocaciones marianas más recientes de la Urbe, cuya imagen gozaba de inmensa veneración popular por su fama de milagrosa<ref group='Notas'>Es una imagen de la Virgen sentada en un trono con el Niño en brazos, rodeada por los diáconos y mártires Esteban y Lorenzo de pie y los Santos Agustín y Francisco arrodillados. La composición al fresco, de escuela umbro-sienesa, se remonta probablemente a principios del siglo XV, y fue descubierta en 1579 en un edificio ruinoso, convertido en henil, que perteneció a un convento de clarisas, fundado —se dice— en tiempos de San Francisco y abandonado a principios de 1500. El 26 de abril de 1580 una ciega se curó invocando a la Virgen ante aquella imagen y a éste siguieron otros prodigios, creciendo rápidamente la veneración por aquella pintura del henil. Gregorio XIII decidió erigir una iglesia para acoger aquella imagen y la encomendó al gran arquitecto de la época, Giacomo della Porta, que la llevó a cabo. Apenas si ha tenido reformas hasta hoy. En 1623 el Capítulo vaticano coronó solemnemente la imagen (cf. C. VILÁ PALA, La Madonna dei Monti e il Calasanzio: EphCal 9-10 [1980] 386-387).</ref>. Y ésa debía ser la razón de su devoción personal, ampliamente testimoniada por sus contemporáneos. En el proceso de 1651-53 declaró el P. Scassellati: 'Sé que era devotísimo de esta imagen de la Madonna dei Monti y he oído decir que iba a visitarla cada sábado y luego, siendo religioso, lo más frecuentemente que podía'<ref group='Notas'>Ib., p.390.</ref>. Y el P. Castelli: “Tenía grandísima devoción a la Madonna dei Monti”<ref group='Notas'>Ib.</ref>. En el proceso de 1690-92 insistieron otros dos testigos en la misma idea. El P. Quarantotto dijo: “Siendo particularmente devoto de la imagen de la Sma. Virgen llamada dei Monti, iba frecuentemente a hacer allí sus devociones”<ref group='Notas'>Ib., p.388.</ref>. Y el P. Armini: “Conviene saber que el Siervo de Dios iba con frecuencia a visitar aquella imagen sagrada [Madonna dei Monti] y algunas veces celebraba allí la misa, como yo mismo he oído decir a sus compañeros y es pública voz y fama”<ref group='Notas'>Ib., p.389. Al celebrarse el cuarto centenario de este santuario mariano fue colocada en su interior una lápida de mármol, conmemorativa de la gran devoción que por esta imagen sintió San José de Calasanz, cuyo texto dice: 'O glorioso figlio della cattolica Spagna, S. Giuseppe Calasanzio, tu che visitando frequentemente fin dal 1592 questa miracolosa immagine della Madre di Dio fosti ispirato a dedicare la tua vita all’educazione della gioventú povera, tu che prima di morire nell’agosto del 1648 avesti la sua apparizione con la promessa che le Scuole Pie sarebbero rinate, prega la Madonna dei Monti tua celeste Protettrice per noi suoi figli che nel quarto centenario di questo Santuario ci consacriamo a Lei nostra Mamma e Regina. Roma 25-III-1981'. Respecto a las solemnidades que acompañaron esta conmemoración, cf. EphCal 2 (1981) 56-57; 5 (1981) 198-200, 232-233, Iam. Volveremos a comentar el contenido de esta lápida.</ref>

Esta especialísima devoción por la milagrosa Madonna dei Monti tendría una recompensa no menos especialísima, pues en el lecho de muerte revelará el 'Santo viejo' haber recibido de ella una visita de consuelo, devolviéndole con delicada cortesía las muchas visitas que él le hizo durante más de medio siglo.

Otra iglesia romana, indudablemente frecuentada por Calasanz, era la de la Virgen de Montserrat 'de los españoles de la Corona de Aragón'. Entre los papeles personales del Santo, conservados en su habitación, había un folio impreso en Roma en 1633 con las letanías lauretanas y los siete dolores y gozos de María, en su misterio de la Asunción al cielo, que se cantaban en latín todos los días en dicha iglesia “por las presentes necesidades de la Iglesia Católica Militante”<ref group='Notas'>He aquí el título completo: 'Mariae Dei Genitricis semper Virginis in coelum Assumptae: Litaniae, Gaudia, Dolores, quae pro dierum Temporum diversitate, et pro presentibus Ecclesiae Militantis Catholicae necessitatibus, quotidie decantantur in Ecclesia eiusdem Beatae Mariae de Monteserrato Hispanorum Coronae Aragoniae Almae Urbis Romae'. Y el pie de imprenta: 'Romae. Typis Gullelmi Facciotti. MDCXXXIII' (RegCal 13,23’).</ref> Y es muy probable que este breve formulario en sencillos versos latinos de los dolores y gozos de la Virgen perteneciera a las devociones diarias de Calasanz.

Nos parece muy extraño que no perteneciera a la cofradía que tenía sede en esa iglesia con el nombre de 'Venerable cofradía de la gloriosa siempre Virgen María de Montserrat, de la Corona de Aragón, de la Urbe'. Estaba presidida por un prior, cuatro guardianes y un clavario, que se elegían cada año en diciembre. Más de una vez fue prior aquel Antonio Calasanz, cantor y decano de la capilla papal, de que hemos hablado<ref group='Notas'>Véase este párrafo: '(3 de diciembre de 1568)... convocata venerabili confraternitate gloriosae semper Virginis Marie de Monte Serrato corone Aragonum de urbe, de mandato Rdi. Dom. Antonii Calasanz, prioris anno presenti...' (Archivo de dicha Iglesia, Libro 1213, a la fecha).</ref>. Pero ni la tradición biográfica calasancia ni la minuciosa búsqueda en los libros del rico archivo de esa iglesia permiten apoyar la hipótesis de la inscripción de nuestro Santo en dicha cofradía<ref group='Notas'>'En los libros de la Iglesia de Montserrat de Roma busqué con interés todos los años de la estancia de nuestro Fundador, por si encontraba su admisión de socio de la Congregación de la misma, pero no aparece por ningún lado, aunque debió acudir muchas veces a los cultos y fiestas que los naturales de la Corona de Aragón celebraban su iglesia' (J. LÓPEZ NAVÍO, Ambiente histórico..., p.226). En las notas inéditas del P. L. Navío se leen nombres de aragoneses, valencianos, catalanes y mallorquines entre elegidos para priores y demás oficiales de la congregación.</ref>.

Aunque no consta por referencias documentales, no se puede dudar que tuviera también predilección por otras dos iglesias, muy cercanas a la que será luego su sede definitiva de San Pantaleón: la ‘Chiesa nova’, cuyo sepulcro de Felipe Neri visitó indudablemente antes y después de su canonización, dada su reconocida devoción al santo; y la iglesia de Santiago de los españoles, de la Plaza Navona, por obvias razones de nacionalidad.

Notas