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Revisión de 16:50 21 oct 2014
- CAPÍTULO 29 Invicta paciencia y esperanza De N. V. Padre Fundador [1646]
¿Qué mayor golpe mortal, qué mayor disgusto interno, qué mayor afrenta podía recibir N. V. P. Fundador de la Orden de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, que verla, en el momento más hermoso y el progreso de su Orden, aplaudida por todo el mundo, solicitada insistentemente por todo el mundo cristiano, y hasta por los herejes, que, en las regiones lejanas, llevaban a sus criaturas a que las bautizaran nuestros Padres, mejor que sus predicadores y sacerdotes, por la devoción con que los tratábamos, y por ver que buscábamos sus almas, y no sus cosas; y verla ahora destruida y erradicada de la tierra, sin poderla defender, y todo por una mera pasión de los hombres?
Efectivamente, un golpe tan grande debía haberlo aterrado, y, al mismo tiempo, soterrado con su misma Orden. Pero, como él lo había hecho todo a mayor gloria de S. D. M. y de la Obra de las Escuelas Pías, y había puesto su honor y su vida en las manos de Dios, a éste le encomendó el cuidado total de todo. Por eso decía: “Dejemos obrar a Dios, que él sabrá defender su Obra; no he sido yo el Fundador, sino la Madre de Dios. Si la Obra es suya, la mantendrá, para ayuda de sus pobres”.
Por eso no se inquietó, no cambió el afecto hacia el Instituto de las Escuelas Pías. Se retiró enseguida de toda dirección, de toda manifestación de generalato; permaneció con gran paz interior y exterior; no demostró impaciencia alguna. No dijo palabras contra quien había inducido al Sumo Pontífice a esta situación; no disminuyó para nada en él la caridad que le debía, ni de la reverencia que le convenía; y cuando fue solicitado le servía; y ante Dios, en la santa Misa y en sus devociones, tuvo siempre un recuerdo particular por él, a fin de que S. D. M. le diera toda felicidad y bendición en ésta y en la otra vida.
Me acuerdo de que N. V. P. Fundador, a propósito de una conversación que tuve con él en su habitación, me dijo muchas veces estas palabras: “Yo, después de pedir por mi alma y por la Orden, me acuerdo siempre de pedir por Monseñor Albizzi, Asesor, el P. Pietrasanta, Visitador, y el P. Esteban. Y Monseñor no saldrá de aquel cargo sin mayor dignidad”. Como sucedió, pues después fue hecho Cardenal de la Santa Iglesia.
¡Oh, qué paciencia! ¡Oh, qué fortaleza! ¡Oh, qué caridad de Santo!
Aunque las cartas citadas bastarían para testificar esta tranquilidad, ante un golpe tan grande como la destrucción de su Orden y de su propio honor, con todo, quiero poner aquí otras, para mayor edificación de los lectores, y gloria de Dios.
“Al P. Vicente [Berro] de la Concepción, Sacerdote de las Escuelas Pías. Nápoles.
Pax Christi
Nosotros aquí estamos ya bajo la jurisdicción del Emmo. Vicario, pero esperamos se conserve el Instituto, tal como sucede al presente. Esperamos también las constituciones que se dice van a hacer algunos Prelados, sobre la continuación de nuestro Instituto; pues se teme que quiten la pobreza y el hábito a la Apostólica, lo que es tanto como extinguirla. Se teme también que nos prohíban la lengua latina en las escuelas; que será extinguida en un instante en todas las casas.
Mientras tanto, aquí pedimos al Señor que S. D. M. supla en aquello que fallan los hombres. Estemos con esperanza firme, que Dios bendito no permitirá se pierda un Instituto tan reclamado en toda Europa. De cuanto se vaya haciendo aquí, se informará ahí. El Señor nos bendiga a todos.
Roma, a 24 de marzo de 1646.
Servidor en el señor,
José de la Madre de Dios
Carta al mismo
“Al P. Vicente [Berro] de la Concepción, Sacerdote de las Escuelas Pías. Nápoles].
Pax Christi
He recibido la carta de V. R. del día 24 de éste, y le respondo que el Breve nos ha sido intimado jurídicamente aquí, en nuestro oratorio; y hemos oído después que ha sido publicado, pero que no quieren dar copia de ninguna manera. Se dice también que han dado orden de acomodar nuestras constituciones, y que el Breve no se publicará hasta que sean adaptadas; así que es necesario soportar con paciencia estas dilaciones, sobre todo viniendo de Palacio.
Nosotros estamos ahora bajo el gobierno del Emmo. Vicario, el cual nos exhorta a estar todos unidos, y nos da mucha esperanza del remedio. En esta Casa ha sido elegido superior el P. Juan Esteban [Spinola]; se espera que se arregle poco a poco esta Casa, y suceda así con todas las demás, sin andar cambiando de una Casa a otra; sería un remedio más seguro y más rápido. El Papa dispensa a todos los que tienen patrimonio o beneficio, para que puedan salir fuera, como Curas, a sus casas; y lo mismo, creo, a los Hermanos. De lo que vaya sucediendo cada día daremos información.
Roma, a 31 de marzo de 1646.
Servidor en el señor,
José de la Madre de Dios
Este Breve ha sido tantas veces alterado, antes de darlo a la imprenta, que es una crueldad grandísima.
El P. Virgilio Spada, hermano del Emmo. Bernardino, que ahora es Prepósito en Roma de la Congregación de San Felipe Neri, consiguió añadir algo a su favor, y nuestros adversarios, con esta ocasión, también pusieron un añadido. Aunque yo he procurado obtener una copia de la primera minuta, para verla, no he encontrado ni la cuarta parte de las cosas que han publicado. Y, si bien recuerdo, tampoco tiene la firma del Papa. Yo he conseguido esta copia mediante algunos donativos de poca importancia, pero con muchos favores; y la he conservado con los escritos guardados por mí en los dos cajones. Si después la han quemado, como hicieron con tantas otras, no lo sé. Sí sé muy bien que, hablando con Monseñor Ilmo. Ingoli, -primer Secretario, y casi Fundador del Colegio de Propaganda Fide- al decirle lo que había visto en dicha minuta, y quizá mostrándosela, me respondió: “En otro Pontificado se podrán servir de ella para tapón de botella”.
Pero, no lo recuerdo todo; y como no tengo la minuta, no puedo extenderme aquí; aunque siempre se puede conseguir con propinas, pues está en los Registros, y con un pequeño gasto se conseguirá una copia, que es verdaderamente necesaria.
En Nápoles me dijo el Ilmo. Abad Orsi, residente en Roma, e Internuncio en Nápoles de Su Majestad Serenísima el Rey Vladislao de Polonia, después de leer el Breve: “Padre mío, este es un Breve hecho con hacha. Si el P. General, o cualquier otro Padre, cuando fue intimado, hubieran protestado ´ad melius informandum Sanctissimum´, en otro Pontificado no hubiera entrado en vigor, porque no existe el razonamiento del Breve”.
El Emmo. Sr. Cardenal Fabio Chigi, que ahora reina en la Cátedra de San Pedro con nombre de Alejandro Santtimi, cuando lo leyó, poco después de acceder al Cardenalato, me dijo:
“Padre mío, este es un Breve hecho con poca miramiento. ¡Se han lucido! ¡Destruir una Orden sin motivo!”. Y, como yo le suplicara si podía hacernos un favor ante Inocencio X , me respondió: “Mi oficio no es sobre estas cosas, pero le prometo que, si se presenta la ocasión, la jugaré a su favor, porque, verdaderamente, con este Breve ¡han hecho una buena faena!