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Revisión de 16:47 21 oct 2014
- CAPÍTULO 30 De cómo Nuestro Venerable P. José Fue nombrado Prepósito General Por el Papa Gregorio XV [1622]
Aunque desde el principio en que fue erigida Congregación, y aun antes, Su Santidad el Papa Paulo V había nombrado Superior a Nuestro Venerable P. José, con el título de Prefecto de las Escuelas Pías, en su Breve Apostólico, también Su Santidad Gregorio XV, en otro suyo, lo nombró con el título de Prepósito General, por ser Fundador de ellas. Sin embargó, en su humildad, decía que Dios, la Santísima Virgen, y no él, había sido la Fundadora; por eso, él aparece en todas partes con el nombre común de Clérigo de la Congregación.
A pesar de todo, después que Gregorio XV, de feliz memoria, confirmó nuestras Constituciones, por consejo de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, nombró a N. P. José de la Madre de Dios Superior General de toda la Orden, por nueve años, dándole por compañeros a los Padres Pedro [Casani] de la Natividad, de Lucca, Viviano [Viviani] de la Asunción, de Colle, Francisco [Castelli] de la Purificación, de Florencia, y Pablo [Ottonelli], también de la Asunción, de Módena, religiosos muy insignes en todas las virtudes, como se podrá ver en la historia de sus vidas. A fin de que todos juntos representaran el cuerpo de la Orden con voz activa y pasiva, para el buen gobierno de aquélla; y que en las manos de algún Prelado Eclesiástico, elegido por ellos, hicieran la Profesión con votos solemnes. Así lo hizo, en efecto, nuestro V. P. José en manos del Emmo. Cardenal Tonti; y los otros cuatro, en manos del P. General, como lo quiso el señor Cardenal; para que él fuera reconocido por Superior de todos. A este efecto, Su Santidad expidió el Breve Apostólico “Bajo el anillo del Pescador”, con todas aquellas cláusulas necesarias. Después, para eliminar toda duda, se expidió otro Breve, el día 7 de julio, en virtud del cual repitieron los votos los cinco juntos en aquel Noviciado, en manos de un Prelado, en la capilla de Santa María Mayor.
En este tiempo N. V. P. General, despreciando toda grandeza mundana, y como dando un gran puntapié a sus vanidades, recogiendo todos sus privilegios de nobleza de su Casa, de Doctorados, de dignidades y Oficios, disfrutados en los años pasados, llamó al P. Glicerio [Cerutti] de la Natividad, de Florencia, que entonces era clérigo, y le mandó que, metiéndolos en agua, los rayera; y después, en su presencia, ordenó cortarlos en tiras estrechas como un dedo, para que nunca, en ningún tiempo, se pudiera reconstruir nada del contenido. Todo fue cumplido puntualísimamente por la sencillez de aquel jovencito.
El Cardenal Tonti se mostró siempre muy parcial en el amor a la Orden, llamándola su Orden, y venerando a N. V. P., a quien intentó enseguida de hacer una Casa de Estudios y un Noviciado; y, de hecho, habría cumplido esta buena voluntad suya, si no hubiera sido asaltado tan pronto por la muerte. Aunque tarde, permitieron a Nuestro Padre entrar adonde Su Eminencia, pues éste había ordenado llamarlo, para hacer su testamento, que estipuló, por cierto, con idea de hacer algo útil a nuestra Orden, y grata a Nuestro Padre. Cuando vio que éste entraba en la habitación, le dijo, contándole todo: “- Oh Padre José, por qué no ha venido antes. He hecho el testamento de este modo: “He fundado el Colegio Nazareno; lo he hecho mi heredero universal, y su Orden se ayudará con él. ¿Le gusta? Dígame; -replicando varias veces-: ¿Le gusta? Dígame ¿Por qué no ha venido antes, P. José?” El cual respondió: “- Está muy bien”. – Y no queriendo N. V. P. molestar a Su Eminencia, como habría hecho si hubiera dicho que sus cortesanos lo habían tenido encerrado cinco horas en una habitación, para que no entrara adonde Su Eminencia.
El Señor Cardenal murió después en manos de Nuestro Venerable P. José, el 21 de abril de 1622.