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El desconcertante descubrimiento de que el padre del Fundador había sido herrero llevó a consecuencias extremas, negándosele todo título de nobleza y reduciéndole a la penosa situación 'de sudar ante la fragua y el yunque para criar a su familia'.<ref group='Notas'>Cf. texto de Merigó cit. en n.56 de este cap.</ref> Si había que elegir entre nobleza y riqueza, la preferencia iba por la primera: “D. Pedro de Calasanz podría ser indigente, sin dejar de ser —como lo era— noble por los cuatro costados”, decía el P. Huertas.<ref group='Notas'>Cf. texto cit. en n.52 de este cap.</ref> Y no había por qué exasperarse tanto. La nobleza era de ínfimo grado —infanzonía—, pero era nobleza al fin. La herrería era un hecho innegable, pero ni era señal de indigencia ni recurso único para sostener la numerosa familia de los Calasanz-Gastón.
 
El desconcertante descubrimiento de que el padre del Fundador había sido herrero llevó a consecuencias extremas, negándosele todo título de nobleza y reduciéndole a la penosa situación 'de sudar ante la fragua y el yunque para criar a su familia'.<ref group='Notas'>Cf. texto de Merigó cit. en n.56 de este cap.</ref> Si había que elegir entre nobleza y riqueza, la preferencia iba por la primera: “D. Pedro de Calasanz podría ser indigente, sin dejar de ser —como lo era— noble por los cuatro costados”, decía el P. Huertas.<ref group='Notas'>Cf. texto cit. en n.52 de este cap.</ref> Y no había por qué exasperarse tanto. La nobleza era de ínfimo grado —infanzonía—, pero era nobleza al fin. La herrería era un hecho innegable, pero ni era señal de indigencia ni recurso único para sostener la numerosa familia de los Calasanz-Gastón.

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02.11. Una familia bien acomodada

El desconcertante descubrimiento de que el padre del Fundador había sido herrero llevó a consecuencias extremas, negándosele todo título de nobleza y reduciéndole a la penosa situación 'de sudar ante la fragua y el yunque para criar a su familia'.[Notas 1] Si había que elegir entre nobleza y riqueza, la preferencia iba por la primera: “D. Pedro de Calasanz podría ser indigente, sin dejar de ser —como lo era— noble por los cuatro costados”, decía el P. Huertas.[Notas 2] Y no había por qué exasperarse tanto. La nobleza era de ínfimo grado —infanzonía—, pero era nobleza al fin. La herrería era un hecho innegable, pero ni era señal de indigencia ni recurso único para sostener la numerosa familia de los Calasanz-Gastón.

La preocupación por asegurar el porvenir de la hacienda familiar, nombrando heredero único, es ya un indicio de que no se estaba en la pobreza y que había algo considerable que salvaguardar. Y Pedro Calasanz padre hizo en su vida tres testamentos, respectivamente en 1571, 1585 y 1586. El P. Jericó, que leyó los tres —y no conservó ninguno-, dijo que 'de ellos se colige que don Pedro Calasanz era uno de los Cavalleros más ricos de aquel País, pues a más de alcanzar sus bienes para poner en estado a siete hijos, hace varias mandas y fundaciones de caridades no pequeñas para aquel tiempo'.[Notas 3]

En las capitulaciones matrimoniales de su primogénito Pedro, en 1576, lo constituye prácticamente heredero, de nuevo, pero se reserva para sí mismo 4.000 sueldos jaqueses; 2.000 más para su mujer; garantiza con bienes inmuebles los 3.600 que aporta la nuera, Jerónima Paúl, al matrimonio, además del ajuar; y como le quedan aún dos hijos solteros, añade la siguiente cláusula: 'reservándose los dichos donantes [Pedro y María] que de dichos bienes de la presente donación puedan dar a los dichos Josepe Calasanz y Ysabel Calasanz, hijos suyos, en patrimonio y en dotes todo lo que a los dichos donantes les pareciere y bien visto será conforme a la facultad de su casa y bienes y costumbre del dicho lugar de Peralta entre semejantes personas de tal estado y condición'.[Notas 4]

La última exigencia denota una posición social no común, que revela algo más que el simple estado económico. Pero todo el larguísimo texto de estas capitulaciones es en cierto modo un espejo de la posición socio-económica de la familia. En efecto, basándose exclusivamente en él, el Dr. Felipe Matías Llopis, catedrático de la universidad de Barcelona, dio en 1963 este juicio: 'Vistas las Capitulaciones matrimoniales de 1576 de Pedro Calasanz Gastón, se obtiene la impresión de una situación económica de propietarios rurales de clase media, antes acomodada que modesta, sin llegar a la posición que solían tener las clases nobiliarias superiores'.[Notas 5]

Sus cinco hijas las casó: a María y a Magdalena en Peralta; a Juana en Benabarre; a Isabel en Arén y a Esperanza en Alcampel, dándoles la dote 'correspondiente a su estado y condición'. De todas ellas se conservan tan sólo las capitulaciones de Esperanza, casada en 1574 con Juan Carpi, infanzón de Alcampel. La novia aportó de dote “1700 dineros y una cama con dos medios cofres”. Y el marido era heredero universal de su casa.[Notas 6] Además, pagó todos los gastos de la carrera sacerdotal de su hijo José, de quien decía ya en 1571, al nombrar heredero universal a su primogénito Pedro, que “no sólo le mantenga con la decencia correspondiente a su calidad, dándole todo lo que hubiera menester, sino que confiando sea clérigo, le sea dado patrimonio suficiente para subir a los órdenes sacros, si ya beneficio alguno no hubiere”.[Notas 7] Y toda la carrera del joven clérigo Calasanz fue un recorrido por diversos centros de estudio, como fueron Estadilla y las universidades de Lérida, Valencia, Alcalá de Henares y Lérida de nuevo, que debían costar no pocos doblones al “infanzón-herrero” de Peralta.

Todos estos gastos para 'colocar' debidamente a sus hijas e hijos suponen necesariamente un sustento económico que a duras penas puede depender de los golpes de martillo sobre el yunque de la herrería. No obstante, visto lo dicho, tampoco hay que infravalorar las entradas que provenían del “duro trabajo” de la fragua, siendo además dos, padre e hijo mayor, los que lo llevaban.

No hay que olvidar, sin embargo, los veinte años más o menos en que fue baile local y general de Peralta y su baronía el cabeza de familia, Pedro Calasanz. Las bailías de pueblos, villas y baronías eran honrosas y codiciadas, pues además de la distinción social, las ventajas del poder y el mando, y el provecho del trato con 'los Señores', llevaban consigo unos emolumentos considerables, derechos bayulivos por intervenir en muchos actos de administración y de justicia, participación proporcional en el cobro de diezmos, contribuciones, arrendamientos y derechos y regalías señoriales, etc.[Notas 8] Y veinte años de bailía son muchos años.

En una vieja 'Centena' o catastro de Peralta, que abarca los años 1500-1626, se citan indirectamente fincas y posesiones de Pedro Calasanz. Se ha perdido la Centena que le correspondía a él, y por tanto las referencias conservadas son incompletas. Con todo, se aprecia que debería de tener una hacienda considerable como agricultor. Se enumeran doce piezas, de las cuales justamente la mitad se dice fueron “dadas a Pedro Calasanz por dote de su mujer”, y las otras seis fueron adquiridas por compraventa. Se habla de casas, viñas, campos, una salina, olivares, un linar, dos huertos, era y pajar.[Notas 9].

Todo ello nos fuerza a concluir que la familia Calasanz-Gastón debía sus ingresos a la bailía, honrosa y productiva, a la hacienda agrícola y a los sonoros golpes de los martillos sobre el yunque de la herrería.

Cuando llegó a Roma el hijo del herrero de Peralta, tuvo un rasgo emotivo: mandó a su pueblo un cáliz de plata y oro, y puso al pie esta inscripción: Pro ferro aurum et argentum. 1593 (oro y plata en vez de hierro). No tenía por qué avergonzarse ni ocultar siquiera que era hijo de un herrero. Hoy el cáliz se conserva con veneración en su propia casa natalicia de Peralta.[Notas 10]

Notas

  1. Cf. texto de Merigó cit. en n.56 de este cap.
  2. Cf. texto cit. en n.52 de este cap.
  3. Cf. J. POCH, o.c., p.266. Véase lo dicho en la n. 61
  4. RegCal 13, 68
  5. Cf. J. POCH, o.c., p.275.
  6. Doc. Merigó, n.53.
  7. Cf. J. POCH, Tres testamentos..., p.446.
  8. En un nombramiento de baile, hecho en 1574 por los Señores de Castro, don Berenguer y doña Eleonor, se alude así a los emolumentos económicos del oficio '... vestrumque bajuliae officium...; et habeatis et recipiatis vestrisque utilitatibus applicetis ea salaria, lucra et emolumenta quae per alios qui hucusque dictum offitium retinuerunt, juste sunt solita exigi et recipi assueta. ..' (J. POCH, Aportación doc. a la historia de la Univ. de Huesca: AnCal 15 [1966] 237, n.189).
  9. Cf. J. POCH, Aportación doc. biogr.-cal..., p.272-274.
  10. Véase fotografía en EcoCen 3-4 (1949) lám. XI-XII.