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Eran muchas las humillaciones que sufrían todos nuestros pobres Religiosos, sobre todo los que se encontraban en Roma, y no eran del todo partidarios de las irreverencias y mortificaciones que daba el P. Esteban [Cherubini] a N. V. P. Fundador y a sus verdaderos hijos, a sabiendas del Revmo. P. Pietrasanta, jesuita, nuestro Visitador Apostólico. | Eran muchas las humillaciones que sufrían todos nuestros pobres Religiosos, sobre todo los que se encontraban en Roma, y no eran del todo partidarios de las irreverencias y mortificaciones que daba el P. Esteban [Cherubini] a N. V. P. Fundador y a sus verdaderos hijos, a sabiendas del Revmo. P. Pietrasanta, jesuita, nuestro Visitador Apostólico. |
Última revisión de 17:39 27 oct 2014
Ver original en ItalianoCAPÍTULO 14 Memorial al Papa Enviado por los nuestros [1646]
Eran muchas las humillaciones que sufrían todos nuestros pobres Religiosos, sobre todo los que se encontraban en Roma, y no eran del todo partidarios de las irreverencias y mortificaciones que daba el P. Esteban [Cherubini] a N. V. P. Fundador y a sus verdaderos hijos, a sabiendas del Revmo. P. Pietrasanta, jesuita, nuestro Visitador Apostólico.
Y, por el contrario, era tanta y tan grande la libertad y relajación de aquellos pocos partidarios del P. Esteban, que resultaba intolerable convivir con ellos, dado que para éstos tales había abundancia de todo, hasta para tomarse cada uno de ellos su deseada recreación; mientras que para todos los demás había penuria de las cosas necesarias; lo mismo que para nuestro santo Viejo y V. P. Fundador, pues muchas veces no se encontraba qué darle. Y, aunque él se alegraba y decía que estaba bien y provisto, sin embargo, carecía de muchas cosas. Y si nosotros, que estábamos fuera, sobre todo de Génova, no le hubiéramos proporcionado algún alivio, habría sufrido mucho más.
Movidos, pues, más aún, obligados, por esta tiranía y crueldad, muchos de nuestros Religiosos que vivían en Roma, unos 20 o 25, convinieron juntos en enviar un memorial en propia mano a Su Santidad, Nuestro Señor Inocencio X, suplicando los liberara de aquella tiranía tan grande del gobierno del P. Esteban, -en casi tres años de Visita Apostólica, y sin ningún remedio- suplicando la publicación del Decreto hecho el 18 de julio último por la Congregación de los Emmos. Sres. Cardenales Delegados, para la reintegración de N. V. P. Fundador y General.
Todos pensaron que era tiempo bueno y lugar oportuno en las primeras Vísperas de la Epifanía, el 5 de enero de 1646. Y así lo hicieron. Fueron al Vaticano, es decir, a San Pedro; y, colocados en la Capilla a su gusto, todos juntos para ser vistos, escucharon las Vísperas. Después de las Vísperas, cuando Su Santidad, con todo el cortejo, volvieron a sus estancias, algunos de los nuestros, que fueron introducidos, de rodillas, -hablando el P. Gabriel [Bianchi] de la Anunciación y el H. Lucas de San Bernardo, ambos genoveses, en voz alta- le expusieron su pensamiento y deseo, suplicando a Su Santidad su gracia, dada la justicia de la causa; y al mismo tiempo le presentaron el memorial, que fue recibido por el Ilmo. y Excmo. Sr. Príncipe Ludovisi, nepote de Su Santidad. Éste respondió que se haría justicia, y enseguida los despidieron.
Partieron los Padres; y, cuando volvieron, informaron del hecho a N. V. P. Fundador, el cual les respondió: “No habéis obrado bien; si me hubierais dicho una palabra de ello, no os hubiera permitido hacerlo. Hágase siempre la voluntad divina. Hagamos oración”.
Tengo la prueba de que N. V. P. Fundador General no lo sabía en la carta que figura abajo. Es cierto que la escribió, pero yo lo sé también de su boca, pues me lo dijo en particular.
Carta
Fuera
Al P. Vicente [Berro] de la Concepción, Sacerdote de las Escuelas Pías. Nápoles.
Dentro
Pax Christi
Con la presente respondo a la carta de V. R. del 30 del mes pasado, que tengo por seguro que la próxima semana, o a lo más tarde la siguiente, tendrá lugar la declaración de estos Eminentísimos, acerca de nuestras cosas; la espero más bien a favor que en contra, a pesar de las oposiciones grandes que ha habido contra nuestro Instituto. Mientras tanto, hagamos oración todos, a fin de que resulte a mayor gloria de S. D. M., y a mayor utilidad del prójimo, sobre todo de los pobres. Es cuanto por ahora recuerdo.
Roma, a 6 de enero de 1646.
Servidor en el Señor,
José de la Madre de Dios
Se ve que ni siquiera sabía nada; porque, si bien el día 5 estuvieron nuestros Religiosos con el Papa, en las primeras Vísperas de Epifanía, aunque la carta esté escrita el día 6, no cabe decir, sino que había sido escrita antes, porque el día 6 estuvo ocupado en la iglesia, lo suficiente para que no supiera nada. Confirma lo mismo también la siguiente
Carta 2ª al mismo
[Al P. Vicente [Berro] de la Concepción, Sacerdote de las Escuelas Pías. Nápoles.
Pax Christi]
En cuanto a nuestras cosas, se espera de día en día que se publique cuanto han determinado los Sres. Cardenales Delegados, que son los mismos de antes. Pronto sabremos si la resolución es a favor de la Orden, o no; pues no está bien que vivamos así. De lo que haya, se informará enseguida. Es cuanto por ahora recuerdo.
Roma, a 13 de enero de 1646.
Avise V. R. si el Sr. Almirante ha salido de Nápoles, y si el Sr. Conde Ottonelli nos ha respondido, pues no hemos recibido sus cartas, que estábamos esperando, etc.
Servidor en el Señor,
José de la Madre de Dios
Date cuenta, lector, de cómo mortificaban siempre a Nuestro Santo Viejo los adversarios, y el mismo P. Esteban.