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Apenas se divulgó la noticia de la concesión hecha por la Congregación General con la que se abría la puerta del sacerdocio a los Clérigos Operarios, hubo una reacción contrapuesta: de inmensa satisfacción y excesiva esperanza en los favorecidos, y de protesta y disgusto por parte de algunos Padres y Clérigos, que se verían obligados a ceder su puesto ante los nuevos sacerdotes advenedizos, que€ exigirían el orden de precedencia de profesión. No sin cierta consternación, vuelto a Florencia, escribía al General el P. Asistente Castelli el 21 de junio de 1636, intentando detener los acontecimientos antes de que el breve pontificio ratificara el decreto de la Congregación General:
 
Apenas se divulgó la noticia de la concesión hecha por la Congregación General con la que se abría la puerta del sacerdocio a los Clérigos Operarios, hubo una reacción contrapuesta: de inmensa satisfacción y excesiva esperanza en los favorecidos, y de protesta y disgusto por parte de algunos Padres y Clérigos, que se verían obligados a ceder su puesto ante los nuevos sacerdotes advenedizos, que€ exigirían el orden de precedencia de profesión. No sin cierta consternación, vuelto a Florencia, escribía al General el P. Asistente Castelli el 21 de junio de 1636, intentando detener los acontecimientos antes de que el breve pontificio ratificara el decreto de la Congregación General:
  
:'''lo que más importa y es muy necesario que Vdes. consideren y consulten entre si antes de que salga el Breve… o antes de publicarlo y ponerlo en práctica si ya ha salido, es que he descubierto una gran conjura de sacerdotes-y clérigos de muchas casas contrarios, sin esperanza de calmarla o disolverla sin provocar la ruina de la Religión, pues si no pueden hacer otra cosa, se harán insoportables dejando luego el Instituto y quizá los hábitos. Yo-procuro prudentemente hacerles ver la conveniencia y el bien [que se sigue de ese decreto] tanto general para todo el Instituto, como particular para ellos, porque si no hay clérigos operarios para las escuelas inferiores, tendrán que atenderlas ellos por necesidad, renunciando por tanto a subir más alto. Y parece que se conformarían fácilmente-si los Clérigos Operarios no pretendieran seguir más adelante. Pero cuando piensan en lo que ellos llaman confusión de precedencias y cesiones de Clérigos y Hermanos de todo género: maestros, albañiles, cocineros y limosneros, con los que hasta ahora nos han visto tan liberales concediéndoles bonetes, tonsuras y títulos, no las tienen todas consigo. Y Dios quiera que se resignen a ceder el lugar de profesión a los sacerdotes que a los simples Clérigos Operarios. Yo creo necesario quitar del Breve, si se consigue o ya se ha conseguido, el detalle de mantener el orden de profesión hasta las órdenes mayores, o abolir totalmente el título de Clérigos Operarios, no conformé a las Reglas, proveyendo a algunos de ellos que lo merezcan con Breves particulares, como se había pensado, y trataba de conseguir Ambrosio'.<ref group='Notas'>EHI, p.609-610</ref>
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:'' 'lo que más importa y es muy necesario que Vdes. consideren y consulten entre si antes de que salga el Breve… o antes de publicarlo y ponerlo en práctica si ya ha salido, es que he descubierto una gran conjura de sacerdotes-y clérigos de muchas casas contrarios, sin esperanza de calmarla o disolverla sin provocar la ruina de la Religión, pues si no pueden hacer otra cosa, se harán insoportables dejando luego el Instituto y quizá los hábitos. Yo-procuro prudentemente hacerles ver la conveniencia y el bien [que se sigue de ese decreto] tanto general para todo el Instituto, como particular para ellos, porque si no hay clérigos operarios para las escuelas inferiores, tendrán que atenderlas ellos por necesidad, renunciando por tanto a subir más alto. Y parece que se conformarían fácilmente-si los Clérigos Operarios no pretendieran seguir más adelante. Pero cuando piensan en lo que ellos llaman confusión de precedencias y cesiones de Clérigos y Hermanos de todo género: maestros, albañiles, cocineros y limosneros, con los que hasta ahora nos han visto tan liberales concediéndoles bonetes, tonsuras y títulos, no las tienen todas consigo. Y Dios quiera que se resignen a ceder el lugar de profesión a los sacerdotes que a los simples Clérigos Operarios. Yo creo necesario quitar del Breve, si se consigue o ya se ha conseguido, el detalle de mantener el orden de profesión hasta las órdenes mayores, o abolir totalmente el título de Clérigos Operarios, no conformé a las Reglas, proveyendo a algunos de ellos que lo merezcan con Breves particulares, como se había pensado, y trataba de conseguir Ambrosio'.<ref group='Notas'>EHI, p.609-610</ref>
  
 
Ni el General ni los demás Asistentes tuvieron en cuenta estas tardías peticiones de Castelli, pues el breve salió sin reflejarlas. Cabria suponer, sin embargo, otra probable influencia en la redacción definitiva del breve. En efecto, en el decreto de la Congregación General, aunque al principio se habla de que entre los Clérigos Operarios 'hay algunos aptos e idóneos para recibir las órdenes sagradas', luego se decide permitir “‘a todos’ los Clérigos Operarios” que puedan ser promovidos al sacerdocio. Y así debió de entenderse en un primer momento. En consecuencia, como se habían concedido bonetes y tonsuras con excesiva liberalidad a toda clase de operarios, que habían sido o seguían siendo “maestros, albañiles, cocineros o limosneros”, ahora podrían todos ellos pretender ser sacerdotes, ocupando sus precedencias de lugar de profesión. Y ése era el gran problema que presentaba Castelli en su carta. El único control o limitación de pretendientes que proponía el Decreto generalicio era el examen previo de ordenación, que debería darse ante los examinadores oficiales de Roma solamente. Con ello no se exigía ni más ni menos que lo exigido a todos los candidatos a las órdenes mayores, ya fueran religiosos o del clero secular.
 
Ni el General ni los demás Asistentes tuvieron en cuenta estas tardías peticiones de Castelli, pues el breve salió sin reflejarlas. Cabria suponer, sin embargo, otra probable influencia en la redacción definitiva del breve. En efecto, en el decreto de la Congregación General, aunque al principio se habla de que entre los Clérigos Operarios 'hay algunos aptos e idóneos para recibir las órdenes sagradas', luego se decide permitir “‘a todos’ los Clérigos Operarios” que puedan ser promovidos al sacerdocio. Y así debió de entenderse en un primer momento. En consecuencia, como se habían concedido bonetes y tonsuras con excesiva liberalidad a toda clase de operarios, que habían sido o seguían siendo “maestros, albañiles, cocineros o limosneros”, ahora podrían todos ellos pretender ser sacerdotes, ocupando sus precedencias de lugar de profesión. Y ése era el gran problema que presentaba Castelli en su carta. El único control o limitación de pretendientes que proponía el Decreto generalicio era el examen previo de ordenación, que debería darse ante los examinadores oficiales de Roma solamente. Con ello no se exigía ni más ni menos que lo exigido a todos los candidatos a las órdenes mayores, ya fueran religiosos o del clero secular.
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22.05. Satisfacción de unos y oposición de otros

Apenas se divulgó la noticia de la concesión hecha por la Congregación General con la que se abría la puerta del sacerdocio a los Clérigos Operarios, hubo una reacción contrapuesta: de inmensa satisfacción y excesiva esperanza en los favorecidos, y de protesta y disgusto por parte de algunos Padres y Clérigos, que se verían obligados a ceder su puesto ante los nuevos sacerdotes advenedizos, que€ exigirían el orden de precedencia de profesión. No sin cierta consternación, vuelto a Florencia, escribía al General el P. Asistente Castelli el 21 de junio de 1636, intentando detener los acontecimientos antes de que el breve pontificio ratificara el decreto de la Congregación General:

'lo que más importa y es muy necesario que Vdes. consideren y consulten entre si antes de que salga el Breve… o antes de publicarlo y ponerlo en práctica si ya ha salido, es que he descubierto una gran conjura de sacerdotes-y clérigos de muchas casas contrarios, sin esperanza de calmarla o disolverla sin provocar la ruina de la Religión, pues si no pueden hacer otra cosa, se harán insoportables dejando luego el Instituto y quizá los hábitos. Yo-procuro prudentemente hacerles ver la conveniencia y el bien [que se sigue de ese decreto] tanto general para todo el Instituto, como particular para ellos, porque si no hay clérigos operarios para las escuelas inferiores, tendrán que atenderlas ellos por necesidad, renunciando por tanto a subir más alto. Y parece que se conformarían fácilmente-si los Clérigos Operarios no pretendieran seguir más adelante. Pero cuando piensan en lo que ellos llaman confusión de precedencias y cesiones de Clérigos y Hermanos de todo género: maestros, albañiles, cocineros y limosneros, con los que hasta ahora nos han visto tan liberales concediéndoles bonetes, tonsuras y títulos, no las tienen todas consigo. Y Dios quiera que se resignen a ceder el lugar de profesión a los sacerdotes que a los simples Clérigos Operarios. Yo creo necesario quitar del Breve, si se consigue o ya se ha conseguido, el detalle de mantener el orden de profesión hasta las órdenes mayores, o abolir totalmente el título de Clérigos Operarios, no conformé a las Reglas, proveyendo a algunos de ellos que lo merezcan con Breves particulares, como se había pensado, y trataba de conseguir Ambrosio'.[Notas 1]

Ni el General ni los demás Asistentes tuvieron en cuenta estas tardías peticiones de Castelli, pues el breve salió sin reflejarlas. Cabria suponer, sin embargo, otra probable influencia en la redacción definitiva del breve. En efecto, en el decreto de la Congregación General, aunque al principio se habla de que entre los Clérigos Operarios 'hay algunos aptos e idóneos para recibir las órdenes sagradas', luego se decide permitir “‘a todos’ los Clérigos Operarios” que puedan ser promovidos al sacerdocio. Y así debió de entenderse en un primer momento. En consecuencia, como se habían concedido bonetes y tonsuras con excesiva liberalidad a toda clase de operarios, que habían sido o seguían siendo “maestros, albañiles, cocineros o limosneros”, ahora podrían todos ellos pretender ser sacerdotes, ocupando sus precedencias de lugar de profesión. Y ése era el gran problema que presentaba Castelli en su carta. El único control o limitación de pretendientes que proponía el Decreto generalicio era el examen previo de ordenación, que debería darse ante los examinadores oficiales de Roma solamente. Con ello no se exigía ni más ni menos que lo exigido a todos los candidatos a las órdenes mayores, ya fueran religiosos o del clero secular.

El breve papal añadía un párrafo nuevo de condiciones que no figuraban en el decreto generalicio, con las que cambiaba totalmente la concesión. Decía, en efecto, que se aprobaba el referido decreto 'en todos sus detalles,… con tal que los dichos Clérigos Operarios no hubieran pertenecido al estado de conversos, o siendo conversos no hubieran ejercido tareas serviles propias de conversos'.[Notas 2] Estas sutiles distinciones nos hacen sospechar que fueron propuestas expresamente por Calasanz y su Congregación y no impuestas por sorpresa por los redactores del breve.[Notas 3]

Con estas restricciones, los candidatos al sacerdocio quedaban reducidos a los que habían ingresado en la Orden directamente para ser Clérigos Operarios (lógicamente después de la Congregación General de 1627) y los que, habiendo entrado para Hermanos operarios (legos), no se habían ocupado de tareas domésticas propias de los legos, sino de las escuelas, como Michelini y Ambrosi y tantos otros.[Notas 4] Quedaban, pues, excluidos absolutamente del sacerdocio 'dos albañiles, cocineros o limosneros' de que hablaba Castelli. Pero no había prohibición de que los aptos entre ellos pudieran seguir dando clase, llevando bonete y tonsura y título de Clérigos Operarios. El General, sin embargo, aconsejaba a todos estos que desistieron de hacerse clérigos para no hacerse ilusiones.[Notas 5]

Se abrió, pues, la puerta del sacerdocio que se había querido mantener absolutamente cerrada para todos los Clérigos Operarios, pero se hizo con moderación y prudencia, sin avalanchas descontroladas. Sólo así se explica el reducido número de sacerdotes que salieron de las tan nutridas filas de Hermanos o de la precaria clase de Clérigos Operarios. En efecto, revisando los Catálogos de entonces[Notas 6] Se puede constatar que durante el decenio en que prácticamente se dio la experiencia de los Clérigos Operario s (1627 - 1637) sólo hubo 25 que ingresaron directamente para esa clase, mientras hubo 82 que lo hicieron para Hermanos. De esos 25 sólo 10 llegaron al sacerdocio y de los 82 Hermanos hubo 13 que también llegaron al sacerdocio por otras razones. Añádase que de los 81 Hermanos que existían en 1627 sólo 15 consiguieron ser sacerdotes, entre ellos Michelini y Ambrosi. Por otra parte, según la estadística presentada en el Capítulo General de 1637 había entonces en la Orden 124 sacerdotes y 79 clérigos 'verdaderos', frente a 159 Operarios.[Notas 7] De estos 159 sólo fueron sacerdotes 36, además de Ambrosi y Michelini, ya incluidos en los 124 mencionados, pues se ordenaron en 1636.

Sin duda, el General necesitaba sacerdotes, sobre todo para las clases de ábaco que solían llevar los Hermanos. Por tanto, veía con buenos ojos la ordenación de algunos de ellos, bien preparados.[Notas 8] Para ello, recomendaba a los PP. Rectores que les dieran tiempo de estudiar después de haber cumplido con sus tareas escolares, aligerándolas en cuanto fuera posible. Y se refería en particular a los estudios necesarios para superar los exámenes oficiales de órdenes que debían dar en Roma.[Notas 9] Exigía a los Rectores que urgieran esos estudios, pues no se debían facilitar las cosas dejando pasar a los ignorantes o poco dotados.[Notas 10] La esperanza de obtener el sacerdocio se convertía, además, en aliciente para exigir mayor observancia y responsabilidad en atender a las obligaciones y tareas personales. Incluso no faltan casos en que el General prefiere que pasen a otra religión si quieren ser sacerdotes.[Notas 11]

Todas estas disposiciones del General revelan que en muchas comunidades había tensiones y desórdenes provocados por quienes descuidaban sus obligaciones para dedicarse al estudio del latín; o por la actitud de Rectores que no daban tiempo suficiente para estudiar a los aspirantes al sacerdocio; o por aquellos que se oponían sin más a la ordenación de Hermanos por defender sus derechos de precedencia o por otros motivos. Particularmente notable fue la oposición en la Provincia de Liguria, cuyas tres comunidades de Génova, Savona y Cárcare escribieron una carta conjunta, firmada por 29 de sus 57 religiosos, pidiendo al P. General y a sus Asistentes que desistieran de promover Hermanos al sacerdocio. Desde Roma escribieron justificando las decisiones tomadas, pero los de Liguria rogaron de nuevo que se suspendiera la aplicación del breve pontificio, que consideraban subrepticio, y esperaran el veredicto del próximo Capítulo General de 1637.[Notas 12]

Movido, quizá, por estas perturbaciones y súplicas decide el P. General restringir el número de pretendientes al sacerdocio y con fecha del 14 de marzo de 1637 publica una circular en la que 'se ordena que los clérigos operarios no puedan estudiar Gramática ni nadie de los nuestros enseñársela sin licencia escrita del P. General'.[Notas 13] Era, sin duda, un frenazo a las aspiraciones de todos los pretendientes. Podía causar la impresión de que la puerta que se había abierto, se iba entornando de nuevo y sólo habían logrado franquearla hasta el momento los afortunados Ambrosi y Michelini.

Notas

  1. EHI, p.609-610
  2. 'Decretum praeinsertum ac omnia et singula in eo contenta, ita tamen, ut dicti Clerici Operarii in temporibus a iure statutis, et servatis alias servandis ad dictos ordines promoveantur, et dummodo Clerici Operarii huiusmodi non fuerint in statu conversorum, nec tamquam conversi servitia laicalia conversrum exercuerint, Apostolica Auctoritate, tenore praesentium, confirmamus et approbamus' (EGC IX, p.108-109).
  3. En la súplica del breve escribió Calasanz: 'supplica I'oratore la Santità Vostra, restar servita di darli [al Decreto generalicio] con suo Breve (in forma ‘Motus proprii’ con la clausula sublata) pderpetua autorità e stabilimento' (G. SANHA, l.c.). El paréntesis está tachado por Calasanz, pero no sabemos por qué. Lo interesante es la referencia a 'da clausula ‘sublata’' (puesta abajo), que debía de ir junto con el mencionado Decreto que quedará inserto en el breve. Sospechamos que dicha cláusula sea precisamente la que comentamos.
  4. Así lo interpreta también R. Martín, sin que falte algún documento en que se amplía la prohibición a todos los que entraron en la Orden para Hermanos Operarios, con lo que difícilmente se explicaría el caso de Ambrosi y Michelini, ni la referencia a quienes hubieran hecho trabajos de conversos (cf. R. MARTÍN, o.p., p.58-60).
  5. 'Havendo sempre costi I'essercizio della cucina il fratel Gioseppe Maria della Croce non é bene che faccia professione di chierico perchè nel Breve vi è una clausula che dice ‘dummodo non exercuerint officia laicalia' (c.2675).
  6. ‘Liber Cong. Paul., p.5-46; Catal. Rel., p.1-126; ‘Defunctorum Memoriae’ (1618-1700) (RegRel 36).
  7. Cf. Archivium XIII (1954) 56
  8. C. 2640, 2747, 2748, 2752, 2788, 2810, 2944
  9. Cf. c.2631, 2633, 2640, 2818, 2829.
  10. Cf. c.2598, 2612, 2954.
  11. Cf. c.2586, 2598,2633,2686 y 2769,2944.
  12. Cf. EHI, p.1331-1333 y 507-509. La razón jurídica era que los 'Clérigos Operarios' no existían en las Constituciones y éstas sólo podían ser cambiadas por un Capitulo General
  13. EGC X, p.251. Un año antes, con fecha del 12 de enero de 1636, había escrito: 'Faccia intendere a tutti che nissun ‘de fratelli’ studii grammatica et che nissun gliela insegni in virtù di Sta. obedienza'. (c.2495) Pero esto era tres meses y medio antes de decidir que los clérigos operarios podían ser sacerdotes, para lo que era-necesario estudiar latín (gramática).-Con lo que no hacía más-que insistir en que los clérigos operarios no podrían pasar, por institución, más allá de la primera tonsura.