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A primeros de marzo de 1630 salió de Ancona el P. Melchor rumbo a Venecia, siendo recibido amablemente por el obispo de la isla de Torcello, Mons. Marcos Zeni, que le nombró su confesor y examinador del clero, y le dio facultades de confesar, predicar y administrar sacramentos en toda la diócesis, incluso a las monjas de clausura, mientras hacía preparativos para su viaje a Oriente. Pero entre marzo y abril empezó a declararse en Venecia la terrible peste de manzoniano recuerdo, que había entrado en Lombardía en el otoño anterior, por lo que no habiendo posibilidad por el momento de emprender el viaje 'se decidió -escribe Scoma-no sólo a quedarse en dicha ciudad, sino a exponerse, como lo hizo, al servicio espiritual de los apestados.<ref group='Notas'>C.1284. </ref>
 
A primeros de marzo de 1630 salió de Ancona el P. Melchor rumbo a Venecia, siendo recibido amablemente por el obispo de la isla de Torcello, Mons. Marcos Zeni, que le nombró su confesor y examinador del clero, y le dio facultades de confesar, predicar y administrar sacramentos en toda la diócesis, incluso a las monjas de clausura, mientras hacía preparativos para su viaje a Oriente. Pero entre marzo y abril empezó a declararse en Venecia la terrible peste de manzoniano recuerdo, que había entrado en Lombardía en el otoño anterior, por lo que no habiendo posibilidad por el momento de emprender el viaje 'se decidió -escribe Scoma-no sólo a quedarse en dicha ciudad, sino a exponerse, como lo hizo, al servicio espiritual de los apestados.<ref group='Notas'>C.1284. </ref>
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El P. Alacchi confiado en la protección de las autoridades eclesiásticas, pero con indudable precipitación, impaciencia y temeridad, no sólo alquiló una casa en septiembre de 1631, sino que a principios de 1632 empezó a dar clase 'en privado', contra la expresa mentalidad de Calasanz, que a fines de 1631 le había escrito con gran prudencia:
 
El P. Alacchi confiado en la protección de las autoridades eclesiásticas, pero con indudable precipitación, impaciencia y temeridad, no sólo alquiló una casa en septiembre de 1631, sino que a principios de 1632 empezó a dar clase 'en privado', contra la expresa mentalidad de Calasanz, que a fines de 1631 le había escrito con gran prudencia:
  
:'''Si de algún modo empieza a hacer escuela y no se lo impiden otros religiosos o seglares, veremos de proveerle de sujetos adecuados, con tal que esté de acuerdo el Magistrado a quien corresponda, pues sin su consentimiento no está bien emprender la introducción de nuestro instituto; por tanto, vaya en este particular con mucha cautela, no sea que pensando haber conseguido algo, se encuentre como al principio o bien excluido'.<ref group='Notas'>C.1915; CCP, p.163. </ref>
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:'' 'Si de algún modo empieza a hacer escuela y no se lo impiden otros religiosos o seglares, veremos de proveerle de sujetos adecuados, con tal que esté de acuerdo el Magistrado a quien corresponda, pues sin su consentimiento no está bien emprender la introducción de nuestro instituto; por tanto, vaya en este particular con mucha cautela, no sea que pensando haber conseguido algo, se encuentre como al principio o bien excluido'.<ref group='Notas'>C.1915; CCP, p.163. </ref>
  
 
Alacchi, en cambio, sin pararse en barras, preparó en casa un oratorio privado y lo hizo bendecir por uno de los obispos sufragáneos del Patriarca, y al llegar los dos Mussesti organizó una especie de inauguración solemne de las Escuelas Pías en abril de 1632. Las cosas, por lo visto, iban viento en popa, de modo que en julio alquiló un casa contigua para ampliar locales y luego se pretendió conseguir una iglesita aneja. El Patriarca estaa de acuerdo; pero las oposiciones y quejas interpuestas le hicieron desistir.<ref group='Notas'>C.1869. Los mismos sentimientos en c.1822, 1898, etc.; CCP, p.136-137, 165. </ref>
 
Alacchi, en cambio, sin pararse en barras, preparó en casa un oratorio privado y lo hizo bendecir por uno de los obispos sufragáneos del Patriarca, y al llegar los dos Mussesti organizó una especie de inauguración solemne de las Escuelas Pías en abril de 1632. Las cosas, por lo visto, iban viento en popa, de modo que en julio alquiló un casa contigua para ampliar locales y luego se pretendió conseguir una iglesita aneja. El Patriarca estaa de acuerdo; pero las oposiciones y quejas interpuestas le hicieron desistir.<ref group='Notas'>C.1869. Los mismos sentimientos en c.1822, 1898, etc.; CCP, p.136-137, 165. </ref>
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El Santo Fundador estaba ciertamente ilusionado por la fundación en Venecia, pero no las tenía todas consigo, viendo peligros reales tanto en el campo eclesiástico como en el civil y político; y el hecho de que a tales alturas no hubieran obtenido las debidas licencias del Senado, le mantenía el alma en vilo. El 13 de noviembre de 1632 escribía a Alacchi: 'La obra en esa ciudad me gustaría muchísimo; pero tengo fuertes dudas de que el enemigo, cuando menos pensemos, no nos lo tire a tierra; por tanto, como he dicho hay que andar en todo con mucha cautela'.<ref group='Notas'>Cf. SCOMA II, nn.96, 113; CCP, p.94-95; c.1604, 1612, 1617, etc. </ref> Y a pesar de que estaba encariñado con aquella fundación, se sentía igualmente resignado a perderla, viendo en ello la voluntad de Dios, como le decía a Alacchi:
 
El Santo Fundador estaba ciertamente ilusionado por la fundación en Venecia, pero no las tenía todas consigo, viendo peligros reales tanto en el campo eclesiástico como en el civil y político; y el hecho de que a tales alturas no hubieran obtenido las debidas licencias del Senado, le mantenía el alma en vilo. El 13 de noviembre de 1632 escribía a Alacchi: 'La obra en esa ciudad me gustaría muchísimo; pero tengo fuertes dudas de que el enemigo, cuando menos pensemos, no nos lo tire a tierra; por tanto, como he dicho hay que andar en todo con mucha cautela'.<ref group='Notas'>Cf. SCOMA II, nn.96, 113; CCP, p.94-95; c.1604, 1612, 1617, etc. </ref> Y a pesar de que estaba encariñado con aquella fundación, se sentía igualmente resignado a perderla, viendo en ello la voluntad de Dios, como le decía a Alacchi:
  
:'''De las palabras que, según me escribe, le ha dicho el Exmo. Sr. Pedro Foscarini, comprendo que toda la fatiga hecha por V.R. y la que haga en adelante resultará vana, de lo cual doy gracias al Señor como si fuera la cosa más próspera que nos pudiera suceder, pues todas las cosas se deben tomar de la mano providente del Señor, como de la primera y principal causa eficiente que lo dirige todo al fin perfecto por caminos ocultos a la prudencia humana.<ref group='Notas'>Cf. SCOMA, nn.86-87, 103, 117, 118, 128-130. </ref>
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:'' 'De las palabras que, según me escribe, le ha dicho el Exmo. Sr. Pedro Foscarini, comprendo que toda la fatiga hecha por V.R. y la que haga en adelante resultará vana, de lo cual doy gracias al Señor como si fuera la cosa más próspera que nos pudiera suceder, pues todas las cosas se deben tomar de la mano providente del Señor, como de la primera y principal causa eficiente que lo dirige todo al fin perfecto por caminos ocultos a la prudencia humana.<ref group='Notas'>Cf. SCOMA, nn.86-87, 103, 117, 118, 128-130. </ref>
  
 
Y los temores se cumplieron.
 
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Con todo, no parece que este recelo político tuviera mucho peso, a no ser como agravante de la compleja personalidad del siciliano AIacchi. Desde la carta en que el General responde a la denuncia de la españolidad y de la Orden (9 de agosto de 1631) hasta la expulsión (1 de mayo de 1633) pasan casi dos años sin reacción negativa de los poderes públicos, que se muestran además benignos al conceder la suplicada franquicia de correo.<ref group='Notas'>Moncallero escribió acertadamelte: 'La legittima causa non va cercata, in questo caso, nell’antipatia per un Ordine religioso fondato da uno spagnolo, ma va trovata ‘nell’odium in personam, nell’ostilitâ’, anche se non dichiarata, contro l’Alacchi (CCP, p.49). Vpase la espléndida carta de Calasanz (c.1919) lamentando la vanidad de Alácchi, manifestada en su carta del 13 de noviembre de 1632 (EHI, p.26-28), que es una especie de apología de sí mismo. </ref> . la orden de expulsión fue dada al parecer exclusivamente para el P. Melchor, según escribe Scoma, apoyado en Caputi:
 
Con todo, no parece que este recelo político tuviera mucho peso, a no ser como agravante de la compleja personalidad del siciliano AIacchi. Desde la carta en que el General responde a la denuncia de la españolidad y de la Orden (9 de agosto de 1631) hasta la expulsión (1 de mayo de 1633) pasan casi dos años sin reacción negativa de los poderes públicos, que se muestran además benignos al conceder la suplicada franquicia de correo.<ref group='Notas'>Moncallero escribió acertadamelte: 'La legittima causa non va cercata, in questo caso, nell’antipatia per un Ordine religioso fondato da uno spagnolo, ma va trovata ‘nell’odium in personam, nell’ostilitâ’, anche se non dichiarata, contro l’Alacchi (CCP, p.49). Vpase la espléndida carta de Calasanz (c.1919) lamentando la vanidad de Alácchi, manifestada en su carta del 13 de noviembre de 1632 (EHI, p.26-28), que es una especie de apología de sí mismo. </ref> . la orden de expulsión fue dada al parecer exclusivamente para el P. Melchor, según escribe Scoma, apoyado en Caputi:
  
:'''Lo supo todo el Emo. Card. y Patriarca Cornaro y habiendo llamado a su Vicario General, lo mandó al P, Melchor a decirle que se fuera él solo, pues una vez calmada la cosa, lo habría hecho llamar de nuevo; que dejase mientras tanto a los otros seguir en las escuelas, pues con el tiempo él mismo habría conseguido el consentimiento del Senado. Pero el Padre respondió que no mereciendo ser tratado de aquel modo, no quería obrar de otra manera, sino llevándoselos a todos. Y habiendo encontrado en seguida una falúa, se embarcó con los otros y con los pobres bártulos que tenían en casa, partiendo para Ancona el 1 de mayo'.<ref group='Notas'>Véase el juicio de Moncallero sobre el fracaso de Alacchi en Venecia (CCP, p.180-182) y el de Sántha (o.c., p.38-46). </ref>
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:'' 'Lo supo todo el Emo. Card. y Patriarca Cornaro y habiendo llamado a su Vicario General, lo mandó al P, Melchor a decirle que se fuera él solo, pues una vez calmada la cosa, lo habría hecho llamar de nuevo; que dejase mientras tanto a los otros seguir en las escuelas, pues con el tiempo él mismo habría conseguido el consentimiento del Senado. Pero el Padre respondió que no mereciendo ser tratado de aquel modo, no quería obrar de otra manera, sino llevándoselos a todos. Y habiendo encontrado en seguida una falúa, se embarcó con los otros y con los pobres bártulos que tenían en casa, partiendo para Ancona el 1 de mayo'.<ref group='Notas'>Véase el juicio de Moncallero sobre el fracaso de Alacchi en Venecia (CCP, p.180-182) y el de Sántha (o.c., p.38-46). </ref>
  
 
Fue una reacción muy propia del carácter áspero, primario e impaciente de Alacchi, y sobre todo de su vanidad y su soberbia, tantas veces lamentada por el Santo Fundador. Fue incapaz de reconocer humildemente que la causa principal de la oposición veneciana era su propia persona y no el Instituto que representaba.<ref group='Notas'>CCP, p.179. </ref> De haber hecho caso al Patriarca, hubiera dejado allí a sus compañeros, salvándose quizá la fundación. Pero no lo hizo. Su presencia en Venecia terminaba, pues, en rotundo fracaso.<ref group='Notas'>Cf. SCOMA II, nn,172-174; c.2074, 2085, 2087, 2109, 2110, 2117; CCP, p.185. </ref>
 
Fue una reacción muy propia del carácter áspero, primario e impaciente de Alacchi, y sobre todo de su vanidad y su soberbia, tantas veces lamentada por el Santo Fundador. Fue incapaz de reconocer humildemente que la causa principal de la oposición veneciana era su propia persona y no el Instituto que representaba.<ref group='Notas'>CCP, p.179. </ref> De haber hecho caso al Patriarca, hubiera dejado allí a sus compañeros, salvándose quizá la fundación. Pero no lo hizo. Su presencia en Venecia terminaba, pues, en rotundo fracaso.<ref group='Notas'>Cf. SCOMA II, nn,172-174; c.2074, 2085, 2087, 2109, 2110, 2117; CCP, p.185. </ref>
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21.10. La fracasada fundación en Venecia

A primeros de marzo de 1630 salió de Ancona el P. Melchor rumbo a Venecia, siendo recibido amablemente por el obispo de la isla de Torcello, Mons. Marcos Zeni, que le nombró su confesor y examinador del clero, y le dio facultades de confesar, predicar y administrar sacramentos en toda la diócesis, incluso a las monjas de clausura, mientras hacía preparativos para su viaje a Oriente. Pero entre marzo y abril empezó a declararse en Venecia la terrible peste de manzoniano recuerdo, que había entrado en Lombardía en el otoño anterior, por lo que no habiendo posibilidad por el momento de emprender el viaje 'se decidió -escribe Scoma-no sólo a quedarse en dicha ciudad, sino a exponerse, como lo hizo, al servicio espiritual de los apestados.[Notas 1]

Como había hecho en Ancona, también en Venecia, al poco de llegar, empezó a dar a conocer la nueva Orden de las Escuelas Pías y buscar apoyo e influencias para una fundación. A mediados de abril escribía al P. General que pensaba editar en Venecia las Constituciones, como medio de propaganda para conocimiento sobre todo de las autoridades civiles y eclesiásticas. El General le respondió negándole la licencia, con la excusa de que había ciertos puntos que debían cambiarse y añadiendo estas palabras: 'le digo que en cuanto a querer meter ahí nuestro Instituto no es posible, porque no tenemos sujetos para dar satisfacción a semejante ciudad, pues en esto hay que proceder con mucha consideración y no emprender lo que no podamos cumplir y llevar a cabo con honor'.[Notas 2] No cabe más claridad en la negativa, a pesar de lo que le había escrito en la licencia de viaje (‘obediencia’). Pero en el fondo del alma estaba no sólo deseando una fundación en Venecia, sino confiando en que el P. Melchor la conseguiría. En efecto, antes, de que éste saliera de Nápoles había escrito Calasanz at F. García: “espero nuevas sobre si nuestra obra será admitida en Venecia por su medio”.[Notas 3]

Las restricciones impuestas por la peste, de la que sufrió contagio por un tiempo, y las preocupaciones por establecer una fundación en Venecia, hicieron olvidar por completo al P. Melchor el proyecto de peregrinar a Tierra Santa. Por otra parte, el entusiasmo que puso en sentar las bases de la fundación ganó la voluntad explícita del P. General, aunque las circunstancias le mantuvieron hasta el fin entre la duda y la esperanza de éxito. Mas no por ello se quedó pasivo, sino que desde Roma hizo lo que estaba de su parte y con sus cartas siguió paso a paso las incidencias de aquel complicado proceso fundacional.

En efecto, redactó 'sumarios' o informes breves sobre lo que era la Orden y los mandó a Venecia; requirió la recomendación del embajador veneciano en Roma mediante el embajador de Francia y el Agente del Duque de Baviera; encomendaba con frecuencia el éxito de la fundación a las oraciones de los niños y de los religiosos; recomendaba al P. Melchor que acudiera en demanda de consejo y ayuda al P. Jacobo Montanari de Bagnacavallo, retirado entonces en Venecia y gran amigo de Calasanz, como ya vimos; sin haberse conseguido la autorización del Senado para abrir las escuelas, le mandó algunos religiosos, dos de ellos naturales de la República Serenísima: el P. Juan Mussestí y su hijo Pedro.[Notas 4]

El P. Alacchi confiado en la protección de las autoridades eclesiásticas, pero con indudable precipitación, impaciencia y temeridad, no sólo alquiló una casa en septiembre de 1631, sino que a principios de 1632 empezó a dar clase 'en privado', contra la expresa mentalidad de Calasanz, que a fines de 1631 le había escrito con gran prudencia:

'Si de algún modo empieza a hacer escuela y no se lo impiden otros religiosos o seglares, veremos de proveerle de sujetos adecuados, con tal que esté de acuerdo el Magistrado a quien corresponda, pues sin su consentimiento no está bien emprender la introducción de nuestro instituto; por tanto, vaya en este particular con mucha cautela, no sea que pensando haber conseguido algo, se encuentre como al principio o bien excluido'.[Notas 5]

Alacchi, en cambio, sin pararse en barras, preparó en casa un oratorio privado y lo hizo bendecir por uno de los obispos sufragáneos del Patriarca, y al llegar los dos Mussesti organizó una especie de inauguración solemne de las Escuelas Pías en abril de 1632. Las cosas, por lo visto, iban viento en popa, de modo que en julio alquiló un casa contigua para ampliar locales y luego se pretendió conseguir una iglesita aneja. El Patriarca estaa de acuerdo; pero las oposiciones y quejas interpuestas le hicieron desistir.[Notas 6]

El Santo Fundador estaba ciertamente ilusionado por la fundación en Venecia, pero no las tenía todas consigo, viendo peligros reales tanto en el campo eclesiástico como en el civil y político; y el hecho de que a tales alturas no hubieran obtenido las debidas licencias del Senado, le mantenía el alma en vilo. El 13 de noviembre de 1632 escribía a Alacchi: 'La obra en esa ciudad me gustaría muchísimo; pero tengo fuertes dudas de que el enemigo, cuando menos pensemos, no nos lo tire a tierra; por tanto, como he dicho hay que andar en todo con mucha cautela'.[Notas 7] Y a pesar de que estaba encariñado con aquella fundación, se sentía igualmente resignado a perderla, viendo en ello la voluntad de Dios, como le decía a Alacchi:

'De las palabras que, según me escribe, le ha dicho el Exmo. Sr. Pedro Foscarini, comprendo que toda la fatiga hecha por V.R. y la que haga en adelante resultará vana, de lo cual doy gracias al Señor como si fuera la cosa más próspera que nos pudiera suceder, pues todas las cosas se deben tomar de la mano providente del Señor, como de la primera y principal causa eficiente que lo dirige todo al fin perfecto por caminos ocultos a la prudencia humana.[Notas 8]

Y los temores se cumplieron.

No habían sido pocas las imprudencias y arbitrariedades del P. Melchor, tanto de puertas adentro como de puertas afuera. Una vez más -y no la última-no supo crear un ambiente de convivencia, ni mantener tampoco la debida observancia regular, de todo lo cual se lamentaba continuamente eI Fundador en sus cartas.[Notas 9] Admitió a la vestición y profesión y mantuvo consigo a individuos ineptos contra la voluntad del P. General.[Notas 10] Llamó la atención por sus rarezas, como el construirse una especie de choza sobre un peral, en el huerto de la casa, donde se retiraba él solo, cosa que ya había hecho antes ostentosamente durante la peste.[Notas 11] Más grave fue el enemistarse con los teatinos, por no comunicarles su presencia al establecerse cerca de ellos, abriendo luego las escuelas y convirtiendo el oratorio privado en público, colocando incluso una campana para avisar a los fieles.[Notas 12] Y la campana llegó a oírse en el Senado y con ello la denuncia de que se habían abierto escuelas, casa e iglesia sin las debidas licencias. Hubo inspección del Senado a finales de abril de 1633, en la que Alacchi pecó de insolente, provocando la reacción de los senadores, que le conminaron salir de Venecia dentro de cuatro días.[Notas 13]

Por lo visto, hubo otra razón política: la hostilidad de la Serenísima República de San Marcos contra España. Quienes estaban en contra del P. Melchor y del establecimiento de las Escuelas Pías, añadieron a las demás acusaciones la maliciosa insinuación de que, 'se decía español por ser siciliano', lo cual lo convertía en posible espía de España; más todavía, su Fundador y General era español y podía algún día hacer traición a la Serenísima.[Notas 14] El Santo acusó el golpe y comprendiendo la gravedad de la denuncia, intentó ‘diplomáticamente’ atenuar su propia y real españolidad y la supuesta de toda la Orden, diciendo: “excepto yo, que entro ahora en los 74 años, 40 de los cuales los he pasado en Roma, sólo hay otro español que está en Moravia, llamado el P. Antonio [Rodríguez] del Smo. Sacramento; todos los demás son italianos, franceses y germanos; hay otro [español] preparado para irse a España [P. José Freyxo]. Así que, muerto yo, no hay más memoria de españoles en nuestra religión”.[Notas 15]

Un año más tarde vuelve a aludir Calasanz a ese recelo antiespañol de los venecianos, al intentar que concedan franquicia a su correspondencia, y de nuevo resalta su ‘romanidad’ sobre su condición de ‘aragonés’, diciendo:'dudo que se pueda conseguir [a franquicia] sobre todo viviendo yo, ‘por ser argonés de nación’, pero romano de sentimiento y costumbres, pues hace ya más de 40 años que estoy en Roma, olvidado en absoluto de la Patria”.[Notas 16]

Con todo, no parece que este recelo político tuviera mucho peso, a no ser como agravante de la compleja personalidad del siciliano AIacchi. Desde la carta en que el General responde a la denuncia de la españolidad y de la Orden (9 de agosto de 1631) hasta la expulsión (1 de mayo de 1633) pasan casi dos años sin reacción negativa de los poderes públicos, que se muestran además benignos al conceder la suplicada franquicia de correo.[Notas 17] . la orden de expulsión fue dada al parecer exclusivamente para el P. Melchor, según escribe Scoma, apoyado en Caputi:

'Lo supo todo el Emo. Card. y Patriarca Cornaro y habiendo llamado a su Vicario General, lo mandó al P, Melchor a decirle que se fuera él solo, pues una vez calmada la cosa, lo habría hecho llamar de nuevo; que dejase mientras tanto a los otros seguir en las escuelas, pues con el tiempo él mismo habría conseguido el consentimiento del Senado. Pero el Padre respondió que no mereciendo ser tratado de aquel modo, no quería obrar de otra manera, sino llevándoselos a todos. Y habiendo encontrado en seguida una falúa, se embarcó con los otros y con los pobres bártulos que tenían en casa, partiendo para Ancona el 1 de mayo'.[Notas 18]

Fue una reacción muy propia del carácter áspero, primario e impaciente de Alacchi, y sobre todo de su vanidad y su soberbia, tantas veces lamentada por el Santo Fundador. Fue incapaz de reconocer humildemente que la causa principal de la oposición veneciana era su propia persona y no el Instituto que representaba.[Notas 19] De haber hecho caso al Patriarca, hubiera dejado allí a sus compañeros, salvándose quizá la fundación. Pero no lo hizo. Su presencia en Venecia terminaba, pues, en rotundo fracaso.[Notas 20]

Notas

  1. C.1284.
  2. Cf. G. SÁNTHA, o.c., p.40 y 43; c.1555, 1559, 1566.
  3. C. I729. De nuevo en c.1763, 1768, etc.
  4. Cf. c.1765, 1813, 1822; SCOMA II, nn.133, 136, 139, 152.
  5. C.1915; CCP, p.163.
  6. C.1869. Los mismos sentimientos en c.1822, 1898, etc.; CCP, p.136-137, 165.
  7. Cf. SCOMA II, nn.96, 113; CCP, p.94-95; c.1604, 1612, 1617, etc.
  8. Cf. SCOMA, nn.86-87, 103, 117, 118, 128-130.
  9. Ib., nn.154, 158, 160, 166; c.1873, 1910.
  10. Cf. SCOMA II, nn.120,165. Calasanz no comprendía la oposición de los teatinos, como escribía el 8 de noviembre de 1631 (c.1711).
  11. Cf. SCOLMA II, n.168. Otra imprudencia fue favorecer la candidatura del camaldulense P. Tito Zeni Rua para la sede de Padua, dejada vacante por Federico Cornaro, al ser nombrado Patriarca de Venecia. El otro candidato era Marco Antonio Cornaro, Primicerio de Venecia, que obtuvo el nombramiento, y por tanto poco apoyo podía esperar de él. De este asunto habla constantemente Calasanz en sus cartas a Alacchi. El P. Bagnacavallo fue quien indujo al P. Alacchi y al propio Calasanz a apoyar al camaldulense (cf. SCOMA II, nn.105, 106, 135, 138, 141).
  12. No sin cierta irónica alusión a la denigrada 'choza sobre el peral' escribirá Scoma: 'Il P. Melchiorre fù accusato ancora al Senato per la cameretta fatta sopra dell’albero, come che se ne dovesse servire per fare la spia a nemici della Repubblica per essere lui suddito di Spagna e siciliano, ed il di lui Fondatore e Generale spagnuolo poteva un giorno cagionare qualche tradimento' (ib., nn.160 y 166).
  13. C.1662. Fecha: 9 de agosto de 1631. Había otro español más, el P. Juan García, que llevaba a su lado 20 años y le sucedería como segundo General de la Orden pero jurídicamente no era todavía escolapio, pues empezó su noviciado canónico el 12 de diciembre de 1631, cuatro meses después de la fecha de esta carta (cf. EphCal 2 [1961] 69, n.39). Si aquí le convenía atenuar la españolidad suya y de la Orden, en otra ocasión no tuvo reparo en ponerla de relieve porque le convenía -y en ese juego de conveniencias está el matiz diplomático-diciendo que era un Instituto muy estimado y requerido en toda Europa y 'particularmente en los reinos de su Majestad Católica y además fundado por un Padre español conocido del Exmo. Condestable Colonna' (c.4300). Bau vio en estas expresiones un 'altísimo valor diplomático' (cf. BAU, BC,. p.66), pero Picanyol lamentó que se atribuyeran al Santo actitudes diplomáticas, políticas y nacionalistas que nunca tuvo (cf. comentario a la c,1662 y Rass 18 [1951] 35). Bau respondió ampliando su tesis en dos artículos tensos; pero bien razonados (‘En torno del epistolario de S. Josp de Calasanz’: RevCal 12 [1957] 379-384; ‘El ángulo político en la vida de S. Josp de Calasanz’: ib., p.198-203). Más tarde, G. L. Moncallero lamentó también la expresión de Bau, pero coincidiendo paradójicamente con su idea al contraponer Venecia y España (cf. CCP, p.100-101)
  14. C.1849. Fecha: 7 de agosto de 1632.
  15. Scoma hace notar que dicha franquicia se mantuvo hasta 1721 (Scoma II, n.142).
  16. Ib, n.169.
  17. Moncallero escribió acertadamelte: 'La legittima causa non va cercata, in questo caso, nell’antipatia per un Ordine religioso fondato da uno spagnolo, ma va trovata ‘nell’odium in personam, nell’ostilitâ’, anche se non dichiarata, contro l’Alacchi (CCP, p.49). Vpase la espléndida carta de Calasanz (c.1919) lamentando la vanidad de Alácchi, manifestada en su carta del 13 de noviembre de 1632 (EHI, p.26-28), que es una especie de apología de sí mismo.
  18. Véase el juicio de Moncallero sobre el fracaso de Alacchi en Venecia (CCP, p.180-182) y el de Sántha (o.c., p.38-46).
  19. CCP, p.179.
  20. Cf. SCOMA II, nn,172-174; c.2074, 2085, 2087, 2109, 2110, 2117; CCP, p.185.