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Tiempos difíciles, sin duda. Las contradicciones se habían ido acumulando últimamente. La pobreza era evidente. Fallaban las limosnas de los grandes. Se había tenido que recurrir a la mendicidad pública. No eran religiosos ciertamente, pero estaban viviendo el voto de pobreza sin haberlo emitido. Además, la vida común era quizá o sin quizá demasiado exigente. Parecía un horario de convento de estricta observancia. Y a las rigideces de la vida común se unía la dureza del trabajo escolar, trabajo al servicio de los pobres, de los más pobres entre los pobres.
 
Tiempos difíciles, sin duda. Las contradicciones se habían ido acumulando últimamente. La pobreza era evidente. Fallaban las limosnas de los grandes. Se había tenido que recurrir a la mendicidad pública. No eran religiosos ciertamente, pero estaban viviendo el voto de pobreza sin haberlo emitido. Además, la vida común era quizá o sin quizá demasiado exigente. Parecía un horario de convento de estricta observancia. Y a las rigideces de la vida común se unía la dureza del trabajo escolar, trabajo al servicio de los pobres, de los más pobres entre los pobres.
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Y aquel otro sacerdote, santo varón, don Gelio Ghellini, que trabajó en las Escuelas Pías cinco años (1602-1607) y las dejó también, requerido tal vez por su propio obispo de Vicenza. Su partida tuvo que llorarla Calasanz, por lo mucho que le apreciaba y le admiraba, como dejó patente escribiendo a su hermanó, al darle el pésame por su muerte, ocurrida en 1616 en olor de santidad:
 
Y aquel otro sacerdote, santo varón, don Gelio Ghellini, que trabajó en las Escuelas Pías cinco años (1602-1607) y las dejó también, requerido tal vez por su propio obispo de Vicenza. Su partida tuvo que llorarla Calasanz, por lo mucho que le apreciaba y le admiraba, como dejó patente escribiendo a su hermanó, al darle el pésame por su muerte, ocurrida en 1616 en olor de santidad:
  
:'''… he recibido -escribía- grandísimo consuelo al saber alguna de las muchas gracias que S. D. M. se digna hacer a quien se encomienda con devoción a la santa memoria del P. Gelio, carísimo compañero mío por muchos años y hermano en el Señor, y como he conocido interiormente la bondad de dicho Padre, no me es difícil creer tales cosas, particularmente la integridad de su cuerpo después de haberle tenido siete meses bajo tierra, y tengo para mí que se habría conservado por muchísimos años, pues suele ser gracia especial de quienes en vida conservaron la limpieza y pureza de cuerpo y alma, en lo cual fue él vigilantísimo. Había llegado a tal grado de oración que parecía que su mayor gusto era estar entre los niños de edad pura, y enseñarles a amar al Señor y a hacer oración. Igualmente parecía que con su pureza atraía como un imán los corazones de los niños puros, que no encontraban en la escuela mayor gusto que estar en compañía de este Padre. Y hasta hoy no he encontrado nunca tan extraordinario efecto en persona alguna. Podría escribir todavía sobre los sentimientos que tenía en la oración y meditación de la pasión del Señor y del singular don de lágrimas y del ardentísimo celo por el honor de Dios…'.<ref group='Notas'>C.16. A los dos años de su muerte se abrió el proceso de beatificación, pero fue interrumpido en tiempos de Urbano VIII y reanudado en 1674. Cf. c. VILÁ, o.c., p.269-273.</ref>
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:'' '… he recibido -escribía- grandísimo consuelo al saber alguna de las muchas gracias que S. D. M. se digna hacer a quien se encomienda con devoción a la santa memoria del P. Gelio, carísimo compañero mío por muchos años y hermano en el Señor, y como he conocido interiormente la bondad de dicho Padre, no me es difícil creer tales cosas, particularmente la integridad de su cuerpo después de haberle tenido siete meses bajo tierra, y tengo para mí que se habría conservado por muchísimos años, pues suele ser gracia especial de quienes en vida conservaron la limpieza y pureza de cuerpo y alma, en lo cual fue él vigilantísimo. Había llegado a tal grado de oración que parecía que su mayor gusto era estar entre los niños de edad pura, y enseñarles a amar al Señor y a hacer oración. Igualmente parecía que con su pureza atraía como un imán los corazones de los niños puros, que no encontraban en la escuela mayor gusto que estar en compañía de este Padre. Y hasta hoy no he encontrado nunca tan extraordinario efecto en persona alguna. Podría escribir todavía sobre los sentimientos que tenía en la oración y meditación de la pasión del Señor y del singular don de lágrimas y del ardentísimo celo por el honor de Dios…'.<ref group='Notas'>C.16. A los dos años de su muerte se abrió el proceso de beatificación, pero fue interrumpido en tiempos de Urbano VIII y reanudado en 1674. Cf. c. VILÁ, o.c., p.269-273.</ref>
  
 
Entre los que no se fueron ocupa un lugar de preferencia aquel memorable anciano, venerable cual ninguno, simple clérigo de órdenes menores, de quien habla Calasanz como de una maravilla digna de recordarse en esa pequeña antología de noticias históricas que es su Informe de 1623l. 'En 1603 -anota- vino a ayudar en dicha Obra un anciano venerable de mucho espíritu, que había tenido escuela de Gramática y humanidades en Roma quizá durante más de 40 años y hoy se encuentra en sus 110 de edad, el cual ha perseverado siempre y continúa teniendo escuela con las mismas fuerzas que si fuera joven, con gran provecho de los muchachos, llamado Gaspar Dragonetti, de Leontino, en Sicilia'.<ref group='Notas'>EGC II,. p.170-171. Véase un estudio biográfico perfecto: G. SÁNTHA, ‘P. Gasparus Dragonetti’ (1513-1628):EphCal 5 (1960) 146-173.</ref> Y todavía vivió hasta 1628, llegando a cumplir sus ciento quince... primaveras No podemos renunciar a contar más adelante alguna anécdota de estos años felices de su vida.
 
Entre los que no se fueron ocupa un lugar de preferencia aquel memorable anciano, venerable cual ninguno, simple clérigo de órdenes menores, de quien habla Calasanz como de una maravilla digna de recordarse en esa pequeña antología de noticias históricas que es su Informe de 1623l. 'En 1603 -anota- vino a ayudar en dicha Obra un anciano venerable de mucho espíritu, que había tenido escuela de Gramática y humanidades en Roma quizá durante más de 40 años y hoy se encuentra en sus 110 de edad, el cual ha perseverado siempre y continúa teniendo escuela con las mismas fuerzas que si fuera joven, con gran provecho de los muchachos, llamado Gaspar Dragonetti, de Leontino, en Sicilia'.<ref group='Notas'>EGC II,. p.170-171. Véase un estudio biográfico perfecto: G. SÁNTHA, ‘P. Gasparus Dragonetti’ (1513-1628):EphCal 5 (1960) 146-173.</ref> Y todavía vivió hasta 1628, llegando a cumplir sus ciento quince... primaveras No podemos renunciar a contar más adelante alguna anécdota de estos años felices de su vida.
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Los siete compañeros de Calasanz que hemos presentado nos pueden dar una idea de la calidad de aquellos maestros del palacio Vestri. Y el crecido número -más o menos aproximado- de los que entraron y salieron de aquella Congregación de Escuelas Pías insinúa que, a pesar de la inconstancia y movilidad del conjunto, las escuelas estaban suficientemente atendidas. Al pasar los años, cuando ya en su extrema vejez hablaba Calasanz de estas cosas con Berro, éste era el juicio positivo que le merecían:
 
Los siete compañeros de Calasanz que hemos presentado nos pueden dar una idea de la calidad de aquellos maestros del palacio Vestri. Y el crecido número -más o menos aproximado- de los que entraron y salieron de aquella Congregación de Escuelas Pías insinúa que, a pesar de la inconstancia y movilidad del conjunto, las escuelas estaban suficientemente atendidas. Al pasar los años, cuando ya en su extrema vejez hablaba Calasanz de estas cosas con Berro, éste era el juicio positivo que le merecían:
  
:'''No fueron pocas las veces que los mismos Operarios decidieron irse por la gran necesidad (sic) qué pasaban a veces de cosas necesarias y por las obligaciones que crecían por las deudas de casa, y algunos de hecho se fueron. Pero, con todo, nuestro D. José nunca perdió el ánimo, sino que cada vez más se confirmaba y apoyaba en la Divina Providencia, sabiendo que, como cosa suya, le tocaba mantenerla y proveerla, como efectivamente hizo siempre con tales medios, que todo el mundo veía cuán acepta era S. D. M. la Obra de las Escuelas Pías. Y todo esto lo sé yo -concluye Berro- de la misma boca del V. Fundador D. José de Calasanz.<ref group='Notas'>BERRO I, p.81.</ref>
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:'' 'No fueron pocas las veces que los mismos Operarios decidieron irse por la gran necesidad (sic) qué pasaban a veces de cosas necesarias y por las obligaciones que crecían por las deudas de casa, y algunos de hecho se fueron. Pero, con todo, nuestro D. José nunca perdió el ánimo, sino que cada vez más se confirmaba y apoyaba en la Divina Providencia, sabiendo que, como cosa suya, le tocaba mantenerla y proveerla, como efectivamente hizo siempre con tales medios, que todo el mundo veía cuán acepta era S. D. M. la Obra de las Escuelas Pías. Y todo esto lo sé yo -concluye Berro- de la misma boca del V. Fundador D. José de Calasanz.<ref group='Notas'>BERRO I, p.81.</ref>
  
 
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14.09. Los colaboradores de Calasanz

Tiempos difíciles, sin duda. Las contradicciones se habían ido acumulando últimamente. La pobreza era evidente. Fallaban las limosnas de los grandes. Se había tenido que recurrir a la mendicidad pública. No eran religiosos ciertamente, pero estaban viviendo el voto de pobreza sin haberlo emitido. Además, la vida común era quizá o sin quizá demasiado exigente. Parecía un horario de convento de estricta observancia. Y a las rigideces de la vida común se unía la dureza del trabajo escolar, trabajo al servicio de los pobres, de los más pobres entre los pobres.

Hacía falta mucho espíritu para soportar el peso de los días y las horas en una tarea ingrata y sin recompensa, y, para colmo, desprestigiada. Y por si era poco, llegaba el oleaje de las envidias y las calumnias hasta los umbrales de aquellas escuelas, como un Tíber desbordado y amenazador. Y no todos tenían el temple heroico de aquel español casi cincuentón, que iba para santo derechamente. Y venían los desánimos y el abandono. Incluso de los mejores. Y eran éstos especialmente los que dejaban en el alma de Calasanz aquella misma tristeza de Cristo al ver que se alejaba el joven rico. Pero en este caso, ni siquiera eran ricos…

Así, aquel don Simón Fiori, sacerdote, que sólo estuvo unos meses y Calasanz lo definía así: 'en estas Escuelas Pías, por caridad y piedad, durante algunos meses se empleó laudablemente no sólo en enseñar, sino también en exhortar a los alumnos con pláticas piadosas llenas de espíritu de Dios. Y que dicho P. Simón no sólo es un varón bueno, ajeno aun a la más mínima sospecha de cualquier crimen, sino que está dotado de muchas virtudes y principalmente del celo por las almas y que se ha mostrado siervo de Dios bueno y fiel'.[Notas 1] Y se fue a finales de abril de 1604, antes de que adoptaran la vida común.

Y aquel otro sacerdote, don Jerónimo Nicotera, que a principios de 1604 se manifestaba (muy deseoso y solícito en aguardar y esperar de S. Santidad la licencia y facultad de aplicarse a las fatigas y sujeciones de estas Escuelas Pías, habiéndose él privado de la renta de su Iglesia y casi también de la de (la escuela) de su barrio por el gran deseo que tenía de ayudar esta obra…'.[Notas 2] Y no acabó el año en el palacio Vestri, volviéndose a su escuela propia. Y con él arrastró también a su hermano.

Y don Andrés Basso, sacerdote también, cuyas óptimas cualidades quedan garantizadas por haber sido elegido prefecto de las Escuelas Pías, en sustitución de Calasanz, y que apenas instaurada la vida común en septiembre de 1604 abandonó la Congregación el 7 de octubre.[Notas 3]

Y aquel otro, igualmente sacerdote, don Juan Francisco Fiammelli, 'un florentino matemático conocido en toda Roma', como dijo Ghellini.[Notas 4] Sabemos con certeza que daba clase de matemáticas (ábaco) en el curso 1601-1602 en el palacio Vestri, pero todo hace pensar que, aunque siguió en Roma hasta 1610, dejó las Escuelas Pías ya en 1603.[Notas 5] No obstante, siguió tratando fraternalmente a Calasanz, pues ambos continuaron siendo miembros de la Cofradía de la Doctrina Cristiana, al menos hasta 1605.[Notas 6] Más todavía, su compenetración con los ideales de Calasanz le movieron a abrir Escuelas Pías en Bolonia y Florencia, encomendando estas últimas, a sus setenta y seis años, al mismo Calasanz y a su Orden en 1630.[Notas 7]

Y aquel otro sacerdote, santo varón, don Gelio Ghellini, que trabajó en las Escuelas Pías cinco años (1602-1607) y las dejó también, requerido tal vez por su propio obispo de Vicenza. Su partida tuvo que llorarla Calasanz, por lo mucho que le apreciaba y le admiraba, como dejó patente escribiendo a su hermanó, al darle el pésame por su muerte, ocurrida en 1616 en olor de santidad:

'… he recibido -escribía- grandísimo consuelo al saber alguna de las muchas gracias que S. D. M. se digna hacer a quien se encomienda con devoción a la santa memoria del P. Gelio, carísimo compañero mío por muchos años y hermano en el Señor, y como he conocido interiormente la bondad de dicho Padre, no me es difícil creer tales cosas, particularmente la integridad de su cuerpo después de haberle tenido siete meses bajo tierra, y tengo para mí que se habría conservado por muchísimos años, pues suele ser gracia especial de quienes en vida conservaron la limpieza y pureza de cuerpo y alma, en lo cual fue él vigilantísimo. Había llegado a tal grado de oración que parecía que su mayor gusto era estar entre los niños de edad pura, y enseñarles a amar al Señor y a hacer oración. Igualmente parecía que con su pureza atraía como un imán los corazones de los niños puros, que no encontraban en la escuela mayor gusto que estar en compañía de este Padre. Y hasta hoy no he encontrado nunca tan extraordinario efecto en persona alguna. Podría escribir todavía sobre los sentimientos que tenía en la oración y meditación de la pasión del Señor y del singular don de lágrimas y del ardentísimo celo por el honor de Dios…'.[Notas 8]

Entre los que no se fueron ocupa un lugar de preferencia aquel memorable anciano, venerable cual ninguno, simple clérigo de órdenes menores, de quien habla Calasanz como de una maravilla digna de recordarse en esa pequeña antología de noticias históricas que es su Informe de 1623l. 'En 1603 -anota- vino a ayudar en dicha Obra un anciano venerable de mucho espíritu, que había tenido escuela de Gramática y humanidades en Roma quizá durante más de 40 años y hoy se encuentra en sus 110 de edad, el cual ha perseverado siempre y continúa teniendo escuela con las mismas fuerzas que si fuera joven, con gran provecho de los muchachos, llamado Gaspar Dragonetti, de Leontino, en Sicilia'.[Notas 9] Y todavía vivió hasta 1628, llegando a cumplir sus ciento quince... primaveras No podemos renunciar a contar más adelante alguna anécdota de estos años felices de su vida.

Hubo todavía uno -séptimo y último de este desfile reducido de claros varones de primera hora-, simple laico, fidelísimo compañero de Calasanz, y entrañable amigo, el único que superó en servicio activo a las Escuelas Pías los muchos años del Fundador, pues su nombre aparece ya en las primeras listas de Berro, relativas a 1604, y murió en Roma en 1664. Era Ventura Sarafellini, de Imola, ilustre figura, calígrafo excepcional que mientras enseñaba a escribir a los muchachos más pobres entre los pobres de Roma, en las escuelas del palacio Vestri, componía los cartones de las gigantescas letras del friso anular interior de la cúpula vaticana, que dicen ‘Tu es Petrus…’.[Notas 10] junto con los niños fue también discípulo suyo -aventajado por cierto, como puede verse en tantísimas firmas autógrafas- el propio Calasanz.[Notas 11]

Del gran aprecio que tuvo por este leal colaborador es testimonio elocuente el contrato vitalicio de trabajo que le firmó en 1618 con cláusulas de un sentido social admirable para aquella época, y que terminaba diciendo: 'yo le he hecho esta concesión, pues ha servido esta plaza desde el principio que fue comenzada esta bendita obra de las Escuelas Pías, con grandísima perseverancia y amor.[Notas 12]

Sólo dos de los siete mencionados fueron fieles y perseverantes hasta la muerte, pero sin entrar en la Orden. Los demás se fueron. Pero no sólo estos cinco óptimos sacerdotes, sino otros más, tanto sacerdotes como laicos. La larga serie de entradas y salidas fue constante. En los nueve años de vida común que-van desde el palacio Vestri hasta la compra de la casa definitiva de San Pantaleón (1604-1612') fueron setenta y tres los colaboradores, y de ellos murieron ocho y abandonaron la obra cincuenta y cuatro. Sólo once entraron en la nueva casa y algunos más quizá, que no aparecen en las listas documentadas.[Notas 13]

Los siete compañeros de Calasanz que hemos presentado nos pueden dar una idea de la calidad de aquellos maestros del palacio Vestri. Y el crecido número -más o menos aproximado- de los que entraron y salieron de aquella Congregación de Escuelas Pías insinúa que, a pesar de la inconstancia y movilidad del conjunto, las escuelas estaban suficientemente atendidas. Al pasar los años, cuando ya en su extrema vejez hablaba Calasanz de estas cosas con Berro, éste era el juicio positivo que le merecían:

'No fueron pocas las veces que los mismos Operarios decidieron irse por la gran necesidad (sic) qué pasaban a veces de cosas necesarias y por las obligaciones que crecían por las deudas de casa, y algunos de hecho se fueron. Pero, con todo, nuestro D. José nunca perdió el ánimo, sino que cada vez más se confirmaba y apoyaba en la Divina Providencia, sabiendo que, como cosa suya, le tocaba mantenerla y proveerla, como efectivamente hizo siempre con tales medios, que todo el mundo veía cuán acepta era S. D. M. la Obra de las Escuelas Pías. Y todo esto lo sé yo -concluye Berro- de la misma boca del V. Fundador D. José de Calasanz.[Notas 14]

Notas

  1. C. VILÁ, ‘Galería…’, p.300 y 302.
  2. Ib., p.304.
  3. Ib., p.299-301.
  4. Cf. EC III, p.1554.
  5. Al editar su libro ‘Il Principe Cristiano Guerriero’, en 1602, se llamaba a sí mismo Fratello della Congregazíone delle Scuole Pie, pero al año siguiente, 1603, al publicar su obra ‘Il modo di ordinare e disporre un esercito’, ya no menciona su pertenencia a dicha Congregación, ni tampoco en las demás obras que sigue publicando en Roma hasta que se va en 1610. Ni aparece tampoco mencionado en las enumeraciones de colaboradores de Calasanz, hechas por Berro y referentes a los años 1604 en adelante, como tampoco en las ulteriores listas encontradas por Sántha y referentes a los años 1603 en adelante (cf. G. SÁNTHA, ‘Quattuor novi elenchi..., p.362-390). En una carta de 1612 dice de sí mismo: 'L'anno 1610 mi morí un cognato e come i fiorentini sono mercanti mi convenne partire di Roma e trasferirmi a Firenze' (cit. en O. TOSTI, ‘G. F. Fiammelli e I'introduzione degli scolopi in Firenze’: Ricerche 13 [1985] 15).
  6. Respecto a Fiammelli cf. O. TOSTI, o.c., p.7; respecto a Calasanz cf. G. SÁNTHA, ‘De S. Fundatoris n. in confr. Doctr. Christ…’, p.159, n.21. Quizá su absorbente actividad de escritor en estos años le obligó a dejar la-enseñanza en-las Escuelas Pías, como cree Tosti (cf. O. TOSTI, o.c., p.11).
  7. Cf. O. TOSTI, o.c., p.16-67; F. MOROSI, ‘Le Scuole Pie di Bologna’: Ricerche 5 (1982) 78-93; C. VILÁ, ‘Galería…’, p.273-299.
  8. C.16. A los dos años de su muerte se abrió el proceso de beatificación, pero fue interrumpido en tiempos de Urbano VIII y reanudado en 1674. Cf. c. VILÁ, o.c., p.269-273.
  9. EGC II,. p.170-171. Véase un estudio biográfico perfecto: G. SÁNTHA, ‘P. Gasparus Dragonetti’ (1513-1628):EphCal 5 (1960) 146-173.
  10. Ya lo recordó Caputi (cf. SÁNTHA, SJC, p.144, n.17). pero con personal satisfacción encontré yo mismo en el ‘Archivo de la Rda. Fabrica de S. Pedro’ dos notas confirmativas que dicen: '1605. A dí 16 di 7bre. A ms. Ventura Sarafellini da Imola sc (scudi) venti cinque di moneta a buon conto de Cartoni che fa per le littere che si fanno per il fregio della cupola dove va scritto Tu es Petrus, etc. ' (l.c., 1 piano, Serie Armadi, vol. 178, f.27v). '(1606 addí 19 de maggio. A Ventura Farfallin (sic) sc. venti cinque mta. (moneta) a buon conto delle littere che ha fatto nel fregio delli Cupola dove é scritto ‘Tu es Petrus etc. ' (ib.,f.68v) (cit. en S. GINEr, ‘El proceso de Beatificación de S. José de Calasanz, p.70, n.62).
  11. En 1641 escribía: 'Io sono stato sempre impiegato in diverse cose et ho imparato la perfetione di scrivere et anco molte parti dell’abaco per poterlo insegnare allí nostri' (c.3673).
  12. Cf. SÁNTHA, SJC, p.157,.n.17; C. VILÁ, ‘Galería …’, p.313. He aquí algunos párrafos: 'Io Giuseppe della Madre di Dio Prefetto della Congregazione Paolina delli Poveri della Madre di Dio faccio accordo con Mr. Ventura Saraféilini da Imolá, scrittore in Roma che debba servire in dar lezione di scrivere per tutto il tempo della vita sua nostre scuole della nostra Congregazione il giorno dopo il pranzo nel comincio delle scuole sin al fin senza pigliari per tal esercizio cosa alcuna dagli scolari che vengono alle nostre scuole. Se però non gli usasse fuor della scuola particolar diligenza essendo chiamato da Padri alle case loro, e se gli debba dare per sua provisione ed emolumento scudi 30 di moneta all'anno, e mancando di servire, purchè non sia per impedimento di infermità, se gli debba levare pro rata della detta provisione. E cosí ordino et esorto che nessunó de nostri Fratelli, che mai a tempo avvenire ardiscano di contravenire a questo accordo e mio ordine… e che i nostri frafelli lo tengano come uno di essi, e sia partecipe di tutte le opere e meriti della Congregazione… voglio che vaglia come se fosse istrumento in forma Camerae Apostolicae…' (SÁNTHA, l.c., p. 156-157). Es, pues un contrato vitalicio; sólo de media jornada; libertad para dar clases retribuidas fuera de la escuela; sigue cobrando aunque esté enfermo; es contrato irrevocable por parte de la Escuela pía, o sea que no se le puede despedir hasta la muerte; tiene valor de documento público notarial.
  13. Cf. G. SÁNTHA, ‘Quattuor noví elenchi…’, p.377. Véanse las notas biográficas sobre todos ellos en C. VILÁ, ‘Galería…’, p.263-340.
  14. BERRO I, p.81.