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Por segunda vez en su vida entraba Calasanz en un palacio episcopal para convivir con un obispo durante una temporada en un ambiente de intimidad familiar. Y al hablar de palacio y de obispo —y de finales del siglo XVI— podría irse la imaginación demasiado lejos. En nuestro caso, los datos históricos nos sitúan en una realidad mucho más cercana a la austeridad monástica que a la fastuosidad y regalo de los palacios —incluso episcopales— del tiempo renacentista y barroco. La primera vez vivió en el palacio episcopal de Barbastro, convertido por Urríes casi en una rígida comunidad de dominicos observantes. El segundo obispo a quien sirvió no llegó a pisar su propio palacio episcopal de Lérida. Ahora, entraba de nuevo en un palacio cuyo obispo, desde siglos, era a la vez señor temporal de la ciudad de Urgel y obispo príncipe de Andorra, pero en realidad aquello era un trasunto de la cartuja de Scala Dei, de donde venía fray Andrés Capilla, su ex prior, acompañado de dos donados, llamados Juan Artelis y Pedro Brescanet, un hermano lego, fray Jaime Monlleón, y quizá alguien más.<ref group='Notas'>Cf. J. VALLS, ‘Primer Instituto de la santa Religión de la Cartuxa, fundaciones de los conventos de toda España, mártires de Inglaterra y Generales de toda la Orden’ (Madrid 1663) p.658.</ref>
 
Por segunda vez en su vida entraba Calasanz en un palacio episcopal para convivir con un obispo durante una temporada en un ambiente de intimidad familiar. Y al hablar de palacio y de obispo —y de finales del siglo XVI— podría irse la imaginación demasiado lejos. En nuestro caso, los datos históricos nos sitúan en una realidad mucho más cercana a la austeridad monástica que a la fastuosidad y regalo de los palacios —incluso episcopales— del tiempo renacentista y barroco. La primera vez vivió en el palacio episcopal de Barbastro, convertido por Urríes casi en una rígida comunidad de dominicos observantes. El segundo obispo a quien sirvió no llegó a pisar su propio palacio episcopal de Lérida. Ahora, entraba de nuevo en un palacio cuyo obispo, desde siglos, era a la vez señor temporal de la ciudad de Urgel y obispo príncipe de Andorra, pero en realidad aquello era un trasunto de la cartuja de Scala Dei, de donde venía fray Andrés Capilla, su ex prior, acompañado de dos donados, llamados Juan Artelis y Pedro Brescanet, un hermano lego, fray Jaime Monlleón, y quizá alguien más.<ref group='Notas'>Cf. J. VALLS, ‘Primer Instituto de la santa Religión de la Cartuxa, fundaciones de los conventos de toda España, mártires de Inglaterra y Generales de toda la Orden’ (Madrid 1663) p.658.</ref>
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08.01. En el palacio episcopal de Urgel

Por segunda vez en su vida entraba Calasanz en un palacio episcopal para convivir con un obispo durante una temporada en un ambiente de intimidad familiar. Y al hablar de palacio y de obispo —y de finales del siglo XVI— podría irse la imaginación demasiado lejos. En nuestro caso, los datos históricos nos sitúan en una realidad mucho más cercana a la austeridad monástica que a la fastuosidad y regalo de los palacios —incluso episcopales— del tiempo renacentista y barroco. La primera vez vivió en el palacio episcopal de Barbastro, convertido por Urríes casi en una rígida comunidad de dominicos observantes. El segundo obispo a quien sirvió no llegó a pisar su propio palacio episcopal de Lérida. Ahora, entraba de nuevo en un palacio cuyo obispo, desde siglos, era a la vez señor temporal de la ciudad de Urgel y obispo príncipe de Andorra, pero en realidad aquello era un trasunto de la cartuja de Scala Dei, de donde venía fray Andrés Capilla, su ex prior, acompañado de dos donados, llamados Juan Artelis y Pedro Brescanet, un hermano lego, fray Jaime Monlleón, y quizá alguien más.[Notas 1]

Los biógrafos coinciden en resaltar la santidad de vida del obispo Capilla, poniendo de relieve su profundo espíritu de oración que llegaba hasta el éxtasis y la levitación; sus prácticas de penitencia, mortificación corporal y austeridad; su gran generosidad para con los pobres a quienes diariamente atendían con limosnas los dos donados Artelis y Brescanet;[Notas 2] dotaba a doncellas y vestía a otros muchos necesitados y ermitaños, y se preocupaba por reservar trigo para que los pobres labradores pudieran sembrar; como buen cartujo, sentía nostalgia por la soledad y se retiraba gustoso al palacio de Sanahuja, más aislado que el de Urgel, o junto al santuario del Santo Cristo de Balaguer, o a la cartuja de Scala Dei. Incluso intentó librarse del obispado para retirarse definitivamente a su amada cartuja, pero Felipe II no se lo permitió.[Notas 3]

Leyendo estas cosas referentes a Capilla no se puede menos de pensar en la influencia —o al menos coincidencia— que pudieron tener en el joven sacerdote Calasanz, pues ya desde Urgel se le nota hondamente preocupado por los pobres, con detalles que nos descubren las inocentes notas de Janer, como la alusión a los gastos 'para vestir a Bernardí', o a su fiel criado Coromines y a sus padres; la preocupación por suministrar trigo a los pobres, como veremos luego, y ya vimos también en Barbastro con Urríes. Los pobres y la pobreza son los que darán, al fin, pleno sentido a su vida y a su obra futura.

Hay, además, otro aspecto importante de la actividad apostólica de Capilla, que son sus escritos. De ellos, media docena estaban ya impresos cuando llegó a Urgel, y por consiguiente es lógico suponer que Calasanz los leyera. Sobre todo, al ex maestro de ceremonias podían interesarle los tres libros de la oración o consideraciones sobre los evangelios dominicales, festivos o cuaresmales, por su estrecha relación con la liturgia.[Notas 4] Hay otro, sin embargo, cuyo tema nos hace pensar espontáneamente en los últimos años de Calasanz, en que su heroica actitud le mereció ser considerado justamente como un nuevo Job. Se intitula: ‘Consuelo de nuestra peregrinación. Libro que conduce a tolerar con paciencia los afanes de esta vida, para merecer los consuelos de la eterna’ (Lérida 1574).

A pesar de su amor a la soledad, no deja de observar su mejor biógrafo que 'visitaba por sí mismo las iglesias más remotas y pobres de su Obispado, subiendo montes y bajando valles con mucho amor y paciencia para ver a sus súbditos y conocer a su rebaño'.[Notas 5] Y en alguno de esos viajes apostólicos le acompañó como familiar José Calasanz, como fue el 27 de mayo de 1589, en que celebró Capilla ordenaciones en la colegiata de Guissona,[Notas 6] o en los últimos días de junio del mismo año, en que, recién nombrado Visitador de Tremp, van ambos a esta ciudad, donde Capilla le nombra, además, Oficial eclesiástico de aquel arciprestazgo.

En documento de febrero y marzo de 1589 se citan como testigos junto a José Calasanz a otros 'familiares' del obispo Capilla, tales son José Seix, Francisco Pérez, Miguel Desco y Bautista Oller.[Notas 7] No sabemos si todos le sirvieron a la vez o se sucedieron unos a otros, mientras lo era Calasanz. Todos ellos fueron, por consiguiente, compañeros suyos y probablemente residieron, como él, en el palacio episcopal. Desde los primeros días de febrero Janer escribe en sus libros el nombre de “mossen Juseph Calesans”, añadiendo los títulos de “secretari o majordom de monseñor Reverendíssim”, anotando gastos que hace como tal, para servicio de palacio. Entre ellos hay un asiento de particular interés que dice: “Lunes, a 6 de febrero, año 1589. Debe el sr. Juseph Calesans, tanto en nombre propio como también como mayordomo de Monseñor Rvmo. 45 sueldos, digo dos libras, 5 sueldos, y son por una caña y media de quicena negra fina, a 30 sueldos la caña, lo cual dijo que tenía que servir para hacer medias a los pajes, digo 2 libras, 5 sueldos”.[Notas 8]

La presencia de los pajes en palacio nos hace pensar en los de Barbastro, y nos sugiere lógicamente la posibilidad de que también aquí pudiera ser Calasanz su 'maestro sacerdote' durante los pocos meses que actuó como familiar del obispo. No faltan, por otra parte, otros datos que confirman ampliamente la calificación de mayordomo, que le da Janer, es decir, administrador de la mesa o casa episcopal, como son las notas autógrafas suyas que figuran en el Registro n.° 36 o libro de cuentas de la curia, referentes a rentas y arriendos de bienes episcopales, durante los meses de enero-marzo de 1589.[Notas 9]

Es innegable que el contacto confidencial de Calasanz con la persona excepcional de Capilla —y antes con Urríes y La Figuera— y la vivencia en el ambiente religioso-espiritual que se respiraba en el palacio de Urgel —y antes en Barbastro— dieron al joven sacerdote de Peralta mayor madurez interior y le hicieron experimentar la atmósfera característica de la vida religiosa.

Notas

  1. Cf. J. VALLS, ‘Primer Instituto de la santa Religión de la Cartuxa, fundaciones de los conventos de toda España, mártires de Inglaterra y Generales de toda la Orden’ (Madrid 1663) p.658.
  2. 'Acudían todos los días casi 300 personas de todas las edades y de ambos sexos: dábaseles a cada una un cuarterón de pan… A su Confesor daba don Fray Andrés Capella, cada semana, diez escudos para que los repartiera a pobres vergonzantes' (J. VALLS, o.c., cit. en J. POCH, ‘San José de Calasanz y seis obispos españoles’, p.171)
  3. Estos y otros datos de su vida ejemplar pueden verse en J. VALLS, o.c., y en ‘Escritores cartujos de España’ (ms. Bibl. Nac.).
  4. ‘Libro de la Oración en que se ponen consideraciones sobre los Evangelios de todos los domingos del año y algunas fiestas principales’ (Lérida 1572 y 1575); ‘Libro segundo de la Oración en que se ponen consideraciones de todas las ferias de Quaresma’ (Zaragoza 1577); ‘Libro tercero de la Oración sobre los Evangelios de algunas fiestas principales de los Santos que entre año celebra la Iglesia’ (Salamanca 1580).
  5. J VALLS, o.c., cit. en J. P0CH, o.c., p.173.
  6. Cf. J. POCH, ‘Mossén Josep Calassanç a la diócesi d’Urgell’: Cat. 195 (1977) 6.
  7. Cf. P. PUJOL I TUBAU, ‘Obra completa’, p.333-337.
  8. Cf. ID., ‘Noves dades’, apend. V, p.17. Otra referencia a dichos pajes nos la da Pujol en otro documento del ‘Llibre de Consells, de 1578 a 1613’, del Ayuntamiento de Urgel, ff. 151-152, que relata los funerales del obispo Hugo A. de Moncada (+ 8-12-1586) y dice que 'ab companyia dels creats y ‘patjes’ del Sr. Bisbe y de molts homens antichs de la ribera fonch aportat lo seu cors en lo seu Palau Episcopal' (P. PUJOL I TUBAU, ib., Apend. II, p.5).
  9. Cf. P. PUJOL I TUBAU, ‘Obra completa’, p.338.