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Queridísimo lector y hermano mío en Cristo: | Queridísimo lector y hermano mío en Cristo: |
Última revisión de 17:38 27 oct 2014
Ver original en ItalianoCAPÍTULO 1 De lo que sucedió En la Casa de San Pantaleón Después de la muerte del P. Mario [1643]
Queridísimo lector y hermano mío en Cristo:
Con la muerte del P. Mario de San Francisco, producida por una enfermedad tan grande y cruel como la de lepra, todos pensaban en Roma, y sobre todo nuestros Padres que vivían en San Pantaleón, que, con seguridad, sería restituido en su gobierno N. V. P. Fundador General, como lo exigían todas las razones divinas y humanas.
Pero, viendo, por una parte, que el P. Esteban [Cherubini] de los Ángeles se iba metiendo por sí mismo en el gobierno, -y como tal había escrito fuera a la Orden- comprendieron que dicho Padre Esteban quería desbancar de su oficio a N. V. P. Fundador y General, e introducirse él mismo en el puesto de donde la Divina Providencia había quitado al P. Mario.
Como no me encontraba en Roma por entonces, para no apartarme de la verdad, pondré aquí por extenso lo que me escribió uno que estaba allí presente. Dice de esta manera:
“Viendo los Padres de Roma que Mario había muerto, y de aquella manera, aquél que tanto había infectado a la Orden, y que había dejado, como última voluntad, por manos del P. Pietrasanta y de Monseñor Asesor [Albizzi], al P. Esteban [Cherubini] como sucesor suyo; más aún, viendo claramente que, en los últimos días de Mario, el P. Estaban habían rondado siempre en torno a ellos, para instalarse en el gobierno, -y decía abiertamente que había sido declarado Vicario General- los Padres, vaticinando la vida y andanzas de Esteban, y, muchos Padres más, sabiendo lo que el P. Mario había hecho, y precisamente por consejo del mismo Esteban, seguramente temieron que en su gobierno se produjera alguna grave ruina para nuestra Orden.
Por eso, mandaron llamar al Revmo. P. Visitador jesuita. Cuando llegó a nuestra Casa de San Pantaleón, le dijeron claramente que no sólo ninguno de ellos quería -de ninguna manera- al P. Esteban de los Ángeles como Vicario General, sino menos aún como Ministro de la Casa, o sea, Rector.
El mismo P. Visitador jesuita, viendo tan alterados (con justicia, por cierto) los ánimos de los Padres, dijo y afirmó muchas veces que el P. Esteban de los Ángeles no sería nunca Vicario General; que nunca había tenido el pensamiento de darle aquel título (como si hubiéramos estado agarrados a aquel nombre, y no a las consecuencias del gobierno). El Revmo. P. Visitador General jesuita añadió que, en el caso de que el P. Esteban fuera Superior en lugar del P. Mario, esto sería por poquísimo tiempo, añadiendo luego estas precisas palabras: ´No digo por pocos meses, sino por pocas semanas´.
Esto era hacia mediados del mes de noviembre. Después dijo que antes de Navidad, sin duda, se arreglarían nuestras cosas; y que Nuestro Fundador sería repuesto en su lugar, como nosotros queríamos. Nos tranquilizamos con estas promesas, aunque con algunas dificultades”.
Esto mismo me escribieron desde Roma, cuando yo estaba en Nápoles. Precisamente allí, el Revmo. P. Visitador General escribió una carta del mismo tenor; con la misma propuesta de que quería que para las fiestas de Navidad tuviéramos en su puesto a N. V. P. Fundador y General.
Pero todas estas palabras eran artificiosas y políticas; pues, por los efectos se vio que la lengua no correspondía al corazón. - -Todo esto se hubiera podido verificar con las cartas misivas enviadas por él a nuestras Provincias y casas, si no hubieran sido quemadas, como otras muchas, desde el año 1659 hasta ahora-.
De hecho, en Nápoles y en otras partes determinaron no querer reconocer a ningún otro Superior Mayor, –después del Sumo Pontífice y sus sagradas Congregaciones- más que a N. V. P. Fundador General. Y, de hecho, al P. Esteban [Cherubini] de los Ángeles no se le daba otro título, sino el de Procurador General.