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Disgustó muchísimo al P. Mario, y también a Monseñor Ilmo. y Revmo. Asesor [Albizzi], que el Revmo. P. Agustín Ubaldini hubiera hecho la visita en su celda, sin darle primero tiempo para retirar las cosas inconvenientes que allí se podían ver, que hubiera hecho inventario de ellas, y que hubiera llevado de la celda tales cosas; y menos le gustó que hubiera dado la relación al sagrado Tribunal de la Inquisición. | Disgustó muchísimo al P. Mario, y también a Monseñor Ilmo. y Revmo. Asesor [Albizzi], que el Revmo. P. Agustín Ubaldini hubiera hecho la visita en su celda, sin darle primero tiempo para retirar las cosas inconvenientes que allí se podían ver, que hubiera hecho inventario de ellas, y que hubiera llevado de la celda tales cosas; y menos le gustó que hubiera dado la relación al sagrado Tribunal de la Inquisición. | ||
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Aunque el Revmo. P. Ubaldini había ordenado entregar aquellas cosas, inconvenientes al estado religioso, encontradas al P. Mario, y reconocidas como tales de forma secreta, sin embargo, prevalecieron tanto los favores, que creyeron todo lo que el P. Mario aducía en su defensa; y se prescindió de la visita a la celda del P. Mario. | Aunque el Revmo. P. Ubaldini había ordenado entregar aquellas cosas, inconvenientes al estado religioso, encontradas al P. Mario, y reconocidas como tales de forma secreta, sin embargo, prevalecieron tanto los favores, que creyeron todo lo que el P. Mario aducía en su defensa; y se prescindió de la visita a la celda del P. Mario. | ||
− | Él, para vengarse de la afrenta que decía le había hecho el Revmo. P. Ubaldini, Visitador Apostólico, con una actuación tan justa, a la que le obligaba el cargo de Visitador, que le había impuesto el sagrado Tribunal de la santa Inquisición, y también la verdad del hecho, procuró poner bajo sospecha al Revmo. P. Ubaldini; primero, ante Monseñor Ilmo. y Revmo. Asesor [Albizzi], y después, ante toda la sagrada Congregación, con las invenciones que le parecían más convenientes; per fas aut nefas | + | Él, para vengarse de la afrenta que decía le había hecho el Revmo. P. Ubaldini, Visitador Apostólico, con una actuación tan justa, a la que le obligaba el cargo de Visitador, que le había impuesto el sagrado Tribunal de la santa Inquisición, y también la verdad del hecho, procuró poner bajo sospecha al Revmo. P. Ubaldini; primero, ante Monseñor Ilmo. y Revmo. Asesor [Albizzi], y después, ante toda la sagrada Congregación, con las invenciones que le parecían más convenientes; per fas aut nefas<ref group='Notas'>Viniera o no viniera a cuento.</ref>, como se suele decir. |
Les dijo que protegía en todo a N. V. P. Fundador; más aún, que lo consultaba todo con N. V. P., demostrando que quería calumniar, no sólo al Ilmo. y Revmo. Monseñor Asesor, sino también al sagrado Tribunal, para defender que era inocente N. V. P. Fundador. Además, el Emmo. Francisco Barberini, como nepote del Sumo Pontífice reinante -el Papa Urbano VIII-, insistía cada vez más en que N. V. P. Fundador mantenía correspondencia con las Altezas Serenísimas de Florencia, Parma y Módena, que entonces le hacían la guerra. | Les dijo que protegía en todo a N. V. P. Fundador; más aún, que lo consultaba todo con N. V. P., demostrando que quería calumniar, no sólo al Ilmo. y Revmo. Monseñor Asesor, sino también al sagrado Tribunal, para defender que era inocente N. V. P. Fundador. Además, el Emmo. Francisco Barberini, como nepote del Sumo Pontífice reinante -el Papa Urbano VIII-, insistía cada vez más en que N. V. P. Fundador mantenía correspondencia con las Altezas Serenísimas de Florencia, Parma y Módena, que entonces le hacían la guerra. |
Última revisión de 17:38 27 oct 2014
Ver original en ItalianoCAPÍTULO 17 El Revmo. P. Ubaldini Renuncia al cargo de Visitador
Disgustó muchísimo al P. Mario, y también a Monseñor Ilmo. y Revmo. Asesor [Albizzi], que el Revmo. P. Agustín Ubaldini hubiera hecho la visita en su celda, sin darle primero tiempo para retirar las cosas inconvenientes que allí se podían ver, que hubiera hecho inventario de ellas, y que hubiera llevado de la celda tales cosas; y menos le gustó que hubiera dado la relación al sagrado Tribunal de la Inquisición.
Más aún, que no le hubieran informado de ello con algunas palabras. Y es que el P. Mario había hablado antes con sus amigos y los había instruido a su manera.
Aunque el Revmo. P. Ubaldini había ordenado entregar aquellas cosas, inconvenientes al estado religioso, encontradas al P. Mario, y reconocidas como tales de forma secreta, sin embargo, prevalecieron tanto los favores, que creyeron todo lo que el P. Mario aducía en su defensa; y se prescindió de la visita a la celda del P. Mario.
Él, para vengarse de la afrenta que decía le había hecho el Revmo. P. Ubaldini, Visitador Apostólico, con una actuación tan justa, a la que le obligaba el cargo de Visitador, que le había impuesto el sagrado Tribunal de la santa Inquisición, y también la verdad del hecho, procuró poner bajo sospecha al Revmo. P. Ubaldini; primero, ante Monseñor Ilmo. y Revmo. Asesor [Albizzi], y después, ante toda la sagrada Congregación, con las invenciones que le parecían más convenientes; per fas aut nefas[Notas 1], como se suele decir.
Les dijo que protegía en todo a N. V. P. Fundador; más aún, que lo consultaba todo con N. V. P., demostrando que quería calumniar, no sólo al Ilmo. y Revmo. Monseñor Asesor, sino también al sagrado Tribunal, para defender que era inocente N. V. P. Fundador. Además, el Emmo. Francisco Barberini, como nepote del Sumo Pontífice reinante -el Papa Urbano VIII-, insistía cada vez más en que N. V. P. Fundador mantenía correspondencia con las Altezas Serenísimas de Florencia, Parma y Módena, que entonces le hacían la guerra.
Por éstas y otras falsedades inventadas por el P. Mario, y muchas de las que yo ahora no me acuerdo,
-aunque fácilmente las debo tener anotadas en otro libro en folio, que contienen muchos originales de escrituras hechas en aquel tiempo tan detestable,- el Emmo. Barberini y el Ilmo. y el Revmo. Monseñor Asesor, establecieron mucha desconfianza con el Revmo. P. Ubaldini, Visitador Apostólico. Comenzaron demostrándolo de muchas maneras, y notificándolo a la sagrada Congregación del Santo Oficio. De tal forma, que no daban ya oídos a sus palabras, y le respondían con mucha frialdad.
Por otra parte, el P. Mario, para impresionar a sus colegas, y a los otros tres Padres Asistentes Generales, como zorro astuto que era, se envolvió en el manto de la piedad y reverencia debida a N. V. P. Fundador y General, diciendo que el P. Ubaldini, de Visitador, quería ascender a General; que al firmar, como tal de consideraba; y que esto era quitar el honor a N. P. Fundador y General, lo que nunca se debía consentir.
Los RR. PP. Asistentes tomaron el hecho con sencillez religiosa y no con la malicia como lo contaban las palabras del P. Mario. Por eso, ellos, uniéndose además a su parecer, se mostraron disgustados por un título, usado quizá por inadvertencia por el Revmo. P. Ubaldini, y se quejaron a Monseñor Ilmo. y Revmo. Asesor, quien aprovechó la ocasión para servir al P. Mario, y no para dar gusto a los otros tres PP. Asistentes. Contaron el hecho al Emmo. Barberini y a Pansirola, y comunicaron al P. Ubaldini que su gobierno en el asunto de las Escuelas Pías no era agradable ni a los Padres, ni a las Autoridades.
Como dicho Padre ya se había dado cuenta, al oír esto, para no poner su alma y su reputación en peligro, decidió renunciar al cargo.
Y, en efecto, renunció en manos del sagrado Tribunal de la Santa Inquisición, un mes y medio después de que por él hubiera sido nombrado, con disgusto de los Padres, que estaban seguros de su bondad, y siempre le han quedado agradecidos.
Notas
- ↑ Viniera o no viniera a cuento.