Diferencia entre revisiones de «GinerMaestro/Cap12»
(Página creada con «{{Navegar índice|libro=GinerMaestro|anterior=Cap11/09|siguiente=Cap12/01}} {{OCR}} '''Capítulo 12: LA ROMA DE LA POBREZA, LA CARIDAD Y LA DEVOCIÓN No sólo fueron los...») |
m |
||
(Una revisión intermedia por el mismo usuario no mostrado) | |||
Línea 3: | Línea 3: | ||
{{OCR}} | {{OCR}} | ||
− | + | =Capítulo 12: LA ROMA DE LA POBREZA, LA CARIDAD Y LA DEVOCIÓN= | |
No sólo fueron los santos y los hombres de Dios los que ayudaron a Calasanz a cambiar de rumbo en aquellos años decisivos, últimos de un siglo y primeros del siguiente, sino también el ambiente de devoción —tan lejos del consabido y falso adagio de Roma veduta, fede perduta— y la abundancia de instituciones de caridad, particularmente las que habían nacido o estaban en auge al declinar el siglo XVI. | No sólo fueron los santos y los hombres de Dios los que ayudaron a Calasanz a cambiar de rumbo en aquellos años decisivos, últimos de un siglo y primeros del siguiente, sino también el ambiente de devoción —tan lejos del consabido y falso adagio de Roma veduta, fede perduta— y la abundancia de instituciones de caridad, particularmente las que habían nacido o estaban en auge al declinar el siglo XVI. | ||
Línea 12: | Línea 12: | ||
{{listaref|grupo='Notas'}} | {{listaref|grupo='Notas'}} | ||
+ | |||
+ | [[Categoría:GinerMaestro]] |
Última revisión de 10:39 27 feb 2019
Aviso OCR
Este texto ha sido obtenido por un proceso automático mediante un software OCR. Puede contener errores. |
Capítulo 12: LA ROMA DE LA POBREZA, LA CARIDAD Y LA DEVOCIÓN
No sólo fueron los santos y los hombres de Dios los que ayudaron a Calasanz a cambiar de rumbo en aquellos años decisivos, últimos de un siglo y primeros del siguiente, sino también el ambiente de devoción —tan lejos del consabido y falso adagio de Roma veduta, fede perduta— y la abundancia de instituciones de caridad, particularmente las que habían nacido o estaban en auge al declinar el siglo XVI.
Fue una experiencia nueva en su vida. Y la generosidad con que se entrega a ese nuevo mundo de cofradías y devociones nos da la medida de la seriedad con que emprendió decididamente el camino de la santidad hasta sus cimas más sublimes. Roma, con sus hombres y sus cosas, le ganó el alma.