Diferencia entre revisiones de «Sabadell (ES) Colegio»
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Última revisión de 14:47 5 dic 2014
Aviso de contenido
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Contenido
Datos
Demarcación Cataluña
(1818- )
Antecedentes históricos.
La Junta general de la villa de Sabadell impuso un aumento en el precio de la carne en sesión celebrada el 21-11-1814; con ese dinero el ayuntamiento pretendía fundar un colegio para procurar la educación de los hijos de la ciudad y pueblos vecinos. El 10 de diciembre siguiente se reunieron algunos miembros del consistorio, el párroco y comisionados de la villa y elevaron una solicitud de Ucencia a Fernando VE para abrir un colegio de las Escuelas Pías. Se recabó la influencia del prelado sabadeliense, Félix Amat, que vivía en Madrid, y el 28-11-1814 éste conocedor de la Institución, se une a la petición en favor de su pueblo natal. En espera de la autorización real, el ayuntamiento gestionó con el P. Provincial, Pelegrí Martí, las condiciones del contrato. El ayuntamiento pagaría 600 libras anuales (6.400 reales), recaudadas de los fondos de arbitrios y pagaderas por tercios adelantados y daría «una casa corriente y proporcionada que un bienhechor... muy adicto al bien público y a la Religión de las Escuelas Pías cederá para tan digno y pío, como útil objeto». Los escolapios, por su parte, prometían cuatro maestros: para la clase de leer, para la clase de escribir, para la clase de gramática y para la clase de retórica; igualmente cumplirían las obligaciones del Instituto y predicarían en cuatro festividades convenidas. El contrato fue firmado el 21-3-1815. El bienhechor adicto y arriba citado era D. Antonio Cortés de Andrade, marqués de Ciutadilla, descendiente de los Clasquerí y de los Meca, el cual, el 26-2-1816, firmó la escritura de cesión de la casa de los Meca y también su huerto. Todo ello estaba situado junto al portal que cerraba la villa, en la calle del «Pedregar» y junto al fuerte que servía de defensa. El patrono del colegio y titular de la iglesia debía ser perpetuamente San Agustín y en el colegio debían figurar dos cuadros, retratos de su señoría con un religioso escolapio, acompañado de niños y en ademán de presentárselos.
La cédula real que autorizaba la fundación fue firmada el 5-3-1818, y el 11 de junio salieron de Barcelona para Sabadell el Provincial, Jaime Vada, el P. Magín Deuserán y el H. Nicolás Mallol, quienes fueron entusiásticamente recibidos por los habitantes del lugar y tomaron posesión de la casa del marqués a las 4 de la tarde. El día 13 de mismo mes se firmó una adición al convenio: el ayuntamiento se comprometía a reparar la casa, adecentar en ella las escuelas, proveerlas de los necesario para su fin y para el culto. Este se celebraría provisionalmente en un local de la planta baja. El ayuntamiento se comprometía, igualmente, a que los administradores del Hospital cedieran un solar para construir la iglesia. Los escolapios aumentaban a seis los sermones que debían predicar en determinadas fiestas del año. A comienzos de septiembre de ese año quedaba constituida la comunidad y se abrían las clases.
Desarrollo histórico y pedagógico.
Debido al aumento constante de matrícula se vio la insuficiencia de local. El 19 de octubre los administradores del Hospital cedieron el solar para levantar la iglesia, la cual, además de servir al colegio, debería ser utilizada por los enfermos, convalecientes y personas que estaban de paso por la villa, pues se hallaba próxima a la carretera real de Barcelona a Manresa. Dicho terreno estaba al otro lado de la calle del «Pedregar» y en frente del colegio. Al año siguiente se nombró al primer rector, el P. Fausto Abril; y en 1821 la nueva fundación se convirtió en casa-noviciado. En 1828 Sabadell recibió la visita de los reyes Fernando VII y María Amalia, quienes de paso para Montserrat se hospedaron en la casa escolapia los días 9 ó 10 de abril. El P. Tomás Miret, exrector, dirigió a su Majestad un memorial en el que solicitaba su magnanimidad para sufragar los gastos de edificación de la iglesia, escrito fechado el 4-1-1829; el 22 del mismo mes, el mayordomo de palacio notificaba al bayle general del Real Patrimonio de Cataluña la orden escrita de real mano para que con fondos de dicho Patrimonio fuese costeada la obra de la iglesia de los escolapios. El arquitecto encargado de los diseños del templo y de su ejecución fue D. Antonio Cellers. La Real Academia de San Fernando en sesión de 13-6-1830 aprobó el proyecto; el 29 de diciembre el P. Tomás Miret recibía la delegación del Sr. obispo de Barcelona para bendecir la primera piedra, que fue colocada con toda solemnidad el día 7-3-1831. La fábrica, de estructura clásica, tiene forma ovalada en su planta y sigue siendo hoy digna de admiración en su interior y en su fachada. Para comunicar colegio e iglesia se construyó un arco que era a la vez portal de entrada a la villa. A ambos lados de la entrada a la iglesia se colocaron unos medallones y una lápidas con alusiones a su fundación, que rezan:
(en la izquierda) Erexit templum Ferdinandus VII istud patribus et pueris, Rex pietate micans.
(en la derecha) D.O.M. operi aspiciat, Ferdinandus VII Hispaniarum Rex PPPC a fundamentis erexit, nonis martii, anni MDCCCXXXL
Antonius Cellers architectus, delineamenta duxit.
El medallón de la izquierda representa al rey Fernando entregando una iglesia, que es recibida por unos escolapios y un grupo de niños. En el de la derecha se puede contemplar la aparición de la Virgen con el Niño Jesús a San José de Calasanz acompañado de niños. El 8 de septiembre por la tarde fue bendecida. Para presidir los altares de la nueva iglesia fueron encargados unos cuadros al ilustre pintor Salvador Mayol, académico supernumerario de la Real Academia de San Fernando de Madrid y profesor en la escuela de Nobles artes de Barcelona. Probablemente los dos cuadros aludidos arriba y que representan la cesión del marqués son debidos también al pincel del mismo artista. Otros cuadros de la iglesia fueron encargados al pintor Antonio Ferrán.
Muerto Fernando VII los tiempos se hacen difíciles a causa del enfrentamiento de los partidarios de Isabel II y el príncipe Carlos. Una disposición de 1834 emanada del gobierno manda cerrar todos los noviciados, y tal suerte corre el de Sabadell; al año siguiente se queman conventos e iglesias, aunque los escolapios se ven respetados; los sabadellenses partidarios de Espartero inician una campaña contra el colegio de las Escuelas Pías, aunque sin éxito, pues el ayuntamiento pidió a las cortes que se conservara el colegio (1837) por ser de gran utilidad.
Los nuevos planes de enseñanza que siguieron a estas fechas no incidieron negativamente, pues se facultó al centro para que impartiera la segunda enseñanza; y el 4-4-1845 se abrió el noviciado en la casa.
El rectorado del sabadellense Agustín Casanovas fue notable, entre otras razones por haber encabezado la representación de la villa para pedir clemencia a los generales Prim, Concha y Cabrera que querían emplear las armas contra la población (1843, 1845 y 1849).
Por real orden de 25-2-1867 el colegio es reconocido para impartir segunda enseñanza en la categoría primera; y el 8-6-1868 es declarado instituto libre de segunda enseñanza. Este mismo año la Provincia decide clausurar el noviciado de Sabadell.
Transcurría el año 1871 y la insuficiencia de la casa Meca obligaba a construir un nuevo edificio; se solicitó la licencia y el 12 de abril se firmó el convenio. El nuevo edificio debía levantarse en la plaza de San Roque y suponía el derrumbamiento del antiguo fuerte, algunas de cuyas salas servirían de clase. Con fecha 15 de junio la comunidad obtuvo del Gobierno civil el permiso para levantar el edificio en una línea más avanzada que la señalada en el plano. Esto suscitó la oposición de los vecinos y del mismo ayuntamiento. Este suspendió las obras, pero el gobernador mandó continuarlas. Esta situación se repitió más de una vez. Intervino en el asunto el juzgado de Tarrasa y la Diputación de Barcelona. La causa llegó hasta el Ministerio de fomento, el cual, el 27-2-1872 resolvió la cuestión a favor del municipio y por tanto se hubo de retrasar la línea de construcción. El gobernador de Barcelona, Bernardo Iglesia, se opuso a la determinación del Ministerio y acusó al consistorio de descuidar el orden público, por lo cual destituyó a todo el equipo; el nuevo grupo consistorial aceptó la edificación adelantada y permitió se concluyeran las obras. Cuando el 4 de agosto fue repuesto el consistorio anuló los actos del anterior mandando derribar la parte del edificio que se adelantaba a la raya antigua; la Audiencia, a la que recurrió la Orden escolapia, se opuso a tal decisión debido a la belleza del edificio y a los grandes gastos que todo ella suponía. Un buen juicio de esta historia rocambolesca lo formula el historiador Miguel Carreras en su libro Elements d’historia de Sabadell: «Los escolapios creyeron que ya que su edificio serviría siempre para una enseñanza municipal, les era lícito ocupar unos terrenos del municipio. Y el ayuntamiento creyó que el gasto que se imponían los escolapios al embellecer la ciudad construyendo un gran edificio, ya estaba pagado con el solo permiso para poderlo construir». Con esa nueva construcción se consiguió dar mayor regularidad a la plaza de San Roque y amplitud al huerto de los escolapios, lo que sería con el tiempo plaza del Dr. Robert.
El 6-4-1873, en una manifestación popular contra las quintas, el regidor Pantaleón Soler, arengando a las masas dijo: «Fuera los escolapios». El 20 de mayo el ayuntamiento notificaba que retiraba su subvención y mandó entregar un inventario de los gabinetes de física e historia natural; la comunidad protesta por lo primero y cumple lo segundo. El 12 de julio siguiente, la milicia ciudadana invade la casa e intima la inmediata evacuación de la misma. A las dos de la madrugada, religiosos e internos abandonaron sus habitaciones para hospedarse en las familias que quisieron acogerlos; a la mañana siguiente los escolapios se vieron obligados a abandonar la ciudad, el ayuntamiento se incautó de los bienes y permite a los familiares de los religiosos que retiren la ropa y libros de uso personal. El P. Ramón Riera, rector a la sazón, dio cuenta al procurador del marqués de Sentmenat, sucesor del de Ciutadilla, recibiendo como respuesta la promesa de defender los derechos atropellados. El 16 de agosto es derribado el arco de la calle «Pedregar» dejando el inmueble en mal estado.
Sin embargo, en octubre los escolapios pudieron reanudar las clases en casas particulares; mientras que el juzgado de Tarrasa incoaba un proceso contra el atentado cometido a las Escuelas Pías; a su vez el ayuntamiento instalaba en el edificio de éstas una «escuela industrial» y vendía las campanas de la iglesia. El 18 de enero del año siguiente fue abierta al culto la iglesia, los escolapios volvieron a su casa, en colegio nuevo, si bien un cuerpo de guardia del ejército ocupaba los bajos del edificio. El 30 de mayo el ayuntamiento pidió la reinstalación del instituto libre de segunda enseñanza; aquéllos volvieron a su casa en diciembre y al comenzar 1875 adquirieron y bendijeron las nuevas campanas de la iglesia. El 12-10-1876 fue dictada sentencia, condenatoria para el ayuntamiento, sobre el pleito del derribo del arco de la calle «Pedregar». El P. Francisco Sallares, invitó al ayuntamiento a entenderse y propuso la designación de tres personas por cada una de las partes para solucionar el pleito. Las negociaciones dieron como resultado un dictamen que proponía la cesión por parte de los escolapios del edificio e iglesia por la cantidad de 60.000 duros, para edificar con dicho importe un nuevo colegio en otro lugar de la población. El ayuntamiento, en sesión celebrada el 23-10-1877, aprobó las bases del contrato, rebajando en 3.000 duros la cantidad de la compra. La comunidad escolapia aceptó la rebaja y, cumplidos los trámites legales, se formalizó el contrato. El 8-1-1878 el municipio restablece el pago de la subvención a la segunda enseñanza, suprimida cinco años antes. A comienzos de agosto fue nombrado rector el P. Joaquín Corominas, que dirigirá el colegio durante 27 años y que iba a ser el promotor y alma del nuevo edificio. Para éste se adquirió el terreno de la «era d'en Rovira» y un campo contiguo, hasta formar una manzana; el 3-8-1882 se comenzó a cavar los cimientos; los planos del edificio y las obras fueron confiadas al arquitecto Miguel Pascual; el 23 de abril, dos años después, el P. Provincial y antiguo rector de Sabadell, Ramón Riera, bendijo el edificio y dos días más tarde se inauguraban las clases. El 6 de mayo los escolapios entregaron al ayuntamiento su antigua casa; el palacio de los Meca pasó al marqués de Sentmenat, quien pidió autorización para su derribo por el estado ruinoso en que se hallaba.
A partir de este momento el colegio comenzó a florecer, siendo de los mayores de la Provincia y contando con una de las comunidades más numerosas.
El observatorio metereológico, instalado por el P. Volart en 1897 y dirigido luego durante muchos años por el P. José Baburés, ha sido observatorio oficial de Sabadell y uno de los más importantes de España. Este religioso, que lo restauró después de la guerra civil, hizo que siguiera funcionando gracias a exalumnos entusiastas. Cabe reseñarse que, desde principios de siglo y hasta 1917, dos escolapios se hicieron cargo del «Centro de cultura popular» a instancias del sacerdote encargado de la iglesia de la Misericordia, Rvdo. Guardiet; asistían a dicha escuela unos 200 alumnos.
En mayo de 1918 se celebró con gran solemnidad el centenario de la fundación con actos religiosos, culturales y cívicos. Se inauguró una lápida que se colocó en el atrio del colegio y que dice: «D.O.M. La ciutat de Sabadell a VEscola Pia, educadora deis seus filis, promotora de sa creixenga, en recordanga de la solemne conmemoración secular de da institució. MDCCCXVIII –MCMXVIII».
Últimos tiempos.
En el nuevo edificio se había habilitado una de las salas para capilla. Hay que tener presente que en el año 1909 la iglesia de San Félix, patrono de la ciudad, fue incendiada por las turbas; no era prudente, pues, edificar una iglesia mientras no se levantara la parroquia del patrono de la ciudad. Pero en 1923, durante el rectorado del P. Eloy Vidal, se procedió a dar realidad a la edificación de la iglesia del nuevo colegio. Se llamó al arquitecto Bernardino Martorell, exalumno del colegio San Antón de Barcelona. El 25-5-1924 se bendijo y colocó la primera piedra; el 26 de agosto quedaron terminados los cimientos; el 1 de diciembre, onomástica del rector, se recaudó entre los alumnos la cantidad necesaria para costear una de las columnas, levantada el 7 de julio siguiente. En la construcción de la iglesia hay que hacer mención especial al P. Ramón Hostench que fue el responsable por parte de la comunidad en la vigilancia y dirección de las obras. El 1-5-1932 se celebró la fiesta de bendición del nuevo templo con gran concurrencia de fieles; la ceremonia fue oficiada por el Provincial, Juan Vives; los cantos, ejecutados por los alumnos del colegio y por las scholae cantorum de Sabadell, Tarrasa y Manresa, bajo la dirección del P. Miguel Altisent; por la tarde se cantaron vísperas oficiadas por el P. Antonio Marcet, abad de Montserrat; y al día siguiente se ofició una misa por los escolapios difuntos y los bienhechores fallecidos durante la construcción del templo. El 3-2-1935 el obispo de Solsona, D. Valentín Cornelias Santamaría consagró el altar mayor de la iglesia dentro del programa de fiestas organizadas para conmemorar la canonización de San Pompilio M. Pirrotti.
Proclamada la República y dada la ley en contra de las Órdenes y Congregaciones religiosas, la asociación de padres formó la Mutua «Félix Amat» y quedó constituida el 23-8-1932; en agosto de 1933, una clase de párvulos y las de bachillerato empezaron en la casa n. 97 de la calle de San Pablo. Se le puso el nombre de «Academia Félix Amat». Al llegar a 1936 los escolapios abandonan el colegio el 20 de julio y al día siguiente hubo intentos de incendiar el edificio por parte de la FAI. Los PP. Juan Viñolas, Juan Soler, Pablo Duran, Eloy Vidal, Francisco Farreny, Manuel Begués, Luis Vilarrubies fueron asesinados por su calidad de religiosos. El colegio y el templo no sufrieron la prueba del fuego, pero sí del saqueo y de la profanación; los vasos sagrados y ornamentos, destrozados; las imágenes, quemadas; los cuadros de Mayol y Ferrán (representando la Crucifixión, el Nacimiento, San Agustín, Santo Tomás de Aquino y la Aparición de la Virgen a San José de Calasanz), quemados o robados; la mesa del altar mayor fue llevada al depósito municipal, aunque se pudo recuperar al acabar la guerra. El colegio fue utilizado para impartir clases, gracias a algunos alumnos antiguos que se hicieron cargo del mismo. En el segundo piso se estableció el llamado instituto-escuela «Cossio» y en la planta baja la escuela mixta y graduada «Grup escolar renaixenga» que llegó a contar con más de mil alumnos. En enero de 1939 el centro fue habilitado como hospital y dos días antes de llegar las tropas de Franco fue evacuado y de nuevo saqueado. La iglesia, por su parte, se utilizó para tener reuniones y más tarde como gimnasio; fue la única que no fue incendiada y a partir de 1939 debió utilizarse un tiempo como parroquia.
Llegadas las tropas de Franco se habilitó el edificio para cuartel (29 de enero); a mediados de febrero llegaron los primeros escolapios, Nicolás Busquets, el 15 de marzo el rector; Agustín Pagés, quien obtuvo la autorización militar para usar del colegio. Gracias al consejero de cultura, Sr. Vergés, fueron recuperados muchos instrumentos de enseñanza, el 3 de abril se abrieron las clases y comenzaron acudiendo 200 muchachos. El 3 de agosto el capataz de las brigadas municipales entregó la reliquia de San José de Calasanz que él mismo había escondido cuando se destruían los objetos de culto; el 23 de noviembre de 1941 se consagró de nuevo el altar por el abad coadjutor de Montserrat, Aurelio Escarré; y la iglesia continuó siendo como años antes centro ejemplar de apostolado litúrgico con el bien hacer del P. José Franquesa.
En los años posteriores a la contienda civil, la ciudad experimenta un notable aumento demográfico en su periferia. Muy pronto algunos religiosos de la comunidad, acompañados de alumnos de los últimos cursos imparten la catequesis en el barrio Can Rull y posteriormente en Can 'Oriac. Durante el rectorado del P. Enrique Centelles, al recordarse el 60 aniversario del edificio escolar, se formó la asociación de antiguos alumnos, integrada, en primer lugar, por los alumnos que habían curscido sus estudios en el edificio antiguo. En 1948 y 1949 se cubrió la techumbre de la iglesia con tejas, pues anteriormente sólo tenía estructura de bóveda; y en esas mismas fechas se celebró con mucha solemnidad el paso de las Reliquias del Fundador.
No hay que olvidar que el 27-1-1943 la corporación municipal concedió la medalla de plata de la ciudad al P. José Baburés y al H. Jaime Viola por su larga y meritoria labor docente en la ciudad. Igualmente al colegio se le entregó la medalla de oro de la ciudad en 1958 y el 28-4-1964 se le impuso la de plata al P. Enrique Munt por el alcalde, Antonio M. Llonch, a petición de un gran grupo de exalumnos.
En los últimos años, en el capítulo de la pedagogía y educación-enseñanza hay que destacar la adaptación del centro a las necesidades que venían exigidas por las leyes civiles y el avance social: en 1968 se cierra el internado y se habilitan más y mejores locales para aulas y laboratorios; diez años más tarde se instaura la coeducación, y últimamente, al implantarse el nuevo plan de bachillerato, colabora con otros colegios de la iglesia para fundar y trabajar en el «Centro de estudios Vidal y Barraquer» (ubicado primeramente en Sentmenat y a partir de 1980 en Sabadell.
Otro dato de interés hay que remontarlo a 1959, cuando el gremio de fabricantes de Sabadell formó una comisión encargada de proporcionar escuelas en los barrios suburbiales de la ciudad; después de algún intento de hacerlo en Can'O-riac, se establecieron, dependiendo del gremio, en Can Puigjaner, Els Morinals, Torre Romeu y el propio Can'Oriac; el P. Domingo Colet fue el encargado de dirigirlas y funcionaron hasta que se les proveyó de escuelas nacionales dependientes del Estado.
No menos importancia ha tenido la educación física y deportiva. Siempre se había atendido en el colegio, pero en la medida que los deportes fueron mejor atendidos en sus instalaciones y los grupos se integraron en competiciones creció el interés y la participación, especialmente en balonmano, hockey y otros. En abril de 1964 se celebran en Sa--badell los III juegos deportivos escolapios, efemérides que constituyeron un éxito en organización y entusiasmo; desde ahí podrá valorarse la «I Semana del deporte» celebrada en el curso 1973-1974 y que se va reiterando año tras año, y la fundación del club deportivo «Escola Pía».
En noviembre de 1968 se reinstauró la escolanía; esta vez adherida a la federación internacional de «pueri cantores»; en los años 1973 y 1974 se celebraría en Sabadell la 1.ª y 2.ª trobada de pueri cantores de Cataluña y Baleares. Y en 1976, con muchachos de la escolanía, se fundó la «Cobla jovenivola» que hizo su pública presentación el 23 de abril en el teatro de la Farándula.
De 1953 a 1963 salió en dos épocas la revista Senda.
De la presencia de los escolapios en Sabadell dan testimonio todos los alumnos, algunos de los cuales sobresalieron como: José Capmany, teólogo y obispo; Luis Carreras, sacerdote y escritor; Miguel Carreras, historiador local; Fernando Casablancas, industrial e inventor; Miguel Crusafont, paleontólogo; Rafael Durancamps, pintor; José M. Marcet, político e industrial; Juan Oliver, alias «Pere Quart», poeta; Manuel Ribot, escritor; Ramón Rucabado, polemista; Félix Sarda, apologista; Antonio Vila Arrufat y Juan Vila Cinca, pintores; Camilo Fábregas, escultor; y otros más.
Superiores
Bibliografía
- Sabadellum
- Pedemonte, B. Tres-cent anys d’Escola Pia a Catalunya
- Carreras, M. Elements d’histÒria de Sabadell
- Simo, R. 100 sabadellencs en els nostres carrers
- Pina, A. L’Escola Pia de Sabadell.
Redactor(es)
- Enrique Dordal, en 1990, artículo original del DENES I