Diferencia entre revisiones de «Balaguer (ES) Colegio»
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Última revisión de 14:34 5 dic 2014
Aviso de contenido
Este texto es el original publicado en su día en el DENES. No se ha hecho sobre él ninguna rectificación. Su contenido, pues, puede no reflejar la realidad actual |
Contenido
Datos
Demarcación Cataluña
(1700- )
Antecedentes de la fundación.
Balaguer fue la cuarta de las fundaciones escolapias en Cataluña: todas ellas realizadas por los escolapios italianos. El ayuntamiento de Balaguer, al saber que en Oliana había un colegio de escolapios, escribió a Moyá pidiendo a los Superiores que se dignaran fundar otro en Balaguer. El P. Sebastián de la Pasión, de la Provincia de Cerdeña, fue designado para pactar las cláusulas fundacionales (9-11-1699). En dichas cláusulas las Escuelas Pías se comprometían a abrir dos clases de primaria (leer, escribir y contar), una de gramática y otra de retórica-poética, además de la enseñanza de la doctrina cristiana que se impartía tanto dentro del colegio como fuera de él, en las plazas públicas. El ayuntamiento por su parte se comprometía a construir el colegio, las clases, las oficinas, la iglesia y las habitaciones de los religiosos; entregando, además, cada año 300 libras y 50 cuarteras de buen trigo para su manutención, pues la escuela había de ser gratuita para todos los niños de la población.
Desarrollo histórico y pedagógico.
Hechos y firmados los pactos, se instalaron a partir del año 1700 en el antiguo palacio de los condes de Urgel, siendo su primer rector el P. Félix de la Santísima Trinidad, hijo de Moyá, y su primer súbdito el P. Medardo de San José. Hasta el año 1706 todo funcionó bien y con gran prestigio. Este mismo año el P. Félix fue nombrado rector de Moyá y en su lugar vino el P. Joaquín Bernardelli, italiano, y el diácono Jacinto de San Agustín, que fue el hombre que la Providencia escogió para salvar la permanencia de los escolapios en Balaguer; era hijo de Moyá y procedía del colegio de Oliana. Los partidarios del archiduque Carlos ocuparon el colegio militarmente y los escolapios con los niños tuvieron que retirarse a la casa del sacerdote Francisco Mor y Roures (1707). El P. Medardo se trasladó a pie a Barcelona para pedir al archiduque una orden en la que se mandara a los soldados desalojar el colegio. Concedida ésta regreso a pie, y a causa del mal tiempo, del frío, de las lluvias y de cansancio murió heroicamente al poco tiempo.
En el año 1707 llegaron los filipistas a Balaguer. Todos los religiosos y muchísimos seglares abandonaron la ciudad y, tan sólo, se quedó el diácono Jacinto que continuó las clases en los bajos del hospital de la ciudad. Más tarde se fue a Oliana y a Moyá para pedir una ayuda que no obtuvo; en su ausencia los filipistas destruyeron el palacio de los condes de Urgel, el flamante colegio, para levantar una gran barricada a la entrada del puente del río Segre. Ante este desastre el diácono Jacinto se ordenó sacerdote en Barcelona para poder subsistir. Al regresar, como ya no cabía en el hospital, alquiló unas casas junto al destruido palacio y, con la gran ayuda del P. Bartolomé de San José, emprendió de nuevo todas las actividades docentes. Se logró que el colegio de Balaguer fuera tenido por el mejor entre los tres que existían en la población. Siendo rector de Balaguer el P. Bartolomé de San José, el diácono Jacinto fundó los colegios de Puigcerdá (1728), Igualada (1732) y Mataré (1737).
En el año 1745, el P. Tomás Casas de Jesús y María, por orden del*P. Caballol, primer Viceprovincial de Cataluña, se trasladó a Lérida para fundar en esta ciudad un colegio escolapio, lo que realizó reuniendo a más de 500 niños. Los jesuitas se interpusieron y por «real orden», se tuvo que abandonar aquella fundación, en contra de la voluntad del Sr. obispo, de todos los religiosos y del clero de la ciudad.
La fundación del colegio de Balaguer no se consolidó hasta que el P. José Caballol, en 1740, compró un terreno, al final de la calle Milagro, por 1.250 libras barcelonesas; se lo compró a la sobrina del Dr. Francisco Mor y construyó en dicho terreno un gran colegio; se pudo levantar gracias a la indemnización que dio Felipe V por el mal acusado al palacio de los condes (100 doblones de a 4 pesos), por la venta de dicho palacio al ayuntamiento de Balaguer, por el préstamo de 200 libras que concedió el colegio de Oliana y por las numerosas limosnas de familias generosas. Se inauguró el 29-8-1743 celebrando la primera misa el rector, P. Felipe de Santo Tomás de Aquino.
Los patronos del colegio son la Inmaculada y Santo Tomás de Aquino desde su fundación. La iglesia, grande y esbelta, se terminó en el año 1825; es la tercera en importancia de Balaguer, después de la de Santa María y de la del Santo Cristo. La fama del mismo fue grande en toda la provincia de Lérida, principalmente en el período de 1772-1783, por la preparación de los religiosos que impartían las enseñanzas y, también, por ser la casa provincial de estudios de los júniores escolapios. Justifican este fama las «Academias» (exámenes públicos), quedando constancia impresa de las correspondientes a los años 1776, 1777, 1778 y 1805.
Con la llegada de los franceses en el 1810, los religiosos tuvieron que abandonar los colegios del Principado. El P. Jaime Torrent con un grupo de escolapios se trasladaron a Menorca, fundando un colegio que obtuvo mucha fama en dicha isla; fue superior del mismo el P. Torrent. Los PP. Torrent, J. Feliu y Pedro Amat acudieron, en los tiempos libres, a clase de matemáticas que impartía para ellos el célebre maestro de matemáticas José Marino Vallejo que, también, estaba exiliado en la isla. Ante la excelente capacidad intelectual de los religiosos les propuso (el maestro Vallejo) que, cuando regresaran a Cataluña, ejercieran las cátedras de matemáticas universitarias, cosa que fue imposible llevar a cabo por la ocupación napoleónica.
Por razones desconocidas, los superiores mandaron regresar a Cataluña a este acreditado grupo de escolapios «menorquinos»; el P. Jaime Torrent fue de nuevo destinado a Balaguer a enseñar humanidades y los otros dos fueron propuestos al Gobierno de su majestad para profesores de matemáticas de los caballeros cadetes.
Al reanudarse la actividad del colegio, los escolapios tuvieron que dar las clases en casas situadas en la plaza del Mercadal ya que el edificio, destrozado e inhabitable, no podía ser utilizado para la enseñanza. Con ayuda del ayuntamiento, las Escuelas Pías y amigos se pudo iniciar la reconstrucción del mismo en el 1814. En ella se invirtieron diez años y el 4-11-1824, los religiosos y los niños, se trasladaron definitivamente del Mercadal al colegio restaurado.
A partir de esta fecha, la crónica señala una gran cantidad de obras menores hechas en el edificio y en la iglesia para mejorar ambos inmuebles, efectuadas gracias a la ayuda de múltiples donaciones de los balaguerienses. Es de triste memoria el gran incendio que se produjo el día de Santa Bárbara del año 1861. Toda la población intervino generosamente para sofocar el fuego y, después, para invitar a los religiosos a refugiarse en sus domicilios mientras se reparaba el edificio. En sesión plenaria del ayuntamiento, y a propuesta del Sr. José Alós, se determinó que el modo más oportuno para restaurar el edificio, dañado por el fuego, «era el que cada particular adelantara voluntariamente media tercia de contribución reintegrable de los primeros fondos disponibles que tuviera el ayuntamiento». Aplaudió todo el mundo semejante proposición, y así en breves semanas se vio de nuevo construida la parte caída del colegio
En 1887 se presentó al rector una comisión del ayuntamiento, presidida por el alcalde, para tratar de establecer en el centro la segunda enseñanza; lo que no fue posible hasta más adelante. Hubo otro incendio el año 1888 en el internado y «todo Balaguer estaba al poco rato en el colegio para apagar el fuego sin distinción de clases; en media hora quedó totalmente extinto». A partir de 1890 todo va bien, menudean los festivales y, principalmente, las fiestas tanto religiosas como académicas dedicadas a la beatificación de San Pompilio. Se comunica al ayuntamiento, en 1895, el acuerdo del colegio y de los padres de familia de implantar la segunda enseñanza; dicho acuerdo fue firmado por el P. José Pujadas, que era rector, el 12 de julio de ese año.
El 12-10-1907 una terrible tempestad cae sobre Balaguer que hace desbordarse al río Segre, inundando las calles y huertas, arrancando árboles, arrasando casas y cosechas, llevándose todo al furioso paso de las aguas. Esta inundación y sus consecuencias fueron contempladas por el rey Alfonso XIII que, a pie y muy emocionado, se dirigió desde la plaza de Santo Domingo a la ciudad por el puente «pisando barro» y apretujado por la multitud. El día 22 del mismo mes y año vino otro desbordamiento del Segre; tanto en la primera tragedia como en la segunda, los escolapios, solidarios con el pueblo, prestaron toda clase de servicios para ayudar a las familias afectadas en sus personas y en sus viviendas.
La visita del obispo de Urgel, Dr. Benlloch, en 1908 fue positiva y constructiva ya que zanjó, a favor del ayuntamiento, el antiguo pleito entre la Mitra y dicho ayuntamiento, sobre el derecho de patronato del Santo Cristo; también interpuso su influencia ante la jefatura de Obras Públicas para la pronta ejecución de la carretera de Tárrega a Tamarite y llenó de alegría el colegio al convivir toda la tarde con los religiosos y alumnos, que le dedicaron una velada y de la que dijo: «era el acto público a que había asistido con más gusto en su vida episcopal».
La semana trágica del 27-7-1909 llega a Balaguer y los revolucionarios intentan quemar el convento de Santo Domingo, el santuario del Santo Cristo y el colegio de los escolapios; gracias a la presencia de la guardia civil no lo consiguen. La crónica del colegio hace constar al año siguiente (2-6-1910) que: «se han examinado en Lérida los alumnos de segunda enseñanza, no habiendo sufrido en los 69 exámenes ni un suspenso».
Durante la República, algunos pretendieron atribuir la propiedad del colegio al municipio basándose en la ayuda que éste prestó a aquél durante los incendios, lo que no lograron debido a la documentación que había y que resultó clara a favor de los escolapios. En 1933, ante el peligro de cierre del colegio, éste se transformó en la «Mutua Maragall»; los tiempos de la República fueron muy desfavorables, pues se vio muy combatido por parte de los políticos de aquel entonces. En junio de 1933 el colegio y comunidad corrieron grave peligro debido a que se ahogaron dos alumnos en una excursión al río; se formó un gran revuelo y gracias que las familias de los infortunados muchachos se pusieron a favor del centro la cosa no pasó a más.
El 18-7-1936 estalla la guerra civil, y con ella vienen los gloriosos mártires, hijos de Balaguer: el P. José Badía, rector del colegio y los dos hermanos Alberto Galiano y José Galiano, que se encontraban de vacaciones en casa. En octubre de 1938, ocupada la ciudad de Balaguer por el ejército de Franco, se reanudaron las clases en casas particulares y, a partir de marzo de 1939, se impartieron, ya en el colegio, las enseñanzas de primaria, bachillerato y comercio.
Actualidad y exalumnos.
A partir de la guerra civil se efectuaron reformas en el edificio (fachadas, clases, oficinas e internado) de acuerdo con las exigencias pedagógicas que pedía un mayor número de alumnos, tanto externos como internos. Hoy día no funciona el internado, pues los Institutos creados en Noguera, Segarra y Urgel, absorben a los alumnos que antes llegaban al colegio a cursar la segunda enseñanza.
Finalmente, las Escuelas Pías han construido en Balaguer un nuevo centro, dotado de las más funcionales dependencias modernas y pedagógicas; así los alumnos pueden disfrutar aprendiendo Piedad y Letras. Se buscó un nuevo emplazamiento, más adecuado, -que resultó óptimo- y ha permitido que todas las instalaciones, sin excepción, ofrezcan las máximas garantías de eficacia. Con este motivo se ha hecho el traslado del ubicado en la calle Milagro 23, al nuevo en la calle Barcelona s/n, siendo rector del mismo el P. Jaime Pallarolas. La fecha del traslado fue el 5-4-1983.
En sus casi trescientos años de existencia son innumerables los exalumnos del mismo; como muestra, los testimonios de dos antiguos alumnos, muy conocidos en Cataluña, el de folklorista Valerio Serra y Boldú: «desde mis primeros años de estudiante estuve bajo la dulce tutela escolapia»; y el del político nacionalista, secretario de Maciá: José Carner Ribalta: «Inicié mi educación básica, es decir, no solamente mi instrucción sino la formación del carácter, al ingresar en el colegio de los escolapios... Quizá no es un hecho puramente fortuito que un gran número de catalistas liberales que hoy cuentan en Cataluña hayan pasado por los escolapios... Me considero afortunado de haber sido educado en las Escuelas Pías catalanas».
Superiores
Bibliografía
- Archivo Cataluña
- Serra i Boldu, V.: Mossén Jacint Verdarguer. Barcelona, 1915
- Carner i Ribalta, J.: De Balaguer a Nova York passant per Moscou i Prats de Molló. Barcelona, 1972.
Redactor(es)
- Segismundo Balagué, en 1990, artículo original del DENES I