Revisión de 12:05 27 oct 2014

08.04. Claverol y Ortoneda

Cuando publicó Pujol en 1921 su precioso estudio sobre San José de Calasanz, afirmaba que el 11 de febrero de 1589 se le llamaba por vez primera 'rector de Claverol'.^{[Notas 1]} La consecuencia lógica era que el nombramiento se lo había dado el obispo Capilla, que desde Navidades del año anterior estaba ya en su sede. Y así lo aceptaron otros biógrafos.^{[Notas 2]} Al aparecer, sin embargo, otro documento fechado el 12 de noviembre de 1588, quedaba excluida la afirmación anterior, dado que Capilla aún no había llegado a su diócesis. Se adjudicó, pues, el nombramiento al cabildo.^{[Notas 3]} Pero las ulteriores reflexiones hicieron concluir que dicho nombramiento se debía al Vicario General Antonio Gallart.^{[Notas 4]} Y es lo más aceptable, pues además de los plenos poderes de que gozaba como Procurador de Capilla, la decisión encaja perfectamente en la serie de nombramientos y licencias que concede en aquellos meses.^{[Notas 5]}

En las numerosas veces que consta en documentos aparece en formas diversas, como 'plébano de Ortoneda y Claverol', “plébano de Clavero! y Ortoneda”, “plébano de Claverol”, “plébano de Ortoneda”, “rector de Claverol”, “plébano del lugar de Claverol”, etc.^{[Notas 6]} No era un beneficio simple no residencial, como el que había recibido, siendo clérigo, en Monzón. Se trataba de dos parroquias, míseras parroquias rurales, con cura de almas, atendidas por un solo sacerdote, que podía ser un Vicario o suplente de quien era jurídicamente el párroco o plébano. De este modo, la plebanía se convertía en una especie de beneficio, pues el titular recibía íntegra la nómina de ambas parroquias y daba una adecuada retribución a quien elegía como Vicario o suplente. Esta situación, algo anómala a primera vista, estaba permitida por el reciente concilio Tridentino en casos excepcionales.^{[Notas 7]} como bien debía saber quien concedía este nombramiento, don Antojo Gallart, flamante doctor y catedrático de Leyes de Lérida. Y si obró así, fue para recompensar adecuadamente con esta especie de prebenda al secretario del cabildo y Maestro de ceremonias de la Seo, cuyo sueldo por ambos cargos era a todas luces exiguo, y debía permanecer necesariamente en la curia por exigencias de oficio.

Así se explica que en los libros parroquiales de Claverol y Ortoneda no haya ni una sola firma, ni alusión, que testifiquen la presencia de Calasanz actuando en bautizos, bodas y defunciones en los años en que fue plébano de ambas parroquias (1588-1591).^{[Notas 8]} Precisando más, quien fuera plébano de Claverol y Ortoneda en 1740, don Manuel Motes, hizo ya sus pesquisas archivísticas y dejó escrito en una declaración:

'… Conjeturo con evidencia que fue [Calasanz nombrado Plébano de Claverol] en el año 1588 por muerte del Plebán Antonio Berenguer de Castellgermá, Pbro. de la villa de la Puebla [Pobla de Segur], quien en dicho año en un cuaderno de los bautizados hallo bautizó a dos, el uno a 16 de Febrero y el otro a los 20 del mismo, habiendo el mismo Plebán Berenguer en el antecedente año 1587 bautizado otros y después de los citados días no encuentro que Plebán alguno bautizase, sino vicarios hasta que entró a ser Plebán Jaime Segur Pbro. de la villa de Villamediana el cual en 10 de diciembre de 1591 bautizó a uno como Plebán de que verosímilmente infiero que los vicarios que bautizaban después del Plebán Berenguer hasta el Plebán Segur eran vicarios del Vble. Patriarca [Calasanz]'.^{[Notas 9]}

Otro testimonio nos cerciora de que en julio de 1588 regentaba las plebanías, siendo sólo ecónomo, mosén Miguel Perot.^{[Notas 10]} Es probable, pues, que fuera este sacerdote el regente intermedio entre Berenguer y Calasanz, e incluso que hubiera sido vicario de ambos. Conocemos también a otro de los vicarios suplentes de Mosén Berenguer, llamado Joan Bonet, que residía en Claverol, en una casa parroquial tan malparada que el Visitador de 1576 mandó a los cónsules locales que la adecentaran, bajo pena de excomunión y de diez libras.^{[Notas 11]} No sabemos si los cónsules obedecieron al fin —probablemente no tenían fondos para ello—, pero lo que se sabe es que cuando Calasanz iba a Claverol no se hospedaba en la casa rectoral, sino en casa de la familia Motes, de Pont de Claverol.

El 12 de noviembre de 1588 era ya Calasanz Plébano de Claverol y Ortoneda. En diciembre del mismo año acompañó al Vicario General, don Antonio Gallart, al monasterio de Gerri para las exequias del abad, su hermano, pero no sabemos si subió a Claverol. Probablemente no. El día 11 de febrero de 1589 anota Janer en su libro una deuda de Calasanz, 'de 18 sueldos por la yegua que le dejé —dice— para ir a Tremp'.^{[Notas 12]} Y en abril le descuenta los días que ha estado fuera de casa, que suman un total de cincuenta, y aclara que fueron para ir “a la visita, y a tomar posesión de la plebanía y a las honras fúnebres del Abad de Gerri”, y en los tres viajes le acompañó, seguramente, su fiel criado Coromines.^{[Notas 13]} Este viaje a Tremp y Claverol duró seis días.

Desde Pobla de Segur contempló Calasanz, a la otra parte del Noguera Pallaresa, la colina verde de olivos y matojos, de perfil netamente piramidal, en cuya cúspide, a 768 metros de altitud (Pobla de Segur está a 509 metros), se posaba —como un caprichoso nido de águilas— la lejana aldea de Claverol. La escalada, por un camino de herradura, conservado hasta hace pocos años, duraba una hora.

Y llegó. Era su plebanía. Las casas, todas de piedra oscura al descubierto, como una continuación del empedrado de las calles, se apiñaban en torno al campanario y a la iglesia de San Cristóbal. Después de cuatro siglos exactos parece que no ha cambiado nada y que todo podría ser igual —incluso el sol y el frío— aquel día de febrero en que Calasanz tomó posesión de la plebanía. El Maestro de ceremonias de la catedral de Urgel se olvidaría de que lo era para no dar a aquel acto oficial un empaque desmedido.

Subió de nuevo a su yegua —por esta vez no cabalgaba en mulo— y siguió hacia Ortoneda, varias leguas más de camino montañoso que no parecía terminar nunca. Pero asomó al fin el villorrio, situado casi a mil metros de altitud. Su iglesita, de origen románico, estaba dedicada a Santa María, y su campanario, de planta octogonal, resistió enhiesto hasta principios de nuestro siglo. Santa María de Ortoneda y San Cristóbal de Claverol eran sus plebanías. De haber sido residencial, más que un beneficio tenía visos de condena al ostracismo. Con todo, Calasanz dio pruebas de amar a las gentes de su doble plebanía y sintió satisfacción por ostentar el título sonoro de plébano de Claverol y Ortoneda.

Notas