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Revisión de 19:17 23 oct 2014
Ver original en Italiano- CAPÍTULO 6 Del incoado hecho Contra el P. Mario
Todos nuestros pobres Religiosos estaban disgustadísimos en nuestra Casa de Florencia, y extremadamente inquietos por verse tan maltratados, calumniados y deshonrados por el P. Mario de San Francisco. También se afligía mucho N. V. P. Fundador y General al ver a sus hijos tan disgustados y confusos. Por eso, consultó la situación con el Emmo. Príncipe Cardenal Cesarini, nuestro Protector, quien resolvió enviar a Florencia a uno de nuestros Padres como Comisario y Visitador; sobre todo acerca de la vida del P. Mario de San Francisco.
Llegó a Florencia el Padre, que era el P. Ludovico [Raimondi] de San Raimundo. Leyó su patente, y comenzó su Visita con la fidelidad que convenía. Tenía por secretario a uno de nuestros sacerdotes, llamado P. Octavio de Santo Tomás de Aquino, si lo recuerdo bien; aunque podría saberlo con certeza por el mismo proceso, que debe estar en el Archivo de Roma, donde fue dejado con toda seguridad.
El P. Visitador visitó a nuestros Padres de aquella casa de Florencia, mandándoles hacer juramento necesario, con interrogatorios convenientes y religiosos. Encontró en ellos tanta materia y tantos despropósitos, que con ellos hizo un grueso volumen. En él se ve claramente su mala intención, qué alejado estaba de la vida de un verdadero Religioso sacerdote, y cómo todas sus maquinaciones contra nuestros pobres Religiosos habían sido invenciones diabólicas, malicias particulares suyas, y calumnias contra la caridad fraterna. A pesar de haber visto el agravio que se había hecho a nuestros Religiosos en Florencia, en postración ante Santo Tribunal de la Inquisición, no quiso buscar otras defensas para los nuestros. Lo mismo hizo también el Procurador buscado por ellos, que era el P. Maestro Caccino, dominico, entonces Lector de Teología, que, renunciando a toda defensa, y también al jus maturale, lo puso todo en manos de la Inquisición, y del Revmo. P.Muzzarelli, quien transfirió la causa a Roma, donde vieron que nuestros Religiosos estaban absolutamente libres culpa, por lo que fueron liberados sin más.
La Madre del P. Mario, además de decir que se lo había cambiado el ama de leche, y que no era hijo suyo de ninguna manera, dado su mal comportamiento y acciones indignas, se dolía mucho por las cosas, por dinero que buscaba, y por la gran cantidad de Misas que mandaba celebrar, según le decía Mario; prorrumpía en palabras de gran sentimiento, y condoliéndose, decía: -“En vez de decir él Misas por mí, es necesario que cada día se las encargue yo, para sus obligaciones. ¡No es hijo mío! ¡No es hijo mío! ¡Me lo han cambiado, sus costumbres no son las costumbres de mis hijos!”.
Concluido el proceso, fue enviado a Roma, donde aún se abrió otro, que nuestro Emmo. Protector y N. V. P. Fundador y General vieron y consideraron, y yo he tenido en mis mano